Luego de soltar un bostezo, Jimin analizó su alrededor, un pétalo de Lirio cayó frente a sus ojos y ladeó su cabeza.

Del baño salió Yoongi medio vestido que cuando vio al menor despierto, le sonrió y se acercó a él.

—Buenos días, mon amour —Jimin rodó los ojos mientras que sonreía.

—Ya déjate de andar de presumido —dijo cuando rodeó sus brazos en el cuello del rubio cuando el anterior mencionado se hincó frente a él mientras posaba las palmas de sus manos en su cintura.

—Te encanta que vaya de presumido —rió Yoongi acostando el cuerpo de Jimin paulatinamente en el suave material bajo ellos.

El menor soltó una pequeña risita y besó los labios del mayor, deleitándose con éstos.

—¿Sabes que estoy perdido por ti? —interrogó Yoongi a una distancia corta de los belfos impropios.

Jimin sonrió, dejando notar aquellas medialunas en sus ojitos.

La sonrisa embobada del mayor, agregando aquellos destellantes orbes y el leve sonrojo, era suficiente para saber que estaba verdaderamente enamorado de aquel risueño muchacho de cabellos azabaches.

—Yo también te amo, Yonnie —y otro beso intercambiaron, moviendo sus labios al compás, dejando que todo a su alrededor desaparezca.

El beso se rompió cuando sus manos se entrelazaron.

—¿Amor? —preguntó Jimin cuando Yoongi rompió el contacto.

—¿Por qué tus nudillos están así? —el pelinegro frunció su ceño y su vista viajó hasta su mano, donde justamente en la zona que mencionó Yoongi, se encontraba totalmente rasgada y golpeada.

¿Qué?

—¡Mierda! —se levantó rápidamente el rubio y el más bajo cambió su mueca confusa a una dolida.

—¿Qué sucede?

—¡Llegaré tarde al trabajo si no me apuro! —vociferó vehemente el mayor mientras se colocaba su camisa.

—Amor... ¿Pue-

—No corazón, no puedo, sabes que hoy es un día importante.

Los ojos de Jimin se paseaban por toda la habitación.

Tic, tac, tic, tac.

Eran las 11 de la noche y su Yonnie no llegaba aún a casa.

Un estruendoso sonido se escuchó por todo el lugar, casi automáticamente se levantó de la cama matrimonial que comparten Yoongi y él...

El sonido provenía del baño.

Lágrimas abundaban en sus ojos y sus puños arrugaban su pantalón a medida que se acercaba. Tenía miedo, estaba aterrado.

—Yonnie... —susurró con una voz rota, en un hilo que casi está por desprenderse.

Y al llegar, el vidrio del único espejo que había en todo el departamento estaba partido en varios pedazos.

Jimin se volteó en un acto de reflejo cuando de reojo vio como en el comedor alguien había cruzado corriendo. Tragó saliva.

Fue él nuevamente.

Un fuerte sollozo se escapó de él, para luego resguardarse en su cama.

Ahora no hay ninguna foto... ni espejos en este departamento... nada.

Porque todo lo destruye él, él siempre lo hace...

él es un demonio.

Necesitaba a su ángel para que lo salve.

Nicxnita©