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7 Rings de Ariana Grande resuena en toda la habitación gracias a una pequeña bocina Bluethoot con la que JiMin había conectado su nuevo iPhone. Dejó su celular sobre el mueble de madera y meneando sus caderas al ritmo de la canción se aseguró que la puerta estuviese trabada con el seguro. 
Los otros 6 artistas estaban fuera del departamento para hacer diligencias pero aún así prefería prevenir cualquier incidente; es decir, ¿qué le aseguraba que ningún miembro del grupo llegaría y le sorprendería en tal situación? 

Él no podía permitirse eso, no estaba preparado para la decepción que tendrían los demás al saber sus gustos y las miles de miradas que le juzgarían si todos sus secretos se publicaran. 

Ignorando todos los pensamientos malignos que le atormentaban abrió la puerta del clóset dejando a la vista dos distintas secciones, la de la derecha era de su compañero de cuarto, TaeHyung, y la de la izquierda era la suya. 

Se agachó entre la pila de cajas de zapatos y sacó la que anteriormente pertenecían a unos zapatos oxford negros que ya hace tiempo había tirado pero que en la actualidad albergaban su gusto más culposo. 

—You like my hair? Gee, thanks, just bought it —coreó llevando la caja y sentándose con ella a su lado en la cama con edredón azúl— I see it, I like it, I want it, I got it. 

Apenas comenzado el pegajoso estribillo JiMin sacó la tapa y reveló un montón de preciosos conjuntos. Movió su dedo sobre las telas, con el corazón latiéndole emocionado al volver a apreciar todos aquellos encajes de diversos colores y las telas traslúcidas. Cada pieza elegida con extremo cuidado y cariño, cuidando que luzcan perfectas en sus rechonchas piernas y su amplia cadera. 

Tomó unas pequeñas bragas celestes que eran de lo más simple. La parte de atrás, extremadamente pequeña, se perdería entre sus pomposas y suaves nalgas, y la parte de delante, fina y traslúcida con una pequeña moña en el borde superior, se abultaría perfectamente sobre su virilidad. Cuando compró el conjunto no traía ligas ni medias, solamente la pequeña prenda con un brasier a juego, el cual debido a claras razones tiró a la basura. 

Si bien la pequeña prenda ya no tenía ninguna etiqueta nunca se la había probado y estaba ansioso de ver como le hacía lucir. Dejándose el polo manga larga de color blanco se quitó los vaqueros desgastado, las medias a rayas verdosas y el bóxer acomodando todo a los pies de la cama. Toma las bragas desde los costados y pasa un pie a la vez, subiendo la delicada prenda por sus piernas, pasando por sus muslos hasta acomodarse en su cadera. 
JiMin disfrutó en demasía como se sentía aquella delicada tela en su piel, como apretaba con suavidad su hombría y la forma en como la parte trasera se acomodó al separar levemente sus nalgas. 

Fue hasta el baño que había dentro de su habitación, parándose de puntillas para tratar de ver lo que más pudiese en el espejo que había sobre el lavamanos, en el botiquín, pero su poca altura no le beneficiaba. 
Hace poco se habían mudado hasta allí y él había comprado y mandado a instalar un bonito espejo de pared a la que supuestamente sería su habitación, pero, como aquella era la única que tenía una tina en el baño, SeokJin la había reclamado como suya; y como cereza del pastel, él compartía habitación con el mismísimo Min YoonGi.

¿Qué oportunidad tenía de ganar una discusión contra los mayores del grupo? Exacto, ninguna. 

—Me hubiese visto tan lindo en ese espejo —se lamentó volviendo a la habitación, tomó del cajón del pequeño mueble junto a su cama una crema corporal y sentándose en el frío suelo comenzó a pasarse esta por sus piernas. 

Mientras deslizaba sus dedos por su lampiña piel, masajeando y acariciando, una idea pasó fugazmente por su cabeza, ¿y si iba a la habitación de SeokJin y YoonGi hyung? 

Era una locura, claro que sí, pero realmente ansiaba ver como le quedaba esa prenda. 

Luego de meditarlo por unos minutos, tomó la decisión y se levantó dejando el pote rosado sobre la cama y parándose frente a la puerta blanca. Eso era una situación arriesgada, pero si solo iba, daba un reojo, y volvía, tardaría menos de cinco minutos. 

Con el pulso retumbándole los oídos destrabó la puerta y apenas abriéndola un poco asomó su cabeza, mirando a ambos lados del pasillo. No había nadie ni se oía algún ruido que no fuese la música de su habitación, reproduciéndose ahora Alejandro de Lady Gaga. 

—Bien, es ahora o nunca —murmuró y caminó apresurado a la puerta al final del pasillo, aquella que guiaba a la habitación en la que nadie podía entrar sin el consentimiento de Suga, obviamente exceptuando al mayor de todos. 

Entró esperando ver algo sorprendente, pero era una habitación normal con dos camas, siendo la de su hyung gruñón la que estaba frente al espejo. Se sentó a los pies de la cama, observando que esta estaba algo arrugada y tenía sobre esta la computadora encendida pero con la pantalla en negro. 

—Que descuidado YoonGi  hyung —murmuró a modo de regaño con una pequeña sonrisa. 

Suspirando levemente volteó la mirada al espejo y vio que lucía bonito.

Se sentía bonito. 

JiMin se levantó para ver mejor la ropa interior y se puso de espaldas, viendo por sobre su hombro el reflejo y levantando la parte trasera de su buzo para verse mejor. Como se esperaba, la tela se había perdido entre sus nalgas y recién podía verse la prenda celeste en su espalda baja y por sobre sus caderas. 

Se volteó para ahora mirar la parte de enfrente, podía ver su miembro a través de la traslúcida tela y la pequeña moñita de listón le parecía tierna. Observándose ahora a sí mismo comenzó a pasar la yema de sus dedos por sus piernas, subiendo por ellas y deteniéndose para contornear su intimidad por sobre la tela, luego pasando por la ingle, metiendo las manos bajo el polo para llegas hasta sus pectorales y acariciarlos con delicadeza. 

El rubio adora como esa pequeña prenda le hace sentir, la forma en la que eleva su autoestima y se quiere mucho más de lo que cotidianamente hace. Y es que recibe el amor de su familia, sus amigos, y de miles de personas que le siguen y admiran; pero lo aman sin saber sus secretos. 

¿Realmente todas esas personas aceptarían lo que a él le gusta? ¿Parte de lo que lo hace feliz? Lo duda. 

—Mi felicidad no ha sido planeada —murmura antes de levantar la mirada y que todo parezca derrumbarse. 

En ese bello reflejo también se luce la imagen de un chico pálido boquiabierto, sorprendido a más no poder, parado frente la puerta del baño y con el pijama puesto. 

Sin pronunciar alguna palabra sale corriendo de la habitación hacia la suya dejando al pelinegro estupefacto por haberle visto con ropa interior femenina. 


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