•°~°Capítulo 56°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

¿Qué más podía pedir Bennett? Luego de intercalados días de agotamiento y otros de descansos breves, volver a encontrarse con sus dos compañeros de vivienda y el ya apodado «Niñero Jeremy», era una de esas cosas que le emocionaba hacer, pues algo que hacer cuando volvía a casa y se encontraba libre, le venía genial.

Aunque no pasaba mucho hasta tener al menos tres opciones que interrumpían su momento de relajo; y en realidad era sólo una de ellas la que le emocionaba, las otras dos restantes lo hacían suspirar y con pereza tener que moverse:

Estaba su jefe William siendo severo y perfeccionista, junto a Mike siempre tan lleno de mensajes automáticos, cosas que no eran algo molestas, aunque solían ser recurrentes justamente en los momentos en que por fin hallaba una «posición cómoda»: entre la alfombra y sus perros, o el sofá y los mal acomodades cojines que se encontraban encima.

Luego estaba Margaret, a quien aún se le dificultaba ignorar, no porque no pudiera, sino porque una parte suya no lograba darse la valentía de ser lejano con la chica, que tan despacio intentaba generar una amistad. Sabía que ella sólo intentaba acercarse a su modo; Bennett tampoco era tan descuidado como parecía, teniendo en mente la atracción de la chica por él, sabía que no podía hacer mucho, más que ser conciso cuando la veía sonreír a su dirección, como si ella buscara que le devolviera el gesto.

Cosa que no podía, ni lograba hacer, al menos no con ese mismo grado de interés. Porque le era algo completamente imposible, aún si trataba.

Entonces venía esa parte en que Ben se mostraba mucho más presente para él. No por nada el peli-violeta había estado tanto tiempo pendiente y atento a las actitudes de Ben, a su personalidad o su forma de intervenir en dilemas que eran más que nada propios. Así que Bennett podía asegurar que lo impulsivo, celoso y gradualmente afectivo que podía llegar a ser el peli-calipso, era bastante, sin duda.

Lo que a Bennett le seguía sorprendiendo de Ben, era esa capacidad por lucir totalmente calmado y pulcro, aun si parecía querer fruncir el ceño el día entero para dejar en claro que estaba disgustado. Todo eso, hasta que sólo lo sostenía por los costados, tomándose un tiempo largo para a penas decir que estaba extrañando la cercanía que habían forjado a lo largo de los días en que se veían.

Entonces Bennett lloriqueaba y sentía que los nervios se tranformaban en agrado, aclarando que la costumbre era suficiente para ligarse a la confianza.

Todo indicaba que, con el contacto y la comunicación más frecuente, la barrera del «somos hombres», se había estado retirando poco a poco. Pues el único problema que detenía a Ben eran sus propias inquietudes, generalmente lideradas por un deje de orgullo mezclado con cierto egoísmo; pero estaba bien, Bennett no sentía prisa alguna por presionarlo. Y estaba bien con el ritmo que llevaban, cuando le costaba mucho recuperarse de cada avance significativo.

Era suficiente, se conformaba, bastante, y le sobraba con sólo tenerlo al lado, porque sólo obtener una respuesta, a veces muy directa y otras muy ambigua para sus intensos «Te quiero», era toda una pasada para el menor.

—Yo estaré ocupado estos días y... ya tengo que irme. —decía Bennett, haciendo un gesto de pena cuando se encontró reposando la espalda contra la puerta del departamento de Ben; unos momentos luego de haber anunciado que debía irse ya—. Yo voy a extrañarte mucho, y si tengo un momento, lo usaré para verte, porque yo...

—No, para. Empiezo a detestar estas despedidas tuyas tan dramáticas, como si te fueras a mudar a otro continente. —lo detuvo Ben—. Por si no lo sabes y para mi mala suerte, no estarás ni tan lejos; además, tenemos una entrevista el martes y el resto de la semana vuelves a producción. —mencionó, y se llevó una mano hasta la frente mientras la otra iba a parar hasta uno de los hombros de Bennett—. Ya ves que no hace falta ser un llorica. Así que no hagas un escándalo innece-

Antes de que continuera, fue interrumpido por un «Aww» muy chillón que le hizo alzar una ceja, seguido de un inesperado beso en los labios: Bennett se había inclinado hacia adelante sin mayor dificultad, tomándose el tiempo para sostenerlo por el rostro y presionar sus labios con mayor fuerza.

Fue un beso corto, pero igual de cariñoso e insistente como el menor sabía expresar, ya con mucha más confianza que antes, sin pedir permiso, y sin trastabillar completamente nervioso en el proceso.

Al separarse, lo que Bennett consiguió en respuesta, fue una mueca por parte de Ben. Entonces el de melena sonrió, para enseñar lo calmado que el contacto le había dejado, a pesar de que su pulso solía descontrolarse con un poco de tacto. Reposó su espalda en la madera de la puerta, tomando un respiro antes de acentuar la vista en la mirada del moreno de piel; Ben tenía ojos preciosos, de un verde intenso que hacía del tono de su piel algo agradable, hasta que el cabello se le despeinada, tildando ese contraste que siempre lo ponía inquieto.

—Ow, sé... que en realidad te estás quejando, pero suena como si me estuvieras dando ánimos para pensar q-que en realidad no será mucho hasta vernos de nuevo. —dijo Bennett, ladeando la cabeza al ver que Ben continuaba rígido. Aunque a diferencia de antes, este ya no fruncía del todo el ceño. Suponía que lo estaba haciendo bien.

—No, hombre. —Ben bufó, apartando la vista, se mordió el labio, en un intento por mostrar desinterés—. Literalmente nos vemos... todos los días, vivimos en el mismo edificio. Es ridículo ¿si?

—Eso... es todavía mejor. —,Bennett sonrió, se llevó una mano hasta la barbilla y luego alzó la vista haciendo un gesto de emoción— Tienes razón, no hay motivos para que me dé pena...

—Eso trato de decirte.

Era ya bastante tarde, casi la una de la mañana y no había sido hasta que notaron el silencio y a la cachorra dormida, que se percataron de la hora. No era como si tuvieran tanto tiempo libre o las horas reducidas de sueño no llegasen a afectarles en el desempeño profesional, así que de todos modos, era mejor concluir su día.

Bennett había protestado por ello, pero no logró mucho antes de ponerse de pie e iniciar una extensa despedida hasta el momento. Y no era por nada, pero estaba claro que quien más se moría por ir a tumbarse a una cama, era Bennett y no Ben, porque ambos sabían que el valor que el menor tenía, aumentaba cuando no estaba totalmente lúcido.

—Lo que significa... que me puedo quedar contigo hoy también —tanteó el más bajo, deslizando sin prisas los brazos por los costados de Ben, queriendo abrazarlo—, ya que de todos modos, vivo dos pisos abajo.

Sin poder poner muchas objeciones más, Ben acabó por suspirar con fuerza y sólo optó por asentir al final. Bennett sonriente se encontró unos segundos algo confundido por la cercanía, pues en medio de tanta negación y regaños, el mayor si que le había devuelto el abrazo. Cada vez que algo como eso ocurría, él sentía como si fuese la primera vez, y ansiaba celebrar su logro dejándose llevar sin restricciones, esperando que el contacto no terminara.

—Bennett, eres... un dolor de cabeza. —murmuró el moreno de piel, con los brazos alrededor del cuerpo del contrario, sobre sus hombros. Hundía con ligereza su nariz en la cabellera siempre abundante del otro, aspidando la fragancia del shampoo.

—Ah p-pero... te quejas y me estas abrazando todavía, ¿cómo se supone... que debo tomarlo? —contestó el más bajo, absorto en lo agradable que era volver a abrir los ojos y notar que todavía podía encontrarse junto al mayor, quien se negaba a soltarlo a pesar de haber refunfuñado en respuesta a lo anterior.

—Cómo tú quieras...

«¡Oh, basta!». Chillaba Bennett para sus adentros, todo esto, le encantaba en verdad. Podía acostumbrarse a esto de perder el miedo, aprovechando aunque sea los minutos escasos en que conseguía a un Ben mimoso, a su manera, pero lo era.

•[▪]•

La relación que con lentitud y dedicación habían empezado a forjar, sin lugar a dudas, mejoró bastante en poco tiempo a comparación de lo que llevaban conociéndose. Suponiendo que hacían falta ciertos empujones ligados a la confianza, Bennett estaba seguro de que si las cosas continuaban su curso natural, no tendrían ni un problema para cuando Ben por fin se decidiera. Bennett no era una persona formal, pero el día en que por fin pudieran ponerle un nombre a ese «algo», él sería lo suficientemente feliz como para presumirlo.

—¡Hey! ¡Hola!

—Vaya, no eres para nada bueno disimulando. —espetó Ben en cuanto se tuvieron en frente uno al otro.

Bennett, sonriente, había corrido hasta posicionarse frente a él, con las manos bien presionadas sobre la correa del estuche de la guitarra, mirándolo con emoción cuando se encontró a un par de escasos pasos del cuerpo contrario, pudiendo apreciarlo con más detenimiento.

—Es que estoy contento de verte aquí todavía ¿me estabas esperando? —preguntó, se movió y detuvo esta vez a un lado de Ben y le miró con atención. Notó enseguida como el más alto formaba una mueca al escucharlo. Sus muecas, para este punto, le resultaban igual o más lindas que el resto de los gestos amargados que Ben hacía.

—No, decidí quedarme parado aquí sin ni una razón y de causalidad apareciste.

—Bien, entendí. —dijo Bennett mientras apretaba los labios, buscando reprimir una tonta sonrisa más. Había cosas que no cambiaban, pero estaba aprendiendo a familiarizarse con ello—. Entonces ¿nos vamos?

—Ahá, sí; por fin.

Bennett ladeó la cabeza al mirarlo por un momento justo antes de empezar a caminar. Decidido a no decir nada más hasta que se encontrasen más recompuestos, se tomó un respiro largo y pausado como distracción, pues aquello le era una misión complicada, pero siempre esperaba poder hacerlo.

Habían estado prácticamente juntos todo el día, aunque no pudieron interactuar como tal debido a que él a penas pasó unos momentos compartiendo en el set; Bennett estuvo alejado con su guitarra, teniendo que ir y venir. Y cuando por fin se encontró a Ben poco antes de compartir una breve escena juntos, a penas y se saludaron. Por lo que quien estaba más inquieto por ello, era él en realidad.

Cuando se encontraron a unas cuantas horas de la media noche, ambos en la sala acababan de entretener a los perros, dispuestos a disfrutar del silencio que se había impregnado en la sala después.

Ben había estado un buen rato tratando de lidiar con uno de los perros que, en si, no parecía tenerle mucha estima, mientras que el otro no lo dejaba en paz en ni un momento, buscando mimos.

Para Bennett esto, era una de aquellas escenas memorables que no quisiera olvidar. Podría parecer tan mundano como ver a Ben intentar evadir a dos perros grandes, pero él siempre lo veía como un esfuerzo, cuando Ben no era de prestar atención como tal a los dos azabaches. Verlo de ese modo ahora, le demostraba que ese progreso seguía allí, Ben intentaba llevarse bien con ellos, de un modo extraño, pero así era él.

«No es muy distinto a como es conmigo». Pensó con cierta gracia Bennett, era divertido imaginar lo ya familiarizados que estaban los cuatro a esos tratos tan ambiguios y poco certeros del moreno. Los perros de Bennett aún no sabían cuando acercarse a Ben, pero cuando lo hacían obtenían un regaño extraño, pues Ben no se quejaba más y los dejaba a pesar de tomarse un tiempo largo para refutar sobre su ropa y la presión de las patas caninas sobre él.

Por lo otro lado, la pequeña Isabella era la más acostumbrada de todos, Bennett podría decir que incluso ella lo estaba más que él; una cachorra para nada obediente y muy revoltosa, que cuando se le antojaba saltar encima de su dueño y enrollarse a un lado suyo, sólo recibía ciertas caricias y sin necesidad alguna aún cuando Ben estaba molesto, ella no hacía más que frotarse contra él, como si supiera lo susceptible que era Ben ante el cariño.

«¿Debería aprender a hacer eso también?», curioseaba Bennett más intrigado, con esa idea no tan rara en la cabeza.

Era más que obvio que había veces en que Ben parecía tratarlo casi igual que a un perro, bueno, no parecía, solía ser así pero en verdad no le molestaba su forma poco usual de demostrar afecto. Es más, le agradaba, de todos modos él igual trataba a sus perros mucho mejor que a cualquiera; suponía que eso era bueno entonces. Debía ser un grado de cariño muy especial.

Distraído y absorto en su situación con los tres perros acaparando el sofá contiguo junto al peli-calipso, Bennett no desaprovechó a tomarles una foto. La iluminación tenue de la sala y los ventanales reflejando luz nocturna desde fuera, hicieron de la toma una imagen preciosa. Incluso si Ben había hecho un mohín chistoso o si sólo uno de sus perro volteó a ver; la iba a tener de fondo al menos un buen tiempo.

—¿Qué estás haciendo? —Siseó Ben tras ver a Bennett bajar rápidamente el celular, para volver a posicionar sobre sus muslos la guitarra que antes había estado afinando.

—Les tomaba... una foto, sí, unas cuantas. —contestó en un intento bobo por sonar claro, apenado cuando miró la mueca del otro. Suspiró, apretando los labios, con sus dedos cuidadosamente posicionados sobre el mástil—. No te preocupes, salías... muy bien. En todas.

—¿Mmh, de acuerdo?

A Bennett no le importaba si no tenían mucho de qué hablar, por más que se desesperase por decir algo para evitar el silencio. Algo que había captado con un poco más de atención, era que Ben a parte de no ser bueno con las palabras personales, ni con las conversaciones comunes, tampoco era bueno para seguir el hilo de uba charla siquiera como receptor.

No decía que el mayor no recordase las cosas que le decía o no se interesase por las tonterías de las cuales hablaba; era simplemente que Ben prefería mantener silencio.

Él ya había hecho demasiado para que Ben se acostumbrara a tenerlo cerca: había irrumpido lo suficiente en ese cascarón reacio a contacto, que creía empezaba a ser momento de adaptarse también a Ben en lugar de sólo conformarse con lo que podía obtener.

Difícil no era, un ambiente tan tranquilo a plena noche, sin muchas palabras y a penas con unas cuantas notas improvisadas tildando entre el silencio, le sonaba a una rutina agradable.

«Él... ha cambiado mucho, supongo». Bennett mordió su labio, dudativo a nueva cuanta. La sonrisa ladina de Ben en dirección a la cachorra hizo que el estómago del menor se revolviera, y cuando el pelicalipso creyó que no lo había visto acariciar con cuidado a uno de los perros, Bennett volvió a sobresaltarse, causando un ruido desenfrenado en la melodía que intentaba entonar.

Era agradable, mucho. Ben tenía un lado tan sensible y difícil de entender, que le apenaba pensar que todo debía ser siempre dinámico entre los dos. Bennett como tal necesitaba gastar mucha energía a parte, pero el ritmo que llevaban los dos era tan distinto a pesar de que querían y llegaban al mismo lado de todos modos.

—Me gustas... demasiado. —Soltó casi en un suspiró, agotado por el calor que se había acumulado en su rostro y por como su respiración agitada le imposibilitaba terminar de ordenar las notas espontáneas que en su cabeza querían sonar bien.

—Bien, lo sé.

—De verdad, tú... me gustas muchísimo.

—Bennett, ya pasamos por esto, estoy consciente de ello. —espetó Ben, queriendo llevarse una mano a la cabeza, aunque sólo pudo volver la vista hasta el ruborizado peli-violáceo, cosa que le hizo suspirar, con más calma—. También me gustas ¿si?

—¡D-De verdad! ¡te quiero!

Ansioso, el peli-mora se removió el pelo a un lado, deslizando con nervios sus dedos por las tensas cuerdas de la guitarra. No buscó crear un ruido, pero así fue, y tan claro como él, ese mismo sonido inundó la habitación, consiguiendo un eco pasajero.

—Bennett... —Ben no solía responder mucho ante las espontáneas palabras de afecto que el menor solía entregarle. Sin embargo, era cierto que ya habían superado era etapa, y él no se encontraba con las energías para contradecir o negar lo innegable. Suspiró—. De acuerdo, sólo ven aquí.

Palpó a su lado, donde sin necesidad de decirlo, la canina que había estado enrollada, se movió a un lado enseñando la lengua, para ir y acaparar el cojín al otro extremo del sofá, junto a uno de los irreconocibles perros más grandes, que dormía allí.

Del mismo modo, le pareció curioso como Bennett se apresuró a recostar el instrumento sobre el estuche abierto a un lado. Se movió de su sitio para correr hasta donde estaba el moreno de piel, y ocupó ese huequecito apartado para él. Contento, Bennett se inclinó a un lado y allí permaneció unos segundos, presionando los costados del mayor con los brazos, y la mejilla contra su pecho.

En ese momento, Ben dedujo que Bennett sólo estaba cansado, y que estaba aprovechándose de eso, por supuesto.

Bien, esto no hacía una gran diferencia a lo habitual.

•[▪]•

Bennett estaba más impaciente que de costumbre. El mes había transcurrido demasiado rápido para lo que podía soportar, pero las cosas no habían dejado de avanzar desde entonces.

Curiosamente, eran las áreas laborales en las que más se topaban aunque no se decían mucho, pues Ben era esquivo, tan imponente y amargado como siempre; como si fuera su mejor amigo, y al segundo lo desconociera por completo. Bennett nunca estaba del todo seguro del porqué le gustaba tanto esa parte del moreno, era tan absurdo que acaba despreocupado por calentar su cabeza con dudas que no iba ni quería responder.

—¡Hey, B-!

—Un momento, estoy ocupado.

¡Cielos! ¿Cómo no iba a estar impaciente si sólo recibía respuestas tan rudas? Jugando con el atuendo y parte del arreglo de su cabello, esperó la indicación antes de repasar su postura y se adentró a olvidarse de ello por unos momentos.

Pasó el rato y aún así era lo mismo. Ben le dedicó un momento para explicar que no había necesidad de montar un drama innecesario porque no lo estaba evitando, y bien, Bennett podía entender que estaba muy ocupado a parte de tener que repasar una hoja entera de remodelaciones de guión que Mike encomendaba por puro capricho.

Más tarde, Bennett se sintió un tanto arrepentido de haberlo acorrado cuando no era la primera vez que Ben debía encargarse de varias cosas a la vez, sumándose a si mismo en el mismo saco.

Bennett esperó, tenían un buen rato antes de volver a escena, así que estaba dispuesto a morir de aburrimiento mientras un Ben molesto se quejaba al teléfono de algo que él no entendía del todo porque no estaba atento en absoluto.

—Bueno, yo... siento haber estado insistiendo... —Se disculpaba el menor una vez Ben dejó el móvil a un lado y se dedicó a terminar de beber una de esas latas de té frío que Bennett le había traído hace un rato al camerino.

—Bien, bien, no hacen falta tus lloriqueos. —Le dijo, rodando los ojos en un gesto de indiferencia. Aunque a penas apartó la lata, se acercó a un lado para presionar con calma su palma en la cabellera mejor arreglada del chico— Tampoco tienes que exagerar todo, hombre, han pasado sólo cinco minutos. Te dije que no tardaría ¿lo ves?

—Sí, pero... es que en todo el día no hemos podido hablar. —siseó Bennett, casi con pena. Se movió a un lado, donde dejó reposar su cabeza en el torso de Ben.

Escuchó un bufido por parte del moreno de piel y luego sintió poco a poco como este posaba su mano en el hombro, misma que se arrastró hasta sostenerle del brazo, para apegarlo a él.

—A penas van a ser la una de la tarde, Bennett.

—Pues siento que ha pasado mucho. —Bennett frotó su rostro contra Ben, enrollando sus brazos alrededor de este para conseguir que, en efecto, el peli-cían le devuelva el gesto en un abrazo.

—Ya veo, eres caprichoso, claro. —Suspiró Ben, esbozando a penas una sonrisa, con la seguridad de que el ya cómodo Bennett no iba a verlo.

Era que esta clase de escenarios comenzaron a ser tan comunes, que Ben ya no estaba sorprendido ni aterrado por tener que lidiar con ello. Bennett le era como un cachorro a veces, era muy voluble y fantasioso, por lo que tratarlo con indiferencia o con afecto le llevaba al mismo jodido resultado y no podía hacer nada para con ello; nada salvo dejarse llevar, pues haga lo que haga, Bennett conseguía lo que quería.

—Ahá... —suspiró el de melena, arrastrando la cara por la camisa abierta del más alto, para alzar la vista y mirarlo con motivación y ansias. Sonrió tras notar a Ben igual de atento—, ¿puedo besarte?

Al instante el mayor chasqueó la lengua apartando la vista casi por reflejo, pero enseguida regresó hasta los ojos de Bennett y soltó un soplido de gracia. Deslizó su mano por el brazo del menor y se agachó lo suficiente para mirarlo de frente, presionando su otra mano sobre la cabellera del contrario en una caricia característica y torpe.

—Vamos, eres tan penoso. —le mencionó, poco a poco más cerca de sus labios, rozando con ellos.

—Heh es que...

Aturdido por la cercanía, y nervioso por la calma en la mirada ajena, Bennett no quiso seguir pensando ni esperar más por ello. Impulsado por las ganas impacientes de tacto, se inclinó hacia adelante y lo besó. Sus brazos se movieron por los costados del cuerpo del oji-jade y se instalaron con suavidad sobre el rostro moreno de este, para atraerlo y profundizar el contacto, que sin esperar un momento, fue correspondido con la misma intensidad.

Ben se incorporó volviendo a su postura, esta vez con un emocionado Bennett colgado en él, que no esperó un sólo momento para volverlo a besar, haciéndole retroceder en sus pasos hasta presionarlo contra la superficie más cercana.

A penas lograron tomarse un respiro para enfocarse en el otro, Bennett se removió contra los labios ajenos y besuqueó por encima cuando se encontró embriagado por el aroma atrayente de Ben, cálido y fresco. Bajó con lentitud sus labios hasta la piel morena en el cuello del más alto, tomándose un tiempo para acomodarse en ese sector y tomarlo como su lugar de descanso. Con los brazos poco a poco ajustándose en el torso de Ben y el pecho pegado al ajeno, lo suficientemente cerca como para sentir su palpitar rápido y pausado.

—Si esto es lo que querías, no hacía falta ponerte a llorar... —murmuró el peli-cían, sin molestarse en decir más tras haberse acostumbrado al tacto y la pegajosa forma en que Bennett lo abrazaba.

—Mmh no lloraba... —siseó, ocultándose lo más que podía entre el cuello y hombro del mayor— de verdad.

—Seguro...

El silencio se había vuelto una consecuencia frecuente de la calma que se instalaba en ambos, una vez conseguían interpretar la inquietud con necesidad. No era de esperar que finalmente hubiesen adoptado este tipo de dinámica, una en donde no necesitasen decir mucho, tampoco ser demasiado claros ni ambiguos; sin embargo constantemente estaba dejando que desear, y ambos lo sabían.

Él lo sabía, sobre todo, porque era Bennett quien todavía esperaba...

Donde la aventura se convertía en algo serio y sostenible, algo mutuo. Quería, en serio quería hacerlo. No podía seguir oyendo a su yo interno recriminarle más, al no poder soportar seguir sosteniéndolo con egoísmo por más tiempo.

Ya habían pasado por bastante, y Ben estaba seguro de que no podría apartarse de él, cuando cada vez que lo veía, parecía mucho tiempo del que no. Estaba tan jodido que no podía pensar lo suficiente, cuando sólo se encontraba de nuevo con las manos firmemente presionadas contra la cintura ajena, queriendo atraerlo sin dejar espacio para la distancia.

Sin espacio para nada que no fuese el contacto que con anhelo había iniciado entre sus labios, disfrutando de la energía tan entregada con la que Bennett le respondía, como si lo hubiese esperado, y como si supiese exactamente que hacer.

«Qué importa, sólo estamos nosotros ¿cierto?». Ben recordaba la voz animosa del menor, tan torpe, tan contenta... tan chillona y llena de ruidos entremezclados.

Bennett tenía una voz narural tan horrenda, pero le gustaba tanto que estaba seguro de que aquel era un paso importante, porque adoraba y sentía tierno hasta el ruido más insoportable que él era capaz de hacer.

«Maldita sea».

•[▪]•

—¡Qué lindo se ve aquí! —mencionaba el pelimora, inspirando el aroma fresco de la tarde— Mmh y está haciendo tanto frío~

Bennett con la vista pegada al frente, sostenía con firmeza la baranda que lo separaba de un bonito y brillante lago iluminado por los rayos del sol, manchado de pequeñas hojitas y ramás pequeñas caídas de los árboles. Inspiró con fuerza sintiendo el aroma natural y fresco del área, pudiendo oír también los ruidos provocados por el viento arrastrando las hojas secas a lo lejos.

A su lado Ben observaba con suma atención, como en cada parada Bennett se emocionaba aprovechando para mirar cada pequeño sector. Tal parecía que era el que más se divertía cuando acudían a salir con los perros, quienes tranquilos y jadeantes se alzaban para mirar a un lado de su dueño, sacando la lengua y soltando pequeños ladridos que contagiaban a la inquieta Retriever, que se hallaba meneando la cola, ansiosa.

—Sí, está haciendo frío... —repitió Ben.

Acercándose para acomodar con cautela la desordenada bufanda que colgaba por los hombros de Bennett. Ben acercó sus manos hasta la tela de la misma y la deslizó a los lados, para cubrir con cuidado la franja pálida de piel que se dejaba entre ver en el cuello ajeno, también la movió alrededor y sobre esos labios cereza, que de tanto verlos, lo estaban mareando.

Esa simple acción hizo que el peli-mora temblase en su sitio, con una boba sonrisa cubierta por la tela de la bufanda y las manos cosquilleando sujetas en la baranda. El viento antes helado se marchaba tibio tras chocar contra su rostro ruborizado, haciéndolo estremecer a ratos.

—Gracias... —suspiró, a penas siendo capaz de oír su propia voz.

—Vaya, qué rápido te quedaste callado.

Escuchó decir a Ben con un tanto de vacilo en la voz. Sabía el efecto que acciones tan pequeñas provocaban en el menor, y de todos modos, sin pena, las hacía, poco a poco con mucha más comodidad.

—Ah sí, yo... —, con una mano sobre la tela rojiza de la bufanda, Bennett le miró con atención, ocupando unos segundos para dedicarle una atención especial al peliceleste que se encontraba a su lado.

—Venga, si aún quieres pasear a esos dos, empieza a caminar. —Ben le dio un toquecito en la frente, de paso asegurándose de que el gorro de lana, que descansaba en la cabeza ajena, estuviese bien puesto. Tras apartarse un momento, dio un jaloncito a la correa, logrando que la canina al otro extremo se pusiera en marcha.

—¡Cierto! ¡Sí; vamos!

Emocionado por ello, Bennett asintió haciendo lo mismo, con sus dos fieles compañeros guiándole, quienes se le adelantaron a paso calmo, siquiendo a la canina por delante, con la cola en alto.

Sus ojos brillaban con intensidad mientras iba atento a los gestos de Ben, tan serenos, tildados de un nuevo toque tan blando que lo llenaba de lindas sensaciones, trayendo recuerdos y calma a su paso.

De camino por el área natural situada en uno de los parques fuera de la localidad, podía apreciar cada pequeño sector brillante mezclado de tonos marrones y anaranjados en plena cumbre del otoño. El aire fresco relajaba sus pensamientos y ponía en orden cada idea que desencajaba sus objetivos.

Muchas cosas estaban cambiando, y aunque para bien, satisfaciendo muchos de sus anhelos, una parte de él seguía creyendo que si ya había esperado mucho, podía esperar más. Sin embargo, la otra parte le decía que dejase de quedarse sentado, detenido sin hacer más, con su mano temblorosa queriendo sostener la contraria, y que sólo fuese y la tomara sin pensárselo dos veces.

Entonces, con la mirada a su alrededor en búsqueda de ninguna barrera que impidiese acercarse a Ben, tomar su mano y seguir caminando como si nada más importase, se fue apegando más y más. No llamaban la atención, ni antes... ni talvez después, podía, sí.

Recordó a Ben habérselo dicho un par de minutos antes de salir: «Si tratas de no llamar la atención, vas a llamar la atención. No necesitas hacer demasiado escándalo por eso ¿bien?». Algo curioso, sin duda, cuando era él quien en primera solía preocuparse por la apariencia y la atención más que nada.

«¡Bien, aquí voy!». Pensó con motivación. Siendo un sector público y captando varias otras personas a un par de metros, lejos, y muy lejos, estaba seguro de que no importaría demasiado...

—¿Qué estás haciendo ahora?

«¡Ah!».

—Sólo... —balbuceó, deteniendo paulatinamente sus pasos. Sujetó con más fuerza las correas de sus perros en su mano derecha, tomando un respiro antes de volver a hablar— ¿puedo tomarte... de la mano?

—Oh... bien.

«¡¿Qué?!». Bennett se impacientó lo suficiente como para ya estar asustado de haber interpretado ese «bien», como un punto final. Mucho más si iba seguido de ese silencio sepulcral que lo hizo arrepentirse. Pero Ben se paró frente a él y le miró alzando una ceja, esperando...

—Mmh yo... quice decir, si no quieres... n-no importa.

—Pues si te quedas ahí congelado no podemos... —suspiró, apartando la vista en cuando la atención apenada de Bennett comenzó a llenarse de curiosidad y energía. Apretó los labios, odiando la sensación que le producía en el estómago saber qué tipo de mueca estaría haciendo el menor—. Anda, si no me la das no puedo tomarla.

—¿De verdad? ¿En serio...?

—No me hagas responderte con sarcasmo ¿sí?

—Ah sí, digo no ¡Bien!

Mucho más contento, Bennett sonrió, aún atemorizado por el terror de la pena anterior, pero estiró su mano de forma mecánica y la tendió muy cerca de Ben. Este la sostuvo a los segundos, tomándose el tiempo para ajustarse a la mano más fría y envolverla lentamente con la suya.

El oji-verde apartó la vista al frente, tratando de evitar que esa tonalidad rojiza se notara más de lo que ya, pero tras escuchar la risa de Bennett, supo que no había servido de mucho tratar de ocultarlo.

—¿Ya estás satisfecho? —Inquirió mirándolo por el rabillo del ojo, juraba que hasta podía ver al oji-carmín dar pequeños brincos entre cada paso rápido.

—Sí, qué amable; gracias. —le sonrió, asegurándose de que sus manos no podían soltarse ya. Esto se sentía muy bien, y no le había costado tanto como otra veces.

—Ahá, ya camina. Este bicho ha querido ir a correr desde que llegamos...

Bennett no pudo estar más contento los momentos siguientes. Este era su progreso más grande y significavo desde que llevaban juntos en este tipo de relación sin nombre, en donde intentaban conocerse. Era un progreso para ambos, sin duda, porque él sabía que para Ben adecuarse a tomarlo de la mano en un área pública debía de ser todo un reto, y estaba feliz, muy feliz por eso.

«No parece molestarle ¡esto es genial!». Se dijo, cuando ya había ascendido de un par de manos tomadas, a entrelazadas, así hasta que se encontró disfrutando de lo suave que era la tela del abrigo oscuro que Ben traía puesto, frotando su rostro muy cerca del hombro ajeno.

—Me quedaría así todo el tiempo...

—Sí, me doy cuenta de eso. —respondió Ben, rodando los ojos en un intento por disipar ese calor ajustado en su cara—. No te preocupes, puedes seguir invadiendo mi espacio personal como tú quieras. Este tipo de cosas no me es ninguna molestia, para nada ¿sabes?

—¿Estás... siendo sarcástico? —Bennett levantó la vista para verlo directo a los ojos, encontrándose con un peli-cían inquieto tratando de evadirlo.

—¿Tú qué crees? —Bufó, apartando la vista.

—Mmh yo creo que no, entonces eres nuy amable por darme libertad. —voceó el menor, enrollando sus brazos con más ganas alrededor del contrario— Gracias~

—Oh claro, no te hagas el listo...

—¿Entonces no eres amable conmigo? —Sonrió, curioso.

Al poco rato, Ben le volteó a ver, haciendo una mueca que intentaba mostrar disgusto, cosa que no resultó muy bien cuando Bennett le volvió a sonreír, aplastando su mejilla contra su hombro.

—Bennett, carajo, quédate así. Ya no importa.

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
Hola UvU<333

Este cap me puso muy soft la verdad TvT♡

Siendo sincera, siempre pensé que una vez resuelto el conflicto de lo que vendría siendo la atracción mutua, perdería la chispa y el interés por continuar escribiendo (ya que, por lo general me agrada siempre que los protas superen muchas cosas juntos hasta el final, y ya ahí, pues la historia se va cerrando) pero no me ha pasado y me alegra mucho que todo siga surgiendo!

Por si notan, siempre trato de mostrar la forma en la que avanzan, que viéndolo de manera como «relación formal», aún parece poca, pero en cuanto a «relación sentimental», el avance es tanto que me sorprende seguir manteniendo a los personajes como ellos mismos, y a la vez como personas ligadas a alguien más (ya que se han amoldado el uno al otro, así como a la interacción con sus mascotas jsjs)

Vah, siempre digo lo mismo, pero a mi me pareció un cap cortito (tomando en cuenta la cantidad de palabras jsjs) así que de todos modos, espero se haya leído bien lindo ><

Seguramente me tome un pequeño descanso por aquí, para ir acomodando ciertas cosas e ir trayendo caps más largos y con más contenido próximamente. Así que paciencia ☆☆

Eeen fin, saben saben que cualquier duda, puedo responder. Y también saben que espero lo hayan disfrutado muchísimo qvq
No olviden votar y comentar que tal<3

Nos estaremos leyendo, espero que pronto, trataré de no morir de nuevo, así que esperenme sjjs
Bye☆

         「NiakuTan」

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro