•°~°Capítulo 29°~°•

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Tras un nuevo día, Bennett abrió los ojos y sonrió al observar el color crema del techo de su habitación. Recordando aquellas emociones anteriores, sentía que si las cosas seguían así, poco a poco cada nuevo día iría siendo mejor que el anterior. Podía tomar a Ben en esos momentos en que necesitaba compañía y de buen humor, sabiendo cuando callar y cuando era buena hablar.

Al mirar en su celular pudo ver uno que otro mensaje que sinceramente de quien sea o por qué, no le interesaba, sino hasta que en la barra de notificación se encontró con el nombre de Ben, tenía dos mensajes larguísimos de él ¿cómo es que le había mandado mensajes a las dos de la mañana? Daba igual, al menos le mandaba mensajes.

❝Hey, hay algo más que olvidé decirte. Es que que me cambias los temas a cada rato y ahora tengo que recurrir a maltratar mis dedos mandándote mensajes, hombre. Como sea, a nuestros representantes les agradó la idea de que te integres con tu voz, eso haría que el interés sea mayor, pero primero tengo que consultarlo contigo. Como a ellos nunca les respondes el celular, me mandaron a mi los muy desgraciados cabrones❞. a las 2:37 am.

❝Aunque más que preguntarte es un aviso porque quieren que seas voz oficial y acompañamiento, te sabes la letra ¿eso está bien para ti?❞. a las 2:39 am.

Bennett suspiró al leer eso, entonces independiente de cualquier cosa, para él la oportunidad de poder ser acompañante de voz con Ben sonaba demasiado agradable. Oh, eso sonaba en verdad bien, no importaba como fuera. Sonrió más emocionado.

❝Buenos días. Eso suena bien. Me alegra ser parte del equipo, no tengo problema en eso❞. a las 6:52 am.

Y entonces, se vistió rápido. Al salir encargó sus perros a Jeremy que venía de paso y partió para allá con su guitarra a cuestas. Le encantaba ese aire tranquilo y animado antes de salir a trabajar como de costumbre. Como si fuese algo que hacía por hacer y no porque le presionaban como si fuese tarea.

—Espero que sea un buen día. —murmuró para si mismo.

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Al llegar le resultó agradable ver que no fue el único en presentarse tarde, pues fue una sorpresa para él que Ben apareciera al rato después. No fue algo inusual y le saludó como de costumbre, pero nuevamente había algo que le resultaba curioso al verle contectar miradas con Margaret; Ben la miraba de una manera tan extraña y seca, que le llegaba a poner nervioso a él siendo que allí no tenía mucho que ver.

Pero bueno, pensaba en que si sus días podían ser tan buenos como los anteriores, podría acostumbrarse a esos raros comportamientos nuevos de un renobado Ben.

Al terminar de arreglarse el pelo en una coleta, Bennett prosiguió a regresar su vista a las notas, memorizando los tiempos en donde debía de entrar, cortar y regresar, intentaba llevarse bien con la melodía suave, profunda y con un estilo de rock suave en ciertos puntos. En realidad, no sonaba mal.

En lo que volvía a revisar igualmente los acordes de uno que otro punto para no perderse, a la misma vez se encontraba platicando con los otros integrantes del equipo. En verdad que un ambiente lleno de artistas agradables y productores dedicados era algo que Bennett no experimentaba hace mucho. Solía sentirse un tanto solo en su porpia banda este tiempo.

De pronto se sintió algo observado. Y se dio cuenta de que esa fea y extraña sensación provenía de unos pasos calmados a su dirección, y cielos, era Margaret que llegaba inspirando antes de entregarle una hoja con la letra de la canción corregida y marcada con un tercer color a parte del celeste y el rosa. Inclinó su cabeza, confundido.

—¿Esto es...? —cuestionó dudativo el menor, no tanto por como ella le miraba; que era tan apropiada y serena, que le inspiraba cierto temor pero también calma al verla más tranquila.

—Hubo un pequeño cambio en la estructura de la canción... —dijo ella encogiendo los hombros llevando sus manos hasta su espalda— Ben... lo consultó contigo ¿cierto?

—Claro... —Bennett sonrió ante la idea de poder participar como voz igualmente luego de que sus clases de canto ya hayan terminado— Sí, me parece bien... yo con ser parte de esto, estoy bien. Gracias.

Bennett al recargar su guitarra a un lado con cuidado de que no le pase nada, se puso a ojear mejor aquella letra. Realmente le parecía genial que tanto Ben como Margaret que eran cantantes líderes, compusieran sus propias canciones en lugar de tocar e interpretar algo que no haya salido de sus mentes, como en su caso, ya que bueno, él no sabía componer como tal, nada más que las bases flojas, notas improvisadas y tracks rápidos, y él normalmente analizaba la letra.

Aquella letra era... lo que caracterizaba el estilo de Ben y Margaret, por supuesto, un tema sencillo a simple vista. Una canción que si la mirabas por encima, parecía la siempre bien tocada de despecho y amor, pero era más... mucho más. Era profunda y bonita, a Bennett le gustaban las canciones bonitas.

—Me parece que la canción es maravillosa, me gusta mucho. —dijo animado Bennett, luego más al notar como predominaba el color celeste en muchas de las partes, justo en aquellas líneas del puente que le tocaban a él.

Margaret sonrió más relajada que antes, una vez los demas integrantes iban a posicionar ld implementos y se hallaron solos en aquel rincón. Ella juntó sus manos, esta vez sobre su estómago en lugar de trás su espalda.

—Vamos a estar tiempo preparando esto, y quiero poder hacer las pases, hablar como antes, al menos ser amigos. —habló Margaret de pronto  tomando por sorpresa al menor— Prometo olvidar lo que pasó y portarme como... hacía antes, como una compañera para ti.

Los ojos del menor se abrieron por completo al oírla hablar así. Sonaba segura y calmada, algo nerviosa también, pero siempre amable. Y de la nada, él no evitó corresponder a esa pequeña sonrisa.

—Eso... —Bennett lo pensó, un tanto menos incómodo que antes, asintió poniéndose de pie para coger su guitarra—... está bien para mi, no hay... razón para evitarte ¿tú... estás bien con eso entonces?

—Lo estoy. No te preocupes.

Entre esa situación más relajada, por otro lado, cierto pelicían mantenía las manos en la instalación de su micrófono, pero sus ojos estaban sobre dos adultos sonrientes al otro lado.

Los miró, los ignoró, y los volvió a mirar, rodando los ojos con acidez en su mirada. Un sentimiento amargo tomó lugar en su interior, Ben sabía que posiblemente sólo eran celos ¡claro que lo sabía! Pero se negaba a aceptarlos... tan rápido.

Haría algo al respecto, mucho más que algo; hablaría con ella, intentaría no verla a los ojos y... acapararía más de lo normal al despistado Bennett ¿eso... parecía algo que un hombre como él haría? Quizá no, pensaba Ben. Para ya sin darse cuenta empezaba con el segundo paso, y era denigrante estarse permitiendo algo como eso.

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Había llegado el momento en que Bennett tenía que empezar a sacar su voz, le temblaban las manos una vez suspiró al memorizar su parte, no porque no supiera o tuviera nervios en si, sino porque a su lado se encontraba el de hebras turquesa esperándolo para empezar.

Ben comenzó, luego de unos segundos Bennett le siguió con la voz un poco baja, alzandola gradualmente en que la segunda frase escapaba de los labios del mayor. Bennett tembló más, y al parecer, no notaba que no era él sólo quien se encontraba medio tonto por el timbre de voz del oji-verdoso, sino que encima estaba logrando sin darse cuenta tener a un medio embobado y sorprendido Ben a un lado.

Aquellas muestras de interés habían sido de notar para Margaret, verlos así, tan raros, a Ben ocultando una sonrisa, la hizo pensar que ella no debía de estar bien, pues estaba empiezando a darse cuenta de la situación, de esa clase de miradas que no podía aceptar.

Había que tener experiencia conociendo a Ben para notarlo, y ella tenía mucha como para notar... que incluso si estaba equivocada, ese amable hombre pelimorado no sólo había logrado tenerla a ella pensándole todo el tiempo, sino también... a él, a Ben. Pensaba que ella tenía que estar equivocada.

«Dios no».

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—Permíteme mencionar que desde la primera vez que te oí cantar, has mejorado bastante. Me sorprende que con la voz bien mierda que tienes sepas cantar tan bien... —Ben rió tomando por sorpresa al de melena morada, quien guardaba su instrumento con cuidado en el estuche.

—Hasta ahora eres la única persona que es capaz de alagarme e insultarme en un mismo comentario ¿sabes? —respondió Bennett inflando las mejillas para ocultar el sobresalto que le había dado ver de pronto a Ben a un lado, con las manos en la cintura y una no tan forzasa sonrisa en los labios.

—Tómalo como quieras. Yo cumplo con ser directo contigo, eso es lo que pienso. —afirmó el mayor al encogerse de hombros mientras volteaba la vista, para evitar justamente que el menor vea la sonrisa enternecida que le sacaba cuando hacía esos gestos tan raros.

—Oh bien, no sé porque eres tan misterioso a veces, pero... estoy contento de que ya no me mires de esa forma rara como hace un rato. Sé que soy algo molesto para ti. —le dijo el pelivioleta llevándose el estuche de la guitarra a la espalda, cruzando la correa por su pecho y poniéndose a un lado del más alto una vez le vio apartar la vista.

Ben estaba sonriendo, estaba calmado y luego de ello rodó los ojos apartando la vista. Bennett suspiró como un completo bobo al verlo tan relajado al volver a mirarlo a cara.

—Lo eres... lo eres... —Ben le dio unas amistosas palmadas en el hombro.

—¿No... no quieres acompañarme? —Bennett preguntó con más confianza, sonriendo al empezar a caminar hasta la entrada del estudio de música para dirigirse hacía los pasillos.

—Me temo que no. Tengo... unos asuntos que tratar ahora. —contestó Ben soltando un largo y tortuoso suspiro al decir aquello.

—De acuerdo... —el menor agachó las cejas algo desanimado, pero entonces, sonrió— Entonces seguramente nos veremos después. De todas formas debo ir a ver a mis perros... espero que tengas un buen día.

—Ahá, tú... también.

—Hasta luego.

—Hasta... —de pronto, Ben se sintió sin palabras para despedirse. Sin embargo Bennett le entregó una última amable sonrisa antes de empezar a caminar—... luego.

Y después no se esperó que de la nada la viera justamente a ella caminar a unos cuantos pasos tras del menor, aparentemente con intenciones de alcanzar a Bennett. Ben frunció el ceño. Sólo porque no la soportaba a ella...

—Ben ¿qué sucede? —dijo Margaret sorprendida al mirar la figura alta y morena de su ex, la cual se había puesto frente de ella.

—Margaret ¿qué pretendes tú ahora? —Ben la detuvo, cruzado de brazos justo en frente de la puerta por la cual Bennett había salido con anterioridad.

—¿De qué estás hablando? —ella frunció el entrecejo ante la expresión en los ojos verdosos y desafiantes del mayor— No estoy haciendo nada. Más bien... debieras de preocuparte por lo evidente que estás siendo. —contestó nerviosa ante la fuerza que estaba sacando para igualmente contestar a ese desafío de miradas.

—No me cambies el tema. Ya suficiente hiciste como para que encima sigas corriendo tras él, eso no funcionó ni para ti ni para nadie. —bufó Ben.

—Benjamín, date cuenta de lo que me dices... intento que él y yo al menos seamos amigos, es mi vida —masculló Margaret— ¿qué? ¿ahora acaso me impides hablarle sólo porque te gusta? —apretó los labios, desviando la vista— ¡Por favor! ¿Ahora tú por qué me haces esto a mi? Es que esto es tan... si no te conociera creería que q-quien está mal aquí soy yo por notarlo.

—¡No! No te atrevas a decir algo como eso, soy un hombre recto ¿de acuerdo? No trates de cambiar el... tema... —Ben apretó los puños ante ese comentario, de la misma manera en que ella apartaba la vista— Además... no, ¿por qué tú me haces esto a mi ahora? Maldición... —se peinaba el pelo con los dedos.

—No puede ser... si hay algo distinto entre ustedes debiste decírmelo, y que no me viera obligada a descubrirlo por mi misma. —. Pero Margaret seguía insistiendo, frunciendo el ceño— Porque yo... yo no he hecho nada, por Dios.

—¿Cómo que no? Ya basta, no insinues atrocidades, porque entre Bennett y yo no hay nada más que una amistad que... quiero... mantener. Y... cielos, está más que claro que Bennett no tiene el menor interés en ti. Es desagradable verte así ahora... —Ben la observó, enseñando una heladora mirada, tanto que Margaret apretó aun más los labios, dejando sus brazos tan tensos a cada lado de su cuerpo.

—¡Ah! ¿Por qué eres tan frío conmigo? Yo no he hecho nada... es más, me sorprende que con lo irritante que eres Bennett quiera seguir siendo amigo tuyo. —terminó por decir la menor sabiendo que en aquella guerra de miradas, ella empezaba a perder— Él tiene tanta paciencia... p-poniéndote siempre por encima de todo. Hasta de mi. —murmuró.

—¿Así que ahora eso es lo que soy para ti: «irritante»? —Ben se inclinó para mirarla— Oh claro, mujer ¿qué voy a decir yo de ti? Aún no puedo asimilar que sólo fuiste una cara bonita, estuviste fingiendo que te importé todo este tiempo porque lo mirabas a él ¿no? Por supuesto... ¿cómo es que no me di cuenta de tus intenciones antes?

—¡Yo no fingía! Si me importaste. —dijo Margaret reposando su espalda en la pared, bajando la vista al suelo— Y te he dicho que él no tuvo nada que ver, sólo pasó, me enamoré de él. Y esto es... lo más raro que me ha tocado vivir.

—¡¿Y me lo dices así como así?! —exaltado Ben pegó su mano a la pared, con fuerza. Aun había una vivaz emoción revoloteando en su estómago y apretando su garganta una vez recordó como Bennett y Margaret se sonreían tan normal y de la nada.

—¡Si! Ya tengo bien en claro que no sientes nada por mi, fue fácil para ti superar lo nuestro ahora ¿no? Así que por favor, no te metas en mis asuntos. —ella lo apartó.

—Tú no te metas en los míos. —el peli-turquesa la retuvo.

—Lo que yo sienta por él no es asunto tuyo. —dijo Margaret con la voz temblorosa, sintiendo que esto se estaba convirtiendo en una competencia.

—Ahora lo es.

Nuevamente como si ya lo hubieran vivido, ambos sintieron pasos acercarse y resonar hacía ellos, instintivamente voltearon a la vez la vista, encontrándose con la razón del comienzo de una rivalidad mutua. Allí regresaba el de melena púrpura con una carpeta en las manos y una mirada algo... angustiosa.

¿Por qué? Ellos no lo sabían pero, cuando Bennett los vio juntos desde lejos, se sientió inquieto por lo fácil de malinterpretar que era verlos hablando así de cerca.

—Yo... lo siento por interrumpirlos... —se disculpó Bennett parado en frente de ambos. No le dijeron nada, así que sólo se limitó a estirar la carpeta en dirección al de tez morena— El señor Fritz me retuvo a la entrada y me dijo que te pasara esto... p-pensé en volver a dártelas aprovechando q-que... que... todavía no salías y... sólo toma.

—Uhm... claro. —Ben lo miró y pensó: «¿por qué de pronto actuaba tan extraño? ¿Nos escuchó?». Aunque eso sonaba poco probable al verle llegar de tan lejos. Suspiró sorpresivamente, poniendo una ladina y débil sonrisa ante él luego de mirar la carpeta— Genial, al menos ese hombre se acordó de regresarme mis borradores. Gracias, Bonnie.

—¡Mmh, sí! N-no es nada... —sonrió el menor, inquieto— Bueno, es todo... ya debo irme. Nos vemos, Ben... y... Margaret.

—Sí... —respondió ella quedándose en su sitio, asintiendo con la cabeza y una sonrisa calma.

El más alto de los tres terminó por rodar los ojos luego de un largo y persistente pensamiento. Dejando atrás a la chica, prosiguió a caminar tras el bajito pelimorado que deteniéndose al sentir una mano en su hombro, le miró entre emocionado y confundido.

—Bueno... yo ahora también me voy ¿te parece si te acompaño? —inquirió Ben.

—¿Eh? B-Bueno... está bien.

Entonces el de oji-esmeralda sonrió, y supo casi de la misma y contradictoria vez que, realmente no podía con esto, con sus pensamientos desordenados y confusos, con sus pulsaciones alteradas y la miradita atrayende del menor, que sin importar si estaba triste, contento, avergonzado o molesto, le provocaban exactamente la misma sensación, una que ya no era molesta, es más, estaba siendo muy... agradable.

«Me hace sentir enfermo». Pensó, mordiendo su labio al apartar la mirada, buscando distraerse. Sabía que las cosas podían empezar a ponerse... raras.

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Todo durante el día parecía normal, las tardes no eran extrañas, hasta que nuevamente los tres se veían obligados a verse en horas de trabajo. Era bastante curioso, a Bennett nunca ir a trabajar le había provocado nervios mezclados con ánimos, el participar en un esnsayo musical, en presentarse frente a la chica y ante su amor platónico. Pero ahora lo hacía y era estresante.

Con ello, poco a poco, Margaret iba notando como a Bennett se le escapaba el mirar de más a Ben, empezando a alimentar esa duda que antes creyó tonta e imposible.

Era peor que desde su punto de vista Ben tampoco estaba muy ajeno a esos comportamientos raros en el peli-mora. Ella no quería empezar a creer en serio en que la actitud de Ben se debía a que también estaba sintiendo algo por el guitarrista, y vaya que, eso la dejaba mal, muy mal al notar que Bennett miraba con tanto cariño a Ben cuando este no se daba cuenta.

Podía esperar algo como eso del liberal y sencillo Bennett, pero Ben era... un caso complicado. Y para ella era inquietante que esa idea no dejase su cabeza.

—Oh Dios mío... —se dijo Margaret, creía estar entendiendo todo, y esto era aun peor que su atracción por Bennett.

¿Qué iba a pasar si no era sólo ella quien empezaba a notarlo? No quería imaginarlo siquiera.

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No puede ser, leyendo esto de nuevo sigo notado que desde aquí empezaba mi manía por Ben y Margaret peleándose cada que se hablan, lo encuentro tan bueno y tan chistoso ahh xc

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