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Seungmin golpeaba su talón derecho contra el suelo como un pequeño tic nervioso. La noche anterior, el desconocido le dijo que fuera al parque a las 11:00 p.m, faltaban 10 minutos y aún no hallaba como escapar de su madre enfocada en pasar una noche familiar -viendo una telenovela-.

—Uhm... ¿Mamá?

—Dime, cariño.—habló la señora Kim despegando su vista de el televisor.

—Creo que ya me iré a dormir... Ya sabes, mañana hay examen en la escuela y quiero dormir bien.—habló bajito.

—Oh. ¿Enserio?—Seungmin asintió. —Bueno, creo que tu padre y yo también nos vamos, todo sea por que mi lindo Minnie siga siendo el mejor de su clase.

Apretujó la mejilla izquierda de el chico, apagaron la televisión y en menos de 5 minutos ya todos estaban en sus habitaciones.

—Eso fue fácil...—murmuró Kim.

Entonces, después de arreglarse un poco para lucir más presentable y colgarse una mochila pequeña con dinero y su leche de fresa, se saltó la ventana que no estaba realmente tan alta, ya que había unas pequeñas escaleras de emergencia. Tratando de no hacer ruido, bajó escalón uno por uno. Ya en el cemento, se dio el lujo de caminar con tranquilidad.

Durante el camino se aferraba a las correas de el objeto en su espalda, no pudo evitar recordar la pequeña charla que tuvo con el tipo pelinaranja.

La vida es una mierda... 

Seungmin no pensaba eso, él estaba consciente de las injusticias que se atravesaban cual aguja en un pedazo de tela, que para mucha gente no era buena ni algo que disfrutar; ese no era su caso. Él pensaba que cada quien construye su camino, que cada quien decide si su vida es una mierda o no. Si hay una piedra en el camino tú eliges si rodearla o dejarte tropezar por ella, haciendo más difícil el camino. Pero claro, Seungmin creció con muchas facilidades económicas, eso hacía más fácil todo. Seungmin podía volar en el avión privado de su abuelo sobre la pequeña piedra, así se evitaba la difícil tarea de rodearla. Algo un tanto contradictorio si se veía en retrospectiva.

Por un momento se preguntó; ¿Acaso era que el desconocido tenía algún tipo de problema económico, o algo así? Si era eso, su madre podría prestarle un poco de dinero.

Entonces llegó a aquel parque solitario a las exactamente 10:59 p.m. Se sentó en el columpio rojo, miró sus tenis. Estaban algo sucios por la tierra mojada ya que horas antes había llovido. Finalmente lo ignoró.

—Hola.—escuchó a su lado, mientras veía a el otro chico sentarse a su izquierda, en el columpio azul.

—Hola.

—¿Tu mami si te dio permiso de venir y hablarme?—espetó el pelinaranja con un pequeño aire de burla mientras se sentaba y encendía su cigarrillo, recorrió con la mirada al castaño. —Me agrada tu mochila.

—No te refieras a mi mami como si hablaras con un niño pequeño, tengo 19.—atacó Seungmin.

El pelinaranja soltó una pequeña carcajada columpiándose con el cigarro entre sus dedos. —¿Qué edad crees que tengo?

Seungmin lo pensó unos segundos.

El tipo no era viejo claramente, podría casi afirmar que era de su misma edad, pero lucía algo... ¿Demacrado? Definitivamente lucía así, también sus cuerpo era muy delgado, sus dedos un poco manchados por el material de los Marlboro. Su presencia inspiraba algo de tranquilidad, pero también oscuridad, como si algo no estuviera bien con él. Muy raro...

—¿22?

Otra carcajada salió de los labios de quien fumaba el cigarro. —¿Tan mal luzco?

—¿Entonces cuál es tu edad?

—Tengo 20, eres un bebé a lado mío.

—¡Sólo es un año!

—Exacto.

Seungmin había aprendido dos cosas nuevas esa noche; que el desconocido podría llegar a ser un tanto burlón y superficial, pero sin llegar a ser en lo más mínimo grosero. Eso era un punto a favor del mayor. Pero hasta ahora no sabía su nombre.

—¿Cómo te llamas?

—Como me pusieron mis padres.

Infantil, también era infantil a pesar de presumir ser un año mayor que él.

—Entonces no te diré mi nombre.—aseguró Seungmin tratando de sonar ofendido para después dar un pequeño trago a su bebida.

—¿Quién dijo que lo quiero saber?

El castaño dirigió su mirada a el pelinaranja, quien sonreía alardeante. —Mi nombre es Seungmin, ahora dime tu nombre.

—¿Te han dicho que eres muy necio?

—Muchas veces.

Esta vez, los ojos de el pelinaranja se encontraron con los suyos, en medio de aquella noche, un olor a tierra mojada inundaba las fosas nasales mientras una lámpara en medio de el parque alumbraba parte de sus rostros. Eso permitió ver a Seungmin como otra sonrisa aparecía en la pequeña boca de el desconocido mientras estiraba su mano libre.

—Soy Bang Christopher Chan. Mucho gusto, Seungmin.

Y estrecharon sus manos. Seungmin se dio cuenta de que las manos de Chris eran muy delgadas, los huesos se sentían exageradamente, tenía una sensación cálida pero a la vez vacía. Seungmin odiaba no poder explicar cosas, así como no podía explicar el sentimiento que tuvo en ese momento. Entonces se soltaron y volvieron a su posición inicial.

—Lindo nombre, Chan hyung.

—Lo sé, y no me digas hyung, me haces sentir más viejo de lo que aparento.

Esta vez, quien levantó un poco las comisuras de sus labios fue el castaño, totalmente fascinado con lo misterioso que era Chan. Quería saber más de él, escuchar sus opiniones acerca de temas al azar, ya que, por mucho que para él no fueran ciertas, algo en su interior generaba curiosidad por preguntarle tantas cosas al pelinaranja.

El cigarrillo de Chris se terminó, lo tiró al suelo para apagarlo y luego botarlo en el cesto de basura, sacó otro de su cajetilla. Era el tercero.

—¿Otro?

—Sí... ¿Por qué?

—Fumar tanto te va a matar. ¿Acaso quieres morir?

—Creo que sería interesante experimentarlo.—dijo el mayor encendiéndolo y empezar a consumirlo para soltar finalmente el humo por sus labios, todo era un patrón.

¿Cómo es que Chan podía pasar de expresar cosas con una actitud como sus compañeros de la escuela, a alguien... Así?

—Nadie quiere morir, no digas tonterías.

—¿Quién dijo que yo no? 

Seungmin se encogió de hombros. —Eres muy joven, es todo.

—Que sea joven no quiere decir que deba evitar esos pensamientos.—murmuró el mayor, esta vez mostrando fastidio y tal vez enojo en su voz, cosa que Seungmin no pasó por alto. ¿Acaso se había enojado sólo por eso?

—Pero...

—No me conoces, no te conozco, no seas de esas personas que quieren cambiar la mentalidad de otras.—atacó Chris.

Las campanas marcando las 11:30 p.m. sonaron y de inmediato, Bang  se levantó de el columpio para, con pasos rápidos, alejarse de una buena vez. Sin siquiera despedirse.

Seungmin se sintió algo mal, Chan tenía razón, ellos no se conocían y no por que le pareciera una persona interesante debía meterse en sus asuntos.

De no ser por solo conocer su nombre, eran completos desconocidos.

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