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UN CHICO se encontraba observando a la rubia desde que habían salido del comedor, ella se encontraba guardando sus cosas, estaba seguro de que Paris era la alfa. Tenía cierta duda sobre la chica, cuando escuchó que le costaba dormir por la noche, ahora tendría que descubrir información de su pasado y estaría dispuesto a eso. Se apoyó en los casilleros, quedando con la puerta del locker de ella en su cara.

—Eres interesante, Paris. —soltó Wyatt, mirando el cabello de la nombrada.

—¿Qué pasó, Wyatt? —preguntó ella por su comentario.

—Lo que oíste. —levantó su ceja mirándola con curiosidad—. ¿Quieres ir a un lugar? —se le había ocurrido adentrar a Paris más al bosque.

—¿Por qué? —ella se limitó a responder, sonaba extraño.

— Para enseñarte algo, no es nada malo, descuida. —respondió Wyatt tratando de darle confianza.

—Esta bien. —aceptó sintiendo que estaría a salvo con Wyatt.

Una peliblanca y un peliverde miraban a los dos chicos irse, Addison miró con desconfianza a Paris, Zed solamente sonrió estaba feliz de que ella pudiera hacer más amigos.

—Se ven lindos juntos, ¿no? —habló Zed esperando que su novia guardará sus cosas.

—¿Hablas de Wyatt y Paris? —él asintió, ella lo miró seriamente para confesar—. No confío en ella, la verdad.

—¿Por qué? ¿Crees qué puede ser la gran alfa? —bromeó Zed para luego reír.

—No lo sé, es una sensación que tengo adentro... —respondió Addison tratando de buscar las palabras correctas para que la entendiera —, no sé como explicártelo.

—Tranquila Addi —habló su novio tomando sus pequeñas manos y darle pequeños cariños con los dedos—, te entiendo, yo he pasado por eso. Tú no debes preocuparte, porque siempre te protegeré sin importar el costo. —finalizó para luego abrazarla y darle un dulce beso.

( . . . )

—¿Podrías decirme dónde estamos? —habló Paris mientras Wyatt la ayudaba a bajar, él tendió su mano sin chistar ella la aceptó.

Caminaron por el bosque hasta llegar a un lugar con varias plantas donde se podía ver todo Seabrook, la vista era única, se podía apreciar toda la ciudad con destellos de luces. Estaba por ponerse la luna, la cual daría un aspecto aún más hermoso.

Paris puso su mano en la boca dando a entender que estaba sorprendida, después de unos segundos habló: — Wyatt, esto es hermoso. Jamás había visto la cuidad así.

Wyatt sonrió mostrando sus colmillos, ella lo miró extrañada pero no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera apreciar la vista. Él notó que sus ojos brillaban de alegría, se sintió tan feliz al ver a la chica en ese estado.

—¿Te puedo confesar algo? —preguntó el chico lobo esperando alguna confirmación de Paris, la cual asintió mirándolo con atención—. Tienes unos ojos únicos, puedo notar que eres distinta.

—Oh, es la primera vez que me dicen eso... Yo debería agradecerte por este regalo. —agradeció Paris por la hermosa vista.

—No es necesario, solamente quiero que sepas que si alguna vez necesitas pensar, como cuando nos conocimos... pienses en este lugar. Eres libre de venir aquí. —finalizó Wyatt, la chica simplemente no pudo más con la emoción para abrazarlo y apoyar su cabeza en su cuello, aspirando el dulce olor de su perfume.

Luego de unos segundos se separó de él, quedando tan solo a unos centímetros cerca de su cara.

—Una pregunta... —susurró Paris sin quitar la mirada de sus ojos—. ¿Por qué tienes colmillos, Wyatt?

El castaño se encontraba sorprendido por la pregunta de ella, ¿acaso no sabía que él era un hombre lobo? Si este era el caso, sería muy difícil de explicarle la verdad. No podía mentirle si resultaba que Paris era la gran alfa se sentiría muy culpable.

Bajó la mirada de los ojos de la chica para tomar sus manos y volver a mirarla, dió un suspiro pequeño para confesarle la realidad: — La verdad Paris es que... yo soy un hombre lobo.

La chica lo observó petrificada para quitar sus manos de su agarre y huir de él. El temor había invadido su cuerpo, al oír la confesión de Wyatt, lo único que pasó por la mente de Paris era correr y correr. Sin saber en qué dirección ir, pasó por tantos árboles que ya había perdido la cuenta, después de unos minutos se detuvo para recuperar su respiración y poder calmarse... se estaba alterando podía sentir como comenzaba a respirar más rápido, decidió sentarse apoyándose en un árbol. Tomó su celular para llamar a su hermano, sonó dos veces para escuchar la voz de Scott en su oído.

—¿Paris? ¿Dónde estás? —preguntó él al notar la respiración alterada de su hermana.

—¡S-scott, ayuda! —pidió ella con dificultad, le estaba dando una crisis de pánico—. ¡Hombres lobo! —exclamó ella para soltar su teléfono y sentir como aumentaba su respiración.

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