༺𝟎𝟐༻

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El bullicio de la discoteca se desdibuja en un murmullo distante mientras el corazón de Sunghoon late con fuerza. Con cada latido su lobo interno parece gritar la misma palabra: ¡Omega!

Da un par de pasos hacia atrás, ignorando las miradas confundidas de ambas omegas y de su amigo beta. Su mente gira en confusión y emoción, un torbellino que oscurece su lógica habitual.

Tiene que encontrar al dueño o dueña de ese aroma especial.

No puede dejar que esa conexión se desvanezca como un fugaz destello de luz entre la multitud.

Pese a su renuencia a socializar, algo dentro de él lo empuja con una intensidad que nunca había experimentado.

El instinto del lobo, ese que había estado dormido en su interior, ahora despierta con un potencial voraz.

Al salir de la pista de baile, inhala profundamente, buscando aquel aroma embriagante que ha captado.

Es una mezcla de flores silvestres y algo más... una dulzura que lo hipnotiza y lo llena de una energía nueva.

Su oscura mirada escanea uno a uno los rostros que lo rodean mientras se adentra entre la multitud.

Su olfato lo guia con precisión, como si una brújula invisible apuntara en la dirección correcta.

La música retumba a su alrededor, pero su foco está centrado en un único objetivo.

Camina entre los cuerpos danzantes, sintiendo cómo cada paso lo acerca más y más.

Finalmente, sus ojos encuentran  a una fina figura que se aleja del medio de la pista. Cintura pequeña, caderas que se contonean con cada movimiento...

Un omega con un cabello castaño, brillando bajo las luces de neón.

Aunque parece escapar de algo o alguien, el omega se mueve con gracia, como si el ritmo del universo siguiera su propio compás.

Sunghoon contiene el aliento.

La combinación de su belleza y el inconfundible aroma que emana es completamente abrumador.

Sin pensarlo dos veces, grita para poder llamar su atención.

—¡Espera por favor! —sorteando a los ojos curiosos y a los que disfrutan del momento, su enfoque completamente en el.

Pero el aroma del omega se desvanece en el viento al igual que su fina y delicada figura sale de su campo visual.

Jake se encuentra atareado en un rincón de la discoteca, la música vibrante resonando en su pecho, pero el espectáculo frente a él lo paraliza.

A través del bullicio y las luces parpadeantes, su mirada se posa en un alfa cuyo aroma lo ha cautivado, girando con gracia junto a una omega de pelirroja cabellera.

El nerviosismo y la incertidumbre comienzan a deslizarse por su cuerpo como una ola helada.

La risa de la omega, cálida y llena de vida, resuena en el aire, y cada una de esas carcajadas es un puñal en el corazón de Jake.

Se siente como si una niebla estuviera envolviendo su mente, los celos y la tristeza luchando por salir a la superficie.

Nunca había sido capaz de expresar lo que realmente sentía, pero en ese momento, la imagen de ese desconocido alfa bailando con otra, parecía aplastarle el alma.

Con cada giro del alfa, Jake es incapaz de contener las lágrimas que se asoman en sus ojos.

Sin pensarlo dos veces, el omega da la vuelta y se abre camino hacia la salida de "Escape", su corazón latiendo a una velocidad ensordecedora.

Necesita escapar de aquella situación; necesita aire fresco, y salir de ese lugar que de pronto se siente tan hostil.

Cuando finalmente sale a la calle, la brisa nocturna lo golpea en el rostro, pero no alivia la presión en su pecho.

Intentando calmarse, levanta la mano, con la esperanza de encontrar un taxi y dejar atrás los pensamientos y sensaciones nuevas que lo atormentan.

Es entonces cuando un vehículo se detiene junto a él.

Es Yeosang, otro omega de su círculo, conocido por su naturaleza amable y su mirada intensa que siempre parece captar la tristeza de los demás.

—Jake, ¿qué te pasa? —le pregunta Yeosang, bajando la ventana y observando la angustia escrita en el rostro de su amigo omega—. Te ves pálido, y creo que necesitas hablar.

—No es nada... —Jake intenta desviar la mirada, pero en su interior, el deseo de ser entendido lucha contra su orgullo—. Solo... necesito irme.

Yeosang no se mueve del lugar a pesar de los ensordecedores bocinazos que le reclaman no avanzar, manteniendo esa mirada penetrante que le recuerda a Jake que a veces, no puede huir de sus problemas.

—No soy psicólogo, pero si no me cuentas qué ocurrió, no te voy a dejar ir. —Su tono es firme pero amable, una invitación abierta a abrir su corazón.

Jake suspira, sintiendo cómo las emociones lo desbordan. Se sienta en el asiento del pasajero y, después de un momento de silencio, finalmente se deja llevar.

—Lo vi, Yeosang. —dijo, su voz quebrada. —Vi a mi alfa bailando con otra omega y... no sé, me dolió. Nunca he sentido algo así antes.

—¿Y si es solo una amiga? —sugiere Yeosang, manteniendo su tono comprensivo—. A veces, los alfas pueden ser amigos de otros omegas, sin que eso signifique algo más.

—No lo creo. —Jake sacude la cabeza, sintiendo cómo las lágrimas vuelven a asomarse—. Hay una conexión entre ellos, y yo... yo no sé si soy lo que un alfa como el que vi necesita.

Un silencio pesado se apodera de ellos mientras Yeosang conduce por las calles bulliciosas. Con cada giro y semáforo en rojo, Jake se siente más expuesto. Pero en medio de su dolor, sabe que está a salvo con su amigo.

—¿Y si te digo que a veces, las emociones pueden engañarnos? —Yeosang finalmente rompe su silencio, con su voz suave—. Los omegas tenemos que superar muchas inseguridades, pero no dejes que los celos nublen lo que realmente es.

Jake observa hacia la ventana, las luces de la ciudad parpadeando como sus pensamientos dispersos. La verdad es que sintió una profunda conexión hacía ese alfa y su dominante aroma a tabaco y chocolate amargo, pero es esa misma conexión la que lo llena de dudas.

—Soy un simple camarero y él parece ser alguien importante. —responde, dejando desvanecer un brillo de esperanza asomándose entre la tristeza.

—¿Por qué dices eso? —responde Yeosang—. Un camarero como tú, un chofer de taxi como yo, son oficios importantes, empezar a valorarte. es el primer paso para encontrar lo que realmente quieres.

El taxi avanza  hacia su destino, y aunque todavía siente un nudo en el pecho, Jake se da cuenta de que no puede huir de lo sucedido.

Tal vez, solo tal vez, es el momento de tomar el control de su vida y enfrentar lo que realmente hay en su corazón.

—Gracias, Yeosang. —dice finalmente, mirando su reflejo en el cristal—. Tal vez, solo tal vez, necesito arriesgarme un poco.

Yeosang sonrie, dándole a Jake la confianza que tanto necesita: esa luz de amistad que lo empuja hacia adelante.

Juntos, abordarán los desafíos que se les presenten, y en el camino, Jake se dará cuenta de que el amor, incluso el más imposible, es la promesa de un un viaje que valdrá la pena.

Ese alfa es nuestro destinado.

Y continuando con las actualizaciones, ya tocaba desempolvar esta historia.

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