•°~°Capítulo 34°~°•

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—Has estado callado todo el rato, creí que era mi turno de cerrar la boca heh. —habló un confundido y nervioso Bennett, sintiendo que de a poco el vacío del ambiente iba matándolo con lentitud.

Esa tensión entre ambos era dolorosa, sobre todo porque al parecer Ben encontraba más entretenido mirar el suelo, alguna de las decoraciones o lo que sea en lugar de girar su vista a él cuando le hablaba en sus mediocres intentos por sacar algún tema de conversación aún si la sensación revoltosa en su estómago se empezaba a transformar en un molesto dolor de cabeza.

Se estaba sintiendo mareado, el pecho le saltaba y los ojos se le pegaban a veces del sueño ocasionado por lo embriagado que se sentía de emociones y demás. Tampoco es que hubiese bebido tanto en realidad, pero de todas las sensaciones que solía tener últimamente el ponerse inquieto por cositas minúsculas estaba haciéndolo ver como un tonto seguramente. Es que en serio que... no aguanta mucho.

—Sigue siendo tu turno... siempre. —Ben rodó los ojos, volteando su vista a un lado, sólo para encontrarse otra vez al de cabellera púrpura empezando a irrespetar su espacio personal. Joder, que ese pequeño espacio era lo único que por ahora lo mantenía tranquilo evitando desvíar sus pensamientos— Hey, no irrumpas mi espacio ¿quieres apartarte?

—¿Uhm? Está bien. —acabó por decir el menor con más calma al regresar a sentarse unos cuantos centímetros lejos del mayor— Creía que estabas enojado. Pero talvez siempre imagino cosas, p-porque no tienes cara de enojo, nomás que... no lo sé. ¿Aunque en serio no estás enojado?

—¿Por qué no te callas? Sabes que me harto de escucharte cuando dices puras tonterías y... —Ben se pasó una mano por el pelo, parecía como de la nada Bennett se sobredaltaba ante la caída de su revoltoso flequillo regresando a su sitio, auspiró—... y no estoy enojado, pero al parecer te empeñas en molestarme.

—Bueno, aunque no es del todo cierto heh... —carcajeó el menor girando los ojos para ponerle atención a todo a su alrededor, luego, observando de lleno el rostro algo forzado de expresión del mayor—... tú también haces algo parecido ¿no? D-Digo, sabes que no puedo mantenerme callado por mucho, y que te voy a molestar de todas formas —mencionó encogiéndose de hombros— pero... yo estoy agradecido de que seas capaz de soportarme después de mucho. —sonrió— a fin de cuentas tú también te acostumbras a mi. Pero comienzo a pensar que ser un poco menos amargado t-te vendría... bien.

—No me vengas a decir esa mierda. Yo no voy a moldearme a lo que a ti te gusta. —gruñe Ben rodando los ojos.

—¿Tú crees que yo si? —inquirió de vuelta el menor con una sonrisa en el rostro, tocando con sus dedos índice y pulgar cerca de su frente— Heh no, olvídalo. Creo que es... lo que he hecho siempre.

El de melena púrpura bostezó un par de segundos, sin dejar esa sonrisa propia de si, que le hacía parecer infantil frente al mayor pero, que con el tiempo había aprendido a reprimir y hacer que por lo menos fuese agradable a la vista del contrario. Se estiró lo suficiente alzando sus brazos y pegando su mejilla en el respaldar del sofá, soltando un pequeño jadeo por el cansancio visual que estaba teniendo de pronto, aunque se consideraba, muy consiente aún.

—Ahá... como quieras.

—Y cambiando el tema ¿no crees que quizá pueda quedarme hasta la mañana... a-aquí? Sé que Jeremy ya se murió, y la verdad ya no hay quién lo levante, llevo mucho mandándole mensajes y no me contesta. —dijo Bennett en voz bajita, apretando los labios y jugueteando con sus dedos.

—Haz lo que quieras, no me interesa. —dijo el peliturquesa mirando a un lado.

—¿Es un sí? —Bennett extendió una sonrisa dental tras ver al moreno de piel suspirar sin decir nada más.

—Si de todas formas te vas a quedar aquí estorbando no sé para qué mierda me preguntas a mi. —bufó Ben, acomodándose el cuello de la camisa. No quería ni mirar al menor a la cara, sabía que aunque sonaba serio, de seguro el pelivioleta estaría manteniendo esa sonrisa en su bonita cara. Joder, que estaba perdiendo credibilidad con el menor en edad.

—Qué bien... gracias. Eres muy amable. —habló Bennett con ánimos.

—Uy sí. —asintió el mayor.

—¿Dormiré en el sofá? —preguntó ladeando la cabeza, buscando ver al contrario a la cara.

—Yo pensaba que en el suelo, pero el sofá está mejor. —sonrió el moreno, rodando los ojos.

—Y... ¿Y no puedo... do-dormir contigo aunque sea? —inquirió Bennett con ciertos nervios.

—No. —sentenció Ben.

—Anda, un ratito. —le empezó a hacer caritas, aunque bien sabía que inisistur tanto terminaba por molestar tantito al peli-calipso.

—Ya te dije que no, como te empeñas en abusar de mi confianza, y no me hagas... —Ben inspiró lentamente mirando a la cara al oji-carmín—... enojar. Sólo callate un momento.

—Pues si de todas formas te vas a enojar no sé ni para qué me esfuerzo en quedarme callado ¿no crees? —dijo Bennett frotándose la cara— Y luego yo soy el que parece un mocoso... deberías calmarte, p-porque o sino te van a salir arrugas. Y como siempre andas haciéndote el molesto, eso es más... molesto.

— ¡Ah! ¿Cómo? ¿Repite eso? —le encaró Ben frunciendo el ceño, quizá no estaba molesto en realidad, pero la tensión lo mataba y la cabeza la tenía tan revuelta que sus emociones de la misma forma empezaban a mezclararse haciéndole desear alejar al de melena, pero quería tenerlo cerca a la vez... mierda, detestaba que el idiota le hiciera sentirse así. Que encima creyera que podía jugar inconscientemente con él como si eso fuera tan fácil.

—¿E-Eso qué? Hah ya no me acuerdo... —rió Bennett de los nervios.

Por un momento Bennett creyó que el pelician iba a reclamarle como solía hacer, quizá no a gritarle, pero se limitaba a hablar de forma cortante y mirarlo de una manera severa, aún siendo así ¿ahora por qué de la nada se quedaba callado? ¿Acaso pensaba en una forma de hacerle saber que lo molestó otra vez? De pronto le faltaba el aire al ser que lo estaba reprimiendo y evitaba inspirar sonoramente pues, aun Ben le miraba de frente como analizándolo con la mirada.

¿Qué el contrario no se daba cuenta que los nervios habían vuelto a invadirlo tras esa acción? ¿Quería matarlo acaso? Respiró inflado el pecho, colocando sus dos palmas en la superficie del sofá, mientras se echaba para atrás... tratando de distanciarse un poco se terminaría notando que ahora estaba más rojo de lo habitual.

—No te hagas... el tonto. —dijo por fin el pelicalipso mirando a otro sitio, notando que era él quien arrebataba de espacio personal al menor en edad y, con ello, se privaba a si de fuerzas para seguir reteniendo sus emociones esmeradas en hacerlo actuar como un idiota frente al contrario.

Ben notaba como el pelimora parecía absorto en sus nervios, mirándole de la misma forma a los ojos. Temblando y agachando las cejas.

¿En qué momento le pareció que talvez estaba bien mandar todo a la mierda y sólo... dejarse llevar? Porque era difícil retomar la compostura una vez se encontró a si mismo agarrando de los brazos al pelimalva para mirarlo de cerca ¿aún estaba en esa parte en la que decía a Bennett que le desagradaba su exceso de confianza o... qué?

Mantenía sus ojos abiertos, embriagado de esos ojos como rubíes nerviosos frente a él, de pronto... se sintió experimentando una sensación tan extraña de peligro. De que rozaba al riesgo de acciones erróneas y a la misma vez se extasiaba de ese ambiente agradable de mierda que le hacía olvidar los dolores de cabeza y las emociones absurdas.

Aún sosteniendo los brazos ajenos, su respiración tembló al encontrarse en la emanaza de una corta distancia entre sus respiraciones tirando al alcohol. Jadeó, cerrando los ojos ante la aproximación ¿y por qué el otro no hacía nada? Se preguntó de pronto, peligrando y tenteando a retroceder entre nervios. Quería soltarlo antes de aprovecharse de esos ebrios y cansados ojos que parecían recorrerle el rostro con ansias.

Las manos del menor fueron subiendo hasta posarse en los brazos del pelicían, así mismo, con el corazón saltándole como loco, estaba asustado, rebosando y huyendo a la vez de emociones fuertes. ¿En qué momento se encontraban así... en una guerra de miradas dudativas?

«¿Qué vas a hacer?». Se preguntó Bennett al verlo acercarse, muy cerca ¿qué tenía que hacer ahora con la poca consiencia que el dolor de cabeza le permitía? Podía jurar oír su propia respiración agitada. Sus dedos tocaban la tela de la chaqueta del mayor y sus brazos atrapados por esas manos morenas lo hacían sentir ansioso. El nivel alto de excitación le hizo temblar otra vez, sabía que si no hacía o decía algo iba a terminar estropeando todo lo que logró hasta este punto, pero también sabía que si se apartaba estaba desaprovechando otra oportunidad por tenerlo cerca, tan... cerca.

Bennett entrecerró los ojos, le inquietaban las manos y luchaba por retenerse a si mismo en su sitio, porque si se echaba para adelante no iba a aguantarse otro poco de cercanía y acabaría volviéndose loco.

—Nnh... hey... —le llamó cuando estaba en el filo de riesgo, lo suficientemente cerca como para arrepentirse y ¿arrepentirse también? Cualquier cosa que hiciera terminaría siendo un martirio al final. Bennett iba a lloriquear aun si se armaba de un adormecido valor o si se echaba para atrás desaprovechando algo que... quería mucho aún si estaba confundido de qué era lo que estaba pasando—... hey... —murmuró otra vez, pero Ben parecía no escucharlo, estaba igual o peor que él, dudativo, tenteando cerca de su boca.

Quería respirar como es debidamente, pero entrecortaba entre cada suspiro. Sentía que de pronto todo alrededor dejaba de ser importante, podía oír sus latidos frenéticos contra su pecho, su tensa respiración nerviosa era menos frecuente y poco a poco sus manos ansiosas subían hasta los hombros del callado y serio Ben, que arrugaba el entrecejo, mirándolo directo a los ojos pero a la vez pareciendo que quería evitarlos.

Sus narices rozaron de la nada, podía sentirse extasiado al ver como en poquito tiempo se hallaron ambos de ojos cerrados. Sus labios apenas se rozaban y si no lo hacían pronto Bennett iba a morirse en ese instante, ya no aguantaba los golpeteos en su pecho, sus manos apretando los hombros ajenos. ¡Siquiera sabía que pasaba por la mente del pelicalipso! Esto era distinto, no era igual que antes, quien rozaba a estar menos conciente era él y no Ben, pero aun así, se veía embriagado, bajaba sus manos y subía imperceptiblemente las mismas desde sus hombros hasta sus codos, haciéndolo derretir entre tanto martirio.

Todo pareció perderse una vez esa chispa hizo a Ben abrir los ojos, al sentir el tacto de los labios del pelivioláceo sobre los de él sólo le atinó a olvidarse de todo y responder al impulso. Más tarde seguramente volvería a pasar la noche en vela, pero... ya le daba igual, podía aguantar unas cuantas noches más en lugar de dejar pasar un extraño y sin duda, delicioso toque entre sus bocas.

No era la primera vez y una parte de él, de algún modo anhelaba que no fuera la última. Con el paso del tiempo aprendía que buscarle ua solución lógica a las cosas sólo terminaba por frustrarlo innecesariamente.

Unos cuantos toques más y se encontraba otra vez recibiendo una situación que creyó olvidaba. Con papeles invertidos y siendo él quien recibía un desesperado beso por parte del menor. Le tomó de los costados y profundizó el contacto, agrediendo esos labios con los suyos con las ganas que tan reprimidas tenía desde hace mucho.

Lo sostuvo con mayor fuerza, llevando una manos a su cálida mejilla, apartando ese pelo de su cara una vez giró su cabeza chupeteando y saboreando la boca ajena. Ya ni en cuenta cayó cuando casi se hallaba acaparando el espacio del tembloroso Bennett, que abría los ojos y los cerraba de tanto en tanto mientras sus bocas se despegaban y se volvían a unir, generando sonidos húmedos y secos a la misma vez.

—Mmh... ah... —jadeó el mayor cuando su racionalidad ya se encontraba en una batalla que perdía lentamente. Abrió los ojos sólo para encontrarse con la imagen del pelimorado a ojos cerrados, la cara roja y el pelo despeinado. Su mano temblaba sobre el sofá, a un lado de la cabeza del menor.

Tragó saliva, tomando una prudente pero no tan lejana distancia, hasta que los ojos bermellón de Bennett le hicieron comenzar a ser recipiente de dudas, algo regresaba a molestar y se concentraba en la adrenalina en su estómago. Propagándose a todo su cuerpo.

Le hacía olvidar las molestias, de todo el estrés, de pronto se sintió tan calmado, ansioso, cansado. Apretó la boca y se quedó en su sitio. No, no de nuevo ¿por qué ahora todo a su alrededor era más importante? Buscaba con qué distraerse o sino iba a acabar arrepintiéndose más de lo que ya. Sudó frío, apretando los puños ante la mirada nerviosa y asustada del de hebras moradas.

Mierda ¿ahora qué iba a hacer? Bennett no presentaba indicios de querer salir corriendo, y si no era él, no iba a hacerlo nadie. Porque él nunca saldría corriendo.

—Ahm h-hey... —balbuceó Bennett.

—Cállate... —sentenció Ben, frunciendo el ceño.

—Bon, escucha... l-lo siento. —mencionó el menor con la voz temblorosa y el cosquilleo constante en el estómago. Agachó las cejas, tratando de volver a la compostura a medias, quedando sentado con sus palmas soportando la parte superior de su cuerpo. Otra vez estaba así, en la posición inicial. No podía aguantar.

—Nada de Bon, cállate... en serio... —Ben cerró los ojos apretando los dientes y el entrecejo. No quería, pero volvía a mortificarse con esto. Sin siquiera notarlo, otra vez su mano derecha iba a parar a la mejilla caliente del peli-púrpura, podía sentir esa piel suave bajo su mano. Inspiró, y espiró lo suficientemente hondo para calmarse mientras se iba acercando cada vez más— solo cállate.

•[▪]•

—Lo siento, en verdad que lo siento. N-No sé que me pasó... talvez... talvez es el sueño ¡si! No debí tomar de tu... botella, b-beber me da sueño y me... me pone ahm... —Bennett se excusaba, llevaba un buen rato así, al borde de los nervios. Asustado al ver que después de aquello Ben no decía nada al respecto.

Volvían al comienzo y ambos sentados en el sillón a cada extremo le hacía sentir que otra vez había metido la pata. Está vez si había sido él, no aguantó más, era demasiada tensión de la que podía soportar y con el sueño que le entraba no encontraba otra forma de ver las cosas. Le temblaba la voz, las piernas, era como si se convirtiera en gelatina cada que lo recordaba; las manos amables de Ben abrazándolo, sus labios pasados sobre los suyos, esa brillante mirada esmeralda que logró hacerle perder el juicio por un momento.

—Cállate. No te eché la culpa a ti —contestó el de piel morena visiblemente molesto, aunque no lo estaba y sólo se encontraba otra vez nadando en la duda y amarrado a unas emociones severas. Volvió a pasar su mano por su frente, mordiéndose el labio inferior— Maldición.

—Ah... sí. Lo siento. —repitió Bennett.

—Como vuelvas a disculparte inútilmente otra vez voy a... —Ben se quedó quieto allí, otra vez, sintiéndose imbécil ante su acercamiento al de ojos color bermellón, mirándole a la cara y notando como él volvía a encogerse de hombros e inclinarse ligeramente para atrás. Oh mierda ¿qué ya no podía acercarse sin producir esa estúpida y tierna reacción en él?— Olvídalo. No vamos a hablar de esto.

—Pero... no es la primera vez que--

—No vamos a hablar de esto... de nuevo. —sentenció Ben mientras se ponía de pie— Agradece que no te dejé afuera. Así que el sofá está bien.

—¿Ah? Pero no puedes...

—Si puedo. —habló Ben— Así que no me molestes, quédate ahí o te echo.

