Capitulo 10

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𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐧𝐨 𝐚𝐩𝐭𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐩𝐮́𝐛𝐥𝐢𝐜𝐨, 𝐨́𝐬𝐞𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐬𝐦𝐮t (coito), 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐭𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚 𝐥𝐞𝐞𝐫 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐭𝐞 𝐬𝐮𝐠𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐚𝐥𝐭𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨.

Días después de que Anne echara a Sharon del pueblo, Doña Perfecta cogía la cogorza más grande de su vida en la fiesta que celebraba su amiga Maggie en casa de sus padres, aprovechando que estos estaban fuera.

Noah, el chico con el que Doña Perfecta salía ese año, que era nuevo en el pueblo y aún no había oído hablar de Sasha, animó a una enfadada Anne a beber todo lo que se le pusiera por delante y ella, molesta al ver como Sasha bailaba una canción lenta apretujada entre dos rubias tetonas, aceptó.

En cuanto Sasha vio el lamentable estado en el que se encontraba su vecina, ante la mirada asombrada de todos, le dio como pudo una paliza a Noah hasta dejarlo medio inconsciente y luego lo tiró a la piscina.

A Anne simplemente se la cargó al hombro, le arrebató las llaves del coche y se dispuso a llevarla a casa.

Fue bastante molesto conducir junto a una castaña preciosa que lamentablemente cantaba como el demonio y cuyo repertorio se limitaba a gritar una y otra vez el estribillo de una estúpida canción de campamento.

Sasha intentó poner la radio del coche, pero, en cuando subía el volumen para acallar sus berridos, ella gritaba más fuerte para hacerse oír, así que finalmente lo dejó por imposible y apagó la radio.

Cuando llegó a casa de Anne, vio las luces del salón aún encendidas, por lo que aparcó en su entrada para que el señor Boonchuy no las viera y decidió cargar con ella hacia el interior de su casa, en la que por suerte no había nadie ya que su madre y su abuela se habían marchado a pasar la noche con una amiga enferma.

Se la echó al hombro como si de un saco de patatas se tratase, rogando para que en esa postura pusiera fin a sus berridos. Pero no tuvo suerte, así que le dio un golpecito en el trasero mientras le advertía:

―Como no te calles, todo el pueblo se va a enterar de que estás borracha, incluido tu adorable padre.

El silencio se hizo y por fin Sasha pudo llamar por teléfono con la mano que le quedaba libre a su amigo Sprig, que seguramente estaría muerto de preocupación por su querida hermana Doña Perfecta.

―Aquí al habla el semental―contestó Sprig entre alguna que otra risa femenina.

―Semental, ¿sabes dónde está tu queridísima hermana?―preguntó Sasha furiosa ante la despreocupación de su amigo.

―Pues creo que en estos instantes la tendrás encima de uno de tus hombros colgada como un trasto cualquiera. Antes te vi salir de esa manera tan elegante de la fiesta.

—¡Hola hermanita! ―gritó Sprig felizmente a la espera de la contestación de Anne.

―Hola Sprig, Sasha me ha secuestrado―contestó ella alegremente desde el hombro de su vecina.

―¡Tú calla!―regañó Sasha a su carga mientras le golpeaba nuevamente el trasero y seguía con su conversación― No la he secuestrado, está como una cuba gracias a su querido amiguito, que le ha metido por el gaznate todo lo que tuviera un mínimo grado de alcohol. No me atrevo a llevarla a tu casa, pues tu padre la está esperando en el salón y no creo que pueda meterla en su habitación sin que nos pillen y le echen la bronca.

―Pues déjala en el porche con una nota―bromeó Sprig.

―¡A ti sí que te voy a dejar en el porche, pero con una nota metida por el cu...!

―¡Vale, vale, era broma! ¿Por qué no te la quedas esta noche en tu casa y yo llamo a papá y le digo que se ha quedado a dormir con Maggie?

―¿Me estás confiando a tu hermana?―preguntó Sasha asombrada.

―Seamos realistas: tú la cuidas más que nosotros cuando estás aquí y, como os lleváis como el perro y el gato, dudo mucho de que os dé por enrollaros o algo parecido, así que en definitiva está a salvo de tus encantos de seductora.

―Pero Sprig, tu hermana está bo...

―Buenas noches, Sasha. Te dejo. Has abandonado aquí́ a unas rubias muy bonitas y solas a las que yo tengo que contentar―comentó Sprig rápidamente antes de colgar el teléfono sin darle tiempo a Sasha a contarle que algunas personas estando borrachas actuaban como nunca lo harían sobrias.

«Bueno, espero que Doña Perfecta no sea de ésas», pensó Sasha mientras la subía hacia su habitación resignada a cargar con ella.

Definitivamente, Anne no era como las demás: era peor.

Cuando Sasha la tumbó en su cama, ella comenzó́ a retozar como una gatita. Sasha miró embobada como una preciosa castaña de largas piernas y ataviada con un minúsculo vestido negro se movía insinuantemente hacia ella. El vestido negro carecía de mangas, por lo que sólo sus preciosos y firmes pechos lo retenían en su sitio, y la castaña se preguntó una vez más si llevaría sujetador.

A cada movimiento que Anne hacia, el vestido se alzaba un poco más por la parte inferior, mostrando sus largas piernas.

Sasha estaba paralizada aguantando el deseo de arrancarle el vestido y hacerla suya en la cama, en el suelo, en el baño, contra la pared...con su Anne cualquier sitio imaginable era posible.

Ella gateó por la cama hasta que estuvo frente a Sasha con mirada lujuriosa.

Se alzó poniéndose de rodillas y le dijo con una voz sensual:

―¿Quieres saber si me han crecido los melones?―Tras esta pregunta se bajó la parte de arriba del vestido y puso los pechos directamente en la cara a Sasha.

El poco autocontrol que había tenido hasta ese momento se esfumó cuando vio ante si esos perfectos senos, que no eran ni muy grandes ni muy pequeños, con sus rosados pezones erectos y excitados a la espera de sus caricias, de sus besos, de su lengua...

―Mañana te vas a arrepentir de esto...―dijo Sasha como último recurso para hacerla entrar en razón. La respuesta de ella fue acariciarse los pechos con una mano mientras la otra bajaba hacia sus minúsculas braguitas negras, que empezaban a asomar debajo del vestido― Pero yo pienso recordar cada instante...―comentó Sasha en voz alta diciéndole adiós a su autocontrol.

La rubia hundió la cabeza entre sus pechos a la vez que la recostaba en su cama. Anne agarró sus cabellos rubios acercándola más a ella y la oji marron le dio lo que su cuerpo pedía.

Sasha se deleitó́ con sus turgentes senos, besándolos con pasión, acariciándolos con deseo. Sus dedos juguetearon con uno de sus pezones, pellizcándolo, haciéndola arquearse de necesidad y frotarse contra la dura erección de sus pantalones. Su boca estaba ocupada succionando y mordisqueando el otro pecho, volviéndola loca de deseo en el proceso.

Sasha le quitó el vestido sin que ella apenas se diera cuenta. Anne abrió sus piernas para rozarse libremente contra la poderosa erección de Sasha, y sus manos forcejearon con la camisa para poder acariciar el marcado abdomen que tantas veces había observado en el campo de futbol.

Sasha no dejó de besar su ardiente cuerpo mientras la ayudaba en sus intentos por librarse de su camisa. Anne gritó extasiada cuando por fin pudo acariciar su fuerte abdomen, pero Sasha no le dejó mucho tiempo para deleitarse con ello, pues agarró las manos de ella con una de las suyas y las retuvo por encima de su cabeza mientras seguía su camino de besos hacia sus braguitas.

Con su mano libre, Sasha se las arrancó de un tirón y acarició su húmeda entrepierna, mientras ella desvergonzadamente se frotaba contra su mano. Su boca descendió por el ombligo, lamiendo, besando, pasó por su cadera, y finalmente soltó sus manos prisioneras para poder coger el trasero de Anne firmemente y alzarlo mientras su boca devoraba su húmedo interior haciéndola gritar una y otra vez su nombre.

Anne agarró con fuerza las sábanas mientras su cuerpo se contorsionaba contra la boca de Sasha pidiendo la liberación. La lengua de la rubia jugó, succionó y excitó hasta el límite su joven cuerpo, y cuando estaba cerca del orgasmo paró para volver a empezar, haciéndola suplicar una y otra vez que pusiera fin a su tortura.

Anne finalmente recibió lo que tanto ansiaba cuando, además de la lengua, Sasha introdujo despacio un dedo en su interior, haciéndolo entrar y salir simulando lo que sería la unión de sus cuerpos.

Anne se arqueó, tembló y gritó su nombre ante el orgasmo.

Sasha se separó de ella por unos instantes y se deshizo rápidamente del resto de sus ropas.

Anne miró asustada su enorme erección y ella supo en ese instante que no podía seguir adelante.

―¿Eres virgen?―preguntó temiendo la respuesta.

―Sí ―contestó Anne sonrojada― ¡Pero te quiero dentro de mí, ya!―añadió totalmente decidida.

―Anne, no puedes querer que tu primera vez sea conmigo borracha y aturdida. Tu primera vez debes recordarla como algo especial. ¡Joder! No quiero sentirme como una mierda cuando te despiertes mañana y veas que te he robado la virginidad, no quiero que me culpes y me hagas sentir como una mierda, yo...

Sasha se interrumpió cuando Anne comenzó a acariciar su rígido miembro con una delicadeza e inexperiencia que la hacía enloquecer.

―Bueno, ¿entonces me estás diciendo que no te acostarás conmigo hoy porque estoy borracha, o que no te acostarás nunca conmigo porque soy virgen?

Sasha la miró con la decisión de una mujer enamorada y le prometió:

—Siempre que tenga oportunidad, Savisa, me voy a acostar contigo, pero nunca me aprovecharé de ti.

―Entonces, ¿qué hacemos ahora?―preguntó ladinamente cogiendo con fuerza su miembro con la mano mientras la movía despacio hacia arriba y hacia abajo.

Sasha gimió mientras respondía entrecortadamente:

—Yo... darme... una ducha... de agua fría, y tú...

―Tengo una idea mejor―interrumpió Anne excitada, y seguidamente se introdujo el miembro de Sasha en la boca y comenzó a lamerlo y succionarlo llevándola al límite.

―Definitivamente tu idea es mucho mejor...―gimió Sasha dejando de resistirse y agarrando fuertemente sus cabellos mientras guiaba su inexperta boca hacia su polla y movía violentamente sus caderas una y otra vez en busca de su éxtasis.

Aunque Anne no dejó de ser virgen esa noche, sí hicieron muchas cosas de las que a la mañana siguiente podía llegar a arrepentirse.

Mucho más tarde ambas amantes durmieron desnudas y felices: Sasha decidida a volver a tenerla en sus brazos, y Anne resuelta a poner en su lista:

10. Que sea el mejor amante del mundo.

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