11. El Grim.

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Su respiración estaba acelerada, trataba de tomar grandes bocanadas de aire pero podía sentir como se ahogaba con cada una. Su corazón martillaba con palpitaciones su pecho con tal fuerza que incluso podía escuchar sus propios latidos.

A pesar de su pobre condición física había salido corriendo de la sección prohibida restandole importancia a quien pudiera verlo, en ese momento nada parecía ser importante. Su único objetivo era huir lo más rápido de ese lugar.

Sirius Black lo había besado. No, no podía haber pasado. Su inmenso conocimiento se sentía indefenso, como si hubiera sido reducido a una pizca de saber, no entendía porque lo había hecho. Mientras que él perdió su cordura por unos momentos y no comprendía porque no se había ido antes, ¿Por qué se quedó a su merced?

Era de noche y los pasillos estaban oscuros pero algunos estudiantes seguían caminando por ellos, por lo cual sus pasos se dirigieron a salir al jardín, yendo a buscar a la única persona que estaba despierta a esa hora en uno de los invernaderos de Hogwarts.

Sabía que Charity pasaba cada noche observando las plantas de los invernaderos de Herbología, le gustaba hablar con ellas y dedicarles tiempo de calidad para que crecieran.

Entró al lugar sin previo aviso cerrando la puerta de golpe tras él, logrando que la castaña se asustara y diera un pequeño salto.

La mirada de Charity fue directo al cuerpo qué había entrado al lugar con tanta violencia, esperando encontrar lo que fuera menos lo que sus ojos presenciaron.

—¿Severus?— dudó en voz alta, sin embargo se quedó en silencio al ver el mal estado que tenía el slytherin.

El sudor escurría por su rostro, su túnica desarreglada, el cabello despeinado y los labios rojizos. Su pecho moviéndose de arriba a abajo en un vaivén apresurado.

Su respiración se fue normalizando poco a poco, pero aún con la calma se dejó caer en el suelo, sentándose junto a las macetas y abrazando sus propias piernas en un intento de cubrir su rostro y esconder las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas.

Los pasos de la castaña se acercaron a él cok decisión, y sus manos fueron a sus oscuros cabellos, acariciándole con suavemente, sabía bien que al Slytherin no le agradaba el contacto físico y por eso no solía abrazarlo, pero intentaba transmitirle confianza a través de esas pequeñas muestras de cariño.

Ninguno habló durante el tiempo que estuvieron juntos, casi nunca hablaban. Él siempre había sido de pocas palabras, ella era todo lo contrario. La escuchaba hablar con emoción de las flores y novedades que descubría, siempre atento.

Severus no se atrevía a contarle lo que pasó, y estaba seguro que ni en sus pensamientos más extraños ella podría suponerlo. Pero lo entendió.

Su amistad con la castaña nació de una manera similar; una tarde que los gryffindor le hicieron una broma en los jardines durante el tercer año, él huyó después de intentar defenderse, se ocultó en el invernadero cuando todos se burlaron de él. La única que se acercó sin conocerlo fue Charity, sin decir palabra le dio un abrazo. Desde ese momento permanecieron juntos. Ella poesía un don especial que él no comprendía, era como si pudiera sentir sus emociones, cuando Severus se sentía mal sabía que Charity pondría su mano sobre la de él para calmarlo. No había nadie más con quien tuviera esa manera de comunicarse, que lo comprendiera sin buscar respuestas.

En esos momentos deseaba poder compartir esa conexión con Lily, pero con ella las cosas eran distintas. La pelirroja lo conocía a la perfección y notaba estos sentimientos, o solía hacerlo, pero siempre buscaba indagar más, hablar del tema para poder actuar. A Severus le encantaba esa valentía y realmente la extrañaba, pero no era lo que deseaba en su vida en esos instantes. A veces solo necesitas un hombro en cual recargarte para saber que las cosas estarán mejor.

Los minutos pasaron hasta volverse horas, no hubo palabras, solo roces significativos, caricias amistosas y un amable corazón brindándole el alivio que buscaba. Cuando Severus logró recuperar su calma ambos se levantaron, Charity no puedo contenerse y lo abrazó, rodeándolo con todo el cariño que había en su pequeño ser, sujetandolo en sus brazos con el deseo de que nadie pudiera dañarlo. El slytherin no sabía como corresponder a sus muestras de afecto por lo que no se inmutó, ambos brazos se mantuvieron a sus costados. Pero lo apreciaba.

Se despidieron con una débil sonrisa antes de que cada quien tomara su camina a las respectivas salas comunes.

El día siguiente tomó una decisión precipitada; evitaría a toda costa a Black. No fue a desayunar, se mantuvo lejos de cualquier clase o lugar en el que pudieran toparse Slytherin y Gryffindor, incluso llegando a faltar a pociones que era su clase preferida.

Por primera vez en su vida sintió la necesidad de rodearse de personas para no pensar en lo que había pasado la noche anterior, cuando estaba solo se le inundaba la mente de los recuerdos de Black sobre él.

Desde la noche anterior la castaña se había quedado a su lado, acompañandolo y uniendolo a sus planes. Gracias a eso encontró un refugio en las personas que menos esperaría, tres chicas bastante pecularies; Charity Burbage, Aurora Sinistra y Sybil Trelawney. Ambas eran amigas de Charity, a Aurora la conocía de tiempo atrás, una inteligente joven que adoraba a su amiga, pero la presencia de Sybil era reciente, una chica extraña y distinta a otras personas.

Los cuatro alumnos de distintas casas se encontraban juntos en una misma aula, era el lugar donde se debía de impartir adivinación, aunque esos años no habían encontrado ningún postulante para ser profesor por lo cual no se les brindaba la oportunidad de aprender este arte. Sin embargo no se les negaba la entrada al aula que se encontraba llena de viejos libros e instrumentos de adivinación.

Era conocido por todo el colegio que Sybil era tataranieta de una famosa bruja reconocida por ser vidente, Cassandra Trelawney, famosa por sus acertadas predicciones. La Ravenclaw compartía esa historia con todos los alumnos.

Severus bebía café negro en una de las tazas antiguas que había en el aula, mientras que Sybil parecía leer unas cartas viejas sobre uno de los escritorios, y en el fondo del lugar estaban Charity y Aurora charlando.

—¿Estás bien, Severus? Puedo percibir que algo te preocupa.— el tono de voz de Trelawney lo sacó de sus pensamientos. No era como si tuvieran tanta confianza, Sybil era amiga de ellas, no suya.

—Si.— su voz se escuchó casi como un susurro.

—No lo estás.— siseó la rubia de forma intrigante mientras se acercaba a él. Tomó la taza de café que tenía en sus manos y derramó los restos de la amarga bebida sobre el suelo. —¿Has escuchado de la Tesomancia?

Los ojos del Slytherin no sabían a donde mirar, observaba a las chicas del rincón que parecían estar acostumbradas a esos sucesos. Pero para él era algo extraño.

—¿Tiene que ver con que tiraste mi café?

—La tesomancia es una forma de adivinación a través de la lectura de hojas de té, necesitaba tu taza.— respondió como si se tratara de una práctica usual. El Slytherin la vio sacando unas hojas de una pequeña bolsita que cargaba con ella, las depósito en la taza y las revolvió con unas gotas de agua. —Bébelo.

Severus dudó por un instante, era un hombre escéptico que no solía creer en esas predicciones del futuro, pensando que eran confusas e inexactas. Pero a pesar de esto bebió el té dejando las hojas en el fondo, le intrigaba la manera que Sybil hablaba sobre el tema.

La rubia tomó la taza de té entre sus manos observando con atención los pequeños pedazos de hojas remojadas que habían quedado en el interior de la taza.

—¿Hace esto seguido?— cuestionó el Slytherin dirigiendo su mirada hacia las dos chicas que reposaban en una esquina.

—Solo en momentos importantes, ella prefiere la bola de cristal.— habló Aurora con calma.

—Puedo ver una cruz, es sufrimiento, pero no esta sola, la acompaña la calavera, es peligro en tu camino, también esta la bellota, que es oro inesperado, como caído del cielo...— movió la taza de un lado a otro lentamente sin perderla de vista, tratando de descifrar algo más. —¿Puedes ver otra cosa?

Severus observó la taza desde arriba, el solo lograba distinguir una figura singular, pero no ninguna de las que ella había mencionado.

—Parece un perro.— comentó el Slytherin.

La rubia acomodó sus lentes, portaba unos enormes lentes de botella cuando se trataba de leer, le porporcionaban un aumento gigante. Acercó la taza a sus ojos para poder observarla a detalle.

—Es el Grim, se describe como un perro gigante y espectral que ronda por cementerios, es el augurio de la muerte.— el comentario había sido expresado de una forma tan natural, como si le fuera usual hablar de la muerte.

—¿Entonces Severus va a sufrir y estar en peligro pero en su camino encontrará oro inesperado que lo hará morir?— preguntó la castaña de Hufflepuff acercándose a ellos, esa duda provocó una rara sensación en el Slytherin.

—Las hojas no se leen como tal, me refiero a que se interpretan, depende de cada persona el significado que se le da.— la Ravenclaw de los lentes dejó la taza a un lado. —Cálmate, puedo sentir tu aura tensa.

El Slytherin la miró confundido pero no cuestionó, el mundo mágico era muy diferente al mundo muggle, quizá las personas con visiones y que podían leer distintas cosas eran reales, aunque Trelawney parecía no tener varios de los tornillos necesarios para serlo.

Después de ese suceso las cosas cambiaron, como si Sybil hubiera entrado y salido de un trance, actuó diferente el resto de la tarde. La cual se la pasaron leyendo la enorme variedad de libros que había.

El día pareció escaparse de sus manos volando, quizá fue por sus contantes intentos de no toparse con Black que lo llevaban a tomar caminos más largos y faltar a algunas clases. Se pasaba el tiempo buscando maneras de mantenerse distraído, la mayor parte del día estaba leyendo en su habitación. Se sentía tranquilo y seguro, sabía que un Gryffindor no podría pisar ese lugar.

Pasaron pocos días siguiendo ese mismo patrón, escabullendose y en un constante escape que le permitía pasar desapercibido de la pista de Black.

Todo iba bien hsta que una de las noches tuvo que dejar de esconderse debido a que esa semana tenían una tarea de pociones importante; la poción de despertares. Para la que necesitaba salir a los jardines a buscar una flor bastante peculiar, era conocida como acónito o luparia. Era una planta de tallo verde oscuro y pétalos púrpuras que crecía cerca del bosque prohibido sólo en esas fechas.


Había salido de su habitación vistiendo una capa negra que cubría desde su cabeza hasta sus pies. La noche era oscura y solo la luz de luna iluminaba su camino.

—Lumos.— mencionó en un susurró cuando llegó a los primeros árboles que coronaban el bosque prohibido. Se agachó al pie de un árbol en búsqueda de la flor.

El ruido de las criaturas nocturnas era lo único que podía escuchar a los alrededores. Entre búhos y ciertos animales que se escondían en la oscuridad del bosque, todo parecía normal hasta que un ruido extraño llamó su atención; un gruñido.

Levantó la mirada encontrándose con un animal sombrío que trajo a su mente el recuerdo inmediato del perro que había visto tiempo atrás en la taza de té, parecía el Grim. Estaba a metros de él sin moverse pero sus resplandecientes ojos lo estaban observando. Ambas miradas se mantuvieron fijas por unos segundos hasta que el perro retrocedió perdiéndose entre las plantas y árboles que llenaban el bosque prohibido.

Severus sentía un escalofrío recorriendo su cuerpo, sus manos temblando, ver a ese animal le había dejado un mal presentimiento. Arrancó la planta del suelo sin tener el cuidado necesario, el miedo que sintió en ese instante lo inhibió. Guardó la planta en su bolso y se levantó de golpe. Solo quería huir de ahí.

—¿Le temes a la oscuridad, Quejicus?— El silencio agobiante fue quebrantado por la irritante voz de Sirius Black, quien se encontraba recargado en uno de los árboles.

Un deja vu atacó sus recuerdos llevándolo a la primera noche que estuvo a solas con Sirius. Era imposible que Black estuviera junto a él, no lo había escuchado acercarse. Mantuvo la mirada baja, no quería encontrarse con los ojos del Gryffindor de nuevo.

—No te incumbe, Black.— dió unos pasos hacia adelante, no tenía la fuerza para pelear con él.

—¿Por qué huyes de mi, Snape? ¿Me tienes miedo?— profirió. Sabía bien lo que hacía, lo estaba provocando. —Eres tan cobarde que no puedes ni mirarme, no tienes el valor de enfrentar lo que pasó entre nosotros.

Severus se detuvo en seco, pero su corazón comenzó a palpitar a mayor velocidad.

—No pasó nada entre nosotros.— replicó apretando los puños en un intento de calmarse.

—Tus labios no decían lo mismo esa noche.— el tono descarado que escapó de sus labios le hirvió la sangre.

—Lo único que recuerdo es que dije que te iba a lanzar un maleficio imperdonable si te volvías a acercar a mí.— alzó la voz. Sus manos temblorosas buscaban la varita entre su túnica.

—¿Acaso tengo que traer a tu madre al tema para que lo recuerdes?— un susurro filoso escapó de sus labios, clavándose sobre la piel del slytherin como pequeñas espinas de un rosal.

Esas palabras fueron suficientes para que Severus se diera la vuelta y su varita terminara apuntando al cuello de Sirius.

—Cállate.

—Cállame.— murmuró acercándose a él. solo mostraba una sonrisa cínica, no había una sola pizca de temor en sus ojos.

—Me das asco.— siseó el Slytherin en un tono furico, presionando la varita con mayor fuerza sobre su cuello.

—Se me están acumulando las tareas.— habló con la voz rompiéndose por la presión.

El cambio de tema tan repentino desconcertó al Slytherin, pero su rostro no lo mostró.

—Ya no trabajo para ti, Black.

Sirius bajó la mirada buscando algo en el bolsillo de su túnica, a los pocos segundos sacó unos pergaminos enrollados y se los entregó.

—Se que necesitas el dinero, te espero después de la cena en la biblioteca.— subió una de sus manos hacia la mano del Slytherin haciendo que bajara la varita para alejarse de su toque y lo empujó con fuerza. —Nos vemos.

El Gryffindor retrocedió unos pasos y justo antes de irse le lanzó un beso con descaro al Slytherin, al instante inició su caminata de vuelta al castillo dejando escapar pequeñas risas por su camino.

Severus se quedó inmovilizado mirando hacia el bosque, incluso ese lugar tenebroso y oscuro se veía más seguro que estar junto a Black otra vez. Tomó un suspiro intentando volver a respirar normalmente, sentía que se había quedado sin aliento por el encuentro.

Tardó un rato antes de poder volver a la realidad e irse a su habitación, un lugar del que deseaba nunca haber salido.

Los presagios de Trelawney no dejaban de rondar en su mente, y Black parecía tener una cercanía palpable a los sucesos que le fueron relatados. Podía sentir en el fondo de su corazón que un futuro terrible se aproximaba.

Do you get déjà vu?

Gracias por los comentarios, lo aprecio mucho ♥︎

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