•°~°Capítulo 20°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Faltaba poco para el comienzo del verdadero frío, aunque ya de por sí, hacía bastante. A Bennett no le gustaba mucho trabajar los domingos, y era por eso que Mike tan sólo le había citado fuera del estudio para charlar junto a él.

Salió de su vivienda con la misma bufanda roja que iba de allá para acá y de cuello en cuello; Ben no la había reclamado, así que aun la usaba regularmente, lo que le obligaba a hundir la punta de su nariz en ella, mientras la enrrollaba al rededor de su cuello. El aroma de Ben seguía en el tejido, dejándole conforme de no salir tan abrigado si tenía su propio calor.

Los tiempos estaban cada vez más fríos y el abrazador viento danzaba por las calles. También faltaba poco para la Navidad, por las calles ya estaba ese aire de fiesta en víspera de noche buena. El suelo era cubierto por una ligera capa de hielo, lo que lo hacía algo resbaloso y de vez en cuando áspero.

Bennett se abrazó más a si mismo, esta vez quedándose cerca de la plaza central del sector, admirando los bonitos pastizales verdes manchados del blanco hielo que los tapaba como una mantilla. Había algunos niños con sus padres allí, y algunos animalitos dormidos entre los arbustos que no estaban tan repletos del hielo fino.

En tiempos como estos él estaría felizmente dormido en su cama o refugiado delante de una chimenea con un tazón de sopa caliente que hacía su mamá. Hacía tiempo que no la veía y ya cerca de estas temporadas él viajaría a los Estados Unidos para visitarla y tomarse una vacaciones junto a ella. Extrañaba su casa, la casa en la que sus padres le criaron, le gustaba estar más con ellos que en la vivienda temporal que tenía aquí en Bolton.

Respiró un poco bajo aquella bufanda, sintiendo su aliento caliente llegar hasta su nariz quitando un poco el frío que tenía en esta, que estaba rojiza al igual que sus mejillas. Tapó un poco más su cuello, boca y nariz acomodando el tan querido trozo de tejido rojo. Frotó sus manos con los guantes puestos, y empezó a observar a su alrededor, había poca gente por estos sectores, pero estaba seguro que si se desviaba por algún lado cerca de estas tiendas de obsequios, los supermercados de por aquí cerca o inclusive pequeños locales, vería una gran acentuación de gente.

Le alegraba ser precavido y simplemente no tomarse molestias por comprar o regalar algo a alguien, excepto por Ben y su ahora cercano amigo Jeremy, él siempre tenía algo para sus cercanos. Y sus padres se conformaban con verle llegar a la casa con una sonrisa para compartir todos juntos.

Serían como sus vacaciones cortas de invierno. En las cuales se podría relajar y distancias de Ben, para pensar y tratar de aclararse de una vez por todas, últimamente estaba siendo muy impulsivo y eso nunca había sido una cualidad que él tuviera.

Al llegar al lugar saludó al mayor con una sonrisa observando al mayor beber un té mientras le saludaba, invitándolo a sentarse.

―Bennett, niño... me alegra que vinieras.

―Sí, es un gusto... ―el joven le miró algo intrigado— ¿sobre qué quería hablar?

―Oh sí, sobre eso. Bennett, te había comentado que tendremos un pequeño cambio en el libreto por lo que retrasaremos un poco el rodaje, y al volver tus escenas con Benjamín se harán más concisas. ―el mayor le sonrió entregando un guión.

―Ya veo, creí que habías dicho que no iba a haber ningún otro cambio grande en el libreto. ―Bennett miraba los papeles.

―Sí, basándonos en el manuscrito original, debemos hacer que todas las historias tomen su rumbo coherente lo más apegado posible pero sin forzarlo lo suficiente. ―dijo el mayor sonriendo. Cuando vio como la cara pálida de Bennett se ponía roja mientras repasaba las páginas― ¡Hey! No pongas esas caras si se ve que...

―¡Pero es que eso será muy vergonzoso! ―declaró de pronto el pelimorado― ¿Qué tan fiel quieres que sea?

―Lo suficiente, pero tampoco soy extremo, cielos. No me mires de ese modo...

―Uhh bien, bien... entiendo. ―Bennett se achicó de hombros mientras desviaba la vista, tapando su cara con el cuadernito que tenía en las manos. Sentía como la mirada de su director le acosaba, seguramente con una cara burlona por sus reacciones tan tontas. Dirigió su vista al mayor bajando lentamente el guión que cubría su cara.

―Niño, tú eres tan tranquilo, para la forma en que reaccionó Benjamín.

―¿Eh, lo hablaste con él... por separado?

―Benjamín es capaz de hacer el mayor escándalo de todos sino se lo digo mucho antes de hacerlo, así que sí. ―se recostaba en la silla— Aunque me sorprende que él sepa la historia original en la que nos basamos.

―Mmh... ya veo.

―Bien, pues había pensado en hablarlo por teléfono contigo, pero seguro ni me contestas... casi nunca conestas. ―Mike le sonrió apuntando a la puerta―. Si me hubieras contestado las infinitas llamadas que te hice, no estarías aquí, pero igual, es agradable verte ¿quieres que te invite algo?

―Ah está... está bien, Mike.

Bennett suspiró y asintió, naturalmente su convivencia con Mike era bastante agradable. Ambos solían hablar seguido aunque no mucho fuera del trabajo. Y para cuando ya habían pasado casi veinte minutos, Bennett se despidió con bastantes ánimos antes de disponerse a irse del lugar. Esto había sido... tan raro y gracioso a la vez, si se ponía a pensar mejor.

―Disculpa... Thompson.

―Oh, buen día ¿Lilyana, verdad? ¿necesitas algo? ―Bennett se giró para ver a la persona que le había detenido unos minutos después. La contraria asintió levemente.

―Sí, disculpa ¿podrías llevarme al lugar donde vive mi primo? En realidad no conozco su dirección. ―La oji vino sonrió.

—¿Primo?

—Sí, Benjamín.

—Oh vaya... —«No sabía que... él tenía familia cerca». Bennett parpadeó confundido y sorprendido a la vez, buscando cierto parecido en la mujer morena y en su oscuro cabello matizado de un azul oscuro que ascendía a una tintura clara cerca de la raíz, entonces suspiró.

―Le he pedido a varios de sus amigos, pero conocen nuestra relación y la distancia que Benjamín quiere con su familia y conmigo. Realmente quiero hablar con él...

―Bueno... yo... verás es que... ―Bennett rascó su nuca nervioso― no creo que sea bueno... sabes lo terco que es él a veces, p-por lo que sé, no va a querer verte aunque te pares fuera de su puerta ¿por qué mejor no le envías un mensaje de texto o le llamas? Seguro eso es mejor.

―Ya lo he intentado varias veces ―ella rió despacio― pero ninguno de mis intentos por acercarme a él han funcionado bien.

―E-Está bien, está bien. Puedo... llevarte. ―dijo él con una no muy convincente sonrisa. Tampoco creía mucho en que si llevarla iba a servir de algo, pero nada perdía con intentar, además de que él igual iba a ver a Ben― Muy bien, seguro que si ambos hablamos con él le haremos considerarlo al menos ¿vale?―Bennett le hizo una seña y ambos caminaron juntos.

Ella lo observó tras asentir; el joven frente a ella era tan extraño y hasta agradable, recordaba topárselo seguido. Cuando le conoció, Bennett no fue mucho de su agrado, le consideraba el típico artista joven e inmaduro con suerte. Pero conociéndole más a fondo hasta entendía el porqué Ben le abrió las puertas a una amistad como la que ambos tenían y se hacia notar bastante en público.

―Uhm... de acuerdo. Te sigo. ―Lilyana con una cansada y sincera sonrisa en el rostro le siguió caminando a su costado, con un carísimo abrigo de tono amarillo miel y esponjoso borde. Abrochó el último botón de tono marfil y continuó mirando el paisaje.

•[▪]•

―Entonces ¿eso es lo que pasó entre ustedes? Eso es... cielos. Si me permites, c-creo que fue muy grotesco y poco empático hacerle eso a alguien sólo por no estar de acuerdo en su... relación. ―Bennett caminaba mirando hacia al frente con el entrecejo fruncido. Llevaba rato charlando con la chica y hasta ahora entendía el porqué a Ben no le interesaba hablar de la familia.

―Lo sé, pero... ninguno de nosotros podíamos aceptar que estuviese con una mujer asi. Queríamos lo mejor para él, y ella sinceramente en ese tiempo no daba muy buena pinta, parecía una mujer cualquiera que quería aprovecharse de él. ―habló ella, sintiéndose cómoda de poder tocar este tema con alguien que no era tan explosivo en cuanto a crítica ni tan cerrado de mente.

―Aun así... fue muy malo tratar de separarlos de esa forma. ―suspiró el menor, mirando al cielo lechoso― que algo así pase en la vida real es algo... muy poco común para mi. Suena a telenovela heh.

―Solemos ser personas que hacen cosas poco comunes. No pasó mucho de eso, pero Ben sigue resentido por tratar de separarlos usando métodos diferenges. ―hablaba Lilyana ordenando su cabello a un lado― Recuerdo que su tía materna, Isabella, siempre apoyó a Ben en todo, y nos aconsejó no hacer nada y dejar que Ben tenga su propia libertad. ―tapó su cara― Sólo no queríamos armar un escándalo.

―No te preocupes... supongo q-que puedo entender.

―Me... me alegra que Benjamín haya decidido tener un amigo como tú, normalmente es muy reacio a la amistad tan cercana con hombres. ―apretó los labios.

―Sí, gracias. ―Bennett apretó los labios— Aunque pienso que, si él quería... salir con Margaret, es su decisión a fin de cuentas. ―sintió una corriente en la espalda, junto a un espasmo al momento de pensar en lo anterior.

―Lo sé. Me apena saber que estuve de acuerdo en ello. Recuerdo que... al final optamos por hacerle escoger entre las cosas que más quería o ella.

―¿Y la escogió a ella? ―Bennett bajó la vista sintiendo que su pregunta era muy obvia.

―Por supuesto, lo pensó, pero aun así la eligió a ella, después sólo se fue.―la fémina mordió su labio―. Ben en ese tiempo a penas era un actor en proceso y estaba terminando sus clases. No sé que pudo haber pasado después de que se marchó, pero cuando vi en la televisión el rompimiento de su relación de ya casi cinco años me impactó mucho. Y Ben sólo se mostraba apático, entonces me dijeron que siempre estabas tú con él, así que pensé que todo estaría mejor...

―Hah por supuesto que iba a estar ahí, somos amigos. ―dijo él y sonrió de lado, recordando esa vez en que Ben había sido tan amable con él, a pesar de hacerse el fuerte y tratarle algo borde de vez en cuando―. No me gusta verlo mal...―suspiró― trato de decir que... digo que le tengo mucha estima.

Aquello hizo carcajear a la mayor, quien con delicadeza colocó su mano en el hombro de Bennett, sonriendo.

―Él necesita amigos como tú, aunque pareciera que es algo cortante y no le gusta que se metan en su vida, siempre ha sido así, desde niño. ―dijo ella, suspirando pesado― Margaret quizá sea una buena mujer, pero no es nada buena para él, desde que ella apareció Ben no ha sido como siempre, no es él mismo, es más correcto y estricto, inclusive hasta dejó la universidad solo por ella.

―¿Dejó la universidad? No lo sabía.

―Iba a estudiar abogacía aunque él quería el arte, y ella le recomendó hacer lo que quisiera.―la oji-morado suspiró― Pensó en ir a una universidad de artes, era muy buen pintor y muy detallista también, conmigo tenía confianza así que me mostraba sus pinturas. ―pestañeó sonriente― Me pregunto si seguirá con esas cosas tan importantes. Ben siempre fue muy alegre, aunque últimamente nunca lo veo sonreír en serio.

―¿Alegre? ―Inquirió para si mismo, mientras imágenes de Ben con una sonrisa realmente de ese tipo eran muy pocas y las veces en las que reía eran por su torpeza e inmadurez, delante de Ben siempre era como el típico bufón que hacía de todo por sacarle una sonrisa. Bueno, eso hasta que empezó a ser más afectivo con él y le trataba como un amigo, o al menos hacía el intento.

Bennett siguió escuchándola con esa fachada tranquila que ocultaba su ya bajo animo. Él no conocía mucho de Ben, y siempre, siempre lo poco que llegaba a conocer, tenía que ver con Margaret siendo una gran parte de su vida. Y si lo pensaba así, en realidad no conocía demasiado de la vida privada del mayor.

—Para él... Margaret significó mucho, supongo... sé que es difícil para él incluso si llegan a hablar y resuelvan mucho.

―Exacto...―ella borró la sonrisa cuando observó a su lado al guitarrista cubrir sus ojos con su mano enguantada, mientras suspiraba aparentemente agotado y frustrado― perdón ¿dije algo malo? El tema en si debe ser incomodo ―se acercó a él― siento contarte tantas cosas juntas...

―Ya... casi estamos llegando, dejemos de hablar de esto ¿vale? ―Bennett le sonrió, recobrando la compostura, poniéndose derechito en su sitio mientras entraban ya al pulcro residencial. Ahí saludo a la recepcionista con una sonrisa, caminando hacia el ascensor seguido de la mayor―. No es que me incomode, la verdad. Solamente que es todo tan repentino, y siento... que no me corresponde saber.

―Entiendo, se ve que eres un gran amigo. Le haces tan bien...―ella rió.

―Heh eso también... me alegra. ―sonrió, oprimiendo el botón que tenía enmarcado un numero doce en el, mientras se quedaba quieto a un lado de la morena.

―¿Sabes si él estará?

―Sí, quedamos de salir a pasear hoy con los perros. ―mencionó algo intranquilo.

―¿Pasear perros? ―preguntó asombrada, aunque con una sonrisa en el rostro― A Benjamín nunca le gustaron los perros. ―mencionó ladeando la cabeza.

―Pues sí, sabía que no le gustaban los perros, pero... ―Bennett suspiró― la cahorra que... le di, talvez le hizo cambiar de opinión, creo que se lleva bien.

―¿Un cachorro... le diste un cachorro? ―sonrió.

―Pues sí... fuimos a la plaza, ahí había una perrita muy linda sin dueño y... estaba sucia y... sólo la cuidé y le dije que sería bueno que se distrajera...

―¿Y lo aceptó así de fácil? Ben diría cosas como que los animales son sucios y molestos. ―rió.

―Heh fue exactamente así, pero acabó quedándose con ella. Es una perrita muy linda y alegre a pesar de que él ni le prestaba atención antes ―dijo Bennett―. Aun así creo que le ha agarrado cariño a la cachorra, porque la trata muy bien y hasta juega con ella.

―Uhm... me encantaría ver eso.

•[▪]•

Bennett lo pensó un poco antes de dar ligeros toquecitos rítmicos a la puerta de la vivienda de Ben, acompañado de una nerviosa mujer que ordenaba su cabello por enésima vez en el trayecto.

Miró bien a la chica a su lado; que parecía mucho más ansiosa que él. Le indicó que se hiciese más a un lado, de manera que cuando el moreno abriese la puerta no le viera de golpe y se moleste instantáneamente. Era algo que, él ya sabía y experimentaba aquello cada cuando el peli-turquesa se encontraba con alguien que a su parecer era desagradable.

De fondo se escucharon ladridos ansiosos y alegres, seguidos de los multiples quejidos del de piel morena acercándose a la puerta. Sus pasos acelerados y algo dificultosos eran fáciles de oír con tanto silencio al rededor. Lilyana rió despacio al oírlo, vaya que si era divertida la forma en la que el oji-verdoso se expresaba, más si hasta adoptaba ese tono de un padre regañando a sus hijos revoltosos.

―Por fin... ―dijo Ben arreglando sus fachadas cuando puso su mano en la perilla de la puerta y la giró―. Bonnie, ya era hora de que volvieras. Estos tres me desesperan, más porque esa perra anda de aquí para allá haciendo desorden como por cinco personas. ―se quejó, mirándole directo a la cara, sin notar la presencia al lado del pelimorado― Última vez que acepto cuidar a tus... cosas estas.

―Se llaman Alan y Matthiew, que no se te olvide. ―dijo Bennett levantando una ceja― A mis bebés les llamas por sus nombres ¿verdad que si, hermosos? ―se agachó cuando a los pies del moreno se asomaron los dos mallorquines negros con la lengua de fuera. Los perros se acercaron a su dueño y acariciaron su rostro lamiendo parte de su rostro― Ow, ustedes son mis bebés aunque sean grandes... denme un besito, si, si~

Mientras el pelimorado acariciaba a sus perros, junto a la tercera canina que se acercó saltando sobre él, Lilyana miraba a su primo, quien con una ceja alzada mantenía los brazos cruzados mirando con una sonrisilla que se posaba en sus labios al menor, le resultaba tan extraño que no le haya visto siendo que estaba casi de frente a él. En verdad que la presencia de Bennett hacía bien a Ben, porque para que este así de tranquilo en momentos como este, debía de ser bueno.

En ese momento, Ben notó como una mirada se posaba sobre él, lo que le indujo a levantar la vista y toparse con... alguien a quien no quería ver, al menos no en persona, frunció el ceño.

―¿Tú qué estás haciendo aquí? ―.Esa pregunta, tan seca y cortante despegó al menor de los tres de su mundo, mientras los canes se acariciaban contra sus piernas, él se levantó de golpe quedando frente a Ben― ¿Bennett?

―¡Ah! Verás, lo que pasa es que ella quería... charlar un poquito... y-ya sabes con-contigo heh ―el nombrado rascó su nuca― Sólo espero que no te molestes conmigo por traerla hasta aquí.

―No esperes nada, porque ya estoy molesto. ―Ben frunció el entrecejo pasando su vista de la aparentemente temerosa mirada del menor a la pensativa de la chica― ¿Tú qué crees que haces aquí? ¿esperas que yo quiera hablar contigo ahora? ―preguntó con tono tajante― ni pienses que voy a escucharte. Pueden irse ambos si quieren, porque yo no voy a...

―¡Oh, venga! ¿Por qué eres tan amargado? ―Bennett le encaró algo aburrido de siempre esa mismo actitud que más que parecer borde y fría― ¿no crees que estás siendo muy poco maduro? Y créeme que si alguien sabe de inmadurez, soy yo por supuesto. ―dijo apuntando su pecho― mejor pasa, habla con ella, resuelvan sus diferencias y ahí nos vemos.

―No, Bennett, no voy a hablar con esta mujer.

―Ben... quiero que arreglemos los problemas que tenemos. ―Lilyana se acercó para mirarle a la cara, lo que solo produjo que Ben se molestase más.

―No me interesa, lárgate. Ambos váyanse.

―¡Hey! A mi no me metas en lo mismo, sólo fui amable al traerla aquí, porque me parece bien que después de tanto hablen y lleguen a algún acuerdo. ―Bennett se cruzó de brazos haciendo un puchero; a la vez que los ladridos de los perros abriendo la puerta para entrar de nuevo al departamento le llamaban la atención― Y dirás que soy un metiche, pero no me importa. Voy a buscar a mis perros, permiso.

―Está bien ―suspiró Ben deteniendo a su colega antes de que entrase― pero como diga algo que me moleste la sacaré de aquí. ―llevó una mano a su frente―. Entren, pero rápido o me voy a arrepentir de hacerte caso, Bennett.

―Oh... ―aquello tomó por sorpresa al oji-bermellón, que solo se limitó a sonreír con un ligero tono rojizo posado sobre sus mejillas y nariz― de acuerdo.

Le sonrió tan característicamente, despertando cierta curiosidad en la contraria, quien entró después de ambos al departamento.

Rato después los tres estaban sentados en los sillones, más que nada Bennett observaba a ambos primos charlar bajo, carcomiendo con sus miradas las acciones que pensaban dar. Quizá ambos eran muy parecidos en eso. Llevó un momento su mano hasta su barbilla, con la otra acariciaba las cabezas de sus dos canes dormidos sobre él, queriendo concentrarse en sus mascotas y en otra cosa, sin entender porqué aún estaba ahí entre ambos.

El pelimorado suspiró, ellos hablaban con las miradas realmente, decían unas cuantas frases y luego se callaban refunfuñando el uno o el otro. Ya se notaba que eran familia, ambos arrugaban la nariz de esa forma tan peculiar cuando estaban enojados, lo cual le era divertido al menor de los tres, que les miraba buscando similitudes entre los dos, porque él en un principio ni parecidos los encontraba, pero vaya equivocado que estaba, casi hasta podrían pasar por hermanos.

―Entonces... ¿no hemos llegado a nada? ―esta vez habló la bien parecida Lilyana, ordenando su cabello una vez más. Su vista no dejaba al hombre que tenía en frente, tenía que ser tan terco―. Te he pedido mil disculpas, fue cosa de antes, sabías en la situación que estabamos y en lo mucho que queríamos que te concentraras en ti.

―No me repitas lo mismo, maldición. ―Ben le miró a la cara― ¿esperas que al venir y disculparte yo acepte que lo que estaba primero era mi bienestar? ¿qué piensas que voy a creer después de la mierda que me lanzaron?

―No podemos quedarnos atrapados en este mismo tema, Benjamín. Te quiero, eres mi primo y no tengo a nadie más que a ti cercano a mi. Quiero hacer las pases, el pasado es pasado, primo.

―Pues ve pensando mejor que aunque sea pasado, puede alterar muchas cosas en el futuro. ―bufó, llevando su mano hasta su frente― las cosas no siempre son las mismas...

―No te sigas amarrando a lo que pasó, son cosas de antes. Mi tía también está arrepentida, de hecho, fue ella quien me pidió preguntar como estabas en realidad antes de venir.

―Era eso... ―el oji-verdoso frunció el entrecejo―. En realidad ya me parecía que esta conversación no llegaría a ningún lado. Hazme el favor de irte, no me interesa.

―Benjamín, no te comportes como un niño ¿te das cuenta que sólo te encierras en esa burbuja de odio? Siquiera te das el tiempo de pensar bien las cosas, te dijimos que con ella no tendrías un buen futuro, y mira cómo estás. ―Lilyana se le acercó, lo que solo provocó que Ben inhalara despacio y se levante de su asiento— Debes pensarlo, no puedes perder todo lo que tuvimos solo por un malentendido...

―Lo pensaré. Pero te repito que no metas a Margaret en esto. ―mencionó con un tono ronco de voz, aun no superaba esa herida que había quedado cuando ella lo dejó, y no fue hace mucho― No estoy de humor para que vengas a molestarme.

―Oh por supuesto, tú nunca estás de humor para nada. Mejor hazle caso a tu prima, las cosas de antes pueden quedar atrás o sino trata de enfrentarlas con madurez. ―Bennett suspiró mirando a ambos, más que nada porque estaba tan pegado a oír la misma conversación en cíclica a cada rato―. Pueden empezar de nuevo, no es necesario que te esfuerces en mantenerte resentido, en el fondo es obvio que quieres a tu familia, a tu prima y a tu mamá, no puedes sólo odiar a tu mamá, porque quieras o no va a seguir siéndolo siempre, por más errores que cometa.

―¿Ves, Benjamín? Bennett también piensa lo mismo, deberías escucharlo, es tu amigo y supongo que si está contigo a pesar de saber lo muy bruto que eres con tus amistades debe ser un gran amigo tuyo.

―Los amigos se apoyan en las buenas y en las malas, recuerdo haber tenido compañero así en mis días de escuela. ―mencionó Ben arrugando el entrecejo, dirigiendo su vista en dirección al de cabellos morados quien al parecer había captado su mensaje indiferente.

―Ejem... como dije, es mejor que no hablen de esto, ya sabes como es después de todo, él siempre tiene razón hah. ―Bennett nervioso rascó su nuca y apartando la mirada.

―Primo eres muy mal amigo tal parece... pobre Bennett que tiene que estar soportando tu actitud.

―¿Mi actitud? ―preguntó molesto echándose hacia adelante para encararla― ¿qué me dices de la tuya? Eres mucho peor que yo. ―reclamó― Y ni vengas a meter a Bennett en esto, nada tiene que ver él aquí.

―Claro, no tiene que ver porque no te conviene que un amigo tuyo te lleve la contra cuando tiene razón. ―Lilyana seguía debatiendo con la mirada fría y una curva formada por sus labios.

―¿Qué sabes tú? Mejor ve levantando tu trasero de mi sillón y lárgate.

―Oh vaya ¿así es cómo tratas a una mujer? ―decía la mayor enojada mientras apretaba el reposa-brazos del sillón con las manos―. Empieza a tenerme respeto, que soy mucho mayor que tú, Benjamín.

―¿Y qué si lo eres? No tendría que importarme, eres una molestia de todos modos. ―fruncía el entrecejo Ben levantándose del asiento para mirarla― Empieza a hacerte la idea de que no quiero saber nada de ti ni de ninguno de ellos. Lárgate o te echo yo mismo.

―¡No me hables de esa manera, Benjamín! ―se levantaba también molesta― ¡Respetame, maldita sea!

―¡Respetame tú a mi antes, mierda! ―Su mirada era amenazante. Para el menor de los tres era como ver una pelea de perros furiosos― ¡además no levantes la voz en mi casa!

―¡Tú no me levantes la voz a mi primero!

―Hey, escuchen... ―trataba de calmarles Bennett que estaba algo nervioso de tanto griterío. ¿Cómo es que parecían tan serios y gritaban como dos niños pequeños? Empezaban a inquirtarle un poco esas actitudes que tenían al parecer de familia― ¿pueden calmarse un poco?

Se sentía pequeñito mirando todo y sabiendo que no podía hacer nada teniendo en cuenta que ambos ahora se desviaban del tema y discutían por cosas cotidianas del pasado o eso pensaba. La mujer le gritaba molesta, enfrentando a su primo en busca de hacer las pases que en este momento parecía algo difícil, mientras que el peli-turquesa le discutía cada una de las cosas que decía imponiendo su posición como si fuera un ser superior.

Entonces pensó en los perros ¿quién no se asusta al ver un perro enojado? Miró a ambos canes adultos y sonrió ideando la forma de separar a ambos morenos insoportables.

Más tarde... Ben estaba sentado tranquilo suspirando mientras escuchaba toda la conversación de la mujer, tranquila igualmente. Los perro negros estaban sobre ellos, ladraban cada cuando ambos empezaban a tensarse, si que eran buenos ayudantes cuando Bennett lo requería.

―Bien, no hablaremos más de esto, quizá si se te enfría la cabeza puedas entender mejor y dejar de revolver todo lo malo ―ella suspiró― Sé que fue duro todo esto, pero ten en cuenta que nunca quisimos hacerte daño o alejarte de nosotros.

―Como sea, no te voy a prometer nada... ―sonrió un poco cansado Ben, esta vez desviando su vista al pelimorado, que entre tantas y tantas discusiones logró hacerle bajar los humos y aquello por más molesto que sea terminó por hacerle pensar, a parte de que los perros si que daban algo de susto cuando gruñian― pero yo no voy a dejarte entrar aquí una próxima vez.

―Entonces contesta mis mensajes...

―Eres irritante, Lilyana.

―No más que tú.

Bennett se mordió el labio. Ambos ahora se habían quedado en completo silencio y se sentía algo extraño espirar y oír su respiración resonar. Estaba siendo observado por las penetrantes miradas de los mayores sobre él, haciéndole estremecer.

―¿Qué es lo que pasa? ―Bennett retiraba los cabellos que se pegaban a su rostro, algo nervioso y tieso― Ay yo... ¿estoy molestando? ―levantó una ceja inseguro― b-bueno... yo ya hasta sentía que sobraba un poco aquí heh.

―Para nada, Bennett. Ya eres testigo del carácter de este hombre ―decía con recelo la chica mirando a su primo con molestia― me sorprende que sigan siendo amigos.

―¿Qué?

―Hablo de que hasta ahora no has dejado solo a este zopenco, Benjamín llega a ser insoportable y hasta evade las cosas de forma enorme. No deberías de ser su amigo, es un odioso.

―Cállate. ―Ben le miró molesto.

―¿Por qué no? Él no es tan malo... ―sonreía el pelimorado ladeando la cabeza mientras apretaba los labios mirando al moreno que fruncia el ceño― De todas formas, no creo que esto importe, ustedes hablaban de sus asuntos. Iré... a jugar con la cachorra un monento, no se preocupen por mi.

•[▪]•

Cuando la chica se fue, Ben fue el primero en dejar de mantenerse tenso y en respirar más libremente. Bennett a su costado estaba extrañado, naturalmente se daba cuanta de los problemas y asuntos de Ben siempre que este los dejaba a flor de piel con una mueca de disgunto o preocupación, pero ahora su rostro expresaba algo de melancolía. Suspiró suavemnete esperando no molestar al contrario, pensaba que sería mejor dejarlo solo y que piense en las cosas que le trató de hacer entender su prima.

Sin embargo se nagaba a dejarle completamente solo cuando algo en su mente le decía que tenía que estar con él para al menos hacer de presencia al de ojos esmeralda.

Uno de sus perros ladró despacio subiéndose sobre las piernas de su dueño, para apoyarse en él y lamer su rostro. Bennett preocupado por molestar, miraba a Ben cada cinco segundos, no era muy silenciosa su forma de intentar salir del departamento del mayor.

―Shh Alan, no hagas tanto ruido... ―Bennett observaba a su otro perro― lo mismo para ti, Matthiew. ―decía despacito en el pasillo, ahora agachado para acariciar a sus compañías― vamos, tenemos que irnos. No despierten a la cachorra.

Bennett se levantó, peinó su cabellos con sus dedos y los recogió en una casi perfecta coleta baja, para seguido tomar una gran cantidad de aire y caminar hasta la puerta para irse con sus perros.

―Hey...

―¿Q-Qué pasa? ―Al instante el menor se quieto quieto girando la vista para divisar al mayor.

―Ven un momento, quiero hablar contigo.

―¿Q-Qué pasa? ―hizo caso a las señas del moreno y se sentó a su lado, consiguiendo que los canes hicieran lo mismo a un lado del sillón. Dirigió su vista hasta los ojos verdes de Ben, este también le veía, sólo que con una muy bien disimulada sonrisa posada en sus labios.

―Eres un sujeto molesto, al menos pudiste haberme avisado que llegarías aquí con esa mujer. ―Ben empezó a hablar. Bennett iba a quejarse pero fue callado por la insistinte mirada del mayor― pero supongo que necesitaba ese empujoncito de todas formas, no es fácil para mi lidiar con este tipo de cosas. Está más que claro que ella abrió la boca y te contó todo.

―No así, sólo me comento sobre los problemas que tuvieron como familia... ―dijo el menor en un suspiro largo, llevando sus manos empuñadas sobre sus piernas, algo tenso― de todo lo que pasaste por Margaret... y de lo que sucedió contigo por ella. ―.Ese tema era el núcleo de su molestia. Se mordió el labio.

―Yo la amaba, ellos no entendían lo que me pasaba en ese entonces. ―refunfuñó Ben con fastidio. Pero logró estabilizar su voz a tiempo antes de espantar al pelimorado a su lado, ladeando la cabeza con su rojiza mirada pegada a él― Margaret fue muy importante para mi y lo siguió siendo hasta... sólo fue importante.

―Lo sé... yo la verdad... no quería sacar ese tema... d-digo que tú hables del tema... porque bueno lo.. lo que quiero decir es que... verás...

―¡Modula, maldita sea! Que me pones nervioso. ―le encaró Ben exaltado.

―¡Ah, lo siento mucho!

―¡No te disculpes por cualquier cosa, tonto! ―Ben se llevó dos dedos a la sien.

―¿P-Perdona? ―volvió a disculparse algo interrogante, agachando los hombros.

―¡Cielos, deja de ser raro! ―Ben suspiró mirando al techo. Se llevó ambas manos al pelo peinando este mismo, sintiendo como la acosante mirada de Bennett se posaba sobre él. Aquello ya no le molestaba tanto como antes― Está bien, de todas formas eso no era lo que trataba de decir en primer lugar ―regresó su verdosa vista hasta el menor― tan solo quería agradecerte, tu actitud metiche, de alguna u otra forma, me ayudó un poco ahora. No tomes eso como un punto bueno a un error que tienes que corregir de ti mismo.

―¿Qué? ―Bennett parpadeó, pero al segundo sonrió. Se acercó con disimulo a Ben, deslizándose sin ser percibido por el sofá hasta quedar a su lado― Heh de acuerdo, supongo que no es nada y trataré de no meterme mucho en tus cosas.

―Por cierto ¿tienes algo que hacer la próxima semana?

―¿Por qué?

―No me respondas con preguntas, Bennett. ―entrecerró los ojos con molestia.

―Disculpa... ―Bennett llevó un dedo hasta su barbilla, pensando en si realmente tenía un pendiente. Normalmente sus dos jefes eran muy permisivos con él, por lo que no le presionaban demasiado, justo ahora que se acercaba la Navidad― Pues la verdad es que... aun no tengo pensado viajar, así que se podría decir que estaré libre.

―Mm... ya veo.

―¿P-Por... ―Bennett respiró hondo, volviendo a vocalizar― ¿Por qué lo preguntas?

―Era sólo una pregunta. Parecías un idiota con esa mala cara de hace un rato, no me gusta ver malas caras... eso es todo. ―Ben suspiró.

―Oh, está bien. ―el menor mordia ya como un afán su labio inferior y de vez en cuando apretaba los dientes― Bien, yo creo que... mejor me voy yendo. No quiero incomodarte más y acabo de recordar que... ―se levantó, causando que a su vez, ambos animales de pelaje azabache hicieran lo mismo moviendo sus colas de un lado a otro― tengo algunas cosas que hacer.

―Claro. Suerte con eso, y... gracias.

Bennett supo que hasta allí había quedado lo poco y nada que habló con él. En su cabeza tenía visualizado un bonito día pasar aun si no contenía las ganas de echarse a la cama a dormir, pero al parecer nada resultó. Pensó en ir a dejar algunas cosas a su residencia y salir con los perros como se lo había prometido a ambos.

Pasó todo un momento para reincorporarse a donde estaba; parado frente a Ben dándole la espalda mientras... la sensación de su mirada indiferente le consumía haciéndole sentir tonto en donde estaba.

―¿Piensas quedarte parado ahí todo el rato o qué? ―le dijo Ben, recargando su brazo en el respaldo del sofá, cruzando las piernas mientras desviaba la mirada hacía el móvil que ahora tenía en mano.

―Heh disculpa. ―el de ojos escarlata suspiró, dándole una entendible señal a sus perros para empezar a caminar a la puerta― cielos... es extraño...

Soltó un ligero jadeo tocando el material de la puerta con sus dedos, junto a una exhalación larga que le hizo ver como un distraído. Ben desde su sitio trataba de impedir que una sonrisita se posara en sus labios tras la actitud del pelivioleta. Se acostumbraba a ese comportamiento único de su colega, tanto que hasta le agradaba en cierto modo, sin embargo arribaban a conseguir sensaciones forasteras que le impedían verle de buena manera aun si... aun si realmente deseaba tenerle un afecto distinto.

―Hah deja de farfullar tonterías y vete de una vez. Digo, por la cara que habías puesto debe de ser importante lo que ibas a hacer.

―Eh... cierto, es importante.

El decaimiento en el menor era notorio, y el peli-turquesa supo exactamente como reanimar esa postura en él, era muy predecible a decir verdad. Ver a Bennett desanimado era mucho más molesto que verle soltando risas como imbécil todo el día.

―Te ayudaré con los perros en un rato... iré para allá después de un descanso... no me he olvidado de eso. ―habló― y odio admitir cuando tienes razón, pero creo que descansaré un poco antes, para relajarme.

― ... Claro. ―sonrió calmado. Giró la perilla y salió de rápido seguido de los dos mallorquines. Iba a irse, pero no sin antes asomarse por la puerta y volver a sonreirle al moreno, como si fuera el punto final de cada oración dedicada a Ben―. Entonces descansa.

Y acabó yéndose de allí un poco más calmado.

Ben por su parte solo miró al techo con frustración y cansancio. Deslizó su brazo por el sofá hasta llevarlo a su frente cálida «Maldita sea, no de nuevo» Bufó con cansancio en la mirada, hundiendo la vista fija en el lechoso techo, era el blanco en el que se encontraba. Divagada en las cosas que siempre pasaban, decidió mudarse lejos para no mantener contacto con temas de este tipo, y siempre lo que conseguía de alguna u otra forma llegaba a ser lo contrario. Detestaba que las cosas no fueran como esperaba.

•[▪]•

Bennett entró a su vivienda, exhalando varias veces en busca de la regulación prescisa de su respiración. Cerró la puerta cuando sus mascotas ingresaron. Se recargó en la puerta mirando arriba como si buscase algo al observar, tan solo se mantuvo pensativo unos segundos, mordiendo su labio.

Decidió no pensar más en eso y se centró en los ladridos de sus dos fieles amigos. Caminó tranquilo a la cocina, guiado por los dos canes, quienes se detuvieron en sus platillos de comida vacíos. Sonrió sintiendo ternura de ello, caminando hasta los cajoncillos de al lado para buscar su comida, él usualmente dejaba la comida de los perros en cualquier sitio, pero siempre recordaba el último sitio en el cual la guardó.

Vacío un poco de esta en ambos platos, dejando agua junto a ellos. Acarició el pelaje de Alan y Matthiew, pasando suavemente su mano por sus cabezas y lomos, hasta acabar como siempre hacía, en la punta de las colas de ambos, repitiendo el ciclo unas cuantas veces. Eso siempre le relajaba, al igual que oír el crujido de las croquetas al ser masticadas por los perros comiendo contentos.

Era divertido tener unos compañeros como ellos; no eran charlatanes, no había miradas incómodas y sobre todo en esos momentos de silencio les tenía allí con su compañía sin condiciones, donde después terminaban divirtiéndose haciendo cualquier actividad en casa.

No quiso hacer nada en todo lo que quedó el restro del tiempo solitario en su departamento, metió su mano dentro de su chaqueta, buscando los papeles que guardó en los bolsillos internos. Se tiró al sillón de la sala para leerlos tranquilo. Llegaba a aburrirse muchísimo cuando eran temporadas como estas y estaba solo.

Un largo rato después...

―¿Por qué demonios nunca cierras la puerta, hombre? ―.Una voz relajada y ronca le tomó por sorpresa, seguido de un pequeño y agudo ladrido. Se giró para mirar, encontrándose con la persona que a gritos internos llamaba su conciencia.

Echó su cabeza hasta atrás para mirarle, con una extrañeza que era muy notable en su mirada. Pero decidió dejar que la impulsiva alegría le domine como solía a hacer con su actitud.

―Se me olvida... ―le veía allí, parado en la entrada a su departamento, recargando la espalda en el marco de la puerta, de brazos cruzados. Se revolcó en el sillón, girándose como un animalito contento de ver a su dueño regresar a casa. Ben no lo sabía, pero, cuando él venía a visitarle le causaba una conmoción inmensa, descongelaba sus engranajes tiesos y le daba vida a su mundo― Pero no te quedes ahí, pasa, adelante.

―Menuda sorpresa ¿qué te pasó ahora para qué estés tan contento? ―la indiferencia en su mirada era de notar, pero el interés en sus palabras estaban muy bien disimuladas. Bennett no podía notarlo y eso le gustaba.

―Nada interesante, para el poco rato que he estado aquí.

―¿Poco rato? Pero si ya ha pasado bastante, por eso estoy aquí con el perro. ―Ben levantó una ceja.

―¿Cómo? Si hace poco llegué y...

―¿No tienes noción del tiempo o qué? ―el mayor torció los labios― Yo he estado aquí parado esperando que salgas de tu mundo... ―rodó los ojos. Echando un suspiró al aire, para tomar acción de sus pasos.

―Heh lo siento.

―Sí, claro. ―Ben apartó la vista con las manos sobre sus costados― No sé como lo haces pero, a veces me quitas las ganas de salir a caminar con sólo verte.

―¿Por qué... te dan ganas de pasarla conmigo y mis perros aquí? ―Bennett inclinó su cabeza apoyando sus manos en el respaldo del sillón.

―No, porque con sólo mirarte así me da flojera. ―mencionó Ben― y peor aun ¿cómo es que tú llegas a pensar en salir teniendo semejante desastre aquí? Si me dices que hubo un tornado aquí o algo, te creería. Ni siquiera esta pulga es tan desastrosa. —dijo, mostrando al cachorro que acababa de safarse de sus brazos y entraba al departamento corriendo en dirección a los otros dos perros.

―Hey, pero si no está tan desordenado. ―Bennett miró hasta atrás, dándose el tiempo de apreciar el poco desorden que había―. Bueno si un poquito, pero casi nada. Luego recojo algunas cosas.

―¿En serio puedes llegar a descansar con todo esto? Es como dormir encima de un basurero. ―críticó el peli-turquesa cruzandose de brazos.

―¡Oye! Tampoco es para tanto, yo lo veo muy limpio...

―Muy limpio es decir demasiado, sólo déjalo en... se ve algo limpio. ―comentó― pero da igual, no me importa mucho. Volveré en un rato.

―¿Qué? ¿por qué?

―Porque no me agrada estar en un lugar sucio. Con suerte estoy contigo como para encima tener que...

―¿Qué me tratas de decir?

―Nada del otro mundo, sólo que eres algo desordenado. ―enfatizó en la palabra exhalando de brazos cruzados.

―Mm... talvez no lo soy y sólo eres tú al que le gusta tener todo tan organizado ―infló las mejillas desviando la vista al suelo, donde habían unos cuantos pares de zapatos y una que otra prenda de vestir― además... no espera, quiero decir que...

―No hace falta buscar los errores...

―¡Uhhff, ya, bien! ―Bennett se paró de donde estaba, agachandose para acomodar algunas cosas. Agarró el libreto y lo dejó en la mesita de al lado― Bebés, pónganse allá ―apuntó el sofá a los perros, quienes levantaron las orejas abriendo un poco más los ojos― eso es... tú también pequeña.

―Deja de hablar con los perros... encuentro tan extraño que les hables así.

―¿Qué hay de raro en eso? Ellos si entienden lo que les digo a diferencia tuya. ―bufó.

―Entre animales se entienden, supongo.

―Qué gracioso eres. Hah si que eres muy gracioso... ―Bennett hizo un puchero.

―No te estoy haciendo gracia, mocoso.

Bennett no le dijo nada más, pero agradeció que el moreno se quedase dentro de su departamento esperando mientras el ponía algo de orden al sector. Los perros de vez en cuando echaban miraditas en dirección a Ben, quien solo torcía levemente los labios cruzandose de brazos, observando directamente al pelimorado limpiar la sala.

Ya iba a admitir que le gustaba lo obediente que él era, haciendo todo con poco entusiasmo pero de igual modo con esa linda sonrisa en la cara. Se golpeaba mentalmente recriminandose a si mismo lo estúpido que estaba siendo, lo muy poco maduro que era de su parte seguir con la ridícula idea de que la fina sonrisita y el esbelto cuerpo del joven frente a él no era algo de lo que debía culparse por apreciar.

―¡Ya terminé! ―Bennett dio un soplido al aire, con las manos sobre su cintura y una algo floja sonrisa en la cara― ¿está todo bien?

―Sí. ―contestó como siempre, dejando que la influencia de una mirada distante hiciera el trabajo de detener los pasos del menor que venía ya a su dirección.

―¿En serio? Pero es que te vi y...

―Mejor agarra a tus cosas pulgosas y vámonos yendo de una vez.

―¡Oh cierto! Voy por sus correas y las demás cosas, no me tardo. Tengo una correa pequeñita para la nena también, voy a buscarla. Espérame. ―Bennett ignoró todo lo demás y se fue a por las cosas de sus perros dejando a un Ben aliviado por el momento. Estaba seguro de que a este no le apetecía hablar cuando se ponía a hacer recuento de sus cosas.

•[▪]•

Se hallaban ambos en la plaza central, era bueno que por el frío la mayoría de familias o personajes sin relevancia se quedaran en sus casas. La mayoría de gente viajaba en vísperas de Navidad y eso era agradable cuando hablabamos de dar un relajado paseo por las calles. El frío era tan abrazador y el viento paseaba al rededor de sus cuerpos cubiertos con chaquetas.

Bennett sostenía las correas de sus dos mascotas que le guiaban por el camino destacado de asfalto en la gran plaza, sonreía como nunca teniendo de compañía a Ben, que aunque no hablase mucho y tan solo siguiera sus pasos tratando de no soltar al cachorro que corría a ratos, era agradable tan solo verle que escuchar sus quejidos cada cuando hacían una parada porque los perros se ponían a jugar entre si.

―¿Me darías esta bufanda? ―preguntó de la nada Bennett girando su cabeza para observar al más alto levantar una ceja sin ni una reacción sobresaliente. La prenda tenía el aroma de Ben en ella y siempre la usaba cuando a él se le quedaba en su apartamento. Suspiró hundiendo la punta de su nariz en la misma que rodeaba su cuello tapando parte de sus labios.

―Bueno... ya prácticamente es tuya. ―le dijo Ben dejando de mirarle.

―¿Eso quiere decir que sí? ―Bennett inclinó la cabeza.

―¿Qué crees tú? ―volteó a mirarle frívolo con los labios torcidos y el entrecejo algo fruncido.

―Muy bien, muy bien... entendí. ―La mirada rojiza se despegó de inmediato de esa linda mueca en el rostro de Ben, siempre que le veía de esa forma hacía que algo extraño se revolviera en su estómago. Ben era frío pero tierno a la vez, y podría jurar que aunque llegue a ser un bicho estorboso para el otro, el peli-celeste si llegaba a tenerle paciencia y a quererle aunque sea un poquito― Gracias.

Besó disimuladamente la tela de la bufanda roja que envolvía su cuello dándole calor. Con mucho cariño en la mirada se empezaba a perder dentro de las olas de sus pensamientos, dejando que sus pies se muevan solos siguiendo el recorrido que los mismos mallorquines hacían.

Con una mano agarraba bien ambas correas con el cuidado de no soltarlas, siguiendo con el delicioso aroma de la tela impregnandose en él, le agradaba usarla después de que el moreno lo haya hecho. Llevó su mano libre hasta su rostro, tocando lo cálido que estaba aun si el frío hacía que su piel se pudiera algo tiesa, la bajó hasta sostener la tela rojiza y llegó hasta su pecho colocando sutilmente su palma con una sonrisa oculta bajo la capa de color carmín.

Ben sólo... se le quedó mirando de un segundo a otro, con curiosidad de ver las facciones del menor, y sonrió cuando solo se centró en el hecho importante de que él era lindo. Era lindo a su manera y trataba de grabarse en la cabeza que encontrar agradable a otro hombre no tenía nada que ver con cualquier distinta atracción física.

•~•~•~•~•~•~•

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro