•°~°Capítulo 55°~°•

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El estudio estaba tan productivo hoy que cada ruido externo calaba en la cabeza de Benjamín, aturdiendo sus sentidos a pesar de sentir tanto alivio al poder mantenerse cerca del frío aire cercano a la temporada invernal. Se encontraban grabando una de esas escenas al exterior con un sol radiante golpeando todo el sector, junto a un viento sereno capaz de liberar cualquier molestia en un par de segundos.

Todo aquello que pareció llegar a inquietarlos, se había disipado, dejando secuelas de un arrasador peli-violáceo que se había hallado ocupando más tiempo en su carrera artística del que había requerido; por lo que tras una semana adicional llena de arduo tranajo, cierto chico entrañable pudo reintegrarse a la producción, escalando con rapidez en todo aquello que había dejado antes de marcharse.

Bennett como siempre era el centro de atención cuando de lograr incorporarse a todo lo que se le presentaba se tratara, captando con rapidez cada pequeño momento. Y era mejor cuando amaba estas escenas de libertad creativa donde podía improvisar bajo un ambiente natural. Pues él en verdad disfrutaba el aire fresco y era mucho más expresivo cuando se hablaba de contar una historia suave y sencilla, pues su personaje era alguien complicado, complicado con él mismo y con todos, alguien que necesitaba un tiempo incluso para poder acoplarse a su propio carácter.

Ya hace un par de semanas que se lo veía compartiendo junto al resto del elenco, poniéndose al día bastante rápido, mientras de paso a Mike ya hasta le faltaba aplaudirle al ver que en poco tiempo habían logrado recuperar el trabajo de casi tres meses. Pues Bennett tenía una memoria brillante siempre a pocos minutos de leerse un libreto entero. Pues no era de extrañar, si era alguien que se la pasaba haciendo las cosas en el instante, y cuando este olvidaba algo, era porque se encontraba siendo un idiota muy obvio, dedicándole miradas tontas a lo lejos.

Y mierda, esa estupidez tan simple, a Ben extrañamente le daba una vuelta entera a todo su raciocinio, porque incluso luego de haberse ido de allí a tomar un descanso, esa sonrisa boba y radiante lo estaba persiguiendo hasta cuando cerraba los ojos. No podía creer que incluso ese tipo de sensaciones le dificultaban hasta en el área de trabajo.

—Benjamín, luces un poco alterado. —la voz clara y reconocible de cierta mujer lo hizo chasquear la lengua, casi por costumbre, frunciendo el ceño cuando Ben la vio— Parece que Bennett está tomándote por sorpresa.

—Si vas a venir a joder, mejor ni te acerques. —bufó, reposando su espalda sobre una pared, en búsqueda de sombra y calma— No tengo ganas de lidiar contigo ¿bien?

—Tranquilo, no busco que suene de ese modo. —ella negó con la cabeza, ofreciéndole una botella de agua saborizada— Sé que debo mantener mi distancia, pero estoy segura de que podemos platicar un poco, te he notado distraído estos días.

—Bueno, no lo hagas, no necesitas ser amable. —El pelicían rodó los ojos, sin embargo no rechazó el ofrecimiento y tomó la botella— Es una mierda teniendo en cuenta de que ya conozco muchas de tus actitudes.

—Bien, cielos. Sólo venía a tomarme un descanso, y te vi así que pensé que podría acercarme un momento... no pretendo hacer nada. —trataba de explicar, mirando a un lado mientras se reposaba a un par de pasos cerca del moreno.

Ciertamente la confianza entre ambos ya no existía como tal, pero poder soportarse a estas alturas era bastante necesario tomando en cuenta que debían trabajar juntos. Ben en verdad no quería más problemas, por mucho que no le gustase la forma en que Margaret se comportaba con él o cuando estaba cerca de Bennett, pero aquí estaban.

No era tan malo si trataba de olvidar por completo lo que había pasado entre los dos, si ignoraba la sensación amarga que le provocaba estar cerca de ella o si incluso debía aprender a superar ciertas cosas para evitar dilemas innecesarios entre los dos y las relaciones que tenían a parte.

—Lo que sea, en realidad no necesito ninguna charla, ni la compañía de nadie. —suspiró al final, notando como hacía un cambio significativo sólo aprender a aceptar ciertas cosas, en lugar de crear nudos en su conciencia por cosas que no necesitaba hacer—. Pero da igual, quédate si quieres.

Mientras tanto, tras unos momentos que a Bennett le parecieron interminables, por fin pudo respirar profundo sabiendo que tendría libre el resto del fin de semana. Tres bastante trabajo arduo, no podía esperar a volver a casa, con sus perros.

Al levantar la vista luego de hidratarse, registrando algunas tonterías en su teléfono, se encontró ansioso buscando cierta cabellera celestina entre el resto de los presentes. Una vez la encontró, sus pasos se detuvieron unos momentos, a un par de metros, donde podía observar a Ben que parecía platicar con una calma inusual, junto a la peli-miel.

Bennett estaba al tanto que hubo un tiempo en que la ex pareja rival comenzó a hablarse seguido, buscando evitar conflictos futuros y amainar las dificultades que esta misma enemistad había estado trayéndoles cuando debían cooperar juntos en distintas áreas. Era por eso que quizá no le resultaba para nada raro verlos juntos a veces. Aunque una parte de si, muy en el fondo, se sentía inquieta por el acercamiento considerable que habían tenido, precisamente cuando él se ausentaba.

Suspiró, no quería sentirse así por algo como eso, no cuando las cosas habían estado yendo tan bien. De todos modos, fuese cual fuese la razón, sabía que podía superarla una vez se relajara un momento, si era natural sentir ciertos celos cuando estaba tan nervioso por no poder acercarse a Ben en casi todo el día. Apretó los labios.

Cuando estuvo lo suficientemente seguro para seguir, su vista se topó de lleno con la figura del moreno en frente suyo, dándole un susto.

—¡Ah, yo estaba...! —balbuceó, al dar un paso hacía atrás— Digo, vaya... n-no te había visto.

—Sí, eso parece ¿qué estás haciendo aquí parado como tonto? —inquirió, con una mano en la cintura y la otra fundida en su cabellera, ordenando el fleco mal acomodado.

—Yo iba a... quiero decir, es que estaba... quería ir a buscarte, pero me quedé p-pensando. —, sus palabras sonaron tan mal entonadas, mezclándose entre si y creando pausas a ratos, que Bennett sabía que no tenía caso seguir haciendo un esfuerzo.

—Pensando, claro. —repitió Ben, sin creerse mucho de lo que el más bajo le había dicho. Decidió no pensárselo tanto, y sólo inspiró relajándose y lo volvió a mirar—. Bueno, ya que hemos terminado, iba a ir por algo de comer ¿quieres acompañarme?

«Mira, como le cambia la cara». Pensó el peli-cían cuando aquella expresión apenada pasó a iluminarse con ilusión.

Bennett le resultaba tan complicado de leer, pero había veces como estas, en la que tenía la certeza de que cualquier acto atento podía cambiar al peli-mora nervioso, por uno emocionado. Estaba comenzando a familiarizarse con ello, podía notar que el esfuerzo y los impedimentos de más, se los había puesto él solo, en lugar de aligerar el peso poniendo un poco de atención a su entorno.

—¿En serio puedo acompañarte? —preguntó, aún sin sentirse totalmente capaz de dar un paso al frente. Mordió su labio, la expresión de Ben consecuente a su pregunta le hizo encoger los hombros.

—Carajo, Bennett, si te estoy preguntando es por algo. —bufó Ben, cruzando los brazos.

—Cierto, cierto... yo, sí, claro. Me encantaría.

Asintiendo ante el mejor humor de Bennett, Ben suspiró llevando su mano hasta el hombro de su acompañante. Había hecho un gesto de despedida al resto del equipo cuando Mike anunció lo satisfecho que estaba con el trabajo de hoy. En tanto se encontraron ya bastante lejos, recorriendo sus pertenencias y disfrutando del ambiente helador que se acercaba al atardecer, volvió a dirgir una mirada al pelimora a su lado, allí pudo distinguir una mueca, que oscilaba entre ansias e inquietud.

Carajo, él no podía lidiar con todas esas expresiones, porque incluso siendo negativas, no evitaba pensar que eran bastante lindas.

—¿Te pasa algo?

—¿A mi?

—Bennett, es doloroso tener que escucharte hacer ese tipo de preguntas tan innecesarias ¿sabes? —Ben se llevó una mano hasta el entrecejo, pero tras recuperar la compostura, volvió a hablar— Sí, hombre; por supuesto que a ti ¿a quién más?

—Lo siento, n-no me pasa nada... —dijo, apretando los labios. Aun con la vista al frente, sabía que Ben continuaba mirándolo, lo que le hizo sentirse más ansioso— sólo estoy un poco distraído.

—Pues si no me lo dices no me entero. —suspiró Ben—. No es como si no estuviera acostumbrado a que estés distraído, si eres un rarito.

Bennett pensó en decir algo más, pero no encontró algo coherente que pudiera sacar a flote, salvo tontos pensamientos que iban y venían. Destacaba entre ellos, algunas tonterías que lo molestaban, pero la imagen de la «nueva» Margaret sonriente, junto a un menos tosco y «amable» Ben, seguía ganándose su atención.

—Mmh u-ustedes... ah —. Bien, su primer intento falló, ganándose la mirada incógnita de Ben, okey, aquí iba otra vez—: Ustedes han estado hablando bastante seguido e-estos días...

—¿Nosotros quienes...? —interrogó Ben al levantar una ceja, aunque no hizo falta esperar una respuesta si sólo se ponía a pensar un momento. Bennett podía ser bastante curioso cuando no se daba cuenta—. Oh claro, ya veo. Pues debo soportarla mucho este tiempo, tenemos trabajo juntos y es agotador estar peleando por algo que ya está más o menos resuelto.

—Ah, es verdad, sí, yo...

—No pienses en eso. —le interrumpió el más alto, deslizando con calma su mano por los hombros de Bennett, en un intento muy rígido de abrazo— Tuvimos que superar nuestras diferencias a fuerzas desde lo que pasó, pero en realidad si pudiera evitar ciertas cosas estaría bastante bien. —explicó al final, ganándose una mirada apenada por parte del oji-carmín—. Ya, deja de hacer caras y vamos por algo juntos ¿quieres?

—J-Juntos... —repitió, eso le sonaba tan lindo—. Ah sí, sí quiero.

•[▪]•

«Esto... es muy agradable». Bennett a penas podía pensar con claridad una vez se encontraron los dos en el solitario departamento de Ben, suficientemente cerca como para ceder al contacto.

Habían iniciado con una charla tonta, liderada por Bennett anunciando lo agradable que era poder tener su hamburguesa extra para llevar, seguido de los comentarios tan refinados del moreno de piel respecto al «horrible aspecto y lo poco nutritiva», que era ese tipo de comida. Nada fuera de la forma habitual en que se recibían uno al otro, aprovechando que tenían el rato para estar juntos. Bennett no disfrutaba mucho de la rutina, pero si que se acostumbraba a esto, podía repetirlo cada día sin falta.

Sin embargo, tan imprevisto como se había estado haciendo costumbre, fue cuestión de segundos para encontrarse aprisionado entre los brazos de Ben, embriagado por su fuerte perfume tildado de un olor rústico y mentolado, que se mezclaba con su cálido aroma corporal. Primero se encontraba lleno de ansias debido a la cercanía, y luego, luchando por no perderse en la forma dedicada en que Ben se presionaba contra sus labios.

Bennett lo había dicho muchas veces, que no importaba como ni cuando tuvieran oportunidad de afecto; le bastaba con lo que pudiera ofrecerle el momento, incluso si ya no podía conformarse con sólo unos instantes; instantes que se tranformaban en casi nada, acababa más inquieto esperando algún abrazo tras los lapsos en que se detenían a recobrar la postura. Retrocediendo entre sus pasos con los brazos rudos del moreno presionados en su cintura, Bennett se aferró a él, y el calor que se instaló en todo su cuerpo creando un entusiasmo agradable, lo obligó a sonreír con ganas.

—Puedo acostumbrarme a esto, me gusta mucho. —siseó contra los labios del más alto, tomando con dificultad algunas bocanadas de aire, entrecortado y tembloroso, mientras se inclinaba poco a poco hasta sentir la superficie amplia del sofá de la sala en su espalda— Es tan agradable...

—Eliges los peores momentos para abrir la boca... —murmuró Ben, su vista estaba centrada en las facciones definidas de Bennett, sus labios enrojecidos formando una sonrisa tan estúpida y adorable a la vez, con el pelo desparramado sobre el cojín del sofá y la mirada brillante, detonando lo entusiasmado que se hallaba. Cielos, tenía tantos problemas similares cuando no podía dejar de verlo.

—Heh lo siento, quiero decir... no lo siento, bueno, esto...

La sonrisa de Bennett se mantenía intacta, bajo todo el manto de calor y nervios que retorcían su estómago y casi nublaban su visión. Entretenido por la imagen de un amable e impaciente Ben sobre él. Soltó una ansiosa carcajada y se cubrió el rostro con el brazo, mientras se sujetaba con el otro atrayendo al peli-calipso en un abrazo suave.

Sintió a Ben suspirar restregando la nariz cerca de su cuello, con las manos a cada lado suyo, y los labios creando un ligero roce mientras subía hasta su rostro, consiguiendo que se descubriera, encontrándose juntos en una mirada atenta.

—Oh cielos, ¿por qué me molesto en mencionarlo siquiera? —voceó, encontrando una mirada bermellón curiosa y afectiva. Chasqueó la lengua, bajando la vista, sin poder ni por un momento apartarse, cuando Bennett sólo lo rodeó por la nuca, mirándolo a los ojos—. Como sea, sólo ven aquí; no me importa.

Ben lo atrajo, deslizándose contra el pecho de Bennett entre la chaqueta abierta, que dejaba ver un beatle de algodón color gris; su mano exploraba bajo esos ropajes, y sus labios chupeteando por encima del labio superior del menor, bajaban y se presionaban allí, en su boca. Volvía a mirarlo unos segundos cuando se separaba, este buscaba sonreírle y se fundía contra su boca sin esperar más.

Bennett gimió contra la boca del mayor, en medio de un beso que lucía tan calmo, pero que era siempre tan profundo, húmedo y fogoso; en el podía sentir la emoción en Ben, y el mismo anhelo que se demostraban cada que conectaban sus miradas buscando relajarse, casi sin éxito. El oji-escarlata sólo podía respirar hondo tras el oír del chapoteo de sus bocas separándose unos momentos, con el pecho saltando y la cara caliente, tintada en rubor.

—Aah... —jadeó Bennett, lleno de las mismas emociones que lo tenían sofocado. Suspiró y volvió a sostenerse de los hombros firmes del contrario, quien se inclinaba sobre él; besando entre murmullos sus labios, su rostro; y con la boca, delineando a ratos su cuello. Cielos, no podía con ello, las ansias lo tenían inquieto, acalorado.

Las caricias no solían ser tan frecuentes desde que tenían la libertad de demostrar sus emociones a traves del tacto. Pero allí estaban por un par de segundos, complementando la serie de húmedos besos explorados por los trazos de piel expuestos, entre al ropa de Bennett y la camisa de Ben. Incluso si la ropa molestaba debido a la situación, también era un factor que mantenía el momento encapsulado entre dedicación y serenidad; mientras la fiereza del anhelo arrebatado entre el calor se exponía al exterior.

No había espacio para pensar demasiado, sólo era eso, tal cual como simples caricias entre frenéticos besos llenos de coraje. Que liberaban las presiones de un día ajetreado y una lejanía insoportable.

Bennett se inclinó hacia adelante con torpeza, succionando los atrevidos y expertos labios de Ben. Se encontraba con las manos inquietas bajando por la espalda del moreno de piel, chocando con la tela de la camisa que cubría su torso, con el pensamiento de que estorbaba cada vez más y debía hacer algo. A ratos se le escapaban algunos murmullos, risitas ahogadas en agitación y jadeos entrecortados, tomando en presencia lo rápido que sólo un par de roces podían llevarlos a encontrarse juntos.

Le encantaba esto, poder disfrutar de la sensación adormecedora de los brazos de Ben sobre él, de su aroma corporal, del peso de su cuerpo formado contra el suyo; y de lo fácil que era olvidarse de todo lo que le molestaba, para sólo buscar y encontrar algo de atención.

Sus ojos se encontraban cada vez más calientes, y con ello se abrieron buscando enfocar el lugar para no perderse, viendo alrededor iluminado únicamente por la luz cercana a la cocina. Observó algunos de los cabellos despeinados de Ben, cerca de su rostro, una vista tan atractiva. Sintió las manos cálidas de este recorrer cerca de su pecho, pellizcando entre sus costados y volviendo a pasearse por el área bajo su prenda superior, como si estuviera tomándose el tiempo para dedicarse a explorar.

Reprimió un quejido lloroso cuando Ben volvió a acariciar y aplastar sus labios juntos, notando como un beso mojado inició y se deslizó después por el costado de su cuello, hasta donde el beatle fino le permitía llegar, causándole un espasmo repentino y extraño, pero no menos agradable.

Mentiría si dijera que se sentía apenado, que siquiera se había imaginado volver a encontrarse sobre o debajo de Ben, porque no era así, y lo había hecho, estaba agradecido por poder cumplirlo. En un principio los nervios lo tenían envuelto entre los pinchazos de satisfacción un tanto desconocida; pero no era la primera vez en que se encontraba en una situación tal cual. Una que, ciertamente, había esperado desde hace un tiempo, y estando aquí, podía darle un nombre a las ansias que tenía, a las ganas de verlo con regularidad, o incluso a su caprichosa visión de obtener aunque sea una mínima muestra de afecto…

Era que en verdad lo estaba deseando, anhelaba una caricia. Un abrazo, un roce, un beso, quería sentir esa misma emoción, aún si le apenaba más que nada la simple idea de tener cierto deseo carnal despertando con más frecuencoa, en lugar de estarlo ejecutando como tal; porque mientras se encontraba en este situación, la pena era poca.

Ansioso, las manos inquietas de Bennett recorrieron los hombros del mayor, por sus brazos fuertes hasta los costados de su torso rígido, picoteando cerca de esa zona, hasta que, sin notarlo, se encontró con desespero y torpeza, quitando uno por uno de los botones de la camisa de Ben.

—Cálmate; no iré… a ningún lado… —suspiró Ben, contra la suave piel acalorada del cuello del menor. Tal parecía que Bennett no era el único impaciente, que disfrutando de la novedad que les traía estar conscientes del tacto de la piel contraria, sin pena alguna, se aproximaban a buscar el calor del otro.

Ben aprovechó la distracción del más bajo, para pasear su palma sin prisa por toda esa piel caliente del torso firme de Bennett. Como si hubiese estado acostumbrado a esa sensación, conociendo y adaptándose con rapidez a la figura del menor. Por lo que recorría cada parte que podía tocar, sin remordimientos, sin preocuparse por el tacto de sus dedos; por las áreas que acariciaba, por los pensamientos que cruzaban por su mente cuando callaba un suspiro contra la piel suave del pelimorado. Ni por lo que pudiese ocurrir después.

—¡Nmh…! Aah espera… —exhaló con fuerza, su cuerpo tembloroso se removió exigiendo calmar el calor que lo recorría, cosquilleando y removiéndose bajo las manos ajenas.

A penas lograba ir al ritmo de sus propias acciones y de las contrarias. Cuando se halló con las manos entretenidas delineando el torso y pecho de Ben con los dedos, y de pronto, encontrándose a si mismo apenado con las manos alzadas esperando que las prendas que le molestaban ya no estuvieran allí.

Se encontraba adormecido por el calor, con los brazos cerrados tras la firme espalda del mayor, que acababa de soltar a un lado las prendas que no necesitarían por el momento. Disfrutó del aroma húmedo que comenzaba a desprender de esa piel acaramelada, de las cosquillas que le causaban las hebras ajenas cerca del cuello. De los repentinos y demandantes besos de Ben, que distraían los espasmos de las caricias en su abdomen y cerca de su cadera, donde sintió un apretón que lo sobresaltó.

—Lo sé… —sopló Ben, con la voz ronca chocando contra el rostro de Bennett, justo antes de volver a aplastar esos labios anchos y enrojecidos con los suyos, succionando sin intención de detenerse. Un gemido se coló entre sus bocas, junto a una presión temblorosa en su espalda. Se detuvo un momento, casi a ojos cerrados queriendo tantear de nuevo entre esos labios mojados, y arremeter contra la boca ajena, pero intentó relajarse—, pararé… cuando tú quieras...

Todo pasaba tan a prisa. Bennett chilló contra su boca, empujando el cuerpo contra el del oji-jade. La presión necesitada que el más bajo ejercía con sus inestables manos en la nuca de Ben, creando un beso más profundo, rozándose a la vez contra su abdomen bajo, fue la primera señal del buen camino, y de la poca conciencia.

Ben lo tomó de las caderas, y se impulsó hacia adelante, buscando que ese roce separase el jugueteo con la intención. Incluso siendo un ambiente nuevo, podía descubrir que tipo de sensaciones necesitaba para el menor. El peli-cían suspiró lleno de ansias, y sus besos antes amables pero certeros, bajaron siendo más rudos, hasta el pecho de Bennett, donde sin pensarlo, se paseó con libertad, chupeteando cada sector; grabando entre tactos indecorosos, cada pequeño dato que podía del cuerpo ajeno.

—Oh, v-vaya… —siseó Bennett, arrastrando los brazos a cada lado del cuerpo de Ben, incrédulo y extasiado. Sus sentidos se adormecían y despertaban súbitamente entre cada pequeño roce, entre cada beso agitado. Sintiendo a su cuerpo tiritar bajo el camino cálido que dejaban las manos de Ben, cada vez, tanteando más cerca del borde de su pantalón.

Sentía que moriría, esto era diferente a todas esas otras veces, a todos esos roces imprudentes o las ansias que Bennett solía tener. Creía estar adentrándose en un ambiente peligroso, con un pasional y certero Ben guiándose por su cuerpo, transmitiéndole con ello que también estaba impaciente.

—¿Estás... cómodo aquí? —inquirió Ben, en un tono bajo de voz, cansado y agitado a la vez. Bennett se estremeció, balbuceando algo que no pudo interpretar, pero esperó paciente a que este pudiera dejar de reprimirse.

Mientras sus manos sin prisas siguieron moviéndose hasta acostumbrarse al recorrido por la zona superior del cuerpo un tanto más pequeño del guitarrista. Esculpió con las yemas de sus dedos, cada pequeño sector en el cuerpo que por el momento no estaba viendo directamente. Se paseaba por su cuello suave, por sus hombros pequeños, por sus brazos firmes; por su pecho liso y cálido, bajo ese abdomen fuerte, sus costados suaves, su zona baja curveada con ligereza marcando una cintura mediana, hasta acabar en el hueso firme de sus caderas.

«Santo cielo...», suspiró el mayor, mordiendo su labio. Pensó en que había sido mala idea alzar la vista, sí, había sido mala idea observar que clase de expresión podía estar poniendo Bennett en esta situación. Definitivamente había sido mala idea bajar la vista, recorrer ese cuerpo delgado hasta donde se encontraba expuesto y deslizar sus manos complementando su vista con el tacto. Mierda; no recordaba cuando había sido la última vez en que se sintió tan exaltado por una imagen que, por el momento le era tan inocente.

—L-Lo estoy... —balbuceó acalorado en respuesta, con las manos moviéndose de aquí y allá sin saber que más hacer. Sólo ansiaba un poco de tacto, quizá más. Presionó los labios, su vista se distraía con cada pequeño gesto, con cada movimiento, y las sensaciones lo tenían abrumado—, está bien aquí. Dónde sea; no importa... —continuó, esforzando por enseñar una sonrisa. Acarició el rostro de Ben, presionó sus mejillas, y lo besó.

De esa clase de besos en donde no necesitaban apresurarse sino todo lo contrario, a pesar de encontrarse añorante de un roce suave. Sus labios encajaban con mucha facilidad, se movían lento mientras sus cuerpos se presionaban entre si, creando una fricción que poco ayudaba al ritmo lento que trataban de sobrellevar. Bennett hundió sus dedos en la cabellera lasea de Ben, queriendo atraerlo, mientras la otra lo empujaba contra su pecho, deleitándose de la piel tersa y cálida de la espalda del mayor.

Jadeó nuevamente, la cercanía era cada vez más peligrosa, y él buscaba distraerse con el único objetivo de no unirse a ese recorrido que buscaba adentrarse en cada centímetro de piel descubierta del otro. No porque no quisiera, o porque no le gustara, sino porque Bennett estaba seguro de que se lo pensaría tanto, que no podría hacerse cargo de la emoción que iba a llevarlo a hacer tonterías. Pero Ben... cielos, se lo hacía más difícil, creyendo que las cosas serían al reves; pero era el mayor quien no se inmutaba ante nada, quien parecía no querer parar.

Se entretuvo entre los movimientos de la húmeda ajena rozando su lengua, ignorando las manos del mayor que continuaban pidiendo permiso con el tacto, mientras las suyas aún se esforzaban por no desviarse de lo que comprendía era prudente tocar.

Estiró las piernas a los lados, las sentía pesadas, temblorosas y nerviosas. Las enrolló a un lado de la cadera de Ben, con dificultad debido a cierto tipo de incomodidad entre las mismas. Y sus manos, cuando ya no fue posible seguir controlando sus movimientos, se dirigieron hasta los brazos del más alto, su pecho, su torso, quería tocar todo lo que pudiera.

—Ah, ¿qué...? —Ben a penas se daba el tiempo para notar varias de las acciones contrarias, aunque podía disfrutar de la forma tan sutil en que Bennett paseaba las manos por su espalda, deslizándolas con atrevimiento hasta su pecho. Apretó los dientes, Bennett no sabía que clase de expresión estaba haciendo, pero era muy peligrosa, para él.

Sin embargo eso no era el verdadero problema presente en ese instante, sino el hecho de que, tan impaciente e impulsivo como lo conocía, Bennett comenzó a abrazarlo, dejándose besar mientras poco a poco hundía su nariz cerca de la piel expuesta en el cuello de Ben, bajando su mano, chocando las puntas de sus dedos contra el filo del pantalón. Encontró el cinturón, la hebilla,  Bennett sintió el calor ardiente en esa zona que presionaba su entrepierna igual de despierta. Estaba nervioso.

Farfulló asustado, queriendo preguntar, queriendo obtener un permiso o un su defecto, un límite pronto. Comenzaba a desesperarse y no podía hacer más que pensar en lo sofocado que estaba, y en lo mucho que quería aliviar ese horrible calor que se esparcía por todo su cuerpo. Aún si estaban yendo lejos, o si era demasiado para lo que lograba pensar, nada de eso le importaba.

No hizo falta ningún comentario más, ambos estaban intentando ver a que los llevaba esto, la situación había comenzado a ser extraña en el momento en que los besos se esparcieron por sectores que antes no solían tocar. Bennett cerró los ojos con fuerza, dejando escapar un ruidoso suspiro al sentir un toque limpio y duradero sobre la tela de su pantalón, presionando por un momento hasta que se vio obligado a juntar las piernas alrededor de la cadera ajena.

No supieron en qué momento, pero de pronto el calor se esparció por el aire creando una ola de sensación asfixiantes y agradables a la vez. Cuando las manos temblorosas pero decididas de Bennett acabaron con el cinturón de Ben, su vista desenfocada se topó con el destello verde en los ojos del contrario, notando una capa de brillo por encima del rubor que casi adornaba todo ese rostro moreno. Inquieto, se encontró coincidiendo con cada movimiento ajeno, por poco llorando de la pena cuando su mano desnuda se topó entre la piel ardiente del mayor y la tela estorbosa que cubría la entrepierna del peliceleste.

Creyó que las cosas no podían ir más allá, pero le era difícil pensar cuando su cuerpo reaccionaba sin aviso y sus manos demandaban el tacto para satisfacer su curiosidad. Ben lo sostuvo con fuerza cuando pudo recuperarse de la sorpresa, producida por el choque de sus pieles internas conociéndose por primera vez, y lo empujó de nuevo creando más fricción, deslizando sin pena sus manos entre la curva que se formaba bajo su espalda, metiéndose entre el pantalón.

No podía soportarlo, todo lo que sucedía era demasiado para lo que podía procesar con claridad. Su imaginación nunca había ido tan lejos, y sus momentos de valentía se vieron convertidos en pena y anhelo; con un Ben deseoso encima suyo. Tocando... demasiado.

—¡Aah! Ya... —lloriqueó Bennett, enterrando las puntas de sus dedos en los hombros de Ben, subiendo hasta hundirse en el cabello de su nuca, atrayendo su rostro. Su otra mano se había detenido, se deslizó por el abdomen del peli-cían y se apartó de él, yendo a parar a su rostro en un intento por cubrirse sus labios, buscando callar mientras su cuerpo se contraía a ratos.

Poco pasó hasta que pudiera reintegrándose tras volver a regular su respiración. Tenía tanto calor, estaba tan nervioso, pero aun así se sintió capaz de volver a presionarse contra los labios ajenos, sintiendo la presión calida de la lengua contraria comenzar a responder al contacto.

La mezcla de emociones entre besos amplios y caricias lascivas comenzó a juntarse en una gama de sensaciones fuertes y exquisitas, con sus sexos casi logrando rozarse. Las pieles de sus pechos desnudos se tocaban y las manos restantes ejercían una ruda presión en un intento por no separse.

Nunca había experimentado algo parecido, Bennett estaba embriagado por lo increíblemente atento que Ben podía llegar a ser incluso si se mostraba tan rudo y apresurado. Todo aquello que en algún momento llegó a estar interpuesto entre los dos, se había esfumado, y no era sorpresa que la cercanía experimental se haya vuelto tan profunda. A ojos cerrados, como si se conocieran ya hace bastante, tanto como para saber hasta que punto la prudencia se transformaba en lascivia.

Sucio, pero gradable; sudoroso y a la vez cálido. Bennett no encontraba que algo en relación a sus sensaciones estuviera mal. No quería moverse de donde estaba, ni quería que Ben dejara de fundir sus labios contra su boca. Bajando a ratos hasta una zona favorita en su cuello, luego por su pecho y regresando hasta sus labios, chupando con calma, en busca de recuperar la postura.

—Hey... ¿estás bien? —inquirió en un tono suave y relajado, sobre los labios sobre estimulados de Benentt. Este se estremeció, haciendo un gesto, y enfocando su mirada, completamente avergonzado.

—¿Y-Yo...? —suspiró el menor, ladeando la cabeza.

—Bennett, carajo... —Ben hizo una mueca y alzó una ceja, reprimiendo una sonrisa inquieta. Era tan tonto, y le producía tanta ternura escucharlo farfullar de ese modo, conteniendo jadeos amplios y caricias tímidas sobre sus hombros.

—Mmh, estoy bien. —respondió, girando la vista a un lado, sin siquiera saber en realidad a donde estaba mirando. Respiró hondo, se sintió algo ansioso, pero aún no podía competir contra la sensación de plenitud que sentía ante el abrazo incierto de Ben.

Él había creído que no se daría cuenta del pequeño toquecito que Ben había dejado con sus labios contra su frente, pero lo hizo. Entonces Bennett se sintió mucho más contento cuando volvió a mirarlo a los ojos.

•[▪]•

—Joder, esto es tan tonto... no hay necesidad de hacer un escándalo. —, dando palmadas en la espalda del oji-rubí, el peliceleste bufó mirando a un lado cuando Bennett se le subió encima dándole un penoso abrazo, en disculpa por su comportamiento anterior; lo cual le resultaba muy innecesario.

—Te juro que yo... sólo había querido un beso. —Bennett frotaba su rostro repetidas veces sobre el pecho del mayor. El simple hecho de poder encontrarse así, olisqueando la colonia fragante de Ben, sobre esa nueva camisa blanca recién puesta, le era suficiente para mantener sus nervios calmados. Aunque eso no significara que perdía la vergüenza cada vez que pensaba en lo ocurrido.

—Sí, eso me pareció. —aseguró Ben, con la mente bastante tranquila. No podía decir eso de sus reacciones, claro estaba, pues llevaba más de dos minutos tratando de responder al intento de abrazo que el de melena le estaba dando.

—¡De verdad! —manifestó de nuevo, Bennett levantó la vista y lo miró a los ojos, apretó los labios e hizo una especie rara de puchero— Es que... de pronto tú sólo... digo yo quise abrazarte, pero tú... y luego yo...

—Sí, Bennett; lo sé. —volvió a contestar el mayor, interrumpiendo lo que sabía sería un monólogo de puras tonterías—. No es como si no supiera qué fue lo que pasó... Está bien, es bastante natural tomando en cuenta que hemos estado... muy cerca, supongo. —quiso aclarar. Subió su mano y palpó allí la cabeza de Bennett, donde aún se mostraba algo del desorden que este tenía en el cabello—. Sabes que me atraes mucho.

No lo había pensado muy bien cuando dejó escapar esa no muy mala elección de palabras, pero tomando en cuenta a quien tenía enfrente, sabía que no podía obtener algo pacífico después de que soltaba algo minimamente sincero, era casi imposible.

«Oh, por favor no». Ben apretó los labios llevándose una mano hasta el entrecejo, para cubrir de paso esa área. Sus labios se curvaron, y no necesitó siquiera molestarse en mirar a Bennett para saber que el sobresalto que pegó encima suyo, no era de nervios.

—¿T-Te atraigo mucho? —.Bennett se impulsó hacia adelante buscando captar la mirada del mayor, lo cual sólo pudo obtener después de unos segundos en que su sonrisa ancha se encontró meneandose cerca del intento de indiferencia que Ben trataba de mostrar.

—Deja de preguntar... exactamente lo mismo que te estoy afirmando, cielos. —murmuró en respuesta, con los dientes apretados y la vista un tanto reacia a la expresión entusiasta del chico enfrente suyo.

—Lo sien- digo, bien, sí. —asintió, a penas entrando en cuenta que se encontraba insistentemente sobre el mayor, con las palmas bien puestas en el pecho de Ben, y la vista fija sobre su rostro siempre queriendo lucir tan sereno. Volvió a sonreír, esta vez de forma más tranquila, y se encogió de hombros—. Tú... también me atraes mucho.

Ben alzó una ceja intentando esconder la reacción que había tenido, y se dejó relajar peinándose el pelo con los dedos. Apartó la vista de Bennett, reposó su espalda con más compostura, sobre el respaldar del sofá.

—Ahá, eso es obvio. —, y sonrió.

Bennett no estaba seguro de si podía estar más contento, pero sentía que si Ben continuaba siendo menos tosco que de costumbre, quizá podría llegar a estarlo. De alguna manera, notaba que las cosas no habían cambiado tanto con respecto a sus ocupaciones por separado, pero cuando estaban juntos, podía ponerse a mirar al moreno y encontrar allí un poco de menos presión que antes.

Claro, no dejaba de ser un hombre orgulloso y gruñón en su mayoría de veces, pero lo era en menos medida y hasta se ofrecía a pasar el rato a su lado, sin que Bennett estuviese al menos un par de días antes insistiendo por ello.

No dejaba atrás tampoco el hecho de lo importante que era la imagen propia para Ben, ni de que necesitaba algo de espacio cuando se encontraban juntos en la vía pública. Bueno, no podía estar exigiendo demasiado si Ben aportaba de sí lo que creía prudente para si mismo, así que estaba feliz y satisfecho de obtener un avance que, para el tiempo que llevaban «gustándose entre si», en realidad si que era bastante.

—Hey, ¿puedo quedarme contigo hoy? —preguntó luego de un rato, cuando ya se encontró degustando su recalentado sándwich.

El peli-turquesa lo miró unos segundos, y luego suspiró, no necesitó pensarlo demasiado. Bennett a su lado le resultaba una imagen agradable, su compañía son duda era satisfactoria, pero...

—No sin que antes me traigas de regreso a ese bicho. —suspiró, terminando de registrar los correos en su celular.

—Oww, ¿no puedes dormir sin ella? Eso es super lindo, heh. —sonrió el menor, con una mirada juguetona. Ben hizo una mueca, tratando de evadir su mirada.

—No me hace mucha ilusión dejarla en otro sitio, con un sujeto que está más ocupado comiéndose tu despensa en lugar de cuidarla. —bufó Ben. Al peli-mora aquello le hizo bastante gracia, haciéndole carcajear por unos momentos.

—Ya me parecía que Jeremy no te agrada mucho.

—Son muchas personas las que no me agradan mucho.

—Está bien, seguro la pequeña Isabella le dará un poco más de problemas que mis dos bebés —mencionó, tomó su celular para enviar un mensaje a Jeremy avisando que iría a recoger a la canina—, iré por ella y... espera ¿entonces si me puedo quedar?

—Es que eres muy lento ¿lo sabías?

—¿Eso significa: «sí»? —Bennett ladeó la cabeza con duda.

—Sí, Bennett, significa que sí. —afirmó el mayor, que se tapó la cara con una mano.

Para Ben la idea de que Bennett en realidad sabía lo que le quería decir, y que sólo le gustaba joder con tanta tonterías, no era para nada una idea lejana; pero muchas veces era demasiado que no estaba seguro de si en verdad era un tipo tan distraído, o estaba siendo una molestia estúpida muy bien actuada.

—¡Qué bien!

Bennett chilló en agradecimiento, como un pequeño y revoltoso roedor que anunciaba que estaba activo. Casi encaramado sobre el cuerpo del mayor, se acomodó tranquilo y estuvo intercambiando a ratos mensajes con el peli-cobrizo acerca de cómo se encontraba la Labrador de poco en poco. Jeremy le enviaba tonterías extrañas y le decía que estaba bien si quería quedarse fuera todo lo que se le diera la gana, si al final por hacer de niñero a un par de perros obtenía una paga buena de todos modos.

Eran cerca de las una de la mañana cuando se había acordado que su condición para quedarse era ir por la cachorra, por lo que despegándose del molesto Ben que reclamaba ante la llamada de uno de sus productores. Anunció que iría por la pequeña y, exigiendo un beso como si no se fueran a ver en un par de minutos, Bennett se despidió feliz corriendo a ponerse los zapatos y saliendo en dirección al ascensor.

Cuando llegó no hizo ni falta que dijese mucho, Jeremy ya se hacía la idea de que debía acatar las reglas de salud de sus perros y verificar que estuviesen contentos luego de pasar casi el día entero sin verlos. Bennett les lloriqueó a los tres perros en cuanto llegó, y se apresuró a sostener entre sus brazos a la ya bastante grande canina, que lo recibió con alegría soltando un par de ladridos ruidosos.

—A todo esto, una hermosa mujer rechazada se pasó por aquí buscándote, porque un niño despreocupado no contesta su celular en todo el día. —le mencionó Jeremy, volviendo de la cocina con un enorme emparedado— Pero le dije que volviera mañana.

—¿Qué, y quién era? —Bennett se encontraba acomodando el collar de la cachorra, mientras a su lado sus dos perros presionaban sus patas contra su cuerpo.

—Hah ya, tampoco tan así... —suspiró el mayor alzando las cejas, mientras le daba una gran mordida a su monstruoso pan lleno de montones de ingredientes.

—¿Así de qué?

—¿No estás siendo sarcástico?

—¿Ah?

—¡No puede ser! —carcajeó este, a penas terminando de darle el primer bocado a su comida, cuando miró al pelimora hacer caras de confusión—. Parece que ese hombre te fundió el chip ¿pues qué te hizo? Si estás el doble de distraído...

—¿Yo?

—Ah, nomás, ya me estás dando un poco de miedo. —mencionó Jeremy haciendo una mueca— Mejor me voy a tragar mi pancito a otro lado, tómate el tiempo que quieras, yo voy a prender la tele.

—¿De acuerdo...?

—¡Nah, tienes que estás jugando! —lloriqueó el más alto sin poder evitar ponerle atención a la expresión ansiosa del menor, que seguía dándose unos momentos para dejar caricias por turnos a los tres perros que lo rodeaban.

—Lo siento, es que no te entiendo a veces, supongo...

—Ya, si siempre soy yo uh. —Soltó una risotada, y al ver que Bennett seguía de distraído, se decidió a explicar; si de todos modos le gustaba hablar mientras comía— Vino la linda Margaret, se preocupó porque no contestaste sus trescientos mensajes o algo así, le dije que no llorara porque eres un caso perdido, e intenté pedirle su número de paso, pero nadie me da bola. Mi vida es muy triste.

—¿En serio? Huh, vaya, yo... no tuve tiempo de mirar mi celular. Ni siquiera lo tengo conmigo ahora.

—Sí se nota... yo igual hasta te llamé y ni en dejarme un mensaje te molestas.

—Es que no me gusta mucho mandarte mensajes...

—¡Ou, qué cruel! Ni para qué tener enemigos si me van a tratar con tanto desprecio. —dramatizaba haciendo muecas, esforzándose por sostener su emparedado y de paso cambiarle a la televisión.

—Bien, ya me tengo que ir. —anunció Bennett poniéndose de pie para ajustar la correa al collar de la canina. Acarició a sus dos perros y luego les indicó que no hicieran desorden, pues era tarde y debían dormirse ya—. Nos vemos mañana si es que puedo.

—Bueno, ya... nos vemos.

Jeremy dejó espacar una pequeña y confundida risa al ver a su amigo tan tranquilo y a la vez con prisa. Saliendo con ánimos y una mejor portada cachorra que lo seguía de paso. Su vista se centró en los dos perros, uno que se quedó mirando a la puerta con inquietud, y el otro que ladró antes de pasearse hasta la sala olisqueando hasta encontrar una de las olvidadas camas caninas que se hallaba allí.

«Ya, qué trabajo agotador». Pensó el pecoso, al menos Bennett estaba contento en lugar de siempre tan intranquilo y aburrido como cada día.

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Holaaaa kdbskdnsj<3
¿Qué tal? UvU

Si soy sincera, solía considerar Detrás de cámaras como el equivalente a «capítulos re largos en los que no pasaba ni la mitad del día en un cap». Estuve tratando de regresar ese lenguaje «complejo» y los pedazos de párrafos gigantescos, pero no lo veo necesario aún, así que cuando me vaya a demorar mucho en actualizar, es porque seguro se van a venir caps más extensos jsjs(¿

Tenía planeado algo más y bastante contenido, pero de pronto una cosa llevo a la otra, así que aunque cortito el cap, está bien, supongo.

Y si tengo que aclarar algo (como hice en la última nota de DdC en mi anterior cuenta), es que este tema de la intimidad, podría haberlo metido desde hace bastante (tipo, inicialmente cuando la historia aún no estaba estructurada) y no hubiese afectado tanto a los personajes o a la trama, pero es gracioso como lentamente la situación lo va requiriendo o no lo requiere dependiendo del momento, idk sjsj

Es que igual se traen ganas desde hace hartos caps, y se me ponen cariñosos de la nada y me emociono y distraigo, so, una disculpa sksbiz C'= se van a venir cositas buenas, a su modo sisi

Había empezado a escribir con la idea de tener al menos diez o doce caps más antes de acabar la historia si es posible este año, pero prefiero no forzar las cosas, y si termina antes de lo esperado o después de este año, estará bien para mi, y espero la disfruten hasta el final♡

En fin, estoy acostumbrada a que se me medio mueran cuando algo lindo pasa en la historia, y sé que es tantito corto el cap, pero igual espero lo hayan disfrutado un montón isbsk

No olviden votar y comentar que tal les pareció, los estaré leyendo, y si tienen dudas, siempre puedo contestar ^^
Nos estaremos leyendo próximamente en nuevas actualizaciones sisi qvq

Bye☆

             「NiakuTan」

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