•°~°Capítulo 38°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

De pronto todo el ambiente helador del momento era contagiado por un calor naciente ante el contacto entre sus bocas. Un sonido húmedo y silencioso inundaba la sala, algunos suspiros ansiosos los acompañaban. Y a pesar de que se separaban para recobrar el aire, seguían sin mirarse lo suficiente, tratando de mantener la prudencia y de alejar el estresante y denso aire que los rodeaba tras unos dolorosos y aplastantes momentos de tensión.

Había emociones revueltas, algunas que empezaban a notarse y otras inciertas que iban rozando entre esconderse o darse a entender. Cuando Bennett abrió los ojos, jadeando tras separarse y recobrar algo de sentido, fue sólo para encontrarse de frente con el moreno a ojos cerrados, quien tras enseñar una mirada ambigua y escasa de nervios, bajó la cabeza y apretó con fuerza la boca, sosteniendo firmemente de los brazos al menor.

Había un peso horrendo albergándose sobre sus hombros, luego de que Ben era capaz de recodar con eco sus palabras de hace un rato. Había también otro sentimiento atado al temor, era una alegría extraña, una emoción calma, que le impedía hundirse en sus pesares, que le decía que iba bien, que podía relajarse un momento y disfrutar de la plenitud que le hacía sentir quitarse parte de ese peso.

Al reposar su frente en el pecho del pelimorado, sintió como se oprimía su garganta de pronto, evitándole decir algo cuando creyó que estaba bien hablar. Se mantuvo así unos segundos hasta que los brazos que antes le sostenían ahora pasaron a abrazarlo tan cálidos. Oh mierda, mientras más cariñoso era, permitiendo tanto, mientras más cerca estaban de subir otro escalón, Ben creía que el duro golpe de realidad iba a darle directo a la razón, nublando sus sentidos y atacando su sensibilidad.

Creía que llegaban a algo, pero terminaba notando que acababa de asesinar su propio orgullo con sus propias manos; acababa de ser lo más malditamente sincero posible, habló y fue el primero en hacerlo, cuando se suponía y no quería que fuese así.

Y para colmo el otro imbécil seguía callado, aprovechándose de su silencio para tenerlo primero en un jodido abrazo que... oh, en realidad si se sentía muy bien.

Así mismo después de unos cuantos segundos, Bennett empezaba a notar lo calmado que estaba el mayor, lo pacífico y silencioso que estaba siendo. El menor otra vez tenía miedo de hacer algo que arruinase el momento, pero ansiaba hablar esta vez...

Mucho más después de prácticamente haber escuchado aquellas palabras, de haber aceptado todo con paciencia ¡es que Ben se le había confesado, por favor! Porque no era nada más y nada menos que eso, estaba... ¿estaba soñando o algo así? No. Porque dolía y le gustaba demasiado aquel mar de emociones haciendo remolino en su cabeza, que era imposible que fuera irreal. Era tan... distinto a como lo imaginó.

Pensó tener la fuerza suficiente para responder, pero decir algo era un trabajo complicado. Sobre todo cuando sus brazos se esforzaban por mantener aquel cálido contacto, disfrutando de la cercanía y del silencio extrañamente cómodo en medio de ambos. Cuando suspiraba creía estar dejando escapar toda la tensión que antes tuvo guardada dentro de si.

Sus labios aún húmedos cosquilleaban y ansiaban algún contacto. Su pecho y su cabeza todavía se encontraban aturdidos por lo anterior, y estaba dudando en si ya debía de hablar o seguir pareciendo un tonto cuando, al final Ben había hablado, cuando pudo ver en sus ojos lo mucho que le costó hacerlo.

—Esto... es... esto no es... —Bennett tragó saliva desviando la vista y recobrando la compostura cuando el moreno alzó la vista apretando los labios— no es u-una broma... ¿cierto? —la inseguridad la traía de siempre, y aunque era suprimida por su negatividad, seguía allí la gran duda de que en cualquier momento podría abrir los ojos.

Conforme pasaban los segundos en silencio, la mirada profunda y tranquila de Ben le hizo entender que... que talvez, debía dejar de lado tanto nerviosismo, aunque le costaba mucho.

—No... —suspiró el mayor.

—¿En verdad? Ah yo... bueno...

—Oh ¿qué parte de «no» no entendiste? ¿te parece que estoy bromeando? Mierd-

—¡Bien! Entendí, e-entiendo. —rió algo inquieto el pelimora, interrumpiendole antes de que empezara a insultarle de una forma bastante... curiosa. Cuando lo miraba ahora, su cara se ponía caliente y sus manos inquietas se encargaban de jugarle en contra. Creía que no podía retener la sonrisa, que sus pulsaciones a pesar de ir frenéticas contra su pecho, le hacían sentir que estaba reviviendo, que regresaba a pensar y a despejar su mente de ideas extrañas. Se sintió listo por fin y se quedó unos momentos tomando valor entre el jugueteo entre sus manos nerviosas— Eso... quiere decir que... t-tú... que yo...

—Maldita sea, ¿por qué eres tan lento? —espetó Ben tocando su frente, y a pesar de haberse liberado, la opresión en su pecho era molesta, sus emociones revueltas saliendo a flote terminaban por hacerlo sentir desprotegido, jodidamente débil. Estaba luchando por mantener la calma mientras se pasaba una mano por la frente, la maldita cara le ardía y si se volteaba otra vez seguro miraría esa mueca infantilmente llamativa del menor, su sonrisa nerviosa y bonita de mierda. Porque con sólo escuchar sus balbuceos ahora tenía ganas de callarlo como sea— Pareciera que... —suspiró, frustrado— te gusta molestarme...

Murmuró bajando la vista, en lo que dejaba de lado su inquietud momentánea para girarse y mirar de frente, Bennett se encontraba expectante, pero estaba sonriendo de una forma que sólo conseguía hacerlo pensar en que talvez se precipitaba mucho con todo esto. Apretó los labios, subiendo sus manos hasta los hombros del menor, quien aunque tratando de no mostrar nervios, se le hacía tan estúpido con esa mueca.

—M-Me... gustas... —farfulló el menor cerrando los ojos con sustó, en lo que su voz temblaba— también... —dijo soltando todo el pesar acumulado una vez sus ojos conectaron con los firmes e irritados del mayor, quien alzó las cejas observándole con una ligera incredulidad momentánea. Él sonrio y luegó volvió a sostenerlo de los brazos. Bennett creía que no aguantaría mucho, sus ojos calientes, su pecho acelerado. Creia que aquel valor que tomaba iba fuertemente atado a una inseguridad extraña, a unos nervios agudos y a un sinfin de sensaciones. Subió sus manos por los hombros del moreno de piel, en lo que su mirada tiritando se quedaba fija a esos ojos verdes— y-yo... la verdad es que... es que...

—Ya cállate. —sentenció el pelicían acercándose lo suficiente para silenciarlo con la mirada y someterlo con sus gestos. Bennett se quedaba quieto y asentía sin rechistar. Hasta el momento seguía sorprendido de como era capaz de tenerlo así sin hacer prácticamente nada. Y cielos, le gustaba y a la vez le molestaba, es que el imbécil le hacía sentir tantas cosas de un sólo golpe que si no se desahogaba de vez en cuando iba a terminar hecho una mierda de emociones complicadas— Con esto me basta...

Admitió bajando el tono de voz. Era cierto. A este punto de emoción en que le importaba una completa mierda sentirse tranquilo o no, lo único que le interesaba era que su confesión no había sido en vano, que no fue capaz de abrir la boca para expresar sus sentimientos sólo para que al final el otro le saliera con una tontería como que no estaba realmente confundido o esas cosas. Porque de haber sido así aquí fingiría su muerte con tal de no salir al público luego de ser sincero para decir que le gustaba, no, que estaba jodidamente enamorado y encima de un pequeño pedazo de mierda adorable como lo era Bennett.

Suspiró apartando todos sus amargos pensamientos del camino para tocar su frente y despejarse de tanto embrollo emocional. De nada le servía hacerse el difícil, pero si iba a lastimar su orgullo otra vez prefería volver a encerrarse a oscuras consumiendo alcohol a grados altos. Porque ni eso era tan dañino para él como el ir en contra de las barreras que se ponía a si mismo.

Se miraron a los ojos una vez más. El pelicalipso carraspeó la garganta al notar a Bennett en frente suyo perdiéndose en su mirada, el como el pelivioleta se derretía frente a él tras su cercanía le parecía la cosa más extraña que haya visto, pero también, le resultaba tan lindo el como era capaz de soltarse, de no reprimir nada y hasta más tranquilo se veía el menor que un ambiente fresco pero no menos tosco los envolvía en un manto ligero de calor.

Creía que tanta palabra iba a hacerlo sincerarse otra vez, y no quería eso. Subió sus manos nuevamente hasta apretar con firmeza los hombros pequeños y cálidos del menor. Gracias a que la prenda superior que traía se notaba algo delgada, podía sentir lo suave que era, su piel expuesta en la parte del cuello, y su expresión nerviosa tratando de mostrarse segura y confiada terminaban, a fin de cuentas, por hacerlo divertir.

No quería ni ponerse a pensar de cuando era que lo encontraba estúpidamente lindo y atractivo a este chico que o sino, empezaba a molestarse por haber estado girando la vista desde antes de darse cuenta que algo raro pasaba en él con respecto a Bennett.

—Entonces... es que... cielos, e-entonces... —Bennett se relajó unos segundos. Apartando la vista para suspirar, tratando de no balbucear— No, no... espérame... —dijo llevando sus manos hasta su cara, que seguramente estaría rojísima de la vergüenza que le provocaba no poder decir ni tres palabras sin temblar— entonces... esto quiere decir q-que tú me... a mi, y si yo... y los dos... ¿significa que...? Talv-- ¡Mmn!

—Oh carajo, cállate, por lo que más quieras. —espetó Ben apretando los labios luego de taparle la boca con la mano a Bennett— Si sigues así me voy a terminar yendo. Es que eres tan... ah cielos. —Ben le miró, de forma seca, que era la única manera de mantenerlo quieto por un rato. El puto estómago se le retorcijaba de sensaciones inquietantes y si no se distraía recordaría cada una de sus palabras— Y si, como quieras llamar a tus mierdas homosexuales, como sea que pretendas tomar lo que te dije. No miento y tampoco pretendo que me recibas con los brazos abiertos, que hagamos alguna estupidez formal o siquiera pienses que voy a repetir algo como esto otra vez porque yo--

—Entonces ¿qué pasará entre nosotros ahora? —le preguntó de forma rápida el pelivioleta. De tal modo que el mayor pareció silenciarse por unos segundos antes de torcer los labios. Abría la boca, dispuesto a decir algo pero en eso, pero el pelivioláceo volvió a hablar— Q-quiero decir... tú sientes algo... por mi ¿no? Y yo... b-bueno yo... he sido muy evidente y... aún así tú no te alejaste y... y...

Bennett trastabilló entre cada palabra, pero logró decir parcialmente hasta donde el cortocircuito en sus emociones lograba hacer. Seguía dudando de si estaba bien dejar a flote lo muy bien que se estaba sintiendo ahora o de si debía de calmarse, que conocía lo raro y ambiguo de las actitudes del mayor.

—¿Cómo dices? —Ben le miró de perfil, notando como ahora era el menor quien parecía complicarse internamente.

Este respiró profundo y trató de regresar a mantener la compostura de una buena vez. Ir con calma, ser pacífico y amable terminaba por desestabilizar todo su alrededor, y más si Bennett se perdía en su nerviosismo extraño y empezaba a balbucear cosas que terminaban por aburrirlo.

—D-digo que... ¿algo va a cambiar? —inquirió Bennett.

—Escucha, no digo que esto va a cambiar las cosas, pero tampoco voy a dejar que esto siga igual, así que cálmate. —suspiró Ben— Que he llevado tiempo soportándote así, no sé si podré seguir haciéndolo. Me he dado cuenta de lo raro que te comportabas, de como me mirabas, pero como siempre, sabes que también soy un imbécil, claro que en menor medida que tú... y, te permití mucho y me permití callarme en lugar de hacer algo. —mencionó rodando los ojos— Pero este momento me tiene hasta el cuello de todo este tema. Tu estúpida cara no me deja ni dormir. Hasta este punto crítico es como has llegado a tenerme, mira que ahora me vi obligado a cortar de lleno, aclararme, y ¡genial! Estamos aquí otra vez terminando por avanzar y no llegar a ningún puto lado.

—Lamento causarte tantos problemas. Es que yo... la verdad... siempre creía que e-era muy notorio, pero traté de que... no lo notaras tanto hah. —contestó Bennett rascando su nuca y apartándose el pelo de la cara. Hablar de esto con naturalidad era... bastante raro— Y ahora... a-ahora entiendo porqué que no te alejabas a pesar de que seguramente siempre fui muy molesto... es muy lindo, que seas capaz de soportarme.

—Si no lo hice es porque... no te importa. Eso no es un tema ahora. Agradece... —mencionó el moreno bajando la vista para sostener al menor de los costados, en lo que se trataba de mantener tranquilo— agradece... que estoy siendo directo ahora. Necesitaba ya... liberarme de todo esto. De toda la presión que me hace sentir verte de otra forma...

—Cielos, esto es mucho, mucho... —dijo Bennett tapándose la cara— No pensé que tú también... —mirp a donde sea menos al rostro del mayor una vez destapó su cara— y bueno... es tan extraño... estoy demasiado nervioso heh... —rió, encogiéndose de hombros— talvez para ti no signifique lo mismo pero, he pasado por tanto esperando llegar a considerar que tú y yo... seamos algo. N-No me molestaría ir con tranquilidad ahora que si que se siente más calma... porque sé que p-para ti lo de hace un momento fue... muy difícil y yo... es que yo... Mm... quiero saber ¿qué va a pasar ahora con... nosotros?

—No voy a decir que pretendo algo serio contigo aún. —Ben apretó los labios— No sabes lo hecho mierda que estoy ahora mismo, pero me siento tan bien al mismo tiempo, c-creo que me he sacado un gran peso de encima y saber que no me equivoqué me alivia aun más, Bonnie. —ablandó su tono de voz, mirando a otro situo. Esto ya se estaba, alargando demasiado, era peligroso que siguiera hablando ya.

—Vaya esto... —suspiró el menor llenándose de emociones tan distintas a las demás, eran tan cálidas, tan relajantes— Esto está pasando muy rápido...

—No hables. —Ben le calló de una atrapando el cuerpo contrario entre sus brazos, rodeándolo por el torso— Porque ya no sé que contestarte y estoy escaso de ideas para excusar este lado débil que siento ahora... por tu maldita culpa.

—Entiendo... —Bennett sonrió abrazándole por encina de los hombros, dejando que Ben sea como sea, le demuestre un complicado afecto que ahora si podía aceptar y recibir. Creía no tener la valentía de pensar en nada, ni de hablar, pero había una calidez albergada en su pecho, reemplazando su amarga mañana por unos momentos de tensión y afecto— Entiendo. —repitió disfrutando del contacto— Gracias... gracias ¡oh gracias! —le dijo contento, sintiendo que lloraría de tan extasiado que estaba. Envuelto en un abrazo tan genuino, tan lleno de sensaciones que ni una mirada ni un par de palabras o gestos podían decir. Un abrazo tan distinto a los demás— N-No sabes lo que significa... para mi. De verdad que te apre- ¡quiero! Te quiero...

—Carajo, suenas como una mariquita de mier-- —.Y el menor no lo dejó terminar, cuando le miró de frente, cerrando sus brazos tras su nuca.

Podía ver el cambio abrupto en las expresiones del pelimalva, era tan... extraño verlo jodidamente feliz. No hacía falta una sonrisa boba o una miradita contenta para saber que irradiaba tranquilidad y emoción. Que de sólo mirar en este momento le transmitía tanta calma, haciéndole creer que podía ser libre de decir y hacer lo que sea sin sentirse una basura en el proceso.

—Sí, perdona. Estoy... c-contento. —habló Bennett sonriendo finalmente antes de sentir como ese calor se acumulaba en sus ojos, los cuales empezaban a humedecer de tantas emociones juntas, sus labios temblaron y aquel abrazo suavecito también.

Bajó la cabeza y se lanzó a abrazarlo pegando su rostro en el pecho ajeno, ahogando entre este todas las sensaciones fuertes que empezaban a escapar en forma de pequeñas lágrimas acumuladas en sus ojos.

—Ah no, no me digas que en serio vas a llorar. —Ben torció la boca, sosteniendo a Bennett otra vez entre sus brazos.

Las manos del menor estaban rodeándolo con inisistencia y ahora mismo pensar claro le era una tarea difícil de cumplir, pues sabía que si lo hacía, iba a terminar mordiéndose el labio para evitar maldecir contra si mismo al ser que desde otro punto esto debe de verse bastante... inusual viniendo de él. Respiró profundo y cerró los ojos, reposando su mentón sobre la cabeza del de ojos rojos.

—N-No...

•[▪]•

No había nada de malo en tratar de relajarse. De un momento a otro Ben sintió que tuvo que soportar a Bennett siendo un idiota llorón, aprovechándose de eso para recostarse casi sobre él a lo largo del sofá, enseñando una faceta cariñosa y mañosa que no conocía.

Al final el peli-turquesa terminó hundiendo sus dedos en las hebras púrpura mientras dirigía unas vagas miradas al techo, soltando nerviosos suspiros, con los cuales liberaba la tensión en su garganta y las ganas de apartarse y marcharse antes de perder la calma.

Pero aquí estaban, otra vez envueltos en un relajante y fresco silencio, intentando recobrar las energías con las que esta mañana se habían levantado. Queriendo compensar el tiempo, Bennett alzó la vista una última vez, de forma desinteresada sonrió volviendo a reposar su mejilla en el pecho del mayor en edad. Ben ya no conseguía decir nada, encontrando innecesario hablar. De algún modo sabía que si abría la boca acabaría enojado consigo mismo y Bennett se daría de chillón otra vez.

Podría aprovechar quizá el único momento en que se veía débil, en que podía ser afectivo aunque sea por un rato. Porque luego de esto... algo le decía que muchas cosas iban a ser distintas.

No dudó en relajarse, a la vez que Bennett entre sus brazos se aprovechaba de su estado, acomodándose sobre él a ojos cerrados. Ben quería restarle importancia, relajarse y dejar que la frescura del ambiente le inspire una tranquilidad que trataba de adoptar. No quería dejarse ganar, el afecto lo transformaba en alguien débil, pero pronto se estaba dando cuenta de que se había mostrado de tal forma por tanto tiempo, ocultándose bajo una capa de indiferencia que lo arrastraba hacia atrás en lugar de dejarlo avanzar como tal.

Talvez era por eso que se sentía tan desprotegido tras haber atravesado esa dolorosa barrera que se negaba a dejar.

No se daba cuenta ni de la hora que seguramente ya eran, el reflejo del sol tiraba al suelo y se hacía menos doloroso a la vista, pues luz en la sala iba disminuyendo con ello ¿y cómo no? Habrían estado tanto tiempo aquí, sin decir nada, pero diciéndose mucho a la misma vez. No tenía hambre, no tenía ni frío ni calor, se sentía tan tanquilo y tan alterado a la vez ¿cómo era posible estar atrapado entre la nada y a la vez entre todo? Ben pensaba en que a no había momento, por más a gusto que se encontrase, en que se sintiera completamente tranquilo.

Siempre tenía que estar resistiéndose, cuando sólo necesitaba tranquilizarse y dejarse llevar.

—Hey ¿te dormiste? —preguntó el mayor, más que nada al aire, ya no sabía si la respiración ajena tan calmada era porque dormía o si era porque este estaba tan cómodo que sin importarle, se quedaba tal cual.

—Mmm... no, no lo estoy... —. Se escuchó otra vez la voz del menor después de mucho rato— pero creo que podría.

El pelipúrpura le miró en respuesta viéndose tan liberado de presiones, Ben podía ver en esos ojos como el menor parecía adaptarse rápido a sus buenas emociones, a sus caídas. Podía verlo tan tranquilo y ajeno al estrés anterior. Tan cómodo, tan lindo que se veía sonriendo sin miedo. Era una pequeña parte de él que tanto le gustaba y a la vez, que secretamente admiraba; que para ser un infantil hombre veinteañero que dudaba hasta de si mismo, este fuera capaz de aceptar las victorias y derrotas con tanta libertad.

Ben no respondió nada más después de eso, y con simpleza le siguió sosteniéndole entre sus brazos.

Por su parte, para el oji-bermellón era menos tedioso aceptar que por fin estaba ocurriendo, que tenía la oportunidad de ser sincero sin tener miedo al rechazo. Era un gran alivio...

En verdad que tanto esfuerzo, tantos baches por fin le daban un buen resultado. Después de tanto martirio y negatividad acumulada, podía regresar a esa libertad para expresar lo bien que se sentía hacerle compañía. Ya que lo estaba abrazando, hasta el más tosco y aburrido gesto le parecía suficiente y afectuoso, podía empezar a rebuscar entre las capas de frialdad del mayor hasta recopilar grandes muestras de afecto tan escondidas; que viniendo de él las hacían muy especiales, por más mínima que sea.

Acomodó su cabeza encima del pecho del pelicalipso, ignorando sus refunfuños extraños y sus quejidos poco sonoros tras esta acción. Al final, podía tenerlo rodeando su espalda y aunque él creyera que no se daba cuenta, las imperceptibles caricias en su cabeza eran un gesto que -aunque pequeño- le causaban un gran revoltijo de tantas buenas emociones que antes se reprimía de poder mostrar.

Creía que este día no podía ser mejor, parecía como si no hubiera nada más a parte de ellos dos disfrutando de un rato juntos. Y hasta le resultaba curioso como sus perros se quedaban tranquilos vagando por la sala o la cocina, con sus ladridos bajos que eran sólo para llegar de la nada y pedir unas cuantas caricias. Estaba tan extasiado de sensaciones, desbordando tranquilidad.

—Mierda, no abuses... —le dijo Ben con su voz ronca y tosca, teniendo en frente a Bennett, muy encima de él, sonriendo como un estúpido. Torció los labios, tenteando entre su mirada brillosa y la cercanía peligrosa.

—¿N-No puedo acercarme? —el pelivioleta levantando la mirada le cuestionó con una algo nerviosa y ansiosa mueca.

—¿Esto no te parece suficiente? —preguntó de vuelta el mayor haciendo alusión a que prácticamente más juntos no podían estar, y él que tenía que limitarse a quedarse callado o iba a terminar todo aquí de una sola vez.

—Bueno... yo pensé que... —Bennett se acercaba más, traspasando esa barrera de cercanía, si es que eso se podía.

—No... no más. Quédate ahí... —le detuvo Ben sintiendo que esa cercanía ya lo ponía tenso, tenerlo tan cerca era incómodo. Tantas cosas enfrente lo inquietaban, estaba al borde de emociones y más sobre esto iba a ponerlo nervioso. Y no quería mostrarse de esa forma.

—Pero... —siseó Bennett.

—Te dije que te quedes ahí. —sentenció el pelicían con una mirada firme y una sonrisa un poco más suave— En serio... no me lo hagas más difícil.

—Mmm... c-claro, como quieras. —.Y aunque el tono de voz del mayor fuera cortante, para Bennett era entendible que estuviera tan rígido, es que ni él podía calmarse completamente. Su pecho saltaba y su cara aún ardía a pesar de que estaba contento y era capaz, luego de mucho martirio interno, de aceptar todo lo que estaba pasando.

Más tarde...

—Heh como que todo se siente tan tranquilo ahora ¿no? —. Bennett acariciaba a sus perros, sentado en la alfombra de la sala mientras sus dos mascotas le enseñaban la lengua con alegría— Sí, yo también quiero darles mucho, mucho cariño~ —les hablaba acariciando los costados de sus cabezas. Y luego se dirigió al mayor— ¿la cachorra comió cierto? Porque sabes que no tengo comida para cachorro, aunque podría darle de las de mis perros, sólo que no tanto.

—Sí, sí, ya me encargué de eso. —Ben rodó los ojos, luego de que al final había terminado por traer a su ya no tan pequeña cachorra, que bebía algo del bebedero de los perros. Y hasta donde estaba podía oírla sorbetear el agua.

—Qué bueno... —dijo Bennett.

—Sí... —suspiró Ben.

—Hmm bien... y ahm.. ¿n-no es lindo? —preguntó de pronto el menor acariciando con cariño a sus dos perros.

Mientars deslizaba sus dedos por ese pelaje grueso y negro, se dedico a pensar en todas las cosas, actitudes y momentos en que sus emociones por tener el afecto mínimo del moreno ni se comparaban con lo que ahora estaba sintiendo, y era, demasiado bueno como para ser verdad, creía que no podía con tanto.

—¿Qué cosa? —preguntó el moreno.

—Digo... m-me siento muy bien... ahora que sé q-que me correspondes —mencionó Bennett buscando respirar adecuadamente en el proceso—. Y yo... sé que te cuesta, me di cuenta. Pero la verdad es que con esto me siento conforme, —suspiró— puedo... puedo esperar todo lo que quieras.

—Cállate. —Ben desvió la vista hasta su perro que llegaba corriendo a saltarle encima. Sonrió, leve, mirando al can al cual acarició con tranquilidad, mostrándose apacible— Lo sé.

—Nnh al menos... —farfulló el menor tragando saliva al mirarlo de perfil— podrías empezar por ser más amable ¿no? Nada te cuesta.

—Oh sí, podría empezar por irme si eso quieres. —dijo Ben rodando los ojos.

—¡Ah! No... lo siento. Era broma. —Bennett se levantó agitando sus manos con nevios, a veces no sabía si Ben estaba molesto o si estava tranquilo. Y después de tanto, no quería retroceder por decir cosas tontas.

—Hey, Hey... no seas tonto. —suspiró Ben— También bromeo.

—¿En serio? —el menor inclinó su cabeza a un lado con duda, aunque tras ver la dedicación con la que el oji-jade acariciaba la cabeza de la canina, sonrió. Comprendiendo también con esos pequeños gestos que Ben no podría ser tan malo. Después de todo se había esforzado y conociendo lo orgulloso que era, talvez olvidaba que era natural que ahora estuviera tan a la defensiva con todo esto, aunque se notaba tratando de verse tranquilo— Bien, entonces entiendo.

Fue en eso en el que una vibración llegó a escucharse, el móvil del pelivioleta estaba sobre la mesita auxiliar a un lado del sofá. Se estiro hasta él sólo para ver en la pantalla en nombre de Mike, y antes de contestar pudo deslizar la barrita de notificación repleta de mensajes y llamadas pérdidas de este mismo. Cielos, ¿por qué tenía tantas llamadas? Suspiró, y contestó inmediatamente pegando el móvil a su oído.

—Hola, Mike... qué sorpresa hah me llamó muchas veces. —contestó el menor notándose algo tranquilo a decir verdad.

—¡Thompson! ¿Qué pasó contigo también? Se me desaparecieron hoy. Llevó llamándolos desde hace horas. —. Se escuchó la voz áspera del director que hizo a Bennett alzar una ceja.

—¿Llamándonos? ¿A quiénes? —inquirió el pelivioleta ladeando la cabeza.

—¿Cómo que a quiénes, Bennett? A ti y a Benjamín. —respondió el mayor soltando un bufido.

—¿Y por qué? —inquirió el pelivioleta sin prestar demasiada atención.

—¿Cómo qué por qué? ¿Me estás prestando atención? Cielos, qué no se te olvide que tienes trabajo, hemos perdido casi un día entero con ustedes. Estuve esperándolos a los dos, niño. —hablaba Mike entre cortos suspiros.

—Oh... es verdad. —Bennett apretó los labios.

—¿Y bien?

—L-Lo siento... lo olvidé heh. Mañana estaré... estaremos allí. —rió el menor de forma suave antes de mirar al moreno, quien parecía ni atención ponerle— Bueno, hablamos más tarde. Adiós, Mike.

—¿Qué? Bennett, ¿cóm-?

Y Bennett sólo cortó.

—Vaya... ya decía yo que algo faltaba. Mike se va a enojar. —murmuró Bennett apretando los labios tras dejar el móvil a un lado— A veces se preocupa demasiado.

—Yo te voy a echar la culpa a ti si luego se pone irritante, está decidido. —Ben sonrió concentrándose en su mascota, que estaba tranquila pero cariñosa— porque cómo ese hombre empiece a molestarme a mi ahora. Me iré.

—¿Heh?

•~•~•~•~•~•~•~•~•

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro