𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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El costo.
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Detuve la soga de mi caballo con delicadeza, esperando que este pudiera detener su paso al igual que los demás caballos de mis compañeros. Observe el moderno establecimiento en el cual nos habíamos detenido en seco, siendo este el restaurante al cual nos dirigíamos. Personas salían de él, contentos y a gusto, de seguro por la gastronomía que ofrecían en dicho lugar. Lleve mi mirada aún lado, viendo cómo Armin me estrechaba su mano para ofrecerme ayuda gentilmente. Con cuidado me bajo, llevando sus manos a mi cadera para que firmemente tocará el suelo, quedando en frente suyo. Nos miramos por unos segundos, pero se notaba la tensión entre ambos, los nervios de estar tan cerca, se esclarecían en esos sentimientos. Me dio la espalda, pero volví a mirarlo, este ayudaba también a Mikasa para que bajara del caballo. Ella se veía preocupada, no podía concentrarse, se notaba en su mirada y en su forma de actuar. Espere a que ella se colocara por mi lado para caminar junto a Armin, mientras que los demás se adentraban al restaurante. Me quede observando a las afueras, antes de entrar, como si sintiera que alguien me mirara. Detenida me quede, pero no había nadie, solo niños pasando con sus padres, por lo cual escuché el chasquido de lengua que Mikasa provocó para que la siguiera, haciéndome entrar al restaurante. Al entrar, solo sentí en mis fosas nasales un extraordinario olor a comida.

-¿Qué pasó?-me preguntó Mikasa en cuanto entramos, pues yo no dejaba de mirar la entrada.

-Estoy segura de que alguien me estaba mirando.-comente en un tono bajo, para así volver a sentir ese olor de comida en mis fosas nasales.-Esto me recuerda a Sasha.-comente, pero en un tono muy bajo, esperando no entristecer a nadie.

-¿Crees que alguien nos haya seguido?-me preguntó Mikasa, por lo cual agradecí que no haya escuchado mi comentario en referencia a Sasha.

-Solo fue una extraña sensación de que alguien estaba mirándonos... -musité, pero en si, decidí olvidarlo.

-Buenas tardes, ¿en qué podemos servirles?-pregunto un mesero, dirigiéndose a todos, esperando alguna respuesta.

-Saludos, queremos ver a Niccolo, si es posible.-le respondió Hange, con sus educados modales.

-Él está atendiendo a unos invitados, pero iré en seguida a notificarle.-comentó, a lo que Hange no tardó en asentir, viendo como él se distanciaba.

-¿Son así los restaurantes en Liberio?-me preguntó ella, mirándome detenidamente, mientras que yo examiné el lugar, asintiendo.

-Algo parecido, pero no acostumbramos mucho ir a restaurantes, la mayor parte de ellos está afuera de la zona de internamiento.-comente, viendo como ella asentía.-Tenemos más bien pésquelos establecimientos, en donde muchos se especializan para recrear gastronomía de los restaurantes. Nos conformamos, al menos yo.-añadí.

-Cuando fuimos probamos el helado, Sasha se volvió loca comiendo pan con tomate, por más que le decían pizza, ella lo llamaba igual.-me contaba Connie, con una sonrisa melancólica.

-Tú estabas ahí, si no mal recuerdo, ¿cierto?-Jean se dirigió a mi, con una fría y cortante voz, podía ver aún la incomodidad que sentía por mi presencia; asentí, viendo como él tan solo se quedó mirándome ante mi vaga respuesta.

-Son ustedes, ¿qué quieren? Díganme si es urgente, en este instante estoy demasiado ocupado con unos clientes.-mire adelante, observando al joven con atuendo de chef, era el mismo que había visto en el entierro de Sasha.

-Am, puedes regresar a trabajar por ahora si quieres. Solo nos gustaría hablar contigo cuando termines, ¿de acuerdo?-le preguntó Hange, alzando sus manos en son de paz.

-Quieren hablar, ¿pero sobre qué cosa?-preguntó él, viéndose algo desconcertado.

-Bueno ya sabes, de lo que sea. ¿Te preocupa algo?-le preguntó Hange, sin responderle su pregunta ante la expresión que colocó.

-Están investigando a los voluntarios.-interfirió Onyankopon, creando que Hange le mirara confundida por haber revelado nuestras intenciones.-Así que esperamos que puedas ayudarnos.-indicó, llegando al punto.

-Si, por supuesto.-respondió él, de manera sutil mientras que nos alentaba a seguirlo por los pasillos, subiendo unos escalones para adentrarnos a un lujoso comedor.-Por favor espérenme en este sitio.-pidió, mientras todos entramos.

-Que linda habitación.-expresó Hange, observando detenida cada facción de decoración que yacía aquí.

-Apuesto que solo la reservan para la policía.-opino Connie, mientras que yo tan solo observe la amplia ventana, se veía un espectáculo.

-¿Esté es el vino del que todos están hablando?-dirigí mi mirada a Jean, y en cómo sostuvo aquel glamoroso vino, pero en si vi la expresión de asombro que Niccolo detonó en él.-Dicen que solo los altos mandos de nuestro ejército lo han llevado a probar.-comentaba.

-¿En serio? ¿Nosotros no somos soldados de alto rango?-le preguntaba Connie, acercándose a él.

-Si. También deberías poder divertirnos un poco, ¿no crees? Solo un sorbo.-preguntó Jean, y en si, pude observar cómo Niccolo se movió aún lado suyo con brusquedad.

-¡No toquen eso!-pidió Niccolo con agitación, quitándole bruscamente el vino a Jean de sus manos, mientras que todos les observamos.

-Tranquilo Niccolo, solo estábamos jugando. Cálmate, no te alteres así amigo.-le pidió Jean, mientras que aquel Marleyano sostenía ese vino con sus brazos, de una manera extravagante.

-Este vino no debe desperdiciarse en eldianos como ustedes.-emitió él, incomodando a los demás, mientras que yo me quede recostada en el margen del estante de librería que había allí de adorno.

-Niccolo, ¿aún sigues diciendo cosas como esas?-le preguntó de manera confusa.-Al alcohol no le importa que raza seamos, ¡idiota!-vi como con sus manos agarró fuertemente la chaqueta de este, quien le miró con fulminación, mientras que Jean le sostenía con brusquedad.

-No me toques eldiano, solo porque he sido amable, no significa que seamos amigos.-le expresó aquel rubio chef, creando tensión entre ellos dos por su cercanía tan conflictiva.

-Oye, ¿acaso olvidaste lo que tú eres aquí?-le preguntó Jean, soltándolo de empujón.

-Un maldito prisionero, ¿no?-emitió Niccolo con sarcasmo, distanciándose de Jean, mientras que salía de la habitación y se iba con la cabeza baja.

-¿Qué diablos le ocurre?-preguntó Connie, quedando desconcertado por la actitud de aquel hombre.

-Quizás el vino tenga algo que no quieren que beban.-comente, murándolos a ambos, pero en si todos me miraron por mi comentario.-La manera en la que reacciono cuando quisieron beber del vino lo delató.-añadí.-Quizás algo que haga daño.-empecé a decir, analizando.

-¿Cómo que?-preguntó Connie, pero tan solo me encogí de hombros.

-¿Crees que solo lo guardaría porque le pertenece a la policía militar? La insistencia en que solo ellos deben tomarlo es extraño. ¿No les parece?-les pregunté a ambos, pero parecieron reflexionar propiamente, ya que no respondieron.

-¿Crees que sea grave?-me preguntó Armin, deteniéndose enfrente mío.-El vino... -preguntó sonrojado, notando que no había respondido.

-¿De qué más estaría hablando?-le pregunté en un tono bajo, mientras que él me bloqueaba el campo visual.-¿Es malo que esté enamorada de ti?-pregunté de manera espontánea, viendo como abrió sus ojos grandemente.

