•°~°Capítulo 64°~°•

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Bennett se levantó más temprano y recompuesto de lo que creyó a pesar de haberse dormido tan tarde. Al instante su vista enfocó las sábanas deshechas de la cama, arremolinadas en un mal intento por taparlos a ambos. Tras eso, su mirada se concentró en cómo su propia mano descansaba sobre el pecho desnudo de un dormido Ben, sintiéndolo subir y bajar lentamente, cálido y agradable.

En seguida su vista recorrió el resto del área, así recordó que él también estaba parcialmente desnudo, y podía sentir con mucho detalle lo alta que era la temperatura entre ambos, con sus pieles tocándose. La pena lo hizo sentir más nervioso; tomó un respiro, empujó sus palmas en la cama y se levantó.

El sobresalto le había durado muy poco, pues su vista se perdió en lo bonito que era el rostro de Ben mientras éste dormía: sus facciones definidas, usualmente empujadas a la dureza y la seriedad, ahora se veían relajadas. Veía sus labios presionados, los párpados cerrados, sus pestañas afiladas y parejas. Sonrió embobado, el golpeteo en su pecho haciéndose más intenso le hizo sentir la cara arder.

Se calmó a si mismo, mordiendo su labio. Cuando estuvo lo suficientemente tranquilo, llevó su mano hasta el rostro del moreno, le acarició la frente y allí peinó el fleco desordenado de su novio; trazó un camino de caricias por el costado del rostro tibio de este, hasta acunar su mejilla. Siseó internamente, pues sabía que le sería mucho trabajo encontrar su celular, lo más seguro es que perdido entre las cobijas, y tomarle una foto a Ben, sin que antes se despierte y lo mire como a un bicho raro.

Como no quiso molestarlo viéndolo tan cómodo, Bennett se levantó sin hacer ruido, y cubrió al pelicían hasta el pecho, una vez el moreno pareció notar la ausencia del cuerpo más cálido sobre él. Aquello hizo que el pelimora suspirase. Al mirar a un lado, halló su celular a salvo en la mesita de noche, por lo que supuso que Ben se había tomado la molestia de ordenar lo posible, antes de que ambos se durmieran, pues también vio su ropa restante bien acomodada cerca del pie de la cama. Volvió a sonreír, esta vez enternecido.

Cuando miró la hora, dando a penas las 6:28 am, sintió un impulso por volver a arrojarse a la cama y dormirse de nuevo abrazado al mayor. Despertar temprano, luego de haber dormido menos de seis horas, y no tener nada que hacer, era un aburrimiento horrible. Prefiriendo volver a acurrucarse junto al pelicían, Bennett dejó el móvil en la mesita de noche, y se sentó sobre la cama. Estuvo a punto de volver a acostarse, hasta que pudo escuchar unos pequeños toquecitos en la puerta.

Esos rasguñitos tan familiares, seguido de un canino suspiro lloroso que se escuchó después, hicieron que la idea de levantarse, se sintiera un poco más entretenida.

—Ay, pequeña Isabella, estás despierta tan temprano. —Al abrir la puerta, Bennett se encontró a la ansiosa canina saltando y removiéndose frente a él. Dobló las rodillas y la acarició. Al instante la cachorra empujó sus patas contra su pantalón y siseó haciendo ojitos—. Oh, entiendo, tu comidita. —sonrió y tras un suspiro, le hizo una seña; ella se sentó—. ¿Puedes esperarme un poquito?

—¡Guau! —. La cachorra ladró y se sentó a un lado de la puerta, chocando la cola contra el piso, e inundando la habitación con el sonido de su respiración escandalosa.

Bennett reprimió un ruidito de ternura y buscó su ropa para vestirse. Mientras la expectante cachorra seguía a la entrada del cuarto. Le parecía muy curiosa, ya que a diferencia de sus perros, que solían saltar sobre él para despertarlo, la canina se mantuvo quietecita mirando en dirección al dormido pelicían; a veces se sentaba y se echaba en el suelo, inquieta, pero sin hacer un solo ruido.

—¡Bien, ya estoy! —Bennett sonrió, mirando como la nena reaccionaba ante sus palabras y se levantaba para enseñarle su lengua—. Ven conmigo, bebé, dime dónde está tu comidita.

—¡Wuaau, wuaau! —. Ladró, y salió disparada de la habitación, chocando sus uñas redonditas contra el suelo.

Bennett sonrió y le dedicó una agradable mirada al moreno de piel, para después cerrar la puerta y seguir a la Labrador. Llegó hasta uno de los muebles de cocina y allí la pequeña Isabella se sentó, rascando la puerta del cajón. Dentro encontró la comida y la cachorra ladró emocionada cuando sostuvo el pequeño saco entre sus manos.

La etiqueta con la palabra «adulto» en el envase de la comida para perro, le hizo sonreír con agrado y pena a la vez: claro, lo sabía, pero la nena seguiría siendo pequeña para él, aunque estuviese ya lejos de ser una cachorrita. Suspiró, y buscó el cuenco para echar una buena porción allí; debido al ruidito de la comida cayendo al plato, vio a los dos perros azabache correr a su dirección.

—Mis bebés también están despiertos tempranito, ¡oh, vengan! —Bennett dejó la bolsa de comida a un lado y extendió los brazos. Los dos perros de inmediato corrieron a presionarlo con las patas, soltando ladridos—. Ya, no hagan tanto ruido, Ben está durmiendo.

Una vez los tres perros estuvieron comiendo, Bennett pudo palpar sus mejillas y frotar sus ojos, tratando de eliminar la sensación de cansancio en ellos. Pasado el rato, se encontró mirando las calles casi vacías, en compañía de los tranquilos y emocionados perros: después de comer, ellos tuvieron ganas de salir a pasear; él desde luego, incluso si notaba el horrible frío que hacía afuera, tomó prestado un abrigo más ancho del armario de Ben, ajustó las correas, el arnés para la cachorra, y los sacó a pasear a los tres.

No pensó que sería complicado, si podía controlar a dos enormes perros, que pesaban tantito menos que él, podía con uno más. Alan y Matthiew ya conocían la rutina del paseo, si querían ir a algún lado, no ponían fuerza en las correas y en su lugar ladraban para guiarlo. Con las correas de los dos azabaches sostenidas en su mano derecha, su mano izquierda estaba libre para sostener a la Labrador, y tenerla correteando alegre de esa forma, no se hacía un gran problema.

La pequeña Isabella era eufórica y desordenada sin su dueño, pero también era una nena bien portada. A veces sólo bastaba un pequeño tirón a la correa, para que la canina se detuviera luego de estar forcejeando por salir a correr a la plaza. Ella ladraba contenta, y él le sonrió cuando esta le hacía gracia y se alzaba en dos patas, queriendo correr y recoger ramitas de entre los arbustos. Por lo que de ese modo se entretuvo un buen rato viendo a los tres perros jugar frente a él.

Hubo un instante en que Bennett se sintió muy solo mientras veía a sus bebés jugando, como cuando aún eran pequeños, y quiso que Ben se hubiera despertado cuando le dejó un besito en la frente, anunciando que saldría, para que así estuvieran juntos mirando a sus tres perros jugar con tanta energía.

Hizo lo que pudo y les tomó muchas fotos, pues aunque Ben dijese que no necesitaba ni quería fotos, él se las iba a enviar y así quizá sus montones de mensajes lo despertarían. Muchas fotos le salieron desenfocadas y no lograba elegir entre algunos pares de fotos iguales con diferencias diminutas, así que también acabó enviándolas todas, por si acaso.

Volvió a ver la hora; la razón por la que empezaba a tener más frío, era porque ya había pasado casi una hora y estaba quieto en una banca, a penas cubriendo sus manos con las mangas grandes del abrigo. Acariciando a sus bebés, les anunció que debían irse. Antes tuvo que encargarse de cada pequeño desastre que hicieron; les acomodó los collares, limpió la tierra y las hojas de sus pelajes, para después ir de vuelta, revisando su bolsillo con susto para asegurarse de que la llave estaba sana y salva allí.

Cuando entró al departamento, encontró al pelicían a la entrada de la sala. Sonrió y quiso correr a abrazarlo, pero sabía que antes tenía que asegurarse de que los perros estuviesen bien limpios, para seguido quitarles las correas. Los tres al instante corrieron a la sala, la nena recibió una caricia de su dueño y los dos azabaches rodearon al pelicían por unos momentos, antes de sentarse frente al moreno y acostarse en la alfombra.

Quitándose el abrigo, Bennett miró al siempre bien vestido y arreglado Ben, echándole el ojo de arriba a abajo. Él se veía tan apuesto usando un suéter oscuro y delgado, que tapaba hasta su cuello, delineaba y se ajustaba a la figura de su cuerpo, haciéndolo parecer tan ordenado y contrastando con lo brillantes que lucían sus ojos y su cabello.

—Buenos días —le dijo Ben, sin dejar de mirarlo.

—Buenos días... —contestó con un tono bajito. Sabía que el ligero «Uhum» que había escuchado en respuesta, cuando le anunció a Ben que saldría, significaba que el mayor si lo había oído, pero aun así, sintió que quería decirlo—. Te veías tan cómodo durmiendo y mis bebés querían salir, seguro no podrán salir en todo el día, y entonces... Mmh, los llevé a pasear... y tomé un abrigo.

—Lo sé, algo de eso oí; no te preocupes. —El mayor suspiró, dirigiendo una casta mirada a los tres tranquilos perros en la sala—. Son tres perros grandes, espero no haya sido un problema salir solo y tan temprano.

—Ah no, ellos se portaron muy bien. Estoy acostumbrado a llevarlos a pasear temprano, es más relajante viendo lo poco transitadas que están las calles.

—La próxima vez iremos juntos.

—¡Eh, sí, bien! —Mordió su labio a penas una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, asintiendo. Ben lo miraba con tanta atención; la suavidad de esas palabras eran reconfortantes y él se sentía ansioso—. Yo también les tomé fotos.

—Las vi, tus montones de fotos —dijo en un tono calmo, su expresión era suficiente para que el pelimora mantuviera su sonrisa a pesar de los nervios. Observó el rostro del menor, que estaba ligeramente enrojecido debido al frío, junto a la punta de su nariz y orejas; podía ver incluso la piel de su cuello un tanto expuesta bajo el abrigo. Él suspiró, la sensación en su pecho era tan jodida y escandalosa—. Bennett, debiste abrigarte un poco más.

—Oh... sí, es que...

El oji-bermellón se sintió más nervioso al recibir una mirada preocupada, o algo parecido a esto, junto a una suave caricia en el hombro, la cual ascendió hasta que pudo sentir la tibia y agradable palma del moreno acunando su mejilla fría. Poco a poco el tacto abrasador del pelicían le hizo recobrar la temperatura, hasta hacerlo sentir menos tenso y más acalorado; su rostro fue el más afectado, y estaba abochornado.

Seguido de esto, Ben se acercó y dejó un beso rápido sobre los labios del menor, mismo beso que Bennett se había visto en la obligación de replicar un par de veces, tomándolo por el rostro para besarlo con necesidad.

Bennett apretó los labios con fuerza y reprimió un ruidito lastimero, cuando el mayor terminó de «preocuparse» por él y le propuso preparar juntos algo para el desayuno.

En medio de un abundante desayuno, Bennett había hablado más de lo que recordaba y Ben lo escuchó con toda la atención que podía poner, aun si después de los primeros diez minutos, la voz del menor se hizo incesante y chillona para el oji-verdoso. Cada vez que Bennett hacía una pausa para comer, la mirada de Ben estaba encima del chico, por un par de segundos. El pelimora sólo sonreía ante la atención, más contento que nervioso, pues a él también le parecía que Ben se veía muy bonito cuando disfrutaba de su comida.

•[▪]•

¡Oh, su primer mes de noviazgo! Pensar en ello hacía que Bennett se sintiera más emocionado de lo que había estado en cualquier otra ocasión.

Ben le había dicho que podían celebrar y hacer lo que él quisiera, de la forma que quisiera y cómo lo quisiera. Bennett adoró lo amable que Ben podía sonar aun con su tono de voz tan indiferente, o cuando no parecía familiarizado con la idea de celebrar cada pequeña cosa, sin razones concretas. Así Bennett quería mostrarle que podían celebrar hasta por sentarse un día más a ver la tele junto a los perros, sólo si lo hacían juntos.

Él elegía celebrar y expresarle, aunque con palabras tropezadas e impulsivas, lo mucho que lo quería, a él, a su novio. Le gustaba cómo sonaba eso si no lo pensaba tanto; estuvo repitiéndolo por un buen rato, hablando cada vez con menos pena. Lo llenó de abrazos y pequeños mimos; sentía que moría con el ardor en su cara, cada vez que tomaba el valor para ir un poco más lejos, pero ¡cielos! Lo valía totalmente.

Sobretodo, cuando la parte de hablar sin parar quebraba el semblante serio de Ben, acabando con su paciencia, y para callarlo, el moreno atrapaba su boca en un cariñoso y febril beso.

A su vista Ben parecía tan dispuesto a escucharlo, que Bennett sentía que sería un desperdicio no aprovecharse de esa faceta permisiva y agradable del mayor. Así que esperó hasta que el cielo estuvo menos nublado, y le propuso salir juntos.

Aunque el moreno no quiso dejar en evidencia su agrado por la atención, al pelimora le bastaba con que Ben estuviese dispuesto a aceptar muchas de las cosas que antes le incomodaban, sólo para hacerlo sentir contento. Sabía que el mayor no estaba a gusto con las multitudes en los eventos o sectores festivos, y que tampoco parecían gustarle las decoraciones excesivas o la emoción decembrina que abundaba por la ciudad.

Entonces Bennett, desde luego, amó mucho más el esfuerzo que Ben puso para acompañarlo a dónde sea que lo llevase. Sabía que no era la mejor idea del mundo salir así de juntos y luciendo tan llamativos, no cuando todavía parecían estar en un porcentaje del interés público. Pero Bennett pensaba que mientras estuviesen cerca de la multitud, el color resaltante de su cabello o su forma de vestir, iban a ser lo de menos, comparado con la emoción abundante una vez se acercaba el ocaso.

Las calles empezaban a llenarse de luces; abrían los sitios turísticos de tarde-noche, los restaurantes y pubs, y así, él tenía aún más variedad para visitar. A pesar de notarse como alguien muy distraído, Bennett conocía bastante bien la mayoría de los lugares de la ciudad, caminaba y corría sin problema alguno y recorría las calles menos transitadas, con el único objetivo de poder pegarse al brazo del pelicían y recibir de vuelta una expresión tan linda, que lo hacía querer tenerla sólo para él.

—Estos días la plaza central estará llena de gente, habrán muchos eventos al aire libre —mencionaba el pelimora, con la vista fija sobre las decoraciones preciosas del sector y lo bien animada que se encontraba toda el área, con las luces de las farolas comenzando a alzarse debido al tono anaranjado del cielo—. Podríamos venir un ratito mañana después de la fiesta, creo que estarán hasta tarde.

—De acuerdo. —Ben asintió, lo que hizo que el pelimora a su lado lo mirase curioso y sonriente.

—¿De verdad? —indagó un poco más; la respuesta de Ben fue la misma. Bennett apretó su agarre sobre el brazo del moreno, halando para guiarlo hasta el centro del área cercana a la gran concentración de luces, puestos y donde también había unas pequeñas mesas llenas de gente disfrutando de sus bebidas—. También habrá un festival en el parque la próxima semana; me habría gustado asistir, los festivales navideños me gustan.

—Mmm... —Esta vez Ben le dedicó una mirada muy suave, y se encogió de hombros. Su vista oscilaba entre el contento e iluminado rostro de Bennett y en el resto del lugar, mayormente lleno de gente abrigada hasta el cuello.

—Estás un poco callado, ¿no te gusta aquí? —Bennett lo miró con cierto nerviosismo, un tanto apenado ante la idea de haber sido muy invasivo, arrastrando al moreno por varios sectores, hasta parar en un sitio lleno de gente. Sabía que a Ben lo que le molestaba no era la gente, sino que prefería evitar los sectores concurridos, y él desde luego, lo entendía muy bien—. ¿Quieres que vayamos a otro lado más alejado? ¿quieres ir más cerquita del pastito y de los árboles? ¿o quieres irte?

—Está bien así, dónde sea. No me molesta. —Ben le dio un ligero apretón en la mano; el chico a su lado le mostró una mueca inquieta y atenta, tras levantar una ceja. Bennett le sonrió con amplitud y le regresó el apretón, entrelazando sus dedos.

—¡Bien! p-pero si algo no te gusta, me dices, te voy a invitar a otro lugar bonito. —continuó, ahora con su vista muy atenta al enlace entre sus manos. Aquello le hacía sentir tan bien, que a pesar de haberse quitado los guantes únicamente para tomarse de las manos, sentía su palma y sus dedos muy tibios—. Todavía es temprano y no estamos tan lejos, podemos irnos... si te sientes aburrido.

—No es así, esto me es agradable —aclaró el mayor, en el momento en que el pelimora alzó la vista para volver a verlo, atento. Ben apretó los labios, la distracción que le provocaba la mirada brillosa del otro, era mucha. Suspiró, tratando de mirar al frente—. Es sólo que aún no estoy acostumbrado a estas cosas tan... corrientes. —finalizó, torciendo los labios.

Bennett ladeó la cabeza ante la imagen del peli-calipso frunciendo ligeramente el ceño y apretando los labios. La forma en que sus labios hicieron una mueca y el tono tan cálido que escapaba entre la voz de Ben, le hicieron reír, mientras de paso trataba de ocultar el calor que se instaló en su rostro, al darse cuenta de que le gustaba mucho, pero mucho, cuando el oji-jade lucía tan pulcro y altanero, pareciéndole distante y casi inalcanzable, a pesar de tenerlo tomado de la mano.

—Heh, creo que eres lindo —comentó el menor, dándole un jaloncito en la mano y reforzó su agarre, cuando vio que Ben alzaba una ceja—. Bueno, ven; sígueme. Vamos más cerquita de la feria, desde allí las luces se ven bonitas.

Apuntó hacia los montones de luces que adornaban el sector, iluminando las áreas recreativas -que ocupaban gran parte del centro de la enorme plaza- realzando el color de las aceras y tiñendo el lugar de tonos coloridos, dominados por el blanco y amarillo. Bennett no paró de hablar acerca de las cosas que le gustaría hacer mientras pudiesen; haló a Ben y a pasos largos llenos de emoción, recorrió todo el sector, para llevar al pelicían hasta el centro del lugar.

Ben no habló mucho en lo que restó de la tarde, tampoco lo dijo de forma directa, pero debía de admitir que disfrutaba genuinamente pasear con Bennett, tomar su mano y dejarse llevar por esa ola de energía que envolvía al chico. Pues donde sea que estuviesen, se le hacía irrelevante si podía centrarse en el rostro alegre del menor; así, lo que sea que hicieran aquí o allá, se volvía más que grato si podía disfrutar de esa sensación tan gustosa que lo tenía tranquilo.

Olvidaba que ambos eran dos personas atrayentes y se concentraba en lo gracioso que era ver a Bennett disfrutar de una simple brocheta o verlo rebuscar en su bolsillo, para comprar una soda. Aquel ambiente tan común y sencillo lo distraía más de lo que podía notar, ignoraba todos esos problemas suyos o su incomodidad al recibir miradas vagas estando cerca de tanta gente.

Ben no se consideraba una persona tan divertida, no era alguien que elegía activamente pasar su día al aire libre en medio de tanta gente o disfrutando de algo como los típicos eventos de temporada; desde luego, sabía tomar esa opción si podía evitar desperdiciar su tiempo en actividades mundanas y ociosas, pero desde que tenía esta clase de libertad, la idea de apreciar algo tan sencillo como un paisaje natural, o disfrutar de un postre dulce y barato, se convertía en una de sus opciones favoritas.

Hasta que empezó a oscurecer y Bennett pareció menos nervioso por tomarlo del brazo y llevarlo a distintos sectores; quiso comprar cuanta cosa bonita veía, sin miedo a detenerse en cualquier local común. Para Ben, considerar que actualmente no dudaba en ir a donde sea si Bennett se lo proponía, lo hacía pensar en lo mucho que todo había cambiado, consigo mismo, con Bennett. Incluso al punto en que algo tan pequeño como una pulserita compartida, se le hacía un enorme gesto: la sonrisa que recibió en respuesta había sido el mejor presente que había tenido en ese mismo momento.

Miraba ocasionalmente al chico, que se reía por cualquier pequeña tontería y que tendía a avergonzarse, al darse cuenta de que su comportamiento desordenado, atraía mucho la atención, y habían tenido que pasar por constantes miradas y saludos que Ben sintió soportables, tan sólo porque Bennett estaba bien con eso.

Desde luego, Ben ya había identificado que la razón principal del porqué le disgustaba tanto ver a Bennett apenarse, era porque prefería verlo reírse como un tonto, a verlo encoger los hombros y mantenerse callado el resto del camino; talvez siempre lo supo, pero ser lo suficientemente consiente de ello como para aceptarlo, solía costarle más. Le gustaba esa cara tonta y miedosa, pero no se comparaba con esa expresión risueña y juvenil, capaz de tenerlo entretenido por bastante rato.

Pero claro, convencer al chico de que todo aquello tan escandaloso y espontáneo no le incomodaba, era más difícil aún. Pues Bennett no se conformaba hasta hacerlo hablar; este le lloriqueaba, en una irónica mala actuación, y después de toda esa falsa pena pasajera, al final cuando conseguía hacerlo desesperar, el menor aceptaba alguna cosa tonta, a cambio de «prometer» que iba a comportarse.

•[▪]•

Cuando llegaron al departamento, Bennett se sorprendió mucho de cómo sus bebés saltaban casi encima de él, brincando desde el sofá hasta la puerta de entrada, para empujarlo y presionar las patas sobre su ropa, olisqueando entre las bolsas que traía en la mano. La nena no se quedaba atrás, pero antes de tenerla encima, esta había corrido hasta el pelicían, y a diferencia del recibimiento enérgico que le dio a él, ella se había sentado, esperando una caricia de su dueño, antes de ladrar y levantar las patas delanteras.

«Me encanta, me encanta». Chilló para si mismo, olvidándose de lo complicado que era mantener el equilibrio con los perros queriendo subirse encima de él. Se quitó el gorro y el resto de accesorios para cubrirse del frío, dejó en la mesita auxiliar las bolsas que traía con comida para sus perros, y se agachó para recibir y mimar a sus ahora tres bebés.

—Yo también los extrañé, les traje algunas cositas lindas. ¡Y tomé muchas fotos! —Bennett los abrazó tanto como pudo, antes de caer sentado y posteriormente ser recibido por dos de los tres perros, encima de sus piernas.

—Espera, levántate —habló el pelicían. Al oírlo los perros se calmaron y Bennett le miró con atención, asintiendo, aunque apenado. Ben le tendió la mano y cuando tuvo al nervioso chico parado frente a él, llevó sus manos hasta el abrigo del mismo, para desabrocharlo—. Ven, al menos quítate esto primero o te vas a sofocar.

—Uhmm, s-sí, es cierto. —Bennett asintió, pero no se movió, pues Ben ya había terminado haciendo todo el trabajo por él.

No sonrío tan solo porque su cara estaba cada vez más roja y sus nervios haciéndole saltar el pecho de la emoción. Cuando Ben deslizó el abrigo, pasándolo por sus brazos y espalda, Bennett no pudo contener más la risa y se empujó hacia adelante, presionando sus palmas en el pecho del mayor. Quizá él era muy obvio, pero ver al moreno así de atento y con la vista tan fija en su cuerpo, sólo para quitarle un simple abrigo, lo había hecho carcajear más, para ocultar la pena. Miró sus manos sobre el pecho de Ben, la pulserita cían que brillaba en su muñeca, sólo hacía que su pecho saltase con más y más emoción.

—Deja de mirarme con esa expresión. —El moreno detuvo sus acciones y apartó la vista por un par de segundos, queriendo eliminar la mirada sugestiva y divertida del menor, junto a su cara apenada tintada de rubor, o la forma tan agradable que tomaban los labios ajenos al presionarse entre si y hacer muecas.

—Tú eres el que me está mirando raro —siseó el menor, menos inquieto ante el golpeteo en su pecho y el calor que hacía arder su rostro.

—No lo hacía... —resopló, su vista enfocó la sonrisita ajena.

—Bueno, talvez yo sí —confesó, dando un paso hacia adelante, sus manos palparon el pecho de Ben con más atrevimiento. Cuando ya llegaba a un punto en que sus nervios se aliaban con su valentía, su cuerpo actuaba por si solo, y para antes de pensarlo bien, Bennett ya tenía las manos sobre las solapas del abrigo de Ben—. Tampoco te has quitado el abrigo, deja que yo te ayude.

Bennett parecía muy tranquilo, a penas dejando detrás esa expresión nerviosa. Se quitaron los abrigos, claro estaba, pero después de eso el peli-violeta se aproximó a unir sus labios y rodear el torso de Ben, exigiendo más calor y cercanía. Dejando uno que otro beso demandante, en medio de una cadena de suaves besos superficiales.

De todos modos, no se olvidaba de que seguían en la entrada del departamento, con tres callados espectadores haciendo ruido con la cola. Podía dejar los besos más amplios para otra ocasión.

•[▪]•

La intimidad era un tema que tuvieron la oportunidad de tocar un par de veces, de la forma más directa en que pudieron hablarlo; sin pena, más allá del bochorno que le provocaba al pelimora hablar de algo así, pero con el mismo grado de confianza y sensatez en que el moreno se disponía a hablar con él.

Aun con lo extraño que era hablar con alguien más sobre ello, Bennett no dudó en mostrar su entusiasmo y su curiosidad ante la idea de llegar más lejos de lo que habían estado haciendo. Ya bastante enterado y más consiente de qué era lo que implicaba «llegar hasta el final».

Ben solía preguntarle cada cosa que le gustaba o cualquier duda que tuviese en medio del tacto. Así, con el moreno siendo tan directo y conciso para tratar de calmarlo, admitiendo que esto también era nuevo para él, Bennett entendía que su confusión estaba ligada más a los nervios que a la ingenuidad. Claro estaba que no tenía una idea concreta sobre ello, a parte del conocimiento básico o la investigación previa; entonces el pensamiento de sentirse torpe y estar siendo impulsivo, solía llevarlo a tener más pena por hacer algo extraño, que por el acto en si mismo.

Era por eso que cada vez que el pelicían hacía mención a «esperar el momento», Bennett se impacientaba mucho más. Él mismo había impuesto ese límite, más que nada porque en sus inicios no había llegado a sentir esa enorme necesidad de anhelo, de «querer hacerlo», sólo buscando acostumbrarse primeramente a tocar y ser tocado; a parar cuando ya no podía controlar su cuerpo, o a sentirse libre de hacer y pedir lo que quisiera, sabiendo que Ben estaba con él, paciente y dispuesto a permitirle experimentar de la forma en que fuese, hasta que se sintiera listo.

Al terminar de secar y peinarse el pelo, para posteriormente arreglarse la pijama, fue que Bennett se dio cuenta de que mientras más pensaba en ello, más revoltijos se creaban en su cabeza. Habían hecho tanto en tan poco tiempo, que estaba seguro de que él había sido más acertado cuando estaba menos consiente en darle nombre a sus acciones, en lugar de cuando actuaba influido por sus deseos más intensos. Si se ponía a repasar su comportamiento, su propia atracción había sido más evidente que las reacciones instintivas que Ben había tenido sobre él, disfrazadas de pura preocupación y amabilidad.

Lo sabía desde luego; la mezcla entre la emoción y el tacto les sentaba tan bien, que no podía evitar emocionarse cuando veía a Ben mostrarse tranquilo e inmaculado, como si hace unos minutos no acabase de besarlo con suma dedicación, mientras le tendía la pijama, y él cerraba a todas prisas la puerta del cuarto de baño, avergonzado. Ese recuerdo le resultó gracioso, con el mismo pensamiento divertido de que le apenaba ver o verse medio desnudo frente a Ben, pero tampoco dudaba en quitarse gran parte de la ropa si se daba la ocasión.

Ya en la entrada del cuarto, el cansancio que antes lo tuvo inquieto comenzaba a disiparse, tan pronto como puso un pie dentro de la alcoba, más despierto de lo que podía llegar a estar a estas horas. La habitación estaba perfectamente ordenada, la cama bien tendida, todo aquello que antes estuvo fuera de lugar, incluidos su celular y el resto de sus cosas, ya se encontraba mejor acomodado y en su sitio. Bennett sonrió leve, remojó sus labios y reprimió el impulso de distraer al concentrado pelicían, que terminaba de abotonar su propia camisa de pijama y arreglarse el pelo.

Sólo dormir, dormirían y estaba bien. Él lo había dicho; lo dijo, sí, pero... Bennett ya no estaba seguro de si sólo quería dormir.

Tras los segundos Ben pudo apreciar la figura de Bennett, parada en la entrada de la habitación, lo veía frotándose un ojo y torpemente peinando su pelo de forma correcta, pues esa melena caía a cada lado y se deslizaba por sus hombros, desaliñada y revoltosa. Al enterarse de la atenta mirada contraria, el oji-carmín sonrió un tanto más emocionado y menos inquieto que hace unos momentos. Inspiró profundo, y bajó sus manos, jugueteando con las mangas de la camisa de pijama, nervioso pero muy animado a la vez.

La mirada de Ben volvió a recorrer el agraciado rostro pálido del peli-mora, sin darse el esfuerzo de ocultar lo evidente en su forma de detallar esas características facciones. Fijándose en esa cara somnolienta que tendía a crear una imagen adorable de Bennett, el mismo que le sonreía encogiendo los hombros. Comprendiendo que eran esos mismos gestos los que lograban agitar su pulso y obligarlo a torcer los labios, Ben buscó reprimir una sonrisa.

—No me hagas sentir nervioso... —habló el chico, un tanto ansioso pero lleno de agrado. Bennett inspiró profundo y encogió los hombros antes de adentrarse al cuarto, cerró la puerta tras de si y dio un brinco para caer sentado sobre la cama—. Uh, hace mucho no te veo usar un pijama completo, qué... qué lindo te ves.

—Sí, eso creo. —Ben alzó una ceja, mientras veía como a su lado Bennett se sentaba, estirando las piernas, y mirándole de vuelta con mucha más emoción reflejada en sus ojos.

Vio al menor soltar un suspiro ansioso y pasear las manos por su ropa de pijama de dos piezas, tirando del dobladillo de la camisa y meciendo los pies. Observó como el mismo pantalón le llegaba a tapar hasta la mitad del pie, donde la tela suave y delgada del algodón le hacía removerse y enroscar los dedos, seguramente haciéndole cosquillas.

—¿Cómo me queda? —Bennett agitó las manos y las movió hasta su pecho, para palpar allí. Sus manos estaban cubiertas, hasta el pulgar, con la tela de las mangas del pijama—. No es tan grande, ni chiquito.

Ben lo miró directamente, su rostro no mostró ningún cambio mientras aún lo recorría con la mirada. Inmerso en la forma graciosa que adoptaban los labios abultados de Bennett y en sus cejas delgadas alzándose con gracia al hacer muecas llenas de genuino interés. Se detuvo en el cuello solapado de la prenda superior del pijama, admirando casi con hambre cómo la forma amplia hacía que la piel paliducha de Bennett se tornase brillosa gracias al contraste del tono aguamarina de la misma camisa.

Se deslizó por la curva de ese cuello pálido y delgado, por sus hombros relajados, sus brazos cubiertos y por su estómago, hasta la zona donde los dedos blancos del menor se enroscaban en el borde de la manga. Su vista se había detenido en el costado del cuerpo ajeno, la tela del pijama era delgada y cómoda, pero recta y clara, por lo que podía notar los ligeros dobleces de la prenda, ajustarse a la figura ajena; el pantalón se arrugaba en la zona de la cadera y se alisaba por sus piernas hasta volver a arremolinarse entre sus rodillas, y finalmente, terminó tapando el dorso y los dedos del pie, estos se movían inquietos a cada rato.

Su respiración se pausó bruscamente, cuando todo ese camino antes recorrido, retrocedió lentamente, está vez paseándose con desvergüenza por la curva de la espalda del chico y por la pequeña manzana de Adán que se contraía tras las respiraciones tensas, definiendo las líneas de su cuello esbelto hasta sus clavículas. Suspiró, cuando volvió su vista a la mirada expectante de Bennett, que continuaba igual de quieto que hace un rato.

—Te queda bien. —, Ben carraspeó la garganta, presionando su puño cerrado contra sus labios.

Bennett siseó, sintiendo el impulso de reír al ver la curiosa reacción del mayor, y le dedicó una mirada fija por unos segundos, ignorando el calor que se iba acumulando en su rostro. Tras notar cómo la mirada antes inexpresiva de Ben se iba tornando cálida e intranquila, su propio cuerpo pudo relajarse luego de un par de temblores ligados a su pulso errático.

—Gracias por prestármelo. —mencionó, arrastrándose hasta quedar rozando su brazo contra el de Ben, y luego le miró de cerca, comparando las mangas de los pijamas que traían puestos, siendo el de Ben muy parecido al suyo, a penas un tono más oscuro—. Mira, son muy parecidos... es como estar usando un pijama de pareja ¿no?

—Mmh —hizo un gesto afirmativo, aunque su expresión no había cambiado mucho.

Ciertamente Ben no le había prestado tanta atención a estas cosas; tenía al menos dos pares de pijamas de los cuales sólo ocupaba uno que otro pasado el tiempo, por lo general en invierno. Aunque apreciaba sus horas de sueño, tenía bastantes malos hábitos para dormir, no siempre hacerlo con la ropa apropiada, era uno de ellos. Al ver que tenía un par en el armario, el menor insistió en compartirlos y desde luego, Ben no pudo decirle que no. De todos modos, eran pocas las veces en que Bennett se quedaba a dormir en su departamento sin ya haber venido con el pijama puesto, así que no solía fijarse en el tipo de ropa o si traían ropa adecuada, más que en sólo dormir junto al chico.

—¿No te gusta la idea? —Bennett apretó los labios con intriga ante el silencio del moreno de piel. Giró la cabeza tratando de buscar en los gestos contrarios, algún tipo de respuesta.

—No está mal. —completó esta vez con palabras, llevando una mano hasta la cabellera púrpura del menor. Ben le miró con calma y asintió tras dejar una amplia caricia allí.

Bennett pensaba en que era esto lo que quería, algo sencillo y significativo; dedicado a disfrutar al máximo todos y cada uno de sus momentos junto a él. Las dudas se iban a penas tenía a Ben en frente, sus ganas de abrazarlo sólo aumentaban y su confianza en todo lo que tenían, lo hizo sentir un poco más seguro de esto. Sí, de verdad no estaba cansado, ya no quería sólo dormir y estaba seguro de que amaba recibir esta clase de caricias.

Olvidó sus cuestionamientos y su inquietud inicial, dispuesto a dejar de pensar con rigidez y a sólo hacerlo. Tomó lugar más cerca de Ben y se presionó contra el costado del mismo, exigiendo más cercanía. Sintió como Ben se removió y bajaba lentamente la mano con la que acariciaba su cabeza, hasta posarla sobre sus hombros, para atraerlo y aceptar su proximidad como un intento de abrazarlo.

Bennett enternecido por la cercanía agradable de Ben, se movió más acerca, girando su cuerpo para posar una palma sobre el pecho de Ben, y la otra como soporte en la cama para su propio cuerpo. Ansioso, entrecerró los ojos y quiso guiar sus labios para buscar los contrarios, en un gesto común a los cuales ya estaba habituado. Jadeó, a penas tomó un respiro a mitad de camino, captando el aroma corporal de Ben, mezclado con la suavidad de un shampoo de hojas, que incluso así no era tan fuerte como el maderoso y entonado tinte de aroma fresco impregnado en su piel, tan abundante y cálido. Apretó los labios, reprimiendo un ruidito ansioso.

El trayecto a su rostro se cortó tras un escalofrío, y terminó apenado con la vista fija en los labios delgados de Ben. La mano que antes se empujaba en el pecho del mismo, subió y se encontró dudativa entre el hombro y cuello del mayor. Subió la vista, seguro de que el tono acentuado de sus mejillas de todos modos ya sería visible para el otro. Allí los ojos verdes de Ben brillaron cuando Bennett lo miró fijamente, avergonzado, pero decidido, una vista tan linda que hizo que el moreno alzara una ceja, curvando las comisuras de sus labios y con ello, reaccionando cada vez más asfixiado por el calor; Bennett bajó la vista con la cara roja.

—¿Qué sucede? —. Ben no lo hacía del todo con la intención de acorralarlo, pero solía ser parte de la reacción que obtenía al ser quien iniciaba una pregunta abierta y tranquila. Ante la evidencia en el más joven, aceptó las acciones ajenas con gusto, para poner un poco más de valentía a las intenciones dejadas a medias por Bennett.

—No, n-nada... —En medio de una negación, Bennett movió sus manos y las juntó tras la nuca del mayor, acariciando ese lugar hasta que su cuerpo tuvo el impulso de reposar su peso cerca de Ben y abrazarlo por el cuello.

—Te ves apenado. —Ben lo vio a los ojos, la sonrisa de Bennett se sentía tímida y ansiosa, queriendo mirarlo, pero buscando esconderse cuando se veían. Rodeó la cintura del chico y lo apretó contra su pecho.

—N-no lo estoy... —Su vista estaba fija en los ojos ajenos, poco a poco, iba bajando hasta posarse sobre los labios del moreno, e incluso teniendo en cuenta su evidencia desde el primer acercamiento, la capacidad de Ben por mostrarse apacible y paciente, lo hacía querer tomar todo el tiempo que tuviese.

—¿Nervioso? —Inquirió un tanto divertido, ante el mohín que recibió en respuesta y lo común que era que el peli-violeta asintiese con la mención de una pregunta similar.

—Un poco... —respondió luego de una amplia sonrisa, su voz tembló por unos segundos, y sus brazos se inquietaron rodeando el cuello de Ben. Mas la atenta mirada sobre él, lo tenía más agitado de lo que le gustaría—... estuve pensando en esto...

—¿Esto...?

—Sí, ya... ya sabes, «esto». —Hizo un gesto, su mirada viajó entre ambos, y bastó apartar la vista, para escuchar un suspiro en respuesta.

«Esto». Claro, Ben lo entendía, el pobre chico se había estado comiendo la cabeza después de hablar sobre el tema. La intensidad con que Bennett demostraba su atención lo hacía querer atesorar esa expresión anhelante, con la forma en que los ojos del menor tintineaban al verlo, con sus labios curvados en una mueca penosa, sus cejas alzadas, el rostro salpicado de un rubor abundante, atraído por el nerviosismo a pesar de desprender ansias por donde lo mirase.

—¿Hay algo que te moleste? —Ben sostuvo la barbilla del oji-carmín y lo mantuvo cerca de sus labios. Tras el acercamiento, Bennett reprimió un siseo e inspiró con profundidad, volviendo a negar con la cabeza.

—No, todo me gusta, pero talvez... sí podríamos intentarlo... —sugirió Bennett, sus ojos brillaron.

Ben no necesitó más que eso para comprender, pues Bennett también estuvo tratando de ser más directo, sobre todo con esta clase de cosas. Esto no sólo había mejorado la forma en que el chico alivió sus inquietudes, sino también, en la manera en que ambos se habían podido comunicar, en una situación donde en verdad lo requerían. Sonrió, la claridad y la convicción en los ojos curiosos del chico, eran más que suficientes para él.

Las palabras y los gestos eran un complemento exacto para todo eso que le costaba decir; al contrario en como lo llegó a pensar, Bennett era torpe y curioso para comunicar con exactitud sus pensamientos por medio de acciones, pero hablaba como nunca cuando estaba intrigado sobre algo, mientras que el tacto era el campo preferido en que Ben gustaba de expresarse con su novio. Por tanto, al moreno le bastó considerar que Bennett era muy activo cuando estaba agitado e impaciente, siempre lleno de curiosidad por las emociones nuevas. Dejaba de ser el Bennett que podría morir de los nervios, para ser el Bennett intenso sin miedo a preguntar, decir o hacer.

—Me lo dices ahora... —el mayor le miró con atención, acariciando la barbilla del chico, con su pulgar. Ese suave agarre se convirtió en una agradable caricia, arrastrando el cabello de Bennett, hasta abordar con su mano, la mejilla sonrosada del menor—. ¿Estás seguro de que quieres?

—Mm, sí... —asintió, su cuerpo se inclinó con mayor fuerza sobre el otro. Tomó un respiro, cerró los ojos y trató de no concentrarse en los golpes agitados de su pecho, subiendo su pulso, haciéndolo arder y temblar a la vez.

En respuesta a su exaltación, Ben besó los labios de Bennett, dejando que el mismo tacto hiciera el resto del trabajo. Sintió al chico sobre él dejar de tiritar y responder abriendo los labios; tomó un ritmo lento y pausado, hasta que Bennett gimió entre sus bocas. Se movió desde su sitio, evitando que sus labios dejasen de toparse, para poder sentir con mayor intensidad la conexión entre ellos.

—Hey... —lo llamó, topándose en el momento exacto en que sus ambos abrieron los ojos, tras el sonido húmedo que hicieron al separarse. Allí vio al aludido, relamer sus labios y ladear la cabeza, distraído ante su llamado.

—¿Si podemos ahora? —Bennett lo miró, aún con esa expresión atontada, sujetándose con más fuerza de los hombros de Ben. Su vista se fue reintegrando, y pudo ver con claridad la expresión intensa del contrario. El agarre en su cintura se hizo más rudo—. Uh, q-quiero decir... me gusta esto, digo, c-como lo hemos estado haciendo. Y bueno, yo quería usar el pijama y ya me vestí, pero eso no importa.

—Uh, Bennett. —Aquello no había sonado como un llamado, ni como un reclamo, pero el duro y profundo tono vacilante de su voz, hizo que el nombrado soltase todo el aire retenido, temblando y riendo al mismo tiempo.

—Oh, lo sé, lo sé; espera... —suspiró el menor, tratando de recomponerse. Ben se veía muy atractivo con su mirada tan blanda y su tono rudo. Su pulso no hacía más que acelerarse y la mueca llena de obviedad e intriga que le mostraba el pelicían, no le estaba ayudando—. No me hagas sentir más nervioso. E-Estoy tratando... sé lo que dije, de verdad quiero.

—Bien. —Finalmente, Ben asintió, dejando que el resto de sus acciones hablasen por él. Besó la frente del inquieto pelimora, y después sus labios—. Si quieres algo, lo haré; también puedes decirme cuando no ¿bueno?

—Bueno. —contestó el oji-carmín, asintiendo—. Mmh, no... no tenemos que ir lento.

Esa petición hizo que Ben sonriera sin poder evitarlo. Deslizó su palma por la mejilla del menor, trazando pequeñas caricias hasta delinear sus labios, el tono enrojecido de estos le hizo apretar los propios, remojando por encima del labio inferior, sin dejar de observar la curva atractiva que se formaba en la boca del menor. Al ver a Bennett imitar su gesto, paseando su lengua por encima de su labio superior, Ben dejó escapar un suspiro y lo besó con desespero.

Entregándose en un beso ansioso y húmedo, Bennett no dejó de empujarse contra el cuerpo de Ben, tomando sus labios en medio de un chapoteo sonoro. Su respuesta rápida y energética hizo que esa misma sensación electrizante recorriera su cuerpo, ante el tacto esperado de la lengua ajena jugando con la suya. El pulsó irregular aumentaba su temperatura con rapidez; sus temblores se vieron reemplazados por golpes de emociones agradables, que se expandían por su espina y se liberaban bajo su estómago.

Bennett amaba esa emoción abrasadora que hacía que no pudiese evitar sonreír, sino fuese porque sus labios eran succionados y besados con avidez. Sus manos iban deslizándose por la nuca del moreno, acariciando la piel ardiente bajo su paso; enredándose en esa cabellera celestina y la otra bajando hasta abrazar cada centímetro de su espalda, por encima de la ropa.

Empujó la cabeza de Ben con su mano, al sentir que no estaba siendo suficiente, quiso fundirse en sus labios y adherirse a ellos hasta quedar sin aliento. Sin embargo, a penas volvió a tomar aire al separarse por un momento, la descarga que recorrió todo su cuerpo mientras relamía la saliva que colgaba de su comisura, fue tan grande que no aguantó la idea de que las manos firmes de Ben, siguiesen tocando únicamente su cintura y espalda.

—¿Qué sucede? —. Ben le miró, atento. Incluso sin parecer tan agitado como lo estaba el menor, el ligero tono de rubor que se tendía sobre su rostro delataba su estado de exaltación.

Bennett se había separado de forma repentina, aún recuperándose de ello, mordió y lamió sus propios labios hasta que pudo incorporarse. Los suspiros que escapaban de su boca se perdían cerca de los labios ajenos. El agarre en sus costados se hizo más suave, haciendo que Bennett soltase un ligero respingo al apretar sus manos contra la camisa y hombro de Ben.

A penas su respiración le permitió vocalizar con claridad, volvió a dejar un besito sobre los labios de Ben, y luego le miró a los ojos, estaba tan emocionado que el atrevimiento le importaba poco. Siguió dejando escasos toques con sus labios húmedos, rodeando los ajenos, sobre ellos, en su comisura y luego volvió a besarlo.

—Mn, Ben... realmente quiero hacerlo contigo.

Suspiró Bennett. Aquella necesidad consiente le hacía anhelar más y más tacto; en verdad quería esto. El calor se dispersó en distintas áreas de su cuerpo, pero aún se mantenía paciente, agradecido de que para este punto ambos ya conocieran lo suficiente del otro, como para que algo tan simple como el agarre inofensivo de una mano apretando su cadera, pudiera hacerlo concentrarse y perderse en los ojos poco discretos de Ben.

—Mierda, Bennett...

Bennett rio, no teniendo idea de cuándo había desarrollado un raro afecto por escuchar a Ben maldecir; quizás era por la firmeza en su voz, en un tono ronco, bajo y necesitado. Mordió su labio. Su sonrisa se extendió y dejó escapar un gran jadeó. Ben había dicho algo tras dejar un beso en sus labios, lo escuchó maldecir otra vez y abrazarlo con más intensidad, besando su boca, su mentón, hasta dejar un par de pequeños besos en su cuello.

Entonces supo mucho mejor que durante todo este tiempo, Ben había estado respetando aquel pequeño margen, impuesto por sus propios nervios. Bennett no había tenido idea de la delgada línea entre un apretón inofensivo y un par de palmas hostiles fundiéndose en la piel de su cintura, queriendo deslizarse con lascivia por sus caderas. Era tan distinto al cariñoso y suave toque en su piel, era más atrevido y Bennett pensó que debió pedir esta clase de cosas mucho antes, porque si Ben pudiese apretar su cuerpo con más fuerza, eso sería increíble.

Distraído con montones de caricias seguidas, esta vez volviendo a la misma prudencia inicial, Bennett escuchó a Ben hablarle de cerca, pero no pudo oírlo con claridad, todavía estaba perdido en las manos certeras y rudas del mayor, abrazando y tocando con facilidad su piel. El toque lo tenía muy inquieto y tan cómodo, sin que Ben siquiera se hubiese despegado de los costados de su cuerpo.

Ben le murmuró un suave: «dame un momento», tras besarlo, y Bennett por poco lloraba cuando su cuerpo fue golpeado por un escalofrío, tras la distancia que el moreno había impuesto entre ambos. Los momentos que él se mantuvo lejos, se le hicieron una eternidad. El pelimora a penas podía darse cuenta de lo doloroso que era verse a si mismo tan desastroso, en menos del tiempo en que les tomaba quitarse un par de prendas.

Cuando Ben regresó, dejando un par de cosas sobre la mesita, Bennett casi saltó sobre el moreno, a penas logrando calmar los golpeteos en su pecho cuando se vio envuelto en los cálidos brazos de Ben, con sus pechos tocándose, y su rostro contento muy cerca del cuello del mayor. Besó esa área en cuanto pudo, y no dudó en empujar su boca por esa piel expuesta, donde dejó pequeños toquecitos con sus labios.

En un movimiento sorpresivo, cayó de espaldas sobre la cama y sintió el peso del cuerpo agitado de Ben sobre él, deslizándose contra el suyo. Él besó su frente y bajó hasta atrapar su boca en un beso profundo. Bennett sonrió y rodeó con los brazos la espalda del peli-calipso, aferrándose a él. Su temperatura corporal aumentó, mientras la sensación de total calma y emoción se hacía más agradable, incluso si su cuerpo se tensó cuando Ben lo tomó por los costados, apretando y levantando su camisa; empujó su palma por ese tramo de piel cálida que poco a poco iba haciéndose más visible, siendo tocado con imprudencia.

Con la certeza de conocer los puntos correctos, Ben se encontró recorriendo con total libertad los sectores expuestos de esa piel clara, que ardía y brillaba al tacto. Amando la sensibilidad de su pecho mostrándose con menos pena, la firmeza de su torso y aquella atractiva curva que se formaba desde la cintura de Bennett hasta el hueso que definía su cadera. Tocó libremente en ese mismo sector; mientras su boca besaba y se paseaba por su pecho, donde se encontró entretenido por los movimientos agitados e involuntarios que el menor hacía, en busca de presión y roce.

Se deleitó con cada toque, mientras que sus labios se deslizaban cada vez con menos limitación por encima del rígido abdomen del chico. Succionando ciertos lugares específicos, buscó el estímulo adecuado antes de que Bennett se impacientara más. En el momento en que una de sus manos dejó de contornear los costados del cuerpo del pelimora, esta subió y se encontró tanteando en aquel punto erguido y rosado. El menor tembló, pero no dudó en permitirle el tacto, antes de buscar sus labios y besarlo con acelero, sólo para que en el acto, las sensaciones se hicieran más intensas.

—Aah... —Bennett jadeó abriendo la boca, pudo oír el sonidito que hicieron sus labios al separarse, sólo para segundos después, volver a juntarse, en medio del desesperado movimiento de su cuerpo por obtener más contacto.

Quiso decir algo más, pero en el instante en que esos pinchazos en su pecho se hicieron placenteros y agradables, su cuerpo dejó de agitarse y los temblores se concentraron en sus dos cuerpos rozándose cada cierto rato. Mientras más se empujaba, mejor podía sentir aquella dureza comenzar a formarse contra él.

Sus manos quisieron ser tan rápidas como lo eran las ajenas, pues estuvo peleando con la camisa del pijama de Ben, hasta que sólo optó por tomarse un respiro y dejar de dar tirones sinsentido. Así su vista se mantuvo más entretenida descubriendo los trazos de esa piel acanelada, a la par que iba quitando botón por botón; la paciencia le hizo recobrar la compostura, y la vista de la piel siempre tibia del mayor, lo mantuvo emocionado, impaciente por volver a abrazarlo.

De un momento a otro, ya se encontró besando cada parte del cuello y hombros ajenos. La emoción indescriptible que se albergaba en su pecho al ser recibido de inmediato calentaba su rosto y lo hacía sentir cómodo y confiado. Acarició la tibia espalda morena, disfrutando de la suavidad de su piel, al mismo tiempo en que su propio cuerpo sufría espasmos repentinos y era atacado por una diversa gama de sensaciones, unas cada vez más agradables que otras, abordando desde todos esos puntos recibidos por el tacto.

Sus ojos comenzaron a arder, haciendo su vista desenfocar a ratos, mas eso no le impidió disfrutar de mirar el torso cuidado de Ben, aquel tono atractivo que cobraba su piel con el calor que se esparcía entre ambos, esa zona marcada y brillosa entre su área pectoral. Más abajo, podía ver dibujadas las marcas de su abdomen hasta su ombligo; la tensión en esa área creaba una tonificada y llamativa vista, queriendo incitarlo a tocar más de lo que podía.

Su calor se hizo sofocante, Bennett sintió su cuerpo estremecerse ante los distintos estímulos, y no fue consiente de lo peligroso que era, sino hasta que tuvo a Ben en medio de sus piernas, en un acercamiento que él no dudó en tomar. Lo sintió rozarse contra esa área interna, apretando con ligereza su reciente excitación y acariciándola con cada pequeño movimiento. Bennett reprimió un gemido lloroso, eso en verdad, se sentía jodidamente bien.

A penas logró acomodarse sobre un par de almohadas y tomar a Ben por los hombros, el menor buscó apresar esos labios y atraerlo a su cuerpo, quería tenerlo lo más cerca que pudiese. En el momento en que sintió el roce de la camisa como una molestia, Ben pareció comprenderlo con rapidez, y empujó sus manos por su espalda, alzándolo para lograr quitarle por completo la camisa arrugada del pijama. Bennett reprimió un siseo, encantado por lo fácil que se le hacía a Ben sostenerlo y levantarlo a su disposición, sin dejar de abrazarlo, de besar su cuello y sus mejillas.

El calor de su espalda se juntó con las sábanas entibiadas, creando un roce suave en su piel. Ben lo atrajo en medio de un empujón en la cadera, allí sintió con más detalle esa forma que chocaba contra la cara interna de sus muslos. Sentir aquel endurecimiento cerca de esa zona era totalmente distinto; el calor, la presión y el choque sólo se hacían más agradables cuando su cabeza ya estaba definiendo el sexo ajeno tocando su propia intimidad. Aquel pensamiento lo hizo soltar el aire retenido, sorprendido y agitado; la novedad no le era extraña, pero el hecho de que su propio cuerpo buscase seguir tocándolo, se le hizo divertido, por mucho que su cabeza diera vueltas y la pena se presentara cada cierto tiempo.

Ben besó por encima de los labios del chico, esos belfos estaban enrojecidos y húmedos, y Bennett reaccionaba muy rápido cada vez que le rozaba los labios. Inspiró con cuidado, con el agrado de poder disfrutar de ese aroma natural tildado del calor mezclado entre ambos; esa piel brillosa y sonrosada estaba cada vez más cálida, él no dudaba en tocarla y besarla si Bennett se lo pedía. Así sus manos se deslizaron por el torso de Bennett, descendiendo a palma completa, queriendo disfrutar el tacto y la vista, hasta que sintió la tela del pantalón de pijama, como un estorbo.

Bennett se quejó en medio de un ansioso murmullo cuando también notó esto. Apretó las piernas, bajó la vista y estuvo dispuesto a bajar sus propias manos para apartarse el pantalón.

—No nos apresuremos... —suspiró Ben, tomando una de las manos del pelimora. Al captar su atención, Bennett le miró, mordiéndose el labio, aún pretendiendo estar relajado, pero viéndose delatado por el propio ruidito de su respiración errática y su lechoso pecho subiendo y bajando—. Tenemos todo el tiempo que quieras.

—Oh, bien, entonces... —Bennett sonrió leve, queriendo cubrirse con su mano libre. Sin embargo, a pesar de su tono tropezado de voz, su mirada seguía vagando entre las clavículas resaltadas de Ben, bajando por su abdomen, hasta encontrar el sector donde su cuerpo se juntaba al contrario, desde donde el mismo pijama que antes le produjo tanta emoción, le resultaba estorboso para la vista que tenía—. Mmh, ¿no puedo sólo q-quitármelo ya?

—Uh, Bennett... —Ben bajó la vista, sus ojos apreciaron esa imagen debajo suyo. La cantidad de piel expuesta lo tenía más que exasperado, donde las áreas sonrosadas de ese cuerpo más pequeño se hacían apetecibles; su rostro bonito, tan atento, y su expresión... Oh, mierda, Bennett no tenía idea de lo peligrosa que era esa mirada suya en este momento.

El esfuerzo que había puesto para eliminar el pensamiento agresivo de quitarle esa expresión agitada al chico, de un beso brusco y rápido, le hizo fruncir el ceño. Se limitó a recorrer con los labios, los costados del cuello y el rostro del menor, chupó esa zona con toda la calma que pudo acumular, disfrutando de las distintas reacciones que obtenía con el paso de sus labios. Bajo su mano, la mano más pequeña del chico tiritó y volvió a empujarse contra el borde del pantalón, peleando por jalonear la prenda.

—Ah, quítamelo, no me importa... —pidió, removiéndose. Su cuerpo se inclinó hacia arriba, buscando acomodar una almohada tras su espalda y delimitando una corta distancia entre los dos. Entonces su mano ahora libre, guiada por la emoción, trató de buscar el dobladillo de su propio pantalón, tirando de él torpemente.

La vista de sus piernas abrazando la cadera de Ben se le hizo sumamente peculiar y caliente. Su pelvis se removía ante cada pequeño estímulo, el área baja del moreno se presionaba contra su base y aquel escenario sólo lo ponía más y más ansioso, queriendo mirarlo tanto como podía. No se había imaginado alguna vez de esta forma, pero estaba seguro de que podría acostumbrarse muy rápido a ello.

—¿Estás... seguro de esto? —Ben le sonrió; la mirada rojiza, antes atenta en las prendas que bloqueaban el contacto directo con sus pieles, subió y se instaló sobre su rostro. Bennett imitó su gesto, esbozó una inquieta sonrisa, sus pestañas se batieron, después el chico elevó su mano y la rozó contra la mejilla morena—. Bennett...

—No tenemos que ir lento... —repitió, su voz tembló más de lo que pensó, y el calor entre sus piernas no hacía más que punzar cada vez que la amabilidad en los ojos verdosos del moreno, se volvía tosca y tan... pasional—. ¡Mmh! Ah, eso me...

Ben no lo dejó terminar y atrapó su boca con bastante rapidez, el chico a penas pudo responder al contacto. Volvió a empujarse contra su entrepierna, la fricción en esa zona y el tacto rudo de la tela del pijama, hicieron a Bennett removerse con mucha más determinación. Su espalda se tensó, queriendo llevar su cuerpo a apretarse contra el ajeno; una vez que su sexo alcanzaba a rozar la tela, empapándola, podía sentir con mucho más detalle el calor abrasador que envolvía la dureza que lo rozaba.

Frotándose en medio de sus piernas, la longitud antes superficial que se paseaba por encima de su propia excitación, con total descaro, comenzó a ser más y más intensa, moviéndose de arriba a abajo. Bennett no se podía sentir más rígido de lo que estaba, ni tenía idea de lo sucio que podía ser el tener pensamientos relacionados a ello, sin dejar la idea de que le gustaría mucho poder sentirlo más de cerca. Quería, de verdad quería...

—Una vez que te lo quites... —suspiró Ben contra lo labios del menor, dejando un toquecito sobre estos. Llevó su mano hasta el pantalón ajeno, jugueteando con el filo de la prenda mientras su palma se arrastraba hasta aquel bulto que punzaba allí; observó al menor, y cuando este mostró su aceptación al tacto, lo acarició—... no creo poder ser tan paciente...

Bennett lo miró como si aquellas palabras no hubiesen ocasionado un cortocircuito en su cabeza, como si su propio miembro no se hubiese alegrado ante el agradable toque ajeno. Si podía sentirse así de confiado y cómodo, no le importaba que Ben fuese un poco menos sutil y suave, para mirarlo como si quisiera hacerle tantas cosas que él no lograba integrar aún.

—¿También... te lo vas a quitar tú? —Aquello no había sonado como quería, pues su tono genuinamente curioso, le hizo recibir un empujón rudo que lo tuvo lloriqueando cuando su intimidad punzó de nuevo, doliendo y cosquilleando al sentir una ligera corriente de aire entrar al momento en que Ben alzó el dobladillo del pantalón.

—Veremos...

Bennett frunció el ceño, pero no estaba inquieto a decir verdad, tan sólo... le sorprendía la calma con la que Ben actuaba, como si no se sintiese afectado, al menos no al grado en que él lo hacía. Sin embargo, en el instante en que la palma del moreno se aplastó contra su intimidad, su cuerpo tuvo un impulso por empujarse contra ella; la humedad que recorría todo ese sector bajo suyo, lo tenía más que nervioso.

Intentó incorporarse mientras sentía suaves caricias allí, las cuales poco a poco se hacían más descaradas, acompañadas de ligeros murmullos y de la mirada intensa que el pelicían le dirigía. Bennett creyó que el tiempo que Ben tardó en arrastrar la prenda hasta liberar su sexo erguido había sido una eternidad, pero por fin la tela molesta del pijama había dejado que su excitación se alzara y gotease libremente, enseñándole al moreno lo entusiasmado que estaba.

Al momento en que la parte superior de su zona baja se vio expuesta, su cuerpo fue atacado por una enorme emoción, sintió su estómago retorcerse, creando escalofríos que eran contrarrestados por el cosquilleo en su intimidad y el temblor en sus piernas. Tuvo unas ganas horribles de cubrirse, la pena de estar siendo muy evidente e impaciente, le hizo apretar los labios, a pesar de que Ben sólo había descubierto su miembro y aquel no era un acto extraño al que no estuviesen acostumbrados.

—Hey, no tienes que apenarte. —Atento a aquella nerviosa expresión. Se tomó un momento para tirar del pantalón del menor, mientras su mano recorría cariñosamente la piel expuesta, arrastrando los dedos por la zona interna, hasta tocar lo suficiente y hacer que el chico debajo de él le mirase con más atención—. Creo... que no puedes encantarme todavía más.

La cara de Bennett enrojeció y al mismo tiempo, sintió la necesidad de apretar las piernas, cuando la mirada del mayor se instaló en su área baja. No pensó que la expresión de Ben sería así de... intensa, mirando con un interés que lo hacía fruncir el ceño y lo tenía tan encandilado a la vez. Él le acarició más cerca de esa misma zona, trayendo una emoción gratificante al cuerpo del menor, cuando todo aquel pensamiento tonto se disipó siendo reemplazado por más calor del que le gustaría.

—Mmh, n-no me mires así... ya no me siento tan nervioso. —Bennett le sonrió, como si hace unos momentos no hubiese estado tratando de esconderse de la vista contraria. Se frotó de forma impulsiva contra la mano que intentaba acariciar su piel—. Uh, quítamelos rápido.

«Estaba avergonzado hace un momento». Ben suspiró ante lo dicho, Bennett se había encogido desde donde estaba, y contrario a como pensó que haría, el menor se incorporó totalmente emocionado, empujó el pantalón hasta tirarlo contra sus piernas. Ben reprimió otra acción impulsiva y no necesitó preguntar de forma directa, cuando Bennett ya le estaba pidiendo ayuda para quitarse esa molesta prenda.

—Oh, carajo...

No imaginó que la visión de un cuerpo masculino se le hiciese tan hermosa, pero así era. Mientras veía a Bennett ignorar por completo su propia postura sugerente, con sus piernas a cada lado y los brazos levantando la mitad superior de su tembloroso cuerpo, Ben ya ni quiso esforzarse en reprimir su emoción aun si estaba siendo amable.

Tiró el pantalón y amasó las piernas ajenas mientras aprovechaba que el ingenuo chico alzaba una por una, atento a cómo se arrugaba el pantalón y sus dedos tocaban hasta la punta de sus pies, con la excusa de quitar el pantalón; una vez terminó con esa infernal acción, recorriendo sus piernas y sacando el pantalón. Lanzó la pijama a un lado y bajó la vista.

Mierda, de verdad estaba demasiado jodido, cuando incluso aquel pequeño caminito de bello oscuro guiado hacia su longitud le pareció algo agradable de ver, delineando esa zona con sumo interés. Se había tratado de hacer la idea desde mucho antes, desde el primer momento en que las caricias se habían hecho intensas, queriendo conocerlo, aunque esto era... totalmente diferente. Ese cuerpo varonil y delicado debajo de él lo tenía al borde de un colapso; una parte de él aún peleaba consigo mismo, pero poco le importaba si estaba seguro de que no se había sentido así de impaciente antes.

Salió de su propio dilema únicamente cuando Bennett actuó antes de que él pudiese decir algo, por supuesto, si el chico se desesperaba, ese iba a ser un problema para él. Bennett podía estar muy al tanto y seguro de esto, pero no tenía ni la más mínima idea de lo que implicaba el autocontrol para si mismo, desde que descubrió lo mucho que le encantaba cada parte del oji-carmín, cada vez era más difícil no demostrarlo.

En verdad quería tocarlo, quiso hacerlo y lo había hecho, el orgullo que se instalaba en su cuerpo cada vez que Bennett respondía a su tacto, regresando el deseo con la misma intensidad, disfrutando y queriéndolo, había hecho de él, un hombre muy satisfecho. Aquel Ben dispuesto a cualquier cosa por obtener esa mirada llena de cariño, se había hecho cada vez más presente, Bennett... de verdad no sabía cuánto agrado podía hacerle sentir, sólo con mirarlo de esa forma tan contenta, incluso en una situación como esta.

Distraído por un sorpresivo beso, Ben sostuvo su peso con una de sus palmas, mientras el impaciente peli-violáceo se le colgaba por el cuello, chupando su boca cada vez con menos vergüenza. Ben no supo si le encantaba más lo rápido que el chico había dejado la pena, introduciendo su lengua y acariciándole el cabello, o si era la forma inconsciente en que las caderas de ese cuerpo desnudo se mecían buscando fricción. Aquella excitación chocaba contra su abdomen bajo y el moreno no buscó apartar las ganas de dar un empujón con su cadera, aplastando su mano libre contra la suave piel del muslo de Bennett.

El mayor suspiró, Bennett no se cansaba de besarlo, incluso si olvidaba respirar de forma correcta o si su cuerpo parecía temblar enteramente en medio de cada ágil beso. Ben olvidó su propia urgencia, cuando los brazos fuertes del chico siguieron abrazándolo y su cuerpo respondió gustoso ante las distintas nuevas caricias en las zonas exhibidas de su cuerpo.

Bennett se separó, aturdido pero más curioso que nunca. La ola de emoción seguía trayéndole espasmos, junto al recorrido amablemente trazado por los dedos del moreno, tocando su torso, sus piernas y su cadera. Hubo cierta cantidad de toques en algunas áreas específicas que lo tuvieron pensando por unos momentos; pues todo aquello era... demasiado novedoso, podía estar asustado al principio, pero nada le ganaba al genuino interés por lo que vendría después de las caricias superficiales, si podía continuar sintiéndose de esta manera tan buena.

—Uhm... ¿puedo ayudarte a quitarlo también? —preguntó cuando finalmente su vista se sintió segura de bajar. Miró su propia piel expuesta, su intimidad rozando contra la zona baja contraria, y fue en esa misma área en que sus ojos encontraron aquella dureza estancada bajo el pijama.

¿Había sonado demasiado impaciente? Bennett no quería sonar inquieto, pero lo estaba. Así que no es como si pudiera ser deshonesto consigo mismo, él de verdad quería ayudarlo, quizá sólo ahorrarse la pena al estar completamente desnudo, pero la exposición era lo de menos cuando su emoción se hacía más y más grande. Después de todo, ambos eran hombres, estaban en la misma situación y Bennett estaba muy seguro de lo cómodo que se sentía estar frente a Ben.

—Bennett... vas a terminar muy rápido con mi paciencia —murmuró Ben, en medio de un bufido, mientras apartaba la vista y apretaba los labios.

Bennett no había entendido del todo bien esa expresión. Esperó una acción tras otra y cuando sintió un rudo empujón en aquella zona, pudo hacerse una idea más comprensiva acerca de la forma en que Ben había tratado de abrazarlo. Agradable, demasiado bueno. Bennett necesitaba encontrar pronto una forma de decirle a Ben que esa manera tosca de actuar, en esta situación, le gustaba mucho.

—¿Y-Ya puedo, cierto? —volvió a preguntar, apretó los labios y tras un fugaz toque de los labios de Ben en su frente, sintió que el pelicían se apartaba unos centímetros y aplastaba las rodillas a la cama.

—De acuerdo, ven...

El jadeo sonoro que emitió Bennett llenó el silencio que había dejado la voz serena del mayor; este continuó mirándolo, deleitado con la llamativa vista que tenía desde arriba. El peli-violeta se reintegró lo mejor que pudo; sentado reposó una de sus manos a un lado y llevó la otra hasta la cadera del moreno, donde tocó el borde del pantalón.

Impulsándose para dejar un besito en los labios de Ben, se posicionó frente al mayor y continuó besándolo, sin perderse en sus propias acciones. El calor aumentaba y los constantes temblores en su cuerpo no hacían más que agitarlo, pero nada de eso era importante cuando encontró la forma de abrazar el cuerpo contrario, mientras su otra mano se entretenía en el pantalón; a medida que iba deslizando la prenda, sus labios se abrían en medio de un largo beso, con la imaginación palpando en su mente, hasta que la curiosidad pudo más con él.

No era como si su primera impresión no fuese impactante, pero era en verdad... curioso; no pudo apartar la vista de aquella prominente forma una vez se encontró con ella en todo su esplendor. Sus manos temblaron, y su rostro se vio atacado por un enorme calor que le dejó aturdido por lo rápido que podía reaccionar ante aquella desnudez.

Incluso si su propio estado le impedía moverse más de lo debido, no evitó en lo absoluto terminar con lo que había empezado. Continuó deslizando ahora sus dos manos por los costados del cuerpo ajeno. Lo mareado que estaba ya con su propia emoción, era suficiente para evitar que la vista que tenía enfrente, causara más estragos de los que debería.

Al lograr tranquilizarse, alzó la vista. Su respiración tropezó al mismo tiempo en que una de su mano tocó ese muslo desnudo; su otra mano tembló arrugando el pantalón, que Ben había terminado de quitar, y a penas tiró la prenda a un lado de la cama, dominado por la curiosidad, dejó un par de caricias sobre las fuertes piernas morenas del mayor, y sus dedos tantearon cerca de aquel calor, rozando.

Tras el permiso ajeno, Bennett siseó y tragó saliva, lleno de expectantes ganas; deslizando sus dedos por la punta, sintió la sincronía del estímulo visual y táctil aumentar su ritmo cardíaco, hasta rozar su palma completa por el largo de aquella excitación. Su estómago se comprimía ante los nervios, contenía la respiración cada vez que lograba acariciarlo; a medida que tocaba con libertad, oía la respiración ajena chocar contra la suya, permitiéndole detectar con facilidad, cuando el tacto era agradable.

De pronto, su corazón se detuvo en el instante en que su vista decidió prestarle más atención, su rostro se encontró cerca de aquella masculinidad, observándola chocar contra su palma. Jadeó, y quiso cubrirse el rostro, incapaz de seguir mirando por más que quiso; su pena no era más grande que su emoción, pero aquel sentimiento ansioso lo obligó a querer desviar toda su atención donde no pudiese ver las pieles desnudas de ambos, sólo para calmarse.

—Uh, lo siento, dame un momento... —Bennett agachó la vista, se sentó en la cama y apretó las cobijas, queriendo controlar su respiración. Ben se había acercado, dejando un toquecito en su hombro y luego una caricia.

Bennett estuvo atento a cada gesto; emocionado con la sola idea de llegar a compartir un momento tan íntimo, como lo era estar juntos en la desnudez, pero... era eso lo que lo tenía tan alterado. Ben estaba desnudo, frente a él, cerca de su propio cuerpo, igual de...

«Oh, cielos». Trató de calmarse, lo había estado haciendo bien, sus pensamientos lograban reordenarse si no se centraba en el hecho latiente de tener cierta zona de su cuerpo igual o más emocionada de lo que él podía llegar a estar. Mordió su labio, poco a poco más relajado.

—Bennett... —nombró Ben, su mano se paseaba por el brazo del menor, buscando entregarle algo de conformidad. Oprimió los labios al oír un exasperado jadeó en respuesta. Los brazos ajenos temblaron y Bennett a penas pudo levantar su vista llorosa para verlo—. ¿Te sientes bien? —preguntó primeramente, pues el contrario no parecía muy relajado, a pesar de esforzarse por estarlo. Aun así, Bennett asintió—. ¿Esto... es cómodo?

Esa última pregunta hizo que el pelimora mordiese su labio. No evitó deslizar la vista con más interés por el cuerpo ajeno; lo que hasta ahora le parecía demasiado, quedaba como un problema menor al encontrarse con aquella intimidad, en el mismo estado que el suyo. Cerró los ojos, tomando el aire suficiente para volver a encontrarse con el rostro paciente de su novio.

—Sí, mucho, s-sólo estaba... bueno, un poco ¿nervioso...? No, eh... Mmh. —se detuvo al no poder encontrar la palabra adecuada para su sorpresa. En el mismo instante en que enfocó los ojos hábiles del mayor, Ben acarició su rostro y dejó un pequeño beso en sus labios.

—Entiendo. —Ben no dejó de acariciar el rostro del menor. Al bajar su mano, se encontró con las amplias reacciones de Bennett ante el tacto en su espalda baja, meciendo gustoso su cuerpo, para permitirle seguir tocando—. ¿Quieres continuar?

Bennett tragó saliva, pero asintió en un rápido movimiento. Ahogó un ansioso «quiero» en los labios de Ben tras un beso lleno de necesidad, emocionado por recibir un toque cariñoso, suave y rápido. Abrazó a Ben, guiándolo hasta volver a tener sus cuerpos uno sobre el otro, con sus sexos tocándose y las manos ágiles del moreno acariciándole los costados de las piernas.

Reprimió montones de ruiditos nerviosos cada vez que entraba en cuenta que sus intimidades se tocaban con frecuencia, y de que Ben sobre todo, parecía más que entretenido, deslizando los dedos con más y más firmeza entre la cara interna de sus muslos, tanteando esa área que poco a poco se hacía más sensible. Su boca fue invadida por la húmeda ajena, que buscó distraerlo de un lascivo toque en un sector diferente a lo habitual. Su miembro punzó. Ben dejó otro beso mojado sobre su labio, y lo que fue una rara caricia bajo la base de su dureza, se convirtió en una mano firme empalmando toda su excitación.

Su cuerpo se agitó, sus piernas se cerraron a cada lado de la cadera de Ben, y aquello sólo hizo que la sensación de calor aumentara, cuando sus manos se aferraron a los hombros del moreno y su propio cuerpo sintió un roce involuntario contra esa zona caliente bajo su sexo. Aún con la idea en mente, no entendía cómo ese simple roce podía sentirse tan distinto y peculiar.

—Mmh uh... —Gimió sobre la boca ajena. Ben le chupó sus labios y le permitió respirar con más calma, atendiendo aquel dolor abrasador que no hacía más que aumentar con cada movimiento. No podía soportarlo—. Oh, p-por favor...

Las pulsaciones se hicieron más intensas, y aquellos imperceptibles golpecitos allí abajo sólo lo hacían sentir más ansioso de lo que debería. Se movió, y los golpes en medio de sus muslos se hicieron más fuertes, constantes. Sus piernas se apretaron, cuando fue capaz de notar aquel área húmeda por su propio goteo, siendo tocada por la punta erguida de su novio, mientras continuaba besándolo.

Ben deslizó con cuidado la mano que antes rodeaba el falo del chico, tras un ligero «espera», notó así cómo los espasmos tenían al menor agitado y al borde de acabar, por lo que dejó pequeñas caricias que evitasen que la falta de tacto fuese tan abrupta; y fue bajando, rozando la ingle, hasta llegar a la base de aquella intimidad goteante. Su pulgar rozó con lentitud cerca de esa pequeña área baja, y al instante recibió un jadeó nervioso en respuesta.

—¿Te molesta si hago esto? —Le besó en la frente, mirándolo con atención. Bennett había abierto la boca, pero sólo escuchó un suspiro lloroso, y le negó con la cabeza. Ben besó sus labios, volviendo a tocarlo—. ¿Y si toco aquí?

Suavemente tocó más abajo en ese lugar, acariciando con la yema de su dedo aquel pequeño anillo carnoso. El pelimora jadeó en medio de un sobresalto sorpresivo, mordió su labio inferior y enrolló los brazos tras la nuca de Ben, tomando un largo respiro, cuando el mismo tacto se repitió un par de veces, bastante ligero y extraño, pero lo suficientemente conciso como para hacerlo darse cuenta de qué era lo que seguía.

—No... —suspiró Bennett entrecerrando los ojos; estaba acalorado y nervioso, pero muy expectante a la vez. Su vista vagó desde sus cuerpos desnudos, por el rostro atento de Ben, hasta un lado de la cama, justo sobre le mesita—. Oh... uh ¿los vamos a usar ya? —preguntó con bastante interés.

Bastó la sola mirada apacible e impaciente del pelicían, para que Bennett comenzara a sentir su cuerpo entrar en un estado abrasador, mucho más acoplado a la situación de lo que estaba él mismo. Sonrió, cuando no necesitó decir nada más, y recibió un amplio beso en los labios. Ben se movía sobre él, permitiéndole acomodarse mejor sobre las cobijas, mientras este paseaba su boca sobre su labio superior e inferior, besando su rostro y su cuello, los toques allí eran tan suaves y dulces, que quizá habían sido lo suficientemente efectivos, como para hacerlo perder la noción de lo que estaba sucediendo con su propio cuerpo.

Esa parte del acto en específico, se le hacía muy extraña. Anteriormente no había tenido problema en expresar su agrado por ser abrazado, sintiéndose muy seguro de que no importaba cómo lo hicieran, a él le iba a encantar recibir toda clase de afecto si Ben estaba dispuesto a dárselo.

Por supuesto, no había pensado en lo raro que era asimilar encontrarse en una situación así, siendo tocado de esa forma en sectores donde antes no había sido tocado y que no pensó que podían sentirse tan bien. El tanteo había sido peculiar, pues el líquido corriendo por su zona interna le hizo removerse lleno ansiedad, agitado a medida que el roce de los dedos de Ben se hacía poco a poco agradable y cálido, conforme mejor se concentraba en las sensaciones que le provocaban.

Ben tenía una habilidad para hacerle sentir bien incluso con la caricia más ruda, así que en verdad le había llegado a preocupar más no aguantar hasta este punto, que el llegar a sentirse incómodo en si; y aquí estaba... impaciente y expectante, sintiendo el primer falange abrirse paso en ese lugar. Cerró los ojos, pudiendo oír esa voz afectuosa acompañándolo cada vez que su cuerpo se estremecía, con el primer empuje y el resto de caricias.

Las manos del moreno dispersaban caricias donde su cuerpo las necesitaba, distrayéndolo de todo el bochorno que provocaba el golpe de emoción. La humedad entre sus piernas no dejaba de provocarle espasmos, y aquel tacto antes incómodo y desconocido, comenzó a hacerse más y más presente, invadido por dos puntas que lo tuvieron asustado y acalorado, hasta que la sensación se vio opacada por los montones de besos que el moreno dejaba en su cuerpo.

—¿Cómo te sientes...? —Ben se reposó más cerca del menor, besando el costado de ese rostro enrojecido. Bennett balbuceó antes de poder contestarle. Escucho un «raro», seguido de un siseo y un suspiro.

Interpretó aquella respuesta como algo bueno, Bennett continuó respondiendo al movimiento, apretando los labios y aceptando las caricias cuando su cuerpo temblaba debido a la sorpresa. Ben intentó mantener la calma ante la imagen a la que se enfrentaba; recibía los besos húmedos y desesperados del chico, mientras lo preparaba con todo el cuidado que podía tomar, incluso cuando volvió a mover su mano y acarició más arriba, empujando hasta conseguir otro jadeo quebrado que hizo de Bennett un desastre sudoroso y caliente.

—¡Oh, Nn...! —lloriqueó ante el repentino golpe de calor recorriendo toda su espina, instalándose en su abdomen y obligándolo a arquear la espalda. El estímulo lo había hecho sentir que podría terminar en ese mismo instante, asustado de lo ido que se sintió cuando Ben volvió a tocarlo allí y esta vez lo tocó por enfrente con su otra mano—. Aah, no, espera...

Ben tomó cierta distancia del cuerpo acalorado que tenía debajo, seguido de un respiro. Su propio estado había empeorado cuando se encontró con la mirada casi perdida del chico una vez continuó acariciando. Trató de volver a su postura, deslizando su mano por la dureza húmeda del menor, consiguiendo no más que torpes movimientos y espasmos en respuesta. Lo tocó lentamente, permitiendo que con ello el cuerpo del menor se acostumbrara a los cambios de magnitud, para volver a disminuir las caricias poco a poco, a pesar de los quejidos que obtuvo con respecto a la distancia y al toque simultáneo en sus zonas sensibles.

—Intenta calmarte... —Gradualmente Ben volvió a acercarse, cuando el cuerpo tendido de Bennett se limitó a recibir las caricias, mientras el menor buscaba cubrirse el rostro y sujetarle débilmente del hombro. Bennett bajó con lentitud el brazo que cubría su rostro, le miró a los ojos e inspiró hondo—. Eso es... ¿se siente bien aquí, verdad?

Bennett asintió, al instante otro golpe atacó cerca de esa misma área. Sutil y repetitivo, lo suficiente como para que el toque se perdiera cuando el tacto se hizo constante y su cuerpo fue capaz de soportarlo, en medio de las pausas que hacía el mayor para agregar más lubricante y continuar estimulando hasta que cada centímetro de ese lugar se hacía más sensible.

No había sido hasta que el calor se dispersó por toda la zona baja de su cuerpo, haciendo que el movimiento de sus piernas se hiciese tedioso y le provocase espasmos, cuando Ben volvió a acariciarlo y le preguntó si se sentía seguro de continuar; desde luego, Bennett asintió frenético, incluso si en el proceso su cuerpo resintió la sensación vaga de vacío allí abajo, pero no dudó en sujetarse de la cama, mordiendo su labio.

Aún con el cuerpo tembloroso, su vista no dejó de observar cada pequeño gesto en el rostro del moreno, la forma en que sus cejas se fruncían a pesar de notarse apacible, le hizo sonreír; mas su expresión cambió cuando miró a Ben estirar su mano para alcanzar el paquete que le esperaba en la veladora. Bennett soltó un nervioso suspiro, pero ya de por si su cuerpo se encontraba pasando por distintos cambios de temperatura, que sólo se limitó a apreciar lo buena que era la vista de su novio deslizando aquel preservativo por la longitud de su excitación, antes de dedicarle una atenta mirada.

—Oh, ¿q-qué pasa? —Bennett no tenía idea de lo emocionado que estaba ahora, pero podía sentir el calor que invadía su rostro. Ben soltó una ligera risita, haciéndolo sentir peor de lo que ya estaba, pues aquello había sido igual o más lindo a verlo sonreír.

—¿Te sientes cómodo así o prefieres cambiar de posición? —preguntó, acunando una de las enrojecidas mejillas del menor, este le miró inquieto, hasta que sintió los brazos de Bennett rodearlo por el cuello; Ben le besó en los labios.

—Mmh ah, así... a-así está bien, no me molesta. —Bennett tomó un respiro largo, lleno de pena; aunque sabía que en algún punto sus piernas iban a sufrir mucho, estaba seguro de que no iba a importarle si podía estar así de cerca de Ben. Esbozando una sonrisa, devolvió el beso y ancló sus piernas en la cadera del moreno.

Ben le respondió un poco más rápido de lo que esperaba, soltó un suave «de acuerdo», cerca de su oído, una vez depositó varios besos allí. Cuando Bennett se encontró mejor recostado con Ben entre sus piernas, volvió a oír el sonido del dispensador del frasco y sus piernas temblaron, casi por reflejo, al sentir un poco más de producto siendo esparcido por esa zona. Un sentimiento agradable brotó desde su pecho al notar lo cuidadoso que era Ben para acariciarlo, mientras en el proceso lo hacía tener más y más ganas de continuar.

La advertencia no estaba de más, después de que Ben suspirase, sobre los labios del chico, que podía ir más lento si se lo pedía, él respondió más impaciente que nunca, balbuceando tonterías mientras se empujaba contra sus labios y le pedía continuar. El impulso de hundirse fuertemente en el cuerpo del otro se vio mermado ante lo sinceras que eran las reacciones del pelimora: temblando cuando tocaba sus piernas y alzándose ávidamente en el momento en que alineó su excitación contra aquel aro húmedo que lo esperaba.

Bennett se había hecho la idea desde antes, pues su cuerpo pudo asimilar con facilidad el tacto y la presión allí, aceptando gustoso la atención que obtenía, pero en el instante en que Ben fue empujándose poco a poco, se sintió mareado e incapaz de respirar correctamente sino hasta que Ben lo sostuvo de un costado y se reposó sobre él para besarlo en la frente, sin dejar de recordarle que tomase un respiro y se calmara.

Bennett quiso llorar, no porque aquello fuese incómodo e invasivo, sino más bien porque cuando lo pudo sentir expandir su interior, no supo como lidiar con todas esas emociones que se arremolinaban en su interior. Ben levantó ligeramente su cuerpo y lo abrazó, buscando relajarlo hasta que pudo acostumbrarse a cada pequeño empujón contra su cuerpo.

Sus piernas se sentían adormecidas y temblorosas, pero no dejaban de aferrarse al cuerpo sobre él, al igual que sus brazos. Trató de regular su respiración, pero la única forma en que no se agitaba por completo era atrapando el aire con la boca hasta soltarlo de forma errática y pesada. Ben se detuvo cuando estuvo sobre él, invadiendo su interior casi por completo; por supuesto, la tarea más difícil era lograr que Bennett no se moviese cuando a penas si podía dejar de temblar.

—Hey, tranquilo; intenta respirar con más calma... —Ben continuó acariciando las zonas menos sensibles para evitar que continuara agitándose más. Besó uno de sus hombros y volvió la vista hasta los ojos llorosos del chico, que apretaba los labios tratando de tomar el aire de manera correcta, para a penas calmar su pulso—. Bien, ¿está mejor?

Bennett estaba abochornado e inmóvil, pero aun así pudo captar la imagen de ese rostro acanelado tintado de rojo, del cabello despeinado salpicando las hebras celestinas por los costados de su rostro. En medio de esa preciosa vista, los ojos verdes y profundos del moreno atacaban los suyos; la curvatura agotada en los labios delgados del mayor sólo hizo que la satisfacción en su pecho crease un sentimiento cálido y abundante. Allí fue más consiente de lo cálido que era estar juntos, así de juntos.

—Mejor... —Sonrió, aunque aquello había salido más como una mueca lastimera y nerviosa, fue suficiente para hacer que el mayor tomase su boca, succionando los quejidos que salieron de esta cuando su novio se movió sobre él.

—Eso es bueno... Ven aquí. —Ben chupó los labios ajenos, repartiendo besos sobre y junto a estos, hasta que Bennett se sintió cómodo y dispuesto, sonriendo luego de regresar cada beso, conforme él se movía en su interior.

Lo que antes había creído que era suficiente para tenerlo así de exaltado, no se comparaba con lo que era en verdad ser empujado con intención; lloró, todo era tan suave, muy cálido e intenso. Las manos amables de Ben propagaban un cosquilleo en todo su cuerpo, deslizándose cariñosamente por su piel, cuyo tacto difería de aquellos movimientos cada vez más bruscos acentuados en una zona en su interior, golpeando con falsa prudencia hasta tenerlo tan mareado e incapaz de decir algo razonable.

Su pecho saltaba a medida que su cuerpo trataba de adaptarse a los estímulos internos y externos. Tomaba largos respiros, perdiendo el sentido de sus piernas al ser empujado con más profundidad y sorpresa. Tembló ante el aumento abrupto en su temperatura, mientras sus emociones se disparaban en medio de cada choque, creando una corriente que iba directo por su columna hasta acentuarse en su abdomen bajo, punzando con fuerza y constancia.

Ben continuó enterrándose firme y pausado, en medio de cada movimiento; en respuesta el chico jadeaba queriendo respirar con menor dificultad, y los dedos delgados de este se apretaban en sus hombros y espalda. Contrario a los lloriqueos temblorosos que esperó oír conforme se hundía en ese apretado interior, el pelimora buscaba mirarlo a los ojos mientras murmuraba monosílabos inentendibles y palabras que no alcanzaba a terminar, antes de gemir contra su boca y estremecerse, apretándose bajo su cuerpo.

Se inclinó sobre él y buscó sostenerle de un costado, disfrutando del tacto de esa piel humedecida por el sudor. Lo abrazó queriendo no abrumarlo ante el cambio gradual de velocidad, incluso si Bennett parecía adaptarse muy bien a cada pequeño toque, aceptando las caricias y replicándolas aun en su estado de aturdimiento. Lograba sentir con facilidad, la húmeda dureza ajena que rozaba entre sus cuerpos y chocaba contra su abdomen, siendo atendida casi al mismo instante en que el cuerpo de Bennett se mecía sobre el suyo, por lo que cuidó no aumentar el roce con brusquedad hasta que el chico se sintiese más cómodo.

Centrado en las reacciones del menor, las manos morenas buscaron atender cada centímetro del cuerpo tembloroso que se frotaba contra él. Una vez el menor comenzó a adaptarse y moverse al mismo tiempo, fue creando un roce placentero que le sacaba suspiros ruidosos; las caricias se hicieron más presentes a modo de sustituir las palabras que en el momento el pelimora era incapaz de decir con claridad.

Ben se había visto fascinado por lo rápido y entregado que era Bennett, quien no se mostró temeroso a deslizar las manos por la espalda del moreno, abrazándose a él con fuerza, mientras repartía besos por donde tuviese la oportunidad; dejaba escapar el aire retenido conforme más rápidas se hacían las pulsaciones en su interior y sus piernas a penas lograban soportar los golpes de calor, cerrándose tras la espalda del pelicían.

Bennett se sintió tan contento con la atención recibida, disfrutando de la intromisión y del calor entre sus cuerpos. A penas su cuerpo aceptó gustoso cada arremetida, fue exigiendo más y más, su voz escapaba entrecortada y sus manos se apretaban en la espalda del mayor, hundiendo sus dedos en sus omóplatos, mientras mecía la cadera intentando seguir el ritmo, con el rostro asfixiado en calor.

—¡Mn! espe- ¡Mmhn! —. En un momento determinado sintió un golpe brusco en un área en específico, seguido de más toques directos que lo tuvieron mareado y nervioso, bloqueando toda su capacidad de pensar y controlar su cuerpo.

Cerró los ojos con fuerza, desbordando las lágrimas que tuvo retenidas; su boca se abrió antes de que pudiera ser consiente de lo que estaba pasando. La misma emoción invadió su interior y se esparció hasta la punta de su intimidad, obligándolo a sujetarse del cuerpo de su novio, tras doblar la espalda, enterrando la punta de sus dedos en la espalda del mayor.

Oh, cielos; a Bennett le habría gustado poder articular algo en ese instante, para describir, en una palabra específica y tonta, el choque de emoción que le hizo saltar, nublar su visión y erguirse al mismo tiempo.

Ben sostuvo el cuerpo tembloroso del menor tras besarlo suavemente, el chico se apretó sobre él y empujó su cuerpo contra la cama, abriendo débilmente los ojos debido al calor. Creyó haber sido demasiado rudo, al notar lo mucho que Bennett temblaba bajo suyo; sin embargo, a medida que esa respiración llorosa cesaba, dejando una imagen tan grata y llamativa a los ojos de Ben, la emoción en su cuerpo se hizo punzante cuando lo vio esbozar dificultosamente una pequeña sonrisa.

—Bennett... —murmuró sobre los labios de este, repartiendo ligeros besos allí hasta que el menor volvió a incorporarse y responder al contacto.

—Nngh e-eso fue... —siseó, tomando un ruidoso respiro mientras succionaba los labios de Ben, sonriendo—... demasiado, uh, bueno.

Bennett había querido seguir ordenando sus ideas, ligadas a las sensaciones y a lo bien que se sentía ser empujado de esa manera, pero al parecer no necesitó decir mucho más, para tener al mayor preguntando si no estaba muy incómodo, al momento en que Ben se alzó y sujetó una de sus piernas, tirando la cadera hacia adelante hasta hacer que su interior se sintiese fuertemente agredido en medio de un movimiento suave y profundo.

No sintió pena al decir entre lloriqueos lo mucho que eso le había gustado, a pesar de que tras el visto bueno, se encontró perdido con la vista borrosa en algún punto del rostro de Ben, mientras este calmaba sus temblores respondiendo a sus besos exigidos en medio de choques ruidosos contra su próstata, abusando de ese lugar sin piedad alguna.

Sus latidos aumentaban de ritmo y lo hacían agitar a medida que el calor se acumulaba en la punta de su miembro y era empujado con cada embestida certera; sintió el agradable espasmo que sufrió al momento de procesar lo bien que su cabeza definía el sexo ajeno enterrado en lo más profundo de su cuerpo, trayendo consigo una ola de satisfacción que arrancó un gemido roto de su garganta, fuerte y placentero.

No fue consiente del momento en que comenzó a balbucear el nombre de su novio; incapaz de controlar la forma escandalosa en que su cuerpo se estremecía o en cómo su voz salía entrecortada y rasposa, escapando en tonos agudos y llorosos que siquiera sabía que podía alcanzar.

En un instante pudo sentir lo bueno que había sido el sobre estímulo, entregándole una potente dosis de adrenalina acentuada tanto en la punta de su recientemente perdida erección, hasta los espasmos que se espacian desde su interior por el resto de su cuerpo. Ben dejó de embestir a un ritmo acelerado, para inclinarse sobre él y abrazarlo, entrando y saliendo con menos magnitud una vez él pudo acostumbrarse al calor abrasador que le sofocó y llenó de escalofríos su cuerpo.

Recomponiéndose de su reciente orgasmo, Bennett sintió el cuerpo tibio del su novio envolver su cuerpo, poco a poco moviéndose con menos frecuencia. Había caricias en su cuello y costados, besos en los labios y sudor en el resto de su cuerpo. Incluso si se le había hecho algo extraño el sudor que se esparcía entre los dos mezclándose con la humedad que manchaba su abdomen, él apreciaba tanto que Ben no dejase de abrazarlo ni se haya alejado ante la viscosidad que se aplastaba entre los dos.

Ocupó un largo momento para poder sentirse más consiente de su propio cuerpo, recuperando el calor corporal normal y pudiendo respirar sin que su pecho saltara quebrando su respiración. Las lágrimas continuaban manchando su rostro, sus ojos ardían y sus piernas cosquilleaban agotadas y entumecidas. Pero él sólo quería seguir escondiéndose en el cuello de Ben hasta que esa emoción tan cálida e incontrolable instalada en su pecho se hiciera menos dolorosa y más soportable.

Ben sabía que no podría imponerle distancia aunque quisiera, Bennett había demostrado necesitar bastante atención luego de bajar de la euforia, actuando por impulso cuando quería algún tipo de afecto y atrapándolo en medio de un largo abrazo mientras se encogía y escondía bajo suyo. Él no dudó en esparcir caricias donde fuesen reconfortantes, hasta que los latidos desesperados de Bennett se hicieron regulares y la respiración pesada, que chocaba contra la piel de su cuello, se hizo suave y calmada.

De cualquier modo, había anticipado que tendría a un Bennett caprichoso apretándolo por un buen rato, así que en cuanto pudo tomar una pequeña distancia del cuerpo caliente y sudoroso debajo de él, obteniendo un siseo nervioso en respuesta, estiró su mano a un lado y alcanzó un pañuelo para limpiarlos a ambos, cuidando que el menor no se moviese tanto mientras le hacía estirar las piernas correctamente.

Bennett volvió a quejarse cuando el calor que había en su espalda se vio reemplazado por las almohadas tibias, cuando Ben se movió sobre él y se levantó para deshacerse del preservativo, e incluso lloriqueó sintiéndose más ansioso al momento en que Ben le ayudó a recostarse medio sentado, ofreciéndole algo de agua. Pero él rechazó cualquier cosa que no fuese un poco más de atención y cariño. No importaba si estaba cubierto por una capa delgada de sudor, o si su cuerpo aún no dejaba de temblar, sólo necesitaba un poco más del calor que el cuerpo moreno le podía ofrecer.

No tuvo caso, incluso tras sugerir que podrían tomar un baño antes, o mínimo ponerse algo de ropa encima, Ben sólo obtuvo un siseó de negación y una mirada de cachorro que lo tuvo apretando los dientes ante lo bonito que podía verse Bennett en ese estado, tratando de acomodarse el pelo, lamiendo sus labios y a penas bien sentado en la cama, mirándolo con anhelo casi como si fuese a llorar en serio.

—¿Qué sucede? —inquirió al observar como el pelimora le veía, más apenado por intentar decir algo, que por el hecho de seguir desnudos el uno frente al otro. Podía notar con facilidad lo distraído que estaba Bennett mirándolo desde hace un rato.

—¿Puedo... pedir algo? —Bennett apretó los labios y los remojó mientras tomaba un respiro. Incluso sintiéndose agitado y lleno de esa emoción desbordante que lo mantenía somnoliento y nervioso, no dejaba de estar contento y enternecido ante la atención recibida.

—Mm, por supuesto que sí. —Ben asintió, esbozando una sonrisa.

—¿Me abrazas un rato más? —Le miró, haciendo un gesto con su mano. Ben alzó una ceja, sin cambiar su expresión apacible.

Él asintió y suspiró cuando ya el chico deshizo por completo la cama, sonriéndole con más y más ganas, y a él no le quedó de otra que aceptar esa extraña invitación a acostarse al lado de un cansado y desnudo Bennett, quien incluso si se ruborizaba avergonzado por una pequeña mirada, se le había pegado encima a penas él se sentó bajo las sábanas.

—¿Estás seguro de que quieres acostarte así? —Ben acarició el pelo del menor, deslizando algunas de las hebras que se arremolinaban sobre su frente. El menor se acomodó sobre él, hundiendo medio rostro en su pecho, y asintió.

—Quiero así... No importa. —Bennett se empujó contra el cuerpo ajeno. Escuchó un suave «mmh» en respuesta, y sonrió, cuando incluso dormitando, sintió las manos del pelicían recorriendo su cadera y espalda, sujetando las sábanas para cubrirlo hasta el cuello.

—Bien. —Finalizó, rodeó la cintura de Bennett con su otro brazo, y dejó un beso en su cabeza.

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¡Hola, he vuelto! TvT)/•.*°˖
Capítulo bonito dieciochero☆☆

Este ha sido uno de los capítulos que más largos hasta ahora. Me ha costado y gustado mucho editarlo!☆

Confieso que ya tenía este cap escrito desde hace unas semanas, sin embargo, decidí agregar y escribir muchas cositas nuevas que consideré necesarias qvq

Un capítulo que necesité escribir pero no lo sabía hasta que lo hice ajah

Como podrán notar, tocar el tema de la intimidad entre Ben y Bennett es algo que se me ha hecho más cómodo escribir gradualmente conforme avanza su relación, de esta manera creo que todo se siente íntegro con las personalidades de ambos y de todo lo que han pasado juntos hasta ahora U,v,U

Se me ha hecho sumamente complicado ajustar todo y que se pueda disfrutar sin llegar a ser explícito. Ha pasado mucho desde que escribí algo relacionado a esto y en lo personal, ya no disfruto mucho de hacerlo sólo porque sí, así que mi objetivo no fue sólo una escena íntima, es por eso que me centré más en otras cosas, que en el acto como tal ;;v;; siento que queda mejor de este modo y espero hayan podido disfrutarla bonito :'>

Ustedes no lo saben, o quizás sí, pero esos pequeños detallitos tan simples como la comunicación entre los dos, me ponen bien soft jahsk☆

En fin, espero que les haya gustado mucho; no olviden votar y comentar que tal!

Nos estamos leyendo, espero que pronto aquí con nuevas actualizaciones como cada lunes T0T)9
Bye!!

                 「NiakuTan」

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