𝐏𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫 𝐊𝐚𝐧𝐠

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¿Tan mal está?

Esa chica está colada por su profesor de literatura, el cuál tiene una figura tentadora y un rostro envidiable. Seguramente, no era la única que fantaseaba con su profesor, pero si la única que se daba el lujo de cumplir esa fantasía.

—Profesor Kang.

La pelinegra permanecía sentada dentro del salón, aunque sus compañeros hubieran salido hace un rato.

—¿Si? —habló el profesor, quien no apartaba la mirada de los papeles.

-Parece muy ocupado, ¿Puedo ayudarle? —levantándose de su asiento, fue hasta la puerta, cerrándola.

—Puede ser pero, ¿En qué podría ayudarme usted?

—Se poco sobre cómo calificar exámenes, pero si se como liberarle un poco de estrés.

—¿Para que casi nos pillen otra vez por estar gritando tan alto? —el chico dejó sus papeles, dispuesto a mirar a la chica.

La pelinegra se encargó descaradamente de tomarse la libertad de sentarse en las piernas de su profesor. —Eso fue hace semanas.

—¿Que le hace pensar que hoy será diferente? Siempre acaba igual.

Kang dirigió sus manos a la cintura de la chica, cuyos brazos rodeaban el cuello del hombre.

—Recuerde quien hace que grite.

Con estás palabras, ambos se sumergieron en un beso lleno de lujuria terminando finalmente, follando en el salón de clases.

Está no era la primera vez que lo hacían, pero tampoco sería la última.

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