•°~°Capítulo 18°~°•

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Bennett había cumplido sus primeras metas del día. Estaba agotado pero bastante animado a la vez, y con relajo total, se dejó caer sobre el hombro de su compañero de al lado en el vehículo que los llevaba. Suspiró con los ojos entrecerrados mirando por la ventana, en cualquier momento sentía que podría dormirse allí mismo con el lindo paisaje que había de fuera y lo cómodo que estaba.

Habían pasado en frente del museo de la capital, al ver el paisaje Bennett recordaba el día en que pudo ver a Ben por primera vez en vivo; había sido el mejor día de su vida, conoció a su ídolo de cerca, y había tenido la suerte de conseguir una foto con él. Esa había sido la primera de muchas, pero sin duda la más preciada para él.

Cuando llegaron, el lugar estaba repleto de gente y a penas entraban casi las seis y media de la tarde, había movmiento, trabajo, ruido y todo eso ocurría con un orden mecánico que a Bennett le causaba cierta gracia de ver.

Donde quiera que dirigiesen la mirada, había una gran masa de personas esperando a su llegada. Bajaron del carro, Bennett soltando un ligero bostezo atándose el cabello de paso e iba adelante expuesto y contento, como era de costumbre.

—No recordaba que hubiese tanta gente, miren eso, ni siquiera es hora. —mencionó el oji-carmín, seguido de su compañero de gafas, que igualmente pasaba a caminar a un lado de él.

—Eso debiera de ponerte nervioso ¿no?

—¡Es tan emocionante! —expresó con euforia y seguridad mientras levantaba el puño con una sonrisa— Estuve esperando mucho por eso, estoy tan ansioso ¿no crees que es genial, Michael?

—Sí, lo es.

Entraron con bastante seguridad, Bennett sabía los protocolos y las reglas, era una ciudad divertida pero rígida, y lo que más le gustaba era como el estilo de música era más que apreciado.

Tras largos períodos de preparación, Bennett ya afinaba su guitarra, cuidadosamente se fijaba en todo tipo de detalles que pudieran frustrar la melodía de su preciado instrumento. Revisó la acústica sin el altavoz de su guitarra, el sonido de cada una y finalmente la fuerza musical con la que podía tocar expuesto ante todos.

Bennett estaba emocionado y nervioso a partes iguales, no solía esperar demasiado luego de la rápida presentación y el haber acomodado su posición.

Su cabello era lo más cambiado del look, tan despeinado y revoltoso como le gustaba, cayendo con el flequillo a cada lado de su rostro como dos cortinas rebeldes que se mecían en cada movimiento. Ropa oscura, casi siempre tapado con una polera de cuello alto y mangas largas, encima una chaqueta corta abierta, accesorios y cierto toque de resalte en el rostro, no necesitaba demasiado para lucir completamente diferente y sin dejar de ser él mismo a la vez.

El impacto en el público al verlos parados frente al escenario, donde algunas cámaras captaban sus rostros, los cuales eran pasados por varias pantallas grandes a los lados que causaban gran revuelo.

El lugar tenía un escenario grande, estético, la plataforma era los suficientemente alta y con cierta forma que obtenía vistas de la primera fila a los laterales también. El escenario de un concierto, por lo general, tiene una arquitectura que dura poco, es decir, que solo se usará por cierto tiempo. Y Bennett cada que observaba a su alrededor, no podía evitar pensar en que sinceramente a esa parte suya llena de libertad, le encantaría usar todo este enorme espacio, junto a sus compañeros, junto a su guitarra.

La entrada en escena era la mayor impresión del momento, cuando las luces se encendieron de distintos tonos tenues, fuertes y mezclados, junto al humo artificial que empezaba a salir de las ranuras del suelo creando una suave estela.

Entonces, desde el escenario Bennett pudo distinguir muy cerca, la bonita cabellera y los radiantes ojos de Ben en primera fila. El guitarrista sonrió, como nunca, reuniendo en ese instante la energía inicial para comenzar el acorde.

Mecía con delicadeza sus dedos por las cuerdas, posicionando perfectamente y con precisión sus dedos en los trastes y cuerdas, haciendo la suficiente presión para brindar una limpia proporción a la tonada. Reuniendo en los primeros segundos, cientos de llamados y aclamaciones que inundaron el lugar. Y que incrementaron al momento en que la batería marcó un significativo ritmo, y el bajo se unió creando una limpia transición.

Desde su sitio Ben dedicó una larga mirada a Bennett en el escenario, que se mostraba tan contento tocando la dichosa guitarra. Con una enorme sonrisa posada en el rostro, con las luces chocando contra la piel tan blanca que poseía y en como cambiaba totalmente su comportamiento, especialmente en como su cabello se mecía con cada movimiento.

En el escenario aquel artista de cabellos morados danzaba como nunca. Con las manos firmes en su instrumento se movían como si su ida dependiera de ello, con rapidez recorriendo sus dedos. La sonora batería de fondo tocada por un animado castaño pecoso resonaba a la par incrustandose entre el largo sonido de la guitarra, creando firmeza a los versos del cantante, iniciando una ola anímica de voces en el público siguiendo la letra a la par.

Iban ya por la segunda transición, donde el ritmo, los ánimos y la gente se sentía más emocionada, muchas de las personas esperaban ver el gran numero del artista joven que se anunciaba al igual que toda la banda musical esperaban el solo del pelimora. Y Bennett estaba tan ansioso que se sentía extasiado.

Con forme pasaban los segundos y la canción bajaba su intensidad en un coro sutil, el escenario se sumía ante un aliviador aire de descanso acústico, un relajante, pero deseoso silencio acompañado del eco sonoro que dejaban los instrumentos.

Los minutos se hacían cortos, y cada canción terminaba iniciando otra con energía tras las voces agitadas de los integrantes dando un pequeño aire entre tiempos.

Hubo una vez en la que Bennett practicó aquel movimiento arriesgado frente a un publico, aunque, muy poco publico en realidad. Y en estos momentos cientos de personas iban a verle y escucharle, aunque desde donde estaba su vista no alcanzaba a ver más de la décima fila y de vez en cuando se desviaba hasta cierto hombre que observaba de forma indescriptible pero atenta.

Estaba dispuesto a arriesgarse. Y esperaba ver el rostro de Ben entre el público sorprendido. Sintió sus piernas flaquear de un momento a otro, como el flujo de adrenalina recorría sus brazos junto a sus dedos, que pasaban de los trastes altos a los bajos, y se trasladaban de cuerda en cuerda con una velocidad rítmica y constante.

Sus cabellos flotaban en el ambiente cálido y agitado, sentía no podía abrir sus ojos por lo húmedo que se encontraba tras su propia transpiración. Respiró bruscamente a un lado para evitar la interferencia en el micrófono pequeño a tan solo tres centímetros de sus labios. Habían tantas luces de aquí para allá, mezclándose con los efectos especiales.

Entonces... tras la conclusión del bloque musical al solo de guitarra, la música se detuvo, dejando un gran eco en todo el sector. Señal de que la canción habia finalizado, lo cual a muchos les brindo un fugaz desánimo, hasta que las simpáticas y eufóricas voces de los artistas se hicieron presentes. La pequeña pausa sólo duró la mitad del tiempo. Bennett aprovechó a respirar.

Ben, que estaba expectante de la ola de emociones que se escuchaban a sus espaldas, miró de pronto, la silueta del guitarrista pelimorado, quien tomaba la delantera, empezando a tocar sutilmente su guitarra, creando pegadizos y rítmicos acordes que ascendían su intensidad; acompañando siempre, el sonido con una gran sonrisa y una característica manera de desenvolverse en el escenario.

Lo que... lo que no se esperó fue el oír un canto muy distinto al del cantante pelirrojo de la banda, este era sencillo, fuerte, canalizado perfectamente al tipo de melodía que estaban empezando a tocar. Y su experiencia en ello le indicó un manejo tan primerizo pero experimentado a la vez, en un tenor suave que se mezclaba con el sonido del bajo que inundó el lugar.

Mientras que aquel canto lleno de sensaciones, recorría los sectores, ganándose gritos de emoción por montones. Desde el público, Ben nunca estuvo tan atento a un número musical de algún compañero suyo, mucho menos, si ese compañero era Bennett, sus estilos no congeniaban y su música generalmente era ruidosa.

Pero, realmente le tomó por sorpresa, que no pudo evitar inclinarse hacia adelante con la vista al frente, buscando la forma de visualizar el movimiento de labios en Bennett, aún sin creerse que fuese el guitarrista quien se tomaba la primera voz, cantando con energía, siendo seguido a la par en el coro por el ahora cantante secundario.

El canto, para Ben, era una forma de expresar todas las emociones que se poseían, lo que claramente, podía distinguirse en la voz del menor y sobre todo en sus gestos; alguien que vivía cada palabra que decía, que se movía con ganas y que era capaz de llevar la complejidad de manejar una guitarra a la par que marcaba distintos ritmos con la voz.

Desde donde estaba, podía observarle cerrar sus ojos, y sostener su guitarra cerca del micrófono. Muy pronto, le vio dejar de tocar, esta vez siendo reemplazado por el sólo de batería y bajo junto a la base de la canción. Y Bennett se aproximó caminando hacía el centro del escenario, exhibido ante todos, con la guitarra reposada bajo su pecho, y el micrófono en su mano izquierda.

Comenzó a cantar a nueva cuenta, esta vez dejando salir las diferencias de tonalidades liricas; la manera en la que lo hacía, la forma en la que modulaba, la elegancia con la que caminaba al ritmo de la música, moviéndose con confianza mientras sostenía con fuerza el micro en sus manos y gritaba con una lirica que lograba alcanzar ciertos tonos acorde al estilo musical.

Mirándolo e ignorando los ensordecedores gritos del público atrás y a un lado de él, Ben estaba impresionado, no había sabido que la voz del pelimorado daba para tanto, ni que con tanto encima el chico también había ido a clases de canto. Oficialmente, le gustaba su voz.

Cuando la melodia comenzaba a descender a un bajo volumen, anunciando que ya estaba por finalizar, el ahora cantante abrió los ojos, divisando a todo un público chillando de la emoción. Bennett sonrió recuperando el aire, mirando a sus compañeros, a la gente, sintiendo que el arduo trabajo valió la pena, logrando alcanzar sus propias expectativas.

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Ya llegaba la noche, casi las una y cuarto de la mañana. El estilo Rock en la música levantaba a todo el público, quienes animaban levantando sus manos o siguiendo con la voz los coros que se habían aprendido conforme pasaban los minutos.

Mientras que los artistas en el escenario, ambos cantantes, caminan -Bennett junto a su guitarra por supuesto- a lo largo de la plataforma intermedia que llegaba hacia el público. Ambos chocaron espaldas al llegar casi al centro de la plataforma, empezando a aumentar la velocidad y fuerza de sonido que mantenían hasta ahora en la melodía, alzando la voz, dejando que el ritmo de la batería alterase sus ánimos y que el bajo los tuviera controlado hasta cierto punto.

Ligado a ese momento en que Bennett soltaba su guitarra usando sólo su voz y la banda sonora, emanando un energético grito en ascenso caminó al frente danso un salto improvisado cerca de la paltaforma, quedando a poco y nada de los expectadores, mientras controlaba con ello el aire y la presión de su voz, recibiendo nada más que eufórica en respuesta.

Poco después, la música paró, dejando un silencio que poco a poco se hizo menos tedioso. Bennett suspiró bastante agotado. Suponía que la rutina previa a la finalización del concierto le haría recuperar fuerzas en las manos, sentía los dedos tiesos. Y aún el calor se acumulaba en todo su cuerpo, creando un cascarón de adrenalina que seguía impidiéndole notar aún lo muy ansioso que estaba.

El público enloqueció, cuando uno de los integrantes del grupo, precisamente el bajista, se adelantó al frente para compartir miradas con el guitarrista de potente semblante que mantenía su posición al lado del micrófono posicionado en el palo. Tomó el mismo antes mencionado, para atraer el cuerpo del micrófono hacia él, empezando a hablar, mientras acomodaba sus gafas sobre su nariz.

Mientras este charlaba con su público a un lado de Bonnie, el mismo más bajito observaba de reojo al peli-cian embobado junto a algunos de sus compañeros de elenco en primera fila.

Sonrió más ampliamente, devolviendo un saludo con la sola mirada, antes de aproximarse, junto a sus compañeros, para hablar al micrófono mientras aún se recuperaban de la agitación. Jadeando a la par que interactuaban de a poco con el público integrando de paso el cierre del concierto.

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Ya eran... las tres de la mañana.

Luego del éxito que tuvo el concierto, la banda entera había asistido a una fiesta que se había llevado a cabo cerca del hotel donde se hospedarían. Bennett estaba cansado, pero le producía cierto agrado ver lo mucho que sus conocidos y compañeros se divertían a pesar de las altas horas de la mañana que eran.

Aunque quisiera, Bennett era alguien que caía rendido muy rápido, gastaba mucha energía durante el día y la noche era muy preciada para él.

—Es algo tarde, supongo que me iré al hotel, estoy cansado...  —susurró el guitarrista, abrazando su bien guardado instrumento desde el estuche. Bostezó con bastante sueño, mientras que sus demás colegas bebían alguna que otra bebida alcohólica. Le molestaba ver a sus compañeros un tanto borrachos cerca de él, era incomodo— tengo sueño ¿sabes?

Dijo más para si mismo, frotando su mejilla en el costado de la guitarra mientras miraba a un lado, sintiéndose pequeñito desde donde estaba.

—Hablando solo, eh. No me parece extraño viniendo de ti —dijo un relajado oji-verdoso, peinando sus cabellos hacia atrás con los dedos— ¿No piensas tomar un poco o comer algo? Te ves muy aburrido aquí, deberías estar disfrutando aunque sea, la fiesta es para ustedes.

A su lado, Ben extendió una botella pequeña de cerveza, una bastante deliciosa a su parecer, con poco alcohol, algo suave y dulce. Recibió una mirada extrañada de Bennett, que se recomponía para observarle de cerca, dejando de lado la guitarra y sosteniendo la cerveza con su mano, casi de forma mecánica. 

—No sé...— Bennett bostezó despacio, parpadeando unos cuantas veces para notar el gesto en su contrario, que se mostraba tan amable de un momento a otro. Por supuesto, no se quejaba de eso— prefiero recuperar un poco de energía antes de... es tarde...

— Por supuesto, los niños deben dormirse temprano. No me extraña.

—Me tratas como un niño, si sólo soy tres años menos que tú... —Bennett alzó una ceja, dando un forzoso sorbo a la bebida. El sabor le hizo torcer los labios, aunque pudo dar otro sorbo más sin hacer muecas.

—Hmm parecen más ¿sabes?

Bennett pudo sonreír un poco ante eso. Con el paso de los minutos nadie dijo una sola palabra. Bennett se dedicaba a beber de la botella mientras tomaba uno que otro aperitivo de la mesa, aun estaba al lado de Ben, y él a su vez no parecía no despegarse de su lado. Era tan raro, pero tan cálido. Al menos era lo que necesitaba, algo de compañía y un poco de silencio -algo difícil ya que el lugar era un tanto ruidoso aún-, pero estaba tranquilo luego de toda la energiaqur gastó y lo muy distraída que estaba su cabeza.

—Hey —llamó el menor, antes de llevar la boquilla de la botella hasta sus labios, para seguido dejarla reposada a un lado en el suelo. Sus ojos mostraban fatiga, y su voz iba bajando su tono de a poco— ¿sabes? Agradezco que me acompañes, p-pero creo que ya debo irme, es algo tarde y... quiero llamar a Jeremy para saber cómo están mis perros.

—¿En serio?

—Bueno, también estoy cansado, y tengo sueño.  —desató su coleta alta, así empezó a hacer una nueva pero esta vez baja, un poco más ordenada que la anterior, mientras tomaba su guitarra y abrigo.

—Te acompaño. —habló Ben, encogiéndose de hombros— Puedo llevarte en mi coche.

—¿Qué? Eh no es... necesario.

—Está bien, supongo que también quería irme...

Bennett no se sintió capaz de decir algo al respecto cuando notó cierta forma calmada de hablar en Ben, a la vez pareciendo agotado, y también inquieto. «Hace poco Margaret y él estuvieron hablando, supongo que no fue bien otra vez». Pensó, enfocando con disimulo su vista al otro lado de la sala, donde se encontraba la hermosa mujer riendo junto a una de sus amigas.

—Bien, gracias. —suspiró Bennett regresando su vista al moreno— Entonces vamos.

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La salida duró unos cinco minutos hasta que el frío entró al vehículo una vez salieron de este. Ya estaban detenidos frente al hotel dando calor a sus manos, con el aliento tibio perdiéndose en el viento suave. Parecía que hace mucho estaban ahí finalizando una conversación acerca del tema más tocado ultimamente y del cual varias veces se arrepentian de empezar, pues siempre acababa siendo incómodo para los dos.

Bennett miró detenidamente al más alto, estaba concentrado en sus expresiones, unas tan cálidas y al segundo después tan extrañas. Seguro que él no debió haberle dicho algunas de sus tantas pláticas con la de ojos amarillentos, pero es que no podía negarse a decirle si era Ben quien se lo pedía, a veces por favor, y otras sólo le obligaba con la mirada. Aunque fuera de eso, el moreno se notaba más tranquilo que hace unos minutos, es más, hasta estaba relajadp, con las manos juntas y heladas a un lado suyo.

—Hey —llamó el menor, soplando sobre sus manos— ¿vas a acompañarme o... sólo te irás? —inquirió, al ver que el pelicían se encontraba un tanto ensimismado viendo la fachada del edificio.

—Ah, sí, como gustes. Te acompañaré. —asintió Ben. Miró a Bennett a un lado suyo, soplando sus medio rojizas manos por el frío, su nariz rosada y sus mejillas de igual tono, estaba temblando más que antes a pesar de que dentro del vehículo no había estado frío. Apretó los labios con una ceja levantada.

Bennett miró a Ben una vez más antes de empezar a caminar, y este hizo lo mismo, sólo que altamente mareado y confundido. Llevándose una mano a la cabeza disfrazando su inquietud con un gesto para painarse el cabello.

—¿Te pasa algo, Bon? —indagó Bennett discretamente viendo en el rostro del oji-verdoso, que mostraba inquietud al chocar su mirada contra la suya. Ambos se detuvieron de repente ya luego de pasar la recepción.

—No, estoy bien. —metió la mano derecha al bolsillo, mientras que su otro brazo pasaba por los hombros del de orbes carmín, para llegar hasta su hombro.

Bennett algo confundido por el acto, casi se erizó de repente. Suspiró como tonto y caminó mecánicamente junto al peli-turquesa. Esperando que sólo fuese el sueño o el hecho de que Ben tenía cierta fascinación por beber licores fuertes y aún así verse bastante lúcido aunque no lo estuviera tanto.

Bennett buscó la llave de la habitación por toda su ropa, hasta que la encontró en unos de los tantos bolsillos de su chaqueta. Ben a su lado se mantenía neutral, realmente no le molestaba en lo absoluto acompañar un poco más a su colega, él hacía lo mismo y casi nunca se lo agradecía.

—Muy bien. La idea original había sido traer a mis perros, es por eso que tengo una habitación para mi solo... y creo... que un poco de compañía no me viene mal heh. —comentó el más bajo, abriendo la puerta— ¿Entonces vas a... entrar? —inquirió con una media sonrisa, cerrando sus ojos con cansancio y emoción de escuchar alguna respuesta positiva o bien una buena excusa de parte del otro.

—No.

—Oh... bueno. —respondió bajando ligeramente la vista.

—Hah era broma. —suspiró—. No te hubiera acompañado hasta aquí por nada. —sonrió, dándole una palmada en el hombro al pelivioláceo— Anda, hazte a un lado y déjame pasar.

—Ah, sí. Adelante, pasa.

Ben entró acomodándose la chaqueta, seguido de él iba un contento Bennett con una sonrisa boba y las manos juntas sobre su pecho, cerrando la puerta al momento de entrar y prender las luces. Inspiró de manera instintiva el aroma del ambiente que abundaba el lugar, bastante más pequeño que su departamento por supuesto, pero muy acogedor y con todo lo necesario a simple vista.

El lugar estaba templado, era agradable y la iluminación a pesar de ser suave le hacía aumentar un tanto el cansancio. Inhaló bastante, antes de remojar sus labios tras el paso de su húmeda, y tragó saliva nervioso e inquieto.

Bennett se había dispuesto a hablar esperando alivianar el silencio que lo acompañó al enviar un mensaje a Jeremy preguntando por sus perros, pero ver a Ben casi encima de frente una vez apartó el celular.

—¿Qué te pasa? —Ben levantó una ceja. Lanzó esa pregunta más bien como una defensora de su espacio, cuando el de ojos carmín se acercó con las manos temblorosas retrocediendo a su vez.

—Nada, nada. Puedes sentarte —invitó con una sonrisa— ¿te ofrezco algo?

—No, estoy bien así. Quería salir de ese lugar, el ambiente se estaba poniendo extraño ya... —eijo Ben, tomando asiento en un bonito sofá en la reducida sala— Tú eres bastante tranquilo, y en serio que no me apetecía verla a ella después de todo. —comentó, bajando un poco el tono ante eso anterior— Como sea, me quedaré aquí contigo por un rato, necesito relajarme un poco.

—Entonces... —Bennett indagó en si mismo, tras dejar su guitarra a un lado e ir a ver en la nevera en la no tan lejana cocina, tomando una botella de jugo de moras fermentado para servir un poco en un vaso que se hallaba sobre una mesita auxiliar— ¿vas a quedarte sólo por eso? —bebió un poco.

—Sí, no sé tú, pero para mi sigue siendo temprano y tengo la suerte de no tener que levantarme tan temprano mañana. —mencionó Ben y le miró alzando una ceja— ¿Y eso, no que no bebías?

—No lo hago, pero esto es bastante rico, es más dulce. —Bennett un tanto somnoliento, se sentó al lado de Ben, con una agotada sonrisa en el rostro y el vaso torpemente sostenido entre sus manos— No me agradan mucho las bebidas dulces, excepto las de limón, pero... esta en verdad es muy rica. —volvió a sonreír.

—Vaya, el niño está creciendo. —se burló Ben, levantándose a tomar la botella de brillante color rojizo por fuera, para mirarla bien al volver a su sitio— Sólo tiene un 12% de alcohol. Seguro es mucho para ti. —rió. La curiosidad le entró cuando observó bien el líquido color vino en el interior. Llevó la boquilla de la botella a sus labios, bebiendo un largo y detenido sorbo.

—Hey, que no me guste beber, no significa que no pueda hacerlo. —Bennett corrigió con el vaso a centímetros de su boca. Giró su mirada, tan sólo observando como el mayor bebía a gusto el fermentado de moras— ¿Quieres que te traiga un vaso, mejor? —levantó una ceja.

—No... —Ben apretó los labios, lamiendo estos por el impregnado sabor dulce. Respiró hondo volviendo a tomar un fugaz sorbo— pero gracias. —ahora su verdosa mirada se centró en el pelimorado, que se encontraba atento jugando con el vaso, mirando a un lado desconocido mientras parpadeaba lentamente mostrándose cansado.

Cuando Bennett se encontraba despistado, le hacía ver tan llamativo de perfil, era como esas típicas fotografías casuales en las cuales se veían a aquellos tan profundos pensando en alguna cosa importante, y que por lo general eran bastante buenas aunque parecían muy mecánicas que las hacía ver irreales. Ben sólo le miró por unos momentos más, recordando su potente fachada hace algunas horas atrás; tan diferente a la persona tranquila y afectuosa que tenía al lado.

—Bueno... —habló de pronto Bennett remojando su labio bajo, luego de captar el empalagoso sabor de la bebida que le hizo dejar el vaso sobre la pequeña mesa en el centro. Sin embargo se detuvo al divisar al moreno, que parecía querer decirle algo— Ou... ¿ibas a decir algo antes?

Ben sonrió en medio de una suave, una muy suave carcajada, estiró uno de sus brazos por el respaldo del bonito sofá de tono oscuro. Su vista se centró por unos segundos en las tenues luces led del techo, estas eran de un tono amarillento, pero no eran brillantes, hacían ver la sala de tapiz rojizo un tanto apagada.

—No es nada. —negó con la cabeza— Dale, dime lo que quieras.

—Está bien. Aunque si ibas a decir algo, también puedes decírmelo, siempre hablo yo heh. —infló las mejillas por un rato, antes de achicarse de hombros con una sonrisita de cansancio. Empezó a ponerse nervioso cuando Ben se le acercó, interrogante.

—Si vas a decir algo hazlo rápido, no te quedes callado de la nada. No me dejes con la intriga, eso es tan jodido. —se quejó Ben con cierto tono simpático— Heh ¿ahora por qué te ríes?

—Tienes... una extraña mancha en la mejilla, cerca... del labio, hace un rato que te veía, d-digo, solo te vi por casualidad. No se notaba mucho antes, pero como que ahora que miro más de cerca...—dijo, acercándose hasta cierto punto, antes de alejarse casi al instante— ¡Sólo digo! —soltó de golpe un tanto inquieto por la mirada ajena.

—Hhm dejó mancha... aunque las cosas no salieron bien, maldita sea. —respondió en un tono bajo, buscando con el tacto de sus dedos cerca de su rostro.

—Oh... ya... ya veo.

—Y tú sólo haces escándalo sólo por una mancha —el mayor tocó su majilla, extrañado por la actitud tan sorpresiva y molesta del pelimorado— ¿Está?

—¿Q-Qué cosa?

—¿Cómo que qué cosa? La mancha esa.

—E-En tu mejilla.

—Ah claramente lo sé, no jodas. —bufó el moreno— ¿pero se quitó o no? Detesto las manchas de labial.

Bennett sólo negó entre nervioso y cansado. Inhaló profundo, antes de obviamente exhalar y acercarse al moreno con un tan simple «permíteme». Para seguido limpiar con sus falanges la parte manchada que se difuminó hasta desaparecer.

Se intranquilizó cuando su mano fue retirada de manera sutil por el otro, quien le miraba alzando una ceja. Hubo un silencio en reinado por unos cuantos segundos. Bennett tembló confundido y extrañado a partes iguales.

—Rayos, es bastante suave... ¿usas algún tipo de crema o algo? —preguntó Ben esta vez usando sus dos morenas manos, como si acariciase la humectada y fina piel del rostro de un bebé. Tenía lq mano tan fina y lisa como para ser un tan alocado guitarrista.

—Eh, pues si, yo... cuido muy bien mis manos, soy guitarrista ¿por qué, es raro? —Bennett rascó su nuca con su otra mano libre. No le molestaba el tacto por muy extraño que fuese.

—No... en realidad no importa.

Habían pasado otro par de minutos, en donde Bennett un poco más cansado pero más animado que antes hablaba casi sin parar, indicándole las cosas que le resultaban agradables de la ciudad, haciendo muecas al comentar acerca del acento del sector o de la forma tan ordenada en que se veían las calles.

Mientras a un lado, Ben fingía indiferencia y bebía a ratos de la botella, dirigiendo cortas miradas en dirección al pelimorado, que se reía solo, le sonreía y volvía a hablar soltando bostezos. Frunció el ceño ante eso, era extrañado verlo peinarse el cabello a ratos o llevar su mano hasta sus labios para cubrirlos al reírse.

Le hartaba tanto el carácter apenado que tomaba el pelimorado, porque le resultaba malditamente lindo como para ser hombre; desde que recordaba había tenido impuesto que un hombre no podía mostrarse tan delicado, que el cabello largo era poco varonil, aunque en realidad estaba bastante inquieto por no saber como reaccionar ante eso. Cerró los ojos con la esperanza de calmar un poco sus ansias, realmente le entraba el calor y un escalofrío le atravesaba de un lado a otro, talvez era el sueño, o el hecho de que casi se había bebido media botella.

—Hey Bon... —Bennett le llamó con un tono de voz más suave, por lo cansado que se encontraba, parpadeando a ratos al voltear y verlo con el codo en el reposabrazos y la cabeza sobre su palma— ¿Estás dormido? ¿quieres que te traiga una manta o algo?

—No estoy dormido —el peliceleste abrió los ojos torciendo los labios en tanto notó la cercanía del menor—, descansaba un poco... los ojos.

—Oh... claro, los ojos.

Le sonrió Bennett, notando que su compañero estaba de buen humor, ya comenzaba a extrañar la mirada cariñosa en el moreno, como si estuviese acostumbrado a esperar para poder verle sonreír de forma amable.

Se había recostado a lo largo del sofa con las piernas encima al otro extremo libre, bostezando mientras se tapaba la boca y frotaba los ojos. Puso una mano en su frente para retirar las hebras que molestaban su vista, observando a Ben hacer una mueca al verlo.

—Hey, siéntate bien.

—¿Por qué? Estoy bien así...

—Debe ser incómodo, y me molesta.

—Hhm bueno... —Bennett al instante, trató de recobrar la compostura rápidamente, lo cual le provocó un leve mareo momentáneo. Se quejó un poco ordenándose el pelo y la ropa— ¿Sabes? Si tienes sueño, puedes dormir aquí si quieres, ya es muy tarde y no creo que salir por estos sitios de noche sea muy seguro, a parte de que hace mucho frío...

Ben lo escuchó hablar, y fue recién ahí cuando notó que la voz del pelimorado comenzaba a sonar medio afónica y adormilada.

—Gracias, pero no creo que sea necesario, puedo irme a esta hora si quiero. No me es un problema.

—¡¿Te irás a estás horas?! Pe-pero si van a ser las... —Bennett buscó su celular entre los bolsillos de la chaqueta que todavía traía puesta, viendo la hora en su celular— ¡¿las cinco?! ¿Tienes trabajo mañana?

—Como siempre en el estudio, mañana es festivo... Mike tiene que preparar algo antes así que iré más tarde. —suspiró Ben ante el escándalo que acababa de hacer el pelimorado.

—¡Esta de más! Mejor deberías quedarte y ahorrar el viaje de acá para allá. —propuso eufórico, acercándose al mayor con insistencia— Luego puedes irte temprano si quieres...

—No decidas por mi.

—Pero es que necesitas descansar de todos modos. A mi no me gusta dormir mucho, pero de todas maneras es importante y es tarde. —siguió insistiendo, inclinando su cuerpo hacia adelante en el sofá, hundiendo las palmas en las almohadillas del mismo, mirando con ojitos de cachorro al moreno—. Venga, si te molesta dormir cerca de mi, pues... me hago una cama aquí en el sofá. Se ve cómodo.

—¿En el sofá? —preguntó con indiferencia.

—Es lo que dije ¿o dije otra cosa? Cielos, lo siento... en realidad estoy cansado heh. —Bennett pegó un dedo a su barbilla pensando en lo anterior, confundido y adormilado— Nah, no importa. P-Pero al menos... Mmh discúlpame un momento —se hizo a un lado, para carraspear la garganta, frotando sus ojos y tocando su garganta— Perdona heh, creo que me he forzado mucho con la voz y... bueno. Entonces ¿Te quedas?

—Hah... tu voz es horrible a mi parecer, es tan molesta, pero relajante a la vez. No me extraña que ahora a penas puedas hablar. Sin embargo... debo admitir que me has impresionado. —. Y como si fuese un acto reflejo, recibió una cercana mirada de Bennett, antes de acariciar los cabellos de este como si fuese un pequeño niño, o como si fuese su mascota, había empezado ya a tomar la costumbre—. Esta bien, me quedare, pero no porque tú me lo hayas pedido, sino porque yo quiero. —anunció, recibiendo una mueca del menor— Quiero decir que no me queda de otra ¿ok?

—Ahá, como digas. —sonrió— También me alegra que te quedes.

De un momento a otro, como si el silencio fuese contraproducente, Ben no supo como, pero tenía unas inmensas ganas de rodear a su compañía con los brazos, quizá porque la chaqueta abierta del menor le permitía divisar la polera negra de cuello alto y mangas largas que se acoplaba fielmente a su delgada figura; una figura ectomorfa agradable de ver, masculina, pero delicada a la vez.

No le agradaría pensar, y mucho menos aceptar, que Bennett era un hombre bastante bonito a sus ojos. Y era desagradable empezar a notar que desde que estaba más tiempo a su lado, ya no era tan molesto tenerlo cerca.

—Hay algo en ti que... me resulta tan extraño. —. Así era, realmente le provocaban algo diferente a la repelente que le causaba la cercanía del pelimorado, pero que se negaba a aceptar.

—¿En serio? —Bennett notaba la comodidad en las palabras de Ben, tal vez podría ser el momento en el que él también pueda comenzar a sentirse más cómodo— ¿cómo qué?

—No estoy seguro —frunció el ceño, deslizando la vista por el menor en frente de él, y entonces habló—; talvez todo.

Bennett sonrió entre confundido y nervioso. No quería crearse un dilema tratando de entender lo que acababa de decir el moreno, prefería no hacerlo la verdad; porque iba a tardarse mucho con un hombre tan contradictorio como Ben, que solía hablar pero demostrar otra cosa. Llegó a la conclusión de que solo era el sueño, había descubierto a un muy manso y agradable ojiverde cuando este tenía sueño, talvez eso no era extraño.

Suspiró, antes de acortar distancia con cierta timidez, para abrazarse a Ben con cuidado e impulsandose hacía adelante, tan sorpresivo como le eran los comentarios de un cansado peli-turquesa, que se sobresaltaba casi al instante.

—Puedo... ser más extraño aún. —sonrió ampliamente, rodeando la espalda de Ben con sus brazos. Terminó reposando su cabeza en el hombro cálido de su colega, dormitando a ratos y entre bostezos—. Mm sólo es un abrazo, no te espantes.

—Ahora pareces más bien una cosa molesta. —Ben sintió la delgada tela negra de la polera que Bennett traía y que chocaba contra sus manos, que le permitía delinear con sus dedos la cintura del pelimorado. No alcanzaba a compararla con la de una mujer, pero el cuerpo ajeno era mucho más pequeño y delgado que el suyo.

Por un instante cerró los ojos sin importarle demasiado aquella invasiva cercanía, queriendo disfrutar aunque sea un momento aquella calidez que sentía extrañar. No pudo, bufó, no podía hacer nada para prevenir que la imagen de aquella mujer se presente cada cuando Bennett se le acercaba, y cuando estaba a punto de dejarse llevar y relajarse, regresaba a ver el lindo rostro de Bennett, que lo detenía casi al instante. Haciéndole llegar a pausar la situación y volver a pensar en frío.

—Tu cara esta fría... —mencionó de la nada el pelimora, levantando la mirada para encontrarse a Ben mirándolo igualmente, con una forzada sonrisa en los labios. Parpadeó lentamente, llevando sus cálidas manos hasta los mofletes del contrario— Mmh sí, como que estás helado, y tus orejas también están frías, hah la punta de tú nariz esta medio roja también...

Bennett tembló al momento en que sintió que estaba rebasando la confianza y la invasión. Se asustó aún más cuando sintió algo frío en su rostro; eran las manos de Ben, las cuales al igual que las suyas ahora le sujetaban de ambos lados del rostro.

—Mis manos también están frías, siente.

En ese momento Bennett estaba hecho un manojo de nervios, y no podía controlar el tambor que hacía eco en su interior. Estaba siendo extraño, el ambiente era menos pesado y aún estaba intrigado en si sólo era el sueño o en realidad no alucinaba del cansancio.

Ben sonrió viendo el rostro de Bennett, que era ligeramente pequeño, o es que sus manos eran grandes. Parpadeó lentamente, dedicando una indescriptible mirada al menor, viendo la cortina a los lados que marcaba su cabello callendo medio despeinado, sus ojos brillantes denotando cansancio, su piel curiosamente suave y su boca pequeña, que se oprimía creando una curva línea entre sus labios.

«Debo estar loco». Pensó Ben, queriendo golpearse a si mismo, después de lo que el mareo le provocó de sólo haber pasado una muy bizarra idea por su cabeza.

—Hey, v-verás creo que... me está matando el sueño así que... pues... debería.. ahm deberíamos, no lo sé ¿dormir ya? —Bennett retiraba tan lentamente las manos del mayor, buscando tomar un poco de distancia, frotando sus ojos con cuidado antes de mostrarse tranquilo.

Al verlo, Ben frunció el entrecejo, sintiendo que estaba aún más abrumado que antes, perdido en los gestos del menor. Bufó, torciendo los labios. Agarró del rostro a Bennett, acariciando con sus dedos pulgar los pómulos del menor, remojando por igual sus labios. Sus brazos temblaron y su respiración se hizo irregular, se preguntaba qué sucedía con él, esto era demasiado. No estaba pensando bien.

De forma brusca acercó a Bennett hasta su rostro, consiguiendo atrapar su boca al instante. En lugar de haberlo hecho sentir más decidido y alejarse, algo le hizo entrar en conflicto consigo mismo; los antes tiesos labios ajenos de pronto se movían pegados a los suyos, temblorosos y cálidos, con la misma fuerza con la que él comenzó ese irracional beso al inicio.

El cuerpo de Bennett se echaba para atrás de vez en cuando, por lo profundo que le era la forma en la que la boca de Ben luchaba por cierta dominancia en el contacto. Un beso del cual no tenía ni idea del porqué, de cómo, pero que no iba a desperdiciar, era como si no pudiese aún entender que quizá algo iba a ser peligroso una vez se separasen.

Era extraño, volvían estar cerca, más cerca, y a ojos cerrados Bennett seguía buscando calmarse, sin tratar de entender lo que sucedía en la mente ajena, y buscando aún así con desesperación tener algo de control.

—¿Q-Qué estás... haciendo? —jadeó Bennett, tomando un respiro sobre los labios ajenos.

—Cállate. Necesito... aclarar algo... ─murmuró, agarrando de la nuca y acariciando por acto la mejilla de Bennett; antes de eventualmente besarlo otra vez, con fuerza.

No podía creerlo, no era tan malo, no se sentía mal. A pesar de que inconcientemente sabía que se trataba de Bennett, en estos momentos su cabeza trataba, pero no conseguía entender. Sus labios no se despegaban de los de su colega.

«¿Q-Qué está pasando...? ¿Qué estoy haciendo?»

—¡L-Lo siento! —bramó Bennett, colocando sus manos en los hombros de Ben, y le alejó de golpe, separando sus labios. No podía siquiera verlo a la cara, y se levantó, incapaz de decir algo.

Desapareció de la sala, corriendo hasta el baño donde a penas cerró la puerta. En su sitio, Ben se tocó su cabeza, con un punzante y pasajero dolor en la cien y en el centro, sintiéndose mareado. Suspiró larga y pesadamente, apretando el puño al recobrar la compostura y mirar al suelo, a penas tocando sus labios.

—Oh mierda... —se dijo a si mismo, y bajó la cabeza, apoyándose en las palmas de sus manos con los codos sobre las piernas.

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Alto capítulo ay ú^ù<3 re God QQ

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