•°~°Capítulo 30°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Era de madrugada, Ben estaba cansado, desvelado y con unos nervios super ajenos a lo que normalmente sentía ¿por qué? Aunque lo tenía muy claro, era difícil aceptarlo; no se podía quitar de la cabeza a cierto joven que le inundaba los sentidos. No iba a admitir nunca aquella parte de si mismo, y eso era lo mismo que lo torturaba todo el tiempo, desde que empezó a notar que algo no estaba bien.

¿Qué tan difícil era admitir que empezaba a gustar de la compañía genuina de otro hombre? Oh sí, era horriblemente difícil siquiera aceptar que la apariencia de Bennett era incluso agradable de ver, siendo que la forma en que siempre había vivido, en que siempre le habían instruido y en la cual decidió formarse, el siquiera pasar por su cabeza la idea anterior, era repulsivo.

Le costaba superar esas etapas de su vida, esas ataduras que lo hacían ser prejuicioso y rencoroso, lo que terminaba obligándolo a batallar contra si mismo, deseando acabar todo lo que le obligaba a salirse de su planeada agenda y tener que lidiar con cambios abruptos a los cuales a penas podía adaptarse.

Aunque podría simplemente admitir que se estaba interesando sin duda en el joven de llamativos ojos bermellón, que lo miraba con curiosidad de más y que, con sólo tenerlo cerca agradaba de aquellas sensaciones totalmente distintas a las que experimentó antes. Pensando en que talvez de ese modo todo termine, pudiendo olvidarse de ese desliz.

O podía ignorarlo todo y seguir teniendo una vida exactamente igual a la de antes de dejarlo meterse en sus pensamientos, compartiendo con sus contradicciones día y noche, alimentándose de una angustiosa frustración y curiosidad, pero sin llegar a más que eso. Permitiendo que así mismo Bennett termine por aburrirse de él... y talvez lo deje en paz, regresaría cada quien por su lado, como era hace un par de meses en donde todo... estaba bien.

Estaba claro, «Mierda». Bufó, sabiendo que la respuesta era obvia.

Ben podía estar seguro que no haber dormido lo suficiente esa noche, le había ayudado a recolectar la suficiente valentía para mirarse al espejo y decirse a si mismo que no le quitaba su hombría el no fijarse en una mujer, o el creer que no podía apreciar la apariencia de un igual sin sentir culpa. Podía mantener su egocéntrico orgullo intacto y seguir viendo al más bajito como empezaba a verlo; como un joven con facciones llamativas, con atractivo en su personalidad, y originalidad en su carácter.

¿Eso era suficiente? No estaba seguro, pero era la primera vez que no se encontraba con las cejas fruncidas y los labios torcidos yendo a la cocina en busca de una botella de licor, en medio de tantos disturbios en su mente.

—Seguro, creo que puedo con esto... —dijo Ben echándose al sofá, tapándose la cara con el antebrazo, dándose ánimos, muchas agallas y la suficiente conciencia para no perder la razón.

Se preguntaba porqué de pronto el pelivioláceo comenzaba a llamarle tanto la atención. No, no comenzaba, ya lo había capturado de una forma u otra, sólo que recientemente se estaba dando cuenta de que lo tenía totalmente pillado. Eran increíbles todas las cosas que habían sucedido en sus narices y que él siquiera había notado sino hasta que ya era tarde.

•[▪]•

Por su lado Bennett también sentía que estaba pasando por sus momentos de cambios raros, cuando se sentía animado, ansioso y egoísta terminaba por creer que todo el mundo empezaba a tratar de mirar a través de él; sintiéndose observado, como si trataran de leer lo que pensaba. Por supuesto esto sólo ocurría con conocidos, como algunos compañeros de trabajo y peor, con Margaret y Ben, quienes... no dejaban de mirarlo de una forma amistosamente terrorífica.

—Y entonces los vi muy juntos, no sé de que hablaban pero me sentí feo cuando llegué y los dos se quedaron raros viéndome. —contaba Bennett mientras se encontraba recostado a lo largo del sofá, con sus dos perros sentados, uno encima de él y el otro en el hueco que dejaban sus pies y el reposabrazos del otro extremo— Sé que no volvieron, me doy cuenta de eso, pero... siento que algo pasó entre ellos.

Jeremy quien estaba allí con Bennett, sentado en un sillón al lado, levantó las cejas luego de escuchar las siempre curiosas historias del más bajito pelimorado, que parecía ver todo como una telenovela. Aunque para Jeremy no había problema, sentía que se ahorraba ver televisión en Inglés y novelas que no entendía ya que, Bennett tenía una vida bastante inusual y divertida, oírlo estaba siendo una de sus mejores Audio-novelas.

—Oh chale... —. Fue lo único que pudo comentar el mayor, viendo que Bennett no tenía intensiones de callar un momento.

—Pero ella dijo que olvidaramos todo lo que pasó para volver a ser amigos, no se veía con otras intenciones y tampoco parecía resentida. —siguió hablando el pelimora— Yo creo que ella está mejor a diferencia de Ben. Jeremy... él anda muy extraño, en serio. Tengo miedo, de ese miedo que te gusta pero que... te hace sentir feo y asustado a la vez. Ahh yo no sé... —Se tapaba la cara nervioso— creo que se está dando cuenta de que me gusta ¡Pero espera! Margaret t-también me ha estado haciendo preguntas con relación a él todo el tiempo ¿y si ella lo esta notando? ¡No, que horrible!

—Pues que no se hayan dado cuenta antes, me hace creer que tú no eres el único lento, amigo. —respondió el peli-cobrizo luego de sonreír entretenido ante los gestos del menor— Pero si me dejas decirte algo, nomás digo que no andes haciendo tus caras gays en público y ya está, problema resuelto. Deja los asuntos con tu hombre en privado y te ahorras así muchas cosas. —rió Jeremy— Ya nomás después lo que venga y las cosas puercas que hagan o no, no me lo cuentes uy. Con todo lo que he visto y escuchado de ustedes, no me gustaría imaginarme cosas raras gays.

—¡No! Jeremy eso-

—En serio, no te atrevas a contármelo. —interrumpió el mayor— Vas a dejarme más dañado de lo que estoy... lo cual es mucho, por cierto.

—No hables de esas cosas. —Bennett lo miró fijamente— No soy gay, no me gustan los hombres, Ben es... distinto, lo sabes. Además no hago caras raras, y por último, no me estás ayudando. —apretó los labios— Se supone que venías a darme consejos o lo que sea... pero siempre desvias el tema.

—Soy tu amigo, y me dedico a sacar fotos, no soy psicólogo. Estoy haciendo lo que puedo por ti. —dijo Jetemy. Cuando vez vio al menor sentarse más recompuesto en el sofá y a los perros bajar de allí, fue a sentarse a un lado del pelimora— Bien, como te dije, necesitas que te escuchen, yo te escucho, pero una de cada tres veces que te aconsejo a penas me haces caso.

—Lo sé, lo sé... perdona. Pero... es que cuando me dices que no vaya, lo intento, pero me cuesta. —Bennett se encogió de hombros— siento que hay mucha tensión cuando nos vemos, o sea, nos tratamos como amigos ahora. Yo veo que él se esfuerza por aguantar mis cosas tontas y no entiendo porqué está tan cambiado de pronto, aunque no me quejo, pero me hace sentir extraño.

—Talvez si le gustas. —contestó Jetemy con sencillez, encogiendo los hombros.

—Tengo que ser realista, Jeremy. Si tú estuvieras en mi lugar y yo fuera Ben, bien —consideró Bennett— si te dijera cosas lindas sólo porque se me dio la gana, o te sonrió y esas cosas ¿qué vas a pensar tú? Obviamente que soy un amigo algo cariñoso y amable. Pero eso no significa que me gustes ¿si me entiendes?

—Oh ya, bueno —el de pelo algo ondulado se rascó la nuca— supongo que en eso tienes algo de razón. A parte que con lo orgulloso que es tu hombre ese, imagina el caos mental que llegue a tener ese tipo si es que le gustas de pronto hah. Si se ve tan rígido, qué tortura de seguro. —rió Jeremy al pensar en ello. Con lo poco que conocía al pelician, se hacía una idea de la personalidad terca y tosca que tenía como fachada.

—¿Tortura? —Bennett apretó los labios al ponerse a pensar en eso; en como podría llegar a actuar Ben si de la nada fuese a gustarle.

¿Cómo se portaria con él si eso pasara? Oh, ya sabía, seguro no lo querría ver y lo alejaría, sería hiriente y, es obvio que no se molestaría en tener el mínimo contacto nunca. Entonces pensó en que... no era posibilidad que Ben guste de él, incluso si había una suposición positiva.

—Sí, ponte a pensar en el carácter terco de ese sujeto, hasta yo lo noto.

—Claro, supongo que tienes razón. Pero por como veo que se porta conmigo, la probabilidad de que me vea de ese modo es muy baja, porque mientras mejor me trate significa que menos me ve en sentido amoroso ¿no? —dudó el menor— D-Digo... ahora que tanto tiempo me costó ser su amigo, ya no me mira de esa forma que pareciera que me dijera; «me das asco si te acercas más». O algo así.

—Niño eres tan negativo y trágico. Que exista una posibilidad de que eso pase, no significa que no puedas intentar, cualquier persona cae ante las tentaciones. —dijo Jeremy— Mi vieja siempre me decía que básicamente todos somos Bi hasta que de pronto te gusta más uno y pues ya.

—Eso es super raro...