-¿Lo estás?-preguntó confundido, mientras que tan solo me quede aturdida por lo que había dicho.

-Armin... -yo lo llame, pero no tenía idea de que estaba diciendo, ni siquiera en que pensaba.

Baje la cabeza, él esperaba una respuesta, pero me quede en silencio, viendo mis manos, a lo que los demás empezaban hablar entre sí. Él se distanció de mi, pero no lo suficiente, aún seguía bloqueando mi campo visual, mientras que yo solo me fundía mentalmente. Veía sus facciones, y como sus azulados ojos miraban a Mikasa mientras que él compartía palabras con ella. Podía ver sus carnosos labios, unos en los que nunca me había detenido a mirar, ni siquiera una vez, pero hoy lo estaba haciendo. Mi estomago se estaba revolcando ante ver como sus ojos me miraban, era por segundos, pero aún así lo hacía. Intentaba de evitarlo, pero tanto él como yo no podíamos dejar de hacerlo. Estaba aún tan cerca, sentía como un tipo de revolcón, eran esas mariposas que crecían en tu estomago cuando algo nuevo se estaba albergando, pero no podía asemejar mi sentimiento con el suyo, algo me estaba bloqueando, un tipo de miedo, no lo sabía pero se que no podía dejar de mirar a Armin. Su mandíbula, su nariz tan perfecta y afilada. Tenía una mirada tan relajante, una mente eficaz y brillante, era lo más atractivo suyo, su pensar. Nuevamente sus ojos se detuvieron en mi, pero esta vez no se despegaron, como si me hubiera descubierto. No desvíe la mirada, aún él esperaba una respuesta de su anterior pregunta, pero de manera cobarde tan solo volví a bajar la mirada, sintiendo un suspiro frustrado de su parte.

-No tienes que decir nada que no quieras.-expresó él, a lo que alce la cabeza, observándolo.

-¿Y si quiero hacerlo?-le pregunté, viendo aún su cercanía, quizás los demás lo veían normal, pero se sentía como si solo estuviéramos él y yo.

-¿Qué te lo está impidiendo?-me preguntó, mientras que me tense, mirándolo detenidamente.

-Amaya, ¿Noah esta bien?-alce la mirada, viendo como Armin se salía de mi lado para permitirme ver a Jean, lo que me dejo sorprendida por su interés; asentí.-Bien... -emitió.

-Es lo que importa.-opinó Hange.-Mientras estos atentados estén pasando, es mejor que esté muy lejos de aquí, hasta que todo se calme.-añadía ella, mientras que yo asentía entristecida.

-¿Crees que este a salvo donde está?-le pregunté a ella, viendo como asentía.-Siento que no puedo respirar bien, pensar en que algo podría pasarle me hela la sangre, no tienen idea del sentimiento tan agobiante que es pensar en una pérdida, y más si es la suya.-les decía.-Él es tan pequeño, tan indefenso e inocente, solo quiero que viva tan bien como desee hacerlo.-musitaba, sonriendo cabizbaja, imaginando su crecimiento, aunque yo no estuviera ahí.

-Es una lástima que no podrás verlo crecer.-comentó Connie, a lo que alce la mirada para observar cómo Jean le golpeó el hombro.

-Imbécil, no seas tan insensible.-le pidió Jean, mientras que Connie se acariciaba el hombro.

-Pero al menos nosotros si podremos verlo.-justificaba, mientras que Jean volvía a reprenderlo, pero ante eso, asentí.

-Connie tiene razón...-acepté.-Y ahora que lo dice, me gustaría pedirles algo.-dije, viendo como todos me miraban.-Si algo llegase a pasar, me gustaría que quedaran a cargo de Noah.-les pedí, viéndoles mirarme.

-Estoy segura que tú serás la única que se encargará de él, personalmente.-comentó Hange, llevando su mano a mi hombro, tocándome de manera confortada, mientras que veía a Armin salir del comedor.-Pero si no, prometo que así será, Amaya.-añadió, a lo que asentí, de manera agradecida.

-¿Crees que te harán algo?-preguntó Connie, mirándome, mientras que yo movía mi cabeza esperando ver desde algún ángulo a Armin, pero no podía.

-No me extrañaría.-le respondí, viendo como todos se quedaban mirándome, preocupados, pero yo por alguna razón decidí acercarme al margen de la entrada, observando a Armin mirar algún otro punto dentro de una habitación.

-¡Rápido es una emergencia!-me alerte en cuanto lo escuché, apresurándome en llegar hacia él.

-¿Qué ocurre?-pregunto Hange atrás de mi, para así yo observar desde lo que Armin veía, a una familia levantada aún lado de un comedor repleto de comida, mientras que lo que vi delante de mi, me causó furor.

-¡Falco! ¡Gaby!-grite estremecida, observando cómo aquel rubio hombre marleyano sostenía un cuchillo, mientras que Falco estaba tirado en el suelo con sangre en su cien, manchando su ropa, y Gaby delante suyo procurándolo.

-¡Amaya intentábamos encontrarte, lo siento es mi culpa!-grito Gaby, con su nariz ensangrentada, mirándome desesperada y asustada.

-La niña que le disparó a Sasha.-musitó Jean, llegando a nuestro lado.-¿Qué esta pasando Niccolo?-pregunto, curioso ante ver aquel hombre con un gran cuchillo en su mano.-Escuché que se había escapado de la cárcel. Oye, ¿qué es lo que vas hacer?-desconfiado continuaba dirigiéndose a él, pero Niccolo no le inmutaba nuestra presencia.

-¡Suéltalo!-pedí asustada, intentando de acercarme a Falco en cuanto vi cómo Niccolo lo levantó, impidiendo que me acercara, pero Armin se paró delante de mí ante ver como Niccolo me apunto con el cuchillo.

-¡Alto no se muevan! ¡Lo único que haré, es vengar a Sasha! Todos quédense ahí.-nos pidió Niccolo, con rabia en su mirada.

-Falco es diferente.-aguantada por Armin, pude ver a Gaby en el suelo, mirando horrorizada la discordia.

-¿Qué significa este niño para ti? ¡Él recibió el golpe en tu lugar!-le cuestionaba y preguntaba él a ella, mientras que Gaby tan solo temblaba.-¿Acaso te importa? ¡A mi también me importaba alguien! ¡Una mujer eldiana, una hija del demonio! ¡Ella amaba más que nadie todo lo que yo le cocinaba, ella me demostró la dicha de cómo puedo hacer feliz a la gente con la comida que puedo preparar!-gritaba, molesto.-¡Su nombre era Sasha Brous, esa es la mujer que alejaste de mi!-continuaba diciéndole, mientras que aún sostenía a Falco, manteniendo su cuchillo muy cerca del cuello de este.

-¡Gente que amaba también fue asesinada en la guerra! ¡Esa Sasha Brous asesinó a mi gente, por eso me vengue de ella, ella los mato primero!-gritaba Gaby, en su defensa.

-¿A quién le importa quien mato primero?-pregunto Niccolo, dejándome casi sin respirar en cuanto vi como acercó el filo de su cuchillo al cuello de Falco, rasgando casi su piel.

-¡Por favor! ¡Suéltalo!-le pedí, pero Armin me distanciaba de él.-¡Es mi cuñado!-le grite, esperando clemencia.

-¡Abre los ojos! Eres un soldado marleyano, ¿o no? Esa mujer demonio, ¡te tiene embrujado! ¡No pierdas contra los demonios!-le pedia Gaby, mientras ante eso, me enfurecí.

-¡Gaby basta, no sabes lo qué dices! ¡Eres sola una niña, no lo entiendes!-le grite, interviniendo, sabiendo que solo arruinaba más la tensa situación.

-¡Udo y Sofía murieron, tú los viste!-me decía, mirándome detenidamente, desesperada por querer escapar de esta nube en la que estaba atrapada.

-¡Pero ella no los mato, Gaby!-le esclarecía, molesta, viendo como ella aún estaba tirada en el suelo.

-Niccolo por favor dame ese cuchillo.-aquel hombre de cabello castaño se dirigió a él, era un adulto, pero sus facciones se veía en cómo entraba a la tercera edad.-Anda.-le volvió a pedir de manera sutil, a lo que Niccolo se lo pasó.

-Espere. No lo haga señor Brous, ¿podría bajar el cuchillo?-pidió Hange, a lo que entendí quien era ese hombre, el padre de Sasha.

-Mi Sasha era una cazadora.-musitó ese hombre con tristeza, sosteniendo aquel cuchillo en su mano.-Cuando mi hija era solo una niña siempre cazaba con su arco las alimañas del bosque. Así era como traíamos la comida a casa, pero yo sabía mejor que nadie que algún día tendríamos que dejar de vivir en el bosque. Por lo cual me encargué de mandar lejos a mi Sasha, y mi muchacha salió al mundo, se hizo soldado, mato gente y al final alguien le disparó también. Aunque salió del bosque, el mundo tiene la misma naturaleza, sin importar el lugar todos tenemos que luchar y encontrar la forma de sobrevivir. Asesinaron a mi Sasha, pero para mi, quedó atrapada en el bosque. Es trabajo de los adultos alejar a nuestras crías del peligro, de otra forma lo único que nos queda es ver cómo se repite la tragedia. Es por eso que nos toca a nosotros los adultos ser consientes y ayudar a borrar los pecados del pasado.-decía, mientras que todos le escuchábamos, pero más yo, que era una madre.

-Querido Niccolo, por favor suelta a Ben.-pidió aquella mujer adulta, a quien vi y me erice, esa mirada y esos ojos, Sasha los había heredado.

-Por favor.-le pedí yo, viendo como él se estremecía y con culpabilidad de lo que sucedió, bajo a Falco con delicadeza, logrando que Armin me soltara.-¡Falco!-me abalancé al suelo, cayendo de rodillas aún lado de aquel niño inconsciente, sintiendo el ambiente más relajado cuando Jean y Connie aislaron a Niccolo.-¿Me oyes?-le preguntaba, con mis manos temblorosas viendo su abertura en la cien.

-¿Estás herida?-observe cómo Mikasa se sentó, dirigiéndose a Gaby quien me miraba, pero yo tan solo escuché al señor Brous preguntar lo mismo a la niña cuando abrí mis ojos grandemente ante ver lo que sucedería.

-¡Espera!-grite horrorizada cuando vi aquella rubia niña con el cuchillo en mano, apuntando a Gaby, pero Mikasa con sus reflejos apretó su brazo antes de que pudiera clavarlo.

-¡Ah!-grito en llanto la niña, siendo aguantada por los señores Brous, mientras que ella emprendía a llorar y yo sentía mi corazón palpitar con rapidez.-¡Tú la mataste! ¡Asesina! ¡Creí que podíamos ser amigas!-le gritaba ella a Gaby, quien fue socorrida por Armin y Mikasa, para distanciarla del comedor.-¿Por qué?-preguntaba entre llanto, siendo consolada por su familia.

-Qué horror. Ya se enfrió toda la comida.-musitó Niccolo, tristemente.-Comandante Hange, intente enaguarle toda la boca del niño. Al pobre le entro algo de vino.-abrí mis ojos, observando a Niccolo detenidamente.-Tal vez ya es demasiado tarde.-me estremecí, mirando a Falco, sintiendo como el miedo se apoderaba de mi.

-Lo sabía... ese vino... -musité en pánico, con mis labios temblorosos.

-Quiero que me digas que tiene ese vino.-pidió Hange, pero yo me levante del suelo, viendo como ella me miraba, podía sospechar lo que había dentro de ese maldito vino.

-Creó que, el líquido espinal de Zeke.-afirmó Niccolo, mientras que yo sentí la rabia de patearlo tan fuerte en su mandíbula, pero fue una imagen muy lejos de mis expectativas cuando solo me estaba carcomiendo el miedo.

-¡Iré por agua!-literalmente grite, pero por el pánico y horror que sentía, no podría ser posible que Falco fuese a ser un titán puro.

Salí del comedor, pero quería detenerme en aquella pared para analizar todo. El líquido espinal de Zeke era lo que se utilizaba para debilitar las armas enemigas, siendo expulsado como gas o en líquido, podría ser capaz de ser manipulado por Zeke Jeager, siendo este uno de sus aflictivas habilidades por ser un titán no solo de sangre real, si no por portar el del titán bestia. Fue por eso que la gente de Ragako, se convirtieron todos en puros titanes, inclusive la madre de Connie. Siempre había sabido que detrás de esa conflictiva situación, se encontraba Zeke Jeager, pero jamás pensé que la tragedia se volvería a repetir, y mientras bajaba los escalones podía ser capaz de comprender que todo este tiempo, ellos habían tenido este plan en sus manos, era por eso que todo estaba siendo tan perfecto. No habían imprevistos. Solo algunos, pero esos dos hermanos se la jugaron para que todo esto se esté llevando en marcha. Pase por los pasillos, iba corriendo por ese gran y lujoso restaurante. Falco era un niño, y estaba en mis manos, imaginar que moriría por vagar en los caminos perdidos de un puro titán, me helaba toda la piel. Adentrándome a esa cocina tan calurosa, solté un suspiro de alivio viendo un gran embalse donde podría rellenar con agua. Debíamos enjuagarle la boca, era tonta creyendo que había esperanza, pero no quería darme por vencida en esta situación tan dañina. Llene el embalse de agua, cargándolo en mis brazos para así salir de la cocina, pero fui interrumpida.

Reaccione de la manera más impulsiva que pude, esos hombres no eran de los míos y lo supe por cómo abrieron sus ojos en cuanto me vieron. Les tire el embalse de agua, haciéndoles perder atención ante el impacto, no tarde en coger al primero por la chaqueta, lanzándolo contra el otro, haciendo que se golpearan de frente de una manera brusca, pero aún así no los tumbe. Fue a darme el primer golpe y lo esquivé, el suelo estaba mojado y resbalaba. La arma de uno de ellos calló al suelo, por lo cual hice el esfuerzo de acercarme para recogerla del suelo, pero me jalaron por el cabello, haciéndome dar un fuerte golpe de adelante hacia atrás, golpeándolo con mi cabeza fuertemente, lo cual me dejó mareada, haciéndome caer junto a él en el suelo. Mi uniforme se mojó, y me arrastre para coger el arma, pero el otro hombre se me abalanzó encima, así que empezamos a forcejear, grite, intentando de que alguien me escuchara pero este golpeó mi mejilla fuertemente, haciéndome sentir aturdida, además del golpe en mi cabeza. De un momento a otro estire mi mano, aún con la casi pérdida del conocimiento para coger el embalse de metal y darle fuertemente en la cíen, logrando que en este momento de adrenalina el hombre cayera a mi lado. Me giré, adolorida antes de que se despertaran para coger el arma, pero cuando fue así, un pie piso mi mano de una manera penetrante.

-No lo intentes.-vi sus verdosos ojos azulados mirarme detenidamente, para así ser apuntada por los dos hombres que tenía atrás suyo.

-Eren... -susurré, mirándolo, para ver cómo él dejaba de pisar mi mano, distanciándose un poco de mi para mostrarme al hombre que estaba aún lado suyo.-Eren, espera.-alce mi mano como si quisiera detenerlo cuando me dio la espalda, pero solo vi como Flotch se acercó, pateándome mi nariz, haciéndome ver todo borroso y a la vez, oscuro.

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Próximo capítulo: Siempre fuimos.
Los Jeageristas se van apoderando de los distritos, mientras que Eren se entabla frente a frente con quienes siempre fue él.

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