𝟐𝟒 | breathe, just breathe

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capítulo veinticuatro
RESPIRA, SOLO RESPIRA

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Uno de los avisos de incendio más comunes en Estados Unidos son los incendios en estructuras, debido a los malos materiales utilizados en las construcciones que provocan que el fuego se extienda con mayor velocidad. Un accidente en casa le puede pasar a cualquiera, así que el parque 51 estaba acostumbrado a acudir a viviendas para apagar fuegos. Cuando estos son demasiado grandes, el equipo entra primero a rescatar a todos los que se encuentran en el interior. Todo es peligroso cuando eres bombero. Nunca sabes si volverás a casa sano y salvo al terminar el turno o si tu vida te será arrebatada por un accidente. Ese día fue uno de esos.

Mientras los bomberos del camión 81 se encontraban en el interior de una casa, varios disparos comenzaron a oírse en ella. Dos balas impactaron contra dos de ellos. A Stella la salvo milagrosamente su radio, la cual había parado la bala como un chaleco policial. Otis sin embrago no había tenido tanta suerte, pues una bala le había impactado contra el cuello.

—¡Otis, Kidd! ¿Alguien ve al tirador?—Boden les pregunto por la radio sin saber lo que les había ocurrido.

—¿Qué hacemos aquí?—Se queja Severide.—Vamos a por ellos.

—No entra nadie hasta que el tirador esté localizado y contenido.

Severide observa la casa con impotencia y frustración ante la respuesta de su jefe.

—¡Otis, Kidd, responded!

—Jefe, aquí Kidd.—Responde Stella tras varios segundos.—Yo estoy bien. Pero Otis ha recibido un disparo en el cuello y pinta mal.

—Todos quietos.—Ordena Boden al ver como el resto de bomberos se mueven dispuestos a entrar en su búsqueda.—No entra nadie. Vienen refuerzos. Casey, desplegad la autoescalera hasta la ventana del segundo. Agáchate y vigila las ventanas. Escúdate con el camión.

—Jefe, no hay...

—Oído.—Responde Casey.

—No hay tiempo para la escala.—Se queja Severide.—Déjenos entrar. Déjeme entrar a mi. Llegaré más deprisa.

—Con un tirador activo corres el riesgo de no llegar.

—Con todo respeto, vamos.

—¡Severide!—Exclama con molestia, dando por terminada la discusión.

Malia aprieta sus labios viendo como Boden se aleja de él. Reconocía la mirada de Kelly. Una mirada que solía ver en sus hermanos. No le importaban las órdenes. Y cuando los disparos continuaron, las sospechas de la chica se confirmaron.

—A la mierda todo.—Murmura Kelly, colocándose el casco y adentrándose en la casa.

—¡Severide, para!—Exclama Boden al verle.

—¡Teniente!—Cruz intenta ir tras él, pero Boden le sujeta con fuerza.

—No le sigas.—Le ordena.

Cruz asiente con frustración.

—Jefe.—Le llama Gabby.—Debería escuchar esto.

Uno de los residentes de la casa, el único que había salido por su propio pie, se encontraba junto a ella, mirando al jefe con miedo en sus ojos.

—¿Qué?—Inquiere Boden al llegar frente a ellos.

—No hay tirador.—Anuncia el chico.—En mi cuarto... tengo armas y cajas de munición en el armario. Algunas están cargadas.

—Espera. ¿Tienes munición y armas cargadas y no se te ha ocurrido decírselo a alguien?—Cruz se acerca a él, incrédulo y enfadado.

—¡Cruz, aparta!—Le ordena el jefe antes de que haga nada.

Frustrado, Joe lanza su casco al suelo.

—Kidd, no hay tirador.—Informa el jefe por la radio.—Pero hay munición en el armario. Salid de ahí como podáis.

El tiempo que tardaron en sacar a Otis por una ventana del segundo piso se hizo eterno para todos. Herrmann, Mouch, Capp y Cruz agarraron la camilla hasta llevarlo junto a Brett y Malia, quienes estaban listas para atenderle lo antes posible.

—Otis, ¿me oyes?—Cuestiona Sylvie, colocándole los parches en el pecho para controlar el ritmo de su corazón. Sin embrago el bombero no podía responder, pues se encontraba completamente inconsciente.

—Tensión muy baja.—Anuncia Malia, quitándose el estetoscopio y colocándoselo alrededor del cuello.

Sylvie respira con nerviosismo, encendiendo el desfibrilador.

—Está braquicardico.—Anuncia al leer las ondas de su pulso en la pantalla mientras Malia le coloca una vía con suero, el cual Cruz agarra entre sus manos para que ella pueda seguir tratando a su amigo.

—Vamos, por favor. Otis, ¿me oyes?—Murmura Malia, agarrando su pequeña linterna para mirarle los ojos.—Esta en shock neurogénico. Ponle dopamina.

Sylvie asiente rápidamente ante su orden. Sin embrago la dopamina no parece hacer mucho.

—Vale, voy a recuperarle.—Declara Malia, agarrando los parches del desfibrilador para darle una descarga.—70 miliamperios, a tasa de 80.

Todos se colocan a su alrededor, observandolas trabajar y rezando porque Otis mejorara y sobreviviera.

—No te nos vayas, Otis.—Le pide Herrmann.

—Subiendo a 90.—Anuncia Malia.

—Vamos, hermano.—Suplica Cruz con lágrimas acumulándose en sus ojos.

—100.

Tras varios segundos, los cuales se hicieron eternos, el ritmo cardíaco de Otis por fin se estabilizó.

—Frecuencia de 80.—Anuncia Malia con alivio.

—Venga, vámonos al Med.—Declara Brett.

Todos asienten, ayudándolas a subir a Otis a la ambulancia mientras ellas recogen sus mochilas médicas.

—¿Kidd?—La llama Sylvie.

—Yo estoy bien.—Asegura la bombera.

Malia corre hacia el asiento del conductor.

—¿Está muy mal?—Inquiere Cruz.

—Está mal.—Le responde Sylvie, quien apenas podía hablar por la ola de tristeza e incertidumbre.

—¿Va a sobrevivir?

—No lo sé, Joe. Eso intentamos.—Declara, colocando el suero y la dopamina con sus temblorosas manos.

Cruz se gira hacia Boden, quien no tarda en asentir, dándole así permiso para acompañarlas en la ambulancia. Aliviado, Joe se sube rápidamente a la parte trasera, junto a Brett y un inconsciente Otis. Y una vez cerradas las puertas, Malia comienza su trayecto.


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Esa no era la entrada de un paciente cualquiera a urgencias, y Connor pudo verlo antes incluso de reconocer al paciente. Sus ojos se encontraron con los de Malia un segundo antes de que ella comenzara a presentar al paciente. Fue cuando miro al hombre en la camilla y reconoció su uniforme que se dio cuanta de quién se trataba. Will se unió a él poco después, para ayudarle a tratarle. Pero el caso era de cirugía cardiotorácica, así que eso convertía a Otis en paciente del Doctor Rhodes.

Malia, Brett y Cruz no sabían si querían abandonar la sala o quedarse allí, pero tampoco era su decisión. Las enfermeras no tardaron en sacarles de ella para dejar que los médicos pudieran trabajar. Y desde ese momento los tres se encontraban sentados en la sala de espera. Lugar donde el resto del parque 51 les encontró al llegar al hospital.

—Oye, ¿cómo está?—Cuestiona Herrmann al acercarse a ellos.

—Sigue en quirófano.—Responde Cruz.—Estamos esperando.

—Stella tiene suerte. El walkie-talkie ha evitado que la bala le diera en el pecho.—Informa Sylvie entonces.—Tiene un par de moretones en las costillas, pero saldrá en nada.

Todos asienten con alivio.

—¿Es el propietario?—Cuestiona Matt al ver a un hombre en camilla ser interrogado por un agente de policía.

—Sabía que su hijo tenía obsesión por las armas, pero no que había armas cargadas en su casa.—Explica Malia.—Su mujer está muy grave.

—¿Y el chaval?

—Sigue en observación por inhalación de humo. La policía está esperando para llevárselo en cuanto salga.

—Eso. Que se lo lleven. ¿Qué creía, que iba a estallar una guerra en plena calle?—Comenta Cruz con molestia y frustración.—¿Qué padre permite que su hijo coleccione armas en Chicago?

—Unos padres que ahora lo han perdido todo.—Señala Matt.

Cruz suspira con frustración, apartando la mirada de él.

—¿Está bien? ¿Está vivo?—Lily, la novia de Otis, se abre paso entre los bomberos.

—No lo sabemos. El médico no ha salido aún.—Le responde Herrmann.

—¿Cuánto tiempo lleva? ¿Qué le están haciendo?—Cuestiona de forma agitada.

—Estamos todos igual... Esperando novedades.

Connor tenía la costumbre de aparecer siempre que se le necesitaba, y ese momento no era distinto. Justo en ese momento el doctor salió del ascensor en la planta de urgencias. Malia fue la primera en verle acercarse a ellos, como si pudiera sentir su presencia.

—Hola a todos.—Saluda al llegar frente al equipo de bomberos.—Otis ya ha salido de quirófano. Está en reanimación.

—¿Qué pronosticó tiene?—Cuestiona Boden.

—Mucho mejor de lo que habría cabido esperar.—Admite, posando su mirada en él.—La bala no ha dañado las vertebras ni la columna. Solo ha rozado el hueso y se ha alojado aquí... entre la C1 y la C2.—Informa, mostrándoles las radiografías.

—¿Y... eso qué quiere decir?—Inquiere Herrmann con confusion.

—Que ha tenido suerte.—Responde Malia.

Connor dirige su mirada hacia ella, asintiendo.

—Me has quitado las palabras de la boca.—Sonríe levemente hacia ella, quien no puede evitar sonrojarse ante el peso de su azulada mirada.—Lo iremos evaluando poco a poco. Pero hay esperanzas que rara vez se tienen en una lesión así.

—¿Podemos verlo?—Le pregunta Lily.

—Sigue inconsciente, pero si queréis pasar, uno o dos podéis entrar.—Asiente Connor.

—Ve tú.—La anima Herrmann, colocando una mano en su espalda. Lily le mira con duda.—Verte le ira mucho mejor que cualquier medicamento.

La chica asiente levemente antes de girarse hacia Cruz.

—Joe, ¿vienes conmigo?—Le pregunta.

—Eh... Si. Por supuesto.—Asiente, alejándose del grupo junto a ella.

—Doctor Rhodes.—Habla Boden entonces mientras el equipo comienza a sentarse en las sillas libres de la sala.

—¿Si?—Connor dirige su mirada hacia él y Matt cuando estos se colocan frente a él.

—¿Cómo lo ves a largo plazo?

—Está estable, pero puede cambiar.—Admite.—La bala está alojada peligrosamente cerca de la columna. Si no intervenimos hay riesgo de infección, incluso de parálisis.

—¿Y qué os hace dudar?—Cuestiona Casey.—¿Por qué no intervenís?

—Es muy arriesgado. La bala está al lado de la columna y además tiene problemas de coagulación, habría que transfundirles plaquetas. No es sencillo.—Explica.—Esperamos que se despierte pronto para que pueda decidir él. Os mantendré informado.

—Gracias.

—Gracias.

—De nada.—Asiente, dedicándoles una última mirada a todos, especialmente a Malia, antes de volver a adentrarse en urgencias.

Ahora, con él fuera de la sala de espera, Malia vuelve a sentir ese nudo en su pecho, especialmente al ver a una mujer embarazada al otro lado de la sala. Sus otros dos hijos corrían a su alrededor, jugando entre ellos mientras ella intentaba pedirles que se sentaran tranquilos.

Sylvie, quien se encontraba sentada a su lado, no pudo evitar notar la mirada de tristeza en sus ojos.

—¿Observando un universo alternativo?—Inquiere su compañera.

Malia suspira.

—Por un... momento tuve una visión clara de mi futuro.—Admite entonces.—Connor y yo juntos, formando una familia. Veía tantas posibilidades. Sé que es absurdo.

—No.—Niega ella, abrazándola por los hombros.—Es completamente normal, Lia. No te sientas mal por cómo te sientes.

—Sé que soy muy joven y que... no es el momento. Pero por un instante...

—Lo sé, lo sé.—Asegura, apretando el abrazo.

Malia suspira, recostando su cabeza contra su hombro.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que apenas pudo prestar atención a Stella cuando esta salió de urgencias después de que le hicieran un pequeño examen médico para comprobar que se encontraba bien. Y aún menos pudo prestar atención al agente de policía que se acercó a ellos hasta que Boden intervino en la conversación.

—¡Eh!—Exclama el jefe, haciendo que todos se callen.—¿Qué pasa aquí?

—La policía deja libre al chaval.—Le informa Herrmann.

—¿Cómo que lo deja libre?—Boden frunce el ceño, dirigiendo su mirada hacia el agente de policía.

—No podemos hacer nada. Hemos revisado las armas. Todas están debidamente registradas. No podemos acusarle de ningún delito.—Explica él.

—¿No? Vamos, ¿cómo que no? Nuestro compañero está en la UCI.—Señala Herrmann con frustración.

—Herrmann.

—Lo siento.—Se disculpa el agente con sinceridad antes de abandonar la sala.

Justo en ese momento Cruz y Lily vuelven a reunirse con ellos tras haber visitado a Otis, quien aún continuaba dormido.

—¿Qué? ¡¿En serio lo van a soltar?!—Cruz observa como un agente acompaña al chico de las armas fuera de las urgencias.

—Cruz.—Casey intenta calmarle, pero Cruz niega con frustración.

—No. ¡Eh! No te puedes ir de rositas, ¿me has oído?—Exclama, dispuesto a seguirle.

—¡Cruz, para!—Casey le sujeta de los hombros, impidiendo que haga algo de lo que pueda arrepentirse.

—¡Nos ha dejado entrar en la casa! ¡Sabiéndolo!—Señala Cruz con frustración, girándose de nuevo hacia el chico.—¡Eh! ¡Tienes las manos manchadas de sangre, chaval! ¡Manchadas de sangre!


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Cuando el siguiente turno del 51 comenzó, Otis ya se había despertado en su cama de la UCI y había sido informado de su situación y opciones de ahora en adelante. Todos sabían ya su decisión de operarse y rezaban porque saliera bien. Malia además sabía todo con más detalle gracias a que Connor se lo había contado todo la noche anterior.

—Jefe, ¿podemos hablar?—Severide se asoma por la puerta del despacho de Boden.

—Si. Claro.—Asiente el jefe, animándole a entrar en el despacho. Severide no duda en hacerlo.

—Solo quería decir, sobre lo que paso en el incendio, que no pretendía faltar al respeto. Simplemente reaccione sin pensar. Y solo quería decirte que... no debí hacerlo y no lo volveré a hacer. Te doy mi palabra.—Declara el teniente.

Boden le observa unos segundos antes de asentir, satisfecho con sus disculpas.

—Entendido.

Severide asiente, dispuesto a abandonar el despacho.

—Mira, Kelly, soy consciente de lo mucho que has perdido estos últimos años.—Boden habla, obligándole a frenar y voltearse de nuevo hacia él.—Tienes mucho corazón, y es tu fuerza, no tu lastre. Nunca te pediría que renunciaras a él. Pero tienes que saber que el deber va primero.

Kelly suspira. Si que había perdido mucho, pero sabía que Boden tenía razón. Él había entrado en esa casa por Stella, por miedo a perderla a ella también. Porque no podía soportar otra muerte de alguien que le importaba tanto.

—El jefe Grissom y el jefe Walker están aquí.—Anuncia Connie entonces, sacándole de sus pensamientos.

—Gracias, Connie.—Asiente Boden.

Severide comparte una última mirada con él, asintiendo ante sus palabras antes de abandonar el despacho para dejarle a solas con los dos jefes.

—Adelante.—Boden les invita a pasar.

—Wallace.—Saluda el jefe Walker.

—¿En qué puedo ayudaros?—Inquiere, colocándose tras su escritorio.

—He oído que hoy te falta un hombre. Terrible asunto.

—Ya, pero bueno, con todo, mis bomberos lo están llevando bien.—Admite, bajando la mirada un segundo al recordar el estado de Otis.

—Me alegra oír eso.—Admite Grissom entonces.—Aunque la realidad es la que es y tenemos que pensar en el futuro del 81.

—¿En qué sentido?—Boden frunce el ceño.

—No podemos mantener un puesto en espera indefinidamente.

—Mire, el bombero Zvonacek va a someterse hoy mismo a una cirugía muy arriesgada, pero tiene toda la intención de volver.—Le asegura.

—Ya veremos cómo va. Pero, de todas formas, no puede faltarte un hombre en el camión durante más de un turno o dos.—Le explica.

—Entendido.

—Os enviaré una lista de sustitutos.—Comenta Walker. Boden asiente.—Hablamos.

—Gracias, jefe.

La llegada de alguien nuevo a un parque siempre complicaba las cosas. O bueno, la mayoría de las veces lo hacia. Especialmente en el parque 51, donde todos eran una familia muy unida y protectora con los suyos. Había excepciones. Brett y Malia eran prueba de que alguien nuevo en el equipo no podía romper la dinámica del parque y que incluso podía ser un añadido a esa familia. Pero las pruebas de lo contrario eran ligeramente mayores y eso preocupaba el jefe.

—Bueno, antes de empezar hoy, tengo novedades del hospital.—Anuncia Boden al adentrarse en la sala de reuniones donde todos se encontraban esperándole.—Otis está camino del quirófano ahora mismo. Os tendré al corriente en cuanto sepa algo. Pero mientras tanto, sigamos rezando por él.

Cruz baja la mirada mientras todos asienten, sintiendo la preocupación por su amigo aumentar en ellos.

—También me han informado que Samantha Haberman, la mujer que recibió un disparo en el incendio a sucumbido a sus heridas.

Sus palabras provocan que Cruz levante la mirada en un rápido movimiento.

—¿Entonces qué? ¿Ahora detendrán a su hijo por homicidio imprudente?—Cuestiona el bombero de la brigada.

—Eso lo decidirán la policía y la fiscalía, no nosotros.—Declara Boden a lo que Cruz bufa con frustración.—A ver, si, ayer vivimos un momento horrible. Casi perdemos a un compañero. En estas próximas horas, quiero que todos dejemos a un lado la rabia para demostrar quienes somos a la ciudad.

—Si, claro.—Asiente Herrmann.

—Por supuesto, jefe.—Responde Mouch.

—Bueno, os podéis ir.

Coche 51, Ambulancia 61, Brigada 3. Incendio en el 582 de Bell norte.

Todos se preparan para dirigirse a sus vehículos, pero las palabras de Cruz les hace frenar unos segundos.

—Es la casa del aviso de ayer.

Todos comparten un mirada confusa.

—Vamos.—Declara Severide.

Al parecer el chico de las armas se había encerrado en el garaje y había arrancado el coche para poder suicidarse debido a que su madre había muerto por su culpa. Los bomberos de la brigada habían actuado con rapidez y ahora Cruz lo cargaba en sus brazos hasta llegar a la camilla de las sanitarias.

—No tiene pulso. Hay que intubar.—Informa Malia tras usar su estetoscopio.

—Vale, tengo el monitor.—Comenta Sylvie mientras Cruz comenzaba las compresiones.

Sylvie agarra los parches del monitor y abre la camiseta del chico para colocárselos en el pecho mientras Malia comienza a intubarle.

—Estoy dentro.—Anuncia la chica Halstead.

—Vale. Despejad.—Ordena Sylvie, activando el desfibrilador.

Cruz y Malia dan un paso atrás, levantando sus manos antes de que llegue la descarga.

—Vamos, Patrick.—Murmura Sylvie, mirando al chico.—Aumentó a 300. Despejad.

Por fin su corazón comienza a latir de nuevo.

—Ya hay pulso.—Celebra, apagando el desfibrilador.—Patrick. Patrick, ¿me oyes?

El chico abre los ojos mientras Malia le coloca el balón de oxígeno para comenzar a ayudarle a respirar, pero entonces él intenta quitárselo de golpe.

—No, no, no. No hagas eso. No lo hagas.—Le pide Malia, sujetándole las manos.

—Patrick. Patrick, oye... Tu padre te necesita.—Habla Cruz al ver como forcejea con ella.—No lo abandones ahora.

El chico insiste, lo que obliga a Cruz a sujetar sus manos para ayudar a Malia.

—Oye, eh, eh. La has cagado. Eso no lo puedes cambiar. Pero él sabe que no era tu intención que pasara esto.—Cruz se coloca junto a él.—Y tú puedes evitar que sea aún peor. Dale la oportunidad de perdonar. Le debes eso por lo menos.

Soltando las lágrimas en sus ojos, Patrick asiente levemente y deja de forcejear con él, aceptando la ayuda.

—Ritmo recuperado.—Anuncia Sylvie.—Lo llevamos al Med.

Malia asiente, comenzado a empujar la camilla hacia la ambulancia. Cruz se dispone a seguirlas, pero un mensaje en su teléfono le obliga a frenar sus pasos.

—Jefe, Otis sale de quirófano en breve.—Le informa a Boden.—¿Sería posible que me fuera ya para poder estar allí?

—No vas a ir solo.—Le asegura él, posando su mirada en Severide.

—Pues claro que no. Vamos.—Declara el teniente de la brigada.

—Gracias, jefe.—Agradece Cruz, caminando hacia el camión.

Boden asiente, ayudándoles a recoger para poder acompañarles al hospital. Así fue como el grupo se encontró de nuevo en la sala de espera. Los del camión 81 no tardaron en reunirse con ellos poco antes de que Lily bajara a informarles.

—¿Cómo está?—Boden es el primero en verla, poniéndose en pie.

—Está bien.—Sonríe la novia de Otis con alivio.—Menos mal.

Todos suspiran, compartiendo miradas aliviadas.

—Los médicos dicen que ha salido muy bien.

—¿Podemos verle?—Inquiere Mouch.

—Si, claro.

—Pasad vosotros.—Les indica Casey, señalando a Cruz, Brett, Herrmann y Mouch, pues eran los más cercanos con Otis.

—Gracias, Casey.—Le agradece Cruz antes de salir de la sala de espera.


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Después de aquellos turnos tan estresantes y llenos de miedo y preocupación por el estado de Otis, Malia necesitaba descansar. Connor y ella no habían podido hablar mucho durante esa semana, así que al salir del parque, ella decidió presentarse en su casa.

—Hey. ¿Qué haces aquí?—Connor frunció el ceño al abrir la puerta de su apartamento.

—Te he echado de menos.—Admite ella, formando un puchero en sus labios.

El hombre sonríe con ternura, haciéndose a un lado para dejarla pasar.

—Yo también te he echado de menos.—Admite, depositando un beso en su frente.—Tengo algo de comida, pero si quieres puedes pedir algo.

Malia frunce el ceño, mirándole con confusión.

—¿No vas a quedarte?

—Tengo turno de noche.—Le informa, a lo que Malia suspira con decepción.—Pero aún me quedan un par de horas antes de que empiece. Podemos ver una peli o...

—¿O?—Eleva sus cejas con una sonrisa pícara. Connor sonríe, inclinándose hacia ella para unir sus labios en un delicado beso. Malia se relaja ante el gesto, dejándose llevar.

Con sus manos en su cintura, Connor la sujeta contra la pared, sus labios comenzando a besar sus mejillas y bajando hacia su cuello. Malia lo estaba disfrutando, pero entonces un gruñido salió de sus labios, haciendo que él se separar rápidamente. Una mirada preocupada en sus ojos.

—Lo siento.—Se disculpa Malia rápidamente.—De verdad que estoy disfrutando esto, pero... Solo quiero dormir.

Connor sonríe ante su respuesta, aliviando al saber que su gruñido no había sido causado porque él hubiera hecho algo malo.

—Está bien. Vamos.—Sonríe levemente, depositando otro rápido beso en sus labios.

Malia toma una bocanada de aire, impregnándose de su olor y dejando que Connor entrelace sus manos y la guíe hasta la cama.

Una vez en su dormitorio, Connor comenzó a abrir las sábanas mientras Malia se deshacía de su chaqueta y zapatos. Sin decir nada y preocupado porqué durmiera cómodamente, Connor corrió a entregarle una de sus viejas camisetas. Malia le sonrió agradecida, quedándose en ropa interior para poder colocársela.

Una vez lista, la joven no tardó en tumbarse sobre la cama, cerrando los ojos al instante y disfrutando del cómodo colchón. A Connor aún le quedaba tiempo para su turno, así que decidió tumbarse a su lado, levantando su brazo izquierdo para dejar que Malia se abrazará contra su cuerpo, apoyando su cabeza sobre su pecho. Ella hizo exactamente eso, relajándose rápidamente ante el sonido de su corazón.

Connor no pudo evitar sonreír mientras acariciaba su brazo delicadamente. Con eso, Malia se quedó rápidamente dormida mientras en su teléfono aparecían nuevos mensajes de dos personas con las que hacía tiempo que no había hablado.

Durante el tiempo allí tumbado con ella, a Connor le fue imposible no pensar demasiado en su relación con la chica Halstead. Tenia miedo. Sus últimas relaciones no habían acabado bien, y Malia le importaba demasiado como para estropearlo. Él quería que funcionara. En apenas un mes, y sobretodo en las citas que habían tenido las últimas semanas, el doctor había sentido como sus sentimientos por ella no hacían más que crecer. Desde un principio ella le había parecido hermosa, tierna y extremadamente interesante, pero no se había visto atraído hacia ella de esa manera. Ahora, su corazón se aceleraba con solo pensar en ella. Pero, ¿sentía Malia lo mismo por él?


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