※Epílogo※

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6 años después, Corea.


El murmullo alegre de risas infantiles y gritos animados resonaba en cada rincón del jardín de los Jeon. Pequeños correteaban de un lado a otro, inmersos en la amplia variedad de juegos y estructuras inflables que adornaban el espacio con un alegre bullicio.

—¡Papá! ¡Papá! —exclamó con entusiasmo la pequeña Heejin mientras corría hacia los brazos de su padre.

—¿Qué sucede, princesa? Ten cuidado al correr, podrías caerte —advirtió Jungkook con preocupación, levantando a su hija entre sus brazos.

—No soy torpe como el tío Mimi —negó la pequeña, formando un pequeño puchero.

El azabache rio ligeramente. —Aun así, ten cuidado.

—Está bien —asintió la menor de acuerdo—. Papá, ¿ya viste mi mesita de regalos? ¡Está muy llena! —expresó con alegría, estirando ambos bracitos al aire.

—¿Te los obsequiaron tus amigos?

—¡Si! No son tantos como los que me diste tú, pero también estoy muy feliz —afirmó Heejin con emoción.

—Eso es lo más importante, cariño. Que estés feliz —declaró Jungkook con una sonrisa—. Quise comprarte más cosas, pero...

—Papi no te dejó, ¿cierto? —intervino la menor, abriendo sus ojitos.

—Si, papi no me dejó. De nuevo —respondió el azabache, suspirando con desanimo.

—Oh, está bien, papá. No te preocupes, debes hacerle caso a papi —consoló la menor, dándole palmaditas en el hombro en un gesto de comprensión.

—¿Ah, sí? —Jungkook abrió los ojos con fingida ofensa—. Pero yo soy el hombre de la casa, ¿sabes? —afirmó con un tono divertido.

—Pero hasta tu le tienes miedo a papi cuando se enoja —Heejin dijo con diversión, llevando sus manitas a su boca para ocultar su risa.

Escuchar eso hizo a Jungkook reír con fuerza. —Es verdad, papi es realmente aterrador cuando está molesto —admitió con una sonrisa, apartando un mechón azabache del rostro de su hija y colocándolo detrás de su oreja.

—Exacto, por eso siempre hay que hacer caso a papi —afirmó la niña con convicción.

Jungkook estuvo a punto de responderle a su hija cuando los gritos alegres de varios niños jugando en el inflable capturaron su atención. Los pequeños pedían con entusiasmo a Heejin que se uniera a ellos para jugar. Ella se giró hacia sus amigos y asintió con una entusiasmo. 

Con una sonrisa amplia iluminando su rostro, Jungkook depositó un tierno beso en la mejilla de su hija antes de ponerla cuidadosamente en el suelo. Heejin le devolvió el gesto con un abrazo cariñoso y luego se apresuró hacia donde estaban sus amigos, dejando a Jungkook con el corazón lleno de alegría al verla tan feliz.

Unos meses después del nacimiento de la pequeña Jeon Heejin, Jungkook y Taehyung tomaron la decisión de casarse, consolidando legalmente la familia que tanto amaban ser. Con el anhelo de brindarle a su hija una vida distinta a la suya, se esforzaron al máximo por mantener en discreción sus sucios negocios. Esta precaución permitió que su hija no tuviera problemas para hacer amigos y crecer de manera normal, como cualquier otro niño de su edad.

Lo único que deseaban para ella, era su felicidad.

Después de que Taehyung asumiera el liderazgo del Clan Kim, decidió unir fuerzas con el clan de su esposo. Al principio, enfrentaron desafíos debido a la resistencia interna dentro de sus respectivos grupos. Sin embargo, gracias al respeto y la lealtad que Taehyung cultivó gradualmente entre su gente, la situación se calmó y lograron fusionarse en una sola mafia. Esta alianza se convirtió en una fuerza sumamente poderosa que se posicionó en la cima del inframundo criminal de Asia.

Aunque la mayor parte de la administración era manejada por Jungkook, Taehyung brindaba un fuerte respaldo a su esposo, lo que los convertía en líderes sumamente respetados.

—¿¡Dónde está mi hermosa sobrina!? —resonó una voz por lo alto mientras ingresaba al amplio jardín.

—¡Tío Namu! —gritó la pequeña Heejin con mucha emoción al ver a Namjoon, y sin dudarlo, salió corriendo hacia él.

—¡Pero que grande estás! —exclamó el moreno, recibiendo a la niña entre sus brazos.

—Ya tengo seis años —declaró orgullosa la menor, mostrando seis deditos en alto.

Namjoon esbozó una amplia sonrisa mientras observaba a la pequeña con ternura.

—Ya eres toda una adulta —bromeó el mayor, inclinándose para dejar un beso en la mejilla de su sobrina—. Eres idéntica a tu papi cuando tenía tu edad.

—Pero él no tenía su cabello largo y negro como el mío.

—Y es por eso que eres más bonita —murmuró en su oído con complicidad—. Pero no le digas nada, será nuestro secreto, ¿de acuerdo? —deslizó sus dedos por sus labios, simulando sellarlos, a lo que ella asintió con una sonrisa.

—¿Dónde está la tía Soyoon? —preguntó Heejin con curiosidad, buscando con su mirada por todo el lugar.

—Fue a ayudar a tu papi a la cocina, la verás pronto —aseguró el castaño con una tierna sonrisa.

—Tío, ¿cuánto falta para que nazca el bebé? ¡Ya quiero conocerlo! —exclamó Heejin con gran emoción, provocando una sonrisa en el mayor, que dejó al descubierto sus hoyuelos.

—Solo faltan unos cuantos meses más, debes ser paciente —respondió con suavidad, acariciando la mejilla de la pequeña con cariño.

—¡No puedo esperar por conocerlo! Voy a cuidarlo mucho y jugaré con él para que no se sienta solo, y voy a compartirle mis dulces también.

—De seguro estará feliz de tener una prima tan encantadora como tú —declaró con una amplia sonrisa, inclinándose para besar la frente de su sobrina.

Después de obtener su libertad, Namjoon se encontró perdido durante un tiempo, sin un rumbo claro en su vida. A pesar de los constantes ruegos de Taehyung para que ingresara a la universidad, Namjoon dudaba, sintiéndose algo reacio a dar ese paso por considerarse ya un poco mayor para emprenderlo. Sin embargo, ante la persistencia de su hermano menor, finalmente cedió y aceptó.

Fue en aquella facultad de derecho que logró conocer a Hwang Soyoon, una preciosa castaña que logró cautivar el corazón de Namjoon. Dos años después, decidieron casarse y, al terminar sus estudios, emprendieron un maravilloso viaje por distintos lugares del país. Sin embargo, fue cuando se enteraron de que iban a ser padres que optaron por regresar a Corea, buscando establecerse y disfrutar de una vida tranquila juntos.

Namjoon abandonó su antigua vida vinculada a la mafia, y aunque el cambio al principio resultó difícil, el apoyo incondicional de su hermano le brindó la fuerza necesaria para seguir adelante. Decidió dedicarse por completo a vivir junto a la castaña a la que amaba profundamente, mientras esperaban con emoción la llegada del bebé que crecía en su interior.

Estaba tan emocionado por la idea de convertirse en padre, a pesar del terror que le invadía. Sin embargo, la perspectiva de brindar a su hijo todas las experiencias que él no pudo tener de niño inundaba su corazón de una alegría inmensa y un profundo anhelo.

Finalmente estaba viviendo su vida, feliz.

Alzó la mirada y divisó a lo lejos dos figuras familiares, lo que dibujó una leve sonrisa en su rostro.

—Mira quienes acaban de llegar —señaló con su dedo, y la menor se giró en la dirección indicada, divisando una melena castaña y otra rubia.

Namjoon depositó un tierno beso en la mejilla de la niña antes de ponerla suavemente en el suelo. Heejin ni siquiera dudó en salir corriendo en dirección hacia ellos.

—¡Tío Hobi, viniste! —exclamó emocionada, lanzándose a sus brazos mientras él la recibía con una sonrisa radiante.

—No me perdería tu cumpleaños por nada del mundo, linda —declaró con firmeza, abrazando a su sobrina con cariño antes de ponerla de nuevo en el suelo.

De repente, un carraspeo interrumpió su momento, captando la atención de ambos.

—Yo también estoy aquí, ¿no piensas saludarme? —cuestionó Jimin ofendido.

La menor hizo una mueca al verlo, cruzó sus brazos y desvió la mirada con molestia.

—¿Piensas seguir enojada por haberme comido tus gomitas?

—¡Siempre te comes mis cosas, tío Mimi! —exclamó Heejin con enojo, frunciendo el ceño y empujando su mejilla con su lengua. Un gesto que había aprendido de su papá.

—Ya te expliqué que ellas me pidieron que las comiera, no fue mi culpa —Se apresuró a excusarse el rubio, logrando que la pequeña rodara los ojos con fastidio.

—El tío Mimi sigue siendo un niño —suspiró con fuerza, negando con la cabeza, provocando la risa de Hoseok al ver la expresión sorprendida que Jimin mostraba en ese momento.

—Bueno, si no piensas perdonarme, entonces tendré que llevarme conmigo el regalo que traje.

En ese instante, Heejin abrió los ojos sorprendida al descubrir la caja que Jimin sostenía en sus manos, la cual había mantenido oculta detrás de él todo este tiempo.

—Uhmm, creo que podría perdonarte, pero debes prometer que no volverás a comerte mis dulces —declaró con seriedad.

—De acuerdo. A partir de ahora, seré más cuidadoso para que no te des cuenta.

—¡Tío Mimi! —exclamó la pelinegra con evidente enojo.

—Bien. Yo, el tío Mimi, prometo solemnemente no volver a tocar tus dulces —aseguró, colocando su mano sobre su corazón.

La pequeña lo miró por un instante antes de dibujar una amplia sonrisa en su rostro y correr hacia él para abrazarlo fuertemente.

Jimin, satisfecho, finalmente le entregó la caja. Una vez que Heejin tuvo su regalo, se volvió hacia Hoseok. —¿Es la laptop que me prometiste? —preguntó con ilusión evidente en sus ojos.

El castaño sonrió y asintió ligeramente. —Si, luego te seguiré enseñando más trucos —añadió, guiñándole un ojo cómplice.

—Deja de enseñarle cosas innecesarias, Hope. Es solo una niña —intervino una voz desde atrás.

—Oh, vamos, Jin. No seas un aguafiestas.

—La última vez dejó a toda la mansión sin internet solo porque su juego iba lento. Casi arruina toda una operación; tardamos una hora en encontrar el problema —declaró el mafioso, frunciendo el ceño con evidente molestia.

—Eso es culpa de Jackson, debería saber hacer bien su trabajo —declaró burlonamente, mostrando una sonrisa cargada de orgullo.

—Deberías apurarte en volver. Sigo sin entender como conseguiste que Jungkook te diera esas vacaciones —negó la cabeza con incredulidad.

—Siempre consigo lo que quiero —intervino Jimin, con una amplia sonrisa mientras entrelazaba su brazo con el de su novio, quien negó con una sonrisa antes de inclinarse y besar su cabeza.

Estaban tan inmersos en su conversación que ni siquiera notaron que la pequeña Heejin ya había escapado de ahí.

La pequeña avanzaba con una amplia sonrisa, transportando la caja envuelta en un brillante papel rosa hacia la mesa donde se encontraban sus demás regalos. Heejin era una niña muy inteligente para la edad que tenía, quizás influenciada por haber crecido en un entorno rodeado de personas mayores. Esta convivencia con adultos la había convertido en una niña sorprendentemente madura a pesar de ser tan pequeña.

Aunque todavía se asustaba del monstruo que aseguraba vivía en su armario, el cuál su papá le dijo que no tenía porqué temer, ya que si se atrevía a salir de ahí, entonces él le dispararía.

Heejin le creyó.

—¿Qué haces aquí sola? —preguntó Taehyung a su hija, provocando que la pequeña diera un salto por lo repentino de su voz.

—¡Papi, me asustaste! —se quejó la pelinegra, formando un puchero con los labios.

—Lo siento, cariño —Taehyung dijo con una sonrisa, que logró suavizar la expresión de su hija.

—Está bien, no pasa nada. Solo vine a dejar el obsequio que me dio el tío Hobi y el tío Mimi —explicó con una sonrisa mientras jugaba con sus deditos.

—Oh, entonces finalmente llegaron. ¿Quieres cortar el pastel ahora? —preguntó Taehyung con una sonrisa que se desvaneció al notar la tristeza en el rostro de su hija.

—Todavía no —negó Heejin con determinación—. No estamos completos.

La tristeza se reflejó en el rostro de la pequeña mientras escudriñaba el jardín con la mirada, incapaz de encontrar a la persona que faltaba. A pesar de la presencia de sus padres, amigos y tíos, Heejin no podía soplar sus velitas de cumpleaños sin todas sus personas especiales junto a ella.

Recorrió nuevamente con la mirada todas las mesas del jardín y soltó un suspiro desalentado al notar que solo estaban los padres de sus amigos.

Taehyung se agachó a su lado para quedar a la altura de su hija y acarició con suavidad su mejilla.

—Oh, cariño. Quizás no venga...

—¡Lo prometió con el meñique! Y él nunca rompería una promesa —insistió la niña con convicción, mientras sus ojitos comenzaban a humedecerse.

Un fuerte suspiro escapó de los labios de Taehyung, antes de alzar su mirada para buscar a lo lejos, esbozando una amplia sonrisa de repente.

—Tienes razón, nunca rompe sus promesas.

Heejin parpadeó un par de veces y se giró para ver hacia el lugar que su papi observaba con mucha alegría. En ese momento, sus ojos se abrieron ampliamente y, sin dudarlo, salió corriendo hacia la persona que ingresaba en el jardín.

—¡Yoonie! —gritó la pequeña con alegría, captando la atención del contrario, quien la recibió con una sonrisa una vez que se lanzó a sus brazos.

—Hola, bonita. ¡Feliz cumpleaños! —exclamó, inclinándose con cariño para dejar un beso en la cabeza de la pequeña. La giró entre sus brazos con alegría antes de volver a ponerla suavemente en el suelo.

—Tardaste mucho —regañó la menor, frunciendo el ceño.

Yoongi rio levemente. —Lo siento, es que pasé a traer tu sorpresa de cumpleaños —explicó con ternura, mientras levantaba la caja que sostenía con una de sus manos.

Los ojitos de la pequeña se abrieron con emoción. —¿Son pastelitos de chocolate?

—Sí, tus favoritos.

—¡Adoro los pastelitos de chocolate! Papi me dijo que cuando estaba en su pancita le comprabas muchos. Ha de ser por eso que ¡me encantan! —exclamó con alegría, estirando ambos brazos con emoción.

—Seguramente ha de ser eso.

—Ahora si estamos completos, ya puedo apagar mis velitas —dijo la pequeña con entusiasmo.

—¿Estabas esperando por mi? —preguntó el azabache conmovido.

—Claro, no podía apagar mis velitas sin ti, papi.

Yoongi irradió una sonrisa amplia al escuchar las palabras de la menor. Su nariz se arrugó ligeramente, revelando las encías rosadas mientras le dedicaba una tierna sonrisa de gomita a la pequeña.

El mayor la alzó en sus brazos y juntos se dirigieron hacia la mesa donde Taehyung ya había colocado el pastel. Todos comenzaron a cantarle y le desearon un feliz cumpleaños. Heejin cerró sus ojitos, formuló un deseo en silencio y sopló las velitas. La hermosa sonrisa que iluminó su rostro inundó de alegría los corazones de todos los presentes.

Se llevaron el pastel de regreso a la cocina, y Heejin se fue detrás de el de la mano de su tío Jimin para ser los primeros en obtener una rebanada.

—Pensé que no vendrías —expresó Namjoon a su amigo cuando se acercó, dejando caer su mano en su hombro.

—Me retrasé un poco, pero no me perdería su cumpleaños.

—¿Cómo has estado? Hace mucho que no respondes mis mensajes.

—Lo siento, estuve tratando de enfocarme en mi música. Es bastante agotador, pero estoy bien. Estoy feliz.

—Me da gusto, sabía que lo lograrías —declaró Kim con una sonrisa cargada de orgullo.

—No fue sencillo, pero logré conseguirlo. Además, me ayuda a mantener mi mente ocupada —respondió Yoongi, desviando su mirada.

Namjoon lo observó por un momento antes de dirigir su mirada hacia donde su mejor amigo contemplaba a su hermano menor de la mano de Jungkook.

—¿Sigues sin poder superarlo? —cuestionó el moreno con preocupación.

—Jamás intenté hacerlo —negó Yoongi con una sonrisa cargada de tristeza.

—¿No te parece que ya es tiempo de intentarlo?

—No te preocupes por mí, Namu. Porque incluso si no está conmigo, soy feliz si él lo es.

Yoongi había seguido el consejo de su mejor amigo y tomó aquel curso de música que tanto había deseado. Aunque le llevó un par de años, se convirtió en un destacado productor musical. Su trabajo destacaba por su asombrosa calidad, lo que impulsó rápidamente su popularidad. Además, su innegable atractivo también contribuyó a su reconocimiento en la escena.

En sus momentos libres, solía visitar la mansión de los mafiosos para pasar tiempo con la pequeña Jeon Heejin. Taehyung le había explicado a su hija que Yoongi era como un padre para ella, lo cual llevó a que la menor siempre lo tratara como tal. Aunque a Jungkook no le entusiasmaba mucho la idea, lo permitió como muestra de agradecimiento por haber recibido aquella bala en lugar de él.

A pesar de todos los cambios que experimentó Yoongi, hubo algo que se negó a cambiar con el paso de los años: su profundo amor por Taehyung. Aunque su amor no pudo concretarse, Min se sentía satisfecho al saber que, al menos, el castaño era feliz.

Ya no deseaba intervenir más en su vida, solo deseaba mantenerse expectante a lo lejos. El amor que Yoongi sentía por Taehyung era tan inmenso y puro como para contenerse y dejarle ser feliz, incluso si esa felicidad no lo incluía a él.

No le dolía, todo lo contrario, estaba sumamente feliz, porque a pesar de todo... aun así lo amaba.

Antes de que el sol se ocultara, la fiesta de la pequeña Jeon Heejin finalmente llegó a su fin. Durante el resto de la tarde, la niña se dedicó a abrir todos los regalos que había recibido, y cuando la noche finalmente los alcanzó, Heejin ya estaba en su cama lista para irse a dormir.

—¿Te divertiste, mi amor? —cuestionó Taehyung con ternura a su hija.

—¡Si, fue el mejor día de todos! —exclamó la menor con mucha emoción.

—¿Y sabes qué? Aun tenemos una última sorpresa para ti —anunció Jungkook de repente, sonriendo ampliamente.

La menor parpadeó, sus ojitos llenándose de curiosidad.

—¿Qué es?

Ambos mafiosos se dedicaron una mirada antes de sonreírle a su hija, quien ya los miraba con impaciencia.

—Tu última sorpresa es... —Jungkook guardó silencio, riendo ligeramente con diversión.

—¡Papá, ya dime! —pidió la menor desesperada.

—Está bien, te diré. La sorpresa es, ¡que vas a convertirte en hermana mayor! —anunció el azabache con alegría. Sin embargo, la pequeña no mostró emoción alguna.

Heejin guardó silencio, reflexionando por un momento sobre lo que su papá acababa de contarle, sin terminar de comprender.

—¿Por el bebé del tío Namu? —preguntó con confusión, inclinando la cabeza.

—No, cariño —negó Taehyung con una sonrisa—. Aquí, mira... —llevó sus manos a su abdomen. —Está creciendo un bebé dentro de papi.

Los ojos de la pequeña se abrieron con asombro cuando finalmente comprendió lo que sus padres intentaban explicarle.

—¿¡Es en serio!? ¿¡Dentro de ti!?

Jungkook sonrió con ternura al percibir la alegría que irradiaba su hija.

—Si, preciosa. Vas a tener un hermanito.

—¿Será un niño? —cuestionó ante la afirmación de su papá.

—Aun no lo sabemos, cariño, pero papá quiere tener un varón —explicó Taehyung con una tenue sonrisa—. No importa si es niño o niña, lo importante es que esté sano.

—¡Este es mi mejor regalo! —exclamó Heejin con alegría mientras se acercaba para abrazar a sus padres con fuerza antes de separarse cuando una duda llegó a su cabeza—. ¿De dónde vienen los bebés? —cuestionó con curiosidad.

—Pues mira, amor, cuando dos personas se aman muc-...

—¡Jungkook! —Taehyung lo interrumpió alarmado, dándole un golpe en el brazo a su esposo.

—¿Qué? —preguntó confundido.

Taehyung puso los ojos en blanco, negó con la cabeza y luego miró a su hija.

—Prometo que te lo explicaré luego —le dijo a su pequeña con nerviosismo—. Ahora debes ir a dormir que mañana temprano vendrá Yoonie para llevarte al parque de diversiones.

—Está bien, papi. Buenas noches, los amo —expresó Heejin con cariño, dándoles un tierno beso en la mejilla a ambos antes de acostarse nuevamente en su cama.

La pareja permaneció ahí hasta que finalmente su hija se quedó dormida. Dejaron su lampara de estrellas encendida, junto aquella suave melodía de piano que Yoongi había compuesto especialmente para ella, antes de retirarse.

Al entrar en su habitación, ambos se dejaron caer rendidos en la cama, claramente exhaustos.

—Estoy completamente agotado —confesó Taehyung, hundiendo su rostro en el pecho de su esposo, quien lo envolvió con suavidad en sus brazos.

—Imagino que si, pero ¿viste lo feliz que estuvo Heejin?

—Por supuesto, por eso valió la pena. Me alegra que nuestra hija pueda disfrutar de una vida normal.

Jungkook se apartó ligeramente para mirar a los ojos a su esposo, observándolo en silencio.

—Deja de verme fijamente, Jeon —bromeó Taehyung con una sonrisa cariñosa.

—Creo que nunca te agradecí —declaró Jungkook de repente, con seriedad.

—¿Sobre qué? —preguntó el castaño, visiblemente confundido.

—Por haberte quedado a mi lado. Gracias, precioso, por amarme tanto y por haber luchado por nuestro amor —expresó Jungkook con gratitud, depositando un beso en la frente de su esposo.

Taehyung negó inmediatamente con la cabeza. —Soy yo quien debe agradecerte. Fuiste tu quien hizo todo posible al volver con nosotros.

—Sabes, desde niño, siempre me educaron con la expectativa de heredar el negocio en algún momento. Crecí con la idea de que no tenía permitido tener lo que los demás si podían. Incluso me cerré a la posibilidad de en algún momento encontrar alguien para mi. El romance era solamente un concepto sin sentido para mi... —guardó silencio, llevando una mano a la mejilla de su esposo mientras la acariciaba con ternura—. Pero cuando te conocí, todo en lo que creía firmemente cambió. Tú cambiaste eso.

—¿Por eso me rechazabas tanto al principio?

—Sí, amor. Lo siento, sinceramente me sentía aterrado —murmuró con suavidad.

—¿Aterrado? —replicó Taehyung con curiosidad.

—Sí, era un sentimiento nuevo para mí. Me asustaba demasiado lo mucho que verte se volvía una necesidad a medida que pasaban los días. La tristeza que experimentaba cuando no estabas conmigo y cómo me perdía en el sonido de tu risa y el brillo de tus ojos. Para un mafioso, tener una debilidad es simplemente nuestro fin, y tú... fuiste el mío.

—Entonces, ¿soy irresistible, señor Jeon? —Taehyung inquirió coqueto.

Jungkook esbozó una sonrisa. —Oh, cariño. Eres más que solo eso, eres perfecto —respondió, acercándose para besar los labios del castaño.

—Te amo, Jeon Jungkook.

—Tsuki ga kirei desu ne?

—Si, puedo morir en paz.

La vida está plagada de desafíos y contratiempos constantes, lo que a menudo nos lleva a cuestionar si buscar la felicidad vale la pena. A pesar de ello, se dice que hay una recompensa para aquellos que saben perseverar hasta el final.

Eso lo aprendí cuando me enamoré por primera vez. A pesar de las numerosas dificultades que enfrentamos para estar juntos, no cambiaría la elección de haberlo escogido a él. Nunca antes había experimentado una paz tan profunda como la que emanaba de su preciosa sonrisa de conejo.

Sufrimos, lloramos, reímos, pero, sobre todo, amamos sin remordimientos.

No puedo afirmar la existencia de un destino predefinido, pero el hecho de haber nacido en una familia como la mía me lleva a considerar que, de alguna manera, estábamos destinados a cruzar nuestros caminos.

No me importan las dificultades que puedan surgir en el futuro, ni las opiniones de los demás. Porque en ti encontré a un amigo, un confidente, un amante y un hogar. Ahora puedo afirmar con certeza que todo el sufrimiento valió la pena, porque tú eres mi recompensa.

No tengo arrepentimientos. No importa todo el infierno que tuve que soportar para llegar hasta a ti.

Porque aun así, Jeon Jungkook... aun así te amo.


FIN.

LLEGAMOS AL FINAAAAAAAAL♥ ¿quién más está llorando? Es que AAAAA la hija del Taekook es tan hermosa dfkdsjds la amo TT ¿qué les pareció? me tuve que esforzar demasiado para terminar este capítulo rápido. 

¿Se dieron cuenta que Yoongi le decía "bonita" mientras que Jungkook "preciosa"? fkdjhngrjgfdhj lloro brillitos TT

¡Claro que Yoonie merece ser feliz! No se preocupen por eso n.n todavía me hace falta un extra y con eso daríamos fin a AAT. Así que espérenlo con ansías♥ volveré pronto:3

Hasta entonces, manténganse sanos~

𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.

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