𝐏𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐨

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Quién diría que una hija del Dios del rayo, le agradará tanto la compañía de las pequeñas olas.

    Mi vida nunca ha sido fácil, desde que fui abandonada por mi propia madre y al enterarme de que soy hija de uno de los tres grandes, pues no es muy agradable que digamos ser perseguida 24/7 por las criaturas del Dios del Inframundo.

—Anne— Me llamo una suave voz femenina, detrás de mí sacándome de mis pensamientos.

—¿Si?— Dije sin ni siquiera voltear mientras mi mirada estaba fija en el hermoso paisaje.

—El señor D la quiere en la casa grande, ahora mismo.

—Bien, ya puedes retirarte.

Escuché como la chica se alejaba poco a poco, así que me levanté de dónde estaba sentada y me dirigí hacia la casa grande.

Al entrar, me encontré con una "gran sorpresa".

—Anne...

—Zeus...

—Bueno, yo me retiro— Dice el señor D sirviendo se una copa de vino.

—Dionisio— Pronunció Zeus en forma de advertencia.

—oh, ¡lo siento la acostumbré!— Exclamó el señor D convirtiendo el vino en una lata de Coca-Cola light para luego retirarse.

Me senté en un pequeño sillón que tenía a mi lado, mientras soltaba un gran suspiro.

—¿Qué te trae al campamento Mestizo, Zeus?— pregunté con una sonrisa burlona.

—Solo vine a visitar a mi única hija.

—¡Ja! Y a mí no me gusta Taylor Swift.

—¡Bien!— Exclamó Zeus ya cansado— Vine porque te tenía que entregar esto.

Zeus sacó de su bolsillo una carta y me la entrego. Al abrirla, deje ir una mueca disgustada, tonta Dislexia.

—Te recuerdo que no puedo leerlo— Dije obvio la cual me quito la carta de las manos.

Zeus aclaró su garganta y leyó:

—"Usted está invitada al casamiento de Edward Cullen y Bella Swan el 13 de agosto, la esperamos".

Mire a Zeus sería, pues yo no me llevaba bien con mi "media hermana". Isabella me hizo la vida imposible todo el tiempo que tuve con ella, hasta los 5 años cuando René me abandono y una familia Francesa que estaban de turistas me adoptó.

—No iré— Solté sería con los brazos cruzados.

—No te pregunté si querías o no.

—Estúpido Dios— Susurré para mí misma.

—¿Dijiste algo?— Pregunto Zeus.

—No.

—Bien, mañana por la mañana tendrás que estar en el aeropuerto— Me aviso Zeus.

—Bueno, ¿Ya puedo irme?— Pregunté.

—Sí.

— Adiós Padre — Me despedí y noté que al decir la palabra "Padre" sus ojos brillaron.

Pues, yo nunca lo había llamado así.

— Adiós... Hija— Se despidió Zeus con una sonrisa la cual yo se la regrese para luego salir de la casa grande.

Camine por el campamento admirando los hermosos árboles, mientras que algunos campistas entrenaban.

Me dirigí a mi cabaña para buscar una liga de pelo.

Me di cuenta de que mientras buscaba la liga de pelo en mi mesa había una caja pequeña.

—¿Qué es esto?— me pregunté a mi misma.

Vi que la caja tenían una carta así que tome una y la leí.

"Para la idiota que trato de matarme el año pasado."

Supuse que fue Ares, así que tome la cajita que venía con la carta y cuando la abrí se dejó ver una hermosa pulsera.

Me la coloqué y me dispuse a caminar por el bosque.
Dónde me encontré a las ninfas, quienes me invitaron a sentarme a su lado.

—¿Le ocurre algo, Anne?— Pregunto una de ellas.

Deje ir un gran suspiro.

—Zeus quiere que vaya a la boda de mi media hermana— Hable jugando con la pulsera.

—Oh por los Dioses, lo lamento mucho.

Las ninfas sabían que yo no me llevaba para nada bien con mi supuesta hermana.

Sentí como aquellas criaturas de la naturaleza tomaban un mechón de mi pelo y hacían trenzas.

—Sigo sintiendo odio hacia ellos, pero deberás no quiero ir.

—Te entendemos, Anne.

Estuve conversando con las ninfas un largo rato hasta que se hizo las 5:00 de la tarde.

Pues, tenía que hablar con Isaac, mi protector.

—Miren lo que trajo la tormenta, Marianne Dubois Olímpica— Dijo Isaac con una sonrisa.

—¿De dónde salió "Olímpica"?— Hablé entre risas.

—No sé, se me acaba de ocurrir.

Negué con una sonrisa ante su locura.

—Me enteré de que te tienes que ir a la boda de tu hermanita la tonta.

—Vaya, las noticias corren rápido.

—Así es—dijo para sentarse en una roca— Y el señor D me dijo que no podía acompañarte.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No me dijo el porqué.

—Genial lo que faltaba.

—Solo procura no meterte en problemas. ¿Ok?

—Bien—Dije de mala gana.

—Bueno, vamos te ayudo a empacar— Hablo Isaac tomándome del brazo para arrastrarme hacia mi cabaña.

La cabaña está hecha de mármol blanco con grandes columnas blancas en la parte delantera. Es la más grande y voluminosa de todas las cabañas, aunque no está amueblada. Tiene puertas de bronce muy pulidas que relucen como un holograma, de modo que mirándolas de diferentes ángulos parecen rayos.

Al entrar lo primero que hizo Isaac fue buscarme una maleta y una mochila.

—Empecemos.

Camine hacia mi armario y saque la ropa que necesitaba.

Isaac doblaba la ropa mientras que yo buscaba algunas cosas que me iba a llevar.

(...)

Sin darnos cuenta ya se había hecho de noche por lo tanto era la hora de la cena, así nos dirigimos al comedor.

No había muchos campistas, pues la mayoría se fue a sus casas mientras que otros que quedamos en el campamento.

Al terminar de comer me despedí de Isaac y me fui a mi cabaña.

Abrí la gran puerta de bronce y lo primero que hice fue darme un baño para luego irme a dormir.

Sentí como mis ojos se cerraban poco a poco, hasta que por fin caí en los brazos de Morfeo.

❥︎ 𝙑𝙤𝙩𝙚𝙣,𝗖𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻 𝘆 𝘀𝗶𝗴𝗮𝗻𝗺𝗲❥︎

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