𝟬𝟭𝟴━━ Otro asesinato, otro cadáver, ¿otro 𝗚𝗵𝗼𝘀𝘁𝗳𝗮𝗰𝗲? (+𝟏𝟖)

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❛ 𝓒𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝓔𝐈𝐆𝐇𝐓𝐄𝐄𝐍 ❜
𝗙𝗨𝗖𝗞! 𝗪𝗛𝗔𝗧'𝗦 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗟𝗔𝗦𝗛𝗘𝗥?! 🎃🪓
𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐒...
༉‧₊˚. ♯ Another murder, another corpse, another 𝗚𝗵𝗼𝘀𝘁𝗳𝗮𝗰𝗲?

No soy Ghostface, soy la víctima de Ghostface 🔪

𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐍𝐎 𝐇𝐀𝐁𝐈́𝐀 𝐁𝐄𝐁𝐈𝐃𝐎, no me levanté con migrañas, todo estaba en silencio así que supuse que estarían recuperándose de la noche anterior. Eran las siete y media de la madrugada, concretamente un sábado y los pasillos de la casa estaban oscuros.

Miré para encontrarme a Ethan en la cama, justo a mi lado, pero no había ni rastro de él. Parpadeé varias veces mientras me incorporaba y salí de entre las mantas para tomarme un vaso de agua. No le di mucha importancia a que no estuviera durmiendo, al fin y al cabo no era raro que quisiera madrugar para despejarse de todo lo que nos sucedió anoche porque...

Nos habíamos besado.

Puede que para vosotros sea algo normal pero para mí era difícil dar ese paso y más besar a un chico en la boca en una habitación a solas y al lado de una cama, la misma persona que antiguamente era mi mejor amigo... Esa situación era casi de otro mundo para mí.

Demasiado extraña, demasiado viva, demasiado divertida.

Bajé por las escaleras mientras intentaba a duras penas no tropezarme con los vasos medio vacíos esparcidos por el suelo. Al llegar abajo me di cuenta de que estaba Quinn con su novio tumbados en un sofá y ligeritos de ropa. Aparté la vista rápidamente, avergonzada.

Esos podríamos haber sido Ethan y yo.

Al dirigirme a la cocina fui a encender la luz pero el interruptor no funcionaba, tras batallar varias veces con él, le proclamé la victoria en su batalla por intentar ponerme de los nervios. Lo logró. Así que fui a tientas hacia el pasillo y encendí la luz más cercana y a pesar de que iluminaba mucho menos, podía ver la superficie más baja de la cocina -aunque sea un poco-. Abrí los muebles para coger un vaso de agua y me lo llené intentando hacer el menor ruido posible.

Bebí un sorbo, luego otro hasta que me percaté de que el agua hacía pequeños ruiditos como si algo goteara sobre su superficie transparente. Agudice la vista en el vaso y me percaté de una pequeña gota que empezaba a hacer ondas sobre el agua, esparciéndose hasta desvanecerse. Luego cayó otra y otra. Puse la mano encima del vaso y una de esas gotas hizo un ligero click en la piel de mi palma, me di cuenta de que eran gotas rojas.

Seguramente alguien con unas copas de más estampó un pastel de frambuesas en la pared y estaba cayendo todo, exprimiendo su jugo encima mía.

Eso quería pensar y para corroborar esa afirmación, lamí la gota de mi mano, deseando que fuera dulce, deseando que no fuera lo que tenía miedo que fuera realmente.

Tenía un sabor metálico.

Estaba caliente.

Era sangre.

No puede ser...

Alcé la vista lentamente, el pánico se apoderó de mí cuando fui consciente de la situación. Cuando fui consciente de lo que había en el techo.

Quería mover las piernas, pero no fui capaz. Quería chillar, pero mis cuerdas vocales no articulaban sonido alguno. La poca luz que entraba por la ventana desdibujaba el entorno alto. Era una luz casi opaca pero lo suficientemente fuerte para observar el horror absoluto junto con la tenue luz del pasillo en la cocina.

Era otro cadáver y este lo conocía, lo conocía mucho. Lo había visto la noche anterior con aquellas chonis, lo había visto con las manos en los bolsillos y silbando, lo había visto mientras me estampaba contra la pared para tener relaciones con él, lo había visto despedirse de mala manera con nosotros.

Era aquel chico del tupé que me había engañado de que era Ghostface solo para verme asustada.

Su cuerpo inerte estaba colgado en el techo como una marioneta, llevaba dos sogas sujetándole ambos brazos de manera que parecía que los tenía levantados en una mueca de terror y asombro. En una mano tenía un dedo cortado, justamente el dedo corazón que lo tenía metido en la boca ensangrentada, abierta de par en par simulando una expresión de puro pavor con aquellos ojos extremadamente abiertos que me observaban como si yo fuera su peor pesadilla. Solo que, ahora, sus ojos azules estaban totalmente muertos.

«—Os vais a arrepentir de esto, putos inútiles de mierda —gritó mientras se marchaba y enseñándonos el dedo corazón—. ¡Comédmela!».

Sin duda, el asesino escuchó esa frase y dejó que su imaginación floreciera para que sus palabras se tornaran reales.

Sin duda, el asesino debía de ser alguna persona que estaba allí la noche anterior justo en la parte superior de la casa.

Hubiera sido una coincidencia, sí, pero ya no cabía duda alguna cuando contemplé que no tenía las orejas y estaban colocadas meticulosamente en uno de los platos más cercanos. Había dos agujeros a cada lado de su cabeza que no paraban de echar sangre.

Desde un principio pensé que el piso había estado mojado porque alguien había tirado cervezas en él la noche anterior pero jamás sospeché que fuera precisamente sangre.

«—¿Aparte de ser un puto gilipollas también estás sordo? ¿Es que no tienes orejas para escucharme? L-á-r-g-a-t-e —Deletreó la última palabra como si Landry fuera un auténtico idiota».

De repente, recordé esa frase.

Esas palabras del chico del tupé habían sido dirigidas especialmente para Ethan.

¿Alguien intentaba inculpar a Ethan para que yo creyera que era Ghostface?

Claro que eso era imposible.

Ethan había estado conmigo en todo momento, noté que se quedaba dormido a mi lado. Sabía que un asesinato tan calculado como este tardaría horas en realizarse.

Luego apareció Chad.

«—Que se considere muerto —murmuró Chad cargado de rabia, dándole un puñetazo a la puerta—. Ethan cuídala, voy a vigilar la puerta para que no entren más mierdas de estas —continuó mientras bajaba».

¿Y si... su frase no era del todo mentira y lo estaba diciendo de verdad? ¿Y si no fue solo a vigilar la puerta y lo cogió por sorpresa en un callejón y lo preparó todo?

Lo que no entendía era el motivo por el que tuvo que poner el cadáver en la casa de su propia hermana. Quizá el asesino nos quería inculpar a todos. Quizá solo lo hacía por diversión y asustarnos.

Ahora sí pude recobrarme y me dirigí corriendo al pasillo y justo en la esquina me choqué de lleno con alguien. Era Ethan.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué ha ocurrido? ¿Te encuentras bien? —preguntó asustado mientras me ayudaba a incorporarme.

—Hay una persona en la cocina —le solté llevándome la mano hacia mi corazón por el susto que me había llevado. Pensé que era Ghostface de nuevo que venía hacia mí.

Ethan me miró como si fuera tonta, caí en la cuenta que, debido a mi ansiedad, no me había explicado bien.

—Hay una persona muerta en la cocina. —Puse énfasis en la palabra que diferenciaba el estado de ese chico.

—¿Como... Jason? ¿Estás segura de que no lo soñaste? —Me miró horrorizado, vi en sus ojos la esperanza de que hubiera sido así, de que solo hubiera sido un sueño pero lamentablemente le tuve que quitar esa ilusión.

—No..., es real. Compruébalo tú mismo si quieres pero no te lo recomiendo, está en un estado... muy lamentable —le dije señalándole la cocina con la cabeza, recobrando el aliento que me faltaba—. Es el mismo tipo que nos molestó ayer en la fiesta.

Aún así, Landry inspiró fuerte y se atrevió a verlo con sus propios ojos y como yo no pude entrar de nuevo a ese sitio pude ver su reacción desde el pasillo. Estaba completamente asustado.

—¡Oh...! ¡Madre mía! ¡Nadie se merece esto! ¡Ni siquiera él! —exclamó Ethan llevándose las manos hacia la boca viendo el cadáver—. ¡Por Dios! ¡Lo han matado! ¡Ghostface se lo ha cargado! ¡Por favor, qué crueldad!

—Oye, relájate —le dije casi en un susurro para aminorar sus nervios—.  En primer lugar te dije que no fueras a verlo y segundo, deja de mirarlo.

—¿¡Cómo quieres que me tranquilice!? ¿¡Cómo quieres que deje de mirarlo si sé que yo voy a acabar así también!? —No respondí, sin embargo, me detuve más de la cuenta en ver sus facciones. Sabía que Ethan no estaba actuando, bueno, no del todo. Él no era Ghostface. Él no lo mató. Se había quedado conmigo a mi lado durante muchas horas como dije anteriormente, además este tipo de asesinatos complejos y estratégicos con un mensaje requieren más tiempo que una noche, no obstante, sabía que esta puñetera situación me superaba. Y me fue inevitable no mantener la maldita boca cerrada.

—¿Dónde estabas ahora, Ethan?

Esas palabras me salieron solas y me arrepentí. Sobre todo por el tono acusativo con el que sonó la pregunta sin darme cuenta. De verdad os digo que me arrepentí muchísimo.

Ethan se dio la vuelta hacia mí como si le hubiera apuñalado por las espaldas.

Vi dolor en su mirada.

—¿Por qué preguntas eso? ¿De verdad piensas que yo lo maté? Estaba contigo. ¿No...te acuerdas de que nos bes...?

—Sí —le corté mientras me abochornaba, recordándolo—: pero te he preguntado que dónde estabas ahora, no lo que hiciste... hicimos anoche.

Ethan frunció el ceño.

—Toma —Se dirigió hacia mí y me puso algo en la palma, me di cuenta que se trataba de una pulsera casera hecha con sus propias manos—. Esto era lo que estaba haciendo y cuando oí ruido proveniente de la cocina me dirigí hasta aquí. Quería dártelo esta tarde pero ya veo que no te fías de mí y piensas que soy un asesino.

—Yo... —le interrumpí, intentando arreglarlo. Estaba molesto y dolorido. Muy dolorido. Quería pegarme por haberle preguntado eso.

—No —me cortó—. Me duele mucho que pienses eso de mí después de todo lo que hemos pasado juntos. Después de que te haya salvado la vida y tú me la hayas salvado a mí, Evelyn. No soy Ghostface, soy la víctima de Ghostface como lo eres tú, como lo somos todos nosotros pero entiendo que pienses eso de mí. Soy el rarito del grupo, ¿no es así? El más sospechoso.

—¡No! —exclamé. Ethan estaba muy molesto, jamás lo había visto así. Hizo ademán de marcharse pero lo detuve, sujetándolo del brazo—. Ethan, por favor, no te vayas. Perdón, fue sin querer, de verdad. No quise hacerte daño, es solo que... se me fue la cabeza y no pensé bien.

—Pues entonces piénsalo dos veces antes de incriminarme y tacharme como un asesino. —Se zafó de mi agarre y se marchó.

—¡Ethan!

Jamás nos habíamos enfadado y mientras lo miraba a medida que se alejaba de mí, sentí que los pies me pesaban y tenía ganas de estamparme una y otra vez contra la pared más cercana por mi estupidez.

Mi vista bajó hacia la pulsera mientras mi ojos se enmudecían. Era una preciosa pulserita con perlas hecha con esmero, dedicación y cariño. Ethan era un artista y un gran detallista.

Me encantaba las perlas y él lo sabía.

Me sentía muy mal y una lágrima cayó sobre mi rostro.

Oí que alguien venía desde atrás y me sequé el rostro, poniéndome la pulsera.

—¡Hey! ¿Te encuentras bien? —Era Quinn. Su cabello pelirrojo estaba algo alborotado y llevaba un top rosa así que enseñaba toda su cintura junto con unos pantalones anchos. Se fijó en mis ojos y luego, en Ethan, que ya estaba saliendo por la puerta—. Supongo que os habéis enfadado, no te preocupes, se le pasará. Ya sabes cómo es él. Todo se le pasa muy rápido. Aunque supongo que fue un asunto grave para verlo así puesto que no suele albergar tanta rabia en su interior. Ya me entiendes...

—Es que yo... —Como vio que me estaba costando hablar y estaba sufriendo me paró en seco, acariciándome la mejilla. Otra lágrima cayó y me la quitó con una sonrisa.

—No hace falta que te expliques, ya verás que todo se arreglará —murmuró, dándome ánimos. Quinn era de esas chicas que pasaba todo el rato con su novio o con sus nuevos ligues pero siempre tenía hueco para ayudar a sus amigas como si fueran hermanas.

—Gracias, Quinn —le agradecí con una sonrisa. Cuando ladeó la cabeza en dirección a la cocina me di cuenta de algo que deseaba no haber visto. El alma se me cayó al suelo. Quinn tenía una contusión en la frente que apenas había visto por la poca luz pero al ladear el rostro no se me pasó desapercibida. Justo en el mismo sitio donde yo le había dado a Ghostface con el martillo—. ¿Estabais viniendo de la cocina, verdad? ¿Pasó algo allí?

Vete, seguro que ya sabes lo que hay, falsa.

—Mejor no vayas —le dije, tranquila—. Creo que te vas a traumar...

En realidad, no, ya estarás acostumbrada.

Como no quería más enfados me mantuve callada mientras mi garganta pedía a gritos chillar y mis brazos golpear las paredes y a todo aquel que se me cruce.

Quinn giró de nuevo la cabeza hacia mí con el ceño fruncido.

—No me digas que...

—Sí...

Al menos ya sabía quién había matado a ese tipo.

Quinn.

Ella se dirigió a la cocina y como cabría esperar, chilló horrorizada. Se llevó las manos a la boca.

No le pregunté qué se hizo en la cabeza para seguir viendo lo increíblemente bien que actuaba la muy zorra. Casi parecía una actriz de primera.

Era una actriz de primera.

Lo peor de todo, era mi amiga. Me sentía doblemente fatal y mentalmente no paraba de insultarla por todo el daño que nos había hecho a Ethan y a mí y ahora por su culpa, estábamos enfadados.

—¡Voy a llamar a la policía! —exclamó, dirigiéndose al salón.

Sí, llámala. A lo mejor con suerte te detienen.

Me di cuenta de que la policía ya estaba llegando, Ethan los llamó y estaban aparcando los coches.

Genial. Sabía que ahora me tomarían por sospechosa. Tenía una coartada para esa noche pero casi prefería que me tacharan de asesina a decirles delante de todos que me estaba besando con Ethan y encima que me acosté —sin más— con él.

Me empezó a doler el estómago.

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