•°~°Capítulo 63°~°•

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Después de aquella plática las cosas habían quedado lo suficientemente claras, tanto como para que Bennett se sintiese mucho más confiado con respecto a las dudas que le molestaban. Estuvo satisfecho con cada respuesta y su curiosidad se sintió bien saciada. Así ambos decidieron dar por terminado, de momento, todo tema relacionado a ello.

Estaba feliz, le gustaba a donde lograron llegar y le gustaba aún más que Ben estuviese dispuesto a hablar un poco más con él.

Una vez resuelta la duda principal que mantenía a Bennett lleno de inquietud, este ocupó cada pequeño instante en obtener atención, disfrutó de lo amable que era Ben al tomar en cuenta sus gustos, para seguido terminar por acapararlo el resto de la tarde, incluso si el programa de la semana les impedía disfrutar de sus momentos a solas.

Aun así Bennett estaba entusiasmado; ese día largo y arduo, lleno de trabajo, lo llevó a las tomas donde sus personajes estaban cada vez más cerca y pronto podían llegar a tener mejores escenas juntos. Si bien la proximidad que manejaban seguía siendo a penas prudente, Bennett amaba mucho más la libertad que se le permitía adoptar ante la nueva voluntad de su personaje: donde la evasión al tacto era más flexible y la interacción comprendía la reciprocidad.

Sus diálogos siempre tendían a ser tan cortos y ariscos, transformando todo un ambiente tenso en algo poco serio y maleable. Las palabras no funcionaban  como deberían, y con su fuerte puesto en los gestos, las acciones eran precisas.

Habían estado trabajando tanto en esto, que llegar hasta este punto tenía a Bennett más entusiasmado de lo que le gustaría. Después de tanto, tantos tropezones y temporadas, por fin, Bennett podía tomar la iniciativa en un consensuado y cálido beso.

Recordaba cómo solía recibir indicaciones y límites, así Ben le proponía tomar cualquier ventaja para evitar que sus labios llegasen a toparse, más de lo que lo haría un beso apegado a las tomas objetivas; pero Mike siempre se interponía entregándoles indicaciones específicas: «Actúen de la forma que sea, pero debe verse genuino». Fue así como Ben se resignó a apelar, callado por los acuerdos extras, y Bennett en realidad se sentía bastante cómodo con el resto.

De esta manera el choque casi directo entre sus labios se volvió inevitable, con ambos convenciéndose a si mismos de que si no había intención, no era un beso real.

La toma cambiaba a nueva cuenta y volvía a iniciar con mayor intensidad; las pláticas eran pasajeras y las miradas profundas. El peli-violáceo se encontró atrapado y expectante ante la mirada profunda del peli-turquesa parado frente a él, pero no desaprovechó la oportunidad de lanzarse sobre este, succionando sus labios y empujándose contra ellos, con el torso presionado sobre el ajeno, tan brusco como ansioso, lleno de enojo y energía, pero también resuelto entre emociones que ya podía interpretar con mayor claridad.

Era una mera costumbre jugar con las perspectivas y los complementos, así el menor lograba disfrutar de las caricias imprevistas y la presión en su boca. El roce sencillo entre el labio superior y el inferior se hacía húmedo, deslizándose con lentitud por las comisuras, hasta que la toma solía orillarlos a lo explícito, algo que en general no era más que exagerar un movimiento ya previsto.

Sin embargo, el ambiente cambiaba totalmente, una vez que sus lenguas se encontraban...

Bennett no era consiente de que no había excusa para esto, no había manera de evitar que el contacto fuese directo y real. Sentía la húmeda ajena jugar con su lengua, su boca siendo agredida con rudeza, el chasquido de los movimientos de sus labios empujándose y separándose constantemente, hasta que ya no lo soportaba más; decidido a tomar y aprovechar su libertad creativa, Bennett deslizó sus manos por el pecho del moreno y la plantó en la mejilla morena. Lo besó como quiso, ignorando las obvias miradas constantes bajo las cámaras a los lados.

—¡Perfecto, corten!

Por un par de instantes él sintió como Ben tropezaba en medio del beso, como si estuviese dispuesto a salirse del papel para seguirle la corriente, se removió y empujó contra su boca. Bennett siseó en medio de los labios ajenos, queriendo sonreír ante lo mucho que Ben se apegaba a las reglas y limitaciones. Aunque, como no había sido el único que ignoró el llamado al corte de escena, Mike lo repitió unas dos veces más, hasta que tuvieron que separarse.

Soltando un largo suspiro al recuperar el aliento, el más bajo sonrió, enseguida el moreno frunció el ceño, pero Bennett sabía que no estaba molesto en absoluto.

—Es gracioso, puedo besarte si quiero y aunque sí se dan cuenta, no es importante porque de todas formas lo que debemos hacer es besarnos —comentó Bennett en cuando se encontraron ambos fuera de la toma. A su lado Ben suspiró con la vista a un lado, pudo notar su ceño aún fruncido, pero sus labios oprimidos en un gesto ligero y agradable, le hicieron sonreír.

—Nadie te impide hacerlo, sólo... no abuses de ello. —Ben se encogió de hombros.

—Pero, tú también lo hiciste... —, en medio de un pequeño gesto entre apenado y sonriente, Bennett se movió hacia un lado para atrapar con la vista los ojos verdosos del mayor, allí notó como estos le miraron con atención antes de removerse y escapar de su vista.

—No lo hice.

—Mmh, eso... se sintió bastante real para mi —mencionó, sus manos se vieron entretenidas jugueteando entre si, mientras a su lado Ben seguía tan serio como pretendía estar, haciéndole inclinarse para buscar su vista nuevamente.

—Claro que no —bufó con los labios apretados, asimismo el pelimora sonrió con amplitud y se empujó hacia un lado, buscando rodearlo con los brazos. En ese mismo instante la postura tranquila de Ben se vio interrumpida por la evidente muestra de afecto a la cual se vio incapaz de ignorar—. Por favor, Bennett.

—Ustedes dos... —Mike iba a reprenderlos, pero sólo suspiró y luego de un par de señas, los llamó—: Prepárense, tenemos mucho que hacer hoy.

•[▪]•

El trabajo constante y el arduo esfuerzo dieron sus frutos entre esos mismos días. Bennett solía sentirse muy realizado, aun si el inicio de su día lo llenaba de nervios ante la idea de acabar un proyecto en el que se divirtió durante mucho tiempo.

Haber estado tan inmerso en sus escenas y en la ansiedad por finalizarlas, hicieron que casi pasara por alto el hecho de que compartía cercanos escenarios con Ben en muchas ocasiones, llenos de emociones profundas y situaciones que le llevaron a replantear varios de los objetivos que quería tener.

Amaba cada interacción y se apenaba más por el hecho de tener que reprimirse al besar al peliceleste, que por el hecho de que una de las últimas escenas que grabaron juntos y completamente solos, implicó más contacto del que recordaba que sería; sin embargo, aquí estaban, en ese último escalón que separaba el descanso con la satisfacción, grabando y volviendo a grabar junto a gran parte del equipo, hasta que Mike se sintió conforme con todo lo que consiguieron.

Bennett no se consideraba muy fanático de actuar en series extensas, pero si que las disfrutaba a montones y podía llegar a enamorarse de cualquier tema que tenga acción física y emocional, mucho más cuando su fuerte eran las emociones complicadas y los personajes distantes. Era por eso que verse a si mismo crecer conforme más avanzaba, era un logro del que disfrutaba un montón.

Cuando se miró a si mismo interpretar una de sus últimas escenas en solitario, y posteriormente con varios de sus colegas, se sintió tan extraño y melancólico. No llevaba tantos años actuando y este no sería el último rodaje extenso que de seguro tomaría, pero recordaba, que hace mucho esta había sido la primera obra que aceptó tomar.

Recordaba su emoción por conocer al fin a un Ben tan tosco presentándose a su lado, dispuesto a interpretar el papel junto a él y también recordaba lo mucho que se sorprendió con la habilidad que tenía el mayor para acoplarse a un personaje tan radiante y opuesto a él.

Esos días se sintieron cargados de cosas por hacer, ya habiendo dado un último respiro de satisfacción ante el agradecimiento del director después de finalizar la producción; Bennett sabía qué responder a los gestos de orgullo, los abrazos y lloriqueos de Mike invitándolo a una fiesta antes de que se vaya, no eran las cosas más complicadas de todo, sino que estar al tanto de los cambios en su vida desde que todo comenzó, le hacía sentir muy, muy nostálgico.

Aún había una que otras cosas por hacer, Bennett estaba nervioso y contento a la vez, pero ya podía decir con seguridad que tenía libertad para dormir hasta tarde y el resto de sus días libres para disfrutarlos como quisiera.

—¡Estoy tan cansado! Quiero dormir... no, quiero jugar con ustedes y dormir después —siseó Bennett en el mismo instante en que atravesó la puerta del departamento, encontrando a sus dos bebés esperándolo, bien portados y saltando por su regreso—. ¡No! Quiero que vayamos a ver a la pequeña Isabella, jugar y dormimos después. —se corrigió, extendiendo sus brazos al agacharse y recibir el afecto de los dos mallorquines. Tras eso, se giró, sólo mirando como Ben alzaba una ceja, aún en la entrada—. Mmh ¿podemos, cierto?

—Bien, haz lo que quieras. —él sólo se encogió de hombros y cerró la puerta tras de si. A los pocos segundos, Bennett se levantó sujetando una de las patas de ambos perros entre sus palmas, haciendo una mueca extraña y contenta.

