𝟎𝟕 | serve and forget

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capítulo siete
SERVIR Y OLVIDAR

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Por fin, tras meses alejada del trabajo y tras una recuperación por aquel disparo, Malia volvía al parque 51 para volver a ocupar su puesto como sanitaria en la ambulancia 61. Brett había tenido que ausentarse un par de turnos, y el camión había sufrido un par de cambios en su plantilla, que dejaban a su aspirante a bombero trabajando en la ambulancia con ella. Mientras que, una recién llegada Stella Kidd, ocuparía el puesto del chico en el camión.

—Hey. ¡Mirad quién está de vuelta!—Malia sonríe al ver a Herrmann en la entrada del parque, junto al resto del camión 51 y la brigada 3.

—Hola, chicos.—Les observa con alegría, dejando caer su mochila al suelo para poder abrazarles.

—¡Mini Halstead!—Exclama Otis al envolverla en un abrazo.

—¿Mini Halstead?—Frunce el ceño, separándose de él.

—Un apodo.—Se encoge de hombros. Malia rueda los ojos, abrazando a Mouch.

—Es genial tenerte de vuelta, Lia.—Habla Severide.

—Es genial estar de vuelta, teniente.—Le asegura, abrazándole.

Al separarse, la mirada de la chica recae sobre una cara desconocida para ella. Un joven, de su edad, que se acercaba a ella junto a Matt.

—Halstead. Creo que no os conocéis. Este es Jimmy Borrelli, sera tu compañero los próximos turnos.—Le presenta Matt.—Jimmy, esta es Malia, sera la responsable de la ambulancia. Ten cuidado con ella, es muy testaruda.

—Si, creo que va en el ADN.—Señala Gabby, haciendo que Malia sonría.

—Encantado.—Jimmy estira su mano hacia ella.

—Igualmente.—Responde ella, estrechándole la mano.

Tras cambiarse de ropa y tomarse una rápida taza de café, las alarmas del parque saltaron, anunciando un aviso. Un accidente de coche en una carretera del centro de la ciudad.

—Oye, hay un crío aquí dentro.—Anuncia Severide al acercarse al vehículo.

Malia corre hacia el lugar con la mochila médica en su mano. Jimmy no duda en seguirla.

—¡Quiero ir a casa de mi mamá!—Exclama el niño una vez Kelly consigue abrir la puerta trasera del coche para poder sacarle.

—Primero te sacamos del coche, amigo, y luego te llevamos a casa de mamá. Prometido, ¿vale?—Le asegura Malia.

—Vale.

Kelly le agarra entre sus manos y se lo entrega a Jimmy.

—La puerta no se abre.—Se queja Matt, quien intentaba sacar al conductor.—Necesito la cizalla. Otis.

—Voy...

Antes de que pueda moverse, una tapa de alcantarillado salta por los aires y cae a pocos metros, provocando un gran estruendo.

—¡Al suelo!—Exclama el jefe Boden.

Jimmy corre hacia la ambulancia, cargando con el niño mientras Malia le sigue de cerca.

—¡Despejen la calle, todos!

—¡Cuidado!—Malia empuja levemente a Jimmy para que se agache. Éste le hace caso, protegiendo al niño con su cuerpo.

Otra tapa de alcantarilla explota, aterrizando sobre un coche situado a pocos metros de ellos.

A esta explosión le sigue otras tres más.

—Central. Explosión en el alcantarillado. Necesitamos que cierren todas las bóvedas inmediatamente.—Pide Boden a través de la radio.

—Recibido. Notificando a la compañía.

—¡Herrmann! Llévate a un grupo y traed extintores.

—¡Vale, jefe!

—Quédate con él en la ambulancia. Tenemos que esperar a que saquen a su padre del coche.—Le indica Malia a Jimmy.

—Está bien.—Asiente el chico mientras ella agarra la camilla.

Mouch corre a ayudarla, dejando que ella se adelante para poder ponerle el collarín al conductor del vehículo.

—Teddy. ¿Dónde está Teddy?—Inquiere el hombre.

—Con nosotros. Esta bien.—Le asegura ella, alejándose de la puerta del coche.—Ya podéis sacarle, chicos.

—A la orden.—Responde Kelly.—Vamos, chicos.

Los bomberos de la brigada 3 le colocan sobre la tabla espinal y sobre la camilla, ayudando a Malia a trasladarle a la ambulancia mientras Boden daba instrucciones al camión 81 para apagar el fuego del alcantarillado.

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—Contadme.—Pide Maggie al ver las puertas de urgencias abrirse frente a ella.

—Colisión de vehículo a motor, se ha quedado inconsciente.—Anuncia Jimmy mientras Malia le entrega el niño a una enfermera.

—Vamos a trauma 3.—Señala Maggie.—¡Doctor Halstead!

Al oír su nombre, Will corre hacia ellos, listo para tratar al paciente.

—Estoy cansado.—Se queja el hombre.—¿Me puedo dormir un poquito?

—Parece que tiene una contusión.—Señala Will, observándole las pupilas con su linterna.

—Si, ya ha vomitado dos veces en el camino hasta aquí.—Señala Malia.

—Vale. Necesito que esté despierto, señor. ¿Cómo se llama?

—Wa... Warren Todesco.

—Hola, Warren. Yo soy el doctor Will Halstead. Te vamos a hacer un TAC, ¿vale?—Le informa, adentrándose en la sala de tratamiento.

—¿Y mi hijo?

—Está aquí. ¿Hay alguien a quien podamos llamar para que venga a vigilarlo?

—Es que no hay nadie más. Solo estamos Teddy y yo.—Le explica.

—¿No esta su madre?—Señala Malia, confusa. La mirada de Will viaja hacia ella.

—Murió al nacer él. Solo me tiene a mi.

Malia asiente levemente, algo desconcertada.

—Transferimos a la de tres.—Ordena Will entonces.—Una, dos, tres.

Entre él, Malia, Jimmy y una enfermera le cambian de camilla para poder dejarle en el hospital.

—Vale. Tú tranquilo. Vigilaremos a Teddy mientras le hacemos las pruebas.—Asegura Will mientras Malia y Jimmy abandonan la sala con la camilla de la ambulancia.

Pero la atención de la joven Halstead ya no estaba en ese hombre o en su trabajo, si no en el niño. Algo no cuadraba.

—¿Qué pasa?—Inquiere Jimmy al ver el rostro distraído de la chica.

—Dice que la mujer murió cuando nació el niño.—Señala.—Entonces ¿por qué decía el crío que quería ir a casa de su madre?

—Cosas de niños. La situación ha sido intensa para él.

—Ya, no sé. Ha sido muy específico.

—Hey, Mia.—Will abandona la sala de tratamiento, y camina hacia ella con rapidez.—¿Qué tal tu primer día?

—Solo han pasado un par de horas.—Señala ella en respuesta.—Pero bien. Supongo. No hace falta que te preocupes por mi todo el rato, Will.

—Es la costumbre.—Se justifica, encogiéndose de hombros.—¿Aún te duele la cicatriz? Puedo llamar a Connor.

—Estoy bien. Él me dio el alta, ¿recuerdas?

—Si, pero...

—Estoy bien.—Le insiste.

—Está bien.—Suspira.—Buen trabajo, por cierto.

—Gracias.—Le responde, viendo como vuelve a alejarse de ella.

Jimmy se gira hacia ella con confusión.

—¿Tú hermano es médico?—Inquiere, sorprendido.

—Uno de ellos, si. Y muy sobreprotector, como has visto.—Comenta, subiendo la camilla a la ambulancia con su ayuda.

—Comentaba algo de una cicatriz...

—Me dispararon.—Le interrumpe antes de que pueda terminar la pregunta.—Lugar equivocado, momento equivocado. Ya estoy bien, si vas a preguntar.

—No quieres que te pregunten por eso, entendido.—Sonríe.—¿Conduces?

—Aja. Tienes que ganártelo, Borrelili. Y pienso aprovecharme de que Brett no está aquí.—Le asegura, bajándose de la parte trasera de ambulancia y agarrando las llaves que él le entrega.

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Malia se paso el turno entero pensado en aquel niño, en lo que él había dicho en el accidente y lo que su padre había contado más tarde en el hospital respecto a su madre. Gabby tenía razón y la terquedad iba en el ADN de los Halstead, como también su sentido de la justicia y su instinto. Ser médico e inspector no era muy diferente si lo mirabas desde otra perspectiva, ambos debían investigar para llegar a una conclusión. Uno encontraba asesinos y el otro debía descubrir que enfermedad padecían sus pacientes, pero todo se reducía a investigar.

Por eso, por ese instinto y ese don para la investigación que había heredado, en el siguiente aviso, Malia decidió acercarse al mostrador de urgencias.

—Hola, Maggie.

—Hola.—Responde la enfermera.

—¿Cómo está?—Inquiere, observando la sala donde se encontraba el niño del anterior accidente.

—Es un chico muy valiente. Lo tenemos entretenido.

—Y... ¿qué tipo de hombre es su padre?—Cuestiona entonces.

—¿Qué tratas de decir?—Maggie la observa con confusión.

—¿Nada te ha llamado la atención?

—Pues no. Resultado de toxicología negativo.

—¿Podrías... buscarlo? Y ver si él o Teddy han estado aquí antes.—Le pide. Maggie la observa sin saber que hacer.—Porfa.

—Está bien.—Suspira, sentándose frente al ordenador.—Su padre estuvo aquí antes.

—¿Puedo mirar?—Susurra.

—A mi me da igual. Pero no debería.

—Venga. Soy yo.

—Precisamente por eso. Entre tú y tu hermano acabaréis quitándome el trabajo.

Malia la observa con ojos de cachorro suplicante. Aquella mirada era imposible de ignorar. Ella aún no había conocido a nadie que se resistiera a ella.

—Su contacto de emergencia dice "paciente rechazado". La dirección de facturación no coincide.—Maggie observa la pantalla del ordenador.—Eso no es muy normal.

—¿Puedo hablar con él?

—No. Está el médico dentro revisando su TAC.

—El médico es mi hermano.—Señala Malia, recibiendo una mirada seria por parte de la enfermera.—Esta bien. ¿Me puedes avisar cuando le deis el alta?

—Puede.—Responde, alejándose de ella con continuar con su trabajo.

Malia observa la sala de urgencias, que aquella mañana parecía bastante tranquila.

—¿Ahora a dónde vas?—Murmura Jimmy con confusion al ver que se adentra en uno de los armarios de medicamentos.

Malia le ignora, abriendo uno de los contenedores allí presentes.

—¿Qué haces?—Cuestiona Jimmy, adentrándose en la sala.

—Este tío claramente oculta algo y sus huellas están por todo el collarín que le pusimos.—Le explica, sacando el collarín del contenedor.—Por suerte, hay un policía que me debe un favor.—Jimmy frunce el ceño.—Eh... no de ese tipo. O sea es... no es lo que crees.

—No tengo ni idea de lo que hablas.

—Es mi hermano.—Le explica.—Tú... dame una bolsa de basura.

Tras soltar un suspiro, Jimmy decide hacerle caso.

—Quizá no sea nada, pero quizás sea algo. No voy a poder conciliar el sueño si no lo sé, sea de un modo u otro. Voy a pedirle que analice las huellas.

—Pues cuenta conmigo.—Acepta Jimmy.

—Gracias.—Sonríe Malia.

Tener el apoyo de Jimmy hacía que se sintiese mejor. Iba a investigarlo con o sin su ayuda, pero al menos así no se sentía sola en lo que parecía ser una locura y puede que hasta un error. Tal vez solo estaba perdiendo el tiempo.

Una sonrisa nerviosa se formó en sus labios al adentrarse en la comisaría 21 bajo la atenta mirada de la sargento Platt. Aunque ahora ya la conocía mucho más y sabía que no era tan mala como parecía, Trudy Platt seguía asuntándola.

Jimmy la seguía de cerca, observando el lugar con atención.

—Tu hermano no está.—Anuncia Platt cuando Malia se coloca frente al mostrador.—Puedo avisarle de que has estado aquí.

—Oh, no. Yo...

—¡Malia!

La aludida se da la vuelta, observando como un sonriente Adam Ruzek se acerca a ellos.

—Adam, hola.—Le corresponde la sonrisa.

—¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo?—Inquiere, preocupado.

—Si. Esperaba que Jay pudiera ayudarme, pero...

—Yo lo haré.—La interrumpe.—Si puedo, claro.

—Necesito un favor.—Le explica, formando una pequeña sonrisa nerviosa. Adam frunce el ceño, posando su mirada en Jimmy por primera vez desde que había llegado.—Este es Jimmy, mi compañero.

—Un placer.—Saluda el chico, estirando su mano hacia el policía.

—Igualmente.—Asiente el rubio, volviendo a posar su mirada en la joven Halstead.—Bien, ¿cuál es ese favor?

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Tras su visita a la comisaría y tras otro aviso médico, Jimmy y Malia volvían a encontrarse en el interior del Chicago Med, reponiendo la ambulancia para el resto del día.

—Así que uno de tus hermanos es médico y el otro inspector de policía. Y tú... paramédico. ¿En vuestra familia tenéis un complejo de héroe o algo así?—Inquiere el chico con diversión.

—Mira quien habla.—Señala Malia, defendiéndose.—Tu hermano es bombero y tú sigues sus pasos.

—Es diferente.—Le asegura Jimmy.

—¿Lo es?—Malia eleva sus cejas.

—Lo que quiero decir es que vosotros habéis abarcado los tres departamentos de emergencias. Es curioso como mínimo.

—Yo quería ser médico.—Admite, encogiéndose de hombros.—Pero dejé la universidad.

—¿Por qué?

—No tengo paciencia y no sé quedarme quieta.—Le explica, agarrando un paquete de gasas del almacén.—En eso me parezco a Jay.

Jimmy sonríe, abandonando el almacén junto a ella, listos para volver a la ambulancia.

—Malia.—La voz de Adam llega a sus oídos, sorprendiéndola.

El rubio salía del pasillo de ascensores con algo de prisa, hasta que su mirada se había encontrado con ella.

—Hola.—La chica la mira con confusión.

—He ido al parque y me han dicho que estabas aquí.

—Si. ¿Qué has averiguado?

—¿Por qué no me dices exactamente por qué querías que analizara esas huellas?—Le pregunta él.

Malia suspira, encogiéndose de hombros.

—Instinto.

—Pues ese tío, Warren Moakes, tiene una alarma ámbar por haber secuestrado a su hijo.—Le revela.—¿Sabes dónde está?

Malia abre los ojos con sorpresa, dándose la vuelta para mirar a Jimmy. Entonces los tres comienzan a caminar hasta la zona de recepción de urgencias.

—¿En qué habitación está Warren Moakes?—Le pregunta a la enfermera.

—No hay ningún Moakes.—Le responde tras comprobarlo en su ordenador.

—Llegó con un traumatismo. Le hicieron un TAC.—Señala Jimmy.

—Moakes.—Murmura, buscando más a fondo en los archivos del hospital.—No. Nada.

—Había un niño con él. Teddy.

—Ah, si, Teddy. Ese era... déjame ver, ¿Warren Miller? ¿Os refería a él?

—Si, es él.—Asiente Malia.—¿Sabes dónde está?

—Pues acaban de darle el alta.—Comenta, dirigiendo su mirada hacia la puerta.

Malia suelta un suspiro de frustración. Tras pensar que tal vez estaba loca por investigar tanto a ese hombre, por fin sus sospechas se confirmaban, pero ahora aprecia que habían llegado tarde.

Ella, Jimmy y Adam salieron corriendo por la puerta principal de urgencias, decididos a encontrar a ese niño y al hombre que lo acompañaba.

Sus ojos observan las calles a su alrededor, desesperados.

Entonces los ojos azules de Malia lo vieron. A un hombre pidiendo un taxi de forma nerviosa mientras le insistía a su hijo que le siguiera.

—¡Eh!—Exclama, corriendo hacia ellos.

Jimmy y Adam no tardan en seguirla. Al ver aquello, el taxista se niega a abrirle la puerta del coche al hombre, impidiendo así que se escapara.

—¡Arriba las manos! ¡Al suelo!—Exclama Adam, listo para sacar su pistola.—¡Arriba las manos! ¡Al suelo he dicho! ¡Venga!

Malia corre hacia el niño, agarrándolo entre sus brazos mientras éste lloraba llamando a su padre con confusión.

—Tranquilo. Tranquilo, cielo, no pasa nada.—Le asegura Malia.

—Has secuestrado a tu hijo, ¿no?—Señala Adam mientras esposa al hombre.

—No lo entendéis. Su madre es adicta.—Se defiende.—No es capaz de cuidar de sí misma, menos de él.

—Ya, pues eso dígaselo al juez.—Le responde Adam, obligándole a ponerse en pie.—¿Te apañas?

—Si.—Asiente Malia.

—¡Te quiero, Teddy! ¡Te quiero!—Exclama el hombre mientras Ruzek le lleva hasta el coche policial.—¡Te quiero!

El niño solloza, estirando su mano para intentar alcanzar a su padre mientras que Malia intentaba tranquilizarle.

—Le digo a Maggie que llame a servicios sociales.—Comenta Jimmy.

—Bien, gracias.—Suspira Malia.

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Malia y Jimmy habían decidido quedarse en el hospital hasta que la madre llegara a buscar a su hijo. Sin embrago, al conocer a la mujer, Malia sintió que tal vez todo lo que había hecho al investigar a ese hombre y ayudar a que le detuvieran no había sido su mejor idea después de todo.

—Si no es por vosotros no sé si lo habría vuelto a ver. Muchísimas gracias a los dos.—Les dice la mujer.

—Nos alegramos de que todo haya salido bien.—Le responde Jimmy con amabilidad.

—Me siento como... si anduviera entre la niebla, ¿sabéis?—Comenta, rascándose el cuello.

Malia la observa con detenimiento.

—Ya.—Murmura con incomodidad.—Un placer ayudar.

—Bueno, pues... gracias otra vez. Vamos, Teddy. Vámonos de aquí. Dejemos que vuelvan al trabajo.

Sonríe, agarrando la mano del niño, dispuesta a alejarse de ellos.

—Oye.—Malia la obliga a frenar sus pasos.—El padre de tu hijo dijo algunas cosas sobre ti.

—Seguro que si. Lo suyo es patológico, como seguro que...

—¿Consumes drogas?—Malia interrumpe sus palabras.

—¿Perdona?

—Preguntó que si consumes drogas.

—¿Cómo te atreves? Y delante de mi hijo, que acaba de vivir la experiencia más traumática de su vida.—Se acerca a Malia de forma peligrosa.

—Señora, hemos terminado.—Jimmy interrumpe sus palabras, colocándose entre ella y Malia.

—Que os jodan. A los dos.—Se queja, dispuesta a irse, pero entonces vuelve a mirar a Malia.—No. ¿Sabes qué? Mejor aún. ¿Cómo te llamas? Voy a hacer que te echen.

La chica da un paso al frente de forma seria y segura, apartando a Jimmy para poder enfrentarse a la mujer.

—Malia Halstead.—Le responde con firmeza.—Con H.

—Mami.—Se queja el niño.

—Vamos, Teddy.—La mujer tira de él, alejándose por el pasillo.

—Mierda.—Se queja Malia al verla desaparecer.—¡Mierda!

Jimmy se da la vuelta para mírala, observando como terminaba de recoger la mochila médica.

—Boden dice que debemos servir y olvidarnos de las víctimas. Seguir adelante.—Comenta, colocándose a su lado.

—No. Yo no puedo.—Niega, sin molestarse en mirarle.—¿Vale? No puedo dejarme el corazón en la taquilla cuando llego y recogerlo antes de irme. No puedo. Quizá algún día me rompa, pero me da igual. No sé...

Baja la mirada al suelo. Jimmy coloca una mano sobre su espalda, en señal de apoyo,

—Vámonos de aquí ya.—Le dice. Malia asiente, soltando un pequeño suspiro.



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