•°~°Capítulo 62°~°•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Desde que Bennett asimiló correctamente su relación, involucrándose en esta tanto como podía, las cosas habían cambiado de sobremanera: sin un día en que no tuviera alguna dosis de afecto -por mínima y extraña que sea- resumida en besos sencillos o algún que otro toque furtivo nacido del momento.

Era por ello que Bennett no había estado del todo conciente de esa necesidad, cada vez más latente, o de la urgencia con que su cuerpo respondía a ello, perdido en la emoción cada vez que estaban sobre o cerca del otro. No siempre estando seguro de las ansias que lo abundaban, muy bien sabía identificar cuándo quería algo.

En el instante en que Ben empujó las manos contra sus costados, apretando de su cadera y besándolo con lentitud, Bennett supo que esta clase de intensidad era la que había anhelado durante toda su semana.

Aquel no era sólo un beso corto lo suficientemente poderoso como para mantenerlo tranquilo, ni un beso largo y profundo que podía entretenerlo por un buen rato, era más bien un beso cariñoso y brusco, de esos que lo hacían tiritar con el cuerpo lleno de emoción y calidez, ansioso por más de ese «algo» que diferenciaba un momento a solas con un beso rutinario por la mañana.

Bennett presionó su cuerpo hacia adelante, tirando del cuello de la camisa ajena y empujando una de sus manos en la nuca del pelicían. Ben gruñó contra esos labios anchos y succionó contra los mismos, atrapándolo en un beso húmedo, en medio de un tacto contenido cuando el menor fue guiado para atrás, en busca de una superficie en la cual reposarse.

Una vez Bennett se vio acorralado entre la pared y el cuerpo del moreno, sus manos se hallaron en la necesidad de buscar la forma de aumentar el contacto. Apretó la camisa de Ben, desplazando sus manos temblorosas entre el abundante cabello celestino del mayor hasta su cuello y hombros, pudiendo sentir bajo el camino de sus dedos, la tibia y robusta piel acanelado en aquella zona.

Jadeó en medio de un beso más profundo, buscando el aire necesario para volver a regular su respiración, antes de siquera poder abrir los ojos y delinear ese rostro bonito y definido. Al igual que él, Ben no se esforzaba en ocultar su agrado ante la proximidad entre los dos, por lo que al ver cómo se formaba una linda curva hacia arriba en los labios siempre rígidos del moreno, Bennett sintió que podía caer ante esa sonrisa cada vez que la veía.

Se empujó hacia adelante y atrapó la boca contraria en un demandante beso, sus labios buscaron fundirse con los ajenos y en el momento exacto en que Ben lo apretó más contra su cuerpo, sintió que el chupetón en su labio inferior podía llevarlo a estremecerse todavía más. El caminito mojado que la lengua del peliceleste marcó sobre sus labios, lo obligó a abrir la boca, en medio de un sorpresivo jadeo, y dejó que esa emoción burbujeante liderada por el choque desesperado de sus lenguas, elevara su pulso y calor corporal.

Lo necesitaba, en verdad que esto era lo quería con tantas ganas y hasta ese momento, en que se perdieron en la boca del otro, fue que pudo notar que Ben se había dado cuenta desde mucho antes.

De ese modo cada beso profundo le transmitía una enorme ola de emoción. Sus manos no dejaban de buscar en dónde aferrarse sin parecer que tenía una gran fijación por la piel expuesta del cuello de Ben, por el tacto rígido de su pecho o por esa misma zona abdominal que se presionaba contra su propio cuerpo. No podía negar aquello, pero no quería verse tan expuesto en un momento como este, sobretodo si acababa de reafirmar que gustaba mucho de lo cálidas que eran las manos del más alto empujando su espalda y apretándole la cadera. Era demasiado para él.

Incluso si estaban rozando fuera de ese nivel prudente que solían tomar -cuando buscaban algo más que un poco de cariño-, los besos no dejaban de ser dulces, llenos de lentitud y profundidad, con el suficiente espacio entre uno y otro para permitirse pensar en si quería seguir o necesitaba parar. Ben no dudaba en dejarle en claro mediante acciones sutiles, todo lo que con sus palabras no era capaz de especificar...

Estaba enternecido, aún sintiendo esa mano fuertemente aderida a su cadera, la otra colada entre sus ropas, dejando un trazo de calor en su espalda y generando escalofríos a su paso. El contraste de su propia temperatura con el calor del mayor presionando ocasionalmente su piel, podía llegar a ponerlo a temblar tanto sino fuera por lo estrictos que eran los labios de Ben mordisqueando los suyos, firmes y claros: lo suficiente, pero nada más que esto.

Él podía de ese modo, claro que sí; quedó satisfecho en el momento en que tuvo la libertad de acariciar esa tersa piel morena y en el que la boca del mayor se empujó contra la suya y la mantuvo ocupada. Pero en el fondo sabía que entre más tiempo pasara, más ansias iba a acumular. Lo peor, era que no quería que aquello terminara tan pronto.

Sabiendo que de cualquier manera podía obtener algo de intimidad y afecto si lo pedía directamente, una vez estuviesen juntos y solos, una parte de él siempre, cada vez que esto ocurría, le decía que se aprovechase de cada uno de estos buenos momento como si fuese el primero, el último y el mejor.

La situación sólo se agravaba cuando Ben no era capaz de manejar el control por ambos, porque Bennett solía perderse en cada pequeño momento y no volvía sino hasta que se agitaba. Así, sin un alto, el peli-morado se sentía incapaz de pensar correctamente hasta que se encontraba a si mismo en un punto donde la vergüenza evitaba que el resto de su ropa se perdiera.

—De acuerdo... Es suficiente. —el murmullo que escapó de los labios de Ben por un instante pareció perderse entre la boca de Bennett, pero aún así, dejando un beso por encima de estos, se dispuso a mirarlo— ¿Estás satisfecho?

Ben le dejó un par de caricias, con la vista fija en el rostro acalorado del menor. Bennett lo miró lleno de afecto, perdido en esa brillante mirada verdosa sobre la suya, deslizándose sobre él con sumo cariño. Pronto las manos del moreno se movieron rozando con liberad parte de su espalda, el camino de calor que estas trazaron en ese sector, se detuvo en ambos costados de su cuerpo, sobre su cintura.

Ben no se detuvo en repartir pequeñas caricias en su cintura, sin molestarse en cerrar del todo sus manos alrededor del cuerpo ajeno, limitado a la cercanía superficial. El estímulo agradable hizo que Bennett sonriera con mayor tranquilidad, moviendo sus manos para abrazarse a la espalda de Ben, en respuesta obtuvo un sorpresivo y agradable beso en la frente.

—Lo estoy, m-mucho, pero... —La voz del oji-carmín sonó un tanto atrofiada y temblorosa una vez pudo responder, a penas recomponiéndose de aquellas acciones que no hacían más que emocionarlo— Es que... es que...

El pelimalva no alcanzó a decir mucho a parte de eso, cuando fue detenido por Ben, quien presionó una mano sobre la mejilla del chico y allí acunó la misma en su palma, ante esto, la mirada de Bennett enterneció aún bañada en un rubor intenso y bochornoso. Esa insistencia silenciosa en los ojos carmín del menor, hizo que el pelicían presionara los labios, reprimiendo otro impulso por depositar un beso en la boca ajena.

Se contuvo, por supuesto, su proximidad fue sencilla y agradable, el roce pasajero conformando con suerte un beso fugaz y cariñoso logró hacer que el cuerpo contrario dejara de tiritar lleno de ansias. El menor, aún embelesado por la calidez del momento, le sonrió más entusiasmado que tranquilo, pero se mantuvo callado.

Ben chasqueó la lengua, maldiciendo que desde el primer instante sabía lo difícil que era mirar el rostro anhelante de Bennett y no querer besarlo en respuesta, pero estaban aquí, en el camerino, y necesitaba tener presente que veinte minutos no eran nada para los dos.

—No quiero ser yo quien tenga problemas ahora —finalizó Ben, su voz sonó más tranquila de lo que esperaba, pero estaba bastante seguro de que su postura debía de verse poco menos que calmada. Era difícil en verdad.

Bennett lo miró sin entender del todo bien a que se refería, esto por supuesto, fue notado por la mirada atenta que tenía encima. En respuesta recibió un apretón en la cintura, lo que le hizo removerse en su sitio, sólo para notar más tarde que el empujón involuntario de su cadera hacia adelante se hacía doloroso y caliente. Con el cuerpo más grande presionando el suyo, a penas estaba conciente que estaban pegados en uno del otro, separando por poco la parte superior para poder mirarse a los ojos.

—Oh... —Bennett bajó la vista, su cara ardió y se sintió sofocado al comprender un poco mejor. Todavía un tanto calorado, aspiró la colonia fresca de Ben y agradeció que había estado lo suficientemente conciente de momento, como para sentir que el ánimo en su cuerpo era sano y prudente.

—Empecemos a arreglar esto; permíteme... —dijo Ben con un sereno tono de voz. Palpó sobre los hombros temblorosos del chico frente a él para dejar un par de caricias suaves cerca de su cuello, antes de ir deslizando la ropa desarreglada de Bennett dispuesto a ayudarle a acomodarla.

Asimismo se encontró dedicándose en delinear con la vista cada sector arremolinado de ropa en el menor, a penas conteniendo una mueca ante lo agradable que era para su vista esa clase de revoltijo mal acomodado, como lo eran los mismos trazos de la camisa blanca que traía puesta, haciendolo ver tan bonito e interesante inclusive de ese modo.

Resopló internamente, borrando esa linda imagen de su cabeza, dispuesto a mover la manga de camisa, sobresaliente por debajo de la manga del sweater de punto encima, para estirarla hasta dejarla intacta y pulcra; su palma pasó por el brazo del peli-púrpura, sobre la tela de lana. Arregló el suéter color marrón claro, asegurándose de no arrugar las mangas de la camisa por debajo, hasta los hombros del chico, quien atento a sus acciones se mantuvo quieto y tranquilo, bajo la estricta y muy dedicada mirada verdosa del mayor.

A ratos se oía a Bennett hacer ruiditos con los labios a modo de distracción, obediente ante las manos atentas que se encargaban de su atuendo. Los dedos de Ben se movieron desde el cuello amplio de la camisa, y el mejor arreglado suéter sobre la misma, hasta el cabello púrpura de Bennett, desparramado a cada lado sobre su rostro, ante esto podía sentir al chico temblar bajo su tacto.

—Mmn, bien... —Sintiendo los dedos del moreno de piel peinándole el cabello con dedicación, tomándose el tiempo de repartir las hebras de cabello a cada lado de su rostro, Bennett sonrió volviendo a retomar su postura— ¡Bien!

Al momento en que tuvo percepción de su vestimenta mejor arrglada y su cabello peinado cayendo hasta sus hombros, no se reprimió en dejar un último y pequeño beso en los labios del pelicían, sonriendo.

Luego de un reiterado llamado a la puerta, el cual habían estado ignorando aún cuando fue sutil y persistente, ambos tomaron cierta distancia y se miraron entre si.

Bennett sonrió mucho más recompuesto, aunque no menos atento a cada pequeña acción contraria, pues así veía como Ben, sin tanto esfuerzo como hacía parecer, terminaba de arreglarse en menos tiempo de lo que les tomó distanciarse. En cuestión de un par de momentos, él ya estaba listo y su semblante no era distinto a su postura inicial, como si nada.

—¿Está todo bien ahí dentro? —. Escucharon la voz de uno de los asistentes llamándolos—. Ya estamos listos; llevo un buen rato llamando.

Ben torció los ojos con desinterés y volvió a arreglarse el cabello frente al espejo antes de hacer un gesto al pelimora parado a su lado, para caminar hacia la puerta del cuarto. Bennett apretó los labios lleno de nervios, pero se mantuvo callado a un lado del oji-verdoso, quien tras abrir la puerta del camerino, pasó a un lado de la persona parada de fuera.

—Sí, estamos listos. —contestó Bennett ante el inevitable y común desinterés del peliceleste. Este mismo sólo devolvió la vista hacia atrás, para mirarle con atención, esperándolo.

—Lo noto, ya te ves... un poco mejor. —comentó la persona a su lado. Bennett sonrió como de costumbre.

En el fondo se seguía sintendo un tanto apenado por lo muy personal y obvia que había sido su razón para estar tan distraído y ansioso, al punto de perder la concentración, sobre todo cuando miraba lo relajado y recompuesto que se mostraba Ben a comparación suya; pero también estaba más animado gracias a esta, pues podía sentirse seguro y tranquilo luego del alivio que era obtener respuesta a su inquietud.

—Sí, lo estoy. —afirmó, asintiendo con agrado.

Ben se mantuvo al margen tras apreciar el cambio significativo que tuvo aquel limitado momento a solas, Bennett volvía a comportarse como el mismo hombre de siempre, animoso y distante a la vez, con su atención en lo que venía siendo su trabajo y sus manos jugueteando entre si buscando disimular la emoción propia por actuar, luego de saludar al equipo.

—Mira tú, ya te ves como mi niño de siempre. —Le recibió Mike casi de brazos cruzados, dirigiendo una vista cuidadosa a lo bien cuidado del atuendo del menor y lo muy animoso que se veía—. Pero si necesitaban más tiempo de descanso podrían habérmelo dicho; llévamos más de cinco minutos llamándolos. —agregó, alzando una ceja— ¿Benjamín te regañó mucho?

—¿Regañarme? —Bennett dudó por un par de segundos, hasta que a penas la idea llegó a su cabeza, se sintió más nervioso que apenado al recordarlo— No lo hizo, él sólo... mmh.

—¿Mmh?

—E-Estábamos... ¿practicando? —quiso afirmar no muy convencido, sin embargo, luego de pensarlo mejor, no estaba muy alejado de ello— Sí, me ayudó a practicar, supongo.

—Claro, bien... —Él asintió, queriendo evitar poner más nervioso al chico, que poco podía actuar para si mismo—. Espero haya funcionado, te puedo querer mucho pero ya no podemos seguir retrasando tus escenas ¿bueno?

—Bueno. —Bennett agitó su cabeza en respuesta, apretando sus labios en una tenue sonrisa— No volverá a pasar, de verdad.

—Bien, bien. —finalizó Mike— Prepárense, tenemos todo listo.

Las cosas habían ido mucho mejor, por más que a Bennett le costó expresar el centro principal de su distracción, una vez identificado, se sintió más tranquilo de lo que creyó. Al poner en orden sus emociones, pudo distinguir entre ellas que en realidad su insatisfacción surgía de la necesidad, liderada desde el inicio por esas ganas incontrolables de obtener atención y afecto.

Lo había intuido cuando, incluso conociendo su posición y los efectos de su propia imprudencia, poco le interesaba si estaban en público, poco le inquietaba que otros supieran de su relación y poco le importaba el lugar o el momento siempre que pudiese estar seguro entre los brazos y el cuello de Ben.

Se propuso no sobrepasar la línea decente de la línea personal, aquella que el consideraba correcta en si, por lo que trabajar en sus ganas de sacar provecho de cada escena cercana o interacción frecuente, había sido de mucha ayuda. Pensaba que si antes de todo ya se había conformado con una simple sonrisa, podía seguir disfrutando de ella sin sentir que quería saltar sobre él y besarlo.

Comenzaba a preocuparse, no era ajeno al sentimiento, pues en el fondo no se sentía poco capaz de controlarlo cuando había descubierto lo agradable que era tenerlo. Sobre todo, cuando llegó el momento en que por fin notó todo el poder que Ben tenía sobre sus emociones, elevando sus ánimos por los cielos con sólo con un beso y poniéndolo en marcha al cien por cien, con algo tan trivial como palabras lindas y caricias en el pelo: era curioso y le encantaba.

•[▪]•

Ben se mantuvo a si mismo contenido por una gran barrera de prudencia, no negaba estar sumamente exaltado tras todo el período de presión pública en donde, si bien no habían grandes repercusiones, por unos momentos sintió que volvía a tener problemas con su percepción de si mismo ante el resto de la gente: no como un problema moral y correcto, sino como parte de ese conflicto personal con el que siempre estuvo acostumbrado a pelear.

Como una persona muy conciente de su entorno y pendiente de su impacto como figura pública, tener en cuenta que sus propios prejuicios solían aislarlo del resto de los comentarios positivos, le hizo por fin darse el tiempo de pasar por esa sección aceptable y tolerante de la red, notaba bien que la doble moral del mundo que lo rodeaba era la cualidad más increíble que haya visto...

Se había vuelto más popular de lo que creyó que sería, lo peor era que no en un mal sentido como pensó que iba a ocurrir, tomando en cuenta su situación, y la gente de pronto parecía querer adularlo con devoción, pendiente de su trabajo y atentos de cada crítica a la que respondían con inmediatez.

Por supuesto, era alguien muy atento a las tendencias y tenía muy bien entendido el método de popularidad creciente y común el último tiempo, pues notaba cómo en un par de días resuelto el dilema, aún capturaba una gran cantidad de fanáticos atípicos en su carrera, mismos que si bien parecían muy idealistas y fieles, también eran aterradores. Como alguien no muy acostumbrado a la comunidad moderna, esto se había vuelto algo muy nuevo para él, por muy poca diferencia que pueda haber entre su antes y su ahora.

Pasó bastante para poder entender que habían más visiones de la sociedad, para notar que el tradicionalismo era algo que solía impedirle darse cuenta de muchas cosas; igual de conciente de si mismo que antes, pero más fiel a aquellas cosas que lo hacían «él mismo» como una persona renovada y con la libertad de permitirse ciertas actitudes que antes creía que no podían gustarle.

De algún modo agradecía que su falta de tacto se viera compensada por la habilidad innata de Bennett por acercarse a cualquier comunidad, ya sea dentro o fuera de su zona de confort, por lo que aquel importante factor de apoyo le hizo volver a pensar en lo mucho que ese chico había contribuido en su manera de hacer las cosas, empezando por hacerlo ver como una persona más agradable cuando en el fondo seguía siendo el mismo.

Era increíble lo familiar que le resultaba verse a si mismo adoptando una forma de comportarse que antes solía desconocer, tan atento a cosas que antes no solían importarle y lo peor de todo, sintiéndose incapaz de conciliar el sueño sin antes ponerse de acuerdo con sus pensamientos.

Estos mismos se vieron interrumidos por el zumbido que hizo el teléfono, una vez se dispuso a dejarlo de lado sobre la mesita de noche, por lo que asumiendo que el ruidito insistente del mensaje pertenecía a cierta persona, miró por encima la pantalla y rodó los ojos casi con gracia. Por supuesto que sí.

❝No puedo domir❞. a las 3:16 am.

Era tan absurdo cuando tomaba en cuenta la hora y que lo primero que hacía Bennett en lugar de intentar dormirse a fuerzas, era enviarle un mensaje. Algo bastante común en el fondo, sin embargo, sentía que era un tanto extraño continuar leyendo los mensajes con el timbre tan suave que tenía el chico.

❝Hola❞.
❝Holaaa❞. a las 3:17 am.

❝Hey :>?❞. Llegó otro mensaje casi pasado el minuto, un poco antes de que pudiera desbloquear el móvil y sentirlo vibrar en sus manos, obligándolo a reprimir un bufido, incluso si no era una sorpresa lo muy intenso que era Bennett para enviarle mensajes uno tras de otro, como si no le tomase nada de tiempo escribir y enviar.

❝Ben u^u❞.
❝¿Estás dormido? ='(❞. a las 3:19 am.

«Tan tonto». Siseó en medio de ese pensamiento sólo para evitar que sus labios se torcieran hacia arriba en una curvatura involuntaria. Quizá era estúpido esforzarse, pero la intención le ayudaba a pensar que sentirse jodidamente liado por algo tan sencillo, era natural de cualquier forma.

❝¿Qué quieres?❞. Respondió con bastante más calma de lo que le gustaría, sin saber si era el cansando notorio o el agrado de la interacción tan torpe y la lluvia de pequeños mensajes con emoticonos que recibió en respuesta.

❝¿Estás despierto? :D❞. a las 3:22 am.

Ben no pudo evitar taparse la cara al leer aquella pregunta, no viéndola como otra tontería ligada al sueño. Apretó los labios tras una inevitable mueca y respondió:

❝No.❞. a las 3:23 am.

❝¿Cómo? >:(❞. Como esa, obtuvo otro par de raros mensajes con símbolos y caritas extrañas. Ben odiaba tanto tener que reprimir una expresión de enojo ante el agrado incorregible que sentía por esas cosas tan tontas. Resopló y peinó su cabello para un lado al adoptar una postura más aceptable para mirar el celular.

❝Sí estás despierto xc❞.
❝Me respondiste❞. a las 3:23 am.

Ben sonrió, sintiéndose tan estúpido por eso. Bennett debía de tener mucho sueño como para decir algo tan obvio, pero también sabía que el chico ha de estar muy ansioso como para aguantar estar despierto hasta tan tarde. Lo que más le sorprendía en si, era que cada mensaje podía leerse bastante bien para lo muy acostumbrado que estaba a leer incoherencias provenientes de un somnoliento Bennett a medianoche.

❝Oh, no me había dado cuenta de que podía escribir mientras duermo❞. a las 3:24 am.

❝Yaaaa lo siento, ya entendí X'C❞. a las 3:24 am.

❝¿Qué quieres? Son las malditas 3 am, deberías estar durmiendo❞. a las 3:25 am.

❝Es que no puedo dormir :c❞. a las 3:25 am.

❝Claramente me doy cuenta ¿y qué se supone que haga con eso?❞. a las 3:26 am.

Bennett estuvo casi un minuto entero mandando una serie de audios fallidos en respuesta, llenos de inentendibles balbuceos y silencios cortos, estos no duraban ni diez segundos hasta que al final se cansó de intentar, pues obtuvo un par de emojis y caritas apenadas. Ben no se sintió capaz de sentir gracia por algo así, la voz enredada y cansada de Bennett sonaba tan linda a pesar de que siempre se le escuchaba tan mal.

❝¿Puedo ir a dormir contigo? >.<❞. a las 3:28 am.

«Mierda, Bennett ¿Todo este este escándalo sólo por esto?». Se dijo Ben presionándo sus índices y pulgar sobre el puente de su nariz, casi sin poder evitar dejar escapar un suave resoplido en respuesta. Era bastante obvio cuál era la intención inicial de esta conversación; ya una vez habiendo notado uno que otro detalle en ese comportamiento intenso e insistente, Ben supo que estava muy jodido, pero no quería aceptarlo.

—Maldita sea. —resopló para si mismo.

❝Ok, ven❞.

•[▪]•

Bennett se presentó en la puerta del departamento al par de minutos después, sumamente agitado y con una torpe sonrisa en la cara, algo que Ben se esperaba, por ello no se vió en prisa por decir algo sino hasta esperar a que el oji-carmín le hiciera una seña una vez se sintió recompuesto.

—Hola, ya... ya vine... —, una risita nerviosa escapó de los labios de Bennett, su mirada pegada a la contraria iba captando con detalle la pertinencia con que Ben le miraba, tan lejano y cercano a la misma vez, con los labios ligeramente fruncidos y las cejas relajadas.

—Sí...

Ben volvió a echarle una mirada al chico tras su postura más recta en su sitio, a penas deslizando la vista por ambas piezas mal acomodadas del pijama que Bennett traía puesto, junto a unas pantuflas que no combinaban para nada, además de traer una bata delgada encima; el cabello, por supuesto, venía más despeinado de lo usual, montones de hebras saltaban de aquí y allá por encima de su cabeza y se salpicaban por ese rostro paliducho, aun si el cabello estaba sujeto en una coleta baja mal hecha.

Esa imagen le hizo fruncir el ceño y llevarse una mano a la cara por tercera vez en tan poco rato.

—¿Qué? —Parado frente al moreno, Bennett esperaba algún comentario que acompañase esa expresión tan ambigua con que le veía el mayor, mas obtuvo un suspiro y una caricia en el pelo como respuesta— ¿q-qué pasa?

—No es nada, mejor entra. —Ben deslizó su palma desde ese desorden de cabello morado, hasta la suave mejilla del menor, a pesar de que su tacto solía ser cálido, podía notar con facilidad lo tibia que estaba a pesar de encontrarse teñida en rubor—. Hace frío.

El recorrido cálido de caricias se trasladó  desde su mejilla hasta bajar por su hombro, Bennett sentía mucha gracia por la costumbre tan marcada que Ben tenía por mover las capas de su ropa, dejando cada pliegue en su lugar y rozando su piel con cuidado, incluso si parecía notar que en el fondo ese esfuerzo por evitar el toque no servía de mucho. Al final Ben lo tomó del brazo y cerró la puerta, en el proceso su ropa se desordenó de nuevo y Ben lo acorraló cerca de la pared sujetándolo por los hombros, arrugando más su bata de lo que la ordenaba.

—Mmh sí, hace... un poco de frío. —siseó Bennett con una inevitable sonrisa de emoción. A diferencia de Ben, él no lograba disimular cualquier intención afectiva por más que intentase hacerlo.

Él hubiera esperado que Ben le recibiera con un beso en lugar de recorrerlo con la vista, pero sabía que había cosas que aún persistían del proceso de adaptación, así que estaba bien con esa muestra de cuidado. No se encontraba tan lúcido como para pensar correctamente y disfrutarlo como le gustaría, pero también estaba seguro de que no podía morirse de nervios si ya había logrado recibir una caricia sin temblar como gelatina.

—Me sorprende que puedas mantenerte en pie a esta hora... te ves tan cansado. —Ben le miró a los ojos, captando todo el cansancio de un día ajetrado en ellos. Al apartar sus manos de los hombros pequeños y temblorosos del menor, Bennett apretó los labios.

—Heh sí, yo no estoy... despierto hasta tan tarde, pero de verdad no podía dormir y luego pensé... q-que talvez estarías despierto. —Bennett encogió los hombros, mientras deslizaba las mangas de la camisa de pijama buscando cubrir sus dedos— Así que quise... bueno, sólo creí que... ah...

—Entiendo. —Ben sonrió, viéndolo hacer un esfuerzo por mantenerse estable, allí con la espalda pegada a la pared y las mangas del pijama frotando bajo sus ojos cada cierto rato. Presionó su mano contra la cabeza del inquieto chico, obteniendo una reaccion inmediata junto a una tímida sonrisa— Ven aquí.

—¿Te puedo abrazar? —preguntó, distraído ante la clara intención de Ben al acercarse, pero al recibir un asentimiento y un suspiro en respuesta, su sonrisa creció.

Enseguida se abrazó al pelicían, por poco dejandose caer sobre el cuerpo del moreno de piel, quien le rodeó con los brazos y le apretó contra su pecho. Ben no se molestó siquiera en quejarse cuando el rostro de Bennett se hundió en su pecho y se movió de lado a lado, restregandose contra este sin pena alguna, quizá porque estaba más concentrado en las manos temblorosas del menor ancladas en su espalda, halando con los dedos la tela de su camisa hasta apretarse en distintas áreas de su espalda.

Bennett no solía tener manos cálidas, sin embargo, de momento Ben podía sentir la tibia temperatura que se colaba atravesó de la tela delgada de la camisa. El menor se removió en medio del contacto y fue escarvando con la nariz hasta llegar a su cuello, donde lo sintió inspirar profundo y reposar su cabeza, mientras el resto de su cuerpo se relajaba a montones, confiando en que no iba a caerse.

Ben frunció el ceño, molesto por notar cada pequeño movimiento y sonidito proveniente del adormilado Bennett, sin poder hacer más que apretujarlo contra si mismo y fundir sus dedos entre ese cabello púrpura incapaz de mantenerse prolijo y en su lugar.

—Vamos a dormir. —mencionó, bajando la mano que se encontraba en el cabello de Bennett, para reposarla en el hombro del chico y apartarlo unos centímetros. Acunó con su palma el rostro ruborizado del pelimora, quien le sonrió un tanto más despierto que hace unos momentos.

—Mmh sí, sí... vamos.

•[▪]•

Bennett mentiría si dijera que en el fondo no estaba un poquito preocupado, no era algo sujeto a las constantes vueltas que daba su popularidad estos últimos días, pero quizá le resultaba más inquietante.

Los días estaban pasando más rápido de lo que le gustaría, llegaban casi a mitad de mes y aquello instalaba una serie de emociones contradistorias en todo su cuerpo. Sus pensamientos se disparataban a medida que más se ponía a indagar en ello, estaba muy contento por un lado, su relación marchaba bien, -muy bien, de hecho- pero también se encontraban en un mes conflictivo y atareado, donde lo que parecían ser vacaciones se tornaba trabajo y el descanso pasaba a segundo plano tras la obstinación de completar cada asunto pendiente.

Él comprendía todo eso, también pasaba por ello y disfrazaba su agotamiento con pereza y despreocupación. En el fondo era un mes agradable lleno de relajo y ajetreo a partes iguales, él disfrutaba terminar con sus asuntos, dejar el resto a quienquiera hacerse cargo de lo que a él no le importaba y luego volver a casa a jugar con sus perros; le lloraba a Ben por mensaje y él se apresuraba a contestarle con algo extraño y cortante, antes de llamarlo. Así terminaban ambos disfrutando de la compañía del otro llegada el merecido descanso del día.

Sin embargo, no era su desalineada y movida rutina la que le inquietaba, él podía acostumbrarse a lo que sea y no se aburría, sino que junto a la emoción de compartir su primer mes de noviazgo con Ben, estaba el hecho de que como acostumbraba a hacer, -desde que vivía solo- solía partir de viaje, una vez la producción amainaba y tenía un descanso por las épocas festivas... Entonces visitaba a sus padres hasta el Año nuevo.

Estaba muy contento y emocionado por ello, sus padres eran todo lo que necesitaba para saber que el resto del año entrante sería un mejor año, en el cual podría hacer mejores cosas o en su defecto, seguir viviendo igual de tranquilo como lo hacía. Bennett amaba los viajes con sus perros, amaba la casa en donde creció y amaba el ambiente tan carismático junto a las personas que hicieron de él la persona que era; sin embargo, estaba teniendo dificultades para ponerse de acuerdo consigo mismo con respecto a qué haría.

Su situación no era la misma que hace un año, no estaba solo y ya no le gustaba la idea de estarlo.

Así no sólo tenía un conflicto por eso, sino que se sentía asustado por cual sea la decisión que quiera tomar, ¿estaba bien si quería quedarse, aquí, con Ben? ¿Irse por unos días solo estaba bien o podría preguntarle si quería, si estaba dispuesto a ir con él? Bennett no tenía problema en platicar acerca de eso, pero le asustaba más la idea de que fuese incómodo para ambos, más que la idea de revivir al Ben distante e irritado que conocía, incluso la sola idea de recibir una respuesta afimativa le aterraba más que oírlo decir que no.

Todo estaba marchando tan bien entre los dos, sentía que cada día avanzaban un paso más y podían conocerse más. Una vez Bennett descubrió el lado apasionado y cálido de Ben, supo que las cosas irían mucho mejor, quizá le costaba hablar cuando estaba nervioso y tendía a callarse cuando eran momentos como esos los que requerían de sus preguntas directas, pero pasados los días, el pelicían era capaz de notar sus distracciones, de aliviar sus malestares y, si la situación lo ameritaba, le hablaba acerca de lo que fuera que estaba mal, para hacerlo sentir seguro y resolver cualquiera de sus dudas.

Bennett nunca sintió que la comunicación entre ambos fuese mala, a veces sólo no hablanan mucho y otras las cosas fluían muy bien; había aprendido a medida que su relación avanzaba, que cada vez se involucraba más y más en lo que pensaba Ben, en qué cosas le hacian sentir bien, que cosas no le gustaban o cuánto tiempo jugar con su paciencia antes de escuchar una ironía extraña y sonreírle, por eso su dilema se acentuaba en cómo hablar con él, más que en sus nervios por hablarle.

Había temas y temas, si podía sobrevivir cuando preguntaba acerca de la intimidad, creía poder sobrevivir a algo tan trivial como lo era hablar de su viaje para Navidad. Sabía que podía, sí, podía.

—Creo que puedo —dijo para si mismo, volviendo a sentarse sobre la cama recién hecha, viendo en dirección a la ventana y luego, a la canina que se encontraba meneando la cola a su lado—. Pequeña Isabella tú sabes que sí ¿cierto?

—¿Qué es lo que puedes? —. Escuchó de pronto una pregunta cautelosa a su lado, lo cual obligó al pelimora a girar la vista a la entrada del cuarto, donde se hallaba de pie el pelicían mirándolo con atención.

Al verlo parado allí, Bennett se erizó más inquieto tras ver al oji-verdoso de pie en la puerta. Pequeñas gotitas de agua se deslizaban desde ese cabello turquesa humedecido y oscurecido -creando ondas y alargando las puntas-, caían alrededor de su rostro fresco y bajaban por su cuello desnudo, hasta la toalla de algodón que descansaba en los hombros del moreno de piel.

Los ojos del menor no dejaron de limitarse en la expresión expectante de Ben, bajaron hasta la marca definida de sus clavículas y los músculos relajados de su pecho y brazos; pensó que estar familiarizado con ello, no equivalía a acostumbrarse a la emoción acalorada que le transmitía ver el área desnuda del cuello de Ben. Le gustó mucho más que la playera que traía encima marcaba un cuello redondo amplio y se ajustaba en sus brazos, dejando el área dorsal libre para mirar.

—¡Ah! ¿Yo...? Uhmm...

—No te esfuerces. Ya no importa. —suspiró ante la ida y embobada mirada del pelimoda. Quería ignorar, desde luego, la forma invasiva y poco sutil que el menor tenía para mirarlo, o la adulación excesiva por el sector de su pecho que este había adoptado, tanto como para siquiera estar mirándolo a los ojos— ¿Piensas quedarte en pijama todo el día?

—Sí... no, quiero decir no. —Bennett negó con la cabeza, sólo saliendo de su ensimismamiento cuando los pasos de Ben se acercaron cada vez más. Lo tuvo en frente y entonces su vista se sintió forzaba a bajar y encontrarse con la patita de la cachorra sobre su pierna, arrugando la tela de su pijama— Ya me cambio...

—De acuerdo. —asintiendo, Ben se aproximó a empujar su palma sobre la cabeza del oji-carmín, este alzó la vista ante el gesto y le miró con atención— Si piensas venir a dormir cuando quieras, deberías ser más ordenado con tu ropa. —replicó, apartándose para ir hasta el ropero, de donde sacó un par de prendas— ¿Quieres ir a ducharte ahora?

—¿A-Ahora?

—Ahá. —Ben alzó una ceja al mirarlo hacer una mueca nerviosa, queriendo apartar la mirada hasta donde estaba la juguetona Retriever haciendole gracia con la lengua de fuera. Suspiró ante ello, y volvió a acercarse con las prendas dobladas sobre sus manos, para dejarlas a un lado del ansioso chico— Puedes llevar tu ropa si tanta pena te da también ¿bueno?

Bennett inspiró ruidosamente al mirarlo cerca otra vez, volviendo su vista al contrario, quien seguía tan tranquilo y paciente como hace unos momentos. Tragó saliva lleno de pena, no pudiendo apartar la vista del tono acanelado de la piel ajena, ni de la forma tan bonita que adoptaban sus labios cuando este los oprimía. Le apenaba tanto no ser capaz de calmarse, incluso si Ben había dicho en muchas ocasiones que no había nada de extraño en hacerlo, sin ocultar que él también solía mirarlo sin sentir pena por eso.

—Mmh sí, ya voy... —asintió, calmó su respiración y apretó los labios al sonreír un poco más animado. Dejó una caricia sobre la cabeza de la pequeña Isabella y se levantó de la cama dando un salto, mismo que le llevó a estar de pie frente a Ben— ¡Mmh! estoy yendo.

—Bien, entonces iré a preparar el desayuno. —asintió Ben tras llevar su mano a la mejilla caliente del pelivioleta, dejando allí una amplia caricia, hasta cerrar el contacto con un corto y profundo beso. Sintió el cuerpo del otro tensarse y saltar ante eso, pero la forma apresurada en que Bennett le respondió, le hizo reprimir una sonrisa— Tengo libre hasta la tarde, así si quieres hacer algo antes, más te vale apurarte.

—Oh sí... sí. —relamiendo sus labios, el menor asintió con frenesí, apretujando su ropa entre su pecho y brazos. Su voz tembló por unos segundos, hasta que el bochorno en su rostro fue atenuando— Entonces voy.

•[▪]•

Sin embargo, no fue mucho después de que Bennett terminara de desayunar y jugar con la pequeña canina, que cayó en cuenta que su principal objetivo se encontraba estancado y reprimido bajo toda la atención contraria. Encontrarse a si mismo mirando su celular tras una charla extraña con Jeremy -en donde el mismo intentaba alentarle a hablar de ello- se vio en la urgencia de querer hacerlo. Ya con la vista fija en un dedicado peliceleste preparando el almuerzo, se sintió todavía más nervioso, pero iba a hacerlo.

—¿Puedo preguntarte s-sobre algo? —. No había salido como quería, pero era un buen inicio; sus dedos juguetearon sobre la pantalla del móvil apagado y él volvió a tomar un respiro.

—Mmn dime. —aceptó aún concentrado en lo que estaba haciendo. Escuchó un par de quejidos y murmullos tras de si, por lo que, tras terminar de ocuparse con la parte importante, se giró parar mirar al ansioso oji-rojo apretando los labios— ¿Qué pasa?

—Mh bueno, verás... —Bennett tomó un respiro, apartando la vista del móvil para pasarla a un lado— ¿Estarás ocupado estos días?

—Claramente sí: ambos tenemos el resto de la semana agendada. —respondió, pudiendo observar como Bennett apretaba los labios con nerviosismo.

—Heh sí, lo sé... —dijo, soltando una torpe carcajada— Q-Quice decir, después de eso. Digo, si es que... no tienes pendientes este mes.

—Ah. No, a menos que me surja algo de imprevisto. De cualquier modo no me importa. —Ben se encogió de hombros.

—Ya veo...

—¿Por qué tanta pregunta? —inquirió, alzando una ceja, sólo para ver como el chico jugueteaba con sus dedos— Si tienes algo qué decir, puedes decirlo ¿de acuerdo? ¿Hay algo que quieres hacer?

—Es que... si sabes que estamos casi a mitad de mes.

—Ahá... —Ben lo miró más confundido que antes, con una ceja alzada.

—Y faltan pocos días para Navidad... A mi... me gusta la Navidad.

Al oírlo decir aquello con tantos nervios y temor, de pronto Ben intuyó acerca de qué cosas trataba de hablar el menor, sin embargo no estaba seguro de cuál era la razón para que Bennett estuviese así de nervioso. Habiendo expresado con anterioridad que no solía sentirse interesarse ni estar cómodo con la festividad, también se aseguró de dejarle en claro que tampoco era reacio a tomarla en cuenta, pues sin un motivo, no era relevante para él.

—Lo sé... ¿quieres celebrarla? —preguntó con cierto tono rígido, de alguna u otra forma, muy en el fondo sentía que a medida que el rostro de Bennett se tornaba decaído y apenado, más fuerza cobraban sus especulaciones, y aquello no le gustaba para nada.

—No, b-bueno sí, pero es que... e-es que... —, su mirada se encontró con los ojos serios y firmes del moreno, quien a pesar de verse tranquilo, fruncía ligeramente el ceño y presionaba las palmas sobre la superficie de la isla.

¿Cómo se suponía que debía preguntar o siquiera insinuarlo? Era tan malo para eso que sabía que quizá Ben ya estaba dándose cuenta de lo innecesaria que era su pena. No le extrañaba para nada esa mirada tan intensa sobre él, la forma torcida en que se presionaban esos labios, cómo una de sus manos estaba inquieta sobre la mesa mientras la otra se deslizaba por su fleco celestino. Bennett tiritó tratando de seguir hablando.

—Bien, cálmate un poco. —comentó Ben, bajando esa mano que antes ordenaba su cabello, hasta cubrir su frente y parte de sus ojos. Sin poder evitarlo, resopló y chasqueó la lengua— Siento que voy a escucharte balbucear un buen rato antes de que me digas qué pasa...

—Lo siento...

Ben lo observo encogerse en su sitio, refugiándose entre los mimos constantes de la Retriever a su lado, Bennett respiró profundo, se acomodó el cabello y jugó con las mangas del delgado suéter que traía encima. Por alguna razón podía notar a la perfección como aquella pena reflejada en el rostro del oji-carmín, se ligaba más a los nervios que al aparente temor que expresaba tener, así que tras volver a suspirar, se dio a la tarea de respirar hondo y calmarse, tampoco le agradaba que el pobre no se sintiera capaz de hablarle a gusto acerca de algo que lo inquietaba.

—Espérame un momento ¿si? —pidió, para darse la vuelta, bajó la intencidad de la cocina y terminó con el resto los utencilios que debía limpiar, para caminar hacia el sofá, junto al menor.

•[▪]•

«Mierda». Bufó Ben soltando un chasquido en el proceso. Supo que su reacción había sido demasiado para el intranquilo Bennett que lo miraba con una expresión de cachorro asustado, incluso si el chico estaba sobre él rodeándolo con los brazos. El sólo hecho de ver sus ojos granate brillar con ilusión y ansiedad, lo tenían más enojado que antes, no con él, no con la idea, sino consigo mismo.

En el momento en que Bennett mencionó el hecho de que viajaría, le confirmó que en efecto el chico tenía intenciones de pasar las épocas festivas fuera del país cómo solía hacer, aquel no era el problema, podía entenderlo, pero era la pronta intención de invitarlo, la que se había visto constantemente trancada por la desilución. Escuchando la pena palpable probeniente del chico, Ben trató de evitar que siguiera farfullando y expresó su opinión acerca de ello, junto a un desinterés involuntario que le llevó a soltar un frío: «Puedes ir si quieres».

No hubo mala intención en sus palabras, quizá había sido su tono o su falta de tacto, no buscó obtener una reacción tan apenada y sobresaliente, ni que Bennett se sintiera despreciado y le llorase pidiendo que no se olvidara de él, diciendo que si se lo pedía no iba a viajar y se quedaría con él para, según Bennett, que no pasara un Año nuevo deprimente y solitario.

Junto a esto, toda la seriedad que el peli-calipso había adquirido con la charla anterior, se vio como una tontería una vez el menor se olvidó de su nerviosismo inicial y se concentró en platicarle acerca de las cosas bonitas que podían hacer a fin de año y de lo mucho que iba a apreciar contarle a sus padres que ya tenía una relación.

Tanta ilusión en Bennett hizo que Ben tuviera que tragarse todo lo que pensaba decir.

Fue muy testarudo, se negó con firmeza a encontrarse en ese ambiente tan «dinámico» que Bennett plantaba en su cabeza cada vez que hablaba de lo que hacía en casa. No era su fuerte, le costaba demasiado adaptarse siquiera a la idea y por mucho que pusiera de si para evitar que el cálido chico se sintiera mal, también sabía que sería egoísta detenerlo de pasar Navidad y Año nuevo con su familia. Pero claro...

No había un «No» por respuesta, debió imaginarlo desde un principio.

—Maldita sea, Bennett —siseó, llevando una mano a su frente y la otra a penas dejando un par de mimos sobre la cabeza del menor.

—... por eso, pienso que sería agradable... me haría muy feliz. —continuó, su vista volvió a subir y allí el oji-jade chasqueó la lengua antes de soltar un suspiro.

Era una estupidez sentirse tan débil ante ese feo tono chillón y rasposo de voz, que asumiendo que de cualquier manera aceptaría esa soñadora petición, seguía platicándole tan contento sobre cosas que podrían hacer que, incluso si no quería escuchar, lo tenían más que atento.

—¡Bien, voy a considerarlo! —espetó, así logró tomar una postura más firme y sostuvo al menor por los hombros. Enseguida la reacción de Bennett fue parpadear con incredulidad y después elevar las comisuras de sus labios— Deja de mirarme así ¿quieres?

—¿De verdad? —sonrió, siquiera molestándote en disimular su poca espera por la afirmación.

—¿Cuál era tu intención desde el principio?

—Eso... ah, sólo quería... comentarlo y hablar contigo. —contestaba un tanto agitado por la sobrecarga de emociones y la mirada tan amplia que tenía sobre él. Era todo tan distinto, que a veces olvidaba que en el fondo Ben podía ser bastante atento y comprensivo para lo que reconocía— Eres importante para mi, p-pero estos son casi los únicos días en que voy a visitar a mis papás. También quiero pasar mucho tiempo contigo, porque... nosotros, bueno, s-somos novios.

—Bien, lo entiendo —Ben suspiró, en medio de esto se sintió contagiado por esa pequeña sonrisa. Con su palma en la mejilla de Bennett, comprobó el calor albergado allí antes de dejar una caricia con su pulgar—, pero ¿cuál era la necesidad de hacer todo este escándalo? Empiezo a creer que ya sabías que no podría molestarme.

—A veces siento que no te agrada hablar de estas cosas, en general evitas mencionarlo y no quería hacerte sentir incómodo. —apretó los labios, apartando la vista en cuanto vio a Ben fruncir ligeramente el ceño— Digo... sé que no te gusta celebrar y que eres... terco.

—No me gusta, pero podría hacerlo si eso quieres. —Ben ignoró eso último, en el fondo estaba de acuerdo, pero no necesitaba sentirse tan expuesto— Es solo no estoy acostumbrado ni he tenido la necesidad de celebrar ¿bien?

—Bien. —asintió, con el ánimo cálido y el sentimiento lleno de confianza presente, empujó una de sus palmas en el sofá y la otra en el pecho del peli-calipso, para impulsarse hacia adelante y dajar un pequeño beso en sus labios— Oh, eres extraño.

—Puedo decir lo mismo.

—De verdad que quedarme, ir solo, ir contigo, de la forma que sea, e-está bien, me gusta lo que sea que hagamos. —decía, en ese momento pudo sentir como la mirada del aludido se tornaba más intensa, chocando con la suya— Ah, Ben, si dices que sí, va a emocionarme mucho más...

—¿Por qué es tan emocionante? —el mayor presionó los labios, atento y ciertamente alarmado, no siempre solía oír a Bennett llamarlo por su nombre... de esa forma tan sencilla y tranquila, ajena a la pena inminente reflejada en su rostro.

—¿Cómo qué por qué? —chilló, alzando los brazos, mordiendo su labio ante el expectante Ben— Me emocionaría mucho... que conocieras a mi familia.

Oh, justo cuando el chico le lloriqueó con más nervios y bajó la vista, ocultando su rostro en medio de su pecho, Ben supo que «considerarlo» no iba a durar mucho.

•~•~•~•~•~•~•~•~•
¿Qué tal? Hola :>

Capítulo bonito y suavecito porque se van a venir cosas buenas B) creo¿

Siendo sincera me pone re nerviosa la tensión encima de Bennett, la tensión encima de los dos también ajahs xd

Pero bueno, tenía planeada una cosa y el resultado final del capítulo fue una totalmente distintas, pero aún así sigue la idea de lo que quería hacer, así que está bien.

Como saben, a veces hay cositas que se ven aclarando lentamente y otras que no necesito especificar hasta que llega el momento, pero en cualquier caso trataré de no saturar la lectura, así que espero se pueda leer bien bonito uvu

Va, ya saben, no olviden votar y comentar qué tal les pareció, los leo sisi
Espero que hayan disfrutrado del cap y nos estaremos leyendo próximamente en nuevas actualizaciones!

Bye☆

                       「NiakuTan」

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro