𝟬𝟮𝟱━━ JJ, el gran repartidor de 𝗽𝗶𝘇𝘇𝗮𝘀🍕

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❛ 𝓒𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝓣𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝓕𝐈𝐕𝐄 ❜
𝗙𝗨𝗖𝗞! 𝗪𝗛𝗔𝗧'𝗦 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗟𝗔𝗦𝗛𝗘𝗥?! 🎃🪓
𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐒...
༉‧₊˚. ♯ JJ, the great 𝗽𝗶𝘇𝘇𝗮 delivery man!

¿Qué hay de nuevo, vieja?🔪

                𝐇𝐀𝐁𝐈́𝐀 𝐎𝐂𝐔𝐏𝐀𝐃𝐎 𝐔𝐍 𝐒𝐈𝐓𝐈𝐎 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐒𝐈𝐋𝐋𝐎́𝐍 𝐃𝐄𝐋 𝐒𝐀𝐋𝐎́𝐍 𝐉𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐀𝐍𝐈𝐊𝐀. Estar en el lugar donde había empezado toda la pesadilla semanas anteriores me provocaba una sensación de inquietud pero por otra parte, ayudaba mucho el hecho de que estuviera acompañada por mis amigos.

Al fin y al cabo, Ghostface era humano y por ello, vencible, lo que significa que en un grupo con un mayor número de integrantes significaría una menor oportunidad para él a la hora de vencer, incluso aunque hubiera dos, lo malo es que la mayoría de nosotros éramos nefastos para manejar el cuchillo. Sin contar a Quinn pero como estaba con nosotros la descartaba y a su acompañante, así que suponiendo el caso de que su novio también lo sea, este quedaba fuera de juego de igual manera. Él único que no había venido era Ethan porque tenía clases extras así que estaba segura que esa noche no íbamos a recibir ataques.

Me relajé en el suave tacto de las mantas que reposaban en la encimera al lado del sillón y atrapé el mando de la TV. Sam había hecho un gran trabajo eligiéndola, era grande y de buena calidad, la habíamos pagado entre todos así que nos pertenecía a cada uno de nosotros.

—¿Quieres ver Disney Channel? ¿O Boing? —le pregunté a Anika mientras reposaba mis pies sobre la mesa. Yo sabía que era mayor para ver estos programas pero que queréis que haga, me encantaban.

—Está bien. ¿Estarán echando Doraemon? —me preguntó a su vez Anika con una sonrisa—. ¡No sabes cuánto me encantaba!

—Vamos a ver, yo creo que a esta hora sí —le respondí mirando el panel de mi móvil. Eran las 20:00 pm pero dependiendo del día iban variando mucho el horario de los programas. Apreté el botón correspondiente varias veces hasta llegar al programa deseado. Por suerte aún quedaban cinco minutos de un episodio. Subí el volumen. Se veía a Nobita Nobi llorando y pidiendo auxilio a Doraemon; como no.

—Me pregunto cómo hará Nobita si estuviera en nuestra situación. ¿Crees que Doraemon podría ocuparse de Ghostface? —inquirió Anika, pensativa mientras colocaba sus piernas sobre la mesa, imitando mi pose.

—Ojalá. Yo la mandaría al Caribe con esa puerta mágica para que se ahogue entre las aguas y se lo coman los tiburones —le dije sin piedad sonriendo e imaginando la escena.

—Aunque ese Ghostface sea tu querido Ethan —me dijo con una media sonrisa. Noté que mi sonrisa se desvanecía de mi rostro.

—Lo salvaría de los tiburones...

—¡Ajá! —exclamó ella, interrumpiéndome.

—Lo salvaría de los tiburones para matarlo con mis propias manos.

—¿En serio harías eso? —profirió entonces, dubitativa.

—No, porque Ethan no es Ghostface y lo sabes —le dije—. Estoy cansada de que piensen así de él. Es buena persona y aunque a veces sea un poco tonto y tímido no significa que esté encabezando vuestra lista de sospechosos —le defendí y jamás me cansaría de hacerlo.

Justo cuando suspiré, recobrándome para recostarme en el sillón llamaron a la puerta.

¿En serio?

Puf, lo que tú digas pero vete tú a abrir, porfa —Hizo una pausa y prosiguió algo más animada—. A lo mejor es Ethan el No Ghostface.

Mindy, Tara, Sam y Chad estaban en la cocina preparando todo así que no había otro modo, o se levantaba ella o me levantaba yo para abrir al repartidor de pizzas.

—Piedra, papel o tijera —inquirí yo, colocándome enfrente de ella, esta aceptó y nos pusimos manos a la obra—. ¡Piedra, papel o tijeras! —Saqué tijeras y ella, piedra. Típico de mí jugar a un juego al azar cuando siempre tengo una suerte tremenda.

Joer... —Me levanté a regañadientes mientras Anika se reía y se ponía cómoda a ver los dibujos. Oí a Shizuka reírse—. Yo también quiero reírme así pero siempre que lo hago parezco una foca en celos... —murmuré por lo bajo de modo que nadie podía oírme.

Cuando llegué a la puerta miré por la mirilla. Era Jack, el amigo de Archie. Me sorprendió verlo allí, de repartidor de pizza pero la verdad es que le pegaba bastante.

—¿Quién es? —pregunté entre risas para ver qué contestaba.

Ghostface —bromeó. Se rió tanto que casi se le caen las pizzas al suelo.

Entonces sí que lo mato con mis propias manos.

Qué gracioso eres —le dije mientras le abría la puerta.

—¿Qué hay de nuevo, vieja? —me saludó con la voz del conejo Bugs Bunny—. ¿No te sorprende verme aquí y vestido así? ¿Estoy muy comestible a que sí? —Bajó la vista hacia su ropa para luego volver a mirarme a mí con una sonrisa inquilina.

༉‧₊˚. ♯ THE 𝗗𝗢𝗥𝗞 BOY! ˖˖˖ ˊˎ
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❪Tonto, sarcástico, divertido, amable❫‧₊˚
GHOSTFACE: ???


Llevaba una vestimenta ambarina y letras anaranjadas con aire retro en el torso que decía "Eat me". Me sonrojé y no contesté. Se dio cuenta de mi estado y empezó a carcajearse. Su sonrisa era muy bella y quedaba muy bien con aquel cabello rubio ondulado. En su cuello llevaba un collar de conchas marinas y estaba bronceado así que sus ojos azules contrastaban mucho en su rostro. Le encantaba la playa.

Pero lo mejor de él era su temperamento; amable, divertido; lo tenía todo y se adaptaba a cualquier cosa que le proponían por eso nunca tenía problema en buscar empleo nuevo para pagarse los estudios de biología marina. Lo único malo que tenía es que a veces era demasiado sarcástico.

—Era broma, una de estas pizzas está rebosada de tomates así que es mejor no tener de más —se burló él viendo mi cara—. Aunque mira, ni tan mal, un día vi a una chica que pidió a una pizza llena de pepinos, imagina lo que iba a hacer con...

—¡Jack! —exclamé interrumpiéndolo, sabiendo el comentario obsceno que iba a decir—. Eres un cotilla. Te van a despedir.

—Soy medio camaleón, me adapto a todo. Ya sabes, ¿en que no he trabajado? ¿Stripper? —preguntó subiéndose la camisa y enseñándome los abdominales. Sus tremendos abdominales. Se la bajó al ver mi cara, de nuevo acalorada—. Eres muy expresiva, ¿lo sabías?

—Anda, dame las pizzas que están en peligro inminente en tus manos —le dije para cambiar de conversación.

Oh, guapa, llevan en peligro durante todo el trayecto porque mis tripas rugen cuán león —me respondió mientras me daba una—. Aquí tienes la pizza de carne. ¡Y! Por supuesto, la vegetariana para la señorita cabra. —Me entregó la segunda la cual llevaba una pegatinita verde.

—¡Oh! ¿Y el premio al mejor tonto es para... JJ! —exclamé sujetando las dos con ambos brazos e intentar con todas mis fuerzas no estamparlas contra el suelo y hacer el ridículo. JJ era por su nombre y su primer apellido: Jack Jivers. A Richie y a mí nos encantaba llamarlo así.

—¿Qué has dicho? ¿Bee Bee? Lo siento, no hablo dialecto cabruno.

—Qué cabruno eres —le seguí yo—. Te seguiré más el rollo cuando sepas diferenciar entre el sonido que hace una cabra de una oveja.

—Y... ¿cómo hace la oveja, listilla? —me preguntó, arqueando una ceja.

—¿Snif, snif? —bromeé yo. Ya yo sabía que él estaba en lo correcto pero me encantaba la naturalidad con la que decíamos este tipo de conversaciones que no tenían nada de naturalidad en su significado.

—Eso lo harás tú cuando esnifas coca. Snif, snif, Sniiifff. —Sacudió la cabeza, inspirando algo invisible en el aire. Su mueca me produjo una sonrisita—. ¡Sniffff!

O sea, nunca —le contesté entre risas. Lo cual era verdad.

—Por eso. No saliste a mí. A mí me encanta la coca —confesó—. La Coca Cola.

Eres un idiota.

—Lo sé. Por eso necesito que este finde me acompañes a la playa para no partirme los huesos en la arena. ¿Te vienes, no? Va a venir Archie. —Me guiñó un ojo mientras ponía un hombro en el respaldo de la puerta, apoyándose en una postura que simulaba la de los modelos varoniles en la portada de una revista de moda.

—¡Que no me gusta Archie!

—Va a venir Ethan. —Esta vez, su guiño duró más de la cuenta acompañado de un movimiento de cejas que ascendían y descendían con travesura.

—Está bien, me apunto —le dije al final—. Es que las playas de California son muy chulas.

—Claro y sus paisajes también —me respondió él con ese mismo aire de travesura en su rostro—. Ay, Eve. Eres una caja de sorpresas sin sorpresas. ¡Y una Mary Sue! En serio, tía, menuda señorita corazones estás hecha robándole suspiros a la gente.

—No seas exagerado. Es solo Archie y Ethan.

—No te quejes. Yo nunca le he gustado a una chica —se quejó él.

Ni de coña puede ser eso verdad.

Eso no te lo crees ni tú —le reproché sin querer.

—¡Anda ya! ¿Tan guapo me ves?

Caí en su trampa.

—Yo... solo quería decir que... —De repente mi mente se imaginó el cabello rizado ondulando por el viento de Ethan a través de la brisa de mar y su tableta de chocolate a la luz del sol esperando a que alguien le dé un mordisco. ¿Cómo será la de Archie? ¿Y la de JJ? Jack era mayor que nosotros, tenía veinticinco años y su cuerpo estaba más desarrollado pero los tres estaban muy bien.

—¿Entonces te parece buena idea lo que justo ahora te acabo de decir? —me preguntó de repente pero yo estaba en mi propio mundo y solo había oído un lejano bla bla bla.

Sí, ah, eh..., sí, es una buena idea. —Me dio una especie de déjà vu, juraría que este despiste me pasó días anteriores, las hormonas a veces nos hacen tontos.

—¡Has picado! —exclamó, incorporándose de nuevo—. En realidad no te estaba diciendo mucho. ¿En qué pensabas? ¿En Ethan en la playa? ¿En sus abdominales comestibles llenos de salitre? Hummm —continuó tocándose los suyos—. Uhh, ¿o ayudándote a ponerte los bañadores? —pausó tocándose la parte de los pezones con la camisa puesta simulando que tenía pechos de mujer—. Ay, ay, ¿te importaría aflojarme el bañador un poco? De repente, me han aumentando las tetas cuando estoy a tu lado. —Imitó una voz aguda.

¿De verdad yo tengo la voz tan chillona?

—¡Calla, Jack! —chillé, abochornada. Noté que mi cara ardía.

Y lo que no es la cara también.

Pues sí que tenía la voz así.

—Aaaah, no, no. Estabas pensando en besarlo bajo la luz del atardecer.

—Puerco —murmuré—. Adiós. —Hice ademán de cerrar la puerta pero la interceptó con uno de sus fuertes brazos.

—No, no. Espera, porfa, please —continuó este con un puchero de niño bueno—. ¿Podemos hablar del momento en el que os bañaréis los dos juntos a la luz de la luna?

—Me parece que tienes un concepto demasiado romántico de todo esto —le dije, haciendo fuerza para cerrar la puerta pero él poseía mayor resistencia que yo.

—Bueno, solo leo el futuro. ¿Nunca os habéis visto en ropas menores, no? —Puso menos fuerza esta vez sobre la pared de la puerta y aproveché la ocasión.

—¿Oyes eso? ¡Es el teléfono! ¡Voy a cogerlo! —exclamé y con mi brazo libre le cerré la puerta en todas las narices—. ¡Ah, y gracias por traer las pizzas! —dije en alto para que me escuchara.

El déjà vu que sentí al cerrarle la puerta delante suya no me lo quita nadie cuando recordé que hice lo mismo con la pobre Stacy.

—¿¡Y si es Ghostface!?

Uf, casi lo prefiero que explotar de la vergüenza contigo.

No le respondí. Lo bueno de JJ es que cualquier tema por horripilante que sea siempre lo tomaba desde un punto de vista menos amenazante y más divertido, sacando una sonrisa incluso a la persona más nerviosa del mundo, o sea, a mí.

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