¡★! : OOO

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Tras un sinnúmero de intentos que terminaron con el corazón roto de Haerin, un enorme bote de helado de vainilla y películas románticas de los años noventa, era que la boda soñada de la novia, finalmente estaba marchando de acuerdo a lo planeado.

Los invitados, esperaban pacientemente por los novios en la sala donde se estaría llevando a cabo la ceremonia. Mientras unos conversaban animadamente con sus acompañantes, el resto se dedicaba a admirar la despampanante decoración con la que se había lucido el coordinador. El banquete que estarían dando también estaba marchando sin problemas, así que no existía otra cosa más que pudiera perturbar la calma de la chica, que ciertamente, había estado demasiado alterada desde esta mañana; esto debido al constante temor de que las cosas terminaran en un verdadero desastre, justo como ella ya parecía estar tan acostumbrada.

No era un secreto para nadie que la existencia de Kim Haerin se resumía exactamente en eso: "Un completo desastre." Haerin no parecía ser capaz de recordar una sola ocasión en que las cosas le habían salido de acuerdo a lo planeado. En cambio, lo único que pasaba por su cabeza, eran las diferentes formas en las que siempre terminaba humillándose a sí misma.

Justo como en aquella ocasión, en donde había tomado la decisión de confesarle sus sentimientos al estudiante más cotizado de su escuela, y el cómo todo resultó en un evento traumático no solo para el chico, sino también para ella. La rubia nunca podría olvidar la mirada llena de estupefacción que puso el joven después de haber sido vomitado encima; lo peor de todo el asunto fue que, en vez de salir huyendo como cualquier otra persona con sentido común lo haría, Rin creyó conveniente continuar con su declaración de amor, incluso cuando ambos estaban cubiertos por el contenido que había sido expulsado de su boca.

O como en esa otra ocasión cuando tuvo la GRAN idea de sorprender a su —en ese entonces— novio, usando una lencería demasiado reveladora. Para su mala suerte, su sorpresa terminó con ella siendo encerrada una noche en la estación de policía por exhibicionismo; y a la mañana siguiente, siendo reprendida por su padre después de que su novio decidiera terminar con ella por teléfono.

No obstante, Haerin tenía el pensamiento de que las cosas serían completamente diferentes, Rin tenía el buen presentimiento de que la desastrosa suerte que la había acompañado durante treinta años, no había recibido la invitación a su boda. Pero entonces, ¿por qué razón se sentía demasiado ansiosa en el incómodo silencio que se había formado entre ella y su futuro esposo?

Durante los cuarenta y cinco minutos en que ambos habían permanecido aislados del resto de invitados, ninguno había hecho el intento de pronunciar una sola palabra sobre el otro.

Haerin estaría mintiendo al decir que no se sentía bastante decepcionada de la actitud indiferente de su prometido; la castaña conocía muy bien la personalidad seria de Kim Taehan, por lo que tampoco esperaba una reacción tan desmedida viniendo de su parte, pero al menos sí escucharlo decir uno que otro comentario sobre lo bonita que se veía con su vestido blanco. ¿Es que acaso él no estaba tan emocionado como ella? Fue el pensamiento que tuvo la chica, hasta que la dulce cabecita desnuda que se asomó por la puerta terminó robando su total atención.

Haerin miró con entusiasmo como el adorable chico al que prácticamente había criado, se encontraba de pie frente a ella, luciendo tan deslumbrante con su uniforme militar.

Con paso lento, la rubia se acercó hasta quedar frente a Kook para sostenerlo entre sus brazos como una madre, justamente como ella muchas veces lo había hecho cuando este corría a su habitación asustado durante las fuertes noches de tormenta. Cuando su abrazo fue cálidamente correspondido, fue imposible para Haerin no soltarse a llorar como una niña pequeña. Para la chica fue demasiado duro el darse cuenta de que Jungkook, era la única persona de su círculo social que había decidido formar parte del día más importante de su vida. Su madre había muerto hacía años cuando el cáncer la consumió por completo, y tanto su padre como su hermano mayor, habían rechazado la idea de presentarse a su boda, esto debido a su evidente inconformidad con la relación que ella sostenía con Taehan.

—No sabes lo asustado que estaba de no poder presentarme a tiempo a la ceremonia, pero ahora que pude verte me siento más aliviado —Confesó Kook mientras tomaba sus manos entre las suyas, con una sonrisa verdaderamente dulce, el chico de veinticinco años depositó un casto beso sobre estas.— Aunque necesito excusarme por el insufrible de Jimin, sin importar lo mucho que me esforcé, no pude hacerlo venir, ya sabes que detesta los lugares con demasiadas personas.

—No necesitas disculparte en su nombre. Los dos sabemos muy bien que el Director nunca se tomaría la molestia de presentarse en mi boda. No es como que tuviéramos más que una relación de trabajo.

Después de que Kook se despidiera con una reverencia, quince minutos más pasaron los novios esperando el momento en que fueran llamados para dar comienzo a la ceremonia. Taehan, quien hasta ese momento estaba chateando en su teléfono celular, fue el primero de ellos en abandonar la habitación. Antes de que pudiera hacerlo, se acercó al tocador donde Haerin se encontraba admirándose con evidente emoción.

—Kim Haerin, verás... yo necesito... —La llamó con voz temblorosa. Una de las manos de Taehan comenzó a acariciar el cabello rubio de la chica, que caía como una cascada sobre sus hombros. Haerin esperó pacientemente por sus palabras, pero los labios de Taehan se abrieron y cerraron dudosos, hasta que después de unos cuantos segundos, pronunció.— No, no es nada, linda. Nos veremos en unos momentos.

Minutos después de que Taehan desapareciera, una señorita le indicó a Haerin el camino hacia la sala de ceremonias, donde Jungkook ya se encontraba esperando para entregarla al que ella consideraba el hombre de su vida. El sentimiento de tristeza invadió a la chica ante el recuerdo de las duras palabras que le había dado su padre cuando esta le hizo saber sobre su compromiso: "Lo rechazo totalmente, sabes muy bien que te amo, cariño. Pero nunca aceptaré a ese bueno para nada en mi familia." Haerin era consciente de que nunca había estado de acuerdo con la relación que tenía con Taehan, debido a que conocía bastante bien su pasado como casanova, y aquello nunca había generado la confianza suficiente de que Rin pudiera tener un futuro próspero a su lado.

—No debes estar triste en este día tan importante —Pronunció Kook acariciando sus mejillas con la yema de sus dedos.— Olvídate de todo lo demás y pon una enorme sonrisa en ese bonito rostro. Este es tu día, noona.

—Gracias por no abandonarme.

Haciendo caso a las palabras de Jungkook, la rubia respiró profundamente. Las puertas se abrieron para ellos, y ambos tuvieron que cerrar los ojos cuando las luces les dieron directamente en la cara. Haerin pudo escuchar los aplausos de los invitados mientras se aferraba al brazo de Kook, tratando de caminar correctamente por el extenso camino de rosas. Taehan se encontraba al final del camino luciendo tan apuesto con su traje blanco. Rin esperó una sonrisa, incluso un sollozo por ver a su futura esposa, pero no pudo ver nada más que una mirada llena de incertidumbre.

¿Es que acaso no se encuentra tan emocionado como yo?

La duda se hizo nuevamente presente cuando Taehan tomó su mano.Tratando de no prestarle atención a su nula emoción, Haerin intentó concentrarse en las palabras del padre hasta que llegaron al punto más importante. Su "sí, acepto" tardó mucho más de lo esperado, la mirada de Taehan pasó a los invitados que comenzaban a murmurar sobre su silencio, después miró al padre frente a ellos, y finalmente se detuvo en la mirada llena de confusión de su prometida.

—¿Cariño...?

—Lo lamento mucho, Haerin —Se disculpó retrocediendo.— Realmente nunca quise que las cosas llegaran hasta este punto.

—¿Qué... quieres decir con eso?

—No puedo hacerlo, no puedo casarme —Sus palabras fueron como una daga que se clavó en su pecho robándole el aliento.— Nunca te he amado como tú lo deseas, finalmente encontré a la persona con la que deseo pasar mis últimos días y esa... no eres tú.

Sin darle la oportunidad de decir una palabra, todos pudieron admirar como el novio corría hacia la salida. Dejando detrás de él, a una chica con el corazón roto.

"Todos sean bienvenidos a Corea"

Jimin escuchó la voz femenina por el parlante cuando todos los pasajeros se levantaron de sus asientos para abandonar el avión. Bostezando, el hombre esperó pacientemente por sus maletas.

Debido a la boda de una de sus asistentes, Jimin había tenido que tomar ese vuelo solo, y ciertamente, no había sido para nada divertido. Entre las muchas cosas que Park detestaba, estaba el tener que moverse a otro país en avión, esto debido a el enorme miedo de desplomarse en tierra —como muchas veces había visto la misma noticia por televisión— o el creciente y constante miedo al permanecer tanto tiempo en un espacio un tanto reducido para su gusto. Mientras el hombre intentaba mantenerse despierto dándose palmadas en el rostro, Jimin recibió una llamada entrante que tomó sin siquiera mirar de quién se trataba.

—Park.

—Debes estar en el aeropuerto en este momento, ¿cierto? —Era la voz de Jeon, su pegajoso y fiel mejor amigo que solía ser un dolor en el trasero cuando se lo proponía.— Olvídate de todo y trae tu trasero al salón donde se estaría llevando acabo la boda de Haerin. Acaba de suceder...

—Suenas como un pervertido cuando te expresas de mi trasero —Confesó Jimin interrumpiendo sus palabras. Cuando tomó sus maletas, continuó con su camino hacia la salida donde su chófer debía estarlo esperando.— Sabes que no soy de las personas que se involucran demasiado con sus empleados, y mucho menos cuando se trata de enormes multitudes. Detesto estar rodeado de ineptos.

—No te comportes como un bastardo y por una vez en tu maldita vida, intenta darle el mismo apoyo que ella te ha dado durante años, incluso pese a esa personalidad de mierda que tienes y que nadie es capaz de soportar.

—Estoy colgando.

—¡No te atrevas a hacerlo!

Un fuerte golpe en su pecho le hizo soltar el celular que se estrelló fuertemente contra el suelo. Molesto, Jimin miró a su derecha para encontrarse a cierta persona tomado de la mano de una chica que definitivamente nunca antes había visto. Kim Taehan observó a Jimin con sorpresa mientras retrocedía unos cuantos pasos. Sacudiéndose la ropa, tomó el celular del piso para darse cuenta que se había apagado debido al fuerte golpe.

—¿Señor Park? ¿Qué hace aquí?

—Es bastante curioso tener que encontrarnos en el aeropuerto, se supone que debe estarse casando en este momento, ¿no es así?

—Lo que sucede es que... —Mordiéndose el labio, Taehan trató de pensar en una posible respuesta, pero no había nada que pudiera decirle cuando las cosas eran completamente claras ante sus ojos.— No le mencione a Haerin que me encuentro aquí. Nadie puede saberlo, se lo pido.

—Pequeño bastardo, no me interesa meterme en sus asuntos.

El hombre suspiró aliviado, y fue imposible para Jimin no pensar en todas las veces que había atrapado a Haerin sonriendo como toda una tonta enamorada, por un bastardo bueno para nada como Kim Taehan. Recordar todas esas cosas, de alguna manera hicieron a Jimin sentirse molesto, molesto de verlo tan sonriente con la mujerzuela a su lado, quien lucía tan corriente como para ser tomada enserio.

—No cabe duda de que la basura siempre seguirá siendo basura.

—¿Disculpe?

Sin que tuviera tiempo de pronunciar una palabra más, Jimin le soltó un puñetazo que lo hizo caer contra el suelo. Las personas que caminaban cerca de ellos, miraron a Jimin con miedo. Sacando un pañuelo de sus bolsillos, Park se limpió la asquerosa sangre que acababa de quedarse en sus nudillos.

—¿Acaba de golpearme?

—Más te vale mantener tu trasero fuera del país si no quieres meterte en problemas, no solo conmigo, si no también con la familia de la señorita Kim.

Dándole una última mirada, Jimin caminó hasta la salida donde el chófer ya se encontraba esperando. Cuando se percató de su presencia, se apresuró a cuestionarle el por qué de sus nudillos lastimados.

—¿Debería resolver esta situación por usted, señor? De alguna forma luce bastante consternado.

—No es necesario involucrarse, este asunto no tiene nada que ver conmigo —Suspiró, cruzando las piernas cuando estuvo dentro del auto.— Enciende el auto, tengo mucho trabajo esperándome en casa.

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