—Nah, créeme, sino fuera porque te veo como un hermanito o un hijo o algo por ese estilo, yo si te agarraría no importa si no tienes tetas, porque estás bien bonito, amigo. —le dijo Jeremy de lo más calmado posible con cierto tono burlesco, pero le dio mucha gracia ver a Bennett alejarse un poco de él en el sofá— Hah no seas así, no te lo digo en ese plan de veras. Si me gustaran los hombres tú no serías mi tipo. —carcajeó— Yo nomás ahí te digo, que el único medio invertido aquí entre nos, eres tú, mi querido amigo.

—No me digas así. Y ya estás empezando a hablarme de cosas raras que no me gustan porque no entiendo. —Bennett se cruzó de brazos.

—Bueno... pero si ustedes alguna vez llegan a algo, créeme que te serviría salirte de tu burbuja para entender mejor las cosas. Porque estoy seguro que saber igual te servirá, las cosas se prueban para saber si te gustan. —aconsejó el peli-cobrizo alzando las cejas.

—Espera ¿y ahora de qué hablas? ¿Seguimos en el mismo tema? —Bennett ladeó la cabeza, confundido y asustado, porque su amigo Jeremy naturalmente se encargaba de ponerle los pies en la tierra, diciéndole las cosas directamente y de una forma cómica y todo. Pero a veces se pasaba de raro— ¿puedo preguntar si bebiste antes de beber?

—Oye ¿si durmieras con él? ¿cómo te sentirías? —Jeremy preguntó de la nada, asustando aun mas al menor— No te pido que me entres en detalles, nomás dime que piensas de eso, de la situación.

—P-pues se siente muy bien, ya hemos dormido juntos, y... —Bennett se detuvo— espera un momento... te refieres a... ¡Oh, por favor! —gritó luego de haber entendido a que se refería con eso «dormir» Si empezaba a tener ideas raras, no iba a poder dormir tranquilo.

—Haa venga, no eres un santito. —carcajeó Jeremy— Yo tan sólo te lo anticipo que, mirando la oportunidad, no necesitas ser algo suyo para acostarte con él. Yo digo que si te gusta, te lo quedas, sino, no te cases con él. Créeme...

—¡Qué horroso! ¿c-cómo esperas que conteste algo así? Ni... ni siquiera pienso en eso...

—No estoy en contra del amor platónico, pero talvez necesitas empezar por algo menos lento...

—¿Tomaste algo antes de venir? —recurrió a preguntar Bennett al creer que puede que esa actitud en su amigo se debía a que pasó a beber antes de venir. Aunque no necesitaba beber para portarse raro en realidad.

—Sí, por aquí en la esquina venden unas cervezas que te dejan rico sabor. No se comparan con las chelitas de mi barrio, pero estaban bien buenas... —contestó Jeremy dándole unas palmaditas en el hombro— Pero nah, no necesito estar todo borracho para hablar pendejadas hah. —carcajeó— Ya que alguien tiene que darte una charla sobre esto...

—Bueno, pero ¿por qué? No tiene nada que ver con lo que estabamos hablando. Me estas haciendo sentir confundido...

—Verás, es que... mi amigo. —el mayor suspiró— ¿En serio tú no lo notas?

—¿Notar qué?

—Esa tensión entre ustedes. Me pone a pensar bastante que ese sujeto haya desarrollado una paciencia increíble para pasar cada día contigo después de todo hah. —comentó el mayor en medio de una sonrisa— Yo creo que debieras probar ser más cercano, lo suficiente, si le molesta, está derecho, si se hace el tonto, es porque está dudando. Soy Jeremy el sabio, muchas gracias.

—Hey, para, mejor no te quiero seguir escuchando. Estoy pasando por momentos difíciles y tú me dices cosas raras.

Alegó Bennett mientras se tapaba las orejas avergonzado, sentía su cara ponerse cálida, y aunque trataba de no hacerlo, las ideas llegaban a su mente. Claro que había pensado en algunas cosas parecidas que podía llegar a decir o hacer accidentalmente frente a Ben, pero más allá de sus ilusiones de a penas poder tomarle de la mano o besarlo, no había llegado... al menos no todavía. Sabiendo que era complicado llegar a una persona tan terca y difícil como Ben.

—Ya, ya... cálmate. Nomás decía. —suspiró Jeremy haciendo un gesto de paz— Es que a veces tengo que ayudarte porque pareciera que no sabes lo que quieres... estás chiquito y tienes mucho que aprender, y puedes conseguir algo mejor siempre.

—Hey, hey ¿a qué te refieres con eso? Sé lo que quiero... —Bennett se destapó las orejas, sabiendo que no había servido de nada cubrirlas— es sólo que me cuesta saber como ¿obtenerlo? No lo sé...

—Sé tú mismo, pero de buena manera. Yo opino que deberías dejar de ser negativo y sacar al Bennett rebelde y atrevido que hace lo que quiere sin que le importe lo que pase, de veras. —dijo Jeremy.

—Mm bien, pero no te pedí opinión, te pedí consejos. —Bennett respondió con un puchero.

—Qué malo eres. —El peli-cobrizo se hizo el triste— Entonces te aconsejo lo mismo de siempre, empieza a ponerle atención a como te ve ese tipo. No eres tonto, nomás que te me distraes, así que si notas que hay un «algo» cuando te mira, empieza a tomarle atención, sino, deja de ser tan obvio que vas a terminar arruinando lo que tanto te costó.

—Oh eso... suena mejor. —dijo Bennett, mirando a un lado.

De pronto se escuchó un sonido en la puerta, unos toques calmos, fuertes y secuenciales. Así como solía acostumbrase tanto a Ben, sabía que era él por aquella forma de tocar, por como sus perros regresaban a la sala. Matthiew el de ojitos calmos y celestinos, se sentaba cerca de la entrada enseñando su lengua mientras soltaba ladridos animosos; y distinto a este, Alan, el can de ojitos amielados comenzó a ladrar un par de veces antes de ir a restregar la cara cerca de los pies de su dueño.

—¡Si vino! Ya creía que no iba a venir... —se dijo Bennett con entusiasmo.

Sabía que aunque no habian planeado nada, ni para verse o hablar, si no era él quien iba a visitar al mayor, era Ben quien venía forzado. Pero entonces, sabiendo lo incómodo que estuvo y sumando las cosas tontas que le decía Jeremy... se sintió inquieto y ansioso.

—¿Quién es? Tus perros se portan diferente, uno esta feliz creo, y el otro anda enojado. —dijo el mayor.

—Es porque es Bon, seguramente quiere que la perrita juegue con mis bebés. —respondió el pelimorado con ansías. Se levantó y caminaron a la puerta y, antes de abrir volteó su rojiza vista al más alto.

—¿Cómo estás tan seguro de que es el difícil de tu hombre? —dudó Jeremy.

—Aprendí con el tiempo a saber cuando es él y cuando no, mis perros también, Matthiew le tiene cariño y Alan es celoso —dijo Bennett viendo a sus perros, y luego dirigió su mano a la puerta— ¿Te vas a ir, Jeremy?

—Chale, ¿ya me estás echando? —cuestionó el aludido con un tono de vacilo, suponiendo las intenciones ajenas.

—Sí, aunque puedes quedarte siempre que quieras. No me molesta. —sonrió Bennett al abrir la puerta, encontrándose con un neutral Ben.

—Hah dale, no hace falta. Ya hice suficiente, mi servicio se terminó. Nos vemos ya luego, mi amigo. —se despidió Jeremy, dándole unas palmadas en el hombro antes de salir— Un gusto Benjamin. —saludó también; el mencionado asintió con la cabeza dedicando una corta mirada.

Bennett se sintió confundido ¿qué era esa sensación tan extraña? Pues ese ambiente un tanto tosco había cesado, una vez la Retriever se soltó de los brazos de su dueño para rascar con sus patas las piernas del más bajo. El mismo sonrió, no hizo falta hablar para moverse a un lado dejando pasar a Ben.

—Hola. —saludó Ben en voz baja— Realmente no vine por el perro. Pero no quiero dejarla sola en el departamento así que lo traje. —anunció, pensando en que poco a poco sus excusas habían dejado de ser excusas como tal y sólo eran comentarios que decía antes de estar al departamento del de hebras violeta sin razón.

—Eso es... muy lindo de tu parte heh —Bennett cerró la puerta y se dedicó a consentir a la pequeña canina— Vaya... ahora que me doy cuenta, la cachorra se está quedando muy chiquita, Bon. —mencionó— No es normal que en dos meses casi no haya crecido nada para la raza de perro que es.

—¿Tú crees...? —Ben alzó una ceja— Como sea, yo no sé mucho sobre perros. —dijo dejando una caricia en la cabecita de la perrita luego de mostrar una pequeña sonrisa al de menor edad— Supongo que talvez después podría llevarla a esas cosas de... médicos de mascotas o algo así.

—¿Un veterinario? —sonrió Bennett.

—Sí, como se llame. —Ben hizo un gesto.

—Bien, y también deberías llevarla al dentista, al menos una vez al año por si acaso. —recomendó Bennett.

—¿Los... perros van al dentista? —inquirió Ben con cierta confusión.

Bennett le miró pensando que lo que había dicho era broma, pero entonces sólo suspiró al ver que la expresión del moreno era de todo menos de broma. Suponía que Ben... en verdad no sabía absolutamente nada de animales en general.

—B-Bueno... si quieres, yo podría hacer eso por ti, ahm... de todas formas, yo te responsabilicé de la pequeña. Y... —antes de decir algo más, Bennett observó la mueca cansada del mayor.

Tal cual su amigo Jeremy le había dicho. En el resto del rato que pasaron hablando de cosas tontas, interesantes y otras de la anda. Bennett se dedicó a observar con disimulo al mayor en edad, dedicándose a tratar de ver si es que era cierto que talvez existía un «algo» en la atractiva y dudativa mirada esmeralda de este. Pero no sabía que tipo de «algo» podría ver en ellos, ni siquiera sabía con exactitud qué era lo que estaba buscando en si.

—Como quieras... —dijo Ben soltando un calmo y ronco suspiro, mirando al techo y luego a la canina de pelaje claro que se hallaba sentada a un lado de los perros. Ante eso, no pudo reprimirse una sonrisa. Ese perro... le agradaba demasiado, mirarla solía aliviar parte de su estrés también.

—Oh... bien —jadeó despacio el menor al encontrarse con un brillo singular en los ojos de Ben. Estos que antes estaban distraídos, de pronto lo miraron.

Pasó tan rápido en que sus miradas chocaron, Bennett lo vio sonreír de forma imprescindible y luego lo vio apartar la mirada con simpatía. Si agudizaba la vista, no sabía bien qué era lo que el otro pensaba. Pero hallaba en su rostro un relajo tan contagioso. Dudaba de si era él quien estaba de buen humor como para creer que el mayor estaba igual, o si realmente era así.

«¿Esto talvez cuenta como el “algo” del que me hablaba Jeremy? ¿Siquiera es posible que exista un “algo” en Ben cuando me mira?». Se preguntó Bennett, curioso. Fuera lo que fuera, quería creer.

Quería tanto, pero se sintió flaquear y su cara ardía de pronto. Evitó mirarlo por un buen rato, sus manos temblaban, se sentía asustado de equivocarse. Ser negativo lo hacía realista también, pero a veces sabía que era mejor vivir en un optimismo que le haga actuar mediante sus ilusiones que ser negativo y no poder disfrutarlas.

Tragó saliva y volteó la vista a Ben, quien inclinaba su cabeza, esperando verlo decir algo. Bennett creía que debía de verse tonto en ese momento, pero entonces, en el rostro confundido del mayor, se formó una mueca neutral y sería.

Suspiró, ya no importaban mucho. Le gustaba lo que podía llegar a ver de Ben, como este reprimía algunas sonrisas, como le miraba de reojo y se hacía el desinteresado después de eso. «¡Oh cielos! ¿Quizá ese es el “algo”?». Se preguntó Bennett, mostrándose intrigado por la forma de actuar del moreno.

¿Cómo es que no había podido ver antes que Ben sólo fingía no darle importancia cuando hablaban? Parecía cortante, pero sonreía de una forma amable. Eso era más de lo que siempre esperó. Bennett concluyó que talvez todo este tiempo el contrario pretendía que no le importaba lo que hacía, cuando talvez si le importaba un poco.

Casi olvidaba que Ben era bueno ocultando algunas cosas.

•[▪]•

—¿Ahora qué tienes?

Fue Ben quien rompió el silencio que por minutos se había formado, viendo a Bennett hacer pucheros para si mismo, mientras jugaba con sus dedos, tan infantil que era... y se veiá tan lindo que se veía haciéndolo. Oh maldición, Ben se detestaba por pensar eso.

—Nada, nada... ignorame. —Bennett negó con la cabeza y apartó la vista hasta los tres perros que se encontraban sentados juntos.

—Como quieras... —bufó Ben apretando los labios. No aguantaba el silencio que se había formado después, y volvió a hablar— bien, no entiendo ¿podrías decirme que te sucede? Me pones nervioso —hizo una pausa, realmente no quería mostrarse intrigado por Bennett, pero vaya que lo hacía una vez la caracteristica alegría del menor se hallaba reprimida—; miras a la nada, después te me quedas viendo... —suspiró, apartando la vista— y luego... eres extraño.

—Que estoy bien, de verdad. —alegó Bennett mirando a Ben a los ojos «¿me lo pregunta porque está preocupado por mi?». Se dijo, eso parecía ser bonito, pero le hacía sentir avergonzado a la vez— ¿Por qué me lo... preguntas a cada rato? —se cruzó de brazos, con la cara algo roja.

—Porque... porque cualquier tonto es capaz de notar que es tan irónica esa capacidad que tienes para no saber mentir, aunque lo intentes. —contestó Ben observando a Bennett hacer una mueca, y después aparto la vista del menor.

El peliturquesa odiaba con todo su ser esa nueva parte suya, esa que Bennett de algún modo le había hecho florecer: un lado suyo que lo ponía nervioso y convertía su comportamiento en algo cercano a lo estúpido. Detestaba parecer débil y ansioso, mucho más ante un sujeto torpe que sólo le hacía caritas bonitas para molestarlo... seguramente.

—Pues qué bien, —respondió Bennett soplando su flequillo— porque yo no soy un mentiroso.

—Lo que acabas de decir cuenta como una mentira ¿lo sabías? —dijo Ben.

—¡Claro que no! No mentí. Si estoy perfectamente bien, no soy mentiroso. —increpó el menor acomodándose el pelo, mirando a Ben de frente. Y de la nada se sintió tenso cuando el mayor le sonrió.

—Esa es otra mentira más —dijo ensanchando su sonrisa— Creo que van dos.

—¿Me estás molestando? —Bennett hizo un puchero regresando la vista al mayor.

—No, hombre, sólo quiero saber porqué estás con esa expresión triste de mierda que me pone nervioso. —Ben al haber dicho eso, vio como Bennett degradaba su expresión infantil a una mueca de confusión y una ligera seriedad— Va rato en que no te escucho decir alguna de tus típicas estupideces. Es todo.

—Hey, que no me porte como un tonto no significa que algo me pase. —dijo Bennett apretando los labios y trarando de desviar la vista— Además ¿p-por qué quieres que hable más? Creí... que preferías que no te hable mucho porque siempre te molesto ¿no? Prefiero quedarme... callado para no molestarte. Porque... si hablo... ya no... ah, no voy a estar callado...

—Hah en efecto, pero no siempre eres tú quien me molesta, no me molestas siempre, lo que si, es que creas que puedas engañarme, cuando yo te conozco igual de bien que tú a mi. Me acostumbro a lo que haces... que supongo ya no me molesta, creí que lo sabías. —admitió el mayor peinándose el pelo para atrás, y miró el techo respirando profundo.

Aquello hizo al menor sonrojar sintiendo otra vez, esas sensaciones feas siendo destrozadas por las palabras, a su parecer, lindas por parte de Ben.

—¿Lo dices en serio? —Bennett quiso sonreír.

—Haah... no.

Bennett volvió a oprimir los labios al oírlo, rodando los ojos y quedándose quieto en el lado del sofá en que estababa, suspirando sonora e infantilmente.

—Mm me lo veía venir. —habló Bennett con cierto tono desanimado, estirando sus manos para hacer venir a sus dos perros junto a la cachorra, ansiando cariñitos de sus compañeros caninos.

—Uy Bonnie, si que te encuentras muy raro. —dijo Ben— Tranquilo, no te lo tomes en serio... sólo bromeo. —aclaró y puso su mano en el hombro del pelivioleta— Te había notado algo distinto desde la otra vez... en el estudio.

—Ah no, no... es sólo...

—Supuse que talvez estabas incómodo, con todo esto...

Bennett lo miró, poniéndose a pensar sobre eso. Ya se le había olvidado más o menos de aquella vez, al ver a Ben y a Margaret tan cerca uno del otro, haciéndole sentir inquieto y nervioso ante la idea. Pero talvez pensaba en que debía de hacer como si nada, sonreír y apreciar que Ben estaba preocupado por lo que a él le pasaba luego de eso. Porque desde esa vez, que no se veían tanto a decir verdad «¿él cree que estoy incómodo por eso?». Bennett ladeó la cabeza.

—Mmh no, no lo estoy, sólo... es que... Margaret... d-digo, no es... —balbuceó Bennett, callándose al momento, pues escuchó un gruñido de molestia por parte del mayor una vez había hablado. Y eso lo sorprendió.

—¿Qué pasa con ella? —inquirió Ben con un tono bastante potente y severo de voz, llegando a inquietar al menor.

—No, conmigo nada. —trató de clarar Bennett, sintiendo que empezaba a sudar de lo nervioso que se había puesto ante la mirada del contrario— Yo en realidad cr-creí que pasaba algo... entre ustedes dos.

«Ay no, creo que no debí decir eso». Se dijo Bennett esperando que haber hablado sobre eso ocasionara que el ambiente entre los dos cambiara.

—¿Y eso por qué? —preguntó Ben.

—N-No lo sé... —farfulló Bennett mostrándose avergonzado— supongo porque los he visto tan distintos a los dos últimamente q-que... pensé en que había pasado algo y... bueno.

Ben creyó que estaba siendo impropio del tema creer figazmente que Bennett se veía adorable mostrando esa mueca de nervios y vergüenza mientras hablaba. Cosa que no le importaba en lo absoluto, cuando de pronto se perdió en esos pequeños y anchos labios, que se movían mientras Bennett seguía hablando y hablando, entre tartamudeos tontos y gestos extraños.

Ben quería pensar que el contrario era sólo un hombre torpe y delicado a veces, y ya que podía aclarar algunas cosas consigo mismo, empezó a atar algunos cabos sueltos; las actitudes distintas del menor le parecían curiosas, porque de alguna manera ya no le resultaban tan fuera de lugar o asquerosas como había creído con anterioridad. Podía con eso, con esas sonrisitas raras y esos comentarios nerviosos del peli-morado hacia su persona, y talvez... podía con esta nueva forma de sentirse respecto a él.

—No lo hay, no te hagas ideas erróneas, Bennett. Esa mujer dejó de ser importante para mi y no me apetece tener una conversación que se centre en eso. —habló Ben colocando su brazo sobre el respaldar del sofá— Pero eres bastante bueno en evadir mis preguntas, no me has dicho con exactitud el porqué has estado tan callado —bufó— ¿o qué? ¿Acaso pretendes que lo adivine? Ya me tienes pensando bastante como para que me hagas divagar en esto.

—Eh... bueno, olvídalo. —suspiró Bennett llevando su mano hasta su pecho con cierto alivio— Sólo he estado un poco nervioso por todo esto de... estar los tres juntos, es que me pone ansioso. Es todo, en verdad. Heh siento no darte una dosis diaria de mis tonterías. —rió ante la vergüenza que había instalado en todo su sistema al hablar.

—¿Era sólo eso? —Ben hizo una mueca— cielos, tanto drama para algo tan insignificante... no puede ser.

—Uhm... s-sí, qué tonto ¿no?

—Tal parece.

•[▪]•

Venía pasando ya una semana, no se esperaban que el tiempo pasase tan rápido una vez tuvieron que apartar la incomodidad. Pero ¡cielos! Se sentía como una eternidad de trabajo. Bennett se mordía el labio, pues debían reunirse los tres, eran los principales líderes de la unión. Había llegado el momento en que habían decido una rápida y cercana fecha de encuentro, se había iniciado publicidad atractiva, y aunque se debía a que Margaret había insistido en que organizasen todo, a Bennett no le pareció malo estar los tres en varias fotos de promoción.

Aunque no estaba tan mal, Bennett con su guitarra y su cabello morado atado de tal forma que lucía despeinado, amó posar con su guitarra, como si fuese sólo un juego en que podía ser él mismo, con aquella vestimenta oscura, con adornos, y le gustaba ponerse aros y pulseras a decir verdad. Incluso sentía que se derritió al ver lo atractivo de Ben cuando posaba con naturalidad, se quedó contento del resultado.

—Bennett... —llamó Margaret.

En cuanto la ausencia de Ben se hizo presente, la chica le detuvo a uno de los laterales del pasillo del estudio, mordiéndose el labio. Ella lo miró con intriga, pensando que sería bueno hablar sobre sus sospechas una vez no había nadie más cerca, sospechas que no estaban del todo aclaradas pero de las que ella de alguna manera bizarra, no tenía duda alguna.

Benentt inclinó su cabeza, asustado por la forma en que ella lo veía, como si se rindiera antes de siquiera empezar a hablarle.

—¿Qué pasa? Te noto... afligida. —mencionó Bennett tratando de mantenerse calmado y neutral.

—Necesito hablar contigo. —Margaret le sostuvo del brazo, acomodándose un mechón de pelo hasta detrás de su oreja— No es sobre mi... —aclaró al no verlo muy convencido—... quiero que me hables sobre Ben.

—¿P-por qué quieres que hable de él? —el menor se movió para atrás, chocando con la pared, vió que ella bajó la vista y volvió a levantarla mostrándose temerosa, pero segura.

La forma en que Margaret miraba al menor, era... más bien una que le transmitía susto, una que le decía «ya sé tu secreto» Y que sin dudas hacía sentir a Bennett muy desprotegido.

—Escucha... he notado... —. Bennett al oírla hablar, se sobresaltó aún más— que tú lo... lo miras mucho —mientras ella seguía hablando, el menor volvió a suspirar lleno de nervios— y me dijiste que... ya estabas interesado en alguien ¿cierto? Entonces yo pensé que... cielos, esto es tonto, es... tan extraño. —dijo Margaret— Y-Yo pensé que...

«¡No, no, no! Que no sea lo que creo que es...». El pelimora tembló cuando ella estuvo lo suficientemente cerca de él como para intimidarlo de esa forma tan sutil que tenía de hacerlo. Apretó los labios e inspiró. No, no iba a permitir que Margarer creyera incluso algo cercano a lo que pensaba. Menos en momentos así, menos aquí y con todo el personal alejado de ellos dos.

—No sé de que hablas. Claro, s-somos amigos... es normal. —respondió Bennett— ¿Eso... eso que tiene que ver? Que ya esté interesado en alguien n-no... —farfulló arreglando los mechones de su cabello morado bajo una pequeña gorrita negra, en lo que respiraba hondo tratando de calmarse—... no viene... es que... no viene al caso.

—Sólo... por favor, q-quiero que me desmientas que...

—N-No sé que dices, Ben... él es, digo... no es...

—¿Ben... te interesa? —inquirió de pronto Margaret mostrándose segura y decidida. Por supuesto, era obvio que era por él, se decía; al mencionarlo Bennett se mostraba incapaz de ocultar el rubor en su cara pálida, se mostraba vulnerable y asustado. Eso le explicaba... muchas cosas.

—¿C-Có-Cómo dices...? —Bennett jadeó asustado, apretó los dientes y agachó las cejas. «No, no... ¿por qué ahora?». Se dijo, preguntando el porqué lo estaba interrogando. Apartó la vista, se apartó de ella, quería salir corriendo y volver a buscar su guitarra e irse, pero... si lo hacía ¿qué?— No sé de qué me hablas, lo di-digo en serio. ¿Ben? Por favor, es... eso es tonto hah... es... absurdo y... muy alejado de... la realidad.

—¿En verdad? Porque... creo que yo ya he entendido por qué estás así... ¿fue por él que me rechazaste? Siento que... ustedes son demasiado cercanos. Yo...

—Sí... ¡d-digo no! No... no, ¿cómo crees eso?

—Ay, cielos... Bennett, me siento terrible. Creí que era cosa mía que fueras tan diferente con Benjamín, p-pero ya veo que no... realmente no lo pensé de ese modo.

—¡N-No lo malinterpretes! Yo... —Bennett quería hablar, pero sólo conseguía entrar en pánico y desviar la vista a todos lados, buscando algo que lo ayude a distraerse.

—Tranquilo, no te juzgaré... realmente no sería capaz de eso. —Margaret se apartó un poco para darle espacio, notando la presión ajena.

—¡Ah, no! Para ya. —Bennett se tapó la cara— T-Te dije que él... b-bueno... si no m-me gustas es porque... sólo...

Se encontró acorralado ante la mirada suave y tristona de la chica, que miraba a otro lado una vez se aseguró de analizarlo con la mirada. Bennett ya sentía sus mejillas arder, su pecho apretar. La sensación de peligro no cesaba, agradecía que estaban solos y alejados, pero aun asi... estaba asustado.

—Oh entonces... discúlpame. —dijo Margaret no convencida de ello. Si iba a ser así, se podía detener y hacer como si nada— No quice incomodarte al insinuar algo como que ustedes... —ella suspiró— pero, pensé que podrías... al menos decirme, confiar en mi. Yo... t-te podría ayudar. Sólo me interesa... acercarme a ti.

—No... y-yo, digo —volvió a farfullar, «¿puedo... confiar en ella?». Pensó, sonaba tonto pero... talvez lo hacía, aunque no estaba tan seguro—. L-lo siento, en verdad, s-sólo pasó y de pronto él me... me gus... sí, bien, sólo... sí.

—Dios mío. —ella llevó una mano hasta sus labios.

—¿Es... desagradable? Lo siento, si tú ya no sientes...

—No, no, está bien... no me lo digas. Ya lo sé, me di cuenta. Sólo quería que... m-me lo confirmaras y... entiendo —le detuvo Margaret antes de que al pobre hombre le diera un ataque de nervios, parecía que iba a ponerse a llorar, se veía bastante sensible e inquieto— Siento que esto te hace sentir tan nervioso como a mi... p-por eso te entiendo...

—¿E-En verdad?

—No sabes por lo que pasé... tuve miedo, cometí muchos errores, por eso... entiendo. Créeme que si. —dijo ella.

—Bueno yo... creo que, ahora puedo entenderte —Bennett rascó su nuca, sintiéndose calmar un momento— yo también siento que incluso si no hago nada mal... s-si él llegase a saber de esto me da tanto temor, me aterra que... sienta asco de mi, que todo termine mal.

—Oh Bennett, yo también lo sé...

—¿No te molesto? T-Te rechacé y... por él. Esto es tan...

—No te preocupes... —ella volvió a detenerle— créeme que... entiendo todo perfectamente. En verdad...

—Supongo que... gr-gracias... por eso. —Bennett sonrió un poco más tranquilo— Esto es difícil, no quiero que nadie sepa, menos él... no sé ni porqué estoy hablando de esto ahora ¿q-qué estoy haciendo? —se dijo, llevando una mano a su cabeza, adentrándose a sus pensamientos, inquieto.

—Hey, tranquilo, no te preocupes... —Margaret puso una mano en el hombro del menor, brindándole confianza y luego, subió su mano hasta la mejilla del pelimora, sonriendo con ternura ante la cara enrojecida del contrario—... estás a salvo conmigo, Bennett.

Dijo, una parte de ella estaba algo molesta, decepcionada, celosa, mientras que la otra se sentía tan contenta de poder volver a hablar con confianza junto a Bennett, de poder entregarle un relajo que pudo apreciar al verle suspirar con calma. Mas... había una tercera parte de ella que, inconscientemente quería alejar a Ben de Bennett ante la nueva información.

Una parte suya reprimida y asustada, que después de tanto quería por primera vez arriesgarse y pensar en ella misma, pensar en lo que la iba a hacer... feliz. No quería causar ni involucrar en líos a Bennett, pero quería poder estar junto con él. Sin importar como.

•~•~•~•~•~•~•~•

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro