Para Mi Jiminnie.

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Una triste tarde de otoño, en que las hojas caían sin vida al suelo mientras otras eran llevadas por el viento, volviéndose solo un recuerdo, un joven alto y castaño, con el rostro inundado en tristeza y un ramo de flores en su mano, se dirigía a aquél conocido lugar, una tumba perfectamente limpia y cuidada era su destino. Al llegar y depositar las flores remplazando las anteriores, decidió que era momento de saludar y charlar con aquél que nunca los abandonó.

–Hola papá. ¿Me extrañaste? Yo si te extrañé a pesar de que te visité la semana pasada...

–Supongo que sabes cuál es el motivo de mi visita, espero me comprendas, sé que te extrañaba demasiado, te necesitaba cerca una vez más, pero aun así no deja de doler.

–Papá ha dejado esta carta, me pidió que te la entregara... Así que la leeré para ti.

Con cuidado, sacó aquel sobre de entre su abrigo, abriéndolo y desdoblando cuidadosamente las hojas plasmadas en letras que dentro se encontraban. Tomando una bocanada de aire, preparándose para hablar, comenzó:

Querido Jiminnie... Ha pasado mucho tiempo ¿No lo crees?, muchas cosas han cambiado.

Desde tu partida, desde el día en que me dejaste esa gran herida, que con el tiempo fue curada con rayones en las paredes, travesuras y pequeñas risas hasta volverse solo una eterna cicatriz, nunca he dejado de pensar en ti.

En ocasiones solía cuestionarme ¿Por qué la vida es tan injusta? ¿Por qué tuvo que arrebatarte de mi lado? ¿Por qué no pudimos ser la familia feliz que siempre soñamos? ¿Porqué fuimos solo dos en vez de tres?. Pero entendí que la vida no siempre es como planeamos, que una vida perfecta solo existe en los cuentos de hadas, y que la realidad está mas allá de nuestras expectativas. Lo entendí desde el momento en que tomé en mis brazos a aquél bello fruto del pasado que sería todo en mi futuro.

Si meses atrás, antes del nacimiento de nuestro pequeño Jungkookie, me hubiesen dicho que perdería al amor de mi vida y ganaría uno nuevo, lo tomaría por loco e incluso insultaría por tales ideas. Pero mirame aquí, amando a nuestro bello hijo como si fuese lo único que me queda, porque tal vez, esa sea la verdad.

Siempre traté de ser un buen padre, sé que cometí errores, era primerizo y falto de experiencia, pero nadie nace sabiendo como será su vida. Aun así, a pesar de estar solo, jamas necesité mas compañía, jamás necesite a alguien que llenara el lado vacío de nuestra cama, alguien que tomara asiento en la solitaria silla frente a mí, y sobre todo alguien que ocupara tu lugar, porque está más que claro que nadie podría hacerlo, nadie más podría volver a ser dueño de mi amor, porque aunque en nuestros votos matrimoniales dijimos "hasta que la muerte nos separe" el único dueño de mi alma, en la vida y en la muerte, fuiste, eres y seras tú, aún más allá de esta vida.

Por eso mismo, siempre le hablé a nuestro pequeño sobre ti, él debía conocer a la gran persona que me tiene completamente enamorado, el jamás tuvo duda sobre quien eras, siempre le dejé en claro quien le había dado la vida, y siempre le enseñé a amarte y respetarte aún cuando no podríamos verte. Porque estabas ahí, estás aquí acompañandome mientras te hablo a través de letras, lo sé.

El tiempo ha transcurrido muy rápido, los días parecen minutos, los meses semas y los años son solo un pestañear. Creí que no soportaría tanto tiempo lejos de ti, sin embargo, al darme cuenta nuestro pequeño, ese que corría por la casa descalzo, ese que te hablaba cada noche mirando las estrellas y te dibujaba en sus cartas cada que veníamos a verte, ahora no era más un niño, se había graduado, se enamoró, formó su propia vida. Le diste la oportunidad de amar como amamos... Y ahora es felíz en su propio nidito de amor.

Creo que mi trabajo aquí está hecho. Cuidé muestra avecilla, le enseñé a volar y emprendió su propio viaje, aunque el mío esta llegando a su fin. Mis alas están cansadas y heridas, no pueden volar más. Sin embargo, estoy feliz de ello, porque es hora de que nuevas alas me crezcan, es hora de dejar este mundo e ir a uno nuevo, es hora de volver a sonreírte y está vez no dejarte ir. Es hora de estar a tu lado, amor.

Tranquilo cariño, no debes esperar más por mí, ahí estaré y juntos brillaremos en el cielo cada noche, iluminando el camino de nuestro pequeño fruto de amor.

Iré junto a ti pequeño. Te amo.

Eternamente tuyo.
Min Yoongi.

Las lágrimas no dejaban de caer como cascadas por las mejillas del joven, quien sin saber cuándo, había terminado arrodillado frente a aquella tumba. Con el corazón en la mano y un gran anhelo reflejado en sus rotos ojos, solo pudo susurrar aquello que su corazón tanto añoraba, aquellos deseos a los que su alma se aferraba y a aquella idea que reparaba las heridas de su espíritu. Al fin están juntos de nuevo.

Porque cuando dos corazones aman con sinceridad, ni el tiempo, ni la distancia, ni las barreras entre la vida y la muerte podrán romper aquél fuerte lazo, formado por el más puro de los sentimientos. 

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