🎞↷⋯ Capítulo Tres...

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Ugh, ¿vas a seguir con eso?— preguntó Kim hastiado y viendo como Joo Chan hacia un puchero mientras ambos se dirigían al salón de clases.

—Sí, Ji Beom. ¿Qué pasa si rechazas a algún alfa?

—No pasa nada, Joo Chan. Lo más que les pueda pasar es una leve depresión, ni que les diese...

—MDA.

—Uh, sí, eso...— murmuró incómodo.

—Pero igualmente, ¿Si sabes que puede pasar si rechazas a tu predestinado o predestinada?

Kim gruñó, y se giró para enfrentar a Hong. —Últimamente andas jodiendo demasiado, por favor deja de hablar de toda esta mierda— Ji Beom poseía un límite, y siempre se alcanzaba cuando Hong hablaba de esos temas en especial. Santos cielos, de todos los temas para hablar, ¿tenía que escoger ese?

—Ji Beo-...

—¡Joo Channie!— llamó una voz conocida allí, y Ji Beom apretó los puños, intentando calmarse y contar hasta diez para estar cuerdo y evitar hacer alguna estupidez –esto por si sus sentimientos se adueñaban de su mente–. O bueno, le haría falta contar hasta cien, o doscientos. Lo que fuese para mantenerse estable ante su predestinado.

—Jang Jun-hyung, ¿qué tal?— saludó el más bajo, y el contrario esbozó una sonrisa. Y por supuesto, dió una mirada de reojo a Ji Beom, su lobo estando feliz de ver al omega. Pero otra vez estaba él evadiéndolo. Aunque le lastimaba un poco aquella acción, quizá estaba malinterpretando todo.

Quizá y Ji Beom ni lo estaba evitando, quizá se sentía incómodo con su presencia. Pese a que Jang Jun conocía a Ji Beom, no se habían presentado mutuamente, hasta ahora que Joo Chan había notado que Ji Beom seguía allí.

—Uh, ¿Hyung?— preguntó Hong, y Kim volvió a verlo. Inconscientemente, su mirada se fue hasta Jang Jun y... Fue un grave error.

Apretó más los puños, y con voz firme habló. —Tengo que irme, uh... Nos vemos luego.

Luego de decir eso, prácticamente salió huyendo hacia los baños, y Joo Chan le dió una sonrisa –que salió más como una mueca– a Lee. Jang Jun sonrió con un deje de tristeza, y suspiró. —Supongo que va a ser más complicado de lo que esperaba.

—Tranquilo Jang— intentó animar Hong. —¿Vamos a la soda?

Jang Jun asintió, y sintiendo como su lobo se afligía, aceptó con una sonrisa a medias, caminando al lado del omega.

Mientras que Ji Beom se encontraba encerrado en uno de los cubículos del baño, con una mano en su pecho. Apretó su puño, arrugando levemente la camisa del uniforme, y contó hasta diez en un intento de calmar todo su ser alterado. No cedas, no cedas, no cedas. Eso también funcionaba un poco para calmarlo, a su corazón alterado y a su lobo, el cual estaba muy hiperactivo y sensible por la aparición de Jang Jun.

Ji Beom no era idiota. Sabía lo que significaba aquella reacción de su lobo y su cuerpo entero, pero prefería negarlo antes de aceptar y ceder por completo. Cuando ya se había calmado el latido acelerado de su corazón y los quejidos de su corazón, ocultó su rostro entre sus piernas. Jang Jun estaba triste. Podía sentirlo. Y también le entristecia.

Al ser predestinados los dos, hay una conexión fuerte que no requiere de un lazo. Esta conexión era muy fuerte, a tal punto de poder sentir lo que el otro sentía, y que tus emociones se vieran afectadas por las de tu predestinado. Básicamente, si estabas feliz, tu prededtinado también lo estaría, o viceversa y con cualquier emoción, ya sea tristeza, enojo, entre otras.

Pero todo esto abrumaba a Ji Beom. Todas esas sensaciones no eran nuevas, empezó a sentirlas cuando vió a Jang Jun por primera vez, como hace un año. Se vió tan lindo aquel día, en donde estaba en el gimnasio jugando con otros alfas al baloncesto, y Ji Beom sintió todo su ser revolverse en una forma desagradable –para él–. Aún recuerda como le contó a su madre, y ella le dijo que era su predestinado. Ji Beom lo negó, pero luego de una investigación por su cuenta, y que su lobo finalmente le dijese que se trataba de su pareja predestinada, no tuvo de otra más que aceptar.

Lo admitía, todo esto le aterraba. La idea de morir no le aterraba, pero la idea de que le pasase lo mismo que a su madre, y que sufriese era algo de lo cual, a sus 18 años, aún temía a muerte. Ji Beom estaba asustado de lo que podría pasarle a él por culpa de su alma predestinado. Sí, estaba siendo un egoísta por querer solamente su bien, pero no podía evitarlo.

Ji Beom llegaría al punto de rechazar a su predestinado, y sabía lo que pasaría si eso ocurría. También le aterraba eso. Le aterraba convertirse como su padre, o algo peor que él, y lastimar mucho a Jang Jun. Tenía muchos temores que había adquirido conforme crecía –y conforme había visto con sus propios ojos a su madre pasar por toda aquella miseria–, y lamentablemente no podía deshacerse de ellos por más que quisiera.

Para estas ocasiones, Ji Beom no sabía qué hacer, así que no le quedaba de otra más que aguantar toda esa situación solo. Con la desgarradora sensación de sentir la tristeza, decepción e desilusión que sentía Jang Jun.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro