CAPÍTULO 6: THREE ITEMS, THREE MISSIONS

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—— THREE ITEMS, THREE MISSIONS ——

Davina miró las aguas que había alrededor de la pasarela de madera, desde el primer día que las había visto nunca la había gustado aquel lugar, pero a pesar de ello debía de resignarse a estar allí, ya que de esa forma todo lo que había conocido a lo largo de su vida volvería a ser como antes, bueno, casi todo. Ya que había partes que no serían tal y como habían sido. Pero el pasado nunca se repetía dos veces, por supuesto había semejanzas pero no siempre era igual, siempre había variaciones.

—¿Deberás creéis que estáis preparado, majestad?— Le preguntó Lucienne a Morfeo al ver como el rey de los sueños se acercaba hasta el final de la plataforma de madera. —Hace mucho tiempo que no surcais estas aguas.— Añadió sabiendo que aquel lugar distaba demasiado de lo que tiempo atrás, anterior al secuestro de su señor, habían llegado a ser.

—Temes que ya no sea capaz.— Asumió Sueño entendiendo, de alguna manera, la preocupación que Lucienne tenía.

—No, pero...— Empezó a decir sin saber exactamente como explicarle lo peligrosas y traicioneras que se habían vuelto.

—No puedo pedir ayuda a las parcas sin darles algo a cambio.— Respondió con obviedad sabiendo que debía de encontrar algo con que satisfacerlas, para que le dieran las respuestas que buscaba a sus preguntas. —En El Sueño ya no queda nada en pie, he de buscar mis ofrendas en los sueños de los demás.— La recordó sabiendo que aquella era la única forma que tenía para conseguir lo que quería, por que sino El Sueño iría en decadencia y acabaría por transformarse en algo peor a lo que en aquellos momentos era.

—Lo comprendo...— Comentó Lucienne sabiendo el motivo por el que se estaba arriesgando, pero Sueño era consciente de que todo, en su reino, había cambiado.

—Lo que Lucienne quiere decir es que en tu ausencia estás aguas se han vuelto oscuras, traicioneras y peligrosas.— Intervino en ese momento Davina sabiendo que debían de ser claros con lo que pasaba, con el peligro que había.

—Estas aguas forman parte de mi y yo de ellas.— Las recordó a ambas mientras se agachaba y empezaba a dejar caer la arena que había conseguido a raíz de la muerte de la gárgola. —El sacrificio de Gregory no será en vano.— Garantizó justamente cuando centraba su atención en el agua, donde apareció su propia silueta pero esta no llegaba a parecerse del todo a Sueño pues había algo en ella que despertaba la inquietud de todo aquel que lo viera. Cuando a penas quedaban escasos milímetros para que el rey de los sueños tocara el agua con sus manos, un brazo salió del interior del agua, agarrándole de la mano y tirándole hacia el interior de las aguas. Morfeo había comenzado su incursión en los sueños de todos aquellos que estaban dormidos.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Lucienne miro las aguas con atención, mientras que Davina estaba sentada sobre la tarima se madera en completo silencio a la espera de alguna señal de que Morfeo tenía lo que necesitaba, la espera podía variar, ninguna de las dos sabía lo que el rey de los sueños buscaba. Antes de que alguna de las dos pudiera reaccionar una mano pálida, prácticamente moribunda, agarró a Davina del brazo y tiro de ella hacia el agua.

—Odio que esas aguas hagan siempre lo mismo.— Se quejó al reaparecer en un campo abandonado, donde podía verse una estructura de madera donde había una soga.

—Tenías razón, los sueños y las pesadillas parecen haberse olvidado de su amo. Les recordaré quien soy y tomaré de ellos cuanto necesite.— Aseguró Morfeo mostrando lo enfadado que estaba por el simple hecho de que todo cuanto había creado hubiera desaparecido o, simplemente, cambiado. —Las parcas aparecen en un cruce de caminos, y he encontrado uno en el sueño de un campesino camboyano.— La explicó sabiendo que Davina comprendiera mejor que nadie cuales habían sido sus elecciones, ya que mejor que nadie ella sabía la historia de las parcas.

—¿Y qué tiene que ver la soga esa?— Preguntó Davina señalando con la cabeza la estructura que quedaba detrás de ellos, donde podía verse la cuerda que seguramente habrían usado para ahorcar a gente inocente.

—El ahorcado representa la salvación y el sacrificio por un bien mayor, la horca es de un joven cinefilo japonés obsesionado con las películas de terror británicas.— Explicó mientras Davina se agarraba a la vandana metálica que llevaba. —Las corrientes han sido más fuertes y rápidas de lo que recordaba, por ello he tenido que centrarme y abrir bien los ojos y ver que quieren las parcas.— Morfeo prosigió con su explicación mientras Davina alejaba la cabeza de la soga, para a continuación acercarse al eterno, aunque prefirió no solo mantener la distancia, sino también quedarse por detrás, las parcas siempre la habían infundido respeto, pero mas lo hacían cuando recordaba lo que representaban. —La tercera ofrenda, ha sido una serpiente.— Terminó de decir.

—El símbolo de la transformación, la vida, la muerte y la reencarnación.— Murmuró Davina recordando lo que el animal significaba, pasarán los siglos que pasarán jamás olvidaría aquello. La trinidad había sido importante en su vida, y siempre lo había tenido presente, por eso su insignia como protectora eran tres dragones, a su manera ella rendía culto a la diosa a la que había sido leal por muchos años: Hecate.

—He reunido mis ofrendas, ahora es el turno de las parcas.— Sentenció con firmeza, mientras daba un paso hacia adelante. —Yo, Lord Morfeo, sueño de los Eternos, invoco a las parcas.— Empezó a decir mientras el cielo nocturno se nublada por completo, y los truenos y relámpagos iluminaban y llenaban de ruido aquella desierta explanada. —Las tres que son una, la una que es tres. Las hecates.— Añadió justamente cuando tres mujeres aparecían delante de ellos, al verlas Davina tragó saliva con dificultad, mientras se aferraba con más fuerza a la banda de metal.

—Morfeo, cuanto tiempo.— Habló la más joven de las tres, la cual era una mujer con la piel bronceada, los ojos grandes y negros, y el pelo largo y rizado, cualquiera que la viera jamás pensaría que se trataría de una parca, ya que parecía una diosa.

—Qué delgado estás, ¿te alimentas bien? ¿Tienes hambre?— Preguntó la mediana de las tres, la cual era una mujer más mayor, con los ojos claros así como el tono de su piel, y el pelo de un tono castaño, mucho más claro que el tono de su hermana menor pero al igual que el de ella era rizado.

—No es comida lo que busca.— Afirmó la mas anciana, la cual llevaba el pelo blanco y descuidado, pero a pesar de ello seguía teniendo unos rasgos que definían que tiempo atrás fue igual de hermosa que la menor de las tres. —Mirarle, quiere algo.— Sentenció con obviedad.

—Me has descubierto.— Habló el señor de los Sueño. —Sí que quiero algo, enefecto.— Afirmó dándole la razón a la más anciana y sabía de las tres hermanas. —Necesito vuestra ayuda.— Pidió esperando que estas fueran benevolentes y se ofrecieran a ayudarle.

—¿Nuestra ayuda?— Preguntó la anciana sorprendida por sus palabras. —Oh, escucharle, ¿nos ayudaste tu contra Circe?— Preguntó ofendida, haciendo que Davina agachara la mirada, pues una parte de ella las tenía miedo porque ella sabía de lo que eran capaces de hacerles a los mortales que las hicieran enfadar, y ella no quería ser la elegida.

—Circe es agua pasada, hermana mía.— La recordó la mediana de las tres hermanas.

—Y nos ha traído ofrendas.— La recordó la menor mientras Morfeo sacaba del interior de gabardina una serpiente, la mayor de las tres se acercó a él dejando que el animal empezara a subir por su cuerpo.

—Puedes hacernos tres preguntas.— Empezó a decir la mayor, mientras el animal se subía por su brazo para a continuación introducirse en su boca, al igual en sus dos hermanas más jóvenes.

—Cada una de nosotras te dará una respuesta.— Añadió la menor.

—Gracias, señoras.— Les agradeció Morfeo mientras inclinaba levemente su cabeza. —Mi primera pregunta, tenía una bolsa de cuero llena de arena, ¿dónde esta?— Quiso saber el dios de los sueños.

—Se vendió, en Londres, la compró una practicante de magia llamada Johnanna Constantine.— Respondió la menor de las hermanas, haciendo que tanto Morfeo como Davina se percataran de que conocían aquel nombre, en concreto habían conocido a uno de sus antepasadas.

—¿Constantine?— Inquirió Sueño recordando a la dueña de aquel apellido. —Conocí a una Constantine, pero fue hace trescientos años.— Puntualizó sabiendo que no podía tratarse de la misma mujer. —Has dicho que ella la compró, ¿todavía tiene la arena?— Quiso saber exigiendo más preguntas de las que le habían ofrecido.

—Sueño, ya sabes como va esto, tienes una pregunta y una respuesta.— Le recordó la menor dando a entender que debía de elegir con sabiduría cuáles eran las preguntas elegidas.

—Mis disculpas.— Se disculpó. —La segunda pregunta.— Sentenció.

—Adelante, querido.— Pidió la mediana, mostrando que esta vez era su turno para responder a su pregunta.

—Mi yelmo, ¿que le ha pasado?— Preguntó queriendo saber el paradero de aquel objeto que le cubría el rostro, un objeto que le otorgaba un aire mucho más siniestro del que ya tenía.

—Se lo troncaron a un demonio por el amuleto protector.— Respondió la mediana haciéndole ver a Davina que iban a ayudar a Morfeo, pero solo lo justo y necesario, solo le iban a dar ligeras pistas el resto iba a ser trabajo de ellos.

—¿A que demonio en concreto?— Quiso saber.

—Una pregunta, una respuesta, querido.— Insistió de nuevo la segunda de las hermanas.

—Última pregunta, mi rubí. ¿Quien lo tiene ahora?— Preguntó centrando su atención en la mayor de las tres.

—Tu joya pasó de madre a hijo.— Se limitó a decir la más mayor.

—¿Dónde está?— Preguntó queriendo que le dieran una ubicación más exacta, en el mundo había demasiadas madres y demasiados hijos, encontrar el rubí sería como buscar una aguja en un pajar, uno demasiado grande.

—Ya has hecho tus preguntas.— Gritaron las tres señoras al unísono haciendo uso de sus poderes para eliminar a Morfeo de aquella realidad, dejando a Davina allí, sola.

—Mis señoras.— Murmuró mientras inclinaba su cabeza en señal de respeto, y la mantenía agachada, mostrando el respeto y el temor que tenía por las tres.

—Tenemos un mensaje para ti, de Hecate.— La anunció la mayor de las hermanas.

—Aún lamento lo que sucedió, si es por un castigo que así sea.— Comentó mostrando que a pesar de los siglos todavía se seguía sintiendo culpable de que ella hubiera sobrevivido y sus hermanas no.

—No nos ha revelado que quiere de ti.— Añadió la menor de las parcas tranquilizando, de alguna forma, a Davina.

—Únicamente ha dicho que pronto tendréis el encuentro que tanto llevas esperando.— La anunció la media haciendo que Davina alzará la cabeza, mostrando en sus ojos azules el temor que para ello aquello podia llegar a significar.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Dsvina permaneció en silencio, no le había revelado a nadie aquella información que las parcas la habían dado de forma gratuita. Suponía que el mejor precio era instaurar el temor en la criatura que nunca, desde que se transformo, le había sentido. Pero la protectora no sabía en que pensar ni en lo que sucedería, cuando el templo fue arrasado se pasó meses rogando a Hecate, a la diosa a la que iba a jurar obediencia y lealtad, que la sacará de ello, pero nunca lo hizo. Ahora, seis siglos después, su diosa quería hablar con ella. Sin duda aquello podría terminar mal, terriblemente mal, pero hasta que aquel momento llegara lo único que podía hacer era esperar y hacer lo que siempre había hecho, protegier a Morfeo de aquellos que le odian, y aunque la lista podía ser corta, era más larga de lo que podrían llegar a imaginar.

—¿Puedo preguntaros a donde vais, señor?— Preguntó Lucienne al ver que Morfeo preparaba uno de los portales para irse.

—A Londres.— Respondió con seguridad.

—¿Pero no acabáis de pasar cien años allí?— Preguntó sin comprender por qué iba a volver a aquella ciudad. —Perdón.— Se disculpó al ver la mirada que el rey de los sueños la había lanzado. —¿Por qué a Londres?— Preguntó cambiado su pregunta.

—La arena se vendió allí, cuando la recupere iré a por el yelmo al infierno.— Respondió mostrando cuáles eran sus planes, y era recuperar aquello que le habían arrebatado, aquellos objetos que le otorgaban poder y que sin ellos no era nada más que una criatura inmortal y vulnerable.

—Ay señor.— Murmuró Lucienne viendo la locura que Morfeo iba a hacer, y que Davina apoyaba. —¿Podéis hacerme un favor antes de iros?— Le pidió esperando que esté aceptará. —Llevaros un cuervo, con vos.— Le pidió sabiendo que el cuervo le ayudaría.

—No más cuervos.— Sentenció Sueño dando a entender que no quería poner más vidas en peligro.

—Si no queréis, hacerlo por mi, los ciervos pueden viajar entre reinos. Y se que le necesitareis ahora que Davina no tiene de su parte su don.— Le pidió haciendo que la aludida desviará su mirada, aquel tema, por mucho que hubiera pasado el tiempo, seguía siendo delicado y doloroso para ella. Y las dos cicatrices de su espalda eran el recordatorio viviente de lo que había sucedido.

—No necesito una niñera, soy Sueño de los eternos.— Le recordó Morfeo en señal de que no necesitaba a nadie para ser temido y respetado.

—Sí, y Sueño de los eternos siempre lleva un cuervo.— Le recordó Lucienne con obviedad.

—Jessamy fue el último.— Sentenció dando a entender que la muerte de su último cuervo había sido un recordarlo claro de que muchos eran los que morían por él, y a pesar de que entregaban su vida siempre había otro que les sustituia. Pasaba con los cuervos y pasaba con los protectores. —Si esa tal Constantine se parece a su antepasada, seguro que me ayudara, solo es humana.— Alegó con obviedad mientras empezaba a bajar las escaleras que la separación del agua había creado.

—Al igual que Roderick Burgess o que yo.— Murmuró Davina mientras imitaba su gesto, y le hacía una señal a Lucienne de que mandara aquel cuervo, cuanta más ayuda tuviera sería mejor para ella. El mundo humano había cambiado demasiado desde la última vez que estuvo en él.

★★★

Empieza la aventura.

Y sí, Davina era una sacerdotisa de Hecate. Me encanta entrelazar todo, y las parcas muchas veces se asocian a Hecate, porque son tres mujeres.

Bueno, aclarado ese punto que es muy revelador, y que puede explicar a cierto personaje, hay que pasar a lo que es en el capitulo.

Es cierto, que el capítulo está muy centrado en el episodio, pero esto es inevitable, aunque si es cierto que es de las historias con los capítulos más largos en sí. Pero es que sino, se nos alarga hasta el fin de los días XD.

Aunque no es nada relevante, sí es cierto que viendo todo en perspectiva, entiendo bastante bien el comportamiento de las parcas, y porque actúan un poco como madre de Sueño. Recordemos que son sus cuñadas. Es que de verdad, me puede el pensar en ello, jajajajaj.

Pero dejándolo a un lado, me encanta la temática tan oscura que tiene la serie, me representa, de verdad.

Al caso, y un hecgo a destacar, mencionaré mucho el tema de las alas. Primero porque es la primera vez que desde ello Davina sale de El Sueño, y segundo pirque no deja de ser importante para su historia. Se que algunos querríais un momento en el que se la vean esas dos cicatrices, y os aseguro que estuve a punto de hacerlo, en una determinada escena, pero cuando estaba a punto de llegar a ella, la cambié por completo para dar otro enfoque. Pero si The Sandman sigue para próximas temporadas, creerme que en alguna aparecerán, aunque si sentís curiosidad, la forma y la herida es similar a la que tiene (creo recordar) Lucifer en la serie de Lucifer, la de Tom Ellis. Con tantos señores del infierno hay que empezar a aclarar quien es quien.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro