𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥

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Hacía el árbol de aquella colina.

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"Han pasado tres años desde ese día llamado "la Batalla entre el cielo y la tierra". Una cantidad incontable de personas murieron, y las personas que están vivas, viven con el temor de que aquel día. Al igual que las preocupaciones de una nación real, Eldia formó un ejército liderado por los Jeageristas, muy armados militarmente. Teniendo la venganza de la gente, del otro lado del mar que sobrevivió. El reino se volvió uno solo y grita: ¡Si ganamos, vivimos! ¡Si perdemos, morimos! ¡Y si no peleas, no podemos ganar! ¡Pelea, pelea! Eldia y el mundo hasta que uno de ellos no desaparezca, la guerra no termina. Lo que Eren dijo podría haber estado equivocado, pero Eren escogió dejarnos este mundo a nosotros. El mundo en el que vivimos ahora. Un mundo sin titanes". Culminó en leer Armin, aún lado de mi, releyendo la carta para sí mismo, nuevamente. Analizándola, así era como Armin funcionaba, siempre prefería analizar antes de actuar, así era como nos llevó a todos hasta aquí. Alce la mirada, observándolo. Sus ojos azulados decaían en las letras de esa carta, mientras que su rubia cabello empezaría a caer en sus ojos próximamente, como antes. Él elevó la mirada, enganchándose en la mía, a lo que no tarde en sonreírle. Él hizo lo mismo. Sabía que estaba preocupado, por eso releía esa carta, aquella que le informaba el estado de Eldia, antes de nuestra llegada como embajadores para recrear la paz en el mundo. Temía el recibimiento que la Isla pudiera darnos, pero confiaba a ampliamente que estaríamos en buenas manos.

-Bien.-musitó Armin, dejando la carta aún lado.-No creo que sea algo que se nos escape de las manos.-afirmó, mirando a todos los que estaban alrededor de este comedor.

-¿Seguro?-le preguntó Pieck, delante de él, ella con su corto cabello y flequillo de lado, se dirigió a su cuñado delante de ella, quien con convicción asintió.

-No importa cuantas veces lea la carta de Historia, su letra es tan bonita y huele tan bien.-decía Reiner sentado aún lado de Armin, teniendo la carta en sus manos mientras la olía.

-No te hagas ilusiones con una mujer casada.-musitó Pieck, mirándolo seriamente, mientras que él rodeaba los ojos.-Jean, pareciera que tu cabello es lo único que te importa en este momento. ¿A quien se lo vas a mostrar?-pregunto Pieck, mirando como nuestro narcisista amigo, se peinaba sin cesar frente aquel espejo su alargado cabello.

-Que pregunta tan obvia.-dije yo, en un tono de burla mientras miraba a Jean por el espejo.-A Mikasa no le interesara tu cabello, Jean.-dije, tomando un sorbo de aquella taza de té, viendo como este sonrojado denegó rápidamente.

-Se los mostraré a las chicas que lean libros de Historia.-se defendió, con sus mejillas sonrojadas, mientras que bajaba la cabeza túmido.

-No querrás decir, ¿libros de caballos?-se preguntó Reiner, aún sosteniendo la carta, a lo que Pieck y yo no pudimos evitar reírnos, casi le escupía a Armin aquel delicioso té que nos habían servido como servicio en este barco.

-Reiner, no sabes cuánto lamento que tu vida se haya extendido.-comentó Jean, a lo que la puerta de aquel comedor se abrió lentamente , mostrando a Annie vestida con su atuendo tan fino e elegante, como el de todos nosotros; ella también había picado su cabello, dejándose un flequillo, a diferencia de mi, me lo había dejado crecer como cuando era una niña.

-Ya veo Paradis.-nos afirmó, con su cortante expresión.-Armin, ¿crees que esto funcione?-se dirigió a ella a la persona sentada a mi lado, de una manera relajada, Armin asintió.-Destruimos los muros, traicionamos a la Isla, matamos a Eren, el cual los Eldianos adoraban. Ahora somos los embajadores de las naciones aliadas para negociar la paz.-detalló ella, quedándose junto a la puerta, mientras que yo observe cómo atrás suyo, alguien nos observaba con sigilo.

-No me sorprenden que hundieran este barco.-expresó Pieck, sin importancia mientras miraba a Annie, dándole una leve razón.

-Confía en Historia. Ella fue la primera en proteger a mi familia, y a la de Jean. Ella ha socorrido a Mikasa todo este tiempo. No nos abandonara, ella va a protegernos.-afirmaba Connie, observando a Annie, quien denegaba.

-Annie, la guerra no terminará. Pero si nos miran, a todos aquí juntos, querrán saber cuál es nuestra historia. Porque los que intentaron matarnos, parecen buscar paz. La historia que hemos vividos, querrán saberla. Vamos a contarles todo.-expresó Armin, a lo que Annie cabizbaja, se volteó, para descubrir que alguien estaba detrás suyo.

-¿Qué haces ahí pequeña?-se preguntó ella, a lo que se inclinó para recoger en brazos a la pequeña niña que yacía allí, la cual me miraba tímida.-¿Quieres irte con tus papás?-le preguntó Annie, a lo que ella asintió, extendiendo sus brazos, para caer en los míos.

-¿Descansaste?-le pregunté a la pequeña que se sentó en mi regazo, quien yacía soñolienta, mientras que Armin llevó su mano para acariciar su espalda.-Bien, ya estamos llegando.-le dije, aferrándola a mi pecho, mientras que ella con la cobija que tenía, se cubría; esa cobija que solo reflejaba el cariño que Levi Ackerman tenía por ella, por mi hija, como lo tenía por mi pequeño Noah.

-Me hubiera gustado traer a Noah, para que conociera su historia.-expresó Armin, mientras que me miraba.-Él querrá saber, y estoy listo para contarle cuando vuelva.-decía, a lo que asentí, estando de acuerdo.

-Es bonito, ¿no?-se preguntó Connie, mirándonos.-Como hemos avanzado aún así después de todo.-musitaba, observando a mi pequeña, quien miraba fijamente a su padre; eran unos amores hacia él, unos amores bonitos a Armin.

-Si, así es Connie.-opinó Armin.-Quizás muchos no están aquí para disfrutar estos momentos con nosotros, es por eso que ha medida que vayamos avanzando, debemos recordar a esos quienes consagraron su corazón.-decía Armin, a lo que extendió sus brazos para que la pequeña pasara hacia él.-Al menos alguien conocerá de donde vinimos.-expresó, besando la mejilla de nuestra hija, quien se aferró a él rápidamente.

-Estoy segura que en el próximo viaje, Levi querrá venir con nosotros y Luna.-musitó Pieck, a lo que todos asentimos, sintiendo la ausencia de un gran líder que debió haber estado aquí.-Pero, se que está bien con Onyankopon y malcriando a Noah, junto a Gaby y Falco.-dijo ella, con muecas.

-Dios, Noah ya tiene seis años. ¿Como te sientes?-me preguntó Reiner, mirándome a lo que me encogí de hombros sonriendo pasmada.

-No quiero ni recordarlo. Es como si deseara que el tiempo se detuviera, pero se que se me escapara de las manos algún día.-dije, algo melancólica.

-Se está pareciendo a Eren.-expresó Jean, mirándome a través del espejo.-Su mirada, cada vez que lo veo, se me refleja. Siento que no quiere que lo olvidemos.-continuó diciendo, creando un silencio en el comedor.-Pero, no creo que vayamos a olvidarlo.-afirmó.

-No, como no podemos olvidar que ya estamos llegando a Paradis y que probablemente alguien salga comprometido de aquí.-hablo Pieck, burlona, mientras que Jean se giró ofendido y pasmado.

-¡No, no vine a conquistar a Mikasa!-expreso, a lo que yo me levante de la silla del comedor, observando cómo Armin me seguía con la mirada.

-¿Quién dijo Mikasa?-se defendió Pieck, sonriendo, mientras que aquel anillo relucía en su dedo; su boda habría sido hace dos años, y ahora quien lo diría, era madre de una hermosa niña con las mismas facciones de Levi Ackerman.

-¿A dónde vas mi amor?-me preguntó Armin, sosteniendo mi mano con delicadeza.

-A observar la Isla.-respondí, soltando su mano con suavidad, a lo que él asintió, dejándome ir, para así pasar por un lado de Annie, saliendo por la puerta y caminando por los largos pasillos, hasta que pude llegar a la superficie.

Respire el aire fresco, ese que me brindaba este gran día, pudiendo ver más allá, el pedazo de Isla que pronto estaríamos tocando. El aire acariciaba mi largo cabello, mientras que mis manos sujetaban aquella baranda. Suspiraba, recibiendo el aire fresco y acogedor. Era como si me quisiera transmitir algo el sonido de aquel viento, como si la danza de las olas quisiera intentar de abrazarme. Miraba al cielo, viendo las gaviotas sobrepasar y volarnos, pero había una, una tan genuina y sumamente diferente que estaba a una baja altura. Me sobresalte abriendo mis ojos en cuanto se enganchó en la baranda, aún lado de mi, mientras que la veía fijamente. Creía que me miraba, quizás me estaba volviendo loca, pero se acercaba y se quedó a mi lado. Sonreí con mis ojos humedecidos, era imposible o quizás imaginario, pero ver como me estaba mirando y como simplemente llevo su pico a mi anillo, aquel que algún día compartimos en nuestras pieles, me hizo sentir el corazón a millón. Eren, eres tú, puedo sentirlo, puedo sentirte. Mis lágrimas cayeron, y solloce en un tono bajo, pero de felicidad, estaba sonriendo. Te extraño Eren, no tienes idea cuanto. No hay un día donde despierte y no piense en ti, en tu extraordinaria y manera tan impulsiva de ser. Pese a que era lo que más odiaba de la gente, de ti podía tolerarlo, y a veces sin duda, haces más falta que cualquiera.

Ahora, te veo volar en lo más alto de la libertad, como siempre quisiste. Se qué no querías dejarnos, pero apostaría todo que donde estás, hay una paz infinita que te persigue en cada nuevo día que sales a volar. Eren, estoy contenta de que seas más libre que el viento, estoy grata de lo que hiciste por cada uno de nosotros. Se que jamás pude decírtelo, pero ahora que estás aquí, hablándome a través de el viento, queriendo abrazarme con la danza del mar, o hacerme sentir que aún estás en mí con la cercanía de esta hermosa ave. Sonreía, era inevitable no hacerlo Eren, porque hoy más que nunca sabes que vivo plenamente, gracias a ti, porque aunque aún hayan conflictos que resolver, son más los días buenos que malos. Quiero que sepas que despierto cada mañana con el hombre que me ha hecho más que feliz, aquel a quien guiaste hacia mi sin prejuicios, solo con un corazón noble. Se que él te extraña, de la manera más intensa, eras su amigo más fiel, y aún te recuerda en cada palabra, en cada momento, lo sé porque muchas veces lo he visto despierto en el borde de la cama que compartimos en un llanto silencioso. A pesar de que nuestros hijos lo reconforten, de una manera u otra no podemos olvidarte Eren. Fuiste más que un amigo o un amor, eras una persona que merecía vivir como nosotros lo hacemos. Eras esa persona que lucho hasta el final, que sobrepaso los límites solo para que nosotros fuéramos libremente felices. Gracias Eren, porque hoy puedo disfrutar de una vida larga, de un esposo, de dos hijos sumamente bellos y sanos, de buenos amigos, de grandes aventuras y eso, por tu gran sacrificio. Se que me dejaste un regalo, y ese más que nadie es lo que disfruto, vivir.

Eren, no importa a donde vaya o dónde esté, siempre te recordaré en mi corazón, aquel que cuidaste y amaste en su momento. Aunque te vayas lejos con el viento, y dances en las olas del mar, te recordaré bonito, no solo por quien eres si no, por haber sido el amor de mi gran vida. Espero que algún día nos volvamos encontrar, que quizás en otra vida podamos volver a empezar, pero mientras tanto, espérame en lo más alto de las nubes, disfrutaré esta vida, por ti. Ante eso, mis as lágrimas continuaron bajando, observando cómo el ave sobresalía de la baranda, alejándose de mi. Escuché pasos, pero me quede ahí detenida en el borde de ese barco, sintiendo como acariciaban mi espalda, para así girar mi mirada y observar como sus azulados ojos me miraban. Él sonreía ampliamente, mientras que vimos como una personita corrió hasta nosotros, aferrándose a nuestras piernas. Veía su cabello rubio y lacio, algo largo, mientras que alzó su rostro para ver sus hermosos ojos azulados. Esta era mi hija, idéntica a su querido padre, era una muñeca de porcelana. Me miró con una hermosa sonrisa que ya había visto en otro rostro, le sonreí, para ver cómo Armin la levanto en sus brazos. Esa mirada, ella era hermosa. Era nuestro nuevo amanecer, mi pequeña y feliz Aurora. La abrace, pero a él también. En aquella hermosa puesta del sol, todos nos reunimos, les contaríamos todo a esas personas que desconocían la verdad, pero dentro de todo, seremos felices, viviendo este regalo llamada vida. Gracias Eren, por ser mi amor inquebrantable.

-¿Están listas?-me preguntó él, mirándome detenidamente con sus azulados ojos, mientras que asentía, viendo como él miraba su mano y como había caído una pluma, ambos miramos al cielo, viendo aquella ave, él me miró, como si hubiese sentido lo mismo que yo, sonrió ampliamente.

-Como el primer día.-musité, y él se aferró más a mi, al igual que Aurora a él, nuestros amigos también se quedaron viendo la puesta del sol, y en si, pude ver a mi hermana acérese a mí, ella me sonrió y guiño un ojo, este era el final de esta historia, y pese a que muchos perdimos todo, otros ganamos más.-Al chico que buscó la libertad, adiós.-musité, mirando al cielo.

F I N

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