O2.

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Actualmente.

- El verano apenas se asentaba en la ciudad y Jake llevaba puesto un suéter holgado junto a sus preciados guantes grises y un gorro del mismo color, pues era tarde y hacia un poco de frio. El sol era opacado por algunas nubes y el viento envolvia sus mejillas suavemente.

Sin duda alguna era muy tarde para salir de la comodidad de su departamento, pero ahi estaba él, caminando por las calles de Seúl a las siete de la noche de un sábado con dirección a la casa de SungHoon y SuNoo, dispuesto a celebrar el cumpleaños de su primer hijo tal y como su amigo se lo había pedido.

Porque aunque JaeYoon hubiera preferido no salir y descansar de la larga semana de trabajo riguroso que había tenido, sintió la necesidad de aceptar. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de SuNoo. Cuando ambos crecieron y se hicieron adultos, las responsabilidades los mantuvieron ocupados hasta el punto de no hablar por semanas, luego meses y finalmente años.

Si. Jake tenía años sin charlar con el como lo hacian antes, pues la última vez que lo vio fue en el nacimiento de Riki un año atrás y apenas se dirigieron la palabra entonces.

Cualquiera que los viera dudaría que eran aquellos chicos inseparables que se conocieron en quinto de primaria y que tenian la amistad más linda y duradera de todas.

Giró a la derecha buscando la avenida en donde estaba la casa. Había ido pocas veces pero no tardó en verla a lo lejos en aquella urbanización de buena clase en la que solo vivían personas de buen estatus social. JaeYoon suponía que SuNoo y SungHoon vivian ahí porque ellos si se habían graduado de la universidad y conseguido un buen trabajo de acuerdo a sus estudios. Como lamentaba no haber tenido las mismas oportunidades.

Fue cuestión de segundos para que llegara al lugar. Se trataba de una casa de color gris con detalles blancos en la puerta y en las ventanas. así como también en las pequeñas escaleras que había subido para llegar a la entrada. Un hermoso y bien cuidado jardín adornaba el frente de la casa.

Tocó el timbre y no tardaron en abrirle. Kim SeonWoo sonriendo en cuanto lo vió ahí parado, con las manos en los bolsillos y aquel característico aroma a limón que sólo Jake tenía. Estaba feliz, no esperaba que viniera al cumpleaños de su cachorro y que sí lo haya hecho era algo que apreciaba enormemente.

— Yoonnie, viniste.

JaeYoon se alzó de hombros.

—No encontré razones para no vernir.

—Qué bien, es un gusto verte otra ves. Llegaste un poco tarde, pronto vamos a cantar el feliz cumpleaños. —El castaño asintió. La verdad era que había llegado tarde a propósito para no tener que relacionarse mucho con las personas —Vamos, la fiesta es por aquí.

Ambos entraron y Jake no tardó en escuchar la música infantil venir de la sala, la cual era grande y tenía retratos colgados en las paredes que le daban un toque hogareño al lugar.

Una leve incomodidad se pudo ver en su rostro cuando SuNoo lo presentó brevemente a los invitados, quienes lo saludaron por cortesia para luego seguir hablando entre ellos. Aquellas personas mostraban clase y dinero por donde los vieras y Jake se arrepentía de haber ido con esas prendas de ropa que llevaban años con él.

— JaeYoon, gracias por venir. — SungHoon lo saludó alegremente en cuanto se percató de su presencia —Significa mucho para nosotros que estés aquí.

—Gracias por invitarme.

—¿Y bien? ¿Qué tal has estado?

—Todo bien en lo que cabe —dijo, notando el peculiar aroma de SungHoon ser opacado cada vez más por uno más fuerte; eucalipto y... café.

Jake no esperaba ir a la fiesta y toparse con Lee HeeSeung, quien estaba charlando con SungHoon unos minutos antes de que llegara y se había acercado a saludar. El omega esquivó su mirada sobre la suya, tal vez el alfa esperaba un saludo. de su parte aunque no se lo fuera a dar.

—Esperen, ¿por qué se evitan tanto? —preguntó SungHoon perdido.

—Cielo, recuerda la cita que tuvieron hace unos años.

—¡Ah, cierto! Qué mal que no se hayan llevado bien. Sunnie y yo siempre quisimos verlos como pareja, pero no se dio la oportunidad.

HeeSeung y JaeYoon se dieron miradas lascivas y luego miraron a SungHoon como si hubiera dicho una aberración.

—¿Dije algo malo?

Nadie dijo nada, entonces SuNoo habló para romper el silencio.

—Acompáñame Jake, quiero que conozcas a alguien —dice con una dulce sonrisa y este no tardó en seguirlo, dejando atrás a ambos alfas.

Se hicieron paso entre las personas hasta encontrar a Riki, quien estaba en los brazos de una chica en una pequeña sección de juegos. Alrededor de ellos habían niños que habían venido a celebrar su cumpleaños. SuNoo le pidió el bebé a la chica y lo tomo en brazos, Jake no tardó en percibir su olor a leche de chocolate. Diablos. Incluso el bebé estaba mejor vestido que él.

—Ella es Lia, la niñera de Kinnie —dice alegre. —Cuando Riki explota solo ella puede calmarla. SungHoon y yo la llamamos; La encantadora de bebés.

—Un gusto. —Le sonrió a la beta, quien le
devolvió el gesto y siguió jugando con los niños.

—Amor mira, es tu tío Jake —dijo SuNoo con voz juguetona mientras movia la mano del bebé para aparentar un saludo. Riki sonrió mostrando sus pequeños dientes. Su ternura era repugnante.

—Está bastante grande.

—Si. ha crecido rápido —dice sonriente, causando que sus mejillas se acentuarán. De un momento a otro pareció recordar algo y su alegría se desvaneció por completo —La última vez que lo viste fue cuando llevaba una semana de haber nacido.

JaeYoon asintió y llevó una mano a sus cabellos rubios por puro impulso. El contrario tenia razón en recriminarle el no haber visitado a su cachorro luego de su nacimiento, porque considerando que era su padrino y que SuNoo era su amigo, lo hacía ver como un desinteresado aunque la realidad no estuviera muy lejos de eso.

— Sunnie, sabes que luego de la secundaria las cosas no estuvieron muy bien para mi. —Se respaldo.

—Lo sé, ¿pero tanto te costaba venir a visitarnos al menos cuando tuvieras tiempo? — Jake guardo silencio —Exactamente.

—Nunca perdi el interés en ustedes. Además,
estoy aquí ahora.

—Estás aqui porque yo te lo pedí. Sino dudo mucho que te hubieras acordado de que el cumpleaños de Riki era hoy —negó con tristeza mirando hacia otro lado.

El rubio no sabía qué decir, nunca había discutido con SuNoo porque este era demasiado alegre como para enojarse, lo cual significaba que la situación realmente le afectaba y eso sólo lo hacía sentir inquieto por no saber qué hacer.

—Olvídalo, de nada sirve enojarme en el cumpleaños de Riki —bufo acomodando al bebé en sus brazos.

—Lo siento.

—Está bien —sonrió por el simple hecho de no querer seguir hablando del tema y JaeYoon supuso que lo mejor era irse y darle su espacio.

Fue a la mesa de bocadillos donde estaba el pastel de cumpleaños y tomó un vaso para echar en él un poco de ponche con algunos cubos de hielo y una pajita, recargándose de espaldas a la mesa para dedicarse a ver cómo los demás convivian mientras los niños se divertían. Le da un sorbo a su ponche y frunce la nariz al sentir un agrio sabor a frutas en vez de alcohol.

No tarda en oler a un alfa con aroma a café cerca de él y refunfuña por lo bajo porque no estaba de humor para hablar con nadie en general. No después de discutir con SuNoo.

—Ponche de frutas apto para niños. —Escucha decir a HeeSeung, quien opta por un cupcake y se apoya en la mesa para hacerle compañía al omega.

—Si, ya me di cuenta —deja a un lado el vaso y espera a que el alfa se vaya y lo deje solo, pero eso no sucedió.

La verdad era que ambos se habían visto pocas veces luego de la cita que tuvieron hace años, por lo que aún no se llevaban del todo bien y en el fondo, no querían hacerlo. No pasaban de un saludo por cortesia y un adiós y eso era más que suficiente para los dos, o al menos para el omega lo era.

Por eso Jake tragó saliva al notar como el azabache le miraba con extraño interés. HeeSeung debía admitir que JaeYoon había cambiado desde la primera vez que se habían visto hacia cuatro años. Estaba más alto y se veía más maduro, incluso se atrevería a decir que estaba atractivo, pero el omega aún no entablaba una conversación normal con él porque no dejaba atrás el recuerdo de la vez que se conocieron.

—¿Sucede algo?

—No, nada. Es sólo que has cambiado, es todo.

—¿Ah si? —preguntó extrañado —¿Tú sigues llegando tarde?

—Perdona eso. Ahora soy más puntual.

El chico de hebras rubias no le dio mucha importancia a las palabras del más alto y sólo siguió con la mirada perdida en el lugar, hasta que la voz de SungHoon se escuchó en toda la sala pidiendo que se reunieran alrededor de la mesa de bocadillos para cantar la canción del feliz cumpleaños.

Las personas se abrieron paso entre HeeSeung y Jake para estar en primera fila y este último aprovechó la oportunidad para alejarse del alfa. SuNoo sentó a Riki en su silla de bebés con el gran pastel azul al frente suyo.

A la cuenta de tres, todos empezaron a cantar y Riki solo reía, como si en el fondo supiera lo que estaba pasando. SungHoon sopló las velas en su lugar y todos aplaudieron con fuerza, felices por celebrar el primer año de vida del cachorro. SuNoo y SungHoon se dieron un casto beso antes de que el alfa trajera una cámara para tomarle una foto a Riki. Luego les pidió a Jake y a HeeSeung que se acercaran.

—Vengan, quiero una foto de Kinnie con sus padrinos.

—De acuerdo.

Se agacharon uno a cada lado del bebé y sonrieron antes de ser captados por la cámara.

El pastel fue repartido para todos en partes iguales y poco a poco las personas comenzaron a irse de la fiesta cuando Riki se quedó dormido en los brazos de SuNoo, exhausto por todo lo que había comido y jugado.

Jake se fue caminando a su departamento porque a pesar de estar lejos, no había llevado dinero para pagar un taxi. HeeSeung se quedó charlando un rato con SungHoon para luego irse en su auto, mientras que los demás invitados eran en su mayoría de casas vecinas.

Todos se habían ido felices de haber pasado una tarde tan especial en el cumpleaños número uno de Riki y sus padres no podían estar más contentos de que su hijo creciera cada vez más. Solo esperaban estar cada año ahi para él y apoyarlo en todas sus decisiones, porque de eso se trataba ser un padre. Estar siempre para sus hijos.

Solo que las cosas no siempre son lo que deberían ser y eso es algo de lo que SungHoon y SuNoo se enterarían, días después, de la peor forma posible.

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