━━ 𝟎𝟎𝟎: 𝗿𝗶𝘃𝗮𝗹𝘀 𝘁𝗼 𝗲𝗻𝗲𝗺𝗶𝗲𝘀

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II. rivales a enemigos

Ni siquiera sabía lo que había sucedido entre el enfrentamiento tío y sobrinos. Aelyra sólo volvía de ver a su dragón Moondream, cuando vio a los guardias llegar con su hermano Aemond chorreando una cantidad exagerada de sangre que salía de su ojo y el quejándose del dolor.

El pánico la congeló, nunca había visto tanta sangre y sintió un poco de náuseas. La sala no tardó en llenarse de audiencia y por supuesto, los padres y hermanos del herido.

—¿Cómo se permitió qué esto pasara? —pregunta el rey —. Quiero respuestas.

—Los príncipes debían estar en cama.

—¿Quién tenía la guardia?

—El joven príncipe fue atacado por sus sobrinos, majestad.

Aelyra permanecía al lado de su hermana Helaena. Quedita en silencio observando el disturbio que está por venir.

—¡Juraron proteger y defender mi sangre! —grita el rey.

—Va a sanar, ¿no es cierto, maestre? —pregunta la madre de Aemond.

Aelyra arrugó el ceño ante la pregunta de su madre, pues había visto la bola blanca en una bandeja al lado del maestre. Aemond ya no tenía su ojo.

—La piel sanará, pero ha perdido el ojo, majestad —explica el maestre. La reina suspira con tristeza.

—¿Dónde estabas? —cuestiona la reina a su hijo mayor.

—¿Yo?

Aelyra siempre se sorprendía de los golpes que le proporcionaba su madre a sus hermanos varones. No estaba acostumbrada a ver actuar a su madre así, Alicent siempre ha sido tan atenta y dulce con Aelyra, que los otros hijos se comentaban entre sí que Aelyra era la favorita de la reina de entre todos sus hijos.

—¿Por qué fue eso? —cuestiona sin saber el mayor.

—No se compara al abuso que sufrió tu hermano mientras te ahogabas en copas, imbécil —escupió con rabia.

—¿Qué significa esto? —se unen los Velaryon.

—¡Jace! ¡Luke! —la heredera había aparecido. Se acerca alterada a sus hijos y revisa la nariz de su segundo hijo —. ¿Quién lo hizo?

—Ellos me atacaron —reclama Aemond.

—¡Él atacó a Baela! —responde Jace furioso.

Luego de una discusión entre los hijos de Rhaenyra, las hijas de Daemon y Aemond, donde no se les entendía nada de lo sé reclamaban entre gritos. El primogénito y sucesor de Rhaenyra, le susurró algo a su madre.

—Aemond, quiero la verdad de lo sucedido —ordenó el rey.

—¿Qué más hay que oír? Mutilo a tu hijo —interrumpe Alicent —. Su hijo es el responsable.

—Fue un accidente —comenta Rhaenyra abrazando a Luke.

—¿Accidente? El príncipe Lucerys llevó una navaja a la emboscada. Quería matar a mi hijo.

—Son mis hijos los que fueron atacados y se vieron obligados a defenderse —contraataca Rhaenyra —. Los agredieron con insultos repugnantes.

—¿Qué insultos? —pregunta el rey.

—La legitimidad del nacimiento de mis hijos fue puesta en duda. Los llamo bastardos —contesta la heredera —. Mis hijos están en la línea de sucesión al trono de hierro, majestad. Esta es la más grande de las traiciones. El príncipe Aemond debe ser cuestionado para saber donde escuchó esas calumnias.

—¿Por un insulto? ¡Mi hijo perdió un ojo!

El rey preguntó a su hijo dónde había escuchado lo que le dijo a sus hermanos. Aemond no emitió sonido alguno. Al menos el no.

—Yo conozco a la persona que lo menciona seguido, majestad —menciona el príncipe Jacaerys.

La sala entera puso su atención en el chico, pero Jacaerys sólo tenía los ojos llenos de malicia en una sola persona.

—Anda, dímelo.

—La princesa Aelyra lo ha dicho repetidas veces —miente.

La rivalidad que tienen ambos sobrepasaba muchas veces los límites, pero nunca jamás Aelyra a dicho palabras que pongan en duda la legitimidad del nacimiento de los hijos de su hermana, a pesar de que muchas veces lo a escuchado de su madre, nunca a dicho tales cosas en voz alta.

—¡Blasfemias! —chilla Aelyra a tal mentira.

Un silencio se creó. Alicent sabe que Jacaerys miente, muchas de las ocasiones que lo ha mencionado a su hija, Aelyra siempre le dice que no mencioné esas cosas o alguien podría escucharla.

Pero no sé puede decir lo mismo del enfermo rey.

—Aelyra, ¿lo has dicho o no?

La ofensa estaba dibujada en su rostro.

—¡Por supuesto que no!

—Es imposible que Aelyra lo haya dicho, esposó. Tales palabras nunca saldrían de la boca de mi hija —defiende la reina.

Hasta la princesa heredera dudaba de aquello que había dicho su primogénito.

—El príncipe Jacaerys no es de mentir, Aelyra.

—¿Y yo si? —se ofende viendo del lado en qué está el hombre que se dice llamar su padre.

—Solo necesito que me digas la verdad.

—¡Te la estoy diciendo, padre! —en los ojos del rey, Aelyra nota que el rey no le creé. No le sorprendía, le dolía —. ¿Por qué no me crees? ¿Vas a preferir creerle a este mocoso antes que a tu hija?

—No te expreses así de tu sobrino.

—¿Y el si puede decir mentiras sobre mí?

Nadie se atrevía a entrometerse en la discusión del rey con la princesa menor.

—Y tú, muchacho. ¿Cuándo has escuchado a Aelyra decirlo? No puedes mentirle a un rey.

Jacaerys trago grueso. Aelyra sabía que Jacaerys ya no iba a desmentir su mentira, no se iba a echar para atrás y quedar como un mentiroso. Así que cualquier cosa que salga de la boca del príncipe Jacaerys, Aelyra estaba perdida.

—Ella lo menciona cada vez que me ve, su majestad —refuerza su mentira —. Hasta ha llegado a decir que la princesa Rhaenyra no merece el trono.

Si antes el rey dudaba de su hija, ahora fue la gota que derramó el vaso con la mención de su adorada Rhaenyra.

—¡Niña insolente! ¿Qué educación te han dado?

—Padre, yo no... —ni siquiera pudo terminar de hablar cuando sintió el ardor en su mejilla.

Alicent y Helaena pegaron un brinco con el sonido de la cachetada, Aegon abrió sus ojos, Aemond abrió la boca con sorpresa y Rhaenyra giró su cabeza sin querer ver lo que hizo su padre a su hermanastra menor.

—¡Calla! No tienes derecho de hablar —ordena el rey —. ¡Ni hablar de tal forma de tu hermana ni de sus hijos!

Aelyra ni siquiera lo miraba, se tocaba la parte roja de su mejilla, tragándose las lágrimas.

—Viserys, yo no creo que Aelyra haya dicho esas cosas —habló la reina.

—¡No la defiendas más, Alicent! Por tu culpa es que es tan mimada e insolente.

Alicent que estaba preocupada por su, ahora tuerto hijo Aemond, corrió a dónde su hija menor envolviendola en sus brazos, revisando el área del golpe.

—¡Estas disputas interminables deben cesar! ¡Para todos! Somos una familia —declara el rey —. Ofrezcan disculpas y muestren buena voluntad. ¡Su padre, su abuelo y su rey se los exige!

Aelyra escuchaba como su corazón se rompía en pedazos. Nunca ha entendido por qué es la hija menos favorita del rey, y antes se esmeraba tanto por aprender nuevas cosas para llamar su atención y ahora...

Toda aquella ilusión de ser vista por su padre y no como un fantasma había muerto y con ello parte de su amor por él.

—Y contigo, Aelyra. Tomaré medidas que deberían haber empleado hace tiempo —dijo el rey. Estaba tan enojado, nunca se le había visto así —. Dejarás King's Landing, viajaras mañana a primera hora a Oldtown. Ahí aprenderás cómo comportarte y no regresarás hasta que yo así lo quiera.

Una lágrima salió de sus ojos ámbar. Alicent quedó shockeada.

—Viserys no puedes hacer esto. Aelyra es muy pequeña, necesita de su madre.

—Y justamente por eso es que se irá. No quiero verla convertida en una mujer caprichosa y sin modales.

El pecho de Alicent subía y bajaba de la angustia y dolor de tener que separarse de su amada hija.

—Ella también es mi hija.

—No voy a poner en discusión esto. La decisión está tomada —sentencia el enfermo rey —. Ahora tú, niña. Retírate a tus aposentos, suficiente hemos tenido de ti hoy.

Con un dolor de decepción en su pecho y una rabia creciendo por todo su cuerpo, Aelyra se separó de su madre, y por última vez, miró con unos ojos tan asesinos a Jacaerys que este trago grueso y se escondió detrás de su madre del miedo que sintió.

Desde ese día, Aelyra Targaryen había reconocido a Jacaerys Velaryon como su enemigo, y no solamente por ser un negro y ella una verde.

No olvides votar y agregar la historia a tu biblioteca. Cuídense muchísimo, bye.

Con amor, Fey

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