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Se despertó justo cuándo su programa favorito daba inicio. Se restregó los ojos con el dorso de las manos, bostezando, y le subió el volumen al televisor. Quizá exageró un poco, si, pero estaba de malhumor desde que su madre le dió la noticia de la mudanza.

—Hijo—suspiró entrando al living—, ¿qué demonios haces? Te dije que empacaras lo que quedaba y solo... Te quedaste ahí.

El menor ni siquiera volteó a verla.

—¿Que hago, mamá? Pues aprovecho que has olvidado empacar el tele y este lindo sofá—respondió sin más—, por qué como ya sabrás decidiste que era una grandiosa idea mudarnos a otro lugar y te llevaste todo de mi amada casa—apagó el televisor de mala gana y se puso de pié para enfrentarla—. ¿Qué más quieres, mamá?

—Tae...—suspiró con cansancio—, ya lo hemos hablado.

—No, tú lo comentaste hace dos semanas durante la cena y yo solo te escuché. No lo hablamos, por qué yo no quiero irme de aquí.

—¡Deja de ser un caprichoso, Taehyung!—oh, mamá TaeHa estaba enojada de verdad. El menor bajó la cabeza con pena—. Ya estás bastante grande y puedes entender la situación.¡Levántate ya mismo y termina lo que te pedí!

—Si, mamá.

La mujer salió a patio trasero de la casa a atender un llamado de la mujer que antes vivía en la casa a la que se estaban por mudar, y el menor se dispuso a hacer lo que ella le había pedido horas atrás. Terminar de empacar y cargar las cajas en el camión.

Una vez el tele y el sofá estuvieron dentro del camión, subió al altillo a buscar un par de cajas con cosas que ni recordaba. Se encontró con que eran cuatro, y para no regresar otra vez, bajó con todas de una sola vez.

De milagro bajó las escaleras y cruzó toda la casa hasta salir afuera sin problemas. Llegando casi a destino prestó atención de que habían cambiado el camión de vereda y ahora, debía cruzar la calle con sumo cuidado para no ser arrollado por nadie.

—Solo estas cosas me pasan a mi—se quejó cuando el peso de las cajas fue mucho para sus pobres brazos. Y aún le quedaban como siete metros de distancia.

—¡Hey! Deja que te ayudo—un extraño que pasaba por la calle se ofreció, y aunque no había aceptado o negado la ayuda, el muchacho le quitó dos cajas de encima.

Taehyung los miró, eran dos. El que cargaba sus cajas parecía mayor, con el cabello canoso y una sonrisa peculiar; el más bajo era una copia del otro hombre pero treinta años menor, y sentía que lo conocía de algún lugar.

—Gracias, señor—susurró, haciendo una leve inclinación. Y caminó sin más hasta el camión a dejar las cajas. Los otros dos hicieron exactamente lo mismo que él.

—No es nada mocoso—le despeinó el cabello—. Espero te vaya bien en tu nueva casa.

—Oh, si. Yo espero lo mismo—suspiró, observando el que realmente era su hogar.

É-Ésta ca-ca-casa e-es muy l-linda... po-por de-de-dentro—murmuró a espaldas de los otros dos. Taehyung se volteó con el ceño fruncido, y el peli-negro pareció avergonzado.

—¿Cómo sabrías eso?—preguntó con desconfianza—, es imposible. No te conozco.

—Mi sobrino es un poco tonto, no le prestes atención—puso una mano en el hombro del castañito, y tomó del brazo a su propia sangre—, nos vamos. Hasta luego...

—Taehyung—le sonrió al mayor.

—Hasta pronto, Taehyung.

Sin más cada uno siguió con lo suyo. Pero Kim no pudo dormir en el viaje pensando en ese peli-negro y sus palabras.

«Esta casa es muy linda por dentro»
¿Pero él cómo podía saberlo?

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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