•°~°Capítulo 47°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Pensó que continuaría aquella tensión, que esa expresión lo consumiría hasta hacerlo derretir, es que la situación de la que el mayor le sacó con firmeza y dureza, en verdad era para hacerlo trastabillar entre sus pensamientos. Pero no fue así, Ben en absoluto se mostró suspicaz ante las tonterías que palabreó tratando de explicarse, aunque el recelo al oprimir los labios le fue bastante obvio, sobre todo cuando actúo de esa manera insensible y lo sostuvo, empujó la puerta del camerino al entrar, le quitó la guitarra y lo afirmó contra el armario al lado del espejo.

Aunque al principio las enrabiadas miradas verdosas del otro a la femina antes de ingresar al camerino en realidad le resultaron dolorosas, ahora su mirada incluía una fijación imprudente a su persona, pero no estaba seguro de que pensamientos albergaban tras ese semblante invariable y rígido. Quizá no lo conocía demasiado -en cuanto a sus actitudes- pero afirmaba tener en cuenta como es que era Ben en este tipo de situaciones, era un hombre frío y distante, dejaba de ser simplemente él como tal. Pero, vaya que... nunca lo había notado visiblemente celoso. Tranquilamente celoso.

Se sentía lindo provocarle a alguien un estado como ese, y que olvidando todo ese momento variante en miradas filosas, ahora simplemente lo abrazara sin decir demasiado. No era bueno con las palabras si estas iban en modo pacífico, pero eso fue más que suficiente para volver a hacerlo sonreír. Era abrasador y cálido, una comodidad encendida en firmeza que le hacía olvidar lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Lo sostenía rígido, protector y firme, rodeándolo con los brazos, hundiendo su mentón cerca de su cuello, mientras le mencionaba un par de cosas, murmuraba otras pocas. Acabaron olvidando el ruido exterior y centrándose en aquel ambiente, eso era lindo, un templado de sensaciones contradictorias pero que a la vez llegaban al mismo punto. Decir algo sobre lo que los había traído hasta aquí sería un caso a reabrir, ya había dicho -o balbuceado realmente- lo mismo una y otra vez. Y ahora eso parecía no ser el centro de las preocupaciones del mayor tampoco. Unos momentos que parecieron interminables, llenos de silencios y algunas otras pequeñas palabras, unas más insistentes y duras que las otras.

— Si tienes prisa, entonces ya no te quitaré mucho tiempo. —suspiró, rozando su vista con la ajena, tras un paso de calma y otro de esos momentos rudos de debilidad, esos en los cuales encontraba dos salidas a su inquietud molesta, a esa jodida emoción que le apretaba la garganta, pero ahora le costaba menos acertar a sólo una, cuando tenía a la razón de esa decisión en frente.

— Creo... que ya no tengo tanta prisa. —jugó con sus dedos, tras oprimir los labios y agachar las cejas. Con la cara roja y el cuerpo intranquilo. Sólo deslizó con cautela sus brazos por sobre los otros, hasta reposar sus palmas cerca del pecho ajeno, rozando a sus hombros. Lo miró a los ojos, cuando se sintió con más libertad de acercarse otro poco. Llevaba un buen rato cerca, tan cerca, que empezaba a ponerse inquieto— Oye... —se mordió el labio, sosteniéndose del otro, alzando la vista y sólo enseñando tras sus ansías al mirar los labios ajenos lo que realmente quería.

— Maldición...

Murmuró, y siqueira se molesto en contestar, en darle un motivo para volver a sonreír, pero Bennett se mostró tan ansioso por lanzarsele encima, halando su camisa con la derecha y sosteniendo su mejilla con la izquierda. Unieron sus labios y volvieron a separarse, alternando un respiro y un movimiento sincronizado entre sus bocas. Ben lo sujetó, deslizando sus manos desde sus hombros hasta su cintura. El jodido contacto era demasiado bueno, suspirando frente a él para conducir su calma a su razón, lo volvió a besar, como si lo anterior hubiera sido nada y como si ahora quisiera deshacer su previo mal humor con cada contacto cada vez menos lento, cada vez más tardío, consiguiendo olvidarse de todo el ruido exterior y de las tonterías que posiblemente pasen fuera.

— D-De todas formas.. ya casi voy tarde. No creo que otro poco haga la diferencia.—mencionó Bennett, recuperando el aliento, cuando ya había abrazado al otro y tomado una consirable distancia, una que le permitiera respirar adecuadamente sin caer entre los nervios que le había provocado recapitular todo este pequeño momento entre los dos, y todo lo que los llevó a hablar tan bajo— ¿Podemos quedarnos así... otro rato?

Su voz era liviana, titubeante, siempre dudativa de firmeza. Él lo rodeó con los brazos y el pelician no obtuvo una manera de hablar, y sólo le sostuvo contestando al gesto, de esa misma forma simple. Cielos, que era tan estimulante tenerlo envuelto entre sus brazos, y a la vez lo alteraba tanto sólo tenerlo cerca y no poder reaccionar totalmente acorde a sus pensamientos.

Sin embargo y luego de toda esa escena cierta mujer no dejaba de morderse los labios, cerrando la entreabierta puerta del lugar antes de desviar la vista y sostener su celular con fuerza. Se acomodó el pelo y se alejó entre forzudos pasos resonantes, como si lo anterior hubiera sido nada y como si no estuviera arrepintiéndose de volver a sentirse tan vacía, tan sola.

— Esto fue... estúpido. —murmuró para si misma, al empujar la puerta del camerino y cerrarla tras su espalda. Su cabello se despeinó en cuanto tapó su rostro y soltó el celular sobre la silla frente al espejo.

Cuando tuvo que regresar no hizo más que ser ella misma, la ausencia de Bennett era de notar entre los reclamos del azabache, entre los descuidos propios y entre la tensión que se formaba en el ambiente cuando consecuentamente le tocaba interpretar junto al moreno ojiverde. No había pasado tanto, pero ellos dos estaban chocando y sólo era ella quien cometía errores, obligando a repetir escena tras escena, sintiéndose pequeña ante un muy buen disimulado compañero, el cual se había encargado de transmitirle disgusto a traves de fijas miradas cortas.

Ambos se limitaban a olvidar sus diferencias cuando debían concentrarse en el trabajo, fuera de eso lo que sucedía entre los dos regresaba a ser una completa incomodidad, un descenso a lo que habían logrado mantener estable entre esta rivalidad que eliminaba todo rastro de desliz cuando sus ojos se topaban. Era demasiado y ella no estaba dispuesta a dejarse intimidar, no cuando esto era irreversible, y cuando creía verse mejor candidata para cierto jovencito que a su parecer merecía de vuelta todo lo bueno que solía enseñar a otros, a pesar de su personalidad poco notable y su actitud nerviosa. Volvía al set, dedicando su tiempo a repasar su postura, a centrarse en si misma, pero no podía concentrarse, estaba intranquila.

— Sé lo que estás pensando y me enoja que seas tan ciega. Déjalo y olvídate de esto, te lo he dicho. —le recomendó cierta compañera pelirrosa de semblante serio y altanero, que se encontraba a un lado acomodando su peinado a un lado. Observando la manera indecisa y firme en que la oji-ámbar dedicaba su atención en dirección al peli-turquesa a un lado de la mesa, mirando su móvil.

— Déjalo así, Melisa. Estoy bien con esto. Sé lo que hago. —le sonrió de vuelta la peliblanco, sosteniendo el libreto en la mano. Se giró a ver a su compañera, quien le hizo un gesto de desaprobación, para luego alzar su celular y enseñárselo— Ese es... ¿mi celular? ¿Cuándo lo tomaste?

— Cuando saliste del camerino. —contestó, Margaret desvió la vista en cuanto lo desbloqueó, claramente no era algo tan extraño al ser cercanas, pero la imagen que apareció al quitar la pantalla de bloqueo hizo a la de mechón rosa frotarse las manos— Somos amigas, pero esto... en serio es estúpido. —mencionó, jalándola del brazo para llevarla a un sitio más apartado— Más que un daño me parece aún peor que lo de las otras fotos ¿por qué la tomaste? Porque si me contestas que "para mirarla y sentirme miserable de paso" me voy a enojar. Y las borraré todas.

— L-La tomé sin pensar. Estaba molesta.

— Claro, sin pensar que hasta te tomaste la molestia de quitarle el flash, eso se nota. —habló, torciendo la boca al devolverle el teléfono— No sólo tuve que conformarme con verte salir con un cretino, y ahora llegas a un punto en el que estás casi arrastrándote por un hombre que no vale lo que haces. Que llegas a hacer estas tonterías. —se cruzó de brazos— Sabes que estoy siempre dispuesta a ayudarte si se trata de hacerte competencia al idiota de tu ex, pero a eso a seguir ayudando si te voy a ver así ya no me gusta.

— Lo sé, lo sé... tampoco pido que me ayudes.

— No debería estarlo haciendo tampoco. Pero así son las cosas, y a diferencia de ti yo no soy una mujer considerada.

La ojiamarillo suspiró, ella tenía razón, y esto le envenenaba la conciencia porque no podía dejarlo ir cuando por mucho lo creyó suyo, si, se equivocó pero aquí estaba e iba de nuevo con lo mismo. Estaba segura de que ella era mejor para él y que a su vez a su debido tiempo todo podría surgir, correctamente y sin rozar a malas vistas.

Aunque eso no podía quitar lo encantado que estaba el guitarrista por el moreno, por más que tratase, era asfixiante ser la única que no resistía los celos y que se sumía en un lago de su propia inestabilidad, ¿que era estúpido? ¿Se dañaba? Claro, lo estuvo haciendo durante un largo período en que tuvo que conformarse con ser sólo pantalla, con tomar de la mano una relación que a muchos hacía alzar los brazos. Eso fue su primer daño, y luego venía el hecho de su propia ilusión y en que no podía simplemente limitarse a sentarse y ver que pasaba, esperando que se solucionen las cosas. Observando como al final un pequeño error solía ponerlos a todos en un aprieto, rodeados de miradas, con las cámaras encima y sus rostros plasmados dondequiera que fuera.

Si ese era el caso, no quería ser quien se quedara simplemente a observar, si podía actuar otra vez, lo haría. Aunque tuviera que intentar y a la vez rendirse internamente.

•[▪]•

Bennett sólo podría centrarse en lo incómodo que se había sentido y en lo nervioso que aún se encontraba. Primero por la situación previa a su inquitud, y segundo porque se sentía derretir al morderse con levedad el labio inferior, rebuscando en ellos esa sensación de propiedad y unión. El peliceleste era terriblemente bueno en eso de hacerlo olvidar cualquier martirio con una mirada correspondida o con una sonrisa serena en lugar de palabras feas y gestos distantes.

A veces no lograba creerse que había llegado al punto en que Ben era capaz de demostrar -muy a su manera- que podía ir intentándolo de a poco en poco, que podía abrazarlo sin describir lo incómodo de la sensación, que podía tomarlo de la mano escasas veces -aunque le costaba verlo como un borde malhumorado tras eso- y rodar los ojos antes de decir algo que según él, era doloroso de admitir por el hecho de que creía estarse presionando a si mismo con sus propias incertidumbres.

No sabía si sonreír porque el recuerdo reciente de sus labios sobre los ajenos lo tenía temblando y divagando entre un sentimiento agridulce, o torcer los labios al darse cuenta de que eso no había sido algo netamente guiado por la cercanía que Ben y él se tenían, sino que demostraba de una forma extraña, que estaba intranquilo y molesto con respecto al tema que los llevó a besarse por más de cinco minutos, en silencio y en medio de inquietudes sin convicción.

Con un último aire de incomodidad pasando por su espina dorsal, terminó peinándose el pelo y recurriendo al transporte personal para acudir a su, a lo que se le podría llamar práctica, una muy irregular pero divertida en cierto punto. Cuando estaba agobiado, lo que solía parecerle una práctica tan simple con personas que actuaban con una pasión parecida a la suya, terminaba convirtiéndose en tarea y en presión. Tenía que encontrar una manera de cruzar la puerta de eseestudio hogareño sin lucir como el mismo amargado que regresaba de otro de esos días jodidos y molesto, esos que solían ser diarios casi siempre, hace a penas seis meses.

Se dio un golpecito en el pecho, rozando de paso la bandolera de su guitarra, la cual acarició, seguido de mirar a un lado, respirando hondo y espirando con una nueva idea clara.

Cuando se encontró enfrente de los tres restantes, frunció los labios, dándose cuenta de que fingir con quieres son sus compañeros desde que empezó con su carrera eran más perceptivos de lo que parecían, y de que, quiera o no, solían darse cuenta de todo lo que le agobiaba -o al menos la idea principal de eso- con sólo mirarlo esbozar una sonrisa simple a labios oprimidos al verlo.

— ¿Y ahora por qué llegas con esa cara? —cuestionó el bajista, haciendo resonar unas cuantas cuerdas al ver entrar al pelimorado con una expresión totalmente distinta a la anterior, una como si no hubiera dormido en días y encima haber desayunado mal, pero siempre intentando de manera boba el sonreír, como si eso funcionara. Era una mezcla de emociones que se transmitían a través de sus ojos pero con expresiones inconclusas— ¿Bennett?

— Estoy bien, estoy bien. Algo cansado, pero nada por lo que deban mirarme así. —Bennett meneó su mano, negando con la cabeza, como restándole total importancia a los asuntos plagados en su cabeza y a que, efectivamente, Ben solía ser el centro de todo. Eso no era importante ahora.

— Si tú lo dices. —esta vez contestó el cantante pelinaranja, cruzándose de piernas sobre una silla al lado del soporte del micrófono.

— ¿En serio? Porque te noto más callado de lo normal.

Cuestionó el baterista, reposando sus brazos sobre el tambor, observando de reojo al pelivioleta. A su lado el bajista acomodó sus lentes y posó severamente, pero con calma, sus orbes amarillentos sobre el guitarrista que sólo hacía una mueca agarrando la correa del instrumento. Él y el cantante se entregan de esas miradas inquietas, pero decidieron asentir al mismo tiempo.

— Que si, lo estoy. —replicó, jadeando inqueitamente ante eso. Se acomodó como siempre, como si estuviera en su casa, relajándose y claro estaba, preocupándose primeramente de tratar con cuidado a su preciada guitarra.

Sus compañeros asintieron y, como venía siendo cada encuentro, la preparación más tediosa era siempre fijarse en montar y arreglar el equipo de sonido.

Se encargó de repasar todo, conectó su guitarra y concentró un par de minutos en integrar a la acústica un par de notar suaves y relucientes, que inundaron el área, demostrando la tonalidad fija en que estaba. Las palabras eran escasas, un par de debates y un par de emociones. Las baquetas marcaron el ritmo de inicio, seguido de la base de tiempo, Bennett cerró los ojos y deslizó su vista por sus dedos en el mástil, presionando un par de cuerdas y moviéndose por los trastes tras el cambio de fricción. La música uniforme lo hizo torcer los labios, el ruido escaso y la melodía intercalada en instrumental consiguió que su mente viajara entre imagenes, terminando por traerle sensaciones multiples indescriptibles.

Se detuvo, realizando un sonido rasposo al rozar las cuerdas y soltar la presión en sus dedos. Mordió su labio, y terminó bufando. No se estaba concentrando en el tema, pero se dejaba llevar escuchándolo.

— Bennett, Bennett ¿qué fue eso? —lo observarán en el silencio acústico que dejó aquel largo ruido sonoro. Y el aludido hizo un gesto retirando el fleco de su rostro, sosteniendo su guitarra y respirando hondo antes de realizar un sonido basto en el acorde en que se había quedado, comprobando el sonido.

— Lo siento. Me distraje. Empecemos de nuevo, supongo.

— No podemos si vas a estar así, cuando pones caras de bebé estando tan tieso es preocupante.

— Ya, ya, en lugar de preocuparse por mi, deberían saber que tenemos más cosas que corregir. Porque no me gustó como suena lo mío, a pesar de que estuve repasando y me di cuenta de que mi acorde antes del estribillo no pega para nada con el bajo de Michael, todo choca, me siento inquieto así y que-

— Si, si... espero que está vez suene mejor, vayamos de nuevo. —el más alto de los cuatro rodó los ojos, dándole un toquecito al micrófono a un lado.

— Entonces sería mejor concentrarnos en la parte en que nos complica.

— Mira que llega todo penoso y aún así tiene ánimos para fijarse hasta en los errores más pequeños. —sonrió el baterista, lanzando una de esas miradas atentas al pelimorado que inflaba las mejillas.

— Alguien tiene que hacerlo.

Bennett sólo se cuidaba a si mismo y a su guitarra, rayando y tachando sus errores para reescribir a lo sucio a un lado de su hoja. En todo el proceso siempre tenía la misma idea en mente, como compositor sus escasas experiencias no formaban parte de la letra ni del estilo musical, solía adaptarse y adentrarse a esas emociones torpes y fijas. Como adoraba sentarse en el suelo y liberarse de toda la tensión anterior con sólo afinar su guitarra otra vez, buscando un sonido más limpio, sostenerla con demanda y delicadeza, como si fuera tarea, pero una de esas que le abrían espacio a más pensamientos, y a disfrutar investigar que más podía encontrar conforme iba cerrando los ojos y juntándose con el mar de música tanto rítmica como desconectada.

A veces olvidaba que fuera de todos sus asuntos personales -que en realidad, la mayoría de veces eran pocos y sin importancia- existía un tipo despreocupado y cuyo cabello se movía y agitaba al dejarse llevar por el sonido de su guitarra, por el ritmo de la batería y el bajo marcando un tiempo ocasional antes del arco de canto. Recordaba lo libre que le conseguía hacer sentir ese ambiente, que aunque sin moverse demasiado de su sitio, continuaba deslizando su cuerpo por una tranquilidar constuctiva que desencarcelaba emociones y reprimía otras, generalmente, molestas y que le inquietaban.

Cuando no veía su pasión y su vida como un trabajo, poco le importaba arruinar algo, la emoción y la posición de que le gustaba transmitir era sin duda una herramienta que enriquecía completamente a su persona. Justo cuando las diferencias entre sus compañeros se juntaban en una armonía envolvente y en el frenesí del ritmo que terminaba haciéndolo salir con una sonrisa y con una visión de su día mucho más productiva y tranquila que con la cual inició anteriormente.

— ¿Entonces sigues en mi departamento? —preguntó en cuanto la llamada del pelianaranjado ondulado le llevaba más de cinco minutos desde que se subió al vehículo en dirección a su vivienda. El día empezaba a irse dejando un tono medio oscuro pero brilloso, y él estaba acariciando la correa de su guitarra justo antes de cruzar la puerta de la recepción.

— Uh si, si, estoy desde hace dos horas. —afirmó desde el otro lado de la línea, con un tono agitado pero humorístico— Tuve que salir y cuando volví los perros me agarraron como saco de juegos, me tienen todo langueteado y al menos saben morder suave y donde parar, porque me están atacando aquí en tu alfombra.

— Aww qué lindo, están contentos. —sostuvo el celular con firmeza mientras iba rumbo al ascensor haciendo una cara de ternura.

— ¿Cómo que "qué lindo"? Como no te tienen casi aplastado a ti poniendo sus caras babosas encima.

— A mi me gustaría estar ahí, cuando quieren dar cariño son muy juguetones y adorables. —comentó, soltando una leve risotada al escuchar al mayor quejarse por el teléfono— Pero ya, ya. Estoy allá en menos de un minuto, espérame y los voy a ver.

— ¡Oh! ¿De verás? Qué bien, porque tengo hambre y quitármelos de encima los pone más pegajosos, por poco y me tiran casi tres veces ¡tres veces! Son pesados y me hacen pensar que tévez debía cobrarte por hacer de niñera.

El pelivioláceo sonrió ante eso, calmando al mayor antes de mirar a lo lejos la puerta de su departamento. En cuando llegó no hizo falta hacer nada, podía escuchar -muy bajito gracias al antisonido del lugar- los ladridos de sus perros, y uno curiosamente más grave pero bajito, que seguramente pertenecía a la Retriever que rascaba la puerta una vez esta se abrió y Bennett se agachó separando los brazos como esperando un abrazo de bienvenida.

— ¡Haah! Pero si son un amor~ —frotó su mejilla contra la cabeza de la canina menor mientras abrazaba a los otros dos que reposaban sus pesadas y rudas patas cerca de su pecho y hombros, golpeando sus colas contra el marco de la puerta— ¿cómo puede molestarte esto? Mmh ahora eran lo único que necesitaba para sentirme mucho mejor hoy.

— No es que me moleste, pero me tienen bien ansioso si me dejas solo con tres perros que parecen estar con toda la batería ahorita. —Jeremy se peinó el pelo y acomodó su ropa antes de ver al ojirojo levantarse para adentrarse a la sala— Pero ¿y qué onda tu día? ¿Todo bien? Sabes que siempre tienes una cara agridulce cuando algo raro pero bueno pasa.

— Mmh no lo sé. —contestó, acariciando su guitarra con cuidado para reposarla en un sitio donde no vaya a perderla de vista y a cuidarla de no desafinarse— Y como sabes que te voy a contar igual, mientras ordeno un poquito aquí puedes hacer lo que no te dejaron hacer los perros. —sonrió, sentándose en el suelo con la espalda reposada en el sofá a acariciar a los parros, bastó con dar unas cuantas palmas en sus piernas para que casi los tres se le echaran encima al mismo tiempo.

— Uh qué bien.

Mencionó el contrario, antes de ir a realizar las tonterías que olvidó y de hurgar en la nevera con comodidad y paciencia. Al poco rato después de sentarse en la sala a platicar, siendo interrumpidos por llamadas y mensajes en el celular de Bennett, los perros que ladraban o saltaban encima de ambos, al final el de tez intermedia terminó dándole los mismos y suficientes consejos y críticas al guitarrista, palpandole el hombro o terminando por soltar molestos jadeos de aburrimiento.

Bennett sabía que Jeremy de algún modo solía tener razón a pesar de parecer medio ignorante y de no entenderle bien cuando hablaba convinando palabras que no existían. Pero también sabía que de algún modo era persistente con eso de recalcarle que fuera pensando en si mismo y en mantener las cosas claras en ambas partes, las suyas estaban bien puestas, bien remarcadas, pero era a ellos a quienes debía expresar lo que quería sin recibir un pero o un acercamientos incontrolado como respuesta. Su vida personal era algo que no lograba controlar él solo, pues era más fácil olvidarse de esos dilemas y centrarse en lo calmado que le hacía sentir su trabajo y ocupaciones una vez liberaba el estrés de esas mismas formas.

Él creía que todo lo malo había pasado, que esa época de negación y martirio se habían quedado atrás una vez aceptó su atracción por Ben, una vez descubrió que podía acercarse, una vez entendió que podía lograrlo y hasta cuando tuvo que lidiar nerviosamente con la confesión de Margaret quien terminó disparando un montón de cosas más.

Y en realidad se daba cuenta de que aclarar sus sentimientos y asimilar que eran correspondidos era sólo el principio, aún siquiera tenían algo, mucho menos una relación y para él aún era difícil sentir que los nervios lo encarcelaban si no tenía idea de como responder a los estímulos y obstáculos que tenía en frente. Ben lo hacía sentirse bobo y extraño, pero lo que conllevaba conocerlo mejor e ir a su doloroso ritmo era agitador, talvez una aventura con altibajos, pero si que le resultaba todo un reto poder ir junto a eso poco a poco. Más que nada porque él se encontraba una persona tan despreocupada y tranquila que, un poco de agitación a nivel personal era demasiado para su corriente en calma.

— A veces me da cosa darme cuenta que las tonterías raras de las telenovelas que ves en serio pasan, sin toda esa basura de por medio, pero si. —Bennett se encontraba en el piso al lado de la mesita comiendo un poco de frituras mientras seguía acariciando a los ahora más tranquilos perros acostados a su lado— Digo, siempre te mencioné que si esas cosas me llegaran a pasar me valdrían completamente porque esos dilemas no te hacen portarte como un niño, pero ya ves que me pongo raro cuando me siento nervioso e incómodo. No podía ni hablar y ella también me asusta mucho cuando me mira así.

— Si, que sean cosas sobreactuadas en la tele no significa que no pase en serio. Y ya ves que en serio tienes problemas más que nada porque no te pones firme, tú nunca eres empático o amable, sólo eres un tonto tímido que le sonríe a medio mundo porque si. —dijo de manera y clara— Además, ¿cómo no asustarte? Si siempre eres menso para hablar con las mujeres, por eso ellas siempre daban el paso, te ponías raro, como presionado y eso te hace sentir invadido. Lo sé, y es que... uhhf Margaret es una tremenda mujer, cualquiera se medio intimida si se te lanza encima a hablarte de los besos que te quiso dar estando cerca de allí tu hombre.

— Mmm... —Bennett hizo una mueca, mirando a un lado, más que nada, porque no tenía nada que agregar ni replicar a eso. Jeremy lo conocía muy bien para no hacerlo visto en años.

— Pero para mi que si no la paras ahorita, te mete en problemas peores, las mujeres no son tan pendejas como nosotros. Ella sabía que el Benjamín es bien jodido y que los iba a ver juntos tarde o temprano. —se acomodó el pelo cruzando las piernas sobre el sofá— Como que igual me da risa que seas ciego y no te des cuenta de que se hacen la guerra fría contigo en medio. Y tú sigues del bueno torpe allí mirando como se pelean aunque te tienes claro lo que quieres.

— ...que yo lo tenga claro no significa que ellos también. Yo si he intentado y ya me di cuenta de que los celos te hacen portarte raro, a mi me pasaba, pero no lo sé. —mencionó, mirando a un lado— No soy bueno en estas cosas, cuando quiero hablar acerca de eso, simplemente me hace sentir mal, porque... bueno, Ben y yo aún no tenemos más que un algo, pero yo no sé bien que es un algo. —bufó, mirando de regreso al mayor— Y Margaret, bueno, ella es amable y me da pena hablarle mal cuando sé que no es su intención.

— Es que eres tan... ah, bien. Tú punto, se entiende, medio raro y confuso lo pones, pero te sigo. —agitó las manos— Aquí lo preocupante no es tanto eso, sino que como cada persona con una vida no así normalita e invisible como la mía, tiene a unos altos pares de espectadores viendo que hagas algo ineresante para colgarte en internet.

— ¿Ah?

— Uhh habló de que básicamente tú nunca tienes nada que esconder y eso llama más la atención, que te enrolles en medio de una ex pareja de la que aún se habla no es tan conveniente cuando aún siquiera se nota y ya estás en las noticias esas pobretonas de la internet.

— Ah si, pero eso no me importa. Son sólo cositas tontas que no afectan a nadie. —movió su mano restándole importancia a eso— Jeremy, sabes que a veces ni a mi me interesa lo que hago en mi vida diaria, lo que aparezca por ahí mucho menos. A no ser que eso haga a gente chismosa esperarme por ahí a meterme un micrófono en la cara, me da pena hablar en público de tan cerca ¿sabes?

— ¿Y eso es lo que te molesta nomás? Qué relajado eres, me haces sentir como una señora preocupona.

— ¿Una qué?

— Ya, ya, ni importa.

•[▪]•

Por otra parte, cuando ya llevaba más de diez minutos mirándose al espejo al retocar su maquillaje habitual. Cierta chica de mechón era nuevamente regañada por su compañera que, tras volverla a ver lanzándose miradas e intensos ambientes incómodos con su ex, terminaba mirándola mal y negando con la cabeza.

— Y sigues con esa cara de resigno molesta. —enfrentó la pelirrosa, cruzada de brazos a un lado de ella, quien se miraba el rostro iluminado por ese montón de blanquecinas luces, acomodándose el maquillaje— Deja de pensar en él. Si ves que es... tan extraño, y ya te diste cuenta que no le gustan las mujeres, o al menos, que ni en bajada le interesas tú ¿qué quieres ganar? No acostumbro a verte así por nadie.

— Melisa, él... es que... —suspiró— ¿te das cuenta de que él es totalmente distinto a todos los demás? Es muy raro, pero me había llamado la atención poco despues de que empezó a formar parte de mi círculo de relaciones. Es difícil encontrar a alguien así. —mencionó, dejando su rostro de lado, bajando el pintalabios para simplemente desviar la vista— Es un joven lleno de cosas impresionantes aunque no sepa demostrarlas a veces, y él se merece... algo más que a uno de los dos. Nadie conoce a Benjamín tanto como yo, y por eso quiero intentar. No quiero seguir molesta por esto. No me deja concentrarme.

— Tú también mereces a alguien que si sepa valorarte. Ya ves que ni el idiota de tu ex ni el guitarrita miran a tu dirección, y eso te está orillando a tonterías con tal de poder tener una oportunidad sólo porque crees sin estar decidida a lo que es bueno. —suspiró, agachando la vista, y dio un par de pasos hasta acercarse a la pelimiel, tomarla de las mejillas y doblar levemente las rodillas para tenerla en frente— Linda, yo he hecho todo lo que me pediste, pero aún así te digo que no vale que sigas lastimandote en un lugar en el que no te llamaron. Eres mi amiga, y ya no puedo entenderte con esto ¿por qué?

— Lo sé, lo siento. Creo... que si tuviéramos una oportunidad de conocernos mejor las cosas resultarían. Bennett está tan embobado con Ben, que siento que no importa lo que haga, mientras siga encantado por quien cree que es, Bennett no va a dejarlo. —tras decir eso, a veces sabía que era algo tonta por comenzara a aferrarse a eso y a creer que podía cambiar algo que poco a poco ya estaba más que hecho.

— ¿Y tú crees que eres mejor? —la soltó, torciendo los labios— No seas tonta. Claramente, lo eres, eres mejor, pero te has rebajado a un punto en que llega a ser molesto incluso saber que Bennett no te gusta por ser "genuino" simplemente. —marcó las comillas, hablando con sorna y rodando los ojos— no sigas engañándote. Él no es tu tipo, en absoluto, pero si bien sé que no le ves eso... ¿cómo dijiste esa vez? "¿Que es tan delicado, adorable, sincero, es sensible y suave, no me importa que no sea varonil, es tierno?" La primera vez... que ne hablaste de eso.

— No es eso, Melisa. —interrumpió, entendiendo a donde se dirigía ese análisis otra vez— No metas palabras en mi boca. Sólo... me gusta que no se esfuerce por impresionar a nadie y mantenga esa imagen tan amigable.

— La primera vez me dijiste que estabas indecisa, que una confusión así nunca te había pasado. —continuó, frunciendo el ceño— A veces parecía que en realidad no lo estabas mirando a él y veías a una chica en su lugar, a menos eso me diste a entender cuando yo te planteé esa idea. —bufó— Te lo pregunté antes, y te lo preguntaré de nuevo ¿por qué? Porque sé que no es sólo por eso, cuando lo miras recalcas primero su apariencia delicada. Es como una chica, Bennett no se parece en nada a tu ideal, es mi conclusión y no puedes negarme que es así.

— N-No es así... te lo dije. Nunca me he interesado en la apariencia.

— Oh claro que si. Y que nunca hayas negado esa posibilidad antes, siempre me hizo enojar. Cuando Benjamín dejó de ser delicado y tranquilo, terminaste siendo tú la que se portaba al margen y la que se encargó de que su vida fuera un chisme a tu ideal para todos. —puso una mano en el mesón, haciéndolo sonar— Incluso cuando intenté consolarte, ese desliz no te hizo tenerme asco ni dejar de ser mi amiga.

— Melisa...

— Nada, te he estado observando, no creas que no me había dado cuenta. Y ahora sino quieres parar con esta tontería cuando sabes que no tienes nada que hacer entre tu ex y Bennett, engonces dime ¿qué pretendes ahora?

— No lo sé... Bennett es importante para mi, independientemente de la razón por la que lo sea. Y aunque no pueda estar con él por ahora, tampoco me agrada la idea de que se ilusione por Benjamín cuando eso no le traerá nada bueno.

— Ahá ¿y? La burrada de estar enamorado trata precisamente de eso, no importa que tan imbécil sea, Bennett lo mira a él y fin. Si le va a ir mal o no, es su problema.

— No quiero.

— ¿Qué?

— Tuve que fingir que no me molestaba desde que esto empezó, para que al final, Benjamín fuera tan bajo como yo. Me trató horrible después, y juraría que aún siquiera está listo para aceptar lo que sea que tenga con él, pero lo hizo de todos modos, cuando yo intentaba tener una oportunidad y eso me molesta... me sienta mal y no sé que hacer. —puso sus manos tapando su rostro, mientras apretaba los labios.

— Eso es muy tóxico, si lo miras desde otro punto. Básicamente es lo mismo que yo hice. —la pelirrosa rodó los ojos tras torcer la boca con molestia— Nunca me aceptaste, pero sabías que le declaré la guerra a tu ex y que prefería que estuvieras sola a estar con él, para mi mala suerte te fijaste en otro tipo al instante. Y es el mismo ciclo, no te quiero con él y no te hace bien, pero tú serás necia de nuevo.

— Esto... es distinto, yo soy distinta.

— No, con verte así es suficiente para confirmarlo por mi misma. Es tan egoísta y asqueroso, pero... si eso te hace sentir mejor, voy a estar aquí para ti, como he estado todo este tiempo.

— ¿Ehh?

A veces, entre tanta persecución y molestia, las cosas acaban peor a como empezaban, marchando de maneras que para nada entendía, pero ahí estaba, volviendo a morderse los labios y a mirar a un lado, cegada por los celos y la incompetencia, actuando casi como lo peor y a sabiendas de que aquello en el proceso solía lastimarla.

Porque no podía aceptar algo que para ella no tenia sentido, la atracción por Ben a su punto de vista, sin fundamentos ni razones. Cuando el moreno nunca le dio un motivo para que Bennett se fijase en él, cuando siempre fue cruel y molesto, soberbio y orgulloso, a tal punto que lo trataba distante y era borde, casi como si le diera asco interactuar con el chico que le seguía como un fanático hostigoso hasta que finalmente logró ser un compañero.

En cambio ella, creía que había quedado claro. Ella lo trataba como merecía, de igual a igual, siendo una amiga y compañera, no era muy habladora o interesante al charlar, pero se esforzaba por mantener una presencia amable y hacerlo sonreír frecuentemente. Había sido sutil, entregando lo necesario sin darse cuenta en ese entonces de que comenzaba a gustarle, y aún así, aún siendo ambos hombres, Bennett se mostró embobado por Ben, que era un tipo tan difícil que a veces hasta ella no lograba entender a la perfección.

Entonces ¿qué era lo que estaba mal ahí? Aún no podía entenderlo, porque su normalidad no encajaba allí para decirle que estaba mal entre lo actual ¿era ella? Si había intentado hacer las cosas bien, ser directa, tranquila, había iniciado una confianza con Bennett hasta poder confesarse, pero eso tampoco funcionó.

Eso la enojada, porque trató y trató, y cuando creyó haber logrado al menos algo, Ben no tiene que cambiar en absoluto y peor, portarse cada vez más irritable, y aún siendo así, Bennett seguía mirándolo y confiando.

Y llegó a la conclusión, esperaría, lo suficiente para ser amiga y buena compañera. Pero priemro, necesitaba eliminar la rivalidad con su ex, eso ya no podía con ella.

•[▪]•

— Waahh no puedo ¡no puedo! —un pelimora se encontraba en el suelo regalando mimitos y abrazos a los tres perros que aún gastaban de energías casi encima de él, dándole lamidas y paseando sus pesadas patas por encima de él. Iba a pararse otra vez, dejando un último golpecito amistoso en las cabezas de los tres caninos, pero en cuanto lo hizo, el ladrido de la aún cachorra le hizo volver a sentarse a repetir lo mismo que hace el par de horas en que había llegado— Quiero, en serio quiero, pero entonces ponen unas caritas tan lindas, que no puedo irme. Es que... ¡míralos~!

— ¿Cómo puedes aguantar? Llevas horas ahí sentado y encima con los perros casi aplastandote. —Jeremy no podía ni ver la tele o hacer otra cosa que el menor empezaba a chillar y a mostrar su escándaloso excepto por las tres figuras caninas que hacían un desastre en la sala— Para ser un veinteañero sigues portándote como un niño de diez cuando juegas con los perros. Es demasiado cariño para ver.

— Uh ¿qué hay de malo? Ellos necesitan mucho cariñito, y si están contentos tengo que aprovechar~ —Bonnie lo miró, mientras extendía los brazos, buscando que estos empezaran a acercarse a darle de esos raros y algo dolorosos abrazos. Eran tres perros, grandes y pesados, pero podía sin duda cuando ver sus ojitos y mirar sus colas moverse con alegría lo valían totalmente— Hablando de eso, me sorprende que Alan y Matthiew quieran jugar tanto, habían dejado de hacer tanto alboroto cuando cumplieron tres años. Me había preocupado que se sintieran agotados, pero ya veo que necesitaban una amiga y salir mucho... uhh, eso será algo de trabajo ya que volveré algo cansado estas semanas, no podré sacarlos seguido.

— Cierto... esos perros te dieron el doble de trabajo, y más encima ahora te haces cargo de un tercero. —el mayor sonrió, buscando alguma lata de refresco en la nevera— A todo esto, ¿y tu hombre? Ya se hace de noche y no ha venido por su perro, si sigue así los tres no me van a dejar dormir aquí en la sala. Esto va a parecer perrera.

— Pero si quieres duermes en mi cama. Te la presto si quieres, es muy grande.

— ¿Y tú dónde te vas a dormir?

— Yo puedo dormir aquí con ellos, obviamente. —mencionó, abrazando a los tres perros antes de sonreír. Jeremy asintió y luego de un rato le trajo una lata de refresco de limón a él— Uh gracias. Además, él seguro que viene, hoy tiene un día ocupado y no pudimos venir juntos, pero ya noté que ella es muy importante y que seguro querrá verla cuando regrese. Así que hay que esperarlo.

— Si no me diera cuenta, te diría que estás equivocado. Ese hombre es un tipo complicado, te tomas demasiadas molestias.

— Por supuesto que no. —Bennett hizo un puchero, mirando a un lado. A veces no le gustaba cuando el mayor terminaba, de una manera muy poco explícita, por sermonearlo cada que tocaban el tema de Ben. Y en parte era porque lo sabía, y no le gustaba escucharlo de alguien más, le hacía sentir algo inquieto.

— Yo digo que si, y si yo digo que si, es porque yo sé que si.

— ¿Qué?

— Ah, que sabes que tengo razón, amigo mío. Yo siempre le atino. —sonrió, poniendo sus manos en su cadera antes de mirar a la puerta la cual, a los pocos segundos comenzó a sonar. Ah, ya entendía esa manía de golpear la puerta cuando había un timbre, aunque a diferencia de Bennett el otro era más sutil— ¿quieres que vaya yo o...?

Ni terminó de preguntar cuando al voltear el menor ya no estaba allí y sólo uno de los perros negros se encontraba sentado en su lugar mientras los otros restantes estaban ya en la puerta al lado del pelivioleta que sonreía de una manera rara afirmando la puerta mientras se apreciaba lo que parecía ser un moreno con un semblante tan rígido e intranquilo que simplemente asentía con la mirada, sin decir ni un hola. Vaya que a veces esa actitud lo preocupaba a él, pues terminaba poniendo al oji-carmín tan nervioso, curioseando entre esa mirada. Desde aquí podía verlo dejar de lado todos sus ánimos y poner un dedo cerca de su boca al inclinarse a mirar al peliceleste sin respeto por el espacio personal.

Terminó yendo al rincón de los olvidados junto con, al parecer Alan, que era el perro más serio y callado, y se dedicó a observar como Bennett echaba una tonelada de raras preguntas de forma exorbitante, con rapidez y nervios sobre el pelician, buscando acertar a cual sea la razón para que ahora el moreno casi ni le hiciera caso y se dedicara a mencionarle lo del perro y que ya se lo llevaría. De ver, era gracioso, pero la situación era tan repentina y sin embargo Bennett parecía disfrutar de esas tonterías diaras que, aunque no fuera su intención, notaba que ponían al cantante más adusto y áspero de mirar.

— Oye, oye~ —el de melena seguía picandole cerca del hombro, mientras este le negaba y trataba de bajar a la Retriever que se le subía encima raspando con sus patas cerca de su pecho y al otro perro azabache que ladraba a su lado, casi empujándolo— Al menos dime que pasa, andas con una cara fea que no me gusta.

— ¿Fea? ¿qué quieres decir con eso? —el peliceleste se peinó el pelo y tras un suspiro, negó con la cabeza— No pasa nada ¿Qué no puedo poner la cara que yo quiera cuando quiera? Deja de estar jodiendo y cálmate, que no he dicho nada aún. —bufó, palpando el hombro del menor— Ya te agradecí por lo del perro ¿cierto? Porque ya me voy, es todo. Hasta luego, gracias por dejarla aquí.

— ¿Así? —Bennett puso una de esas muecas infantiles y torpes mientras le tomaba del brazo para detenerlo— ¿Tan aburrido te vas? ¿Ni un abrazo ni nada? Con un abracito estaría bien, me conformo. Si, yo me conformo siempre.

— Ah, no ahora. No estoy de humor. —el mayor acomodaba la correa en el collar de la cachorra, para luego volver a negar con la cabeza.

— ¿No? ¿Por qué no?

— Porque no. Ahora si me dejas irme estaría mucho más agradecido.

— Ahh pero al menos pasa, quédate conmigo un rato. Mira, que Matthiew también te extraña. —apuntó al perro de pelaje negro que seguía ladrando débilmente dando vueltas alrededor del moreno en la puerta. Este terminó rodando los ojos, seguramente no soportando el bullicio que le hacía, y se encogió de hombros. Bennett creyó que lo había hecho ceder, pero sólo consiguió una mirada neutra— Mmh ¿qué dices? Seguro te hace bien quedarte un rato y... jugar con los perros ¿no?

— Haha no, ¿qué pasa contigo? Eres tan escandaloso. Te dije que sólo vendría por el perro y era todo. En serio no necesito de tu inquitud ahora. —Ben lo miró a los ojos en cuanto puso una mano en el hombro del de melena morada, aunque eso le hizo sentirse más intranquilo. Es que Bennett terminaba siendo su jodido martirio, cuando se encontraba tan irritado, acababa siendo la pregunta y la respuesta, pero no lograba decir más— Si quieres... vendré en un rato. No tengo idea. —torció la mirada hasta que se topó con unos ojos casi marrones que observaban la situación como con reproche, neutral y silenciosa— O talvez no lo haga. De todos modos voy a hablarte. Como sea. Hasta luego.

— Mmm bien, bien. Ya no te retengo, como digas. —el guitarrista se encontró descolocado en cuanto lo vio torcer los labios y arrugar el entrecejo antes de acariciar, como acto reflejo su cabeza y tirar levemente de la correa de la Labrador indicando que ya se marchaban.

Por unos instantes le pareció que aquello había sido tan raro, pero pudo pensar con más claridad una vez los ladridos y la respiración ruidosa de su can de ojos medio azulados le hizo darse cuenta de que lucía bobo observándolo irse con la revoltosa cachorra al lado. Pronto los ladridos del perro más alejado le hicieron suspirar una vez hubo cerrado la puerta y reposado su espalda en ella, cerrando los ojos al bajar la vista.

— Todo mal. —reprochó. Y la desaprobación en la mirada de Jeremy hizo de Bennett un manojo de nervios. Lo sabía, al levantar la vista y mirarlo cruzado de brazos negando con la cabeza al lado de Alan supo que a sus ojos, su comportamiento ansioso ante Ben era cuestionable.

— No me mires así, siento que vas a regañarme.

— Y lo voy a hacer. Te faltó rogarle más, agacharte y pegarte al suelo. —ante eso, el pelimorado miró a un lado, mordiendo su labio— ¿Cómo es que no te da pena alimentar su ego de esa manera? Para ti es normal, pero no me gusta que seas así, si él dijo que no está de humor ¡pues bien! Que se vaya al carajo a hacer sus cosas o lo que sea. Bennett, preocúpate por ti primero, el hombre tiene las cosas tan revueltas que se nota que no te va a dar en el gusto a menos que eso lo beneficie ¿si me entiendes?

— Bueno, lo sé, pero en realidad yo  quería hablar con él.

— Hubieras empezado por decirle eso antes de echarte encima a rogarle que se quede.

— Es difícil... sé que para él hoy fue un día largo y cansado.

— Para ti también lo fue.

— Si, pero...

— Pero nada. Sé que estabas nervioso por verlo, que necesitas hablar y ordenar esas ideas tuyas aunque los dos no sean nada todavía, pero eres demasiado torpe e ingenuo como para entender siquiera que es lo que pasa por la cabeza de él. —se acercó, para mirarlo de frente, poniendo una mano en su hombro— A ver, como te dije. Antepone primero tus preocupaciones y luego las de él. Siempre que me toca mirar una escena así me doy cuenta de que eres el único que pone realmente de su parte, sin tapujos ni nada, para que al menos algo entre los dos funcione. Quizá no es su culpa, es un tipo joven al fin y al cabo, pero dale su tiempo y en lugar de hostigarlo de esa forma, relájate mientras y regresa a jugar con tus perros ¿bien? Tú también necesitas descansar.

— Bien, tienes... tienes razón.

— Obvio que si, siempre la tengo.

Por una parte, Bennett se dedico a recalcular todas esas palabras, casi las mismas de siempe, casi las mismas que iban en dirección a decirle que actuaba como un bobo y que era muy iluso. Pero casi las mismas que terminaban abatiendo sus pensamientos y activando un pequeño interructor de realidad en él. Tenía que admitir que desde que su amigo regresó, había estado un poco más confiado al tener una cara familiar a la cual contarle sus problemas sin temor a que eso se convierta en una crítica horrible que más que anteponerlo a él simplemente anteponía sólo a su trabajo.

— Ahh Jeremy, eres como una mamá.

— Haha no, no. —él agitó las manos soltando una risa— Pero en serio, ya mejor hazme caso, anda a jugar con tus perros y te hago un caldito o lo que sea para que comas. Que recién me doy cuenta de que llegaste hace como tres horas y seguro no comiste nada antes de eso.

— Y encima me haces de comer ¿lo ves? Eres mejor que un asistente. —Bennett sonrió, quitándose la liga para el cabello y acomodando mejor su ropa— Cuando te despidan vente a trabajar para mi.

— Ya, ya. —el más alto rodó los ojos y sonrió levemente, hasta que se percató de las palabras que había dicho— ¡Hha! Espera, ¿cuándo me despidan? ¿Tanto así es la poca fe que me tienes? No, pues... así ni que salga ganando yo. Y todo por tu flojera.

— No es flojera, es que no me gusta hacer las cosas. No paso tiempo aquí y tener gente en mi casa cuando no estoy me da más desconfianza sólo por mis bebés.

— Ah suena raro cuando les dices así, ya son perros viejos.

— No son viejos, están en su mejor etapa. Son bebitos aún.

— Ya, bueno. Sé que salgo perdiendo si me meto con tus perros, mejor me voy a buscar que echarme de tu nevera y te preparo algo a ti. Permiso.

El menor asintió, sentándose esta vez en el sofá, para extender sus brazos en un llamado a sus dos canes de pelaje azabache, los cuales corrieron a presionar sus patas encima de él, con una respiración sonora y alegre, lo cual le hizo sonreír y sentirse mejor.

Sin embargo, cuando tuvo unos momentos para encontrarse solo y acariciando a sus dos compañeros, una parte suya no dejaba de darle vueltas al mismo asunto. Sus propios pensamientos estaban difusos aunque sus objetivos seguían por encima de sus confusiones, transmitiendo lo mismo y haciéndolo dudar de si realmente tenía una buena meta pero una mala forma de conseguirla; la paciencia y la negatividad no iban de la mano, pero las sobrellevaba bastante bien juntas, cobrando el toque de realismo a su ilusa manera indefinida de ver las cosas con respecto a Ben.

Si quería saber más de él, compartir sus inquietudes, sus muy raras y poco frecuentes alegrías, primero debía empezar por darle espacio. Lo conocía, pero no lo suficiente como para entender realmente que cosas le sucedían, que era lo que lo detenía a parte de su propio orgullo, del abandono y la imagen pública.

De paso debía conocerse más a si mismo, estaba tan perdido entre tantas multitudes, que siquiera tenía una personalidad como tal, era alguien, pero alguien a quien no le importaba nada más que sus perros y su posible relación con el peliceleste. Si lo pensaba mejor, su vida era tan aburrida, no tenía nada que ocultar, él era lo que otros veían dentro y fuera de su departamento, con y sin su personaje. Él simplemente era... él, un actor, un guitarrista, era una figura pública sin nada más interesante.

Pero su vida nunca había sido tan interesante para él, a pesar de hacer lo que muchos no. Recordaba que desde que pudo conocer a sus artistas favoritos en persona, empezar a cobrar protagonismo en lo que le gustaba, su vida había sido más que buena al momento en que Ben fue su compañero y pudo desarrollar fuertes lazos hacia él.

El perro ladró, pero Bennett sólo hizo una mueca y lo acarició. Ahora volvía a sentirse desconocido de si mismo, no era que no apreciera lo que hacía, era que simplemente... ver las cosas demasiado complicadas tendía a molestarlo, se sumía a una espiral monótona y rígida de su propia vida y ocupación por gusto, para él no estaba mal si hacía lo que le gustaba y vivía tranquilo en un sector calmado y con gente amable a su alrededor. Gente que ni se molestaba en conocer, quería centrar toda su atención en alguien que estaba seguro y es aquella persona que cobraba su interés.

Lo entendía, a veces él mismo se preguntaba porqué le gustaba, estaba tan enamorado de él hasta de sus más horribles defectos. Pero buscarle una razón a su propia atracción iba a estresarlo más que su curiosidad picando por enviarle un mensaje y saber que tal estaba.

•[▪]•

Bien sabía que su comportamiento relacionado a Bennett era bastante cuestionable, tenía más negativas que positivas, y lo sabía. Su mal humor nada tenía que ver con él y sin embargo se empeñaba en alejarlo como sea cuando se encontraba tan irritado que sabía y no podría hacer nada si hería la jodida sensibilidad del menor.

Pero en realidad... la proximidad regocijante de Bennett terminaba siendo uno de sus mejores remedios para el estrés, era tan masoquista como él como para soportar las estúpideces que tenía por decir y las disculpas sin sentido cada que casi se trababa al hablar. Como para aguantarlo tan cerca y no saber controlar sus propias emociones, aún le hacía falta saber organizarlas correctamente una vez hubo admitido que estaba colado por él, eso ya era demasiado.

¿Qué podía hacer más que alejarse cobardemente y con titubeos inciertos de por medio? No era muy distinto a como solía ser antes, seguía siendo un imbécil gruñón y arrogante. Por más que la compañía de Bonnie alivie su manera de sentir, no podía pedirla porque ni la intención ni las palabras salían adecuadamente. Sin embargo quería, estaba dispuesto a conocer esas sensaciones y sentimientos, considerablemente ya se encontraba bien parado en su mismo terreno. Pero iba tanto tiempo que no se sentía como un adolescente emocional pasando por una etapa de autoconocimiento estresante, aspirando a salir pronto de ese lapso de negación propia y carcomido por la competencia y los celos indiscutidos, que ya no tenía idea de como comportarse sin parecer alguien patético haciéndose el interesante.

— ¿Por qué me estás mirando así? Ya vete a acostar a donde quieras. —Ben soltó un largo suspiro, soltandole la correa a la canina que se sentaba a un lado suyo a mirarlo con ojitos brillosos y una sonrisa muy difícil de notar, pero que allí estaba, y en todo el rato, no dejaba de ladear la cabeza a su dirección, portándose asombrosamente tranquila a su parecer— ¿qué?

La cachorra ladró en respuesta y él por un par de segundos pudo olvidarse de ese descanso que necesitaba. Al menos uno de los dos había tenido un buen día y que la canina no le esté saltando encima y ladrando con ese timbre ruidoso que tenía le hacía relajar al menos un poco.

Cuando pudo ducharse y relajar la parte física de su sentir, se encontró lidiando si entre un vaso de licor o un café lo suficientemente dulce como para apenas rozar a ser amargo, al final optó por la taza de café y se dedico a golpear la encimera de la cocina con su dedo, buscando aliviar ahora esa sombra de preocupación que traía encima; como una emoción de peligro e impotencia, había tantas cosas que quería y necesitaba hacer, pero se sentía precipitado. No estaba listo y la competencia mental lo tenía agotado junto al desgaste físico del estrés en plena cercanía a la época refrescante del año.

— Wauuh —sintió un lastimero y largo ladrido suave a su lado, como si aullara a su dirección, con ojos cansados y grandes, redondos y brillosos como si le pidiera algo, algo que claramente no entendía ni con esfuerzo. La cachorra se levantó y puso sus patas sobre sus piernas, meneando la cola de manera floja, reposando su cabeza en sus piernas y mirándolo fijamente, haciendo un ligero sonidito que lo hizo alzar una ceja.

— ¿De ahí viene la cara de perro abandonado o qué? Deja de mirarme así, me estás molestando...

— Guau...

— ¿Qué quieres? —suspiró, dejando la mitad del café a un lado para observarla alzar la cabeza y menear la cola con más fuerza. Se puso de pie, y en seguida la canina volvió a ladrar, chocando sus patas en el suelo y guiándolo por el pasillo— Ah... ya sé que quieres, pero tú tienes tu cama y yo la mía. A mi cuarto no entras, no me gusta tener quitar los pelos de la cama. Es asqueroso.

No sabía que clase de magia era, pero si que esa mueca de perro lastimero le llegó tan fuerte que parecía controlar sus emociones, le recordaba a cierto guitarrista que casi siempre lograba lo que quería con esas mismas muestras de afecto y miradas penosas. No hizo mucho más que agradecer que el plumón de la cama no atraía tanto los pelos y de que el perro no poseía tanto pelaje de por si. Ni siquiera quería dormir, pero se conformaba con saber que no estaba solo y con que la noche no estaría fría como para quedarse destapado mirando programas de la tele o cualquier tontería que transmitieran.

❝¡Oye! Sé que estás cansado, lamento molestarte a veces, pero si al menos quieres hablar por aquí, eso seguro me sienta mejor. Al menos hasta que ya no pueda más y me duerma❞. a las 4:13 am.

Ya se estaba tardando, pensó Ben en cuanto notó la cantidad de signos extraños y caritas de teclado antes de ese mensaje. Bennett lo jodía hasta por mensaje para hacerlo conectarse, y de todos modos le sorprendía que con lo ordenado que era no estuviera dormido a esta hora. Sin embargo, terminó mirando a un lado, tocando su frente tras torcer los labios.

❝No hace falta❞. a las 4:14 am.

Porque sabía que si lo hacía hablar, iba a sentirse inquieto, más porque era complicado escribir, pero seguía siendo mejor que oírlo chillar y farfullar a través del teléfono. Le bajó un poco el brillo a la pantalla y notó que en menos de un minuto ya tenía más de tres mensajes nuevos.

❝Eso suena como a un si muy orgulloso, no lo sé, es que a veces no entiendo❞. a las 4:15 am.

❝En serio me preocupo por ti, y es que quiero saber como estás al menos. Realmente no pasamos tanto juntos hoy❞. a las 4:15 am.

❝¿No quieres hablar conmigo? ¿Es por eso? Claro, si no quieres decirme debe ser por algo. Igual hoy fue un día raro y aunque no nos vimos muchos sigue sintiéndose raro❞. a las 4:16 am.

❝Ya mejor te digo buenas noches❞. a las 4:16 am.

❝Buenas noches :(❞. a las 4:17 am.

¿Qué? Sonrió, de alguna forma quiso reírse ante esa tontería, a veces olvidaba también lo muy chillón que era el pelivioleta hasta por mensaje, parecía tener miedo a una respuesta que evitaba cualquier cosa mandando tonterías y cosas raras. Rodó los ojos, bien, ni siquiera tenía que decirlo, porque si era cierto y estaba esperando hablarle o en su defecto, no hacerlo al menos ahora.

❝No me dejas ni responder, y ya te armas una película tú solo❞. a las 4:18 am.

❝Como sea, ni siquiera te dejaría en visto sino quisiera contestar❞. a las 4:18 am.

❝Talvez es claro que si quiero hablar contigo❞. a las 4:19 am.

-❝¡¿En serio?! :D/❞. a las 4:19 am.

Podía hasta imaginárselo sonriendo como un idiota ahora, era inevitable que sintiera el texto cargado de esa vibra tan jodida como agradable a la vez. Pero, como sea ¿qué le iba a hacer? Sólo sabía que había sido una noche extraña y que al final tuvo de todas formas el móvil pegado al oído escuchando lo bastante bien y curioso que sonaba el oji-carmín a las cuatro de la mañana con un tono somnoliento.

•[▪]•

— Hoy desperté muy bien. —Bennett estiraba los brazos luego de vestirse y secarse el pelo, en la sala Jeremy sólo preparaba algo caliente para beber, mientras lo miraba con una cara total de cansancio.

— Pues yo no, no sé ni para que me despiertas, a penas y sale el sol. No soy como tú, como tres horas de sueño no son nada para mi... como parpadeo lento me duermo aquí encima en tu cocina. Yo nomás aviso.

— Lo siento, lo siento. Pero yo no te desperté, fueron Alan y Matthiew, te dormiste en su sofá y lo querían de vuelta. —se ataba el pelo antes de ir a sentarse a un lado de los dos perros en el sofá— El lado positivo es que al menos voy a comer rico antes de irme.

— ¿Ese es tu lado positivo? Ya ni para qué quejarme. Ni te acostumbres porque no va a durar mucho. No quiero pasar de ser tu amigo a tu niñera otra vez.

— Pero si siempre fuiste ambos. Además de que le sumas que eres fotógrafo y te tengo amenazándome con una cámara cada que me descuido. Es lo único que haces más a gusto.

— Si, bueno, yo también necesito comer.

El menor sonrió, y en cuanto se encontró listo deseó salir a toda prisa tras arreglar un par de cosas y despedirse de sus perros. Hoy su día no era atareado como tal, por lo cual ansiaba regresar lo más pronto posible con sus perros para poder aprovechar esa alegría juvenil en sus ladridos y miradas, sobre todo, ansiaba sin duda el poder ver a Ben a los ojos y saber con ello que dormirse tarde al menos había valido la pena. Estaba muerto de sueño en realidad, pero un café mañanero y un sándwich con lechuga y jamón le habían dado al menos las energías necesarias para salir contento en dirección a otro día más, tan copiado al anterior y seguramente igual de lineal que el próximo.

Por más programados que estén sentía que la única novedad era saber que clase de comportamiento le esperaba recibir por parte del peliceleste en cuanto lo llegue a ver. No tenía expectativas muy altas, pues él nunca llegaba a hacer lo que esperaba pero al menos sabía que obtendría al menos un abrazo, sino, suponía que una sonrisa bastaba.

— Ahh si llegaste temprano, eso es raro. —mencionó tras un par de saludos y finalmente, al encontrarse a Ben acomodándose el pelo sentado a un lado de los camerinos— Aunque tienes cara de sueño... uh, creo que yo igual tengo una parecida. Qué mal.

— Uy ahá, si a mi no se me nota. A ti si. —rodó los ojos, mirando a un lado.

— Bueno, y, sólo para descartar ¿no estás-

— No, no lo estoy. Obviamente. —se apresuró a contestar, era estresante oír la misma pregunta cada día aunque estaba al tanto que lo hacía por costumbre— Ah maldición, tengo el pelo tan abundante que me está empezando a molestar.

— Humm... —sonrió, poniéndose a un lado, para mirarlo fijamente y con atención, delineando su rostro que, si, para no haber dormido se veía siempre bien de alguna manera, con esas típicas expresiones y torciendo la boca al peinarse con molestía los pequeños mechones de pelo del fleco— Yo creo que así se ve bien. Y aunque estés de gruñón a mi me gusta como te ves... es que siempre te ves bien.

Ben sonrió, de algún modo no hizo falta hablar demasiado, ya casi no tenía caso molestarse por mencionar lo jodido que era el menor o por contestar a los monólogos repletos de recuerdos vagos que soltaba el pelivioláceo a su lado en mención a qué tan bien se veía, con la espalda pegada a la pared y una sonrisa tranquila posada en sus labios, mirando a un lado y casualmente a su dirección. Bennett lo llenaba de montones de preguntas, desarreglando sus sentidos y teniéndolo torciendo los labios tras no lograr encontrar respuestas simples a cada momento de desliz que no lo dejaba mirarlo y calmarse, sino que terminaba haciendo todo lo contrario; en verdad iba tanto tiempo en que no se sentía deseando golpear el suelo con su pie y girarse a tomar por los hombros por necesidad, abrazarle con propiedad y decisión, como si la cercanía respondiese todas sus dudas.

— Bien, bien... —subió una mano, para palpar la cabeza del más bajo y torcer los ojos al desviar la vista. Al fin y al cabo, cuando compartían de este lapso intrascendente de tiempo juntos, haciendo nada y casi pareciendo que era aburrido y silencioso, así terminaba perdiendo su postura y más aún si lo tenía al lado sonriendo ampliamente, mirando con los ojos llenos de tranquilidad— Es una pena no poder decir lo mismo de ti, estás tan despeinado que me haces ver aún mejor.

— ¡¿Ahh?! Pero si eres tú el que me está despeinando. —se quejó, inflando las mejillas al mirar a otro lado. Iba... tiempo que no sentía que las actitudes del mayor le hacían concentrar la sangre en sus mejillas.

— Ya lo estabas de antes.

Prontamente para el ojirojo aquello había sido un buen inicio de su día, las cosas no eran raras y repasar el guión marcado con lapiz morado le hacía sentir aún mejor, las líneas resaltados con color solían ser sus momentos de libertad para improvisar, y era aún mejor cuando iban días en que no se hallaba tan cerca de Ben, notando lo juvenil y distinto que se veía al cambiar su expresión a una boba y tranquila. Cielos, sabía que era bueno en lo que hacía cuando realmente se creía a ese personaje, cuando podía transmitirle lo que sentía y hacerlo sentir culpable aunque todavía no era su momento de entrar en escena.

Porque algo le decía que este día iba a contrarrestar aunque sea, parte del anterior, con un buen inicio creía que un poco de positivismo prometía algo bueno.

•~•~•~•~•~•~•~•~•
Hola! Estoy de vuelta! ;v;

Espero que este capítulo compense cuanto menos la tardanza(? Había anunciado que me tomaría un descanso, pero creo que en realidad nunca descansé como tal y extrañaba quedarme toda la noche escribiendo y entreteniéndome con eso de paso UvUr

No había entrado a Wattpad hace bastante y aunque de vez en cuando buscaba cositas para leer, alejarme de la plataforma se sintió rarito y más cuando noto que casi no hay historias o actualizaciones que sigo :^

En fin, aclaro que, en la historia siempre ha habido pequeños momentos o escenas que he eliminado y simplemente las he mencionado vagamente a través de la lectura ya que no me parecen necesarias y serían en si sólo relleno(? Ya saben que me gusta poner puntos importantes y que como en todas mis historias, hasta lo más pequeño a veces tiene sentido en capítulos próximos o en conclusiones de un persona o la trama.

Uhh ya saben la redundancia monótona y la espiral emocional son parte del fuerte de esta cosa, pero a la vez son las que le dan la pizquita realista y la estructura de crecimiento de un tema, idk jsjs ;)

Ksuis las partes en que aparecen los bbs Alan, Matthiew e Isabella terminan siendo mis favoritas, son re suaves y básicamente un punto medio entre lo malo y lo bueno de cada cap, asi como donde aparece Jeremy siendo Jeremy xD jsjs

A medida que avance esta fase de descubrimiento emocional, sentimientos y verdades (que realmente abarca pocos caps, seguramente me tome unos tres o cuatro), me sentiré con más calma de empezar a desenredar las puntos importantes y los temas que harán fluir la parte negativa de la historia(?

Gaypad qlero, no deja poner multimedia :(

Pero bueno, realmente creo que tenía más por agregar pero se me olvidó xD(? Así que por ahora es todo.

Espero que hayan disfrutado de este cap, no fue tanto avance pero si lo suficiente. Recuerden dejar su voto y comentario, los andaré leyendo OvO
Nos leemos próximamente aquí y en otras actualizaciones de historias, esperenlas osiosi
Bye.

                         「NiakuTan」

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro