ෆ ❝OO6 | 𝑽𝒊𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓❞

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Días Después

Amelia se mueve de un lado a otro por toda su habitación buscando varias cosas al mismo tiempo, Jasmine se mantenía en silencio viendo con total atención la televisión del lugar y come las papitas que había comprado.

—Dios, me voy a volver loca —se queja Amelia sin poder encontrar el otro par de su zapato—. Se supone que debí de salir hace cinco minutos.

—No vas a ver a la realeza o a los inversionistas de una revista importante —comenta Jasmine sin alejar su mirada de la televisión—. Vas a casa de tus padres.

—Pero mi madre se pone nerviosa si llego un minuto tarde —responde Amelia peinando su rubio cabello con agilidad y velocidad.

Jasmine admira como Amelia se rizo su cabello un poco, pero le daba un aspecto elegante, justo como a la modelo le gustaba lucir.

La rubia se abrocha un collar de perlas Channel y se pone sus aretes a juego, acoda la falda del vestido y corre hacia otro punto de la habitación para ponerse sus botas a juego con el atuendo.

—Me gusta tu estilo —comenta Jasmine con una sonrisa consiguiendo que su mejor amiga sonriera orgullosa—. Te ves muy bien, demasiado elegante y a la moda.

—Soy Amelia Beckham, yo siempre estoy a la moda, voy elegante y luzco preciosa —responde Amelia con arrogancia y agita su cabello ligeramente.

—En la boda de Layla no te veías muy elegante y preciosa, vomitaste antes de llegar aquí —le recuerda Jasmine, pero la morena esquiva con agilidad la almohada que Amelia le había lanzado.

—Ya me voy, mi madre ya me esta llamando y eso no es bueno —habla Amelia nerviosa tomando su teléfono con velocidad y corriendo hacia la puerta de su habitación—. No me ensucies la cama, apaga la televisión bien y cierra la puerta cuando termines.

—Tu abrigo se encuentra en el perchero de la puerta —avisa Jasmine queriendo evitar que su amiga se enferme.

Amelia regresa a su habitación con velocidad para tomar las mejillas de Jasmine y dejar un sonoro beso en su frente que la hizo reír, aunque igual consiguió varias quejas de ella.

—¡Te amo! ¡Nos vemos luego! —se despide Amelia tras tomar su gabardina y salir de la casa en donde se hospedaba junto a Jasmine.

Las dos chicas habían podido conseguir un buen lugar para rentar en Forks, era una casa bastante espaciosa que tenía todo lo necesario para las semanas que se mantendrían ahí, habían tres habitaciones, así que el espacio se encontraba perfecto.

Amelia decide no tomar el auto que había rentado al llegar a Forks junto a Jasmine, por lo que esperó unos cuantos minutos a que un taxi pasara y la llevara a la casa de sus padres.

Una vez que llegó a su destino, le agradeció al taxista por su servicio y se bajó del vehículo, así pudo ver mucho mejor la casa de sus padres.

—No ha cambiado nada —susurra Amelia con una pequeña sonrisa en su rostro.

Todo seguía igual que la última vez que fue a visitarlos, la rubia puede ver su auto en la cochera estacionado junto al auto de su padre.

Amelia camina hacia la puerta principal y, antes de que pudiera tocar el timbre, la puerta se abrió de golpe consiguiendo que la rubia diera un pequeño salto en su lugar.

—¡Mi princesa hermosa! —dice el Señor Hamilton tras abrir la puerta y poder divisar a su hija que le dio una radiante sonrisa—. ¡Por fin estás aquí!

El hombre no duda en abrazar con emoción a su hija que correspondió la muestra de afecto sin dejar de sonreír, se fuerza a contener sus lágrimas ya que no quería arruinar su maquillaje, pero las hermosas palabras que le decía su padre no ayudaban mucho.

—Te extrañé tanto princesa, nos tenías muy olvidados —se queja el hombre alejándose de la rubia para tomarla de las manos y verla fijamente—. La casa se sentía tan sola sin ti, sé que ya estamos viejos, pero pudiste venir tan siquiera una vez de paso.

—Ay papá —comenta Amelia con diversión antes de abrazarlo una vez más.

—¡Quítate William, es mi turno! —ordena Olivia, golpeando la espalda de su marido ligeramente.

El hombre se queja y se aleja de Amelia, la rubia no puede ni decir alguna palabra porque su madre ya se encontraba abrazándola con fuerza.

Amelia contiene una queja de dolor y disfruta del calor que le otorga su madre, sonríe complacido al poder volver a sentir el calor de su familia e intenta ignorar el hecho de que sería una mañana muy larga con sus padres.


—Buenas tardes —habla Judith Williams con velocidad tras escuchar la puerta del local ser abierta—. Bienvenida a...

La rizada no puede seguir hablando ya que se dio cuenta de quién era la persona que acababa de entrar al lugar, Amelia le da una radiante sonrisa a la chica mientras cerraba la puerta de la tienda.

—Eres una maldita perra desgraciada —asegura Judith viendo como la rubia se acercaba a ella con una sonrisa burlona—. ¡¿Por qué diablos no me buscaste después de la boda de Layla y Jasper?!

Amelia no evita reírse tras escuchar el insulto de Judith, las dos chicas se abrazan con emoción y teniendo una sonrisa en sus rostros.

—¿Qué diría tu madre al escucharte hablar de esa manera y mencionar al diablo? —pregunta la rubia con diversión sin dejar de abrazar a Judith.

—Probablemente me quemaría viva y me haría un exorcismo —responde Judith siguiéndole el juego a la modelo que comenzó a reírse—. ¿Por qué no me buscaste en la recepción de los recién casados? Solo te vi al inicio de la ceremonia, después te me perdiste de vista.

—Estuve algo distraída durante la recepción, estaba intentando no encontrarme con... —intenta explicar Amelia tras alejarse de la castaña, pero la interrumpió.

—No me digas, ¿de tu sexy ex novio? —pregunta Judith con picardía y consiguiendo que la rubia pusiera los ojos en blanco—. Entonces si estuviste huyendo de él.

—No pude evitar encontrármelo, Layla se las arregló para que los dos conversáramos un rato —explica Amelia sin algún tipo de emoción en su voz.

—Tengo que felicitar a mi pequeña Layla, pudo hacer en dos minutos lo que ninguno de los dos hizo en cuatro años —habla Judith con un poco de ironía en su tono de voz.

Judith camina de regreso hacia su puesto, que es detrás del mostrador, mientras que Amelia la siguió y quedó enfrente de ella.

—Que graciosa, no te recordaba tan ocurrente y chistosa —comenta Amelia con sarcasmo mientras se cruzaba de brazos—. ¿Ahora trabajas aquí?

—Sí, era esto o que mi madre me volviera parte de su club de oradoras —explica Judith con cansancio—. Layla fue muy amable al darme un trabajo de medio tiempo, mientras consigo un buen empleo como editora.

—¿Terminaste la carrera de Literatura Inglesa? —pregunta Amelia con emoción tomando una de las manos de Judith que sonrió orgullosa.

—Por supuesto que sí, fui la mejor de mi generación —comenta Judith con orgullo—. Conseguí que mis padres se reunieran durante unas horas sin discutir, luego su relación volvió a la normalidad.

—¿Y qué tal tu vida amorosa? —pregunta Amelia con interés y viendo intrigada la manera en que las mejillas de Judith tomaron un poco de color—. Oh, entonces hay alguien.

—Tal vez sí —admite Judith avergonzada—. Nos conocimos hace algunos años, antes de que iniciáramos la Universidad.

—¿Quién es? —pregunta Amelia con interés y emoción—. ¿Es de aquí? ¿Lo conozco?

—Sigues siendo igual de chimosa que siempre, Beckham —asegura Judith con diversión y golpeando con su dedo índice la frente de Amelia.

La rubia se queja antes de reírse junto a Judith que negaba ligeramente, las dos tuvieron intenciones de seguir su conversación, pero escucharon como la puerta de la tienda volvió a sonar.

—Buenas tardes, bienvenido —habla Judith con amabilidad y educación dirigiendo su mirada hacia la persona recién llegada.

—Buenas tardes, Señorita Williams —responde Sebastian Avery con su misma sonrisa altanera de siempre.

Amelia toma una postura derecha sin darse cuenta y le da una sonrisa a Sebastian que había fijado su mirada en ella.

—Pero si es la famosa Amelia Beckham —habla Sebastian caminando lentamente hacia la rubia que no perdió su sonrisa—. Hace varios años no sabía de usted, Señorita Beckham, es un honor volver a verla.

Amelia deja que Sebastian tome una de sus manos para dejar un corto beso en sus nudillos a manera de saludo, Judith contiene una carcajada y finge toser tras ver la manera en que Amelia juzgó a Sebastina, obviamente sin que este se diera cuenta.

—Por supuesto que tiene el honor —responde Amelia luego de que Sebastian soltara su mano y retomara su compostura.

—Lamento mucho interrumpirlas, pero vine por unos documentos que la ahora Señora Hale dejó para mí —explica Sebastian hacia Judith que asintió con velocidad.

Amelia se cruza de brazos y ve como Judith buscaba algo en los gabinetes que se encontraban detrás del mostrador.

—¿Cuándo llegó? —pregunta Sebastian hacia Amelia que regresó a verlo.

—Hace unos días, asistí a la boda de la Señora Hale con su actual esposo —explica Amelia con educación—. Usted no ha cambiado mucho, ¿sigue con el negocio familiar?

—Por supuesto, a eso me dedico desde hace varios años —responde el hombre con orgullo—. La Señora Hale y yo hemos tenido varios negocios que tuvieron buenos resultados, como este lugar y la cafetería.

—Aquí están —habla Judith con velocidad temiendo que Amelia dijera algo inapropiado hacia Sebastian que regresó a verla—. Mi jefa los revisó y se encuentra de acuerdo, de todas maneras dejó una nota escrita a mano para ustedes.

—Muchas gracias Judith —agradece Sebastian tomando los documentos con cuidado—. Fue un placer verlas señoritas, Señorita Beckham.

Amelia le sonríe a Sebastian y estrecha su mano duramente queriendo evitar que volviera a besar sus nudillos o el dorso de su mano. Sebastian sale de la tienda bajo la atenta mirada de las dos mujeres que esperaron a que se fuera para poder retomar su conversación.

—Sigue siendo igual de altanero y arrogante —asegura Amelia mientras negaba ligeramente.

—Igual sigue siendo un mujeriego, no sabes todos los chismes que lo rodean —comenta Judith sin segundas intenciones, pero consiguiendo que Amelia regresara a verla interesada.

—Tengo mucho tiempo, cuéntame todo lo que ha pasado en mi ausencia que sabes —pide Amelia viendo la sonrisa divertida que apareció en el rostro de Judith.

Las dos pasaron varias horas conversando con amenidad, aunque algunas veces cortaban su conversación por los clientes que llegaban. Amelia se encontraba muy orgullosa de Layla ya que la tienda había tenido buena aceptación de los habitantes del pequeño pueblo de Forks, llegaban varios turistas encantados con la ropa de la joven diseñadora de modas; además, el hecho de que una de las modelos más famosas del momento se encontraba en el lugar, hizo que hubiera mucha más clientela que días normales.

Ahora todo el pueblo sabía que Amelia Beckham, la joven modelo e hija única del prestigioso matrimonio de los abogados Hamilton, había regresado a Forks.


Aunque este sea un capítulo de relleno, me siento tan feliz de poder haberlo hecho en tan poco tiempo. Estoy tan emocionada de que ahora puedo escribir con más fluidez esta historia, no quiero precipitarme al decirlo, pero creo que mi bloqueo con esta historia va desapareciendo poco a poco *llora de la emoción* T-T

¿Qué les pareció este capítulo de relleno? ¿Les gustó? ¿No les gustó? ¿Les aburrió? ¿Quieren que Amelia y Edward tengan ya un encuentro "casual"? Quiero leer sus comentarios y sus opiniones al respecto <3

Orgullosamente, ya tengo varias ideas para los siguientes capítulos que involucran algunas escenas entre nuestros principales.

¿Cuáles creen que sean esas escenas?

De verdad espero que les haya gustado el capítulo de hoy, aquí abajo les dejaré algunas imágenes de referencia para la casa que rentaron Amelia y Jasmine:

Habitación de Amelia:

Habitación de Jasmine:

Igual les comento que en multimedia se encuentra el atuendo que Amelia llevó este capítulo para el desayuno con sus padres y la tarde que pasó junto a Judith :3

No se olviden de votar y de comentar qué les pareció el capítulo, tampoco se olviden de que nos estaremos leyendo en una próxima actualización, de cuidarse mucho y de que los amo con todo mi corazón❤️

💜𝐌𝐎𝐀𝐍𝐀💜


Esta es una historia original de Wattpad, actualmente igual se encuentra disponible en Inkitt y en Booknet, si la lees en otra plataforma se debe a un virus y una copia sin mi permiso.


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