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JiMin estaba cansado y agobiado con toda la situación que estaba sobrellevando, su vida que algún día tuvo un matiz rosa, ahora era bañada con estelas de un gris pálido, muy parecido al fin o a la muerte.

Sentado en la esquina de su cama matrimonial repasaba en sus errores del pasado mientras observaba las fotos en su cómoda y una botella de vino en su mano, ya a punto de acabar.

Sus lágrimas bajaban tal cascada sobre sus mejillas y su garganta dolía por tanto alcohol ingerido. Eran ya las dos de la madrugada y llevaba bebiendo desde las nueve de la noche, cuando un mensaje llegó a su teléfono causándole tanta rabia que terminó por estrellarlo contra la pared mientras rugía furioso. Subió a su habitación mientras vociferaba maldiciones hacia su esposo y hacia su amante.

+68918729010

Tú esposito está conmigo
cariño, no lo esperes.

Lamentablemente no era la primera que recibía mensajes de ese número, de echo se sabía de memoria cada uno de esos números. Estaba cansado tanto mental como psicológicamente de tener que aguantar a el amante de su esposo, de sus mensajes, videos, amenazas, burlas y continuas charlas donde le aseguraba que YoonGi iba a dejarlo pero él —el amante—.

Pero JiMin sabía que YoonGi no iba a dejarlo, era muy cobarde para atreverse a llevarle los papeles del divorcio, y si lo hacía, así sonara lo más bajo del mundo, no iba firmarlos nunca, antes muerto que dejar a YoonGi.

Se levantó de la cama con pasos tambaleantes y cogió su celular, que estaba casi cayendo de la cama, para marcar el número de YoonGi. Con la vista borrosa lo desbloqueó y buscó en la lista de contactos para marcar el único "favorito" que tenía, esperando unos tres tonos hasta que contestó.

—"¿Qué haces despierto a esta hora?" —la voz del otro lado de la bocina sonó fastidiada.

—Eres un hijo de puta, te odio tanto. Te encanta esto ¿No? Destruirme así de lento. —las palabras sonaron vagas y entrecortadas, fácilmente se podía deducir en el estado que estaba.

—"Vete a dormír ya y no molestes". —YoonGi replicó con fastidio y a lo lejos se escuchó un "vuelve a la cama".

La sangre de JiMin hirvio y gritó varias groserías antes de que YoonGi colgara totalmente cansado de los constantes reclamos.

El menor quedó allí, de pie a un lado de cama mientras sollozaba con dolor, con un dolor que le corría las entrañas y se hacía más amargo en tanto recordaba la etapa rosa de su relación, el primer año de matrimonio y todo lo anterior a ese desastre que tenía como familia.

Caminó con un andar letargico hasta la mesita de noche donde tenía sus pertenencias y sacó un frasco de pastillas para dormir, el único amigo que tenía en los últimos tres años. Sacó cinco y las tomó con el poco alcohol que le quedaba, sintiendo una amargura ya conocida en su garganta.

Se lanzó a la cama sin importarle lo demás, sólo quería dormir y olvidar su infierno al menos por unas horas.

YoonGi soltó las llaves del auto y de la casa en la mesa de la sala, observó todo el lugar totalmente en silencio y a oscuras. Se quitó el saco con toda la pereza del mundo y lanzó su maletín lejos, donde no pudiera verlo.

Se dejó caer en el mueble y soltó un suspiro cargado de frustración, estaba tan cansado de ese trabajo donde estaba. Ganaba bien y gracias a ello tenía la calidad de vida que tenía pero estaba cansado de estar encerrado todos los días en una oficina y hablar con personas que no tenía un gramo de humanidad en sus cuerpos.

Estaba cansado de su vida, de su matrimonio y de su trabajo, pero lastimosamente no podía dejar ninguno, se había puesto algún tipo de autocastigo que destruía a las personas a su paso.

Revisó su reloj de muñeca y las cuatro con cincuenta le sorprendió, no sabía que había dormido tanto en la casa de su "amigo personal".

Había tenido una noche de acción después de una reunión inexorablemente agotadora y en lugar de desestresarlo sólo le agregó otro cargo de conciencia a su pesada alma.

Se quedó un rato allí, sobre el mueble mientras dormitaba apenas, pensado en lo pesado que serían los reclamos de JiMin cuando se vieran y lo agotado que sería su día después de eso.

Estaba a nada de quedar dormido plenamente cuando escuchó unos pasos tras suyo y las luces ser encendidas le quitaron el sueño. Enseguida una mujer de mediana edad se acercó a él con preocupación.

—Señor ¿Se encuentra bien? —YoonGi quiso ignorarla pero sabía que esta no se iría al menos que comprobara que estaba bien.

—Claro que está bien, ¿No le notas el labial en el cuello de la camisa y el olor a zorra que carga encima? —una segunda voz se hizo presente, haciendo que YoonGi abriera los ojos exasperación y se incorporara para enfrentar a la joven con su mirada.

—No deberías emitir esos comentarios sabiendo que te puedo dar una patada en el culo y botarte de aquí. —gruñó enfadado sacando una risa burlona de la chica.

—Yo solo sigo órdenes del señor Park —la joven empleado había llegada a esa casa gracias a JiMin y era devota a él, por lo tanto odiaba a YoonGi—, así que usted no tiene palabra sobre mí. Mejor vaya a bañarse que el perfume barato me da alergias. —y sin más se fue, dejando a la otra empleada cansada porque era ella quien se calaba los regaños de su jefe.

Pero a diferencia de eventos anteriores, YoonGi sólo se levantó y tomó las llaves del auto para salir de la casa azotando la puerta con ira contenida.

Esa muchacha nunca le agradó y se hizo peor cuando un día llegó después de haber estado dos días fueras gracias a que JiMin le había descubierto con su amante. La chica le ignoró y comenzó a faltarle el respeto de manera directa, estuvo a punto de despedirla pero JiMin intervino y le advirtió sobre hacerle cualquier cosa. Ahora tenía que aguantar tantas mierdas en su casa que prefería no estar allí nunca.

Así que iba a medio camino hacia la casa de su amante nuevamente.

Durante el trayecto comenzó a llover, no era una lluvia fuerte, ni tampoco una llovizna ligera; era más bien algo calmado y brillante, el sol se estaba asomando tímidamente en el ambiente haciendo un contraste muy cálido.

Esas gotas le hicieron recordar el día que le pidió matrimonio a JiMin, la lluvia era igual a la de ese acontecimiento, delicada y mágica, que en un tiempo pasado le traía tanta alegría y ahora simplemente odiaba porque le recordaba al compromiso que hizo sin estar seguro y del que se arrepintió dos años después.

Ya ni siquiera estaba seguro de amar a JiMin o siquiera tenía sentimientos por él, solo sabía que estaba cansado de tantas mentiras.

JiMin tomó el delineador líquido y cerró su derecho para hacer la línea sin errores. Estaba frente al tocador de su habitación, sentado mientras se maquillaba.

Escuchó tres toques en la puerta de la habitación y se abrió a continuación, dando paso a su única aliada en esa casa. La chica le sonrió al reflejo del espejo y se acercó a la cama para colocar el saco verde esmeralda que acababa de planchar. Se acercó con cautela a su jefe y observó el perfecto delineado que tenía, resaltando aún más la mirada retadora y sexy que tenía.

—Se ve espectacular señor. —la chica halagó sacando una risa de su jefe.

—No lo creo pero gracias YuJin. —escuchó el suspiro resignado de la menor.

—Ya mandé a sacar su auto y le dije al chófer que usted manejaría. —ella avisó.

—No será necesario, estoy esperando a YoonGi, debemos ir juntos. —recalcó las últimas palabras apretando los dientes.

—Señor...

—Son mis padres, no puede dejarme solo, no se lo permitiré. —terminó de decir con convicción y se levantó pasando de largo a la chica, quien le miró con pena y resignación.

Llegó hasta su cama y tomó el sacó colocándose lo de una vez. Se volvió por última vez hacia el espejo y observó el resultado, no tan convencido pero era aceptable.

Últimamente no se sentía ni bonito ni deseable, su autoestima había descendido al suelo tal y como lo hace la fría lluvia, él se sentía tan... Mal.

Salió de la habitación con YuJin a su espalda mientras suspiraba con desgano. Era el aniversario de su padres y YoonGi debía ir con él, no podía dejarlo a la deriva y causar desagrado con las personas importantes de su vida.

Llegó a la sala y se acercó hasta el sofá para sentarse y espera que su esposo llegara, sinceramente esperaba que el mayor no saliera con ninguna estupidez porque no quería llegar con un humor roto a una celebración tan especial.

Recordó la época en la que YoonGi solía ser tan atento con él y la nostalgia llegó haciendo estragos en su garganta. No quería llorar más, estaba exhausto de recordar días rosados y tardes llenas de miel para después volver a su espinosa realidad, donde su esposo le engañaba y él seguía mintiendose a sí mismo, convenciendo a su mente que todo estaba bien cuando claramente no era así.

YuJin llegó hasta él sacándolo de su nube tormentosa y le entregó un té de Jamaica para que calmara un poco el estado en el que estaba. Cuando JiMin se dispuso a tomar el primer sorbo el sonido de la puerta principal abriéndose le hizo detenerse completamente y levantarse.

Cuando YoonGi fijó su vista en JiMin suspiró con cansancio y pausó el paso para escuchar cualquier reclamo que vendría a su persona, estaba esperándolo, desde la noche que le colgó y regresó en la madrugada no se habían visto ni una sola vez.

—Ve a alístarte, debemos ir a donde mis padres. —JiMin anuncio con voz monótona, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no gritarle.

—No iré. —YoonGi inmediatamente rechazó y se dispuso a subir a la habitación pero ya JiMin iba hacia su dirección con los ojos inyectados en odio y las manos temblorosas.

—No te atrevas a hacerme esto... —el menor tomó a YoonGi del brazo derecho y presionó con mucha rabia mientras dejaba filtrar su impotencia en la voz.

YoonGi rápidamente se apartó del agarre con brusquedad, pero JiMin no dejaría que le hiciera eso, él podía aguantar todo, menos darle la razón a sus padres cuando le advirtieron sobre el mayor.

—Déjame en paz, no voy a acompañarte a montarnos un show frente a tu familia, ve solo si tanto quieres ir. —volvió a hacer el intento de irse pero JiMin se colgó de uno de sus brazos, rasguñando con histeria, arrancando la carne a su paso y manchandose las uñas con sangre.

YoonGi chilló con dolor y le dio un empujón fuerte para alejarlo, llevó una de sus manos a la zona y observó al menor como si se hubiera vuelto loco.

—Hoy te mato, ¡Te voy a matar hijo de puta! —JiMin gritó con verdadero dolor impregnado y se lanzó sobre su esposo, el cual inmediatamente se defendió, lanzando golpes a diestra y siniestra.

Y así, en medio de la sala que había diseñados ambos en una tarde de invierno mientras estaban abrazados con dos tazas de chocolate caliente, se golpearon con verdadera rabia. JiMin no se midió en ningún momento y sus uñas rompieron todo a su paso mientras sus lágrimas quemaban.

YoonGi le golpeó varias veces en el rostro, pero eso solo hizo crecer la furia de JiMin.

Cuando los objetos; floreros, fotos y adornos, comenzaron a volar los trabajadores de la casa intentaron intervenir. El chófer de JiMin entró asustado a la casa cuando una de las amas de llaves le fue a avisar que sus jefes se estaban —literalmente— matando. El pobre hombre, junto a otros dos, les tocó sacar a YoonGi de encima de JiMin, le estaba estrangulando mientras el menor seguía enterrando las uñas en su pálida cara.

Ahora ambos se encontraban a varios metros separados, se encontraban sucios, llenos de sangre, hechos un desastre tanto visible como no visible y sus caras eran un lienzo bañado de lágrimas y decepciones. JiMin tosia mientras sobaba su cuello, YoonGi simplemente le dirigía miradas hostiles.

Nadie decía nada, solo pequeños sollozos resonaban en el espinoso ambiente, la mayoría de las empleadas habían corrido del lugar para no enfrentar lo que se venía mientras que los que se encontraban presentes no podían creer lo que habían presenciando. Después de un rato abandonaron la estancia dejando a los esposos solos.

—Te odio tanto, no sabes todo lo que he hecho por ti, todo que he aguantado y tú solo llegas tarde, te acuestas con la primera zorra que se te cruce y me haces estos desplantes. Me arrepiento de haberme casado contigo. —Y por primera vez JiMin admitió y dijo en voz alta aquello que quemó tanto su garganta, como el corazón de quién escuchaba.

—¿Crees que yo soy feliz? —YoonGi escupió en el suelo viendo que había sangre en su saliva, lo atribuyó a los golpes que JiMin le había dado en la mandíbula—. Tú no eres el que tiene que estar todo el día soportando un trabajo que aborreces y después llegar a casa para que tu esposo te grite. Creí haberte conocido años atrás, pero eres más tóxico y conflictivo de lo que mostraste.

—¿Yo tóxico? ¡¿Te parece mal que te grite cuando llegas a las dos de la mañana después de haberte acostado con no se quién?! ¡Ten decencia, maldita sea! ¿Es mi culpa que estés en ese jodido trabajo? —JiMin rompió nuevamente en llanto.

—¡Sí es tu culpa! ¡Tú querías una mini mansión y muchos lujos! —YoonGi se excusó rápidamente.

—¡Yo no quería eso! ¡Era feliz cuando vivíamos en esa pequeña casa que estaba llena de vida y ahora mira esto, solo una maldita oscuridad! Me diste esta mierda de joya pero ¿A qué precio? Tu desamor, infidelidades y tantas decepciones.

—¿Porque tú no me engañaste también? ¿Acaso se te olvidó eso? —la ironía en la voz de YoonGi causó náuseas en JiMin

—¡Estaba ebrio y tú habías traído a ese imbécil a mi hogar diciendo que era tu "amigo"! ¡Abuso de mí pero yo fui el culpable! Siempre has puesto a otros sobre mí, a quien deberías haber protegido. —el menor se levantó tambaleante, ya con la mirada borrosa por la histeria, había recordado ese suceso que había terminado de quebrar su matrimonio.

—¿A dónde vas? —YoonGi también se levantó cuando observó a JiMin dirigirse a la puerta, en el estado que estaba no le dejaría salir—. Maldita sea, detente.

—Yo no quería casarme verdaderamente contigo, ese día me arrepentí después de haberte dicho que «sí» —JiMin confesó liberandose de la primera mentira, aquella que era la base de todo sus problemas—. No estaba listo, no sabíamos muchos del otro y tenía miedo que las cosas no funcionaran, pero te quería a mi lado, fue nuestro primer paso en falso.

—Yo tampoco quería hacerlo, pensé demasiado en pedirtelo y al final lo hice para llevarle la contraria a mis padres, lamento eso —quizás la razón de YoonGi era más cruel—. Y el día de la boda me acosté con tu hermano, tenía miedo a perder mi libertad totalmente así que lo hice antes de casarnos, no quería amarrarme tan joven, sin haber disfrutado.

Si YoonGi hubiera cerrado la boca en aquel momento, los sucesos siguientes no hubieran ocurrido y ciertamente no hubiera el desastre que protagoniza a estos jóvenes.

JiMin tomó las llaves de su auto y salió de la casa con el alma quebrada, él hubiera perdonado todo, incluso se hubiera calmado y hubiera vuelto a su matrimonio inestable más tarde, pero aquella revelación le había hecho trizas y le había hecho cuestionar qué había logrado en su vida.

Porque no había logrado nada por sí mismo, no tenía una carrera consolidada puesto a que la había abandonado, su matrimonio era una cáscara vacía y poco a poco su vida familiar también caía como piezas de dominó.

Al estar fuera de la casa la lluvia le recibió, parecía un torrente enfurecido sobre los caudales, caminó entre la lluvia, entró al auto azotando la puerta y lo encendió para irse del lugar, no sabía a dónde pero quería huir. Rápidamente la imágen de YoonGi se hizo presente a través de la ventana y junto a los golpes en ella.

—¡Baja en este instante! ¡Es peligroso que manejes así! —y JiMin rió por lo irónico de la situación. No había querido casarse con él pero estaba preocupado, que hilarante.

Hizo caso omiso y puso en marcha el auto, inmediatamente el vidrio se empapó de agua pero a JiMin ciertamente no le importaba, ya sus ojos estaban cegados.

Se adentró en la carretera sin pensar en los peligros que podían interponerse en su camino. Y mientras más fuerte se hacía la lluvia, sus lágrimas bajaban con más impetud y sus sollozos le ahogaban.

De todo lo que pudo haberse imaginado que YoonGi le diría, jamás creyó escuchar una razón tan cruel y superficial, porque ahora se cuestionaba su dos años felices, creyendo fielmente que había vivido en una mentira que ahora caía y le dejaba deshuesado.

Su límite estaba frente a él, YoonGi lo había alcanzado, ya no quería seguir así.

Aumentó la velocidad, pasando con verdadera rapidez y movimientos bruscos entre los otros autos que transitaban.

Y pensado simplemente en desaparecer pasó de largo un semáforo en rojo, ignorando los pitidos que escuchó después de eso.

Delante de él había un accidente, otro auto que iba mucha velocidad y terminó por colisionar, JiMin debió detenerse antes, pero iba ciego.

Se llevó por el medio todas las señales de precaución que estaban en la vía y justo ahí fue que pareció abrir los ojos, su pulso se aceleró cuando notó que estaba a punto de chocar no solo con el auto accidentado, sino con toda la gente que se encontraba allí. Hizo un giro brusco con el volante hacia la derecha y el auto derrapó por lo resbaloso del asfalto.

En menos de lo que pudo haber pensado el auto pegó de manera fuerte contra un árbol y todo se volvió negro para él por unos instantes.

Debido a los murmullos y voces distorsionadas a la lejanía recuperó vagamente la conciencia sintiendose inmovilizado y muy adolorido. Enfocó un poco la vista y se dio cuenta que tenía medio cuerpo fuera del auto, el parabrisas estaba hecho trizas y los pedazos de vidrio estaban esparcidos por todos lados.

Abrió la boca para intentar hacer algún ruido y sintió un líquido espeso y caliente escurrir por las comisuras. No se le hizo difícil adivinar que era sangre. Intentó mover sus brazos pero los sentía dormidos y flácidos. Quiso llorar pero ni fuerzas para eso tenía.

En dolor de su estómago incrementó al punto de quemarle y cerró los ojos deseando que pasara.

Alrededor algunas personas intentaban hacer algo para sacarlo del auto, sin embargo el grito de alguien les distrajo.

—¡El motor se está encendiendo, debemos apagarlo! —el hombre que había avisado del anterior choque gritó.

Uno de los paramédicos se acercó rápidamente a la puerta del chófer para intentar auxiliar a JiMin. Ahí pudo notar que no llevaba cinturón y estaba prácticamente incrustado sobre el volante, debían atenderlo de inmediato porque lo más seguro es que tuviera una hemorragia interna. Estuvo a punto de llamar a uno de sus ayudantes pero un extraño olor llamó su atención.

Con todo el terror del mundo se agachó y pudo observar que estaba goteando gasolina, se levantó con rapidez y gritó.

—¡Hay gasolina, va a explotar! —todos los presentes apresuraron lo que estaban haciendo para intentar apagar el fuego—. ¡Alguien venga acá de inmediato!

Dos chicos llegaron hasta él e vieron la mejor manera de sacar a JiMin, sin embargo sus piernas estaban atrapadas y jalarlo no era opción, el paramédico comenzó a desesperarse.

—¡Tráiganme algo para levantar eso! —su voz salió desesperada.

Un señor llegó hasta él y lo jaló del brazo para que se alejara, no quedaba tiempo.

—¡Joven alejese!

—¡¿Qué?! ¡No, hay que salvarlo! —se intentó safar pero el señor lo alejó más cuando las llamas subieron su ardor y el olor tóxico que se desprende justo antes de una explosión se hizo presente.

—¡Usted también va a morir! ¡No hay nada que hacer!

El paramédico intentó nuevamente acercarse pero entre otros dos lo jalaron unos segundos antes de que todo el fuego engullera el auto, la onda expansiva los tumbó al suelo y dejó algunas rozaduras. El joven chico volvió su vista al auto y una lágrima bajó por su mejilla, no había podido salvarlo.

YoonGi estaba exasperado, no sabía nada de JiMin, se había ido sin pensar en los peligros.

No podía llamar a la familia de este porque no quería escuchar reclamos y el menor no se había llevado su celular, por lo que no tenía manera de contactarlo.

Ahora estaba arrepentido de lo que había relevado, era algo que se había prometido no decir en voz alta nunca porque sabía el desastre que iba a desatar.

Él amaba a JiMin o al menos lo había hecho tiempo atrás, porque sí, le amaba y todo lo que quería era hacerle feliz pero ciertamente era joven e inmaduro.

No recuerda exactamente cuándo fue que todo se dañó. Ellos eran tan felices, tenías sus altos y bajos como cualquier pareja, pero no a al punto de odiarse como ahora.

Cuando ingresó como gerente administrativo de "Next It" fue que comenzó a llegar tarde y empezaron las peleas, en un principio sí fueron por las exhaustantes jornadas laborales, luego se encontraba tan estresado y JiMin estaba molesto con él que comenzó a buscar consuelo en otros brazos.

Sólo sería una vez, pero terminó enredado mil veces allí, lamentándose.

Y estaba cansado de su matrimonio, quería acabar con eso pero no podía hacerlo, no cuando se habían prometido amarse hasta que uno de los dos diera su último suspiro, cuando habían luchado contra sus familias y juraron que su amor era real y no un capricho.

Llevó sus manos a su cabello y jaló con frustración, suspiró con cansancio y se levantó del mueble para tomar sus llaves y salir a buscar a JiMin a cuál fuera el lugar dónde estaba.

Debía solucionar las cosas, pedir perdón y volver a lo que eran, tenía que arreglar todo porque necesitaba a JiMin, así ya no lo amara, tenían que seguir juntos.

Justo cuando estaba por salir su celular sonó y lo tomó viendo el teléfono con una mirada interrogante ¿Qué hacía llamándolo un número de emergencia?

—¿Aló?

"¿Hablo con Min YoonGi?" —la voz de la chica sonaba robótica, como si siempre repitiera lo mismo.

—Sí, ¿Qué desea?

"Hablamos desde el Hospital General de Seúl para avisarle que el señor Min JiMin, quien sale registrado como su cónyuge, ha sido ingresado a las cuatro con cincuenta de la tarde debido a un accidente de tráfico". —YoonGi cortó la llamada y salió corriendo para montarse en su auto y salir a toda velocidad.

En el camino seguía repitiéndose las mismas palabras y groserías en la mente, a JiMin no podía pasarle nada, tenía que estar bien.

Golpeó el volante con frustración y pisó el acelerador sin pensar en las consecuencias.

Cuando llegó al hospital corrió como un caballo desbocado, intentando buscar a su esposo. Llegar a la recepción entre tantos tropezones fue un desafío, aún más cuando intentó preguntar por el paradero de JiMin pero su voz se encontraba atrapada en su garganta, asfixiando lo hasta doler.

—Señor, tranquilícese por favor. —la recepcionista le dijo pausadamente mientras hacía señas con sus manos de que respirara más lento.

—Disculpe me han avisado que mi esposo fue traído a este hospital a eso de las cuatro y cincuenta por un accidente de tráfico. Su nombre es Min JiMin. —YoonGi logró articular después de calmarse un poco.

La chica rápidamente tecleó algo en la computadora y levantó la mirada después de encontrar lo buscado.

—El señor Min entró por urgencias y hasta el momento está allí. Quedó bajó el mando del Doctor Kim Seok Ho, pue... —YoonGi no terminó de escuchar cuando ya iba camino a la sala de emergencias.

Su corazón latía desbocado, sumiendolo en un terror punsante porque cualquier cosa que le hubiera sucedido a su esposo era resultado de todo lo que él —YoonGi— hizo, y no podría remediarlo.

Al estar en la abarrotada y nada agradable sala de emergencias preguntó a todas las personas con uniforme el paradero del Doctor Kim, una enfermera amablemente le señaló un hombre alto y de edad mediana con el pelo negro azabache y rasgos endurecidos, corrió hasta él.

—Doctor Kim, soy Min YoonGi el esposo de Min JiMin. —su voz temblorosa apenas pudo pronunciar. El doctor le observó con una mirada acompasada y el suspiro desganado que soltó a continuación hizo que YoonGi se aterrara.

—El señor Min llegó gravemente herido —el doctor le hizo el ademán de que le siguiera a un lugar menos concurrido—. Debido al fuerte impacto del auto y a no llevar cinturón de seguridad, salió disparado hacia adelante, golpeándose contra el volante, eso causó una hemorragia interna y el colapso del hígado. Lastimosamente eso no fue lo único, los paramédicos informaron que el auto se incendió lo que causó quemaduras de tercer grado en el rostro, brazos y torso del joven.

YoonGi escuchaba con dificultad, había un pitido muy agudo taladrando sus oídos, cada palabra del doctor era una quemadura en su corazón y un clavo en su cerebro.

—Fue ingresado inmediatamente a cirugía cuando llegó sin embargo ya su cerebro no estaba recibiendo oxígeno y la cantidad de sangre que perdió era demasiada. Lamento mucho informar esto, pero el señor Min no sobrevivió, hicimos todo lo posible —la última palabra fue dicha junto a un toque de espalda compasivo—. Ahorita vendrá una señorita a llevarlo a la morgue.

El doctor se fue del lugar dejando un hombre vacío.

YoonGi sintió que su mundo se iba cayendo a pedazos demenciales, demasiado como para poder reconstruir lo de nuevo. Dio algunos pasos hacia atrás y chocó contra una pared, lentamente se deslizó por ella hasta caer en el piso, llevó su rodillas a su pecho y se abrazó a sí mismo, intentando mantenerse en una pieza.

JiMin se había ido, ya no iba a volver a verlo o escucharlo y eso sonó tan devastador. Y entonces la primera lágrima cayó porque al final la única promesa que había cumplido era la más dolorosa.

Unidos en Santo matrimonio hasta que uno de los dos dé su último suspiro.

No quería aceptarlo, eso nunca estuvo entre sus planes, JiMin no podía dejarlo solo. Esa mierda tenía que ser una jodida pesadilla.

¡No debió dejarlo irse! ¡Hubiera evitado todo!

Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo pero no le pudo importar menos, estaba más ocupado tratando de convencerse de que era una mala pesadilla y pronto iba a despertar para escuchar los reclamos de JiMin y sus constantes insultos.

Su celular vibró por enecima vez y lo sacó ya cansado del sonido, cuando observó quien lo llamaba sintió una inmensa culpa. Contestó y esperó a que la otra persona hablara.

"YoonGi ¿Y mi hermano? Llevó casi una hora llamándolo y no contesta ¿A qué hora vienen? Mis padres están molestos, no pueden creer que se hayan retrasado tanto". —la voz del otro lado de la bocina sonaba molesta.

—Estoy en el hospital, JiMin murió. —Y nuevamente, YoonGi no sabía que tan crueles solían ser sus palabras, porque ni en esos momentos se media.

Colgó sin importarle los gritos del otro lado de la línea, sinceramente le valía mucho lo que pensaran los demás, su dolor era mayor al de cualquiera, eso pensaba fervientemente.

Y ese lugar se hizo más chiquito mientras lloraba porque todo había acabado, porque ya nada quedaba de aquel matrimonio que tuvo su primer año lleno de amor, promesas felices y una pasión desmedida.

Si JiMin no hubiera conducido con aquella lluvia, si se hubiera detenido en aquel semáforo, si no hubiera pasado de alto las señales de precaución, si aquel auto no estuviera en el medio, si quizás hubiera llevado su celular ¿Estaría vivo?

Lo más probable es que el resultado terminara siendo el mismo que ahora, porque la culpa no era de esos objetos que estaban en el camino.

La culpa era de un esposo infiel y otro aferrado a no acabar con el martirio.

La culpa era de ambos.

Fin.


| Idk que hice, sorry. |

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