ᴏᴄʜᴏ

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Apenas sintió las poderosas manos que lo levantaban y lo recostaban de nuevo sobre el colchón. No se percató hasta que las manos en garras de Jungkook se enterraron en sus caderas y un suave gruñido sonó en su oído.

―Jin.

Jin ni siquiera abrió los ojos. Su mano se curvó alrededor de la parte posterior del cuello de Jungkook y lo arrastró hacia abajo para un beso. Pasó la otra mano hacia abajo por la espalda de Jungkook, sus propias garras se enterraban, dejando pequeños hematomas a su paso.

El lobo volvió a gruñir, mordiendo sus labios.

Jin pudo sentir los colmillos de Jungkook empezar a salir. Abrió los ojos para verlo. El rostro de Jungkook era algo hermoso, haciendo que el aliento de Jin quedara atrapado en su garganta.

Su boca estaba fuertemente apretada, con un pequeño tic que era la única señal del rígido control que ejercía sobre sí mismo. La piel normalmente bronceada de su cara enrojeció mientras trataba de mantener a la bestia controlada.

Jin sonrió, ahuecando sus manos sobre el rostro de Jungkook.

―Déjalo salir, Cariño. Prometo que puedo tomarlo. Soy mucho más fuerte de lo que parezco.

Jungkook negó con la cabeza rápidamente, pero Jin pudo ver la luz brillando en sus oscuros ojos. Él quería, lo deseaba. Jin estaba determinado a dárselo. Cogió un puñado de cabello de Jungkook y jaló su cabeza hacia atrás, desnudando el cuello de Jungkook.

Inclinándose, hundió sus dientes en la suave carne de la garganta del hombre. Caliente y dulce líquido fluyó nuevamente a su boca.

Jungkook rugió. Jin sintió que pelo rozaba su cuerpo. Los brazos que lo sostenían se engrosaron, haciéndose más grandes, al igual que el cuerpo encima de él.

Jin se preparó mientras la bestia tomó el control. El rostro de Jungkook se extendía ligeramente. Sus orejas crecieron por sobre la parte superior de la cabeza. Pelaje cubría la mayor parte de su cuerpo. Garras crecieron de los dedos del hombre lobo. Y la polla que se encontraba entre las piernas de Jin creció en ancho y largo.

Jin gimió. Dudaba que fuera capaz de sentarse durante una semana. Jungkook lo agarró, volteándolo sobre sus manos y rodillas. Incluso antes de que Jin pudiera acomodarse, Jungkook clavó su polla profundamente en su culo. Gritó, el placer primó a la quemadura que sintió al estar tan lleno.

Jungkook no le dio tiempo para acostumbrarse a su aumento de tamaño antes de bombear dentro de su férreo agarre. Jin extendió sus piernas, enterrándolas en las mantas al igual que sus manos. Jungkook fue implacable. No se detuvo. No desaceleró. No tomaba prisioneros. Lo jodía tan fuerte y tan rápido que Jin olvidó dónde empezaba él y dónde terminaba Jungkook. Todo su mundo se redujo al hombre que lo penetraba. No sentía nada más.

Estaba tan ensimismado siendo jodido que gritó cuando Jungkook repentinamente se retiró y lo giró de nuevo sobre su espalda. Jungkook inmediatamente regresó, empujándose nuevamente dentro de Jin antes de que él pudiese protestar.

Sus manos fueron unidas y mantenidas sobre su cabeza por una de las manos de Jungkook. No podía moverse, aun cuando quisiera, sin embargo no quería. Jungkook lo sujetó a la cama con el peso de su cuerpo mucho más grande y la fuerza de su mano.

―Mío ―gruñó Jungkook hacía él, su rostro era feroz.

―¡Sí!― sonrió Jin, inclinando su cabeza hacia atrás desnudando su cuello para que el hombre lobo lo reclamara.

La bestia de Jungkook entendió aun cuando su lado humano no lo hizo. Nunca había sido mordido antes, Jin se descubrió un poco sorprendido por lo excitado que se sintió cuando Jungkook hundió sus largos colmillos en su cuello.

―¡Sí, cariño, sí!― Jin gritó cuando las emociones de posesividad, alegría y profunda satisfacción lo abrumaron. Su grito se convirtió en un grito agudo cuando su polla entró en erupción y llenó el espacio entre ellos con su segundo orgasmo.

Cuando Jungkook gruñó sobre él, lava caliente llenó su culo, Jin sintió que llegaba a su clímax por tercera vez. Se sentía estimulado al saber que había llevado a su pareja a la cima del placer. Y luego el nudo al final de la polla de Jungkook se extendió, alojándose contra su próstata.

Jin inhalaba rápidamente mientras Jungkook continuaba moviéndose con pequeños empujes con la intención de prolongar su placer. Sacudió el nudo, estimulando a Jin a un nivel de éxtasis nunca antes alcanzado. Se quejó más allá de los gruñidos y gemidos.

Sus manos se cerraron, buscando algo en lo que sostenerse, pero Jungkook aún las mantenía sobre su cabeza. Su cuerpo se resistió, demasiado sensible para permanecer quieto.

Cuando Jungkook levantó su cabeza y lamió la pequeña marca del mordisco en su cuello, cerrándola, el cuerpo de Jin perdió su batalla con la realidad. El toque de las manos de Jungkook sobre su sensible polla fue el colmo.

Un orgasmo de proporciones monumentales arrasó el cuerpo de Jin, un cortocircuito en cada terminación nerviosa lo poseyó y terminó en su polla. Sus ojos se pusieron en blanco y la luz explotó en sus ojos. Luego todo se volvió negro.










Jin abrió los ojos lentamente. Ambos párpados se sentían unidos con pegamento. Le costó todas sus fuerzas sólo levantarlos y mirar alrededor buscando a su compañero. Esperaba que Jungkook estuviera con él en la cama. No lo estaba.

Una repentina chispa de energía lo golpeó cuando cundió el pánico. Jin rodó a un lado de la cama. Sacó las sabanas del colchón y las envolvió alrededor de su cuerpo antes de ir hacia la otra habitación.

Se apoyó en el marco de la puerta cuando vio a Jungkook inclinado en la ventana, mirando hacia afuera al cielo nocturno. Estaba completamente vestido hasta sus zapatos, con una bolsa pequeña a sus pies y un vaso de líquido en su mano. Jin asumió que era whisky. A Jungkook le gustaba el whisky.

―Podrías habérmelo dicho ―dijo Jungkook sin siquiera girar la cabeza.

―Podría haberlo hecho pero, ¿me habrías creído?― preguntó Jin.

―Tal vez sí, tal vez no ―respondió. Se encogió de hombros antes de girarse para mirar a Jin―, pero debió haber sido mi decisión.

Sí, está bien, Jungkook podría tener un punto de razón. Jin sabía que eran compañeros antes de que se acostaran juntos. Debería haberlo mencionado antes de forzar a Jungkook a cambiar y reclamarlo. Se sintió culpable, pero no lo suficiente para dejar al hombre libre de culpa. Jungkook reclamó a Jin justamente y él no se daría por vencido sin luchar.

―Tienes razón ―dijo Jin―. Debí haberte dado esa elección. No puedo cambiar eso ahora, sin embargo, no quería. Me has reclamado. Yo te pertenezco.

―¿Y si no te quiero?― gruñó Jungkook, enviando una flecha directamente al corazón de Jin―. ¿Entonces qué, Alteza? ¿Me vas a ordenar que sea tu compañero? ¿Me enviarás a las mazmorras si me rehusó?

―N… no, por supuesto que no ―balbuceó Jin, con su corazón cayendo a sus pies.

Nunca consideró la posibilidad de que Jungkook podría no quererlo. Sabía que su compañero tenía sus reservas acerca de una relación entre un vampiro y un hombre lobo, pero supuso que podrían hacerlo funcionar. ¿Podría estar equivocado?

―Eres libre de irte cuando quieras ―susurró. Rogaba porque Jungkook no tomara esa opción, pero la feroz mirada de traición en su rostro le dijo que lo haría.

Jin trató de esconder el dolor de su corazón detrás de una máscara de indiferencia. Jungkook levantó su bolso y caminó por la habitación, dirigiéndose a la puerta. Se detuvo cerca de Jin. La mirada en los ojos de Jungkook cuando lo miró hizo que el corazón de Jin se marchitara en su pecho.

―Lo sabía. Nunca debí haber confiado en un chupasangre ―Jungkook gruñó―. Te traicionarán y te apuñalarán por la espalda a la mínima oportunidad que tengan.

Jin no pudo responder. Jungkook tenía razón. Él mintió. Fue una mentira por omisión, pero aun así una mentira.

No tenía derecho a detener a Jungkook cuando salió encolerizado de la habitación pero aún así levantó su mano para detenerlo, lloriqueando con aflicción cuando Jungkook liberó su brazo y se alejó sin mirar atrás.

Jin hizo una mueca cuando la puerta golpeó al salir su compañero. Entumecido, caminó hacia el teléfono y llamó a Baekhyun. Contestó inmediatamente.

―Baekhyun ―dijo Jin, sorprendido de que su voz sonara tan firme cuando el resto de él se derrumbaba en el suelo―el Señor Jeon va de camino hacia abajo. Por favor asegúrate de que llegue a salvo a su coche.

―Por supuesto, Alteza ―contestó Baekhyun.

―Gracias, Baekhyun. Necesito descansar. No quiero ser molestado.

―¿Está todo bien, Alteza?

¡Por supuesto que no! Acababa de perder a su compañero.

―Todo está bien, Baekhyun.


































Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro