•°~°Capítulo 58°~°•

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Desde un principio Ben sabía que muchas de las dificultades entre ambos se centraban en si mismo y en todas esas molestias suyas; pensando siempre en sus preocupaciones y limitaciones, al creer que el freno principal de la relación entre los dos se basaba en su forma arrogante y reacia de demostrar que había algo mucho más serio.

No es que estuviese muy equivocado al respecto, a decir verdad, pero era que las cosas habían cambiado ya, y él podía darse el tiempo de romper esos impedimentos y ser directo al decir qué era lo que quería y qué no; sin embargo, Bennett era bastante diferente al respecto: nunca dispuesto a esconder sus sentimientos, pero pretendiendo que estaba bien y que no era necesario darse prisa en etiquetar ese «algo» que tenían, cuando lo que estaba más que claro, era que Bennett siempre estaba tratando de lograr algo más.

Por momentos Ben de verdad había pensado que Bennett se conformaba con esperar a su lado, siendo paciente y fiel, como un cachorro.

Bennett anhelaba avanzar aunque sólo se conformaba, no era que Ben no lo hubiera notado bien desde antes. Entendiendo que no podía hacerlo esperar tanto y tampoco reprimirlo pues incluso de forma inconsciente, Bennett quería sentirse libre de recibir y demostrar ese afecto que se había estado guardando por tanto tiempo, mismo anhelo que lo tenía ansioso y empalagoso, al punto en que Bennett parecía no darse cuenta de lo muy evidente que estaban siendo sus acciones.

Con ello, una serie de nuevas inquietudes tomaron el control de sus prioridades, Ben entendía que aprender a charlar acerca de esto era lo mejor, cuando Bennett apenado le habló sobre todas esas cosas «tontas» que en algún momento le gustaría hacer a su lado: de lo mucho que le llamaba la atención su forma tan imprecisa de hacer las cosas, de no querer incomodarlo con su forma tan impredecible de demostrar que le importaba, incluso si se moría por hacerlo.

Porque Bennett siempre estaba poniendo por encima de si mismo, todo lo que Ben necesitaba, apenado por creer ser egoísta, cuando era natural no sentirse capaz de seguir siendo paciente.

Ben lo rodeó con sumo cariño y lo presionó contra su cuerpo, buscando con ello llegar a transmitirle esa seguridad que sus palabras no conseguían con la certeza suficiente. Sabía que quien era egoísta era él, desde cualquier punto en que lo viese, y que Bennett era bastante sensato cuando se lo proponía, pero guardándose todo eso que lo preocupaba o confundía, por temor a arruinar algo por lo que se había esforzado.

Pretender que podía manejar las cosas solo, solo había hecho que el menor se sintiese curioso y excluido. Ben no lo había sabido con exactitud sino hasta ese momento, y quería evitar que ese chico que siempre le pareció tan ingenuo e imprudente, terminase abrumado de todo eso suyo que generaba inquietud, porque tampoco quería perder a alguien a quien en verdad atesoraba mucho, por faltas que él cometía por puro capricho.

—Es que quiero... que te sientas más cómodo conmigo.

Al expresarse, parecía como si Bennett siquiera fuese consciente del peso de sus propias palabras, del significado de las mismas, o de la forma tan invasiva en que se presionaba contra él y lo tomaba de la camisa, con su cuerpo enteramente tembloroso y el rostro a ratos removiendose entre el hombro y cuello del mayor.

Ben había fruncido el ceño, no por tener al menor aferrado a su cuerpo, sino por estar buscando mejores maneras de entregarle algo de satisfacción a ese intenso chico que lo había tenido arrinconado por bastante rato; hasta que finalmente Bennett tomó distancia por su propia cuenta, se calmó y le lloriqueó a Ben una disculpa innecesaria.

Bennett sólo había querido más afecto, y Ben no supo sino hasta ese punto, que él tampoco quería seguir apartándose.

Una vez Ben se aseguró de brindarle calma, sostuvo al más bajo por los hombros y empujó sus labios contra los ajenos, suave y sin prisas. Bennett lo miró a los ojos tras un cariñoso beso en respuesta, y le sonrío, mostrándose mucho más contento y seguro que hace unos momentos.

—No me molesta que me digas las cosas, y si parece que es así, sabes que no es en serio ¿bien? —mencionó Ben con un apacible tono de voz— Estoy bastante acostumbrado a escucharte, Bennett. Te tomaré en cuenta.

Aquello a Bennett le sonó muy lindo, sin duda, por mucho que la forma tan desinteresada en que hablaba Ben hiciese parecer que era tosco. El pelivioleta suspiró presionando los labios antes de observar el rostro acanelado del mayor, tan tranquilo para aún lucir el pelo desordenado y con cierta agitación en su respiración, producto del desenfreno anterior y de haber estado intentando contestar adecuadamente a sus inquietudes.

—Sí, gracias... —siseó Bennett de forma cariñosa y amena— Sé que soy un poco... insistente, digo, siento si esto fue un poco incómodo para ti.

—Calma, no me es incómodo ¿bien? —reafirmó Ben, deslizando una de sus manos desde el brazo hasta el hombro del pelivioleta.

—Bien... —sonrió Bennett en respuesta, encogiéndose en su sitio un tanto apenado aún, hasta que, tras otro de esos suspiros serios y tranquilos de Ben, le hicieron ladear la vista, mas este sólo presionó los labios y trasladó su mano hasta acariciarle el pelo.

—Estaba bien si sólo me preguntabas esto directamente, en lugar de hacerme un cuestionario tan obvio acerca de qué tan bien manejo mi profesionalismo contigo. —sugirió, sin esforzarse en ocultar lo muy agradable que le resultaba ver los gestos tan expresivos de Bennett, mientras le dejaba alguna que otra caricia por encima de ese desordenado y suave cabello púrpura— Pero la verdad es que hablar de esto no está mal. Habías estado actuando muy extraño y yo en realidad... quería saber qué pasaba.

—¿De verdad? —, Bennett por unos momentos se había sentido ido ante el tacto ajeno, entrecerrando los ojos y olvidando la razón por la cual estaba inquieto— Mmh, lo siento...

—¿Por qué te estás disculpando? —dudó Ben— Sabes que no es necesario.

—Supongo, siento haberme puesto tan nervioso de la nada. —el menor suspiró y se acercó hasta el moreno, volviendo a rodear el torso de este, con los brazos.

—Está bien, no importa; no suelo ser muy claro contigo y sé que eso es un inconveniente para ambos. —aclaró Ben, dejando que el peli-mora se calmara junto a él, hasta que volvió a ponerle tope, tomándolo de los hombros y dejando un beso en su frente— Hemos estado mucho tiempo aquí. Podemos seguir hablando de esto más tarde ¿de acuerdo?

—Humm, sí, bueno...

Bennett hizo un mueca en el momento en que tuvieron que distanciarse por completo, eliminando esa burbuja de calidez en que se habían encontrado. Miraba a ratos al mayor volver a acomodar su camisa, peinándose cuidadosamente el cabello con los dedos y luego tomando el abrigo que había dejado hace bastante doblado a un lado. Mientras Ben terminaba de ordenar las solapas del saco, pudo notar a Bennett apartar la vista cada cierto tiempo, tras juguetear con sus dedos y desplazar la mirada hasta sus manos.

Entendiendo de qué se trataba, Ben presionó los labios y frunció el ceño, en busca de reprimir una mueca llena de gracia y ternura; pues se sentía muy acostumbrado a esto, al punto, en que no le importó tender su mano frente a Bennett, esperando que este, como estaba previsto, casi saltase a tomarla, apenado pero muy complacido por no tener que pedirlo.

—No es un problema si no eres tan escandaloso... —agregó, por mero hábito.

—¡Sí! Digo no, no lo soy, no lo soy.

Quizá Ben no lo había sabido bien antes, pero que un acto tan sencillo como ese que pudiera hacer feliz a Bennett, de cierto también lo hacía sentir bien a él; muy bien.

•[▪]•

Por mucho que Ben quisiera engañarse afirmando que algunos recuerdos ya eran parte del pasado, la verdad es que todos y cada uno de esos pensamientos suyos le acompañaron en sus momentos de debilidad y descubrimiento; cuando golpeaba con firmeza la frente sobre la encimera de la cocina -otras muchas, en la barra de algún distinguido pub que solía frecuentar-, en búsqueda de espantar los pensamientos que le estorbaban, que invadían su razón y que lo obligaban a sacrificar varias noches de sueño, buscando reprimir las emociones confusas que habría estado teniendo por su, en ese entonces, compañero Bennett.

No pretendía borrar esas vergonzosas noches en donde se presionaba los dedos contra el cabello, donde se repetía constantemente que era el atractivo natural del chico lo que en ese momento lo estaba confundiendo o que era su forma de actuar, o que era el exceso de cercanía que no debía de ser propia de un par de compañeros como ellos, mucho más, por todas las emociones mezcladas que tuvo en ese entonces; cuando tuvo a su lado a un joven amigo dispuesto a todo por acompañarlo incondicionalmente, fiel y desinteresado.

Se recordó siendo despectivo con Bennett, marcando distancia y poniendo barreras entre su relación, lleno de miedo a convertirse en algo que detestaba por puro prejuicio, lleno de resentimiento hacia aquellas experiencias que lo forjaron como el hombre que era, apenado por la vergüenza que representaba para él haber puesto los ojos en otro hombre; sin embargo, pronto había estado bien, porque luego supo que no era culpable de su confusión. Había estado atormentandose cada día y noche, pensando en que algo debía de estar mal con él mismo, por comenzar a creer que otro hombre era atractivo, pensando en que veía cosas donde no las había.

Pero supo que no era así y poco a poco comenzó a entenderlo, porque Bennett le gustaba mucho y ya no le importaba inundar su cabeza con esos pensamientos conflictivos y contradictorios, porque era verdad... quizá era tan real que comenzaba a molestarle cada vez más la idea de que el «gusto» era muy poco para describirlo, y que la emoción era demasiada como para expresarla.

Ben era una persona apegada a la tradición y a la ratuna, alguien que respetaba cada fecha, cada costumbre por mucho que esta estuviese bien o mal vista, y por supuesto, aunque su imagen no le permitiese alardear de lo muy fiel y dedicado que era, esto también aplicaba para su forma de entablar sus relaciones personales y románticas; donde no importaba que tan rápido o lento fuera, nunca había un paso que se saltara, ni una palabra que no dijera.

Era por esto, que todo aquello a lo que Ben siempre estuvo habituado, pasó a transformarse en un caos, donde ya no estaba muy seguro de qué era lo que hacía o decía cada que tenía cerca a Bennett, donde el valor se convertía en nervios, y los nervios en ansias. Creyendo que el trabajo de adaptarse al otro era solo suyo, sin notar que en el fondo sólo estuvo esperando que Bennett pudiese ser paciente mientras se acostumbraba a su forma de lidiar con la presión.

Pero de otro modo, si había algo intacto de ese Ben tan borde y despreocupado, era su forma de nunca dejarle en falta a su compañero, que estaba dispuesto a dejar las molestias y el orgullo para otro momento, mientras se dedicaba a estar allí, presente en el momento.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —, Bennett removió el rostro por sobre el hombro ajeno, donde su cabeza se encontraba reposada. Giró la vista a su lado, apreciando como el aludido le dirigía una mirada por el rabillo del ojo.

El menor tras unos segundos, lo vio presionar los labios, reprimiendo alguna típica frase de algún sarcástico reproche, para seguido respirar con calma.

—Sí, Bennett; puedes. —contestó, guiando luego su mirada hasta la canina que descansaba a los pies del sofá, enroscada, meneando la cola cada cierto rato.

El pelimalva sonrió ante esa imagen, Ben había estado desde hace un rato, ignorando la programación de la TV para dedicarse de lleno a observar como la cachorra cambiaba de posición y se recostaba sobre los pies de su dueño, pidiendo atención, la cual Ben fingía no querer darle como era lo común.

Habían ratos en que la misma canina alzaba la cabeza haciéndole ojitos a ambos, con sus pupilas oscuras y brillosas, acompañadas de un gesto que podía distinguirse como una sonrisa, tratando de levantar las orejas, y dejando a ratos, golpecitos llamativos en las piernas y zapatos del moreno.

No era muy tarde, pero el atardecer se apagaba conforme pasaban los minutos y aunque no habían podido salir el día de hoy tras el agotamiento de toda una semana ocupada, Bennett apreciaba cada momento junto al mayor, con el silencio que se tornaba agradable y los gestos apacibles del moreno que le dejaban un lote novedoso de nuevas emociones. Ben no se mostró reacio a hablar con él en todo el rato que se encontraron compartiendo, ni se negó a permitirle estar tan cerca a pesar de lo pegajoso que había estado ya toda la tarde, exigiendo atención y cercanía.

Entre ello, Bennett lloró por dentro cuando tuvo que elegir entre dejar que la nena se subiera al sofá junto a ellos, o negarle ese puesto por hoy para robar el afecto de Ben.

Mirando los ojitos de bebé que la pequeña Isabella le ponía, Bennett hizo una mueca de tristeza, prometiéndose que más tarde la iba a mimar mucho. Entonces inspiró profundo, dejando el móvil a un lado en la colcha del sofá, y deslizó los brazos para abrazar a Ben por el torso, empujando su mejilla en el hombro ajeno, como había estado haciendo.

Ben lo miró tras hacer una mueca tranquila, le dejó acercarse, levantando su brazo derecho para permitirle estar cómodo y presionó su brazo en la espalda del menor. Bennett volvió a lloriquear porque eso era muy lindo para él, y la mano cálida de Ben acariciando su espalda le resultaba la cosa más relajante que podía hacer.

—Has estado... siendo tan amable conmigo e-esta semana... —empezó a hablar, parpadeando con lentitud y somnolencia ante la sensación de plenitud del momento.

Escuchó un chasquido a su lado, e incluso sin mirar, Bennett sabía que Ben había hecho una mueca y desviado la vista a algún otro sitio. Sin embargo, el agarre cariñoso se ciñó sobre su cintura, presionándole contra el cuerpo ajeno.

—Sí, supongo. —suspiró Ben.

—Y la verdad... se siente bonito. —siseó Bennett, ajustando los brazos contra el moreno— Pero, ¿por qué?

—¿No puedo ser amable contigo o qué quieres que haga? —respondió rápidamente, mas luego de moderar su tono ansioso de voz, Ben encogió a penas los hombros, dejando escapar un suspiro de gracia—. Espera, quise decir, huh, en realidad no hay una razón... no es nada en especial.

Bennett quiso reír y levantar la mirada, para poder ver que clase de expresión graciosa estaría haciendo Ben ante esa respuesta que contrastaba en su totalidad, con la forma afectuosa en que el brazo ajeno en su cintura reducía la distancia entre los dos.

—Bueno. —, inspiró con calma, aspirando el aroma de la colonia en el cuello de Ben, y sonrió más tranquilo, sin importar si estaba siendo muy meloso de pronto — De verdad que eres más amable. Incluso para ser enojón me suenas... lindo ahora.

—¿Lindo? —Ben soltó a penas un pequeño «ugh» antes de hablar, torció los labios y chasqueó la lengua, mientras buscaba una manera de ignorar la sensación invasiva intalada en su cuello junto a la respiración nerviosa de Bennett—. Lo que sea, no tengo... motivos para ser distante contigo tampoco.

Al dejar escapar un leve chillido lleno de ternura, Bennett tuvo un momento de valentía y se arrimó sobre el cuerpo de Ben, subiendo los brazos hasta juntar las manos tras el cuello del mayor, donde tras jugar con los pelitos pegados a su nuca, se atrevió a verlo a los ojos, sólo para encontrar allí esa misma mirada apacible de siempre. Una mirada que en un principio simulaba ser distante y estoica, pero que luego se tornaba cálida y atenta a su vista.

Ben en un inicio se quejó por la sorpresa, pero después rodeó la espalda de Bennett y le dejó acomodarse junto a él, al verlo perder la vergüenza a la proximidad y considerando todo el esfuerzo que el chico ponía para hacer las cosas dejándose llevar por la cercanía.

—Sí, sólo debe ser que ya estoy acostumbrado a verte así... —dijo al momento de pasear su vista por el rostro ajeno, dirigiendo una de sus manos hasta el rostro de Ben—... un poco tosco, con tus cejas un poquito enojadas, y apretando la boca  —mencionó, embobado mientras delineaba con los dedos las cejas pobladas y los labios ceñidos del mayor, hasta que acabó destacando el brillo verdoso en los ojos de Ben, que lo hicieron detenerse a recobrar su propia respiración, tras ver el rostro ajeno con suma atención— Sí, haciendo esta misma mueca... p-pero yo creo que es linda.

Ben podía notar como Bennett de pronto lucía entretenido enmarcando cada zona de su rostro, hasta finalmente dedicarse el rato completo a hablar acerca de lo bonito que le resultaba verlo, y recorriendo sin pena su mentón, pómulos y nariz, en un trayecto suave y agradable que le permitía a las manos frías y curiosas de Bennett.

No era la primera vez que el oji-carmín se perdía a si mismo acaparando el espacio personal del pelicían y reposandose sobre él con esa insistencia tan suya, mientras le acariciaba el pelo y contorneaba la forma del rostro ajeno, donde terminaba hablando sin parar de cada pequeña cosita curiosa en las facciones del moreno de piel.

De ese modo, a Ben ya no le parecía tan penoso ni incorrecto darse la libertad de poco a poco ir acostumbrándose a la imprudencia del menor y con ello sólo aprendía a relajarse ante esas cosas que antes solían ponerlo exasperado y reacio; cuando pronto la invasión se transformaba en agrado y su cuerpo entero se amoldaba al cuerpo más pequeño sobre él, abrazándole hasta que el tiempo en esa misma posición se hacía interminable.

—Bien, no necesitas mirarme de esa forma... —suspiró Ben, luchando por apartar la vista, casi sin éxito, cuando los ojos brillosos de Bennett le hicieron sentir que era demasiado agotador tenerlo encima mirándolo tan fijo con esa expresión atontada y llena de ansias.

No fue sino hasta que esa misma expresión se tornó llorosa y apenada, en que Ben tuvo que tragarse cualquier otro comentario con respecto a ello, y rodó los ojos subiendo las manos hasta los hombros temblorosos del menor, quien lloriqueando con la cara enrojecida, terminó hundiéndose contra el pecho del moreno, murmurando alguna que otra tontería antes de recién poder modular bien.

—Ben... te quiero mucho. —farfulló e inspiró apenado, sobre todo, cuando en lugar de un «Mmn», en respuesta como siempre, obtuvo un suspiró agradable y una caricia en la cabeza.

—También te quiero, Bennett. —, casi al instante Ben respondió, consiguiendo que el pelimora alzara la vista con la cara aún más roja y una expresión nerviosa.

—Oh, y-ya no te tardas nada en responder... —sonrió, arrugando la nariz y agachado las cejas, solo para ver a Ben presionar las comisuras de sus labios hacia arriba, en una especie de sonrisa— no me da tiempo a apenarme por nada, mmh.

—Pues sino te apena manosearme así, no creo que responder un poco lo haga. —mencionó el pelicalipso con total calma, haciendo énfasis en la forma despreocupada en que Bennett había iniciado ese toqueteo desvergonzado sobre su rostro, por su cuello, hasta su pecho.

—¡Mmh! —. A penas en ese momento, el peli-violáceo notó la forma en que acaparaba el espacio del otro, y la forma tan tranquila en que reposaba una de sus manos entre la camisa, por la extensión de piel desnuda que se dejaba ver en el cuello abierto de la prenda del peliceleste—. Ah sí, es que está un poco frío y tú... eres cálido. Yo no pretendía... digo, lo hice sin pensar...

Ben carcajeó sin querer al verlo enrojecer así, pero al final optó por esperar a que terminase de balbucear alguna disculpa, para seguido sostener esa mano temblorosa, rodeando los dedos fríos de Bennett entre los suyos, hasta que el menor se quedó expectante, mirándolo con sorpresa.

—Si tienes frío, puedes decirme.

«Oh, espera... e-espera...». Bennett empezó a temblar con violencia cuando sus ojos se toparon con la mano cálida de Ben envolviendo la suya, viendo en cómo el pulgar acariciaba el dorso de la misma y luego, se topó con la mirada armoniosa de Ben. Con ello, toda la calma que había llegado a tener, se fue dejándolo totalmente expuesto y nervioso, pero lleno de calidez ante la dulzura con la que la mano de Ben sostenía la suya.

—Espera... creo que me va a dar algo. —jadeó, volviendo a dejarse caer sobre el pecho ajeno, en búsqueda de que la inquietud en todo su cuerpo no fuese molesta para el otro.

—Bien, puedo notarlo. —Ben sonrió, palpando su mano libre en la cabeza del menor— No te preocupes.

•[▪]•

Bennett no podía decir con exactitud cuánto amaba las épocas en Noviembre, pues el frío ya empezaba a notarse y se mezclaba con el tono aclarado del paisaje despejado, con las aceras con hojas caídas y los pisos se tornaban húmedos. La brisa helada mecía su cabello y enfriaba sus orejas, con el viento que a penas rozaba su entumecida nariz ya enrojecida debido al descenso de la temperatura, justo en ese punto en que la reciente llegada de la tarde transformaba todo el panorama en una visión nostálgica y tranquila.

Era una visión muy agradable, recordándose a si mismo tan tranquilo paseando cubierto en ropa abrigada, a veces solo, a veces con sus perros, pero siempre agradecido de tener la libertad de pasear sin pena, deteniéndose en alguna plaza, sentándose en la misma cafetería de siempre a pasar el rato, mirar el celular y luego pensar en qué podría hacer el resto de su día.

Con una misma rutina que implicaba mimar a sus perros, trabajar y volver a casa con energías únicamente reservadas para sus dos fieles compañeros, salir a pasear y volver a casa, en realidad las épocas frías solían traerle más ánimos que el resto del tiempo.

Luego recordaba cuanto tiempo había pasado desde la última vez en que estuvo totalmente solo, como tal tenía una vida personal desordenada; una en donde a veces dormía en la sala y comía puré de papa con pescado en el restorán más cercano, viciado con la soda y las galletas de limón, y se apenaba porque Ben era un tipo borde y apático que a penas le dirigía la palabra.

Cuando por fin venía su tiempo de descanso, jugaba con las cuerdas de su guitarra hasta que encontraba un ritmo agradable y se reunía cada cierto tiempo con sus compañeros de banda, donde por lo general hablaba menos de lo que hablaba solo, y entonces... el ciclo volvía a empezar.

Para el poco tiempo que llevaba ocupándose de si mismo, en realidad su primer año a cargo de su propia agenda no había sido tan malo, dándose la libertad de conocer muchas cosas bonitas en ese mismo trayecto en el que pudo acercarse mucho más a Ben.

Bennett recordaba cómo se había metido en muchos problemas por su afán de caer bien al moreno, pero nada que pudiera importarle menos; luego de asimilar que le gustaba, y que Ben correspondía de una forma bastante ambigua, todo lo que había sido un bache en su camino se convirtió en algo que le gustaba recordar como una barrera superada.

Era en épocas como estas, en que Bennett recordaba sus primeras interacciones reales, con un Ben interesado en lo que decía y acompañándolo en alguna de esas salidas nocturnas que, por muchos inconvenientes que pudiesen haber tenido, él recordaba con afecto cada una de ellas.

—¿Pasa algo? —preguntó Ben luego de un rato.

Fue en ese momento en que Bennett volvió a enfocar su vista en el bonito paisaje presente frente a él, una amplia y llamativa área natural desde la cual podía apreciar más árboles y pastizales que en el resto del sector, con caminos de tierra enmarcado cerca del área comercial que rodeaba el perímetro, lleno de bancas y arbustos. Enfocó la vista en el lugar, notando que no se hallaban muy lejos desde que comenzaron a caminar en medio de una improvisada charla.

Entonces, a su lado miró a Ben, tan calmado y atento a su expresión, con su fleco siempre tan bien peinado y el cuello del abrigo lo suficientemente ancho y abierto como para cubrir el frío y dejar ver parte de su piel. Bennett bajó la vista de esa expresión tan cotidiana y se posó sobre las manos de ambos, completamente embobado al notar lo familiar que se le hizo ver el contraste de la piel morena encima de la suya, acunando sus dedos fríos en un agarre sutil y agradable.

—Uh, no, sólo pensaba. —contestó, cuando ya su propio silencio se le hizo inquietante, entonces presionó su mano contra la ajena y alzando la vista al mayor, dedicando una mirada al frente, la luz de las farolas y el viento meciendo las hojas, le hicieran sonreír— Hace rato no salíamos a pasear tan... juntos.

—Lo sé, veo que te gusta mucho salir a caminar. —dijo Ben, arrastrando la vista por el perfil de Bennett y en forma en cómo disfrutaba de algo tan habitual como esto, mirando a todos lados, concentrado y calmado.

—Me gusta mucho... —siseó Bennett, llevando su mano libre hasta su cabeza, buscando ajustar mejor el amplio gorro de lana oscuro, quitando el cabello que chocaba contra su rostro y cubriendo su nariz con la bufanda. Inspiró hondo, sintiendo que el agarre en su mano se atenuaba, hasta deshacerse.

Escuchó a Ben murmurar un: «Permíteme», antes de girarse a mirarlo y casi como si fuese común, lo sostuvo de los hombros y arregló el nudo de la bufanda, subiendo hasta su rostro, donde organizó los mechones de cabello suelto a cada lado, deslizando al final la prenda sobre la cabeza de Bennett para cubrirle las orejas y ajustarlo para evitar que se doblara.

Bennett reprimió un suspiro sonoro ante la cercanía, solo porque llegaba un momento en que le costaba demasiado darse cuenta de las acciones recientes debido a su ensimismamiento en el rostro de Ben, concentrado en lo que estaba haciendo, frente a él, apacible y agradable.

—Ha pasado un tiempo desde la última vez que salimos casi de tarde. —mencionó el pelicían, apartando la vista una vez terminó su cometido y pudo apreciar el rostro ruborizado del menor.

—Sí, de verdad me gusta... me recuerda a las primeras veces que salimos juntos.

—Esas veces... —suspiró— lo recuedo, en ese entonces... era distinto, supongo.

—¿Distinto? —. Bennett a penas estaba al tanto de lo que hacía, con la voz temblorosa y nerviosa, mientras se concentraba en presionar la palma de su mano en su pecho, y la otra sobre la mano de Ben, que siquiera había esperado a terminar para volver a sostenerla entre la suya.

—Antes no me interesaba salir contigo... y me preocupaba más por cómo me vería. —respondió, con ese tono tan ambiguo y recto de voz, consiguiendo que a su lado el pelimora suspirase, pero sonrió luego de asentir.

—Oh sí, me acuerdo, era bastante difícil sacarte del departamento por esa razón. —Bennett se encogió de hombros tras hablar, sabiendo que aquello era un hecho; recordaba cada momento, con su insistencia y terquedad, pero Ben nunca fue muy complicado en ese aspecto, estaba muy contento sabiendo que a pesar de todo, Ben le había hecho acostumbrarse a no salir solo tampoco.

A su lado el peli-calipso pareció resoplar y esbozar lo más cercano a una sonrisa que esa mueca ecuánime le permitía hacer, acoplando el agarre entre sus manos. Al dedicarle una mirada atenta, Ben apartó la mirada a un lado, ignorando el hecho de lo blando que parecía hacerle sentir el ambiente nocturno, ignorando a la gente en la lejanía y el panorama tan calmo que transmitía la temperatura junto al verdoso color de los alrededores.

—Ahora al parecer debo estar muy jodido —exhaló mientras continuaba, presionando los labios, cuando dejó de ser importante la impacialidad de sus pensamintos, y la calidez que podía sentir a su lado, tras la mirada insistente del oji-carmín—, no solo me gusta, ni me incomoda lo que hagas, sino que me es agradable dónde sea o lo que sea que hagamos ¿sabes?

Habló tan serio y directo, que aquello no sonaba como algo dicho con rapidez y ansiedad, seguido de un apretón en su mano totalmente opacado por el temblor de la mano más pequeña de Bennett, quien al igual que siempre, no logró reprimir un sobresalto como respuesta.

—Ah... —jadeó, cuando ya el calor le hizo entender que no había forma de ocultar la concentración de tonalidades en sus mejillas acaloradas, queriendo sonreír más, pero evitando seguir apenado al presiona la bufanda sobre sus labios.

Era que Ben no sabía del todo bien el poder que sus palabras tenían sobre Bennett, pero Bennett estaba consciente de que cada cosa que Ben dijese, siempre llena de sinceridad y dedicación, iban a terminar dejándolo con el pulso por las nubes. Nunca se sintió fanático de las palabras dulces ni de los gestos inciertos, pero habiéndose acostumbrado a interpretar las muecas y siseos del mayor, supo que no había cosa más linda, que verlo presionar los labios y fruncir el ceño, como si aquello le hubiese sido increíblemente difícil de decir.

Subió la mano que presionaba la bufanda, hasta su rostro, tocando el calor que se acentuaba en las áreas visibles de su piel, se sintió ligeramente mareado antes de dejar escapar una risa, una vez encontró paz entre sus nervios y su calma, en un intento por dejar de hacer cual sea la mueca penosa que Ben de seguro estaba mirando.

—Cielos, esto es tan estúpido... —. Lo escuchó decir, seguido de un chasquido, hasta que finalmente lo vio presionarse los dedos contra el cabello. Bennett lo vio dedicándole una dudosa mirada, y luego, él rió con las cejas gachas tras relajarse— Mira, es que en verdad me encanta verte cuando haces esos gestos; creo que es... adorable.

«P-Por favor...». Bennett lloró, todo aquello por lo que trabajó para su propio autocontrol, terminó siendo en vano, su cara hirvió y sus manos temblaron, por lo que se detuvo de golpe, soltando un largo suspiró una vez se encontró a si mismo asfixiado con su propia respiración, incapaz de diferenciar sus latidos con el sonido exterior. Nervioso de pies a cabeza y asustado porque aquello se había vuelto tan común a pesar de lo muy adaptado que había creído estar ante la amabilidad imprevista del mayor.

—Ah... Uh, espérame... —, soltó la mano ajena, y la llevó primero hasta su pecho y luego, subió ambas para cubrirse la cara, tan inquieto y ansioso que sentía que debía de notarse muy penoso como para temblar por algo así.

—¿Qué pasa? —. Y Ben, en realidad, no había pensado en el impacto de hablar sin aspereza, sino hasta que Bennett se le acercó para sujetarse de su brazo, con la mirada oculta entre las prendas de ropa y el cabello.

—N-No me tomes por sorpresa así. —dijo, respirando larga y pausadamente, antes de levantar la mirada, donde todo aquello antes acomodado, lucía en desorden, sin embargo, se esforzó en sonreír y reír, buscando con el tacto la mano de Ben, queriendo entrelazarla y sostenerlo del brazo a la vez— Oh, es que ¿ves? Ahora estoy más nervioso...

—Usualmente siempre lo estás, es un poco preocupante. —Ben lo miró, confundido y atento a los gestos siempre tan expresivos de Bennett, que no dejaban a dudas ni ocultaban la mayoría de cosas que pasaban por su cabeza. Empezando, por la forma en que a pesar de los temblores nerviosos con los que se sujetaba a su lado, demostraba lo contento que se había sentido al oírlo.

—Lo siento, es que... —balbuceó, ocultando su pena al mirar al frente, notando ya la forma cercana en que se estaba aferrando al mayor, por lo que, tras regular su respiración, dio un paso al lado, sin soltar a su acompañante de la mano, y encogió los hombros.

—Bien, no es algo por lo que tengas que disculparte. —. Sin embargo, Ben siseó al momento en que Bennett arrugó la nariz y apartó la vista avergonzado— También me está costando un poco. —suspiró, apretando los labios y dando un ligero tirón con su mano, para atraer al menor hasta rozar sus costados— Ven aquí, no es necesario que estés tan lejos...

Bennett ya había estado lo suficientemente exaltado como para asustarse por algo así, apreciando la forma tan confusa en que Ben buscaba tenerlo cerca, cuando incluso sonando serio y viéndose tan discreto, podía sentirlo agradable, dejando pequeños toquecitos en el dorso de su mano y sosteniéndolo a su lado, tan evidente pero recto a la vez, marcando pasos centrados mientras ablandaba la vista y la dirigía hacia el frente.

—¿Está bien si caminamos así? —tartamudeó,  poco a poco enfocando su vista en el paisaje y en las calles más visibles conforme avanzaban, mirando de paso, a algunas que otras personas caminar descuidadamente por la calle, oyendo el ruido de los autos y el sonido de las hojas mecerse con el viento.

—Lo hemos hecho todo el camino ¿qué importa ahora?

—¿Hablas en serio?

—Por supuesto, no tengo problema con esto siempre que puedas moderarte y no me chilles al oído.

Bien, se estaba acostumbrado a esto. Se sentía tan bien ir perdiendo el miedo, al tener a un Ben dispuesto a olvidarse de todo aquello alrededor, para ajustar el agarre entre sus manos, negándose a soltarlo.

—Sí, yo puedo...

Bennett había estado demasiado ensimismado entre la emoción agradable y la burbuja de atención que, hubieron momentos en los que se encontró totalmente perdido y concentrado en la mirada ajena, queriendo guardarse ese destello de afecto dirigido hacia su persona y atesorarlo tanto hasta cansarse.

En sus momentos de total lucidez, Bennett sólo podía pensar en que, la simpleza y el ser directo eran dos factores muy curiosos al instante en que Ben se proponía ser menos tosco al hablar, sin rebuscar palabras dudosas ni pensar tanto antes de decirle todo tal cual lo creía; y todo eso, para Bennett era un golpe de emoción demasiado fuerte, porque un: «Sí, lo hago». por supuesto que no era tan parecido a un directo y tranquilo: «También me gustas», que bastaba para relajarlo y alterarlo al mismo tiempo.

A Bennett simplemente le encantaba escucharlo, porque Ben hacía un gesto muy lindo al decírselo, y eso era suficiente para alegrarlo.

Cuando el cielo comenzó a tornarse de un azulado ligeramente más oscuro, Bennett se ánimo mucho más al ver la cantidad de luces llamativas que desde temprano adornaban las calles y cada local por el que pasaban. Una parte de si, aún tenía esa inquietud de que todo estaba siendo demasiado bueno para ser real, que incluso si no eran tan atrayentes debido a las tonalidades corrientes de los abrigos que traían, sentía que en cualquier momento Ben iba a impacientarse y ya no querría seguir sujetando su mano.

Cada que pensaba en ello, luego podía notar la mirada confusa de Ben al mirar con atención a su alrededor, como si no estuviese acostumbrado a salir ni a caminar con tranquilidad por la calle, y entonces el menor sentía ligeros toques en su mano, por lo que terminaba más feliz al saber que Ben calmaba su inquietud apretando de su mano, incluso si parecía esforzarse por no ser evidente.

Esto no acostumbraba a ser tan frecuente, pero desde que tenían la oportunidad de salir sin preocuparse tanto por lo demás, Ben había demostrado ser bastante curioso en cuanto a su forma de dejarse llevar. Quizá no era muy partidario de salir sin algún objetivo concreto, pero Bennett podía notar como poco a poco este se entretenía más a su lado, sin preguntar, disfrutando del silencio y de toda la espontaneidad que algo tan simple como un paseo podía traerles siempre que se lo permitieran.

A Bennett le gustaba mirar toda novedad, disfrutar de los paseos naturales y entrar a cuanto lindo local llamativo viera; también estaba consciente de que esas eran algunas de las principales razones del porqué con el tiempo Ben prefería simplemente olvidar su postura y sólo dejarse estar cada cierto tiempo. Sabía que el pelicían detestaba dar alguna mala impresión por el hecho de verse desaliñado en la calle, pero más tarde Bennett descubrió que el moreno prefería eliminar sus ganas de quejarse sin razón, porque odiaba todavía más que Bennett se sintiese reprimido.

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Para el punto en el que ya estaban, Ben detestaba mucho no poder apartar la vista del energético pelivioleta que usualmente perdía la pena cuando estaba cansado, riendo y hablando sin parar mientras le mencionaba las cosas bonitas que podrían hacer es su próxima salida. Y eran esas cosas tan corrientes que antes había pasado por alto, las que de pronto lo hacían sentir tan estúpido, porque mierda, le gustaba mucho verlo reír, verlo con el pelo tan mal acomodado contrastando con el ambiente y el tono enrojecito que había adoptado su rostro, perdiéndose entre el color de la bufanda bajo sus labios.

Ben no podía decir con exactitud cuanto rato había pasado desde que decidieron quedarse a la altura admirando el encanto natural del área poco alejada del centro, tampoco había querido mirar el celular desde el momento en que llegaron, y siquiera se había fijado en cuántos sitios habían parado a mirar y en cuántos de ellos Bennett se dedicó a tomarle del brazo pidiendo tomarse fotos y volver algún otro día tomando las correas de sus perros.

Naturalmente Ben detestaba las fotos casuales, pero se sintió fascinado con la habilodad de Bennett para verse bien a sus ojos, incluso en una fotografía tan mal tomada, con el pulso horrible que el pelimora tenía. También imaginó que sería agradable ver a Bennett en un sitio así, jugueteando con los perros; aquella le había resultado una imagen tan linda en su mente, que después lo hizo sentir más jodido de lo que ya, no sólo por haber disfrutado de ese pensamiento, sino también cuando el mismo pelimora le sonrió animoso en respuesta.

—Me gusta este lugar... —siseó Bennett, inspirando profundo, mientras reposaba sus manos en los bordes de la baranda, dirigiendo su vista al frente antes de volver a mirar al pelicían— ¿sabías que te quiero mucho?

—Estoy muy conciente de eso, sí. —respondió, sin limitarse a dejar un silencio entre la voz de Bennett y la suya, suponiendo que la valentía en la mirada ajena se debía a que estaban precisamente en medio del anochecer, juntos y tranquilos.

—¿Tú me quieres?

Ante la pregunta, Ben supo que Bennett no iba a parar hasta quedar satisfecho, mas su dilema no era el cómo complacer la intensidad del otro, sino más bien en qué podría hacer para calmarse a si mismo. Su postura sufrió grandes daños cuando los brazos del pelimora se aferraban al suyo, sin querer soltarlo y abrazándose a este mismo como si su vida dependiera de ello; por consecuencia Ben quería tomarlo y estrujarlo entre sus brazos, pero una vez pensaba en ello, su cabeza se bloqueaba y sus pensamientos se enfocaban en Bennett y en sus gestos, que lucían tan decididos pero a la vez apenados.

—Bennett, esto es... —dijo Ben volviendo a apartar la vista para darse un respiro— Sí, te quiero.

Bennett lo miró con más atención, antes de soltarle del brazo y presionar los labios, mientras se giraba hasta la baranda que los separaba del alto y profundo paisaje, entonces reposó sus codos sobre la misma baranda, dirigiendo su mirada más tranquila hacia el pelicían, para notar como la expresión siempre tan estoica de Ben, de pronto se movía ligeramente al hacer contacto visual.

Bennett no sólo pensaba que Ben era muy atractivo a sus ojos, cada que podía hacerlo, él apreciaba ese perfil rígido y las inclinaciones del verde de los ojos del mayor, contrastando con color de su cabello, y a su cabeza sólo llegaban más ideas de que quería atesorar cada mínimo gesto, porque para él todos eran una novedad.

—Me gusta pensar... que puedo escucharte decirlo mucho más seguido ahora, incluso si estamos fuera. —dijo, encogiendo los hombros, hasta que a cada lado suyo, se posaron las manos morenas del más alto, haciéndolo sobresaltar— Es que se siente bonito, de verdad que sí.

—Lo sé, entiendo que a veces no lo parece, pero me es complicado; no soy bueno con las palabras, Bennett. —habló Ben, deslizó sus manos por los brazos del contrario, hasta posarlos en los hombros del mismo, presionándolos allí unos instantes, antes de acercarse y volver a hablar— Pero me gustas —continuó, más cerca— demasiado.

Bennett había sentido desde hace un rato, que su límite nervioso ya se había congelado, por lo que podía estar seguro de que sus pulsaciones estaban puramente ligadas a la emoción, porque no importaba que tan acostumbrado estuviese a esto, siempre se sentía tan lindo escucharlo de esa forma, tan tosco y directo, donde no podía dejar en duda que hablaba más que en serio.

—Sí, tú... —. Bennett estaba más preocupado por la forma en que las manos de Ben se desplazanan desde sus hombros, hasta sus brazos, volviendo a subir con lentitud hasta rozar cerca de su cuello, con lo que la bufanda le permtía, entonces, tembló cuando sintió esas manos tan calidas tocando cerca de sus mejillas—. Ah, tú también... me gustas mucho.

Ben sonrió, quizá demasiado evidente para lo que le gustaría, pues Bennett tendía a responder a sus gestos con uno más animoso, y al verlo devolver una sonrisa preciosa y apenada, Ben sintió su respiración irse al carajo, y sólo se impulsó hacía adelante y empujó su boca contra la contraria, aplastando los labios del menor hasta que estos se adhirieron a los suyos, respondiendo con el mismo golpe de intensidad.

Lleno de emoción, Bennett se inclinó y dio un salto sosteniendo al contrario por los costados, a penas su cuerpo se calmó por un instante, inspiró hondo al separarse, y sonrió completamente embobado antes de bajar la vista y empujar su frente contra el hombro del moreno.

—¿Qué pasa? —, Ben lo rodeó sin decir mucho más, pudiendo sentir a Bennett inquieto.

—Sólo estoy algo... bueno, nervioso, sí, es que...

—También lo estoy, pero me es cómodo tenerte así ¿bien? —suspiró, presionando el cuerpo del menor contra el suyo— Quédate cerca, no te muevas.

Bennett estaba seguro de que la mayoría del tiempo le daba a su propia interpretación de Ben un significado distinto, pero otras veces, el subtexto en las palabras del moreno era tan claro, que tras oírlo aquello le sonó tanto a un: «No quiero soltarte», que no pudo hacer frente a lo acalorado que estaba entre los brazos de Ben, tomando en cuenta que la temperatura del exterior descendió al anochecer.

—Yo... yo quiero... no puedo...

—¿Qué pasa?

Encontrandose de este modo, Bennett sólo podía pensar en todo lo que habían pasado juntos hasta poder demostrar genuinamente un gesto afectivo como este, simple y correcto, suficiente para hacerlo entender que no quería que algo así se acabara de pronto. Volviendo a ese punto en que sus emociones estaban conformes, pero su cabeza hecha un lío, insatisfecho y lleno de ansias, muchas, demasiadas...

—A veces... mmh, digo... —farfulló, cerrando los brazos tras la espalda de Ben, antes de tomar valor— es que a veces siento que no puedo esperar, y yo... quiero...

Antes de que siquiera hablando, el peli-calipso subió sus manos nuevamente hasta los hombros del menor, viendo como al instante Bennett alzaba la vista anhelante, reprimiendo una mueca lastimera con el rostro acalorado y el cuerpo tembloroso.

—Lo sé, yo... tampoco. —Ben siquiera se molestó en continuar, antes de tomar un respiro y apretar los labios, evitando que las comisuas de estos se doblaran hacia arriba.

—¿Cómo? No, ah, con esto... digo qué estemos juntos así, es suficientemente bueno. —siseó, dejando escapar una sonrisa cuando a diferencia de lo que había esperado, Ben se mostró apacible y cercano, mirándolo con atención antes de depositar un beso en sus labios.

—De pronto soy quien está impaciente, y tampoco puedo conformarme con sólo estar «así», —murmuró contra los labios ajenos, dejando un momento para respirar profundo y reducir la cercanía entre ambos, acunando el rostro acalorado de Bennett entre sus palmas— talvez no sea el mejor momento o el lugar, ni tenga las suficientes palabras para decirlo, pero no es sólo una formalidad para mi ¿sabes? Ya no quiero sólo tratarte como un «algo», —inspiró, profundo— quiero... que estemos juntos.

—¿Juntos? ¿J-Juntos...?

—Bennett, ¿quieres salir conmigo?

Oh... esto había sido tan espontáneo que de un momento para otro, Bennett siquiera fue capaz de procesar lo que habían dicho por temor a no haber oído con claridad, sólo estuvo consciente de que podía oír sus latidos acelerados zumbando en sus oídos, junto al calor de las manos ajenas acariciando sus mejillas.

«¡¿Ah?! ¿Él dijo... va en serio?».

¡Estaba tan emocionado! Incluso si era tarde y él se encontraba despeinado y agitado, si Ben lo miraba de esa forma, Bennett sentía que ya era el momento más especial que pudiese tener en todo su día. Esto era, ya de por si, tan bueno que estaba asustado; no era simplemente que ya se había conformado con ese «algo» que tenían, sino que cada cosa, sea cual sea la forma, se sentía como una maravilla si era precisamente Ben con quien lo hacía.

Antes de que le permitiera a Ben siquiera preguntar de forma involuntaria si estaba llorando o no, Bennett negó con la cabeza y presionó sus manos contra el pecho del moreno, adheriendo sus dedos en el abrigo del mismo y teminando más sofocado que nervioso, una vez enfocó con claridad la mirada jade del pelicían, y se encontró sobre todo riendo ante la pena, contento, muy contento.

En medio de un balbuceo, Bennett se mordió el labio, empujándose hacia el frente para presionar su rostro entre el trazo del cuello y el hombro del mayor, mientras se calmaba. Levantó la vista y se encontró a Ben con la mirada tranquila y atenta a sus movimientos, fue allí en que notó recién la propiedad con la cual las manos del más alto ahora se aferraban a su cintura y espalda, logrando que pudiese respirar más tranquilo.

—S-Sabes que sí, ah... —chilló, tomó a Ben por la nuca, se alzó y estampó un afectuoso beso en los labios ajenos, lleno de emoción— ¡Sí quiero, claro que sí quiero!

Sabía que no era sólo una formalidad, algo que ambos si sabían y se tenían dicho desde hace mucho, sino que aunque pareciese la cosa más espontánea y común, Bennett estaba mucho más emocionado porque estaba muy al tanto de lo importante que era un paso que transformaría todo ese «algo», en una relación más sostenible.

Y no había sido sino hasta este momento, en que se dio cuenta de que todo ese anhelo reprimido, se debía a lo mucho que ansiaba haberlo escuchado.

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¡Hola! 0,v,0)/*•°˖

Aquí intentando retomar mi pasión por DdC entrando en la nueva dinámica de la relación ahr (aunque de puro nombre ya saben jhshs porque pareja ya casi eran desd hace rato jsjs)

Omg ¡ya es oficial! TvT)9 AhsvHQGSAhqvs:

Así es, así es, así es, así es... este ha sido uno de los capítulos más soft que ha habido en esta historia, y oficialmente de los más importantes en el desarrollo de la relación de Ben y Bennett ¡esto es real, si que si!☆☆

No es broma, me ha costado bastante escribir y editar este capítulo por la sola razón de que una parte de mi es muy reacia al fluff por mucho que me encante leer el resultado, y más que nada, es que pensé en hacer muchas cosas para este cap, pero decidí dejarlo fluir naturalmente, espero se haya leído bien y bonito ŲvŲ

¿Cómo sintieron el capítulo en si? QQ No miento cuando digo que la cantidad de palabras no prueba la calidad ni la contundencia, pero lo sentí cortito, a pesar de estar a la par del resto jsjs

Otra cosita, random y todo, pero si pudieran ponerle nombre a uno o más capítulos ¿qué nombre les pondrían? Tipo, algo simplecito sin importar si es tan cliché como un "Capítulo 1: el inicio" ahhs no lo sé C':

X'd qkhdiq siempre tengo esa duda, nomás porque si, ya que DdC tiene capítulos numéricos debido a que muchos no tratan un sólo tema o comparten un mismo tema correlacionado con el capítulo anterior o el siguiente. Y pensar en un título ya de por si es un trabajo extra ahaha.

En fin, tarde, muy tarde, pero la actualización está aquí, so, espero de veras que hayan disfrutado del cap!

No olviden votar y comentar que tal☆ ya nos estaremos leyendo próximamente en nuevas actualizaciones aquí y en mis demás historias!
Nos leemos pronto☆

Bye.

                      「NiakuTan」

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