•°~°Capítulo 49°~°•

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De vuelta de aquella esplendida y acogedora salida, sus ánimos estaban a tope, su sensibilidad a full y con un Benjamín calmado y sonriente al lado suyo era más que suficiente para coronar su increíble y ameno día.

Esa deleitable mirada verdosa del más alto conectada a la suya tras silencios abundantes y plenos. Ahora sólo quería brindarles esa última atención a sus bebés especiales junto a una tercera compañera para así dedicarse con todo a descubrir la razón del taciturno comportamiento del peliceleste al acatar todas y cada una de sus peticiones, como si él también fuera parte de los compañeros caninos a los cuales consentían con juegos y palabras.

Bennett no se quejaba, definitivamente no lo hacía y estaba agradecido -encantado y extasiado de esa atención tan tenue y delicada a su persona- de la forma en como pareció ignorar a la gente a su alrededor y centrarse en escuchar ladridos por parte de los perros y un sinfín de tonterías de parte suya. Seguido de esas caricias en su cabeza y la tranquilidad ruda con la que le habló en esos momentos.

«Sea lo que haya sido, lo adoré. Mucho, mucho en serio. Pero que él se porte tan afectuoso a su manera conmigo y con los perros me tiene tan alegremente confundido».

Mirando de reojo al mayor una vez quitó y enrolló las correas de los caninos y se encargó de relajarlos tras servirles algo de agua y alimento -limpiando de paso sus patas y la tierra acumulada en las partes duras de su pelaje- Bennett se paró frente a él viéndolo sostener con rigor el móvil en su mano, se puso a delinear otra vez esas facciones en el moreno rostro del mayor, casi ni sintiendo pena por la manera acosadora en que sus ojos recorrían esas cejas fruncidas, esa expresión seria y esos delgados labios torcidos en una curva de en realidad poco notable descontento.

—Bien... ¿ahora qué? —Ben chasqueó la lengua alivianando su mirada al guardar el celular y mirar la mueca nerviosa del menor. Bennett se encontraba parado frente a él con la vista alzada a su dirección, sus ojos grandes y brillosos pegados a su persona más que cautivarlo ahora lo estaban haciendo querer retroceder un paso.

Sin embargo esa mueca tan penosa y torpe también lograba darle un jodido y molesto golpe a sus sentidos; con esos labios anchos temblando por decir algo y sus mejillas bañadas de un tenue manto rojizo. Simplemente lo ponían inquieto como nunca.

—Sí, bueno es que... gracias —murmuró este dando otro paso adelante, para formular lo más cercano a un puchero y una sonrisa—, digo p-por pasar esta tarde conmigo y compartir ratos entre los cinco. No sabes lo que significó para mi tener la certeza de que te divertías y de que a pesar de tu humor, fueras capaz de estar tranquilo y ser sincero en todo el camino. —continuó, y subió con nerviosismo sus manos hasta el pecho contraria, poco a poco desencajando su mirada de la ajena verdosa— Yo sé realmente que no estás acostumbrado a mi manera de comportarme al salir, ni te gusta el exceso de atención. Pero aprecio mucho que la pasaramos bien.

Sus palabras salieron con el mismo timbre nervioso y sencillo que solía usar, tomando un respiro tras el silencio breve que se formó entre los dos. Bennett pudo escuchar el ruido del alimento para perro menearse en los cuencos en la cocina, las respiraciones de estos e incluso la suya propia, que empezaba a agitarse al ver que como siempre no obtenía respuestas inmediatas.

Tendía a impacientarse como nunca por eso, y arrastró levemente la tela de la camisa ajena entre sus dedos, mordiéndose el labio inferior e ideando una manera de salir de esa postura sin verse más penoso que de costumbre.

Sin embargo un suave suspiró interrumpió todos esos pensamientos suyos. Ben lo observó unos segundos -justo cuando alzó la vista- y este tenteó la mirada otros momentos, antes de abrir la boca para dejar salir otros pares de suspiros en busca de palabras correctas para responder a aquella muestra de agradecimiento ajeno. Subió sus manos morenas hasta los hombros del más bajo, deslizando imperceptiblemente sus pulgares en este sector, en medio de un ligero aire de inquietud que le hizo sentir algo extrañamente nervioso.

—Debería ser yo quien te agradezca. —dijo Ben, pero negó con la cabeza extendiendo las comisuras de sus labios hasta enseñar una muy propia sonrisa suya, de esas que curiosamente embobaban al contrario, y que a la vez era lo suficientemente simple como para no expresar demasiado— Pero como te adelantaste, ya no esperes un monólogo de agradecimiento, ni una tontería cursi de mi parte porque en ese caso te decepcionarías.

Bennett dejó escapar una nerviosa carcajada ante eso, claro que no se esperaba nada más a parte de ser escuchado y tener la fijación de esa mirada verdosa sobre él. Siquiera pretendía tener una respuesta o algo más. Se conformaba con poder hablar -básicamente solo- la mayoría del tiempo con el mayor aunque las reacciones y acciones contrarias no fuesen lo esperado.

Pero de alguna manera, muy extraña, siempre acababa sintiéndose cómodo con la forma tan poco amable en que el otro parecía querer decir las cosas, pues a sus oídos aquello llegaba como un intento más por mejorar su relación, y con ello en verdad que se conformaba.

—Lo sé. Me gusta que al menos te la pases bien... estando conmigo.

Soltó el menor en un murmullo calmado, aliviado y cálido. Sin decir más acerca de eso, ensanchó más su pequeña sonrisa, mordiendo su boca, con sus manos impulsivamente acariciándose entre si, en busca de aliviar aquellas ganas de fundirlas en la tela ajena, rodearla e importunar en el espacio personal del otro, como siempre solía hacer.

—Mmh... en realidad... contigo siempre me la paso bien. —el más alto dejó escapar aquello como un susurro, tenteando entre exhibirse más o plantar la misma barrera de indiferencia enfrente como método de autodefensa, pero fue muy tarde.

Supo que Bennett de todos modos le escuchó gracias al silencio del lugar, por la forma en que sus ojos brillaron y sus manos se dirigieron, con lentitud, hasta sus costados, juntándolos a ambos en un silencioso abrazo. Maldijo el calor que le sofocó en cuanto el rostro del menor estuvo tan cerca de su cuello, deslizándose lentamente por su camisa buscando alguna posición cómoda. Pero en el fondo agradeció no verlo sonreír como estúpido, ni escucharlo parlotear tonterías con ánimos y emoción al verlo -seguramente, por su propia percepción- con una actitud bastante dócil a comparación de su forma natural de responder a los demasiado pegajosos y torpes abrazos del pelivioleta.

—Eso también significa mucho para mi. —respondió el menor en el mismo momento de cerciorarse que había escuchado bien y de sentir que aún de forma muy tiesa, Ben poquito a poco empezaba a responder adecuadamente al contacto, cerrando sus brazos cálidos al rededor de su cuerpo, posando una palma en su espalda y la otra cerca de su brazo.

El silencio se tornó espacioso entre el contacto opresivo de sensaciones, Bennett se encargó de expresar con sus ánimos -muy insistentemente canalizados- en ese estrecho abrazo, de formas torpes e infantiles que, si bien lo hacían ver más bobo frente al mayor, a su vez comenzaba a notar el cierto agrado de Ben cuando era capaz de demostrar con gestos -simples aunque nerviosos- como se sentía, en lugar de sólo parlotear y terminar generando un rechazo forzado por parte del peliceleste.

Ya pensaba también que debía memorizar en qué situaciones ser pegajoso y en cuales poder hablar, sin parar esperando no obtener una mirada irritada que le transmitía con ello la vergüenza que debiera darle ser él mismo.

Estuvo más que claro que una vez el ambiente alivianó y una calidez los abrazara a ambos, pudieron adentrarse más a la sala un poco mejor. Allí el ruido y los gimoteos de los tres perros haciendo su aparición acabaron primeramente con la paciencia del moreno y luego, con su inestable amabilidad. Bufó, haciendo un puchero antes de apartarse, sin resistirse a esas caras de los perros animosos que a su vista eran tan tiernas.

Pero ver por la expresión del ojiverdoso que parecía en realidad atento a lo que hacía, le hizo recordar otra vez, esa misma incertidumbre en el desconocido comportamiento agradable del otro, como si en verdad se estuviese esforzando más de lo normal en ser "amable" tanto como para hacerle olvidar a largos ratos que no era una persona capaz de dejar pasar algo que le causaba curiosidad.

Pronto sólo algo pequeño cambió de aquella espiral simplona y grisácea que marcaba que el resto de la tarde fuera a pasar como otro día más; de esos en que se sentaban en el sillón, uno al lado del otro, con el ruido ligero que causaban los perros a los costados, con el ignorado pitido de la TV en un canal que casi no apreciaban, cuyo propósito era únicamente generar una atmósfera más amena para poder hablar o al menos tratar de hacerlo. Donde siempre estaban mirándose el uno al otro, soltando preguntas y tratando de no cortar esa liana que ataba al contrario entre la tranquilidad y la irritación.

A comparación de todos y cada uno de esos días que mirándolos desde otra perspectiva, eran aburridos con una matiz netamente media, oscilando entre el vacío y el ligero agrado. Bennett notaba que no se encontraban en medio de una incómoda trivia en la que la distancia predominaba, sino que Ben parecía no inquietarse ante la caricia de las patas de la Labrador sobre sus piernas, contestando sus tonterías como si en realidad ya estuviera esperando que hablase como siempre.

Suspiraba y su voz tosca -al ser que era quien menos hablaba allí- causaba que el pelimora sonriera levemente al oírlo tan calmado, que ni el Mallorquín más arisco que le gruñía cada que Bennett le invitaba a acercarse junto a los perros restantes parecía hacerlo inmutarse realmente.

Podía contar con detalle cuales eran esos cambios significativos en su relación, la notoriedad en como el día de hoy en particular el mayor se estaba mostrando tan dócil a pesar de notar que hasta casi parecía ser un esfuerzo sobrehumano mantenerse así, sumando su convivencia con los perros, sus comentarios y acciones. Pero aún así, se encontraba a su lado, matando aquella distancia, acariciando la cabeza de la canina con una sutileza que le hacía sonreír. Pasando un brazo por sobre el respaldar del sofá, deslizándolo por sus hombros para atraparlo en esa acción, causándole nervios y una muy extraña dosis de tranquilidad a su sistema.

—¿Puedo preguntar...? —negó con la cabeza, tratando de coordinar sus pensamientos con sus palabras. Suspiró, a su lado Ben alzó una ceja, casi pareciendo querer leerlo con la mirada, supo que era así, todo el día dejaba rastros de la obviedad de su curiosidad — Quiero decir, llevo... todo el día intentando preguntar. Digo, no es como que sea extraño pero, tu... comportamiento de hoy es... has sido tan amable, es agradablemente extraño ¿puedo saber si es que hay alguna razón para... pues para...?

—No la hay. —afirmó Ben rápidamente soltando un suspiro ligero, mientras sentía al menos removerse a su lado— Simplemente quise ser agradable contigo hoy.

—¿En serio? —aquello le sorprendió más que nada por la calma en la voz ajena, una calma algo reprimida y un tono amplio que le hizo sonreír. No tenía idea de qué sucedía, pero le gustaba bastante. Pues ni bien pasó una hora desde que llegaron, encargándose de los perros y hablando en el proceso, que sentía que talvez sus esfuerzos por tratar de que le mayor empezase a abrirse más estaban dando resultado — Pero, ahm... ¿por qué?

—¿Cómo que «por qué»? Te acabo de responder. Es sólo porque quiero. —gruñó, y Bennett sonrió aún más, era extraño sin duda, pero ese era el Ben que conocía y le reiteraba que no era una especie de broma, pues el peliceleste se notaba muy serio con lo que decía.

—Entonces...

—Ya mejor cállate.

—...bien.

Bennett se dedicó a observarlo, tras otro rato de breves palabras sintió que el ambiente entre los dos era más apacible. Y cuando una parte de él se sintió tan feliz de saber que el mayor hacía un esfuerzo por adaptarse a su "forma de actuar", la otra entró en aquel modo de confianza en que el espacio personal y la pena por liberarse se iban casi por completo.

Solía ser una persona que se adaptaba rápido y era paciente a pesar de la negatividad realista que tendía a poner por encima de toda su ilusa visión de la cima. Con el pelicían aquello aumentaba el doble, se sentía satisfecho con todo y recurría a no creerse nada de lo que pasaba hasta que lo confirmaba un par de veces, para estar seguro. Pues tenía miedo a perder todo el progreso de estos meses que ni en años pudo lograr.

Y de pronto esa confianza iba aumentando con lentitud y movedizos terrenos, pero sentía ir seguro, conociendo al oji-verdoso y de paso, logrando conocerse a si mismo.

Todavía era joven, y estaba al tanto de que su visión de todo lo que le rodeaba era sumamente distinta a la matiz plana en que Ben observaba todo; si hasta hace un par de meses lo rechazaba de múltiples maneras, y hasta apostaba que tenía contratiempos consigo mismo, considerando su mente cerrada y su actitud inmutable y borde. Bennett creía ya haber alcanzado lo suficiente, que esperar otro poco más no era nada.

Con ver a Ben torcer los labios y evitar demasiado contato visual mientras se hallaban uno al lado del otro, compartiendo escasas palabras, le hacía sentir una emoción tan cálida, era sin duda bastante buena como para eliminar todas sus preocupaciones, y hasta le resultaba tierno verlo como un orgulloso contradiciéndose solo al verse atrapado por sus propias palabras cuando le decía algo lindo, disfrazándolo con una bobería sin importancia.

Se sentía impulsivo por querer sólo saltarle encima y abrazarlo más fuerte, hundir su rostro en su pecho, recurrir a ser pegajoso hasta lograr que entre esos momentos en que el otro se quejaba, simplemente cediera y pudiera ser sincero; no con él, sino consigo mismo. Porque para el pelimora no había mayor obstáculo que la barrera que Ben ponía alrededor suyo, pensando en todo lo que abrir a sus sentimientos conllevaba exteriormente, en lugar de para si mismo.

Y la verdad es que no quería cambiarlo, sólo le gustaría realmente poder verlo a los ojos sin sentir que el de tez morena llevaba un peso extraño en los hombros, un peso que solito se había echado encima y que quería cargar por mero orgullo.

Porque a Bennett así le gusta, y aunque no necesitó volver a preguntar, algo le decía que las cosas iban a marchar mejor tomando en cuenta que el mayor parecía competir consigo mismo, como si tratara de demostrarle a esa parte arisca suya que podía salir de ese agujero de negación, mientras que su otra parte racional le impedía simplemente dejarse llevar y olvidar su postura, como queriendo imponerle sus pensamientos a través de acciones muy ambiguas y miradas inundadas en un mar de emociones reprimidas. Sentía que era una espiral que a cada nuevo suceso simplemente cambiaba de dirección.

—¿Podrías dejar de mirarme así? —el mayor terminó por interrumpir ese silencio, apartando la vista al ver al contrario con esa admiración deslumbrante en los ojos, mirando de un momento a otro, pegandosele encima como chicle. Algo a lo que estaba acostumbrándose, pero que aún le resultaba invasivo.

—¿Es molesto?

—Definitivamente responder con sarcasmo no funciona contigo. —bufó Ben tomándolo del hombro y apartándolo considerablemente. Sólo logrando verlo con más detenimiento— Así que sí, es molesto, detente. —sentenció apretando los dientes, ante la nuevamente amplia sonrisa del menor.

—Lo siento. —el menor asintió antes de retroceder, si es que era posible, en el sofá, para sólo tomar lugar a su lado— Es... algo tarde ya. Si quieres puedes quedarte, digo, si quieres.

—No es como si importara a que hora me vaya, literalmente me toma menos de tres minutos llegar a mi departamento. —el pelicían se encogió de hombros notando que tras ello, aunque no lo miraba a la cara, Bennett hacía una mueca lastimera— Pero como sea, talvez... digo, seguramente a quien me costará sacar de aquí es a esa pulga.. —dijo refiriéndose a la Labrador que yacía dormida echa bolita entre dos perros grandes, justo en el otro sofá de enfrente.

—Bon... —Bennett carcajeó, recobrando la postura para mirarlo de frente— ¿En serio costaba más decirme sólo que si?

—Joder, sí.

•[▪]•

Como acababa siendo cada día, terminaba con un muy extraño ambiente en el que ambos se sentían externos a lo habitual; donde Bennett olvidaba sus prepcupaciones y ocupaciones, donde Ben simplemente se forzaba a mantenerse sereno sin decir palabras de más, lo suficiente para mantener esa burbuja amena entre los dos.

Esa noche al igual que cualquier noche que pasaban juntos, a casi recíen llegadas las tres de la mañana el pelimalva se aferró al contrario con todo lo que la comodidad le ofrecía, no era nada raro. Lo que si, era la manera en como de pronto el ceño del mayor se relajó, podía oír su tranquila respiración -al ser que curiosamente se había dormido antes que él, que considerando la hora, era normal- y acomodándose mejor lograba percibir el olor del otro mezclado con los residuos del perfume, su cebello levemente desordenado dejando que el fleco le cubriera una parte del rostro.

Reposando su rostro en el pecho del contrario, el ojirojo pestañeaba cansado. A pesar de estar bastante a gusto, con el calor natural y cubierto hasta la mitad del cuerpo con las sábanas, no lograba conciliar el sueño correctamente.

La mañana no fue muy distinta, Bennett a pesar de no haber dormido lo suficiente se sentía recompuesto y habilitado para inclusive dedicar parte de su mañana en jugar con los perros, alimentarlos y brindarles un casi rutinario acicalado; acción que le alivianaba todo rastro de estrés igualmente.

Terminando con ello se dedicó a revisar sus pendientes, hoy tenía el día particularmente tranquilo, de esos en que disfrutaba salir y -aunque no se acostumbrase mucho- a seguir literalmente toda la agenda hasta la llegada de la tarde. Quizá no vería al moreno que aún dormía en su cama luciendo imposiblemente lindo como estaba, pero no es como si le resultase complicado no verlo tanto por un día.

—Hey, ya despierta. Tu celular no para de sonar, van a ser las siete. —se acercaba Bennett, cambiado de ropa y ya con el cabello atado en una coleta medio baja. Terminando de pasar su brazo por la manga del suéter chaleca naranja que cubría su polera color melocotón de cuello alto. Se inclinó un momento y le removió levemente, sabía que no solía despertar de mal humor, pero tampoco es como que estuviera eximido de un posible humor cambiante— Bon, levántate, yo ya me tengo que ir.

—Deja... de molestarme. Me levanto cuando yo quiera. —bufó el otro, sólo removiendo sus manos por las partes frías de las sábanas, antes de respingar la nariz y pestañear buscando quitar el calor que solía acumularse en sus ojos. En medio de ello visualizó casi encima al menor, quien se apartaba el fleco y disponía casi la mitad superior de su cuerpo sobre él, haciéndolo torcer los labios— Quítate de encima.

—¿Qué? —indagó el menor hasta que con un simple gesto Ben le hizo notar lo invasivo que estaba siendo, se apartó al instante, agitando sus manos— ¡Ah sí! L-Lo siento, lo siento.

—No puede ser... —espetó Ben de pronto al echarle una mirada rápida al menor. Fijando su vista en los ojos rojos del otro, hasta acabar en sus pies, donde terminaba un raro color verde militar del pantalón— ¿pero qué demonios te pasa? —se levantó de golpe, sentándose en la cama con las sábanas tapando sus piernas. Al fruncir el ceño y por su repentina acción, el pelivioleta dio un salto poniéndose firme al extremo de la cama, inquieto ante su mirada firme.

—¿Q-Qué pasa de qué? Si yo... no he hecho nada. —inquirió Bennett un tanto inqueito al notar como el contrario le miraba de arriba a abajo frunciendo el ceño.

—Mierda, Bonnie ¿en que se supone que piensas al creer que ese naranja horrendo se ve bien con ese otro tono encima más feo? No puedo creerlo. Es que... ni siquiera se ve bien con eso que traes debajo. Parecen dos trapos sobre un jodido colgador, y encima ambas prendas son enormes. —gruñó, desordenándose el pelo con una mano, antes de girarse y dejar que sus pies tocaran la alfombra del suelo— ¿Querías vestirte como maldita zanahoria o qué? ¿Cómo puedes siquiera tener algo así?

—¿Se ve mal? Pero... ¡hey no! Espera, nomás si te levantas para mirarme así de extraño. Si siempre me pongo lo primero que veo. De todas formas me veré igual uhm. —se encogió de hombros, y más que tomarse eso como una ofensa, le causaba gracia ver las expresiones del otro, quien trataba de espabilar poniéndose de pie y paseando con calma su mano por su rostro, apartándose el pelo y gruñendo mientras pasaba a un lado suyo— Pero yo creo que está bien así, no me importa mucho.

—Bien... a ver, pero si vas a ponerte algo así al menos póntelo bien, hombre. Es que... es que ¿cómo puedes? Al menos quítate esa cosa anaranjada chillona de encima, se ve tan mal y me duele verte así. —suspiró recuperando la postura en cuanto se detuvo a su lado, girándose a su dirección sólo para posar sus manos en los hombros ajenos, casi queriendo morderse el labio al tenerlo en frente ¿cómo era posible que incluso con esa combinación de ropa y tonos conflictivos tan mal puestos el otro se siguiera viendo bonito? Era una mierda, sus pensamientos se desordenaban solos y le irritaba no poder controlarlos bien— En serio... me desesperas. Mejor ven, tráeme esa chaqueta azul, al menos que haya algo que salvar.

—¿Eh? Pero... hah no es necesario. En serio...

Bennett iba a decir algo más, pero sólo sintió escalofríos al ver al mayor observarlo unos segundos antes de deslizar sus manos por sus brazos, acomodando la ropa conforme miraba. Siguió desde el cuello de la polera que traía por debajo, acomodándolo de una manera en que siquiera le importó que pasaba, ni porqué hacía eso, pero luego le ayudó con una chaqueta azul que empezó a hacer que el otro suspirase más tranquilo.

«Qué exagerado es». Pensó un tanto divertido, pero la pura cercanía acababa logrando que sus mejillas adquirieran un calor que seguramente lo tenía con la cara enrojecida. Podía notar lo tibias que estaban esas manos grandes y morenas al tocar su cuello, tratando de -según el otro- arreglar su mal puesta prenda, hasta finalmente subir a su cabello y peinarle con los dedos los mal agarrados mechones sueltos que le hacían parecer despeinado.

Al final no pudo evitar sonreír tras soltar una risotada cubierta de gracia, para ocultar primero que nada los nervios que se cargaba encima y después, simplemente no pudo evitar reposar sus palmas en el pecho ajeno, tratando de relajarse al recién poner una distancia prudente entre los dos. Quiso apartar la mirada, pero no lograba si ya se sentía tan encantado de verlo -al parecer de un extraño bien humor- este igualmente pareció sonreír, pero reemplazó aquella expresión con una rápida mueca de inquietud, haciendo que él sonriera aún más.

Era difícil, pero entender a Ben no resultaba un gran desafío como se planteó en un principio.

—Deja de sonreír como idiota. —bufó este apartando la vista y sujetando las manos del otro, bajandolas hasta simplemente soltarlas— Ya mejor permiso.

—De acuerdo. —Bennett asintió de forma mecánica y se movió a un lado para dejarlo pasar.

Escuchó un bufido de esos cargados en relajado, que le hizo de la misma forma sentirse más tranquilo. Sea lo que sea, que Ben conservara un buen humor desde ayer era aterrador y agradable al mismo tiempo.

Pasaron unos minutos, y Bennett se encontraba compartiendo el ánimo de los tres perros que saltaban en la sala, acariciándole con sus patas y cabezas, mientras revisaba su celular notando como el pasar de los minutos se hacía lento y tortuoso. Llevaba casi varios minutos de retraso, pero ya poco le importaba si al final su afán por esperar al otro era mayor. Sin contar que, con cada rato que pasaba procesando todo lo que ocurría, terminaba más nervioso que de costumbre, con una curiosidad ascendente y unos ánimos oscilando entre la calma y la ansiedad.

El ruido de la puerta abrirse y la silueta de Ben saliendo más recompuesto peinandose el pelo para atrás le hizo tentear a agarrar el móvil mientras apartaba a los perros. Y sintió que estaba compitiendo con dos de ellos al momento de levantarse y acercarse al oji-jade con energías, sonriendo. Este alzó una ceja, mientras lo observaba con incredulidad hasta que simplemente rodó los ojos, haciendo un gesto y oprimiendo los labios.

—¿Tú no qué tenías que irte hace un rato? —cuestionó Ben acomodándose la camisa para luego dirigirse al cuarto en busca de sus zapatos. Claramente no hizo falta voltearse para saber que el pelimalva seguía en su sitio al igual que los perros, mirándolo. Obedientemente, sin haber hecho falta pedirle que se quedase allí.

—Sí, pero ya voy como quince minutos tarde y contando. Seguro me demoraré más de aquí a salir, pero no importa. —Bennett llevó sus manos hasta su espalda, sonriendo tranquilo. Paseando la punta de su pie en el suelo, para luego mirar a un lado algo avergonzado a pesar de que Ben no estaba frente a él— Sólo quería esperarte.

—Qué tonto eres. —bufó en respuesta el otro, saliendo del cuarto con una mirada menos somnolienta y tranquila; se veía de esa manera rígida pero pacífica que a Bennett terminaba haciendo asentir a lo que sea que diga; es que... la mueca en los labios del menor y su mirada totalmente atenta le decían bastantes cosas. Era algo molesto que, en realidad no le pediría que dejara de hacer— Hah como sea, ya que estás aquí, supongo que buenos días o lo que sea.

—Sí, Buenos días. —sonrió el menor asintiendo ligeramente con la cabeza. Acercándose a él, Ben ladeó la cabeza y lo miró, por un par de segundos hasta que lo vio soltar un suspiró rasposo, torciendo los labios.

—¿Puedes moverte? Quiero pasar.

—¡Oh! Sí, sí. —saltó de su sitio, pegando su espalda y brazos a la pared, indicándole con la mirada al contrario que simplemente pasara— Adelante.

—¿Y qué me miras así? Tú también, déjame pasar. —masculló observando a la canina que alzaba parte del cuerpo tratando de saludarlo, seguido de esta, un perro azabache sacaba la lengua perturbando el silencio con su respiración sonora, mientras lo miraba y se sentaba en frente de él— Ya quítense los dos.

—Quieren un abrazo de buenos días. —Bennett sonrió aún con su fachada tranquila y animosa, paseando la punta de su pie en el suelo. Acción que Ben miró con una muy bien guardada entretención.

—O sólo tienen hambre. —sentenció  consiguiendo efectivamente, que el pelivioláceo apretara los labios en una sonrisita suave.

—Bueno talvez, pero seguro que más que nada quieren saludarte, porque te quieren. Quieren un cariñito de buenos días. —pestañeó, el mayor ya no pudo más y rodó los ojos sonriendo dificultosamente antes de doblar un poco las rodillas para palpar la cabeza de la cachorra y seguidamente la del mallorquín de ojos azulados en un intento por calmar esa efusividad que desprendían— Quieren.

—Hombre, estoy seguro de que todo lo que has dicho no es por los perros sino por ti. —dijo Ben dirigiéndole una mirada directa al oji-carmín, quien amplió su sonrisa— Porque definitivamente suena a ti.

—Haahh... tienes razón. —rió el pelimora despegando su espalda de la pared para pararse tras los perros con una inquieta sonrisa en el rostro, se agachó y abrazó a los dos, frotando sus mejillas contra la cabeza de ambos perros, los cuales ladraron sonoramente, enseñando su lengua y levantanto alegremente una de sus patas— Queremos.

—...Sinceramente, no veo que haya mucha diferencia. —Ben quiso apartar la vista oprimiendo los labios.

—Heh sí, tenemos tanto en común, será por eso que nos llevamos taaan bien. —Bennett besó la cabeza de ambos perros, disfrutando luego de la compañía cariñosa de ambos, los cuales meneaban la cola haciéndola resonar contra el suelo. Y luego miró atrás, donde se encontraba el perro más serio de los dos pastores, medio recostado en la alfombra de la sala a un lado del sofá, simplemente mirándolos meneando débilmente su cola azabache— Alan también es agradable y súper cariñoso, pero creo que no se acostumbra mucho a ti todavía.

Comenzando a hablar de otro par de cosas alejadas del tema inicial. Se levantó al momento en que una sensación agradable se albergó en su estómago y pronto se dispersó por todo su cuerpo al observar como Ben rodaba los ojos, soltando una pequeña sonrisa antes de agacharse a acariciar a ambos perros de distinto tamaño, era una imagen linda de ver y sobre todo cuando la alegría de los perros se le terminaba pegando tanto que le resultaba difícil dejar de verlo.

—Bien, ahora si no te molesta yo si tengo asuntos importantes y una agenda ocupada hoy. Debo irme ya. —anunció el mayor pasando nuevamente sus manos por los hombros del aludido para acomodar mejor esa ropa desaliñada, antes de que este empezara a poner esas caras nerviosas— Ah, cierto. —se giró al ya estar en la sala dispuesto a marcharse— tú vente conmigo, tonta. No te quedes ahí.

Bennett hizo un puchero, y en tanto la canina ladraba en respuesta poniéndose en marcha hasta su dueño, meneando la cola y dejando salir su lengua con alegría, él se dispuso a revisar su celular, torciendo los labios al ver el montón de mensajes y llamadas. Había pensado en marcharse temprano, hasta había madrugado un poco más temprano de lo habitual como todo su sentido de la responsabilidad se lo permitía naturalmente, pero ya empezaba a sentir unas ganas de quedarse en casa.

Negó con la cabeza, palpando luego sus mejillas para dejar de concentrarse en la agradable seriedad de Ben al ponerle la correa a la Labrador y empezar a poner marcha a su igualmente atareado comienzo del día.

—Bueno, entonces yo igual me voy yendo. —anunció, yendo por sus cosas, su guitarra y acomodándose mejor el pelo para que el fleco no se le revolviese sobre los ojos. Cuando acarició con cariño a los dos perros, se dirigió a la puerta con el celular en mano, mirando de reojo al pelicalipso que alzaba una ceja— Hey... si quieres puedes dejarla aquí.

—No, no, suficiente ha sido. La llevaré a mi departamento. Ya le he dejado claro que si se porta mal o me rompe algo la echaré ¿cierto que si? —sonrió el mayor de una manera graciosa que causó que la cachorra ladrase como si tratara de responder, alzando ambas patas delanteras para casi treparse por el pantalón del moreno— Si sabe.

El menor sólo mantuvo silencio mientras salían, luego de indicarle a sus dos mallorquines que se portaran bien y que de ser necesario llamaría a alguien -claramente Jeremy siempre estaba en la mira a no ser que se encontrara ocupado- para que viniera a acompañarlos.

Durante el muy, muy corto camino, una sonrisa más ancha se posó en sus labios; Ben realmente empezaba a dejar relucir bastante esa nueva forma de ver las cosas -aunque fuese un ligero y raro cambio-, este sonreía más, soportaba sus insistencias y era amable hasta con sus mascotas, incluso podría decir que el cariño que le agarró a la cachorra es tal que parecía que a veces la trataba como a una niña, una muy revoltosa y mimosa niña.

—Espero que tangas un lindo día. Nos vemos.

Se despidió Bennett cuando ya iban llegando a la recepción. El mayor asintió con la cabeza indicándole igualmente lo mismo, y cuando ya no se encontraron juntos, el ojirojo hizo un puchero luego al sostener el móvil cerca de su oído, oyendo un par de quejas, indicaciones y algunas tonterías que sinceramente no acabó de oír con interés.

•[▪]•

Bennett sintió que pasó mucho tiempo desde que volvía a sentir una muy agradable emoción al tocar su guitarra. Por lo general al tener los días ocupados, el lapso en que podía encerrarse en su burbuja a perfeccionar sus notas mientras dejaba a su mente descansar de todo pensamiento abrumador, era sin duda la mejor parte del día en su área laboral.

También iba bastante en que cada minuto del día recordaba que realmente estaba trabajando y no divirtiéndose despreocupadamente debido a la amplia agenda que tenía. Y pronto entendió que anteriormente parecía haber tenido largos descansos, porque su arduo trabajo como guitarrista estaba empezando recién.

Imaginando que al llegar marzo simplemente tendría que rogar por espacios para tener tiempo para sus perros, se llevó una mano hasta la frente apartándose el fleco de la cara. Mantenía su mente ocupada mientras su cuerpo se relajaba en el asiento de atrás. Miraba el paisaje sosteniendo sobre su oído el móvil, tirando a responder agotados «», «no», «bien». No estaba seguro, pero llevaba un montón de rato hablando que contestaba mecánicamente, aún con ansias de llegar a su departamento y ver a sus dos compañeros.

Cuando ya sonaba a tarea, se sentía inquieto, pero no pudo refutar mucho debido a que aunque le molestaba, su trabajo era importante y una vez dejaba su zona de confort, recurría a su barrera de profesionalismo; teniendo que aceptar la rutina y convivir civilizadamente luchando por no salirse de la corriente y hacer las cosas a su manera. Solía gustarle bastante hacer las cosas por si sólo aunque fueran molestas y le arrebataran grandes cantidades de tiempo.

Debía aprovechar que era libre de decidir cuando aceptar o rechazar algo debido a la alta popularidad y demanda que tenía con respecto al trabajo, pero seguía siendo firme acerca de mantener su espíritu libre y su actitud evasiva e infantil intactos.

Podía ser joven y a la vez muy profesional, teniendo que cargar con bastante peso como actor y artista musical -eso sin mencionar el trabajo extra que traían ambos ámbitos como figura pública- pero, así mismo, siempre se encargaba de no dejar que eso se lleve su originalidad, su personalidad y su forma natural de ser. Podía quitarle tiempo y amargar su humor, pero siempre era el mismo chico humilde y real a pesar de encontrarse aun en progreso de subir a la cumbre más alta, sin dejar que la fama lo arrase y se lleve parte de si mismo.

Y sabía desde el inicio, que era difícil sobrevivir en un mundo así sin tener que usar una máscara y crear una imagen poderosa frente a las cámaras; una que sea lo suficientemente conocida para crear impacto público como artista, y a la vez, una que no sea un simple personaje más. No le agradaba la idea de estigmatizarse en un personaje de esa manera, por lo que, al final acababa dejando salir parte de su yo real en cierto punto. A veces le agradaba que la gente lo conociera un poco.

—Sí, hoy de todos modos fue un buen día. Aunque estoy cansado. —comentó, dejándose caer en el sofá una vez llegó, como siempre primero reposando con cuidado su guitarra en un lugar estratégico que no olvide y luego desparramandose con sus cosas allí, dejando que los perros se frotaran contra él saludandolo alegres— Sí, entonces ¿voy a retomar las lecciones de canto? Mm sí, me parece bien. Pero ahora si necesitaré alguien que venga a mirar a mis perros aunque sea unos minutos, sólo tengo un día esta semana para sacarlos a pasear y el resto los hará estresarse, sobre todo a Matthiew, a él le sobra energía. —flojeaba sosteniendo el teléfono aún en su oído, mirando cansado al techo— Sí, lo sé, pero no quiero. Talvez... no, sí, sí, yo me las arreglo mejor. Sí, sí, está bien.

Bufó un par de veces hasta que su celular dio a parar en la alfombra. Sus energías estaban algo bajas, pero aun tenía pila para poder saludar correctamente a sus dos mallorquines, los cuales llevaban un rato saltando y enseñando sus lenguas con una linda sonrisa en sus caras.

A Bennett parecía devolverle toda la fuerza el solo ver el rostro de sus perros, rostro felices y energéticos, ojos vivos y sus colas moviéndose con ímpetu ante su presencia. Ellos eran su fuerza al final, de no tenerlos posiblemente terminaría siendo otro arrogante aburrido de la vida, gastando y gastando. Aunque siempre había sido minimalista, y con lo único que sentía poca pena por despilfarrar el dinero era para mimar a sus dos perros. Los amaba demasiado.

—Guauu~ —ladró uno de los dos, frotando su cabeza contra las piernas de su dueño, dando leves mordisquitos y paseando sus patas delanteras por este buscando atención. Bennett sonrió, escuchando su ladrido lastimero pero repleto de energía, y supo que era este tipo de ocasiones en que Alan era juguetón y cariñoso. Mientras que Matthiew a un lado se subía al sofá tratando de lanzarle una lamida a la cara.

—Y-Yo también... ¡los extrañé mucho! No saben lo difícil que fue este día, cosas de aquí y allá todo el tiempo ¡me cansaba! Porque encima de la nada vienen y me sacan por arreglos de último minuto, me peinan bien feo y encima tengo que soportar que me digan como debería verme ¡uh! —habló con una dramatización bastante infantil mientras movía los brazos, mirando de reojo a sus perros, los cuales siempre solían estar tan atentos cuando él hablaba— En serio~ venir y abrazarlos a ambos hizo que valiera la pena. Aunque por si acaso no me voy a recostar o me dormiré antes de tener un tiempo para ustedes... deben haberme extrañado... —lloriqueó— porque yo también los extrañé.

Sus perros ladraron en respuesta a lo dicho, inundando el lugar con sus respiraciones ruidosas y paseando sus duras patas por encima de las piernas del pelimalva, el cual seguía quejándose en silencio tratando de acariciarlos a ambos por igual.

Cuando terminó de "conversar" con ambos mallorquines, se peinó el pelo con los dedos -o mejor dicho, despeinó tratando de acomosarse el fleco- y sopló inquieto, regresando a coger su celular para mirar -con excusa de saber la hora- si es que tenía algún mensaje a parte de los de sus colegas o de trabajo. Hizo sonar los labios bufando al mirar a un lado.

—Guaawh —siseó uno de los perros, revolcándose sobre el sofá tratando de llamar la atención de su dueño. Bennett al voltear a verlos sólo hizo un gesto y un puchero, estirando los brazos para abrazar a ambos otra vez.

—Seguro él sigue ocupado, pero... ya me acostumbré a verlo diariamente que es extraño tener el recuerdo de la mañana como si hubiera pasado hace mucho ¿saben? —comentó, frotando su mejilla en la cabeza de Alan, mientras acarciaba el lomo de Matthiew— ¿ustedes no extrañan también jugar con la cachorra? Uhm... ¿cuál es su nombre? Bon a mi no me lo ha dicho, aunque dijo que si le puso uno. Pero... no lo he escuchado llamarla por su nombre ¿no les dijo a ustedes? —pestañeó, riendo internamente al saber que los otros dos no le podían responder realmente— Claro, le preguntaría, pero lo guardaré como excusa para llamarlo más tarde. —sonrió— A todo esto ¿quieren venir a acostarse conmigo? Ya... no aguanto el sueño.

•[▪]•

A la mañana siguiente se encontró bastante contento a pesar de despertar de golpe debido a llamadas constantes y al ruido que hacían sus perros de la misma manera al despertarse con el sonido del móvil.

En tan sólo un par de minutos la transición de un amargado chico gruñón que no quería levantarae a un joven más arreglado y animoso fue bastante curiosa para él. Había despertado con unas notorias ojeras y el pelo hecho un nido de pájaros, bufó tirando el móvil y queriendo apagarlo, sentía haber dormido muy poco -teniendo en cuenta que le gustaba dormir bastante, por lo cual se acostaba temprano a excepción de ciertas ocasiones- y sin contar que verse a si mismo con la ropa de ayer le hizo torcer los labios de lo incómodo que era tener todo el calor acumulado encima.

Pero toda su mala vibra se despejó al momento en que, pretendiendo ver la hora, pudo ver en su barra de notificación un par de mensajes de Ben. Lloriqueando interiormente al notar que estos eran de ayer, un par de minutos después de que se echó a la cama y cayó rendido al instante en un sueño profundo pero poco reparador, se dispuso a contestar con tanta rapidez que luego se avergonzó de las faltas de ortografía que escaparon en un intento por aprovechar el «en línea» que aparecía sobre el nombre del pelicalipso.

—Buahh como sea. Vengan, bebés, deben tener hambre y... ¡cierto! Trataré de llamar a Jeremy, si está desocupado le pediré que venga para que los saque a pasear un rato. —mencionó, ignorando el visto para luego pasar al chat de Jeremy, dejando por si acaso un mensaje preguntando qué tal estaba y si es que podía hacerse un espacio hoy. Luego de eso dejó el móvil a un lado y se agachó para darles un cariñito a ambos pastores y seguido llamarlos a la cocina— Recién sale el sol... tengo mucho sueño. —palpó sus mejillas, buscando entre los estantes algo para comer.

No es como si escaseara en comida, pero solía flojear bastante al momento de pensar siquiera en cocinar. Y por lo general pedir servicio le era tan contraproducente pues terminaba comiendo chatarra y montones de dulces en lugar de la comida saludable, postres, conservas y sopas que solía comer un par de veces a la semana -generalmente cuando se la pasaba fuera, tenía sus locales de confianza o si es que tenía suerte, solían invitarlo a comer-.

Infló las mejillas reposando la mitad superior de su cuerpo en la encimera mientras abría el envoltorio de una barra de turrón mediano, meneando su dedo índice sobre la pantalla del celular sobre la misma encimera.

Masticando algo inquieto, terminó por sacudir la cabeza. Una parte suya se sentía ansiosa cuando no tenía la suficiente atención, sus perros comían con ganas a un lado, haciendo ruidos y tirando algunas pelotitas al suelo y resonando el cuenco contra el mismo. Aún le quedaba tiempo para vagar un rato antes de que vinieran por él.

Terminó acabandose toda la barra y se sirvió un té lo suficientemente dulce como para no tener un mal sabor debido al dulce de antes. Recogió con ganas el móvil ante la vibración, e hizo un puchero al ver que sólo eran notificaciones sinsentido de las redes sociales, seguido de otro par de tonterías que poco le importaban.

Terminó lo que tenía que hacer, salió, y su día a diferencia del anterior, había transcurrido más relajado, sosteniendo su guitarra a ratos y tachando acordes a lo loco buscando perfeccionar aquello que cortaba súbitamente sus pensamientos al dejarse fluir mientras tocaba, se disponía a poner más tiempo en mantener firme su pasión y su genuino amor por hacer música, primero improvisando y fallando, para después pasar a teorizar y contribuir a lo que venía siendo la colectividad.

Porque a veces le complicaba no aislarse y mantenerse en el círculo para rescatar ideas y tratar de que toda una melodía contase una historia que lo conmoviera, pero por el contrario acaba alzando una ceja.

Con sus compañeros tenía una peculiar relación de distancia y a la vez de hermandad, podían ser hasta amigos pero luego su tiempo a solas dispersaba todo progreso a abrirse ante todos. Nunca ponía en duda su compañerismo y el hecho de sentirse bastante incluido en la banda de adultos con carisma y humor oscilante entre lo estúpido y lo amargo. Comparándolo con la escuela, era algo mejor cuando no llamaba "tarea" al hecho de componer y hacer música, era más bien una actividad ligada a la aventura de creer que podía liberarse lo suficiente aunque no necesitase pensar mucho.

Cuando improvisaba con la adrenalina expandiéndose por todo su cuerpo, era cuando llegaba el verdadero momento de respirar hondo ante su recreo.

Por otro parte cuando era nuevamente el alumno, tendía a aburrirse un poco, pero eso no quitaba su interés y sus ganas de aprender. El canto había sido algo que le llamó la atención particularmente por la forma en que simples palabras y tonalidades causaban una respuesta a todo su sistema; como la historia ahora era contada con palabras tan simples y trasfondos que, acompañados de un buen ambiente e imágenes, lograban erizarle la piel aunque nunca haya experimentado dicho sentimiento triunfante en la canción.

Una vez alcanzaba una nota, sentía que acorde al lugar en que se encontraba, su voz era distinta. Y vaya que el trabajo era más difícil y arduo cuando su voz siempre había sido baja, rasposa, con un vibrato irregular y solía incluso ser poco entendible cuando hablaba. Lograr una voz clara y un tono alto en tenor ascendente sin lastimarse en el proceso terminaba agotandolo, pues además de eso mantener una postura decente y cómoda lo dejaba rígido.

El canto le era llamativo, pero la práctica dolía y agotaba, aunque vaya que el progreso valía la pena si a pesar de tener una voz habitual no muy atractiva, que no rozaba ni la dulzura ni la dureza, y le emocionaba ser capaz de alcanzar con su propia voz los sonidos que escuchaba en prácticas.

—Waaah igual no fue tan ocupado hoy. —chilló bajito con un tono más suave, rosando su mejilla contra la ventana del auto, mirando el paisaje pasar rápido frente a sus ojos.

Llegaba la tarde y agradeciendo que sus últimas actividades del día se vieran interrumpidas, por fin podía volver a casa y saludar a sus perros. Ya se había mensajeado en sus restos libres con el peli-anaranjado y estaba seguro que encontrarlo aún en su departamento no le vendría mal tampoco.

Pasando cerca del estudio su mirada ansiosa se posó sobre esos grandes sectores y bonitos edificios. El área por fuera no era extraordinariamente llamativa pero si era amplía y conocida. Eran casi las seis y cuarto, supo que el de tez acanelada se desocupaba más temprano hoy, así que no esperó verlo realmente, sin embargo eso lo emocionaba aún más pues al menos esperaba encontrarlo al llegar. Cuando este respondió con un; ❝Como sea. Talvez te vea luego.❞ Su mente automáticamente solía buscar alguna trampa o algún tipo de sarcasmo antes de dejarse la libertad de sonreír tranquilamente.

Iba a gastar primero un par de horas con sus dos bebés y posiblemente con su ocurrente amigo antes de partir sin pensársela más hasta el departamento de Ben. Ya hasta le sonaba gracioso querer recibir una dosis de amargura diaria y un par de miradas filosas capaces de bajar su cabeza de las nubes y de amainar su negatividad por unos instantes.

Y lo hizo, cuando llegó fue recibido por dos energéticos perros azabache que ladradon y pulsaron sus patas sobre sus piernas intentando alcanzarlo. Jeremy -quien efectivamente se encontraba allí- le saludo de la misma manera de siempre, con tanta originalidad y ese tan divertido acento suyo que solía sacarle sonrisas y condiciones por igual.

Bastaron un par de palabras y otras risas para luego encontrarse en la sala con la tele encendida en un canal en español, el mayor fue quien más disfruto de eso, había traído comida y se encontraba bastante contento -al parecer le iba bien en el trabajo- hablando y hablando, ocupando casi todo el sofá de enfrente, mientras Bennett se encontraba acostado en la alfombra boca arriba, acariciando a los perros dormidos sobre él, y girando la cabeza a un lado para tratar de ver los programas extraños que daban en los canales en español.

—Vuelvo a preguntar: ¿quieres que te ponga una almohada? Última oferta. —reiteró el peli-cobrizo, usando su brazo para levantar su cabeza y mirar de paso a su compañero en la alfombra jugando el papel de la cama de los perros.

—Estoy bien así. —suspiró Bennett.

—Ah mi amigo, si sabes que conmigo esa tontería de «está bien» no sirve, te ves súper incómodo ahí. —mencionó haciendo un gesto para agarrar la almohada del sofá y palparla para ablandarla, mirando al pelimora— Al menos muévete un poco para que te la ponga debajo.

—Si me muevo los voy a despertar. —habló con un tono flojo de voz. Jeremy lo miró un largo rato, buscando algo para decir, pero se mantuvo callado dándole una oportunidad más de hablar— Y se ven tan a gusto. Así que mejor no, no importa. No la necesito, la alfombra está bien.

—Uhm... bien, como quieras. —alzó los brazos, rindiéndose ante el menor, que ni bien disimulaba ahora lo mucho que le costaba mirar birn la tele desde donde estaba y el mantenerse tranquilo en su sitio— Ay~ Bennett, siempre me he sentido raro respecto a la forma en que antepones a cualquiera antes de a ti. Mira que aguantar casi una hora acostado encima del control remoto, y con casi setenta kilos sobre ti sólo para que tus perros duerman bonito es admirable hah.

—Creí que eso siempre había quedado claro. —Bennett le sonrió respirando hondo. Ciertamente era incómodo, pero las respiraciones relajadas de sus perros y sus expresiones sencillas eran como un premio para él, terminaban relajandolo mucho— Aunque duele un poco, si quieres cambiar la tele vas a tener que ver si puedes meter la mano y sacarlo. —suspiró, acariciando con su mano el lomo de uno de sus perros— Pero si los despiertas me voy a enojar.

—No pienso hacerlo. Sé que las mascotas se parecen a sus dueños y en especial uno de tus perros es un dolor de cabeza cuando lo molestan a menos que seas tú. —dijo Jeremy— Así que paso, pero te dejo dicho que te va a dar un dolor de espalda bien feo luego, si no es que tantísimo peso ya de por si no te deja ni levantarte después.

—Entonces volveremos al principio. Sólo no me preguntes en media hora más que si es que quiero esa almohada.

—La tercera es la vencida, si es que no estás medio muerto para entonces.

—Qué dramático eres.

—¿Cómo es que precisamente tú me dices eso? —sonrió el mayor acomodándose en el sofá.

•[▪]•

Pasó un largo rato hasta que el pelimorado lloriqueando se arrastró por la alfombra sobando su espalda y reclamando tonterías luego de que los perros se levantasen al mismo tiempo para simplemente ir a tomar agua, causando ruido y ladrandose entre si. Jeremy quería reírse ahí mismo pero Bennett por más lindo y amable que sea a veces tenía su temperamento -generalmente cuando ya había agotado sus buenas vibras del día- y algo le decía que no le agradaría admitir que estaba terriblemente mal luego de siquiera haberse sentado en el suelo.

—N-No puedo creerlo... —terminó por decir tras agarrar su celular y tirarse de nuevo en la alfombra, está vez sintiendo la rigidez del suelo causarle un extraño espasmo de relajo. Con lo adolorido que estaba, inspirar hondo y pensar en algo más amainaba algo de la sensación— Ni un día entero de movimiento me deja asi, y fui vencido por un dolor de espalda ¿qué clase de condición física traicionera tengo?

—Sinceramente viniendo de ti a mi ya no me sorprende nada. Eres tan extraño, amigo. —sonrió el mayor, Bennett le miró apretando los labios antes de checar su celular.

La manera en que el más alto lo vio ponerse velozmente de pie con una aterradora sonrisa de ánimos en la cara definitivamente fue la prueba de que el chico por más que intentaba no parecía dejar de lado esa manera de prestar atención a alguien cuando le interesaba fuertemente. No hizo falta saber que era lo que había mirado en su teléfono.

—¡Waah! Mira, me habló, hace un par de minutos pero lo bueno es que sigue en línea. Es extraño que él me hable primero y más que me pregunte como estoy. Pero estoy súper contento, no lo he visto desde ayer. —el pelivioleta parpadeó primero nervioso y luego más recompuesto. El de cabello ondulado mirándolo desde su sitio levantó una ceja mientras soltaba un soplido, cosa que hizo a Bennett inflar las mejillas al notar que el mayor ya ni necesitaba decirle para que él supiera— Uhm... es sólo que eso me pone contento.

—Claro, claro... es bueno saber que al menos notas lo que quería decirte. —este se encogió de hombros— Pero también es bueno que estés contento y cambiaras esa cara de amargado de hace poco.

Bennett asintió rápidamente brindándole una sonrisa al mayor antes de sobar su espalda y respirar hondo para contestar los mensajes y después arreglarse el pelo e ir a pasar el rato con los perros un par de minutos. El fotógrafo se puso cómodo arreglando un par de cojines bajo su cabeza y mirando la televisión con atención tras cambiar el canal. Escuchó después al pelimora carraspear con tanta alegría y rapidez que se atragantó con su saliva tosiendo antes de ir a prácticamente pedirle permiso a sus perros para salir.

Cuando estos soltaron un suave sonidito agudo -casi como un siseo de pena- Bennett lloró murmurando tonterías y terminando por asentir tontamente yendo a pasos rápidos hasta su habitación. Era muy ruidoso hasta para vestirse, escuchaba la ropa caer y los cajones abrir y cerrar.

—¿Puedes quedarte con ellos un momento chiquito? Saldré un rato. —Bennett llegaba a la sala cubriendo la tele de la visión del peli-cobrizo, quién lo observó analizándolo con la mirada antes de alzar una ceja, para luego asentir tratando de mirar la tele a su lado.

—Bien, espero no tardes tanto o si no vuelves al menos para saber si es que tengo permitido flojear o esperarte con los ojos abiertos. Tus perros me miran feo a pesar de que ni ocupo su sofá, les gusta botarme de el pero luego duermen en la alfombra. Así que si no regresas esta vez si usaré tu cama, aunque seguramente también lleguen allí esos dos, les gusta molestarme.

—Si que les gusta heh... —sonrió el menor encogiéndose de hombros— mmh pero Jeremy, mi casa siempre es tu casa. Por mi puedes dormir hasta encima de la mesa, no me importa. Pero no dejes solitos a mis perros.

—Bien, dalo por echo. —Jeremy hizo un ademán con su mano cerca de su frente mientras se ponía más cómodo en el sofá— Pero bueno, quítate de encima, no me dejas leer los subtítulos.

—¿Por qué lo pones con subtítulos si entiendes lo que dice? —dijo Bennett al voltear a ver la pantalla.

—Nah, no entiendo tanto si hablan bien mal y súper rápido. —sonrió Jeremy— Ya quítate, enano. Me tapas todo.

—Huh sí claro. —Bennett hizo una mueca antes de apartarse— Vale, entonces ya me voy.

—Te me cuidas.

•[▪]•

Pasaban de las doce de la medianoche, en el ambiente se formaba un tranquilo pero no menos cómodo silencio. La televisión solía estar encendida a volumen bajo aunque ninguno de los dos le prestaba la suficiente atención cuando estuvieron unos momentos prolongados hablando entre si. Tras unas horas, el pelimora ya estaba más alegre en el sofá, terminando al final por prestarle más atención a la cachorra amorosa que se frotaba contra él pidiendo atención mientras movía sus patas, a lo cual Bennett no dudaba ni un segundo en responder de la misma forma afectuosa.

—¡La quiero demasiado~! —frotaba el pelaje de la canina mientras esta se subía a sus piernas acomodando su cabeza sobre sus patas delanteras— Es tan linda y cariñosa, no sé porqué dices que es fastidiosa si es tan mansa y agradable. Ven aquí, ven, nos voy a tapar... —mencionó, sentándose mejor en el sofá para estirar el brazo a un lado, donde había una frasada.

—Es fastidiosa y gritona igual que tú. —bufó Ben sentado en el sofá de enfrente— Ni se te ocurra ponerte tan cómodo. —alegó cruzado de brazos, viendo al menor acurrucarse en el sillón con la Labrador al lado, mientras los tapaba a ambos con una cobija delgada— Oh no, como subas los pies al sofá te echaré. —lo detuvo justo cuando este ya empezaba a doblar las rodillas y a levantar los pies.

—Pero es que empezó a hacer frío. —Bennett se encogió de hombros, bajando los pies.

—¿Y eso a mi qué?

—Qué pesado eres conmigo. —infló las mejillas, mirando a un lado tratando de tapar a la vez a la cachorra a su lado, hasta que notó como el mayor se encogía de hombros y miraba a un lado de la misma manera, chasqueando la lengua. Sonrió al notar lo divertido que fue verlo haciendo ese tipo de expresión— ¡Haaah~! Ya sé, estás celoso porque ella tiene más atención y tiene una manta y tú no.

—Ni que me importara.

—¡Hey! Pero no te preocupes, queda espacio... —mencionó el ojirojo expandiendo la frazada con su brazo, mostrando a su lado— ¿ves? Ven a sentarte aquí con nosotros. Está calentito.

—Tsk aquí estoy bien. —insistió.

—¿En serio? —sonrió el menor.

Luego de un largo rato, Ben gruñó al tener al pelivioláceo al lado junto al animal -quienes se habían trasladado hasta donde estaba perturbando su espacio personal- ambos compartiendo la cobija y de paso tapándolo un poco a él. Estaba fastidiado, sí, demasiado fastidiado, no porque le inquietara tenerlos al lado -uno ladrando y el otro prácticamente hablando sólo mientras entregaba cariñitos y juegos con la canina- sino porque la escena a su lado le parecía tan agradable que esforzarse por reprimir una sonrisa y una postura relajada al verlos le estaba costando. Verdaderamente le estaba costando y no sabía en realidad porqué se esforzaba tanto en eso.

Bennett se giró a mirar al rigido Benjamín quien aun estaba aparentemente con la mirada fija en el televisor donde pasaban un programa documental. Ladeó la cabeza observando lo atractivo que este se notaba de perfil, aunque la forma en que apretaba los labios lo hiciera parecer inquieto. Tras delinear sin pena las facciones del mayor, suspiró, regresando la vista a un lado con la cara aumentando su calor, tratando de relajarse dirigiendo la vista hasta la cachorra que le miraba con ojitos brillantes haciendo un ruidito mientras frotaba su cabeza contra su brazo.

—¡Oh cierto! —en ese momento recordó aquella incógnita y volvió la mirada al pelicían, causando que con el poco cuidado en que realizó dicha acción este se gire a su dirección alzando una ceja— Olvidé preguntar... ¿cuál era el nombre de la pequeña? No recuerdo que me lo hayas dicho.

Analizándolo con la sola mirada Ben torció la boca antes de observar con cuidado la imagen a su lado, con un Bennett tan impaciente pestañeando insistente mientras lo miraba, la cachorra sacaba la lengua y era su respiración ruidosa la que terminaba inundando sus oídos. Esos dos eran una molestia tan similar, pero vaya que ¿los quería? Sí, los quería mucho.

—Isabella. —contestó Ben encogiendo los hombros.

—¡Ah ya veo! —chilló el pelimora, causando que Ben torciera la boca al oírlo, agarrando el vaso medio vacío de vino que tenía reposando en la mesa auxiliar a un lado del sofá. Le pareció curioso, pero entendió enseguida que había hablado muy fuerte así que bajó el volumen— Digo, vaya, así que le pusiste Isabella, es lindo nombre. —le sonrió al mayor, entrecerrando los ojos antes de mirar a la canina a su lado— Ahora si sabré bien como llamar a esta nena hermosa ¿cierto, cierto~? —le hacía gracias a la cachorra, la cual aumentaba el ruido al respirar más contenta.

—Ahá sí, qué bien. —el moreno suspiró, dando un sorbo ligero al vaso. Solía necesitar algo en que concentrarse más para evitar prestar la suficiente atención al menos. No por que no quisiera, en realidad tenía unas ganas de acapararlo y no soltarlo, pero sentía que no podría sobrevivir a las efusivas alegrías que Bennett emanaba una vez le daba aquella atención que lo ponía tan inquieto.

—¿Por qué se llama así? —volvió a hablar el menor, causando que Ben rodase los ojos.

—¿Por qué te llamas así?

—¿Uhm? —el ojirojo no entendió bien, aunque luego de pestañear apretó los labios— Pues mi mamá quería ponerme Kennett, pero la señorita del hospital lo escribió mal y puso una B en lugar de una K, a papá le gustó, así que me llamaron Bennett mejor. A mi también me gusta.

—... Maldición, no tenías que responer a eso. —aunque lo intentó, no logró reprimir una pequeña sonrisita ante eso, pero de algún modo lo veía venir, Bennett no solía entender su sacasmo, aunque a veces pareciera que lo hacía a propósito— Como sea, simplemente le puse así.

—Pero me preguntaste. —contestó como si fuera algo obvio, hasta que vio a Ben dar otro sorbo al vaso para seguido dejarlo a un lado y mirarle alzando una ceja. Entonces entendió que el otro sólo era sarcástico— Oh no, espera, ya entendí.

—Me sorprende que te hayas tardado menos esta vez.

Ante eso el menor asintió, soltando una carcajada. La risita de Bennett era jodidamente linda, algo rasposa pero lo suficientemente delgada y relajante como para no parecerle incómoda o molesta de oír. Si bien la voz del menor no era del todo agradable -debido a su tono algo difícil de escuchar- cuando este se dedicaba a vocalizar correctamente o a dejar salir su voz de esa manera clara, una sensación muy agradable a su alrededor se instalaba en su sistema, junto a esa asquerosa emoción burbujeante en su estómago, esa que le avisaba de ante mano que si no lo detenía iba a terminar tan derrotado, que le asustaba.

—Mmh... eh, se nota que a ella le gusta que le hagan mucho cariño. —habló Bennett mirando a un lado por los nervios que le provocaba de pronto el tener la mirada atenta del moreno sobre él. Isabella, ahora que ya podía nombrarla con seguridad, se dejaba acariciar y empezaba a acercarse posicionando sus dos patas delanteras sobre sus piernas, para luego acomodar su cabeza sobre estas dejando que la acaricie. Primero ella lo miró pestañeando débilmente mientras sus ojitos rogaban más atención, y luego, los cerró— ¡Ahhhww~! Amo, pero amo mucho cuando hacen eso, mira~ está sonriendo ¿la ves? ¿La estás viendo~? ¡Mira! ¡mira~! —Bennett hacía caras para que el mayor mirase, halando del brazo ajeno.

—Maldita sea, estoy al lado, no necesitas armar tanto show si claramente puedo verlo.

—Cierto, cierto. Heh... ¿tú le haces mucho cariñito, no? Se nota que está acostumbrada al tacto.

—Bueno, no es... como si la tomara mucho en cuenta. Supongo que ya venía así. —dijo, ignorando la mirada brillosa del de melena, quien no hizo más que ensanchar su sonrisa demostrando lo pillado que estaba ante él. Maldición, detestaba que lo mirase como si se esforzara en leerlo, hasta que lo conseguía— Y deja de hacer eso.

—Es porque sabes que yo sé que en realidad eres muy cariñoso con ella, se nota mucho, para cuando llegó a ti era revoltosa y aunque no te hayas dado cuenta, mordía fuerte y su pelaje era oscuro. Ahora es una niña saludable, feliz y su pelaje es muy suavecito que hasta brilla tanto que parece amarillo. —le mencionó, inclinándose un poco para al lado hasta rozar con su mejilla el hombro ajeno. Podía sentir el calor corporal alto del moreno traspasar la tela de su camisa gris, era reconfortante tenerlo al lado— Me gusta que la quieras mucho. Yo también la quiero. Los quiero a los dos.

El moreno de piel apretó los dientes al ver la manera en que Bennett se le pegaba a un lado, con la mano izquierda acariciando la cabeza de la cachorra -estaba sentado, claramente a su izquierda de igual forma- mientras que con la derecha se anclaba a su brazo.

Oh cielos, no era necesario ponerle atención para saber que era como un perro pidiendo cariño. Y lo peor es que había desarrollado una debilidad palpitante ante esos ojos grandes y brillosos de cachorro abandonado, pero claramente no iba a demostrarlo, nunca sabría cuando lo tomarían en su contra.

Como en la ocasión que se daba justo al momento. Estaba seguro, sí, sabía que Bennett parecía estar conciente de que una vez hubo aceptado un par de esas revoltosas emociones en su sistema cuando lo veía, empezaba a ser débil ante esos comportamientos que antes -aunque en realidad lo seguían siendo- le provocaban tanto repelús y nauseas. Ahora posiblemente siga siendo así, pero en lugar de querer echarlo de una patada por estar haciéndolo dudar de si mismo, tenía unas incontrolables ganas de tomarlo por los hombros y borrarle ese puchero de la boca con un maldito beso.

Oh... se había planteado esa idea, se la había prometido hace un par de días. Y el pelilavanda lo estaba mirando de frente con una expresión ansiosa y confusa, posiblemente porque se le había quedado observando con una bastante bien disimulada mueca de agrado.

Justo cuando este planeaba abrir la boca pensando en disculparse si es que su excesivo acercamiento lo había alterado, Bennett jadeó sorprendido en el momento en que él se acomodó brindando más cercanía. Encaminó una mano desde su hombro hasta su mejilla, seguido de la otra que iba a parar hasta el brazo del menor, logrando tenerlo lo suficientemente cerca y realizando un acto tan obvio que era imposible que no se diera cuenta de que estaba a punto de besarlo.

Al parecer resultó demasiado obvio porque luego de un "ligero" ataque de nervios Bennett casi lloró luego de que sus labios temblaron por la proximidad de los ajenos. Lo vio vacilante y de un momento a otro este mismo casi dio un brinco empujándose contra el cuerpo del moreno, pasando uno de sus brazos libres por encima de los hombros cálidos del ojiverde y encajando sus labios en un beso profundo que si bien le sorprendió, terminó aliviando todo ese martirio interno en la mente de Ben.

No podía moverse mucho debido a la posición en la que estaba y en que la cachorra se removió acomodándose a un lado del pelimora intentando enrollarse sobre el sofá. Pero el contacto fue tan corto que en realidad no importaba pues considera que así es suficiente.

Se separaron mirándose fijamente por una fracción de segundos; uno de manera más tranquila enseñando su satisfacción acompañada de un rubor suave, y el otro arrugando el entrecejo con los labios apretados y los ojos tintineamtes. El mayor intentó decir algo pero sólo provocó un chasquido con la lengua, encogiéndose de hombros y Bennett no se contenía al dejar salir una risotada por verlo así, era muy gracioso que aun estando -a su parecer- bastante expuesto con respecto a sus sentimientos todavía siguiese intentando retener esa expresión de agrado.

—Yaa~ —Bennett ensanchó su sonrisa, encogiéndose de hombros para intentar difícilmente, de acomodarse mejor mirando al mayor, quien a pesar de apartar el rostro poco a poco siguió observándolo antes de ceder contra los gestos corporales que sus emociones le permitían— ¿qué pasa?

—Pareces muy emocionado. —suspiró tragándose esas ganas infantiles de apartarse y renegar el hecho de que la sonrisa que se alojó en su rostro le hacía sentir tan cálido— Demasiado, diría yo.

—¡Claro que si! Bueno... es que... me siento contento de que estemos juntos. Últimamente te siento más agradable, es extraño y das miedo cuando sonríes de la nada, pero me gusta. Sabes que si. —asintió frenéticamente mientras se encargaba de amainar los golpeteos en su pecho y los temblores en sus manos. Realmente, por más que intentaba llevarla, siempre acababa con tantos nervios que le resultaba un paso enorme el poder hablar de corrido y sin tartamudeos— Yo... me hace muy feliz poder ver este lado tuyo.

—¿Ah sí?

—Sí... es un lado amable y cariñoso, siempre creí que podrías tener uno así, y confirmarlo me hace sentir muy contento. —el menor sonrió aligerando su expresión hasta que se acomodó tranquilamente a su lado. Deslizando sus manos por el brazo y pecho del moreno de piel, hasta apoyar su cabeza en el hombro de este, inclinando su cuerpo con cautela— Quiero que sigas así...

No hallando que decirle, Ben atinó a dejar escapar una pequeña sonrisa ladina, suavizó su mirada dejando escapar un suspiro más sereno ante las palabras del menor. Porque Bennett le resultaba alguien muy curioso, le gustaba escucharlo incluso admirando esa capacidad por decir sin miedo todo lo que pensaba. Alguien transparente y natural que no sentía pena al expresarse y que disfrutaba genuinamente de su compañía; alguien que era capaz de destapar el tarro de sensaciones que tenía guardado y que lograba hacerlo sentir más tranquilo.

Quiso responder, pero no era alguien que pudiera usar correctamente las palabras cuando de ser real y expresar sus sentimientos se trataba, por lo que, cargando de emoción sincera -dolorosamente sincera y muy difícil de manifestar- dirigió su mano morena hasta la mejilla del menor, acunando esta, tibia y suave entre su palma ruda y gruesa, dibujando imaginarias líneas con su pulgar en la mejilla de este causando que de la sorpresa Bennett parpadease a la par que soltaba un jadeo de sorpresa, girándose a su dirección a verlo con curiosidad y agrado.

Y luego este se mostró casi revolcando su aniñado rostro en la palma de la dersa mano del peliceleste. Wow, se imaginaba una reacción parecida, pero ciertamente no se esperaba que causara tanto impacto en él.

Por un momento le pareció tan difícil pasar saliva y respirar adecuadamente cuando se hallaba atraído y embelesado por los ojos coloridos del pelivioláceo fijos en su persona. Se sentía fuera de si en ese transcurso de tiempo en que pronto su otra mano se encargó de delinear las facciones ajenas y de sostener el rostro pálido del contrario hasta aproximarse y juntar sus labios en un beso meramente instintivo y suave, hasta haberse dado cuenta de que aquello era un pase libre para el ansioso Bennett que no dudó ni un segundo en sonreír al separarse y en casi saltar a su lado otra vez buscando aprovecharse hasta de la última decima de segundo para girarse y unir sus bocas nuevamente.

Había escuchado un ligero bostezo y un ladrido instintivo a su lado cuando la cachorra se halló inquieta ante la falta de cercanía, pero le restaron importancia a pesar de que Bennett aún no se movía del todo del lugar en que estaba, sólo girándose de la cintura para arriba y usando sus brazos para impulsarse junto a Ben y alzar el torso logrando iniciar otro par de largos besos. Demostrando por la forma acelerada pero suave de moverse lo inquieto que aquello, espontáneo y rápido, lo había puesto de pronto.

Era cierto que en realidad si estaba muy emocionado y más teniendo a un pelicalipso tan amable junto a él. Era como una recompensa para todo lo que había estado esperando tan pacientemente, y estaba muy regocijado de sentir al moreno tan cerca, reposando una de sus cálidas manos en su mejilla mientras que la otra había pasado a acariciarle el cabello posicionándose cerca de su nuca haciendo presión.

—También haces que me emocione.

Murmuró Ben sobre los labios ajenos, detallando con su dedo pulgar la suavidad de la piel ajena. El sobresalto que pegó el menor al recibir la tonalidad ronca y baja de la voz contraria del de piel morena hizo al ojijade soltar una ligera carcajada, entre abriendo los ojos para poder mirar mejor la piel clara del guitarrista adoptar un tono rosado por encima del puente de la nariz y en sus mejillas, que hace un rato podía sentirlas mucho más cálidas de lo normal.

Esas palabras le habían resultado bastante lindas a Bennett, a pesar de la connotación ruda y del tono rígido que se le había subido causando cosquillas y escalofríos por su espina dorsal. Apretó los labios, dándose un par de segundos para respirar hondo y darle algo más de espacio al mayor cuando se dio cuenta de lo invasivo que estaba siendo, casi dejándose enteramente sobre el cuerpo del otro.

Le sonrió, y bastaron otro par de miradas para volver a unir sus labios en unos pares de besos que acabaron instalando un ambiente sencillo, cálido y silencioso, pero lo suficientemente agradable para no hacer que al separarse la falta de ruido y cercanía se tornara incómoda.

Esa noche le resultó una de las más extrañas, pero sin duda luego se había puesto muy agradable y tranquila. Le había parecido muy tierno que a mitad de la madrugada cuando Ben se había levantado tratando de no molestarlo, se dirigiera a la puerta a dedicarle un ligero regaño soñoliento a la cachorra que rascaba la puerta, para luego permitirle acostarse al final de la cama.

Pero eso había sido contrarrestado por un gruñido mañanero lleno de mal humor cuando Ben despertó y vio a Bennett abrazando a la misma, que se hallaba debajo de las cobijas encogiéndose en el hueco en medio de la cama.

Aunque al final Ben no pudo hacer mucho ante la satisfacción visual agradable que le daba ver al menor dormido tan tranquilo con ese ya no tan pequeño animal, que ambos despiertos solían darle un dolor de cabeza. No se atrevió a quejarse más por mucho que eso picase en su sistema al saber que tendría que lidiar con eso más tarde, por lo que tan sólo se relajó y cubrió a ambos inquietos con las cobijas antes de, como pudo, recostarse a un lado con el celular en la mano.

—Qué lindo eres... —murmuró esa voz bajita y adormilada a un lado. Bennett se removió bajo las sábanas acomodando su almohada, parpadeando lento y cansado al dirigir una enternecida mirada al mayor, consiguiendo un sobresalto y una mueca— heh buenos días...

—...buenos días. —terminó por suspirar en derrota, apartando la vista.

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Holaaa :'3 ¿cómo están?

No es Lunes, pero es Martes y al menos cuenta TvT

No se preocupen qvq como ven, no estoy muerta. Lamento en serio la gran ausencia muy, muy larga la verdad. Había estado un poco ocupada y desconectada de las redes sociales.

Por lo que no había estado al pendiente de nada, ni de escribir, y había desinstalado Wattpad y Twitter hace mucho por un problema del móvil, pero ya ando de vuelta aquí uvu así que espero poder actualizar más seguido y así.

Sinceramente me sorprende haber escrito esto y darme cuenta que no estoy tan oxidada como creí que estaría luego de un montón de meses sin siquiera escribir algo.

No sé ustedes, pero le volví a agarrar bien fuerte el cariño a Bennett y al orgulloso pesado de Ben sjdbks y qué decir de mis tres perros, lpm extrañaba escribir a esos bebés y a la niñera slash el amigo razonable de Jeremy qvq

Había tenido que literalmente releerme la historia desde el capítulo 1 porque la verdad desde la última actualización que siquiera había escrito o leído algo de mis historias y del universo en ellas;;

Incluso esto me sirvió para pensar mejor sobre la historia e ir resolviendo y corrigiendo algunos asuntos que me dejaron medio inquieta, así que con todas esas ideas (que mejor las anoté) espero que la historia vaya avanzando más rapido y pueda escribir con la misma intensidad que antes uvu

No tengo mucho que decir, me di cuenta de lo mucho que amo a estos personajes en la historia (y en las otras) que nomás espérenme, le voy a regresar con hartas ganas >:D/

También aconsejo que si es que quieren y son como yo, se empiecen a poner al día (o releer tantito) con algunos caps de mis otras historias, que ya las voy a ir actualizando a lo largo de la semana y de todo el mes (diciembre no es mis meses favoritos, pero el ambiente de navidad, sobre todo las luces, me hacen sentir bonito cuando escribo)

A todo esto, había pensado en anunciarlo en el tablero pero me dio flojera, así que quiero decir que pensé (y es que lo estoy haciendo ya) en reescribir/editar toda la primera parte de Detrás de Cámaras, ya que a pesar de que la idea es la misma, los primeros 10 caps están re mal hechos, y los primeros 20 a 25 caps de la historia siempre estuvieron un tanto menos entendibles y demás (según yo, que desde el cap 33 en adelante los caps me gustaron un montón y me re emcionaba sola hah jsjs) así que también pensé en cambiar el formato y hacerlo más limpio de leer(¿

Es por eso que me puse a pensar en que, como obviamente no tengo acceso a mi anterior cuenta ni a los borradores, no puedo editar todo desde allí, y no estoy segura de si llegar a resubir toda la historia en un nuevo libro (o en este mismo en nuevas partes) una vez terminada toda la historia (o talvez antes), o si hacer un Word o pdf de esta cuando la acabe y así para que la lean bien escrita y bien hecha de principio a fin. Aun estoy indecisa con respecto a ese tema ¿qué opinan ustedes? ;;;;

En fin, no tengo mucho más que decir sólo que ya estoy de vuelta y espero que hayan disfrutado de este capítulo escrito con inspiración nocturna☆

Ya saben, espero les haya gustado y disfrutado de esta parte, no olviden votar y comentar que tal ^^

Nos estaríamos leyendo muy pronto en proximas actualizaciones de esta y de mis otras historias.
Bye.

                「NiakuTan」

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