Bennett no encontró otra forma de replicar. Todavía estaba demasiado alterado y con el dolor de cabeza reinando que prefería no hacer más. En serio que no lo entendía, sí, estaba bien, creía poder comprender parte de esa actitud tan rara, pero a la vez le frustraba demasiado saber que no era natural que Ben le correspondiera de esa forma y que encima le tratase peor que en un inicio después.

¿Qué significaba? ¿Qué lo hizo sólo porque se había dado el momento y eso es todo? Vamos... Bennett no besaría a alguien sólo porque el momento se dio, al menos... no sin que esa persona le gustase aunque sea un poco.

—Bien, pero va a ser la última vez que duermo en su sofá. —se dijo Bennett suspirando antes de intentar ponerse cómodo. Sino fuera porque era capaz de dormirse hasta sobre una piedra, no podría dormirse ni tranquilizarse. Tocó su boca, entrecerrando los ojos y simplemente se mantuvo quieto, posando su brazo sobre sus ojos.

•[▪]•

A mitad de la madrugada Ben caminaba adormilado por la sala, fue ahí en que gruñendo molesto pudo ver la figura del pelimorado dormido en el sofá. Por lo que maldiciendo para sus adentros regresó solo para buscar algo con que cubrirlo.

Nuevamente en la sala, se le acercó sosteniendo una manta gruesa en sus manos, al ver al pelimora en el sofá durmiendo a pierna suelta, suspiró reteniendo los sentimientos revoltosos por dentro, murmurado idioteces al aire mientras apretaba los dientes.

—Toma... tápate, tonto. —murmuró. Ya resignado se acercó al menor y lo cubrió con la dicha manta, tapando hasta sus hombros y pies.

Al final acabó sentandose en un sillón a un lado, doblándose con algo de cansancio reflejado en su rostro, pero, como era obvio y sabía que pasaría, no podía pegar el ojo en todo el rato. Se puso a pensar en que iba a hacer después de esto, claro, actuar a la defensiva no haría nada por hacer olvidarse de eso, otra vez.

No sabía que más hacer, este momento era totalmente distinto a antes; ya no necesitaba aclarar algo, no necesitaba seguir diciéndose a si mismo que verlo de otra forma estaba mal, porque si, aunque creía que estaba mal a pesar de todo, no se mortificaba por hacerlo, estaba cayendo en un martirio únicamente porque ya tendría que callarse hasta no dar más.

Detestaba ahora estar tan centrado en una cosa que ser evidente le causaba un terror extraño, una sensación tan indescriptible. Qué iba a saber él que pasaba en la estúpida cabeza del peli-púrpura como para habérsele lanzado en ese estado de pronto, pero si de algo estaba seguro Ben, era de que no era algo que vino sólo por acciente. Si bien era realista, crudo y rígido, no era un imbécil iluso que veía todo en un punto favorable, sin embargo Bennett tenía de obvio lo que él no, y estaba...

Carajo, no podía ser algo tan estúpido. Estaba destruyéndose la cabeza con esto; debatiendo entre un sí y un no, entre una posibilidad y una tontería. No iba a aguantar más antes de mandar todo a la mierda y de la misma forma, empezar a increpar contra si mismo y contra todo.

Porque no estaba dispuesto a pasar por estas torturas otra vez, a cada rato, todo por su maldita culpa.

Prontamente la mañana llegó y fue allí donde tras un largo cansancio y un no tan cómodo despertar, Bennett pestañeaba frotándose los ojos y el rostro antes de caer en cuenta de que algo calentito le cubría de la mañana fría.

Cuando se sentó en el sofá, aún con la manta curbiendo esta vez sus piernas, unos ligeros y animoso ladridos le hacieron sonreír; allí estaba la perrita saltándole a un lado mientras enseñaba su lengua. La acarició y volvió a revolverse el pelo buscando acomodarlo y apartarlo de su rostro, así mismo, al alzar la vista la figura del pelician de una forma incómoda sentado en el sillón de al lado... dormido.

Sonrió ampliamente al enterarse que Ben si se había quedado con él y encima le había cubierto. Pero le dolía el verlo tan incómodo en ese sillón... estaba absorto de la mañana y temblando por lo de anoche, tampoco era que fuese algo extremadamente grave pero conociendo al moreno, estaba claro que ese hombre no descansaría hasta hacerle sentir que ese roce fue el error más grande que pudo haber hecho.

Lo sabía, estaba seguro de que podía llevar eso a parte y calmarse él mismo y de paso al mayor.

—N-No... no puedo hacer mucho. —se dijo Bennett cuando con cuidado y gracias al sueño pesado del moreno le levantó lo suficiente para dar unos cuantos pasos con él y recostarlo en el sofá.

No quería despertarlo, en estos casos Ben era mejor dormido, así se veía sereno y relajado. Le tapó con la misma cobija y luego de un rato, terminó sentándose en el suelo a un lado del mismo sofá, mirando la hora en su celular y de paso tratando de volver a llamar a Jeremy en lo que acariciaba a la algo más grandecita cachorra.

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Así mismo, en otro sitio Margaret se encontraba mirando por el balcon, nuevamente se hallaba sola, observando las frágiles y pequeñas estrellas desapareciendo en el cielo claro de la mañana. Traía el móvil en mano y aunque no acostumbraba a meterse a redes sociales excesivamente, mirar las novedades en donde se hallaban tanto las caras de cierto moreno y aquel pelimorado que tanto le revoloteaba en la cabeza, realmente la estaba poniendo muy inquieta.

Sabía que si se mantenía al margen, de esa forma lograría ganarse la confianza de Bennett de una manera sana pero, de paso también ganaba la frialdad tan cortante de Ben, le sorprendía en verdad que ese hombre hubiese cambiado tanto... que ella igual lo hiciera y que los dos se mirasen como fieros enemigos.

Aunque estaba dispuesta a aceptarlo, a llevar consigo esa sensación de culpa y esa emoción molesta de unos celos que mantenía calmos, había algo que no podía aceptar todavía; era que cada vez ellos dos se volvían más cercanos, que Ben y Bennett cada vez sobresalían con su evidente amistad, sintiendo incluso más añoranza que celos por no poder formar parte de eso tan importante para el menor.

Una parte de ella sabía que talvez... si era cierto que la atención y la fama venían más que nada de un presunto escándalo previo. Era algo que rozaba al último recurso, pero en verdad que... no quería ser un problema para el oji-pelimorado.

No planeaba inquietarlo, ni matarlo de los nervios como casi había llegado a hacerlo en algunos ocasiones. Sólo quería tratar de ganarse una oportunidad, de estar a su lado y poder mirar hacia adelante. Comenzaba a darse cuenta que quitarle a Ben de los ojos a Bennett quizá sólo podría lograrse haciéndole... haciendole ver que tan malo puede llegar a ser Ben, cuales eran las muchas grandes consecuencias de siquiera intentar algo con alguien que parecía no tener intenciones de ser amable.

Sin descuidar su trabajo ni meter en líos su imagen, pensaba en que de a poco Bennett tendría que darse cuenta que una oportunidad con el pelicían no le iba a traer nada bueno, que sólo iba a complicar más las cosas, que terminaría arruinando su carrera y su imagen con ello. El pobre aun era novato, no sabía que en el mundo cuando la prensa se le tiraba encima no le iba a soltar hasta dejar a la luz cada humillante secreto con tal de hacer primicia, sobre todo, cuando aun la sociedad era demasiado correcta en este sector.

Todo podría ser distinto contrario a eso, si Bennett se diera cuenta de que estando con ella y tomando su ayuda juntos podrían ser furor, que podrían sacar chispas y descubrir nuevas cosas. Ella podría ser buena, podría tomarlo de la mano y cubrirle de los flashes de las cámaras. Estaría allí para abrazarlo y tratarlo bien. Nada perdía con soñar ¿verdad? Incluso si talvez era hiriente y se hacía daño luchando por ello.

Es que ya no quería seguir soñando más. Aunque gran parte de ese sueño fuera una idea egoísta solamente para lo que creía y era conveniente para ambos.

•[▪]•

Mediados de Febrero marcaba el comienzo de una época más agradable, consecuente a esto el aire se respiraba menos frío que antes, era una fragancia cálida y tibia. Aunque el trabajo era pesado y algo agotador siendo que no había demasiado que efectuar entre interacciones cortas y miradas lejanas. Cuando prontamente los ambientes se apaciguaban y, fuese a ser menos tiesa su forma de ser «Bonnie», Bennett estaba seguro que podría regresar a calmarse por fuera y a la vez morirse de ansias por dentro.

—Me sigue sorprendiendo que se sigan hablando después de que por segunda vez se agarraron. —hablaba un peli-cobrizo de cabello ondulado, con cierto acento suyo en la última frase. Sonrió tomándose un trago mientras caminaba con calma por la calle junto a su amigo pelimorado— Es que es  la media historia hah.

—¿La mitad de una historia? —se confundió Bennett ante las palabras dichas con aquel acento latino del mayor.

—Mi amigo, eso no importa. Hablo de que... ¿si te das cuenta de que ni con la excusa de un trago siquiera yo querría tener de amigo al pendejo que se aprovechó para comerme toda la boca? Digo, sino me gustara, si, pero si si, pues no. —le dijo Jeremy, poniendo su brazo en los hombros del pelimorado.

—No... Jeremy no me hagas pensar en eso de nuevo. Suficiente tengo con lo nervioso que ando por eso cuando estamos cerca... —suspiró Benentt.

—Yo nomás digo. Porque no me negarás que si es bien raro que el tipo ese no te haya hecho nada después del beso ¡Nah pero no hablo de una cochinada, eh! Hablo en plan de que no te sacara a patadas del departamento después... —mencionó el más alto con un tono— Cualquier persona normal haría algo como eso, yo ni loco dejo que me anden metiendo la lengua si no me gusta, menos si es un hombre. Ojito nomás, no tengo nada en contra de eso, pero yo no le entro a tu caminito invertido.

—¡Ah! Hablas cosas raras de nuevo... —Bennett metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta— ¿sabes qué? Apurémonos ya, que quiero sacar a pasear a mis perros.

—Como digas, espero que te vaya bien en tu paseo.

Por lo general, todos sus momentos de desliz terminaban en algo así, con un lío en su cabeza y él intentando hacer sus días normales. A diferencia de Ben él nunca conseguía hacer parecer que nada ocurrió, siempre le quedaba esa duda de cómo era que lo hacía, incluso si por fuera parecía que nada le importaba.

Lo más curioso era que Ben le hablaba con naturalidad, sonreía de ser necesario y le evitaba cuando no lograba mantenerse callado.

—Ya llegué. —Bennett abría sus brazos esperando recibir a sus dos perros al momento de abrir la puerta de su departamento— Déjenme comer algo antes y vamos a pasear... ¿bueno?

Ambos perros ladraron contentos moviendo sus colas, mientras a veces saltaban o le hacían cariñitos en las piernas siguiéndole hasta la cocina. Talvez se preparía un té y se comería cualquier cosa de la nevera, era que sencillamente estar sólo con sus perros dejaba de ser cómodo. Le saltaba el ocio y prefería salir a agotarse las piernas caminando juntos a dos fieles amigos en lugar de quedarse en un sillón o practicando con su guitarra alguna cosa nueva que se le ocurra.

—¡Wuahhu! —gruñó el mismo perro altanero de siempre, ladrandole a la puerta unos segundos antes de que sonase ese molesto timbre que casi nadie tocaba. Bennett alzó la vista y se metió una galleta a la boca antes de acariciar la cabeza de Alan para observar a través de la mirilla.

—Ay... ¿por qué siempre elige los peores momentos? —murmuró el menor apartándose de la puerta para pasar una mano por su frente. Se calmó, y sonrió con mejores ánimos. Después de todo, habían quedado de buenas. No habría nada de malo. Abrió la puerta y sonrió— Hola.

—¡Hola! —le saludó una amable Margaret— Iba... tiempo que no venía a verte ¿tienes un momento?

—Verás es que... voy de salida. —dudó Bennett, mirando a un lado.

—Ya veo... —ella suspiró— puedo... acompañarte si gustas.

—Es que... —Bennett tragó saliva queriendo decir que no, sabía que muchas veces lo había hecho y en lugar de hacerlo parecer mal, ella solía entenderlo, pero... cielos— Vale, ya que insistes...

Bennett lloriqueó para sus adentros antes de respirar lo más profundo que pudo, haciendo pasar a la mayor mientras él se alistaba para salir.

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