•°~°Capítulo 28°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

•[▪]•

Era un nuevo, bonito y calmado día, mismo donde un veinteañero peli-mora se levantaba tallando sus ojos. Miró un tanto desorientado a su alrededor y agarró su celular una vez se sentó al lateral de su cama; ya era hora del comienzo de otro día.

Un buen día corriente en el que podría estar libre, salir a pasear con sus perros y quizá disfrutar de la heladora brisa en medio de la plaza. Talvez y sólo talvez, podría pasar a saludar a Ben, pero suponiendo que no estaría despierto, se apresuró a arreglarse y quitarse esa cara de no haber dormido en días, con un poco de agua, peinarse el pelo y atarlo en una coletilla baja.

Se vistió con un chaleco delgado color verde claro de cuello alto y por encima una chaqueta abierta de un color verde más oscuro, Bennett ya creía que el color verdecito le venía bastante bien hoy. Cuando acabó de atarse las botas y de alimentar a sus perros, les puso sus correas y acarició por detrás de sus orejitas antes de agarrar algunas otras cosas básicas, entre ellas, su celular, sin olvidar quitarle el silencio y luego de ello, tomó bastante aire al salir de su departamento.

Por supuesto que pasear con sus perros era tan entretenido y estimulante, ellos a pesar de ser unos perros adultos, eran juguetones y energéticos; al quitarles la correa a veces salían a correr los tres juntos y aunque ya no podía hacer eso en público, se conformaba con conservar su sencillez sentándose en el bien cuidado pasto a juguetear con ellos como solían hacer.

Bennett no era alguien que se preocupaba tanto por mostrarse desordenado en medio de la plaza paseando a sus dos fieles caninos, porque eso era algo tan simple y significativo que, con el tiempo le encantaba mostrar al aire libre.

Sentado luego en una banca de madera robusta pintada de un blanco crema, se puso a entregarles alimento a sus perros en lo que se echaba para atrás pegando su espalda en el respaldar, apreciando el cielo lechoso de un día nublado y brillante. Estaba ansioso a que las horas pasasen ya para poder ir a ver a Ben, lo quería ver, sí.

No iba a reprimirse cuando ya que estaban mejor los dos. De pronto, una figura alta cubrió el sol blanquecino que llegaba a su vista, y entonces, allí pudo ver al sonriente Jeremy con una cámara colgando de su cuello. Algo que ya le era bastante típico de ver.

—¡No esperaba encontrarte aquí, mi amigo! —saludó Jeremy agarrando su cámara con las manos para posicionarse en frente, sin cubrir del todo la luz del sol— Voy a aprovechar a tomarte fotos ¿puedo? La luz está genial, sólo déjame agarrarte un ángulo y...

—N-No, Jeremy ¿qué haces? Para... —Bennett se cubrió la cara ante eso, el mayor era bueno captándole en momentos inesperados y de seguro debió de salir raro, con la cara roja y viendo a otro lado— Cielos... no me tomes fotos en la calle. Te he dicho que no me agrada mucho.

—Perdóname la vida ¿qué pasó? Si ahora te veo muy, muy recompuesto. —Jeremy dejó su nueva cámara colgar y se sentó a un lado del chico, dándoles una palmadita en la cabeza a ambos caninos— Bien, cuénteme mi niño. —bromeó, también palpando el hombro de Bennett.

—No voy a hablarte de esto en público. —Bennett se encogió de hombros.

—Vaya, ni siquiera hay tantísima gente. —comentó Jeremy— Bien, entonces háblame de tus vacaciones, fuiste donde los señores Thompson ¿preguntaron por mi?

—Oh sí, mis padres siempre se acuerdan de ti, Jeremy. —sonrió Bennett— Se sorprendieron un poco cuando les dije que en lugar de regresar siendo médico regresaste siendo fotógrafo. Aunque están felices de que estemos cerca...

—Hah por supuesto, aún eres un bebé para ellos, tu mamá se sentirá mucho mejor al saber que vivimos cerca, por algo te cuido. —mencionaba el peli-cobrizo con un tono simpático— Además de que eres muy desastrozo, seguro te regañan por querer hacer todo tu solo.

—Claro heh, ellos son así...

—Entiendo... —Jeremy tras un silencio, dirigió de nuevo la mirada atenta al menor, alzando una ceja— ¿y cómo estás tú? Porque por como te veo... seguro tiene que ver con ese amigo tuyo ¿puedo ser chismoso, Bennett?

—Sólo... sí, estoy mucho mejor. Sigo teniendo una fea sensación luego de todo, pero no es nada comparado con lo bien que se siente hacer las cosas a mi manera y volver a ser amigo de Ben. Eso es todo. —contestó Bennett dirigiendo su vista a un lado, con ciertos nervios.

—Ya ¿tan rápido? Mira que ese hombre es un raro igual que tú. Creo que me alegro, en verdad. ¿Entonces si vas bien? —Jeremy al recibir un asentimiento de cabeza del menor, alzó ambas cejas con una suave sorpresa— Mmm, pues supongo que las cosas a tu manera van mejor que mis ideas hah.

—Hmmh no —Bennett negó con la cabeza— en realidad eres un gran consejero, Jeremy. Te hice caso, lo pensé, me incluí, y entonces me armé de valor para ir a verlo esperando afrontar cualquier cosa que eso me hubiese traído, y... salió mejor de lo que esperaba. Gracias por escuchar mis cosas.

—Oww, me sonrojas, amigo. Estoy bien contento por ti y... por mi. —anunció Jeremy haciendo un guiño en dirección al pelimora— Porque de ese modo, te irá mejor en las fotos y en todo. Hah siempre en las que sales contento son las que mejor se comentan, además el verde te queda bonito. Tu ganas, yo gano. Es un placer escucharte siempre y saber que de a poco te vas ganando a ese tipo tan duro.

—Sí, creo que hasta hemos avanzado un pasito más... —mencionó el menor sosteniendo entre sus manos la cabeza de uno de sus perros, acariciándole a los lados y tras sus orejas negras— él es más sincero, me mira a los ojos y sonríe en serio. —Al decir eso, le costó mucho reprimir una rosa anímica y boba— M-Me dijo que me aprecia... claro, es obvio que como amigo porque el que me guste no significa que de pronto él cambiará toda su forma cerrada de pensar y me vea igual, digo, soy iluso pero no tanto heh.

—Ay, niño, si hasta para hablar de él suenas iluso y contento. —el mayor pasaba un brazo por los hombros del menor, sonriendo— Bennett, espero que de veras te vayan bien las cosas.

—Mh gracias... yo también.

•[▪]•

Tras una entretenida sesión de fotos para su amigo Jeremy, Bennett partió contento hasta su departamento sosteniendo a sus perros con alegría, subió por el ascensor hasta su vivienda para permitirles a sus mascotas dormir y luego de un rato fue hasta el décimo segundo piso. Había tocado un millón de veces y se impacientaba mucho, incluso si en realidad sólo había tocado cinco veces, pero para Bennett había sido una eternidad.

—¿Qué demonios, Bonnie? Toca más despacio, estaba ocupado. —La figura somnolienta de Ben se asomó por la puerta, de la cual también escapó el perro a saludar mientras Ben se acomodaba su cabello

—¿De casualidad estabas... durmiendo a esta hora? Pero si van a ser las once. —mencionó Bennett sosteniendo a la cachorra entre sus brazos, sin dejar de mostrar una confundida sonrisa.

—No sé de qué me hablas —Ben se cruzaba de brazos.

—Está bien. Yo... —Bennett iba a decir algo, cuando vio al mayor moverse a un lado, sin decir nada. Dudó agachando las cejas.

—¿Quieres entrar o ya tienes una manía por quedarte parado en mi puerta? —Ben habló, aunque sonó cortante y serio, no era así, pero aquel tono de voz siempre lograba poner tan sumiso e inseguro a Bennett que, entre un nervioso gesto de afirmación simplemente entró como si fuese lo más normal— Bien, siéntate donde gustes, yo... voy a terminar unas cosas importantes.

—Ah sí, aún tienes cara de sueño heh —dijo casi sin pensar. Ben frunció el ceño, el menor sonrió, sabía que a nadie le agradaba que le vean con cara de haber batallado con una almohada, pero no comprendía como es que hasta siendo de esa manera, Ben se viese tan bien a sus ojos; con el pelo despeinado, la cara cansada y una camiseta blanca, de mangas cortas y una raya simplona de forma horizontal en medio— Bu-Bueno yo te esperó. —dijo, para evitar esa mirada de reproche que ponía Ben.

No pasó demasiado, pero se sintió como tal. Tras multiples jueguecitos con la canina pudo ver algo glorioso aparecer por el pasillo: un Ben peinándose el pelo con los dedos buscando crear ese fleco abierto mientras vestía una camisa gris y un pantalón de mezclilla oscuro haciendo juego.

Bennett temblaba con la cachorra en los brazos y si no fuera porque sabía mantenerse a raya, estaría poniendo una expresión boba. Lo miró de reojo, esperando no verse muy invasivo al hacerlo. Aunque quizá había sido tarde, pues Ben le había dedicado cierta mirada inquieta e insinuante una vez sus miradas se conectaron y este rodó los ojos.

A Ben más que invadirle, cosa que si lograba, le hacía empezar un análisis a esa forma tan particular que tenía Bennett de mirarlo, una muy rara.

—Bien. Para de mirarme así. —dijo Ben acercándose y sentándose a un lado como si nada, como si no hubiese visto segundos antes los ojos que Bennett había puesto— ¿Hoy también has venido sin una razón específica sólo porque no puedes vivir sin mi o es otra cosa esta vez?

—¿C-Cómo... ah? —La cara de Bennett cobró vida tomando un color rojizo que quiso ocultar mirando a otro lado, pero que aun así se notaba.

No entendió a qué vino esa pregunta pero, al menos Ben se mostraba de buen humor a pesar de que con esa cara de sueño que tenía antes pareció que iba a dejarle fuera para seguir acostado.

—¡Bromeo! Sólo bromeo, cálmate. —Ben rió para ocultar lo extraño que había sido, pues a diferencia de Bennett, fingir para él era algo cotidiano que podía ocultar bien. Le palmeó el hombro y suspiró.

—Eh, sí. De acuerdo heh.

De pronto un ambiente suave, algo impropio se apoderó de Bennett al momento de hallar la simpatía en el rostro de Ben. Le era difícil reprimirse cuando estaba con él de esa manera, cuando este actuaba tan extraño que lo sorprendía, cuando era cortante hasta para hacer algo amable. Le hizo formar una sonrisita al mirarlo a los ojos, esos ojos de un verde intenso que se limitaban a esconderse entre esas cejas pobladas casi siempre fruncidas, sólo para no mostrarse débiles y reprimidos.

Ultimamente estaba todo pasando de forma tan rara. Le parecía algo irreal que en lugar de enojarse con él, que era lo más lógico porque ambos eran hombres y amigos, Ben se molestó con ella, con la mujer que amó y le dejó. Aunque no podía opinar mucho al respecto, era un tema que seguía haciéndolo sentir intranquilo.

Sea lo que sea, talvez no iba a poner en duda que quizá su amistad era más fuerte, al punto en que Ben necesitaba de su compañía para no estar solo y superarlo. Al punto en que Bennett sabía y podía comenzar a curar esas heridas para cuanto menos, lograr ganarse un afecto más allá que el de un reciente amigo, más allá que un simple y dudoso aprecio.

—¿Te puedo ofrecer algo? Te veo un poco... sediento. —preguntó Ben alzando una ceja al girar su vista al medio ido pelivioleta. Tratando a la vez de romper el silencio.

—Ah sí, sí quiero... —respondió el menor suave y mecánicamente.

—¿Algo que quieras? —se le acercó Ben pasando su mano por enfrente del rostro ensimismado del menor en edad, que parecía mirarlo pero, a la vez no— ¿Alguna cosa que quieras en especial?

—Hah sólo a t-- ¡un juguito! Gracias. —Bennett saltó de su sitio ante la pregunta, normalmente no se perdía tanto en sus pensamientos, pero ya no sabía qué pasaba con él. Se puso derechito y acarició por inercia la cabecita de la cachorra, que saltaba en sus piernas y sacaba la lengua con ánimos.

—¿Bien...? —respondió dudativo Ben.

A la vez, Bennett se preguntaba a cada rato el porqué de ese cambio tan desconocido en Ben, seguía esforzándose en marcar distancia entre los dos pero de igual modo lo trataba amable. Le asustaba a veces pero no iba quejarse por nada, porque también le gustaba este nuevo trato que recibía de igual a igual y la forma tan extraña en que de casualidad hacían contacto visual, era agradable.

—¿Por qué te portas tan simpático de pronto? —se esforzó en preguntar Bennett una vez entre sus manos se halló un vaso con jugo de fresa. Alzó la vista hasta Ben, quien se encogió de hombros— No es que... me moleste o algo así. Sólo que me sorprende que después de todo podamos hablar normalmente sin que... seas distante.

—Mhh sí, digamos que me he tomado mi tiempo para aclarar mis dudas y para aprender a soportarte con todo y tonterías, Bonnie. —respondió el mayor al echarse para atrás en el sofá, mirando a un lado Se giró, y rodó los ojos antes de aclarar su garganta— Digamos que ahora si estoy empeñado en portarme... como es debido contigo.

—¿Como es debido conmigo? —dudó Bennett terminando de vaciar el vaso, relamiendo sus labios tras dejar este mismo sobre la mesita en el centro, mostrando una sonrisa entusiasmada.

—Sí, como un... amigo o algo así.

—¿Amigo? ¿Entonces si somos amigos? —Bennett sonrió.

—Sí, Bennett... tú y yo somos amigos. —Ben rodó los ojos.

—¿En serio?

—¡Hombre! Deja de contestar con más preguntas. —El pelicían lo agarró de los hombros mostrando su frustración de frente ante eso.

Ese si fue un error. Al menos así lo consideró Ben al momento de verlo a la cara; le sorprendía no haberse dado cuanta antes de que la atención que Bennett le tenía era algo... increíble. Incluso teniéndolo así era capaz de verse tranquilo, un poco confundido, aun siendo así, era capaz de poner una de esas sonrisitas que antes más que hacerle creer que eran lo más lindo que había visto, le hacían tener una detestable sensación en la garganta.

Odiaba pensar en eso, pero se detestaba mucho más a si mismo que al adorable del pelimorado que parecía y no sabía que últimamente estaba jugando con su mente, de una manera que ni siquiera entendía bien. De una manera que era irrazonable y repulsiva.

—Está bien, está bien. No lo volveré a hacer y esto...hnm... ¿puedes... soltarme? —el oji-bermellón sonrió una vez los segundos se le hicieron eternos y con ello, tras la analizante y penetrante mirada verdosa sobre él, estaba perdiendo una batalla contra su propia mente y... no quería eso.

—Oh... sí, discúlpame.

—Heh aunque si quieres puedes seguir sosteniéndome y... —habló Bennett, pero se retractó al segundo— digo ¡N-No! No... hah bromeó. Eso suana raro... —carcajeó antes de desviar la vista. No pasó mucho cuando a un lado del peli-calipso, estuvo callado luego de soltarle, creyendo que el silencio que se había formado fue porque... no se pudo mantener callado.

—Lamento eso... me pasé un poco.

—¿Ehh...? No te preocupes. —sonrió el pelimora inhalando hondo antes de regular su respiración—Hey ¿no... quieres salir a algún lugar? El día está... agradable. Y estamos libres aún.

Ante es pregunta el de hebras celestinas alzó las cejas y cuando pensó en qué contestar o en como contestar, tan sólo se limitó a asentir de forma vaga.

Verdaderamente liberador que era el tener la oportunidad de dejar escapar una suave sonrisa sin parecer algo extraño o sentirse descontento consigo mismo. Ben no tenía la fortaleza ni la sencillez como para admitirse algo que todo su ser empezaba a aceptar de alguna u otra manera, pero si la suficiente conciencia como para saber que no iba a repetir los mismos errores al alejar a Bennett.

Después de todo lo que su propia mente había tenido que pasar un camino largo y frondoso, pero sentía que talvez no había sido en vano, este camino nuevo podría llevarle a algún lugar al fin y al cabo.

Sólo era cuestión de la paciencia que no tenía... bueno, no hasta hace poco. Podía ya decir que de a poco la paciencia estaba formando parte de sus nuevas cualidades.

—Me haría bien salir. —Optó por decir el mayor, ocultando el interés que tenía por ello tras mencionarlo. Salir en estos tiempos no tenía ningún mal por delante, la cuestión estaría en cuando estos tiempos invernales acabasen, cuando sus rostros vuelvan a verse proyectados de aclamaciones. Si, necesitaba, no, debía de aprovechar a sentirse libre de caminar por las calles, con el menor al lado, tranquilo— ¿Y qué tienes en mente?

—Bueno... suelo ir a muchos sitios. Aunque si quieres puedes proponer algo a tu gusto. —dijo Bennett manteniendo ese aire calmo que naturalmente adoptaba una vez la confianza reemplazaba la pena del momento.

—No... donde sea que quieras está bien. No me importa a donde vayamos. —contestó el ojiverde haciendo que Bennett a su lado inclinase la cabeza, sin quitar esa pequeña sonrisita. Entonces, fijó su vista en la cachorra que alzaba sus patas buscando atención— ¿Crees que pueda dejarla con tus perros?

—Siempre puedes dejarla con ellos, por mi no hay problena. —respondió el menor al instante— Alan y Matthiew se encargan de que se porte bien... debo decirles que la cuiden y listo.

—Son sólo perros, no niñeras. —dijo Ben sin pensar, y luego vio a Bennett cruzarse de brazos. Vaya, olvidaba como era cuando se metían con sus perros. Rodó los ojos— Digo que, está bien... tú les dices a tus perros que... la cuiden. De todas manera ella duerme mucho en el día, así que no causará alboroto.

—¿Eh? Ah.. sí, eso es bueno. —sonrió el pelimora.

Cuando vio a Ben desviando la vista y restando importancia a lo que había dicho, Bennett levantó las cejas; era curiosa la forma en que se comportaba, naturalmente no aceptaba sus invitaciones a salir si no era de mala gana ¡ni se retractaba por las cosas que decía!

Esta nueva parte de Ben era peculiar, daba más miedo verlo ser amable y estar tranquilo en lugar de siendo amargado y directo. Entonces ¿podía el miedo gustarle tanto?

Oh sí, talvez podía...

•[▪]•

Para Bennett era bastante inusual caminar con calma junto a Ben, mientras se encontraba ocultando su rostro a la altura de la nariz en el cuello de su chaqueta verdosa y un gran gorro de lana sobre la cabeza.

—Hey, mira, me gusta mucho este sitio. —le dijo Bennett jalando inconscientemente del brazo al mayor para caminar hasta una cafetería sencilla, con un destacable aspecto clásico europeo junto a una bonita fachada rústica y rebelde— La música me gusta y siempre hay postres muy ricos —mencionó ya a la entrada de aquel pequeño local— Sé que no te agrada mucho estar entre tanta gente así que pensé en este lugar, es... tan cálido.

—¿Tengo qué? —Ben alzó una ceja.

—Oh ¿no quieres...? —Bennett volteo a verla apenado. Allí fue cuando soltó el brazo ajeno, y sonrió con nerviosismo— Bueno... lo siento.

—No, no, entremos. No está tan mal después de todo —Ben rascó su nuca, mirando a un lado. Maldita sea, detestaba no tener excusas creíbles, no, detestaba que Bennett jugase tanto con sus sentidos que lo ponían nervioso y le molestaban— Además, no vamos a quedarnos como tontos aquí a la entrada ¿o si? ¿T-Tú quieres parecer un tonto? Porque yo... yo no.

«Oh genial». Pensó Ben con fastidio al ver que el menor estaba sonriendo notoriamente satisfecho por su respuesta. Como si de decepción a alegría no hubiera brecha alguna.

Bennett le sonrió negando con la cabeza, ni se esforzaba por disimular que eso le había gustado mucho. Empujó con suavidad la puerta encontrándose con un cálido ambiente rústico, un delicioso aroma dulce a café y a los lados los postres y especiales colgados por toda la pared, a excepción de los grandes ventanales al lateral.

Al entrar, sin preguntar ni nada Bennett agarró esta vez de la manga de la chaqueta ajena, para caminar hacia una mesa al fondo, una apartada y con una mejor vista a la calle junto a unas lindas decoraciones.

—¿Sabes? A pesar de que no te gusta venir a sitios así, siempre... me dices que si. Supongo que agradezco que ahora te guste pasar más tiempo conmigo... c-claro, como amigos, porque somos... amigos hah. —mencionó Bennett riendo de los nervios luego de hacer una seña silenciosa al mesero. Suspiró y se mantuvo calmado— ¿tú... no quieres algo? Digo, ya sabes... algo, eh...

—Sí, sí... obviamente querré algo. El agradable aroma a dulzor se siente muy prometedor. —Ante eso Bennett sonrió, alzando las cejas con entusiasmo— Pero no te preocupes, yo pagaré lo mío.

—¡Ah! Pero es que yo...

—Ya he dicho.

—Vale —el menor oprimió sus labios, achicándose de hombros— pero a cambio luego de esto, quiero ir a otro lugar... contigo, ¿si puedo?

—¿Me estás preguntando si quiero o me pides permiso? —Ben no logró guardarse una risa para si mismo, por lo que luego de ello esbozó una sonrisa con agrado al ver como el menor se avergonzaba en frente de él.

—Es cierto. —Bennett suspiró— Yo lo estoy... lo estoy proponiendo.

—Hah en ese caso ¿qué pasa si te digo que no? —Ben alzó una ceja, haciendo que Bennett apretara los labios aun más.

—Te diría que eres un pesado. —el menor suspiró soplando su flequillo— Pero supongo que está bien... digo, de todas formas vas a tener que ir conmigo después a recoger a tu cachorra ¿o no? —sonrió.

—Hmm... ¿quién dice que no vas a ser tú quien vaya a entregármela? —dijo Ben entrecerrando los ojos.

—B-Bueno, no porque... porque la perrita está... mejor conmigo y seguramente a ti te hará falta tenerla así que ¿irás... a buscarla tú? —dudó Bennett pero se mantuvo firme— Eso creo, es obvio que la extrañarás.

—Yo creo que tú me extrañarás a mi... —soltó Ben de pronto, pero luego de eso casi sintió que estaba hablando de más— Ah... es sólo, porque nadie puede estar... sin mi. Por supuesto. Soy tan necesario hah.

—Eso es... está bien. Yo puedo ir a dejártela cuando quieras, s-supongo que no tengo problema... sabes que siempre termino siendo yo quien va. —sonrió el pelimorado manteniendo la postura cuando, en frente de ellos, estaba parado el joven para tomar el pedido.

Todo había pasado tan bien para ser real. Bennett irradiaba felicidad una vez ambos ya se encontraban en una recta y cómoda caminata hacía uno de los populares lugares de la ciudad, no era difícil llegar caminando y por supuesto, sabía que mientras Ben se iba comiendo el pan de frutas que había pedido de más, le gustaría ir a un sitio natural con él. Estaba contento... porque si no pensaba en esto como una cita, era más relajante saber que no era tan obvio frente al mayor. Que se supone y eran cosas que dos hombres normales hacen en una relación normal de... amistad.

Cuando ya estaban apreciando un paisaje al aire libre. Miraban el verde manchado de blanco, las hojas de los árboles meciéndose con fuerza ante las ventiscas rápidas y breves, sosteniendo las barandas de seguridad de aquella aire pública y natural.

Para Bennett era complicado mirar a Ben y tratar de disimular que todo estaba bien en ese estado enamoradizo suyo, con la forma en como marchaban las cosas, le sorprendía la serenidad con la que estaba. Era difícil no demostrar con gestitos o palabras tontas que, Ben le estaba gustando mucho más que antes, era algo que iba quedando fuera de su alcance a medida que su pecho apretaba, y temblaba al rozar hombro con hombro.

Soltó un suspiro largo, uno que creyó y Ben no notaría, pero lo hizo, aun sin haberlo visto, supo que giró su cabeza para mirarlo, podía sentir esas verdosas joyas posadas sobre él, y era inevitable no sonreír ante eso. Giró su vista y allí lo vio otra vez, mirándolo con confusión.

—Dime una cosa... Bonnie. —habló por fin el mayor desviando la vista y perdiéndola en el paisaje que miraban, recargando sus brazos en la baranda.

—Sí ¿qué pasa? —el aludido ladeó la cabeza.

—¿Por qué actuas así de atento conmigo? —. Inquirió de pronto, frío, directo y calmado.

El oji-rojizo tembló y Ben pudo sentirlo a su lado derecho jadear de la sorpresa. Ya que prestaba atención, esas reacciones en el menor le eran... tan familiares.

—¿A qué te refieres...? —el menor desvió la vista ¿cómo le hacía para ponerlo nervioso con sólo una pregunta? Quizá porque era tan grande la posibilidad de una respuesta que, no hallaba como responder si estaba relacionado al mayor.

—No te hagas el tonto. Ni creas que no me doy cuenta... —dijo Ben y apretó los labios, sin girar la vista— ¿por qué eres tan estúpidamente amable y te empeñas en creerle a un tipo como yo? No vale la pena hacer amistad conmigo. Sabes que en si soy prefecto para muchas cosas, y ser amigo de un tipo como tú no está en esas... cosas que hago.

—¿Es-eso significa que ya no quieres... que seamos amigos? —Bennett hizo una mueca, de esas que más que parecer nerviosas, se mostraban decepcionadas y cuya sonrisa tornándose lánguida le hacían ver que si que le afectaba algo tan chiquito.

—Dije que no vale la pena ser amigo mío... —aclaró Ben— sólo eso, pero me he dado cuenta de que yo si puedo... confiar en ti.

—¿Qué? —. Al notar que su pregunta había sido lanzada al aire, simplemente asintió, se calmó y recobró su sonrisa— Bueno, está bien. Aunque a mi parecer no eres tan malo... —dijo, copiando aquella acción y colocando sus codos y brazos en la baranda. Observó el paisaje tan fresco, tranquilo y helador. Entonces aún mirándole, suspiró y habló— Yo pienso que es lindo que te esfuerces... en ser amigo de alguien como yo. Es por eso que también me esfuerzo, es... es todo.

—Ya veo. —contestó Ben— Sí, aunque créeme que no es tan fácil para mi esforzarme contigo como parece hah.

—¡Mmh! —el menor infló las mejillas— tampoco es para tanto. Yo soy muy agradable... bueno, algunas veces lo soy. Y yo creo que... más difícil es ser amigo tuyo. Así que no me denigres tanto.

—No te estoy denigrando. Estoy dando mi punto de vista. —Ben rodó los ojos.

—Pues pareciera que a tus ojos soy un tonto ¿o no? —cuestionó Bennett.

—Huh me estás conociendo bien. —sonrió el pelicían bromeando antes de poner una mano sobre el hombro del contrario, en un imperciptible y algo extraño abrazo.

—¿Lo estoy haciendo? —sonrió Bennett, casi sin tomarle importancia a la respuesta ajena en si, sino a aquel amable tono de simpatía en la voz de Ben.

—Lo estás haciendo.

El cielo poco a poco iba oscureciendo. Con ello el día iba acabando. Bennett podría jurar que ahora esos lindos ojos esmeralda ya no le hacían a un lado, ya no lo miraban con desaprobación, ni con asco. Lo estaba mirando como un compañero, como un amigo al que apreciaba. Eso... sin duda estaba mejor de lo que se esperaba a decir verdad.

•~•~•~•~•~•~•

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro