V E I N T I O C H O

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Jungkook dejó de caminar y se sentó la fría carretera. Gritó, lloro y reflexionó. Estaba perdido en sus pensamientos cuando una camioneta se detuvo frente a él. Jungkook levantó la mirada con temor hacia el dueño de los pies que se había bajado de la camioneta. Jungkook dejó de respirar.

—¿Cómo has estado, Jungkook? —ladeó la cabeza el hombre.

—Eun... ¿Có-cómo me encontraste?

—Rastreador, niño.

—Pero mi teléfono está apagado.

Eun soltó una carcajada, cogió a Jungkook del brazo, lo jaló haciendo que se levantara. Le alzó la camisa y le mostró el pequeño aparato con luz roja. ¿Cómo era que nunca se había dado cuenta?

—¿Cuándo pusiste eso ahí? —preguntó Jungkook. —Es la ropa de tu hijo.

—Toda su ropa tiene uno, no es fácil ser hijo mío. —lo soltó. —Hablando de hijo, ¿Dónde está?

Jungkook tragó duro y bajó la mirada sin responder.

—Te hice una pregunta, Jungkook. ¿Dónde está Youngjae? —volvió a preguntar.

Eun le dio una bofetada en el rostro. Jungkook apretó los puños y controlar su ira.

Le dio otra bofetada en su rostro. —¡¿Dónde mierda está mi hijo?!

—¡Lo tiene Min Yoongi, imbécil! —le gritó mirándolo a los ojos.

—Estás muerto, Jungkook.

Jungkook se encogió de hombros.

—No te tengo miedo, Eun. No tengo miedo de nada.

—Voy a matar a tu madre, Jeon.

Jungkook estalló en risas. Eso lo estaba afectando mucho.

—Bueno, revívela y luego mátala de nuevo.

Eun se cruzó de brazos y le sonrió. —¿Han matado a tu madre? ¿Eh?

—No, idiota. Ella está descansando para siempre.

Eun le dio otra bofetada.

—Mira desgraciado, sí me sigues pegando, te juro por mi propia vida que te mato.

—No le hables así a tu mayor. —Jungkook levantó las cejas.

—Pregúntame sí me importa, imbécil.

—Oh, Jungkook. Te has metido en el camino peligroso.

—Estoy temblando de miedo. —bromeó con seriedad.

—Sube al auto, Jeon.

—¿Quién eres tú para mandarme?

—¡Sube, niño!

Jungkook empezó a reír y salió corriendo. Le hizo una mueca divertida a Eun.

—Atrápame si puedes, abuelo.

Eun lo miró como si estuviera loco. Se comportaba como un niño. Jungkook se alejó un poco y empezó a gritar, las lágrimas lo acompañaron. Se jaló los cabellos y volvió a gritar. Se estaba volviendo loco. Estalló en risas de nuevo.

—Mamá, mira... ¿En qué me he convertido? —habló hacia la carretera. —Estoy loco... —volvió a reír. —No quiero estar loco. —lloró. —Ayúdame...

Jungkook se dio vuelta y vio que la camioneta de Eun ya no estaba. Se acostó en la mitad de la carretera, hacía frío y el cielo estaba totalmente oscuro. Se quedó observando, como la luna desaparecía por las nubes negras, al parecer iba a llover o eso creía él. La brisa fría lo abrazó y él cerró los ojos, soltó un suspiro. Entonces recordó lo que le gritó Taehyung. Su pecho dolió.

—¿Te amo? Por favor, se ve que nunca has ofrecido eso. Idiota.

Trató de encender su teléfono, pero no dio resultado. Lo lanzó.

—¡TE ODIO, KIM TAEHYUNG!

Se sentó en la carretera y empezó a llorar. En ese momento, un auto frenó frente a él y de el salió una chica. Él dejó de llorar y miró a la chica.

—¿Disculpa? ¿Estás bien? — la voz chillona de la chica hizo que por la mente de Jungkook cruzara un pensamiento sádico. — ¿Qué haces allí? Hace mucho frío.

Jungkook ladeó la cabeza y una sonrisa torcida se asomó por sus labios.

—¿Vienes sola? —preguntó Jungkook.

La chica asintió.

—¿Te perdiste? Sí quieres yo te puedo ayudar.

A Jungkook se le iluminó la mirada.

—Me parece bien. —se levantó de la carretera. —He perdido mi teléfono.

La chica volvió a asentir.

—¿Necesitas hacer una llamada? —Jungkook negó.

—Nadie vendrá por mí de todas formas.

—¿Quieres que te lleve?

Jungkook se acercó a ella sonriendo.

—Me parece una gran idea... ¿Cómo te llamas?

—Dime Suni.

Los dos caminaron hacia el auto, Jungkook subió de copiloto y ella de piloto. Ella condujo por la carretera mientras interrogaba a Jungkook.

—¿Vives aquí? —Jungkook negó.

—Estoy aquí por trabajo, linda.

—¿Trabajas? ¿De qué?

Jungkook la miró.

—Tendría que matarte sí te lo digo.

La chica estalló en risas.

—Buena frase de películas.

Pero, Jungkook no le encontró la gracia a sus palabras. La chica borró su sonrisa.

—¿Nunca te han dicho que cuando veas a una persona en la calle sola a estas horas, no detengas el auto?

La chica bajó la velocidad del auto y miró con temor a Jungkook.

—¿Es broma? ¿Cierto?

—¿Crees que juego? —sonrió —Aunque... Tal vez si quiera jugar.

Suni tragó duro.

—No me hagas daño, por favor.

—Awww, que hermosa. Tranquila... —Jungkook le acarició la mejilla. —Será horrible lo que te haré.

Suni empezó a sollozar.

—Me agradó conocerte Suni, eres buena chica, o debería decir ¿Eras buena chica? —Jungkook estalló en risas. —DETÉN EL AUTO.

La chica frenó en seco.

—No te muevas de ahí, abre el maletero. —la chica hizo caso. —Sí huyes, juro que tu muerte será más grave, preciosa.

Suni ya había empezado a llorar. Jungkook se acercó y le limpió las lágrimas.

—Volvemos a los viejos tiempos... Mmmhh, me encanta.

Jungkook se separó de ella y bajó del auto. Corrió al maletero y lo primero que encontró fue una llave, ya que Suni estaba huyendo. Jungkook corrió tras de ella y la tiró a la carretera. Se colocó a hocarjadas encima de ella, dejó la llave de metal a un lado y le sostuvo las manos.

—DÉJAME, POR FAVOR. DÉJAME —gritó. —NO ME HAGAS DAÑO, POR FAVOR. POR FAVOR, TE LO RUEGO. —ella dejó de luchar.

—Shhh, mi niña. Tranquila... —le acarició el rostro. —No te dolerá tanto, si no te mueves.

—¡AYUDA! ¡AYÚDENME!

Jungkook la abofeteó.

—¡Cállate!

—Déjame por favor... déjame.

A Jungkook se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Debo hacerlo... DEBO HACERLO, DEBO MATARTE.

—¡¿POR QUÉ?!

—Porque... No lo sé, solo quiero hacerlo. No te muevas, ¿Sí?

—¡AYUDA! —Jungkook le tapó la boca.

Con su mano libre, cogió la llave y la alzó a una altura. A la chica casi se le salen los ojos se sus órbitas al ver la llave que tenía Jungkook.

—Lo siento, pero las voces me lo piden. —golpeó el pecho de Suni con la llave.

Una.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco golpes.

La cara de Jungkook se manchó de sangre y siguió clavando la llave en el cuerpo sin vida de la chica. Le quitó la mano de la boca y, por último, le pegó con la llave en el rostro.

Se quitó de encima de ella y se sentó a su lado. La miró y sonrió. Se lamió la sangre que había en sus labios y luego se limpió la sangre que estaba salpicada en su rostro con la camisa que traía. Volvió a mirarla y el pecho le empezó a doler, se estaba ahogando con los sollozos.

—¡¡¿POR QUÉ ME DEJASTE HACERLO?!! —le gritó y trató de moverla. —Lo siento, lo siento. TE MATÉ, TE MATÉ. SOY UN ASESINO.

Se jaló el cabello.

—Maté a alguien... Ma-maté a alguien... —ni él mismo podía creer lo que había hecho. —Acabo de matar a una persona...

Se levantó de la carretera y comenzó a reír. Arrastró el cuerpo de la chica por la carretera y lo escondió entre los arbustos. Era extraño, porque no pasaba ningún auto a esas horas.

Jungkook subió al auto y encendió el motor, pisó el acelerador. No conocía las calles de Canadá, estaba perdido. Encontró el teléfono de la chica, marcó el número de teléfono.

—¿Seokjin? ¿Puede ayudarme?

¡Jungkook! ¿Dónde has estado?

Es una larga historia, Hyung. Necesito que me ayude.

¿Dónde estás?

Estoy perdido, ando conduciendo por la carretera, pero no sé dónde estoy.

¿Estás en Canadá?

Sí.

Deja y rastreo el teléfono... Jungkook, pareces nervioso. ¿Pasó algo?

—¿Por qué lo dice, Hyung? No ha pasado nada, nada...

Ya te ubiqué, da la vuelta y sigue directo. Estás a tres horas, ¿Tienes gasolina?

Eso creo.

Estamos en un hotel.

¿Estamos? ¿Tú y quien más?

Hoseok, Namjoon, Jimin y Taehyung.

Jungkook tragó duro.

—¿Taehyung está contigo?

No, de hecho, Hoseok tampoco. Dijo que saldría a caminar hace unas horas y no ha regresado. ¿Debería preocuparme?

—No lo creo, debe estar bien.

Jungkook, ¿Seguro de que estas bien?

—Sí, en perfectas condiciones...

Colgó la llamada y se concentró en el camino.

—Mamá, creo que me siento bien. Parece como si no hubiese pasado nada... —rio. —Creo que estoy loco.







Nunca, porque me he enamorado de ti. Idiota.

Yoongi le acarició la cabeza a Jimin.

—Abre la boca, pequeño.

Jimin vio de reojo el cuchillo tirado en suelo. Lo pensó un poco. Se llevó el miembro de Yoongi a la boca.

—Así es, pequeño...

Yoongi dejó caer la cabeza hacia atrás y Jimin hizo lo posible para estirarse y alcanzar el cuchillo.

—Vamos pequeño, juega con tu lengua.

Jimin lo hizo sin despegar un ojo del cuchillo, lo alcanzó. Levantó sus manos hasta la cadera de Yoongi y se metió por completo el miembro erecto a su boca.

—Oh... —gimió.

Jimin estaba dispuesto a meterle el cuchillo en la cadera.

—No sabes cuánto desee poder tenerte en mis manos. Las fotos que tenía de ti no me resultaba tanto...

Jimin dejó de mover su lengua.

—Llevaba más de cinco años vigilándote, era algo pesado. Ver cómo te relacionabas con los demás, ver que salías con Jinyoung... Ah, me ponía tan celoso.

Jimin se quedó atónito. Yoongi bajó la mirada.

—Cada noche mis demonios susurraban a mi oído "Ese ángel tiene que ser tuyo" —sonrió. —Y ahora lo eres. Eres mi demonio.

Fue ahí cuando Jimin le clavó el cuchillo en la cadera. Yoongi soltó un gritó agudo. Jimin se alejó de él arrastrándose por el suelo.

—Maldito...

Jimin asustado se levantó del suelo y salió corriendo de ahí. Empujó la puerta de la cabaña y corrió al auto, entró, colocó el seguro a todas las puertas y buscó las llaves por todos lados. Segundos después, Yoongi tocó el vidrio de la ventana y le enseñó las llaves del auto.

—¿Buscabas esto, mi pequeño?

Yoongi estaba vestido, la camisa que traía estaba machada con sangre en la parte trasera.

—Sal del auto, Jimin.

—No lo haré.

—¡QUÉ SALGAS MALDITA SEA! —golpeó el auto.

—¡NO!

Yoongi se pegó al vidrio y le sonrió.

—Sal, pequeño. —cantó. —Ven con Yoongi.

—¡Aléjate de mí, enfermo!

—Oh, bebé. Tú también lo estás...

—¡Vete! —lloriqueó.

—¡Estás llorando! —se iluminó el rostro. —Pero no te estoy torturando, no me gusta. ¡SAL!

Jimin negó. Buscó en el auto de Yoongi algo con que defenderse. Buscó en los compartimientos y se llevó una gran sorpresa al encontrar algo. Jimin lo sacó y lo abrió.

—No querrás ver eso, Jimin.

Jimin miró a Yoongi y abrió el sobre de color ocre. Sacó las fotos y las observó. Las lágrimas empezaron a caer. Había fotos de él, riendo, tomando agua, en su antigua ciudad, con su familia, llegando de la secundaria. Fotos de él cuando apenas estaba en octavo grado, fotos con Jungkook. Fotos con su primera mascota.

—No querrás ver la última.

Jimin se absorbió la nariz y temblando miró la última foto. Era de un hombre, tenía el estómago abierto y todos sus órganos afuera. Su rostro estaba desfigurado y sus piernas habían sido cortadas ya que los huesos y la carne se notaban, ese hombre había tenido una muerte muy brutal, ese hombre era el padre de Jimin.

—Qué bonita ¿No? La tomé yo solo. —dijo.

Yoongi rompió el vidrio y cogió el cuello de Jimin. Jimin le quitó la mano y dejó caer todo, se corrió al puesto del copiloto y con dificultad trató de de quitar el seguro de la puerta. Yoongi abrió la puerta cuando Jimin quiso salir, Yoongi lo jaló de la pierna y lo volvió a entrar. Jimin le pateó en el rostro y cayó fuera del auto.

—Te voy a matar, Jimin.

Yoongi trató de rodear el auto, pero Jimin salió corriendo.

—Nunca huirás de mí, pequeño. ¡NUNCA!

Jimin corría descalzo por la tierra. No traía camisa, solo el pantalón. Corrió y corrió, tenía los sentidos alerta. Pasó por los árboles, pero entre más corría, el frío aire llenaba sus pulmones y hacia que se quedara sin aliento. No podía detenerse a tomar aire, Yoongi lo alcanzaría.

Cuando por fin llegó a la carretera, la vio vacía. Se abrazó el pecho y empezó a caminar sin dejar de mirar hacia atrás. En cualquier momento podría aparecer Yoongi. Caminó un poco más rápido cuando sintió que alguien lo perseguía.

—¡Pequeño! —gritó Yoongi.

Jimin volvió a correr. Mientras corría miraba hacia atrás, pero no veía a Yoongi. Sus heridas empezaron a arder y provocaron que Jimin se quejara. Lo jalaron del brazo y lo arrastraron hacías los árboles. Lo pegaron contra el tronco y le taparon la boca.

—Más te vale que no hagas ruido si no quieres morir, Park. —dijo él.

A Jimin casi se le salen los ojos de sus órbitas al ver de quien se trataba. Jimin le quitó su mano de la boca.

—Estás vivo... Jinyoung, estás vivo...

—Cállate, Jimin. Yoongi nos puede encontrar.

—¡¿Dónde te escondes, mi pequeño?! Sal, tengo más fotos.

Jimin calmó su respiración y empezó a sollozar.

—Mató a mi padre, Jinyoung. Lo descuartizo...

—Lo sé, Jimin.

Jimin lo miró.

—También vi las fotos...

—¡SAL DE UNA BUENA VEZ, PARK JIMIN! —gritó Yoongi.

—Sígueme. —le dijo Jinyoung.

Jinyoung empezó a caminar muy rápido mientras que Jimin le trataba de seguir el paso. Se acercaron a un auto y los dos se metieron ahí. Jinyoung encendió el motor.

—Ponte esto. —le entregó una camisa.

—¿Cómo sobreviviste?

—Salgamos de aquí primero, ¿Sí? —Jinyoung movió el auto.

Condujo a toda velocidad por la carretera. Jimin soltó un suspiro de alivio, pero el dolor lo abrazó de nuevo. Su padre y su madre estaban muertos.

—Siento mucho lo de tus padres, Minnie. —dijo Jinyoung.

Jimin se absorbió la nariz y miró con la ventana. Aún seguía oscuro.

—Tengo miedo, Jinyoung.

—Jimin, no debes tenerlo. Estás en las garras de Yoongi, nunca podrás escapar de él. —dijo Jinyoung, mirando a Jimin. —Has entrado al juego de Yoongi. Si huyes, mueres, si matas, ganas. Así de fácil.

—Yo no quiero matar a nadie, Jinyoung.

—En este juego sí, eres uno de los principales. ¿Crees que los de otro bando no saben quién eres? ¡Claro que saben! han estado buscando, rastreándote. Eres una carnada fácil, debes dejar de ser una carnada fácil.

—¿Cómo hago eso?

—Primero, curaré tus heridas. Se ve que Yoongi te maltrató mucho. —le levantó la camisa por atrás para ver, Jinyoung acarició las heridas. Jimin se apartó. —No te haré daño, lo juro.

—No te temo, Jinyoung.

—Te enseñaré al menos a sobrevivir. —le dijo. —Debes tener experiencia con las armas.

Jimin asintió.

—¿Recuerdas cuando nos fugamos de clase para ir por Naicaco?

—Lo recuerdo, era extremo hacer eso. Aún recuerdo la primera vez que la conocí. Fuiste tú quien me dio a probar.

—Pasaba por asquerosos momentos, tú eras el único que me hacía compañía.

—¿Sabes? Ahora no estaría mal un poco de eso.

Jinyoung levantó las cejas.

—¿Quieres un poco?

—¿Por qué no? ¿Qué podría salir mal?

—Te diré: podrás ir chillando donde Yoongi y pedirle que te torturé o te maté. O, puedes desnudarte y salir corriendo por la calle. —Jinyoung le sacó una sonrisa a Jimin con lo último.

—¿Adónde vamos?

—Te llevaré al hotel. ¿Dónde está Jungkook?

Jimin se encogió de hombros.

—Debe estar con Taehyung. ¿Vas a darme un poco o no?

—¿En serio la quieres después de lo que te dije? —Jimin asintió.

—Me arriesgaré.

—Te la daré cuando lleguemos al hotel, no quiero que me empieces a besar ahora y terminemos haciendo...

—¡Cállate!

Jinyoung estalló en risas. Jimin igual.

—¿Cómo fue que sobreviviste a la explosión? te daba por muerto.

—Salí antes.

Jimin se quedó esperando más respuesta.

—¿Y ya?

—¿Qué más quiere que te diga, Park? No soy ninja ni nada por estilo.

—Es que, aun no me entra en la cabeza. ¿Cómo es que estás vivo?

—¿Suerte?

—No crees en eso, Jinyoung. ¿Qué fue lo que en realidad pasó?

—Oh mira, está amaneciendo.

—Jinyoung...

—¿Quieres la Naicaco ahora?

—No me cambies de tema. —Jimin lo miró seriamente.

—Mi muerte estaba planeada.

—¿Qué?

—Taehyung y ni Yoongi saben que estoy vivo. —Jimin se quedó atónito.

—¿De qué bando estás? —Jinyoung le sonrió.

—Entérate por ti mismo.

—No me digas que también estás con Eun.

Jinyoung negó.

—¿Te suena un tal Edgar?

—¿No es por el que todos se pelean?

—Sí, ese mismo.

—¿Qué mierda con él?

—Pues..., yo lo tengo.

Jimin lo miró como si estuviera mintiendo.

—¿Qué?

—Tengo a Edgar y a Youngjae, y he estado jugando en diferentes bandos.

—¿Cuándo te volviste así?

—Desde que Yoongi me arrebató a mi familia.

—Aquí estoy yo aún.

—No eres el mismo, Jimin. Estás enfermo, al igual que él.

—No estoy enfermo.

—¿Recuerdas cuando... —Jinyoung giró el volante? —Olvídalo. Duerme un poco, el viaje será largo.

Jimin asintió y se acomodó en el asiento. Jinyoung detuvo el auto en la gasolinera y llenó un poco. Su teléfono sonó en su bolsillo.

—¿Tienes a Jimin?

—Sí, ya lo tengo. Lo estoy llevando al hotel.

—Eso espero, Jungkook está por llegar. Más te vale que me entregues lo que te pedí, Jinyoung.

—No me amenaces.

—No lo hago, es una advertencia.

—Quisiera que todos supieran los que haces, se sorprenderían.

—¿Lo mejor para el final? ¿No? todo demonio alguna vez fue ángel.

—Sí que te queda bien la actuación.

—Actuar de inocente no cuesta nada. Date prisa.

Colgó.

Jinyoung vio dormir a Jimin y se le escapó una sonrisa de tristeza.

—¿En qué te has convertido, Minnie? Yo debí volverte así, no él.














—¿Qué es este lugar, Taehyung? —preguntó Hoseok bajándose del auto.

—Mi antigua casa. —Taehyung caminó hacia la puerta.

La casa estaba toda abandonada, sucia y daba espanto.

—Vamos, entremos. —dijo Taehyung.

—No quiero entrar, Taehyung.

—Vamos, Hoseok. No seas miedoso. ¿Es qué ya no confías en mí?

—Con todo lo que ha pasado, no sé en quien confiar ahora.

—Sí confías en mí, prometo hacer que te guste el juego que te tengo preparado.

—¿No estás como muy grande para andar jugando?

—Uno nunca deja de ser niño, Hobi. —le sonrió y Taehyung sacó un manojo de llaves y empujó la puerta.

Hoseok dudando entró a la casa.

—Bienvenido a mi casa, Hobi. O como yo lo llamaba antes, mi infierno. —bromeó.

Pero el chiste no le causó gracia a Hoseok.

—Ven, te mostraré la casa. —dijo Taehyung.

La casa tenía un olor a metal oxidado. Hacía mucho frío y estaba completamente oscura. Taehyung encendió una vela y le dio un pequeño recorrido a la casa junto a Hoseok. Cuando Taehyung abrió el refrigerador, el olor a podrido se impregnó en la nariz de Hoseok provocando que su estómago se revolviera. Subieron al segundo piso y le enseñó las habitaciones, estaban tan solas. Las camas estaban hechas polvo, como si hace años nadie durmiese en ellas. Las paredes estaban rasgadas, los cuadros estaban tirados por el suelo del pasillo. Había largas marcas de uñas en el suelo e incluso la pared tenia algunas manchas de sangre vieja.

—Taehyung, no sé para qué me trajiste aquí, pero es mejor que nos vayamos.

Taehyung lo volteó a mirar y le acercó la vela al rostro para iluminar. Le regaló una sonrisa torcida.

—Aún no te enseñó la mejor parte de la casa, mi lugar favorito. —Taehyung bajó corriendo las escaleras, dejando a Hoseok a oscuras y solo.

Hoseok bajó las escaleras con cuidado y sacó su teléfono, encendió la linterna y empezó a buscar a Taehyung.

—Tae... ¿Do-dónde estás? —atravesó la sala y se dirigió hacia una puerta que estaba abierta. —Taehyung...

Hoseok escuchó el ruido de unas cadenas ser arrastrada por el suelo. Él se acercó temeroso al lugar e iluminó el sótano con la linterna. Estaba completamente oscuro.

—Taehyung, ¿Estás allá abajo? —Hoseok empezó a bajar las escaleras. —No me asustes, por favor.

Entre más bajaba, el olor a podrido volvió a impregnarse en sus fosas nasales.

—¡Puaj! Qué asco. Taehyung, ¿Dónde estás?

—Papá, mira. Él bajó. Él es mi amigo, él vino a jugar.

Hoseok arrugó la frente al escuchar a Taehyung hablar. Iluminó hacia la pared y lo encontró a él hablando.

—Tae, ¿Con quién hablas? —Taehyung se acercó a él.

—Papá te enseñará a jugar, como me enseñó a mí. Es muy divertido, ¿verdad papá?

—Taehyung, me está asustando, malditasea. Deja de jugar y vámonos.

—Pero mi padre quiere jugar contigo.

—Yo no quiero jugar con nadie, Taehyung. Vámonos.

—Papá se molestará.

—¿Qué mierda? Taehyung, ¿Estás demente? estás hablando solo. Tú me dijiste que tu padre había muerto.

Taehyung asintió sonriente. —Lo está, solo que viene a visitar la casa cuando quiere.

La puerta del sótano se cerró del golpe haciendo que Hoseok pegara un pequeño brinco. Taehyung desapareció. Hoseok se dio la vuelta e ilumino una vez más. Encontró una mesa larga de madera, una silla, varios tipos de cuchillos, hachas, torturadores enganchados en la pared. Taehyung apareció de nuevo.

—Papá quiere que te acuestes en la mesa.

—No voy a hacer nada, vámonos. —Hoseok se giró para irse, pero Taehyung le agarró la muñeca muy fuerte. —Suél-suéltame, me lastimas.

—Papá quiere jugar contigo. —dijo enojado. —Tienes que hacerle caso.

—¡No! ¡Suéltame!

Taehyung jaló a Hoseok hacia la mesa y lo empujó hacia ella haciendo que se golpeara en las costillas. Taehyung encendió una vela. Hoseok se dio cuenta que la pupila de los ojos de Taehyung se habían agrandados.

—Vamos a jugar... —dijo Taehyung. —Papá, ven. Enséñale lo que nos enseñaste.

Taehyung le quitó el teléfono de la mano a Hoseok. De la esquina de una pared, las cadenas de movieron por el suelo dejando ver a un hombre de sonrisa siniestra salir de las sombras. Los ojos de Hoseok se expandieron cuando el hombre se acercó a él y le susurró:

—Vamos a jugar, pequeño...

Fue ahí cuando la luz de la vela fue apagada por Taehyung, dejando al pobre ángel con los demonios adentro. Latigazos, gritos de dolor y terror, sangre, cortadas. Taehyung desnudó por completo a Hoseok.

—¡DÉJAME! ¡DÉJAME! —gritó desesperado mientas lloraba.

—Vamos, Hoseok. Diviértete. —Taehyung le hizo una cortada más.

Cuando encendió la vela de nuevo. Hoseok estaba empapado de su propia sangre, mientras que Taehyung se limpiaba las manos con un trapo,

—¡NO ME TOQUES!

Taehyung le sonrió.

—Dramático. —Taehyung se acercó a Hoseok y se arrodilló frente a él.

—NO ME TOQUES, TAEHYUNG. —sollozó.

—Pareces un cachorro indefenso, que tierno. —le sonrió. —Vamos, ya no te haré más nada.

—¡Aléjate! ERES UN DEMONIO.

—Me lo han dicho. —Taehyung le acarició la pierna a Hoseok. —Vamos Hobi, tranquilo.

—Por favor, no me toques... te lo pido...

—Déjame curarte las heridas, ¿Sí?

—Eres malo, Taehyung.

Taehyung se acercó a los labios de Hoseok y lo besó. Hoseok forcejeó, pero Taehyung lo apretó contra su cuerpo.

—No escaparás de mí, Hobi. Vamos a darnos una ducha.

Taehyung levantó a Hoseok y subió con él al segundo piso. Cuando el agua cayó en el cuerpo de Hoseok, los gritos de dolor hicieron latir el corazón de Taehyung. Sacó a Hoseok de la ducha y lo enrolló en la toalla, lo puso de espaldas y empezó a curar sus heridas. Hoseok empezó a llorar y sollozar en silencio. Taehyung lo abrazó por detrás y le acarició la cabeza.

—Todo va a estar bien, Hobi. Todo estará bien.

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué yo?

—Eres un alma pura, me gustan las almas puras.

—No, ¿Por qué eres así? ¿Quién te convirtió así?

—Es una larga historia.

—Quiero irme a casa.

—Mi casa, es tu casa.

—¿Él de allá abajo, e-era tu padre?

Taehyung asintió.

—¿Por qué lo vi?

—Es un alma en pena, vive aquí porque aquí murió.

—¿Quién lo mató? —Taehyung le sonrió de oreja a oreja.

—Debes ir a dormir, Hobi.

Taehyung terminó de curarlo, le dio ropa y lo llevó al primer piso. La puerta se abrió de golpe.

—Taehyung, ¿Dónde estás? —gritó Yoongi.

Hoseok lo miró.

—¿Min Yoongi?

—Oh mierda, ¿Qué haces tú aquí? —observó las heridas de Hoseok. —¿Taehyung hizo eso?

Hoseok asintió. —Y tú padre.

A Yoongi casi se le salen los ojos de sus órbitas.

—Toma las llaves del auto, Hoseok y lárgate. Huye, estás en peligro. —lo empujó hacia afuera.

—¡Hoseok! —gritó Taehyung bajando las escaleras. —Oh, hola hermanito. ¿Viniste a ver a papá?    









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