—¡Bien! —El pelimora les dio una última caricia a los perros, estos saltaron en sus patas traseras y se empujaron con las delanteras sobre el estómago de su dueño, enseñando sus lenguas. Bennett soltó un jadeo lleno de ternura, y les dio otra caricia—. Esperen, primero... humm, iré a darme un baño... —, llevó su mano hasta el coletero que ataba su cabello en una coleta baja y lo quitó, permitiéndole a su cabello descansar sobre sus hombros—. ¿Puedes...?

Una vez se pasó las manos por su cabello, despeinándolo y soltándolo al mismo tiempo, Bennett se giró para encontrar su vista con la del peli-calipso, a penas hizo un puchero y alzó las cejas sin llegar a terminar su pregunta, cuando Ben torció los labios y rodó los ojos, asintiendo.

—Sí, sí, voy a estar aquí de todos modos.

—Gracias... —Bennett sonrió y dejó de jugar con su cabello; se concentró en eliminar primero las dos capas de ropa exterior que traía encima y se dirigió al moreno—. No voy a tardar. Mis bebés no van a impacientarse tanto, Jeremy me dijo que ya tuvieron sus paseos y que les dejó su comida antes de irse.

Ben asintió, bastante acostumbrado a la mención del pelirrojo y a la rutina de los últimos días: terminaban siempre el día llegando tarde al departamento del menor y él se quedaba con los perros de Bennett, mientras el chico se dedicaba a hacer cualquier otra cosa pendiente, hasta que terminaban el día juntos.

Salvando algo de todo esto, Ben podía decir con certeza que hasta se había acostumbrado a la dualidad de los dos canes con respecto a su presencia, uno era muy energético y cariñoso, mientras que el otro era reservado y tranquilo, pero usualmente cuando estaban con el oji-rojo adoptaban un comportamiento casi idéntico, a penas distinguiéndose el uno del otro sólo cuando Ben tenía a uno de los perros mirándolo lleno de desconfianza.

Al momento en que el peli-malva anunció que no tardaría en absoluto, lo cual el mayor sabía que no sería así, los perros se sentaron frente a él meneando la cola con sincronía. Ben frunció el ceño en el mismo instante en que uno de los perros se alzó, con intenciones de reposar una de sus patas contra su ropa, sin embargo, eso no le impidió al can pararse en sus patas traseras buscando hacerle gracia.

«Carajo». Ben se había vuelto tan débil ante esas expresivas caritas de cachorro; estirando la mano consiguió que el perro ladrase y levantara la pata para ponerla sobre su palma. El otro perro también ladró y, de fondo, pudo distinguir el sonido del agua de la ducha hacer eco entre las paredes del cuarto de baño.

Tenía bastante tiempo que pasar con esos dos perros aún.

•[▪]•

Al momento en que Bennett terminó de secarse el cabello, aún en el cuarto de baño, se encontró con una enorme y extraña duda repentina, al mantener la mirada sobre si mismo.

No solía ponerse a pensar tanto acerca de la forma en que se mostraba a otros, o en su estilo personal apartado de aquella marca con la que se caracterizaba. Su apariencia lo tenía sin cuidado, era consiente de qué tan llamativo era y con eso era suficiente; como cualquier persona, se ocupaba de mirarse al espejo y en realidad se sentía bastante a gusto con la imagen bien parecida que podía ver allí.

Deslizó su mano, con cuidado, por las ondas de su cabello púrpura a penas seco, ligeramente oscurecido por la humedad y desordenado gracias al aire cálido de la secadora; aunque, lograr ver la raíz oscura asomarse por encima de su cabeza o las puntas de su cabello esponjarse mientras mejor lo secaba, no eran las razones del porqué fruncía el ceño lleno de duda, sino que el hecho de ver su cabello caer por sus hombros desnudos y con ello darse cuenta de lo delgado que era su rostro, lo hizo cuestionarse un montón de cosas.

Había comenzado mirando la forma en que el cabello cubría los costados de su cara y encogía el grosor de su cuello, de paso creaba la sensación de que sus hombros fuesen más pequeños de lo que eran, con la silueta de su cuerpo pareciéndole delgada en el espejo; pero en general su cuerpo era bastante menudo, si bien notaba ser algo más bajo que las personas que conocía, podía sentir que era una persona bastante sobresaliente si no se ponía a pensar en sus puntos negativos.

Al mover su brazo con la secadora, buscando abarcar cada punto mojado de su cabello, podía ver con claridad la forma resaltada en como se tensaban sus músculos, estirando la piel sobre sus clavículas y con ello el área de su pecho. Se miró por un par de segundos, su abdomen era firme, mas el tono claro de su piel solía hacerlo ver bastante más delgado y suave de lo que en verdad era.

Apretó los labios y apagó la secadora, al instante el silencio y la ausencia del calor rozando su cuello y cabeza le hizo aligerar su expresión. Su cuerpo no tembló ante el cambio de temperatura, aun cuando apenas tenía puesta la toalla alrededor de su cintura y los pies secos sobre un par de pantuflas cálidas.

Resopló cuando el mismo pensamiento invasivo le hizo torcer más los labios, bien, no era extraño pensar en ello, su cuerpo era algo de lo que nunca se había preocupado antes. Consiente de ello y a gusto consigo mismo, era más que suficiente. Sí, sólo estaba nervioso porque... porque era la primera vez que tenía esa clase de duda, con respecto al atractivo de su cuerpo.

Salió del cuarto de baño, un poco más ansioso de lo habitual, y en el momento en que estuvo a punto de ponerse la primera prenda superior, mordió su labio y se detuvo. Bueno, no podía quedarse con esa duda, era demasiado. Tomando la valentía para resolver esa duda, incluso si le apenaba pensar que era absurdo, quería escucharlo y saciar la inquietud que le estaba provocando; así que, con la camiseta en la mano, salió de la alcoba y se encontró parado en la entrada de la sala, mirando con insistencia al confundido e indiferente Ben, que había bajado el celular, para mirarlo.

—¿Qué pasa? —Ben lo miró, más dudoso que antes al notar la fuerte mirada del menor, que pareció firme incluso bajo el notable bochorno que bañaba su rostro.

—¿P-Puedes verme, cierto? —, ignorando el escenario que tenía en frente, con la bonita imagen de Ben sentado en el sofá junto a los perros, Bennett dio un par de pasos al frente. Su labio temblaba, pero aun así extendió ligeramente los brazos y se apuntó a si mismo.

Ben centró su vista en las expresiones tan claras en el rostro de Bennett, mismas que le hicieron alzar una ceja y fruncir los labios, con cierta gracia. El menor no parecía tener idea de lo transparente que era en ese mismo momento, al punto en que la forma temerosa en que arrugaba la prenda en su mano se hacía graciosa y poco sutil.

Entonces lo miró con más detalle. Oh bien, talvez estaba entendiendo; no poder ignorar la desnudez parcial del chico era algo natural, estar al tanto de lo mucho que le gustaba verlo era algo que quizá le costaba admitir abiertamente, pero Ben ya tenía la certeza de que ese era el problema, tomando en cuenta la expresión ansiosa en el rostro sonrosado del chico: Bennett era demasiado evidente, mientras que él no mostraba mayor reacción por fuera.

—Lo hago, te estoy mirando. —asintió, subió y bajó la vista, así el contorno agradable y pálido que definía el torso de Bennett, era más llamativo conforme más lo observaba.

—Mírame bien —volvió a pedir, haciendo énfasis en ello. Con pena, una de sus manos apuntó el centro de su pecho, y cuando consiguió la mirada intensa del mayor sobre él, añadió—: Soy un hombre, tú... t-tú también.

Ben bufó, aquello sonaba tan estúpido, pero sabía que era muy obvia la dirección hacia donde Bennett quería llevar esto, por lo que, para evitar pasar más tiempo entretenido en la forma en que se tensaba la piel lechosa de Bennett en el área de sus hombros, decidió apartar la vista y dejar de lado el móvil, y tras un respiro, volvió a mirar el peli-violáceo, quien lucía cada vez más nervioso.

—Estoy muy consiente de eso —contestó Ben. Ante su calma, el aludido siseó y encogió los hombros tras un leve temblor que lo hizo retroceder un paso. Mirarlo hacer esas muecas, con el pelo desordenado, el rostro avergonzado y el cuerpo encogido, era  entretenido—. Bennett, eres un hombre muy... bonito.

—Oh... —. La reacción fue casi inmediata, Bennett apretó los labios y en cuestión de segundos, tenía el rostro tapado entre sus manos y la prenda que traía en una de ellas, murmurando algo inentendible y luego volviendo su vista al frente—. Tú también lo eres...

Ben reprimió otra reacción, se puso de pie y soltó un largo suspiro, antes de aproximarse al apenado oji-carmín, quien no hizo más que mirarlo quieto desde donde estaba. A medida que la cara de Bennett enrojecía conforme se iba acercando, pudo apreciar los distintos cambios en la expresión del más bajo. Ver cómo estaba avergonzado, pero lleno de curiosidad, hasta transformar los nervios en ansias y sonreírle a penas Ben se encontró en frente, tomándolo por los hombros, se le hizo en verdad muy lindo.

—¿Qué es lo que te molesta ahora? —inquirió, su vista fija en los ojos tintineantes del otro.

—Ah, bueno... —balbuceó, sus hombros se contrajeron un poco más y pudo sentir allí un par de caricias, los dedos pulgares del moreno rozando su piel y el resto de su palma deslizándose poco a poco por la curva de estos—. Sólo tenía curiosidad...

No pudo seguir hablando, aunque quiso, pues se sintió tan tranquilo e inmerso en la ligereza de las manos tibias que rozaban sus hombros y brazos, que ignoró la proximidad cerca de sus labios. Su cuerpo saltó lleno de emoción, respondiendo al momento en que los labios de Ben atraparon los suyos, allí su boca no se limitó a la recepción y en el instante en que pudo adaptarse a la sensación, besó al pelicían con mayor intensidad y se empujó contra este. No supo en qué momento había dejado caer la camiseta, pero se encontró contento acariciando la piel de las mejillas de Ben, sujetando su rostro y succionando sus labios.

Ben lo escuchó suspirar a penas se separaron, murmuró algo a lo que no le prestó atención y volvió a besarlo a penas su respiración se estabilizó. Sus labios se juntaban y volvían a separarse cada cierto tiempo, se deslizaban sobre los ajenos de forma sencilla y precisa, Bennett retomó el aire al separarse unos momentos, oyendo la respiración del más alto chocar contra sus labios húmedos y aunque interrumpió un «Hey» con la boca, supo que seguía siendo bienvenido hasta que se sintiera conforme.

Era su manera de sentirse más tranquilo, por mucho que terminase peor que cuando inició. Había perdido la sensación cálida de las manos ajenas en sus hombros, pero no fue consciente de ello sino hasta que las sintió recorriendo parte de su espalda e ir bajando progresivamente hasta sus costados. A penas sentía cada sector que tocaban por el caminito de calor que dejaban en su piel. La presión con el paso de los segundos, iba tornándose más severa y notoria, las sentía apretar sus costados, tocar su abdomen con tanta lentitud, moviéndose de un lado a otro hasta separarse entre su pecho y costado.

Cuando Ben deslizó los dedos de su mano derecha por el costado de su cuerpo, Bennett sintió calor y calma al mismo tiempo. Su cuerpo tembló agitado por el tacto, pero gracias a esto sus pensamientos pudieron ordenarse mucho mejor de lo que le gustaría, pudo distinguir cada ligero roce de los dedos ajenos en su cintura y pecho, los labios amenos de Ben saboreando los suyos y el estado de total comodidad en que se encontró junto a él, sonriendo a penas sus labios dejaban de empujarse entre si.

—Talvez no he sido lo suficientemente claro —murmuró sobre los labios del contrario, la mano que antes tanteaba cerca del pecho y hombro de Bennett, subió para acunar su mejilla, obligándolo a mirarlo—: Eres atractivo para mi ¿bien?

Los ojos de Bennett le vieron con atención, denotando las facciones serenas y serias del contrario. Al ver a Ben tan cercano y agradable, su expresión antes inquieta se tornó más animada y tranquila, Bennett asintió y deslizó los brazos tras la espalda del moreno, arrugándole el saco. Su proximidad fue recibida con un empujón en su espalda baja, lo que le hizo sonreír mientras inclinaba el cuerpo hacia el frente, sin dejar de mirarlo.

—¿Atractivo... así? —inquirió, lo suficientemente cerca de los labios delgados de Ben como para no notar ni un sólo titubeo en estos, antes de sentirlos rozarse contra los suyos por unos segundos.

—Bennett, maldita sea, me gustas —comenzó a aclarar, su pulgar trazó una línea invisible por el pómulo y mejilla del menor, hasta llegar al borde de sus labios. Difícil ya no era hablar acerca de su agrado interno por el chico, no, difícil era hacer que Bennett estuviese satisfecho—. Tu cuerpo, todo tú... me encanta.

La respuesta hizo al aludido ensanchar su sonrisa, incluso si su cuerpo tiritaba por el choque de temperaturas y el aumento de su ritmo cardíaco. Las puntas de sus dedos se clavaron en la tela del saco de Ben, apretándose en la espalda de este, buscando sujetarse mejor; su pecho se encontró pegado a la camisa del moreno, detestando que el perfume impregnado en la ropa de Ben le hiciese perder el contacto directo con el calor y el aroma corporal del mayor.

—Bien, e-entiendo... —suspiró, sintiendo otro apretón cerca de su espalda, el tacto cálido le hizo perder la concentración, y el roce del pulgar ajeno cada vez más cerca de sus labios, lo tenía ansioso—. También, también... Mmh.

Bennett era muy fácil de encantar, pero también era complicado tenerlo satisfecho, una vez se confiaba no había manera de calmarlo hasta que el chico se moría de los nervios o de la vergüenza. Cuando el paseo por su labio inferior se hizo lento y tortuoso, tomó un respiro y besó los labios de Ben, subiendo sus manos por la espalda del mismo, hasta establecerse y enrollarse tras su cuello.

A Bennett le gustaba mucho cuando los brazos del peli-cían se instalaban en su cintura, acariciando su piel y rodeando su espalda, le gustaba la forma tan firme en que presionaba ese sector para abrazarlo. Era demandante pero a la vez muy cariñoso, dejando a menudo un espacio para permitirle separarse si así lo quería, pero por lo general Bennett tomaba cada oportunidad para acercarse más...

En medio del choque entre sus pensamientos, embobado por el roce de las manos de Ben en su piel y tan aturdido cómo podía estar, en medio de un beso largo y húmedo, Bennett comprendió mejor su respuesta. Esto también le gustaba, Ben le gustaba y con ello todo de él era agradable de la forma en que fuese.

—De acuerdo —Ben se separó, dándole unos segundos al desorientado pelimora, para recomponerse—, no puedo con esos dos mirándome así.

—Ah, pero...

El menor quiso replicar, mordiendo su labio fue capaz de reincorporarse cuando, ante la mención, los perros soltaron un ladrido sincronizado a su dirección. Los vio a ambos sentados cerca del sofá principal, con las colas chocando contra la alfombra y las orejas de lado, uno ladeaba la cabeza mientras que el otro se hallaba quieto y con la vista fija sobre ambos. El oji-rubí sintió su cara arder más de lo que ya estaba.

Jadeó, queriendo esconderse en el cuello ajeno, sino fuera porque ya estaba lo suficientemente ansioso como para moverse. Sus brazos luchaban entre seguir aferrados al cuerpo más alto o soltarlo, pero su cuerpo ya se hallaba tembloroso por el cambio de temperatura entre ambos.

Lloriqueó, negando con la cabeza cuando el agarre en su espalda se hizo suave y pronto desapareció; lloró más cuando Ben dejó de sostenerlo y acarició su mejilla, dejando un beso en sus labios seguido de otra caricia más ligera en su cabello, palmeó su cabeza y se agachó, volviendo para tenderle la prenda.

—Anda... hace un poco de frío —mencionó, su vista fija e intensa. Bennett le miró, completamente ruborizado y a penas sonrió—. Hablaremos de esto... más tarde ¿bueno?

—Bueno, sí... Voy a terminar de vestirme —voceó, apenado. Ben suspiró a su lado, asintiendo. Giró su vista a sus perros, ellos seguían sentados, pero se notaban más relajados al oírlo—. Quédense tranquilos, y-ya... ya vengo.

El camino hacia la alcoba se le hizo largo y extraño, estaba frío pero a pesar de que el tenía calor, no dejaba de sentirse tembloroso, su respiración estaba calma pero errática a la vez y sus pulsaciones zumbaban en sus oídos, haciéndolo detenerse a regular su respiración cada cierto tiempo. Se llevó una mano al pecho al terminar de ponerse la camiseta, arregló el cuello alto y se mantuvo entretenido jugueteando con las mangas de la misma, hasta que se sintió lo suficientemente tranquilo como para proceder con el resto de ropa.

Al llegar a la sala volvió a encontrarse con la imagen tan pulcra de Ben aún de pie junto a los perros, Alan estaba sentado a un lado de este sin dejar de mirarlo y Matthiew se encontraba recostado en la alfombra, con la cabeza reposada sobre el zapato del moreno. Bennett sonrió, que sus bebés también empezaran a llevarse mejor con su novio, era algo que lo hacía sentir muy satisfecho.

—¿Qué pasa? —preguntó Ben, cuando se dio cuenta que el chico seguía parado allí desde hace un rato.

—¡Ah! No, nada... —negando con las manos, Bennett sonrió y se acercó hasta donde estaban. En seguida sus perros se levantaron a exigir atención— Es que se veían tan lindos los tres y me pone tan contento notar que ya se llevan mejor.

—Uh, eso creo... —Ben se encogió de hombros, su vista se concentró en la alegría enorme con la que los dos perros, antes tranquilos, saltaban y se frotaban contra la mano del peli-mora.

—Bueno, ya estoy listo y se nota que quieren jugar ahora —suspiró Bennett, dobló un poco las rodillas y observó los ojos ansiosos de sus dos perros. Dejó una caricia simultánea en la cabeza de ambos y volvió a erguirse—. Vayan por sus correas para que salgamos ¿si?

—¡Wuaau! —. Ambos perros ladraron y corrieron hasta la puerta de entrada. En la percha se hallaban dos correas verdes y un par de accesorios para cuando usaban el arnés; uno de ellos saltó y el otro empujó las patas contra la pared para alzarse y agarrar la correa con el hocico.

Bennett soltó un ruidoso sonidito enternecido cuando ambos canes se presentaron frente a él con sus correas correspondientes en el hocico, Alan se sentó frente a él y Matthiew se mantuvo parado mirándolo y meneando la cola. Sonrió y se agachó para anclar las correas a los collares de sus dos perros, mientras que Ben a su lado no dejaba de mirarlo con atención que trataba de disimular bien.

—¡Ya estamos! —exclamó Bennett, caminó con los perros sujetos por las correas; con su mano libre, se apresuró a sujetar a Ben por el brazo— ¿Quieres llevar a uno tú? —ofreció, acercándole las correas.

—No, no qu- —Ben alzó una mano para negarse, pero por supuesto, no alcanzó ni a terminar de hablar cuando Bennett tomó su misma mano y pasó sobre ella el mango de una correa.

—Mira, a Matthiew le agradas mucho. —animó, con la vista en el perro alegre que ladraba poniéndose a su lado.

Volvió a enrollar su brazo en el de Ben, quien no hizo más que resoplar y sostener  la correa. Bennett sonrió contento al verle hacer un intento por corresponder a las muestras marcadas de afecto que el can más alegre le entregaba. Con esa sensación agradable encima, giró la vista para encontrarse con los ojos verdosos del mayor, este le miró del mismo modo y cuando Bennett hizo un gesto, deslizando su mano por el brazo contrario, Ben volvió a suspirar.

—Lo que sea, tómala —indicó, buscando la mano temblorosa de Bennett para sostenerla con la suya.

El apretón ansioso y la sonrisa radiante que recibió en respuesta le indicaron lo contento que eso había puesto al chico; Ben estaba seguro de que podrían hacer algo tan simple como esto cada vez y aún así, Bennett no iba a cansarse de celebrar cada interacción como si fuese un logro.

—Vamos, vamos; la pequeña Isabella seguro está solita y aburrida, debe extrañarte mucho —expresó Bennett, dando pasos largos hasta la puerta— ¿crees que ella me extrañe también?

—Sí, Bennett.

—También extrañará a mis bebés, hace días no los llevo conmigo, no debe tener con quien jugar —continuó hablando, una vez salieron del departamento y Bennett se aseguró de no olvidar nada esta vez— ¿crees que ella los extrañe?

—Eso creo...

—Sí, yo también lo creo. Mis bebés ya casi no juegan tanto entre ellos, pero se ponen tan contentos cuando van a verla —mencionó sonriente, camino al ascensor, los perros soltaron un ladrido agudo, y apresuraron la caminata—. ¡Oh~! ¿cierto que sí? Me gusta verlos jugar... ¿a ti no?

—Mmh... —asintió.

—Aunque son muy grandes y la pequeña Isabella también está creciendo mucho, en un par de meses seguro ya alcanza tantito a mis bebés, ¿tú qué opinas?

—Uh, no tengo idea.

—Ella va a crecer mucho, bueno, no mucho, pero si va a ser grande, ¿te molestan los perros grandes?

—Bennett, mira, no lo sé ¿si? —. Ben no se llevó una mano a la frente sólo porque no podía hacerlo, suspiró y le dedicó una mirada paciente al contrario, quien ya estaba tildando con ánimos el botón del ascensor— No tardaremos nada en llegar ¿puedes, por favor, estar tranquilo hasta que lleguemos?

—Oh... —Bennett ladeó la cabeza, fijo su vista en sus perros, y luego en su mano envuelta por la mano morena de Ben, aquello le hizo sonreír y cuando volvió su vista, asintió con firmeza—. Puedo, sí, claro que puedo.

—Cielos, gracias.

•[▪]•

—¡Estoy tan, tan, tan contento! —declaró un emocionado peli-violeta, alzando una de sus manos. Saltó y se sentó a un lado del expectante peli-cían, quien no dejaba de verlo con esa misma amena y tranquila expresión de siempre—. Es la primera vez que tengo una relación, ¿sabes que este es nuestro primer mes?

La euforia con la que Bennett mostraba su ilusión era mucha, el chico desde hace unos minutos había estado ojeando la hora en el celular, así hasta que diera la medianoche y el número que marcaba el día cambiara. En ese momento Bennett lloriqueó y seguido de esto sus ánimos considerablemente se elevaron, lo tuvo riendo y hablando sin parar por un par de minutos, contagiando a los tres perros que comenzaron a saltar y correr por la sala.

Ben no se sintió capaz de reprender a ninguno, incluso si los cuatro habían estado causando alboroto por un buen rato. En el fondo, la sensación cálida instalada en su cuerpo era poco a poco más agradable y fácil de recibir.

Observar la alegría con la que el chico mencionaba aquello era... distinto a cómo pensó que sería. No era una situación nueva, sin embargo, era completamente distinta para él, pues tanto su percepción de lo que eran el uno por el otro, de su relación o de sus propias acciones, se hacía cada vez más ligera, más sencilla y aceptable.

—Lo tengo presente. —Ben presionó los labios, reprimiendo una sonrisa.

—En treinta días más ¡no! treinta y uno, tendremos dos meses —chilló, su sonrisa se hizo más grande—; luego tres y luego cuatro; y cinco, y seis... ¡tantos! ¿q-qué haré en todos esos? —siguió hablando, confundido y nervioso, pero mucho más animado de lo que esperaba. Reposó su cabeza en el hombro del pelicían y poco a poco se sintió más cómodo—. ¿Tenemos que hacer algo o los meses en realidad no se celebran?

—Si quieres hacerlo, podemos.

—¿De verdad? ¿en serio? —Bennett lo miró lleno de emoción, volvió a sentarse sólo para poder mirar mejor los ojos verdes del mayor— ¿Podemos?

—Bennett, es lo que acabo de decirte —repitió, esta vez mordió su labio para evitar soltar algún comentario tosco y frecuente, incluso si no podía evitarlo, sabía que no serviría de nada molestarse cuando veía a Bennett tan contento y distraído.

—Oh, qué lindo todo. Esto me gusta mucho —siseó. Inclinó su cuerpo hacia un lado y depositó un pequeño beso en los labios del moreno, dejó otro más cuando el primero fue rápidamente respondido, y dejó un tercer beso cuando el segundo no fue suficiente—. ¿Mañana podemos hacer algo lindo? ¿podemos hacer lo que yo quiera?

—Si eso quieres, no me molestaría.

—¿En serio? ¿De verdad?

Bennett lo vio asentir, su mirada era más cálida de lo que recordaba, pero a la vez seguía siendo igual de indiferente como le gustaba. Bennett creía que todo se sentía mejor si le ponía mucho empeño en ganarlo; incluso si ya lo tenía, recibir su beso de recompensa, se sentía mil veces mejor que cualquier beso.

Su momento se detuvo cuando, ante las repetidas muestras de afecto entre los dos, la alegre cachorra saltó sobre él y se paseó por todo el sofá pisándoles en el acto. Ella buscó atención, Bennett siseó porque no podía decir que no y quien menos podía negarse, era Ben; el oji-rojo lo vio resoplar con enfado y lo que le pareció una intención de bajarla del sofá, se convirtió en una caricia escasa sobre la cabeza de la canina.

Esa clase de cosas a Bennett le gustaban mucho, podía ansiar tanto esa misma atención, pero su pecho se llenaba de alegría cuando veía a Ben dejarse llevar por su lado más sensible, mimando y regañando a la pequeña a partes iguales, sin ser brusco pero siendo tan firme como podía. No lograba explicárselo bien, sólo sabía que le encantaba verlo ser lindo con su cachorra.

—Hay algo que también quiero... —dijo el menor en medio de un alegre suspiro. Había puesto sus codos sobre sus muslos y las palmas acunando su rostro, atento a cada gesto del moreno.

—¿Qué cosa? —Ben alzó la vista, por reflejo, la cachorra hizo lo mismo y ladró en dirección al pelimora.

—Mm, ya que somos novios… ¿la pequeña Isabella puede ser mi bebé ahora? —expresó con anhelo, en respuesta recibió una mirada confusa; la canina pareció entender más rápido que su dueño, ella volvió a ladrar y menear la cola, antes de lamer la mano del pelicían y saltar a su lado, subiendo al sofá.

—¿Bebé?

—Sí, y-ya sabes, cómo mis bebés. —Bennett sonrió, a veces sentía que Ben era tan malo para captar esta clase de cosas, que hizo falta llamar a sus dos perros, para hacer que el pelicían lo mirase presionando los labios en un claro entendimiento.

—Eres raro.

—¿Eso es un no? —inquirió confundido, entrecerró los ojos buscando captar el significado de esa expresión serena en el rostro del otro, pero sólo obtuvo otra mirada de reojo—. Sé que eres su dueño y ella te quiere mucho, pero podemos ser sus dueños los dos —sugirió, dejando una caricia en la cabeza de cada perro a su lado, estiró las piernas y permitió que dos de ellos se recostaran sobre él—. B-Bueno, si eso quieres... e-en realidad no tienes que...

—No me molesta. Pensé que ya era más o menos así; tú me la trajiste, básicamente ya la cuidamos juntos.

—Heh es cierto, significa... ¿qué puede ser mi bebé también? —Bennett lo miró lleno de intriga; le encantaba cómo la aludida respondía a cada comentario que él hacía sobre ella, seguido de Ben, que le miraba cada vez más atento.

—Sí, lo que sea está bien. —asintió, al dejar un toquecito en el hombro de Bennett, el chico extendió su sonrisa en respuesta.

—¡Bien~! —celebró el menor, extendiendo los brazos para atrapar en ellos a los dos perros cerca de él—. ¿Escuchaste eso, pequeña; lo escucharon ustedes también? —preguntó emocionado dirigiéndose a sus perros, la cachorra a su lado ladró y dejó una lamidita en su mano, mientras que Matthiew se frotó a su lado y Alan meneó la cola—. ¡Qué emoción! Mmh ¿entonces ya nos podemos tomar una foto juntos?

Ben suspiró derrotado, sabía que no importaba cuál fuera su respuesta, el chico la aceptaba sin problema alguno y de algún que otro modo, él no iba a decirle que no a esa expresión ansiosa. Sencillamente porque tenía un agrado inmenso al ver a Bennett sonreír lleno de ilusión.

—Uh, si te puedo hacer callar, toma las que quieras. —siseó en respuesta, por supuesto, Bennett no prestó atención al tono insulso de su voz, pues chilló alguna tontería inentendible y se lanzó sobre él.

—¡Woah, gracias! Eres tan amable~ —ignorando el revoloteó penoso en su pecho luego de dejar un corto beso en los labios del moreno, Bennett se apresuró a sostener su celular y hacerles un gesto a los perros— Es mi oportunidad para que nos tomemos muchas, muchas fotos.

•[▪]•

En el rato que pasaron en la sala compartiendo con los tres perros, Bennett disfrutó plenamente de cada momento, y que poco a poco Ben comenzara a ver esos mismos momentos como algo natural, haciéndolo sentir cada vez más cómodo.

Bennett más que nada sabía lo difícil e importante que era adaptarse a otra persona, para alguien escandaloso y poco organizado como él, aprender a mantener la calma en una situación donde generalmente no lo hacía, era complicado; así mismo, sabía que para Ben, poder adaptarse a la energía inmensa de los perros y a su modo tan ruidoso de actuar con ellos, era mucho más agotador...

Ver una sonrisa en los labios de Ben -o lo que parecía ser una sonrisa-, mientras miraba a la cámara y se esforzaba en mantenerse tranquilo con un enorme perro a su lado, al otro y encima, había sido suficiente para hacer que sus energías se disparasen; reemplazó su fondo de pantalla de inicio y las disfrutó por un buen rato.

El resto de las fotos eran igual de lindas, veía a sus dos perros, con sus rostros tan expresivos, posando para la cámara siempre igual de calmos y sonrientes; junto al peli-calipso ellos tendían a verse más tranquilos e imponentes, bien sentados y portados. En contraste, la pequeña Isabella era inquieta y a penas consiguió buenas fotos sin que una parte de su cuerpo amielado se viese borroso. Bennett salía más borroso en algunas otras y sorprendentemente, las fotos que Ben había tomado de frente, habían salido mejor aún sin el detector de movimiento.

El resto, eran sus fotos de prueba donde Ben lucía tan pulcro y cuidado tomado por sorpresa, pues incluso viéndose más desordenado de lo común debido a los movimientos y el desorden de los perros, Bennett sentía que su admiración crecía más ante lo fotogénico que era Ben en cualquier situación repentina; quizá la cámara también era muy buena, pero él se quedaba con el hecho irrefutable de que el moreno era muy bonito hasta con el cabello hecho un desastre.

—Fue agradable, ¿cierto que sí?

—No fue tan malo como pensé. —Ben terminó de arreglar su cabello frente al espejo de la alcoba, desde donde estaba, también podía ver al pelimora sonreírle al teléfono y comentando cada foto que ya había visto al menos tres veces.

—¡Sí! Se ven muy bien en todas: tú y mis bebés se ven bonitos —comentaba con la vista fija y brillante sobre la pantalla, allí tenía al menos treinta imágenes nuevas, descontando las que habían salido mal, pero de todos modos, llevaba un buen rato ojeando cada una—. ¡Ah, es que los quiero tanto! Mis bebés también se divirtieron mucho, a los tres les gustan mucho las fotos, ¿si lo notaste? —continuó hablando con tranquilidad, incluso cuando su cuerpo entero se estremeció en el momento en que Ben se sentó a su lado en la cama, mirando el móvil junto a él.

—Me di cuenta. —Ben lo miró, su vista luego volvió a bajar al celular, donde veía a Bennett pasar la imagen y al instante añadirla a favoritos.

—Mira, la pequeña Isabella, no, mi bebé, es tan inquieta que me sorprende mucho que tú puedas tomarle fotos que se vean bien. —habló sobre la siguiente foto: allí se podía ver a la Retriever con la lengua fuera y una pata alzada tratando de alcanzar la cámara del móvil, era la única foto nítida que Bennett tomó, el resto tenían una que otra parte difusas y las que salían bien, eran junto a su dueño—. Se cansó de tanto que se movió, pero logré tomarle muchas fotos. Me gustan, me gustan mucho~

—No creí que te gustaran tanto las fotos. —Ben no sabía si era el efecto del silencio que se generó una vez los tres perros se quedaron tranquilos y dormidos en la sala, o si era la cercanía cálida de Bennett reposando la cabeza en su hombro, pero esbozar una sonrisa no se le hizo tan difícil como pareció.

—Me gustan, bueno, me gusta tomarles fotos a mis perros, a veces salgo yo, pero prefiero verlos a ellos. —Levantó el móvil, para enseñarle allí, el resto de sus fotos, compuestas en su mayoría por fotos de sus perros, organizadas en álbumes por defecto y carpetas con nombres, habían al menos tres de ellas con el nombre de sus perros y otras con caritas y estrellas—. Siempre me gusta... tener fotos de los seres que amo, para verlas cuando esté lejos. C-Claro, tú tienes junto a mis bebés... una carpeta especial, porque... porque eres importante para mi.

—Ya veo... —Ben no se sintió capaz de vocalizar algo más, el agrado en su pecho se hizo más grande, y los brazos del más bajo poco a poco fueron rodeándolo por el torso.

Sintió a Bennett dejar el móvil a un lado suyo una vez pudo ajustar sus brazos a su cuerpo, apagándose a él, en respuesta Ben no hizo más que recibirlo y acogerlo en un abrazo sencillo, empujándolo contra su pecho y reposando su rostro cerca del cabello del menor, se entretuvo aspirando el aroma del shampoo a frutas del chico por unos momentos; así mantuvo sus palmas en la espalda de Bennett y consideró quedarse de ese modo por un buen rato más.

—Te quiero —dijo Bennett contra el pecho del mayor, poco a poco su mirada subió y se encontró cómodo empujando su rostro entre el cuello y hombro del pelicían.

—Mmm. —Hubo muchas cosas que quiso decir, pero ninguna de ellas escapó de sus labios y a cambió de su ambigüedad, Bennett siseó contra su cuello y levantó la vista.

—Mmm. —repitió con los labios apretados, al instante, Ben chasqueó la lengua y le dejó una caricia en el pelo, expresando su fastidio de una manera muy agradable para él.

La expresión de Ben se tornaba cálida y aquello le resultaba muy, muy lindo. Quizá Ben podía negarlo cuánto quisiera, pero Bennett veía más agrado que fastidio en los ojos del mayor, la claridad de sus gestos y lo atentas que eran sus manos tocando su espalda con cautela. Cuando este volvió a atrapar su vista, suspiró y apretó los labios.

—También te quiero... —musitó en respuesta, así, obtuvo una sonrisa más grande y un besito fugaz en los labios.

Satisfecho, Bennett se aproximó acaparando cada vez más, el resto del espacio que los separaba. En medio de cada pequeño beso, su mirada se tornaba intensa, dejando entrever las ganas de besarlo que estuvo guardando desde hace unos momentos. Deslizó su mano por el abdomen y el pecho de Ben para tocar con nervios y atención, hasta encontrar un punto cálido y cómodo, donde se presionó para reposar su cuerpo.

—Sé q-que es un poco tarde... —Lo que había pasado de un Bennett nervioso y apenado, terminó en una muestra abierta de afecto, con un Bennett sonriente y mimoso, empujando su cuerpo contra el del mayor— pero, quiero...

—Bennett... —llamó contra los labios del chico. Una de sus manos se reposó sobre la cama y la otra se guio directamente hacia el costado del menor, sosteniéndolo y a la vez, marcando un margen entre ambos.

—Lo sé, lo sé, s-solo... necesito acostumbrarme —siseó, besando por encima del labio superior del moreno; alzó la vista y el contrario apretó su cintura—, déjame un poco ¿si?

Ben no dijo nada, a penas asintió y se vio receptivo, en todo momento, a las sonrisas del chico, al peso de su cuerpo y el calor compartido. Bennett se sintió mucho más tranquilo al no tener que explicarse ni excusarse ante su emoción por recibir cariño y sólo besó por encima de sus labios, ansioso. Su cuerpo volvió a empujarse hacia adelante y poco a poco fue acortando la distancia restante que lo separaba de Ben en su totalidad.

Se encontró a medias sentado sobre el cuerpo del peli-calipso, sin restricción alguna, con el permiso de los labios firmes del mayor recibiendo a los suyos, con lentitud y profundidad, podía sentir cada toque, cada movimiento, cada sensación. Sus manos temblaron y su boca titubeó sobre la ajena, conteniendo ruidos involuntarios ahogados en la boca del otro, que más que hacerlo sentir nervios, lo tenía agitado y entusiasmado.

Bennett tenía muy claro que si quería algo, era libre de pedirlo o insinuarlo, no dejaba de tenerlo presente: esforzarse por expresar correctamente su agrado por las caricias y por la cercanía íntima entre los dos, era una tarea enorme para él; consiente de si mismo y de esto, su cuerpo temblaba sin control y perdía todo el valor que reunía durante el primer beso, sin embargo, si cerraba los ojos y dejaba de pensar, su cuerpo y sus labios hacían todo lo que estaba a su alcance para disfrutarlo.

Expresarlo y decirlo eran cosas distintas, Bennett adoraba la forma tan sencilla en que Ben le decía las cosas, a veces ni hacía falta que se las dijera directamente para que él pudiese entenderlas. Las manos de Ben eran muy firmes y certeras, él podía llegar a saber cuando el moreno quería ser compasivo o cuando directamente no quería hacerlo sentir presionado; Bennett no estaba seguro de ello, a veces sólo quería un beso y otras, se encontraba sobre el otro hasta que el calor se calmaba.

—Sabes que podemos llegar hasta donde quieras... —murmuró el mayor, dejando un beso sobre la nariz del chico, quien se encontró muy entretenido pasándole su palma desde su pecho hasta el hombro.

Ben lo escuchó sisear ante lo dicho. Frunció el ceño, buscando darse el respiro que necesitaba antes de deslizar su mano hasta la espalda del menor, Bennett le respondió con otro suspiro lleno de agitación, rozando el borde de su camisa y arrugándola en el proceso.

En ni un sólo instante tardó en responder a las muestras de afecto del pelimora, ni a sus manos buscando permiso para tocarlo, aunque, incluso pudiendo distinguir lucidez en los ojos brillantes del menor, sabía que el chico necesitaba un respiro; lo quería, pero Bennett temblaba con mayor frecuencia una vez el calor de su cuerpo se hacía pesado y notorio.

—Mmh, sí... —jadeó en medio de un ansioso beso más intenso que el anterior, en el momento en que sus labios se separaron y distinguió un agudo apretón en su costado, volvió a empujarse hacia adelante— ¿talvez u-un... un poco más?

El roce entre sus cuerpos era suficiente para sentir correctamente la temperatura del otro, Bennett apretó los labios y observó paciente como Ben fruncía el ceño y se mantenía atento. La mano que lo sostenía de un costado y que limitaba el acercamiento se relajó por unos momentos, entonces el moreno suspiró, volviendo a responder sin la ambigüedad común. Le besó en los labios y se incorporó de modo que tenerlo encima era más cómodo para ambos.

—Un poco más —repitió Ben en medio de un asentimiento, aceptó la sonrisa que obtuvo como respuesta y dejó que el chico poco a poco se diera el valor para iniciar y contestar cada pequeño beso casual.

Consientes de que con cada interacción la intensidad era cada vez más difícil de frenar, Bennett se abrazaba al mayor cada vez que sus labios se separaban y volvían a unir, gradualmente en un encuentro más y más largo. Sus labios chocaban entre si mientras sus manos se encargaban de explorar todo lo que podían, a ojos cerrados, con el agrado de saber que tenía permitido deslizar sus dedos por cada trazo de piel desnuda que encontraba entre la prenda superior de ropa del otro.

Al mismo tiempo, también era capaz de aprender a distinguir entre la pena y el calor. El cuerpo le tiritaba con fuerza cada vez que los dedos rudos del pelicían apretaban en una que otra área específica, deteniéndose a comprobar su reacción e iniciando un nuevo beso cada vez que confirmaba que esa acción le gustaba. Así aprendió que podía confiar en hacer o decir cualquier cosa a medida que el contacto aumentaba, porque Ben lograba entenderlo muy bien con cada gesto y reacción.

Incluso cuando su cuerpo respondía negativa o positivamente antes de que fuera consiente de ello, Ben ya estaba preguntando acerca de eso, atento a cada una de sus respuestas corporales; mucho más afectuoso y comprensivo cuando las dudas de Bennett eran cada vez mayores y extrañas, pero Ben no le decía nada diferente al respecto, hablaba poco pero hacía mucho para hacerlo sentir consiente de que en verdad quería y disfrutaba de la interacción cercana entre los dos.

Cada vez que preguntaba sobre lo que venía siendo la intimidad entre los dos, su cabeza soltaba montones de regaños a si mismo, asustado de no entender muchas de las cosas que quería experimentar. No era la primera vez que estaban tan cerca o que la ropa se sentía como un impedimento para algo de lo que no se sentía realmente consiente, sino hasta que lo pensaba. Por eso, estaba muy emocionado cada vez que sus acciones eran respondidas por caricias y más caricias.

Olvidó qué era lo que le importaba y preocupaba, cuando poco a poco se sintió más cómodo y recibido sobre el cuerpo contrario, con Ben deslizando sus manos desde sus costados hasta tocar la piel bajo su camiseta y hundir sus dedos en su zona lateral, apretando su cadera. Bennett empujó su cuerpo hacia adelante mientras Ben lo aturdía en medio de un beso intenso y sereno.

Sus manos temblaron, su cuerpo saltó y todos sus pensamientos coherentes se disiparon tras el choque desesperado de su propia lengua buscando acaparar la boca contraria. Haló la camisa del pelicían y se sujetó de ella mientras su cuerpo encontraba una posición más cómoda y lo más cercana posible, poco a poco mejor sentado, repartiendo su peso sobre las piernas, el torso y sobre los muslos de Ben, tratando de chocar lo más que podía contra el calor agradable del otro cuerpo.

Recibió una larga caricia a lo largo de toda su espalda, los escalofríos se hicieron presentes a penas el calor sofocante de la mano del pelicían presionó su columna y subió hasta delinear sus omóplatos, presionando en medio de estos, lo que le hizo erguir su espalda y tocar su pecho contra el otro.

Abrió la boca queriendo decir algo, un suspiro se perdió en medio de sus labios y cuando sintió su mano acariciar el pecho del mayor de forma descuidada, su cuerpo se llenó de emoción. La piel del moreno era tan cálida y tersa, su mano tímida temblaba cada vez que llegaba a tocar la zona pectoral y lateral de su cuerpo, descubriendo que cuando llegaba al punto de detestar la camisa ajena, era cuando su límite aceptable no importaba más.

Su propia camiseta se sintió pesada y las manos de Ben ocupando las áreas desnudas de su cuerpo, que su ropa desordenada no cubría, lo tenían ansioso y agitado, con el choque del ambiente dándole escalofríos. La idea de quitar la prenda que le impedía sentir la piel ajena contra la suya se hacía cada vez más fuerte e incontrolable.

Pidió, en medio de un beso brusco, permiso para hacerlo, su voz se perdía ahogada en la boca ajena, pero Ben mordió su labio y llevó la mano derecha desde su cabeza hasta su abdomen, acariciándolo. Bennett jadeó en medio de una agotada sonrisa, copiando la acción anterior e insertando una de sus manos bajo la camisa del peliceleste, mientras la otra, torpe y ansiosa, buscaba encontrar los botones y soltarlos, desabotonando uno por uno con tanta lentitud, que sentía que iba a llorar por el calor, antes de poder disfrutarlo.

En el mismo momento en que consiguió quitarlos todos, sintió que Ben volvía a apretar su cintura, juntando las manos cerca de su abdomen y volviendo a recorrerle el torso hasta empujarle las palmas en la espalda baja, apretando los dedos en su piel. Eso, cielos, le agradaba mucho de una forma inexplicable.

Cuando lo sintió barrer su camiseta con los dedos, Bennett se dio el ánimo de separar sus labios y alzarse para quitarse las prendas superiores, impaciente y errático, Ben terminó con el resto de su ropa superior y volvió a besarlo, permitiéndole a Bennett seguir quitándole la camisa hasta que sus pieles estuvieran expuestas y dispuestas a tocarse.

Su cuerpo fue recorrido por una extensa ola de calor, creando comodidad y alimentando las ansias que movían sus pensamientos, con la respiración irregular haciéndole perder la calma. Una corriente agradable de sensaciones se extendió por su columna, su cadera se inclinó hacia adelante y sus manos buscaron seguir sujetas contra la piel cálida del otro, mientras los besos no dejaban de ir y venir en medio del tacto gentil y necesitado.

De pronto, el roce de sus lenguas y el nerviosismo plasmado en su estómago, lo obligaron a separarse ante un tirón que apretó su área baja, haciéndose intenso y doloroso. Ben lo miró expectante y él se ruborizó todavía más.

—Lo siento, e-es que... es que...

Trataba de cubrir su rostro, avergonzado y agitado por su reacción y por la presión inevitable que generaba su estado, presionándose entre sus cuerpos, por esta misma razón abrió la boca buscando colectar el oxígeno que por la euforia no había estado tomando bien. Jadeó lleno de pena y no continuó moviéndose.

Sabía que era una respuesta natural cuando había contacto reiterado; después de todo su objetivo había sido obtener caricias y mimos, con la clara conciencia de que la atracción entre ambos generaba cada vez más roce y tacto, pero eso no quitaba que seguía dándole un «algo» bastante fuerte cuando notaba a su cuerpo reaccionar tan contento, incluso ante cada pequeño momento entre los dos.

—Hey, está bien... —Ben le trajo de vuelta con una cálida caricia sobre el hombro, obligando a Bennett a alzar la vista, abochornado. Cuando pudo tenerlo más tranquilo, deslizó su mano hasta la espalda del chico—... también lo estoy.

Bennett era un poco lento para estas cosas, quizá porque no se ponía a pensar bien en el significado directo de cada palabra que Ben le decía, en medio de aquellas amplias caricias que le propinaba a su cuerpo; mas al momento en que el mayor volvió a ejercer presión en esa área agradable de su espalda baja, fue que sintió adjunto al empuje un movimiento firme contra la base de su excitación.

Y entendió, eso... aquello lo avergonzaba y tranquilizaba a partes iguales, creando olas de calor ligadas a temblores en su cuerpo. No estaba seguro, aun si ya habían pasado por esto un par de veces más, pero esa sensación le hizo sonreír y su cuerpo se llenó de emociones cálidas.

Aquella zona lograba erguirse poco a poco, doliendo y rozando contra el calor del otro, pero el orgullo y la satisfacción de encontrarse en la misma línea, cada vez con más frecuencia, le hacía entender, con mucha más claridad, que las dudas que estuvo teniendo podían responderse y aceptarse por si solas; a él también le pasaba lo mismo y no había pena alguna por demostrarlo.

Tomó un respiro, dándose el tiempo para volver a incorporarse mejor y aceptar las manos tranquilas de Ben, que se encargaban de disfrazar la amabilidad con caricias toscas sobre su espalda, cintura y caderas. Sorpresivo e impulsivo, Bennett se sintió en la necesidad de responder con la misma prisa, dejando un espacio entre sus cuerpos y volviendo a besar los labios del moreno, al mismo tiempo en que se movía hacia el frente, empujándose contra la dureza creciente que rozaba su propia intimidad.

—Oh... e-eso... —mordió su labio sin poder terminar, sólo para evitar que el ruido de sus labios sonase penoso y ahogado.

La fricción se sentía tan bien a pesar de que la rudeza con que su cuerpo se acaloraba se volvía cada vez más difícil de sobrellevar. Dolía, pero cuando podía manejarlo se sentía considerablemente bien, tomando en cuenta que después de que dominaba la vergüenza y convivía con la emoción acalorada que lo sofocaba, toda la confianza que había reunido al empezar, tendía a desbordarse cuando iniciaba un nuevo beso.

Por lo general, se entretenía fácilmente separándose a apreciar la forma en que este torcía los labios al reprimir un gesto, que la verdad no solía ponerse a pensar en algo a parte del afecto con que Ben le permitía responder a cada acción; le gustaba el sabor de sus labios y también cuándo este se tomaba el tiempo de explorar su piel expuesta, permitiéndole decidir si algo le agradaba y asintiendo con un siseó en medio de un beso.

Después de descubrir que le encantaba recibir atención y cariño por medio del tacto en general, las cosas no se habían hecho tan incómodas al comenzar a usar la confianza para perderse en el calor que emanaba el cuerpo del otro. La zona entre el cuello y el hombro de Ben lo relajaba de sobremanera, pero también, gracias a las constantes pulsaciones en su excitación, había descubierto que le encantaba besarla y tocarla de esta manera menos tímida, sintiéndose bienvenido y aceptado cuando Ben lo dejaba explorar tanto como podía.

Su valentía se veía únicamente opacada por la facilidad que tenía Ben para hacer y decir las cosas, en ese aspecto Bennett todavía no lograba controlar su pulso y su respiración, balbuceando al hablar y temblando al sentir cada mínimo roce en distintas áreas que antes no solían tocar. Tomando aire al mismo tiempo en que reconocía las manos de Ben, trazando distintos caminos sobre su piel desnuda, era cuando todo su cuerpo volvía a agitarse, emocionado pero aterrado a la vez.

—¿Necesitas... parar ahora? —inquirió el moreno, justo cuando el jadeó entrecortado del menor le hizo agudizar la vista. Bennett tembló cuando el límite marcado por la prenda inferior se vio sobrepasado, entonces él levantó una de sus manos y lo miró de frente, pero Bennett negó con exasperación— ya veo... ¿entonces quieres seguir?

Bennett asintió, queriendo esconderse en el cuello del otro cuando su respiración se hizo torpe y su cara ya no pudo sentirse más acalorada de lo que estaba.

No se consideraba una persona pudorosa, era consiente de su cuerpo y de cuales eran los límites que debía imponerse a si mismo y a otros, pero eso no eliminaba que aún así la pena lo obligase a retorcerse de los nervios, temeroso ante la idea de no saber reaccionar correctamente ante algunos de los estímulos que causaban que su cuerpo actuase extraño, provocándole más y más corrientes de calor...

Consecuentemente la prisa por vocalizar bien las palabras que quería decir, se hacía mayor cuando quería algo y no lograba pedirlo, sus labios se separaban buscando las palabras correctas, sin éxito alguno, sino hasta que Ben le miraba de frente y preguntaba por él, atento a sus reacciones y sabiendo interpretarlas con mucha más rapidez de lo que él lograba hacerlo.

—Quiero... si quiero... —asintió otra vez, su cuerpo volvió a inclinarse y sus labios fueron rápidamente atrapados por los del mayor, en un beso profundo y sereno.

Él respondió con mayor comodidad, dejando que Ben deslizara las manos por sus costados y se permitió volver a apretarse hacia adelante, en respuesta Ben lo sostuvo con más fuerza y besó su labio inferior. Ante el estímulo, poco a poco Bennett permitió que su mano ansiosa continuase el recorrido descendente por el pecho del moreno, trazando un caminito recto hasta su abdomen, deteniéndose, tembloroso, cuando sus dedos estaban tirando del borde del pantalón.

Su respiración volvió a detenerse por un par de segundos, más que nada por la emoción que por los nervios; cada vez que el área inferior de su cuerpo se presionaba contra los muslos del pelicían, este le respondía al instante con un beso rápido y un apretón en la cadera. Su entrepierna punzaba cuando volvía a moverse y se encontró dibujando, con la punta de su dedo, unos temerosos círculos por encima del cinturón. Mordió su labio y buscó la mirada del mayor.

Ben le llamó en un murmullo antes de guiar una de sus manos hasta la mano temblorosa del chico, sosteniéndola con calma. En seguida el aludido se encogió de hombros, pero el menor no se movió hasta que el moreno de piel recorrió su rostro con la vista. Pudo sentir como este desplazaba la mirada lentamente por sus hombros, bajando por su pecho hasta volver a subir, encontrándose con su expresión nerviosa.

—¿Tienes... algún problema con esto? —le preguntó en ese instante en que sus manos se movieron hasta la cadera del chico, la presión en ese área hizo que el menor apretase los labios con más fuerza y cuando sus dedos también rozaron el filo del pantalón contrario, colándose en los bordes, Bennett pareció reaccionar y entender a qué se refería.

—No, n-ninguno... —respondió con la voz agitada y cálida, aquella confirmación ansiosa terminó como un permiso marcado para que las caricias tantearan bajo el límite de su piel visible, su espalda se erguía y su intimidad punzó al mismo tiempo en que oía el botón de su pantalón abrirse. Entrecerró los ojos y bajó la vista, su mano intranquila aún chocaba contra el cinturón ajeno—. ¿Yo también...?

La mirada verdosa posada sobre él se agudizó, pero esa expresión antes apacible y firme se llenó de una cálida intensidad, Ben no tardó en calmar los nervios del menor alzando las comisuras de sus labios, asintiendo.

—Puedes.

Su expresión se alivianó y con ello las ya inquietas manos del peli-violeta buscaron terminar con la distancia. Las ansias dominaban su emoción y su pecho saltaba exaltado ante la situación; no siendo algo completamente desconocido y poco frecuente, Bennett podía centrarse en el agrado de llegar hasta este punto, incluso si aún era incapaz de bajar la vista hasta esa zona, pero manteniendo ocupada su boca contra la ajena, estaba seguro de que podría disfrutar por completo cada interacción.

Una vez sus manos encontraron la manera más rápida de quitar la hebilla hasta soltar la correa del cinturón, Bennett festejó para si mismo tanteando sus dedos contra la bragueta que le esperaba después. Sus pensamientos se disipaban a penas tomaba en cuenta sus acciones, su pena se perdía cuando las caricias que recibía se encontraban a la par de las suyas y su entusiasmo volvía a dispararse cuando el calor recorría su espalda y se concentraba en el tacto sobre su pelvis.

Bennett se sentía agitado y desesperado por romper la distancia, su cuerpo actuaba antes de que pudiera pensar en qué quería hacer y su voz atrapaba entre los labios del moreno sólo ocasionaba que se sintiera más emocionado.

Las respuestas a su tacto eran certeras e inmediatas, mientras Ben lo dejaba reposar la parte superior de su cuerpo contra él, sus manos se encargaban en recorrer esa caliente área endurecida, chocando contra sus dedos y queriendo chocar contra su palma. La sola idea de obtener una reacción recíproca en sincronía, lo hacía sentir realizado y avergonzado al mismo tiempo.

El roce agradable de una mano cálida envolviendo su excitación logró hacerlo brincar en su sitio con los ojos llorosos, abrió la boca buscando decir algo, pero sólo pudo volver a suspirar y lloriquear en su lugar. Su cadera volvió a restregarse hacia adelante buscando chocar contra la intimidad ajena, cuando su propia mano se encontró más que entretenida dando toques furtivos sobre el área prominente que rozaba contra su palma.

—Aah... —lloró, su cabeza se inclinó hacia abajo y se dejó reposar en el hombro del moreno, este a su vez detuvo sus caricias por un par de segundos, preguntado sólo  con un toquecito sobre su piel—, n-no, no... sí me gusta... —suspiró tratando de aclarar. Ben inspiró profundo cerca de él, su mano volvió a tocar su piel y él quiso llorar más cuando ese calor sobre su palma se dirigió más hacía su propio miembro.

Esta era la parte que a él lo ponía más ansioso, su cuerpo tiritaba acalorado y deseoso, su mano buscaba tocar todo lo que podía y cuando el aire en medio de sus cuerpos agitados lograba chocar contra su excitación, su cuerpo agradecía el que sus manos fuesen más rápidas que su cerebro, liberando el erguido sexo de su novio y apretándose contra él hasta que el punzante calor lo sofocaba.

—Sabes que si algo te molesta... me puedes decir —habló Ben, su voz sonaba bastante firme para la gran cantidad de pausas que estaba tomando.

La mano que continuaba dejando caricias cálidas sobre la piel expuesta del chico, bajó hasta presionarlo y acercarlo a su pecho, Bennett tembló ante el acercamiento, pero la mano que antes usaba para sostenerse, se envolvió por sobre su hombro y allí sintió al menor abrazarse a él. Ben suspiró, pues aunque el pelimora estaba agitado respirando cerca de su oído, aún podía sentir esa mano nerviosa moverse en medio de ambos, sumamente entretenida...

—No me molesta... —Lo escuchó decir tras un par de segundos, Ben sonrió por lo curioso que era el menor, apenándose al responder, pero moviéndose cada vez más con atrevimiento sobre su excitación; a ratos sus manos chocaban y el chico temblaba cada que sus sexos llegaban a tocarse.

A la par de los gestos reconfortantes propinados en su espalda y sus costados, Bennett fue sintiendo la mano prudente y caliente del moreno mecerse contra su longitud y acariciarlo con tanta cautela y constancia, que llegaba un momento en que temía mostrarse demasiado apresurado por continuar, buscando más fricción entre los dos.

—Puedes... —, en medio de un tranquilo suspiro, Ben sintió las manos de Bennett temblar, más inquietas de lo que parecían, y comprendió que la escala de la prudencia que estaban manejando ya no era igual de suficiente—... no te preocupes...

—Es que... —. Sin terminar de hablar, el permiso directo que obtuvo fue una larga y delicada caricia, su cuerpo saltó, desordenando sus pensamientos en un instante, pero la satisfacción lo condujo a imitar el gesto, avivado por la seguridad y el calor— Ngh b-bueno, aah...

—Ven aquí... —llamó, en seguida sujetando las mejillas del menor de una forma autoritaria y cercana, Bennett jadeó, y ese sonidito se quedó encerrado en su boca al estamparla en un amplio beso.

El tacto impulsivo y necesitado era algo que caracterizaba mucho la emoción de Bennett, algo que pudo notar desde el primer momento junto a esas ganas insaciables de tacto; el chico se lanzaba sobre él y lo besaba como si no fuese a hacerlo más después de esto. A pesar de demostrar ser alguien tranquilo y receptivo, también solía exponer de forma muy clara que era alguien muy acostumbrado a la espontaneidad, al calor y al movimiento; era por eso que para Ben tenerlo encima, mucho más agitado y extasiado que antes, le resultaba algo demasiado satisfactorio, Bennett era expresivo, demasiado expresivo en este momento...

El golpe repentino de adrenalina que vio en esos ojos carmín, en ese mismo instante en que separaron sus labios y el cuerpo más liviano sobre él se tensó de sobremanera, había sido una total maravilla, allí Ben observó la boca del chico torcerse y presionarse en una mueca atontada.

El ruido rasposo y húmedo que escapó de los labios ajenos tras varios temblores involuntarios y choques excesivos, aún propagándose en todo ese cuerpo agitado, volvió a reanimar su calma y fue así como se vio a si mismo debatiendo los márgenes limitantes entre el tacto. Pues a penas Bennett se recomponía, tendía a mirarlo más avergonzado y distraído que antes.

—Lo... lo siento... yo... —se disculpaba dejando caer su frente entre el pecho y hombro del mayor. Su calor acumulado bajo la palma firme del moreno seguía provocándole espasmos, las caricias descendentes en su espalda eran suaves y la calma con la que Ben lo continuaba sosteniendo aumentaba su seguridad, pero no disminuía su pena.

—Tranquilo, está bien... —, continuaba dejando pequeños toquecitos en la espalda del menor, consiguiendo movimientos involuntarios y suspiros nerviosos. Bennett murmuró algo cuando lo sintió removerse sobre él, pero no fue capaz de entenderlo sino hasta que éste subió la vista, con la cara ruborizada, y removió la mano sobre su calor aún despierto—. Hey, no importa...

—P-Pero... —siseó, tratando de captar la vista ajena sin perder su propia calma. Jadeó mucho más inquieto y acalorado, incluso cuando su cuerpo continuaba recuperándose del golpe de calor; mordió su labio y volvió a tomar un respiro— tu todavía...

—Lo sé...

Ben besó cerca de la frente de Bennett, para antes de que el chico pudiese salir de su aturdimiento y enfocar correctamente lo que estaba haciendo, vio que Ben ya se había inclinado para alcanzar a encontrar el cajón de la mesa de noche y había limpiado gran parte de la humedad entre ambos; sin embargo, la pena de Bennett se había vuelto más grande y más peligrosa cuando se dio cuenta del gran esmero con el que su palma se aferraba contra el calor ajeno...

El menor sabía que el pelicían había notado su preocupación desde un inicio, pero aún así este seguía esforzándose por contener su impulsividad y permitirle sentirse tranquilo. Aquel trato sólo agravaba las palpitaciones en su pecho y el ardor que bañaba todo su rostro.

Al haber estado recibiendo tanta atención tras su ola de escalofríos y pudiendo recomponerse de ello, pronto lo que más llegó a satisfacer a Bennett fue oír un suspiro cauteloso escapar de los labios del moreno; sentía un par de caricias completando su agrado y la rigidez que se empujaba contra su mano en movimientos periódicos y decididos.

Había estado completamente encantado con la invasiva lengua del mayor atacando su boca en un beso amplio y profundo, al mismo tiempo en que su cuerpo se exaltó como consecuencia de un movimiento necesitado contra su mano, hasta empaparla por completo; allí fue recompensado con suaves tirones a su labio y otro atrevido beso que le impidió decir algo, sino hasta que pudo regresar del mareo que le provocó la húmeda ajena atacando su boca.

Ignoró el calor que contrastaba con la temperatura tibia de la habitación, dándole escalofríos en la espalda, también la sensación extraña en su mano mientras sentía a Ben acariciarle los hombros y brazos, dando toquecitos en estos para crear cierta distancia, mientras le murmuraba algo que no lograba entender bien; él sólo relajarse un poco más y aprovechar lo cálido que se estaba cerca del pecho del mayor.

—No puedo... —siseó con prisa y nervios cuando notó que la intención del peliceleste era apartarlo y dejar de abrazarlo—... no, no, quedémonos así un ratito más. —Se inclinó hacía adelante y continuó presionando su rostro entre el hombro y pecho de este.

—Bien, dame un momento... —Ben no dijo nada más, guardó silencio y permitió al chico seguir apretado sobre él, mientras lo mantenía relajado pasando un brazo por su espalda y deslizando el otro hasta la misma mesita, para conseguir limpiar la mano temblorosa del menor—. Ven, déjame terminar de... limpiarte.

Bennett siquiera se movió ante ello: la pena había sido enorme cuando fue más consiente de lo que estaba haciendo; quiso ocultarse aún más cuando Ben no dejó de verse cálido y decente mientras le sostenía la mano sucia y pegajosa, deslizando el papel sobre su palma y sus dedos, con tanta dedicación. Tomó un respiro y miró a un lado, pues sabía que si continuaba mirándolo hacer eso, la vergüenza lo iba a dominar por completo.

Pudiendo formular respuestas cortas y nerviosas, en su mayoría asentimientos, siseos o ruiditos de aprobación, Bennett se dejó estar cuando se encontraron mejor acomodados, aún sobre el otro, y con el calor corporal como manta contra la tibieza del ambiente, que poco a poco disminuía debido a las altas horas de la noche.

Ben a ratos le daba la opción de «levantarse o ser levantado», pero él seguía negándose a dejar la cercanía, al menos por un buen rato, y se abrazaba al pecho del moreno con muchas más ganas que antes. Poco a poco se sintió agotado por el sueño y la comodidad; divertido por tener al pelicían siendo permisivo con él y cediendo ante su negativa por levantarse. Los brazos de Ben seguían en su espalda y Bennett sólo pensaba en lo calentitas que eran las manos de este como para generar tanto calor en ese lugar.

—Oh, qué sueño... —murmuró Bennett al relajar su cuerpo y frotar su mejilla en el pecho de Ben, queriendo acurrucarse.

—Me doy cuenta, es muy tarde, levántate y vamos a dormir ¿bien? —contestó Ben, su mano bajaba y subía con lentitud por la espalda del menor, la otra mano se encargaba de apartarle el pelo molesto que cubría el costado visible del rostro ajeno.

—Pero, así estoy cómodo... —Bennett hizo una mueca al oírlo. En respuesta, sintió  que el agarre del moreno se hacía más firme—. ¿Vas a abrazarme así? —inquirió, removiéndose sobre el cuerpo del otro.

—Lo que quieras... está bien. —Ben asintió.

—Mmh... qué lindo. —el pelivioleta le sonrió. Su vista se alzó junto con la mitad de su cuerpo, la mirada tranquila del mayor lo hacía sentir aún más ansioso a pesar del cansancio—. Espera, entonces, mañana...

—Mañana haremos lo que quieras ¿si?

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¡Un capi largo para pasar la semana!✿

Honestamente tengo muchas cosas planeadas para esta historia, muchas otras para cerrar ciclos y muchas formas de como escribirlas, aunque no significa que me salgan tal cual xd, así que aunque quise ahondar más en ciertos temas y acortar otros, preferí que cada cosa saliese lo más natural posible qvq

Había querido profundizar más acerca de las escenas finales y las escenas BxB del rodaje, pero ya ven, no ocupé una manera de narrar todo eso sin que pareciese impostado e innecesario, seguramente llegue a tocar algunas de ellas cómo un especial o sólo de mención en los caps siguientes.

Me gustan mucho los guiones random de diálogo de los perros TvT☆☆

También se vienen dando cuenta de hace un par de capítulos, que la tensión que hay entre Ben y Bennett puede más que la trama Xc y pues, estoy tratando ah

Esperen el próximo capítulo, se va a venir bien bonito ÚvÙ)9

En fin, no olviden votar y comentar que tal, cualquier cosita, mero aquí los leo sisi
Espero les disfrutado del cap!

Nos estamos leyendo pronto☆
Bye

                     「NiakuTan」

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