𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
Decide.
Gianna Galliard.
────────────────────────
Año 850
Horas antes y después del encuentro con el titán acorazado y colosal.
────────────────────────

Era como si alguien más viera a través de mis ojos e intentara mostrarme las imágenes que pasaban con cada detenimiento sobre mi. Pero, a la ves intentaba resistirme y ver lo que sucedía. Solo oía gritos. Eran llantos de impotencia que venían de Eren. Podía reconocer su voz, incluso aunque su garganta carraspee hasta cambiársela, podría descifrar que esos sollozos tan agonizantes se trataban de él. Mis párpados se abría entre sí, Eren me retenía bajo su cuerpo mientras que sus lágrimas caían en mis mejillas, yo veía el rostro de dolor que fragmentaba su semblante por completo. El atardecer estaba atrás suyo. Las nubes se desvanecían con los colores anaranjados que escapaban del sol, no entendía su dolor o o porque razón lloraba, solo se que mis párpados continuaron pesados hasta hacerme volver a cerrar mis ojos para verla nuevamente. Intentaba mostrarme algo. Esa niña con una mirada perdida, sus ojos parecían opacos por su flequillo rubio.

No la conocía. Pero, una parte de mi sentía que jamás la había dejado de ver. Más allá, detrás de ella había alguien, había un niño dándome la espalda y también a ella quien estaba girada en mi dirección. Mis manos tocaban una suave arena, ya no veía a Eren y mi corazón palpitaba rápidamente por el desespero de desconocer donde estaba, solo la veía a ella mirarme a lo lejos hasta que mi cabeza dolió y dolió, fragmentada en varias punzadas que se dirigían a varios puntos de mi craneo. Imágenes distorsionadas empezaron a presentarse ante mi. Cientos de titanes colosales, las murallas fragmentadas y llantos de personas, era como si el bache de sangre cayera sobre mi, se sentía frío, muy frío. Apreté mis dientes para llevar mi mano hasta la cabeza, intentando de suavizar el dolor punzante solo vi como esa niña me señaló, solté una bocanada de aire que me llevo abrir mis ojos para sentir desespero en la falta de oxígeno en mis pulmones.

—No te muevas.—dijo aquella gruesa e atípica voz.—O te dolerá.—afirmó el capitán Levi mirándome desde la silla que yacía aún lado de la camilla donde estaba.

—¿Capitán Levi?—me pregunté desconcertada, moviéndome para así soltar un fuerte quejido ante el dolor en mi brazo izquierdo.

—Te dije que no te movieras.—indicó tan relajado en la silla, mirando a través de la ventana.—Te dislocaste el hombro, no pretendo volver a oírte gritar mientras te lo acomodo devuelta.—dijo, reacio.

—Ellos escaparon, ¿no es así?—le pregunté acariciando mi brazo izquierdo, vendado por completo e inmóvil.

—No lo tenemos claro.—expresó él, con sus piernas cruzadas para así dirigir su mano hasta la mesa de noche para obtener una taza, la cual de una manera peculiar recogió para absorber.

—No se oye tan decepcionado como creí que podría estar.—comente mirando sus grisáceos ojos, los cuales me miraron.

—Lo único que me importa es la vida de mis camaradas.—musitó.—Y desafortunadamente, oí que murieron algunos.—afirmó en un tono frío.

—Lo lamento.—esboce, cabizbaja para ver las sábanas blancas que me arropaban.

—Decidieron de la manera equivocada. No hay nada que podemos lamentar.—expresó, dejándome turbia por su mención.

—¿Eso era lo que significaba la nota que le envió?—le pregunté, curiosa.—Me incitó a decidir lo correcto para volver aquí, ¿no?—cuestione, viendo como chasqueo la lengua molesto.

—Oye mocosa, hay una cosa que debo decirte y es que, me agradas más cuando no cuestionabas nada.—comentó, haciéndome bajar la mirada pasmada nuevamente.—Supongo que la influencia del idiota de Eren ha creado en ti, el que no dejes de espabilar por la lengua.—mascullo, mientras que aún estaba cabizbaja.

—Eren no solo ha hecho eso por mi, capitán.—musité, sin mirarle.—Me ha hecho sentir que aunque viva en este mundo tan cruel, aún hay cosas por las cuales deberíamos agradecer. Y, debo admitir que nunca había sentido que alguien me protegiera tanto como lo ha hecho usted.—decía.—Así que, muchas gracias capitán Levi por hacerme decidir que sin importar lo que decida, siempre estará ahí cuando despierte.—expresé levantando la mirada para verlo serio, mostrándose inexpresivo como siempre.

—Me conforma saber que al menos contigo, he hecho un buen trabajo.—indicó aún cruzado de brazos, no esperaba una respuesta más confortadora que esa, pues el capitán Levi era sumamente reservado con su sentir aunque eso no quisiera decir que no se preocupara por los demás.—¿Dije un chiste, para reírme también?—se preguntó cuando me vio sonreír.

—No. Es solo que, me sorprende que hayas respondido.—dije, para así mirar como él bufaba.

—Si dices algo más, te voy a dislocar el brazo nuevamente.—expresó, levantándose de la silla.

—Espera.—dije, estirando mi mano.—No se vaya, por favor.—pedí para verlo quedarse detenido en seco frente a la ventana.

—No pensaba irme.—afirmó, llevando sus manos a los bolsillos.—Erwin hizo una apuesta bastante arriesgada esta vez. Perdió un brazo entero.—contó, dejándome sorprendida.—Y no solo eso. Aparentemente hemos descubierto que todos los titanes alguna vez fueron humanos.—dijo para así mirarme seriamente.

—¿Cómo lo han descubierto?—le pregunté, mirando algún punto de la habitación iluminada por el sol que se adentraba a la ventana.

—No es como lo descubrimos, es ¿cómo asimilar que todo este tiempo he estado matando a seres humanos?—se cuestionó, desconcertado para así volver a mirar la ventana.—Malditos mocosos, ¿por qué siguen merodeando por ahí?—se preguntó, curiosa intente levantarme de la cama para así quejarme por mi brazo izquierdo.—Oye, oye mocosa, no te muevas, ¿los gritos de Hange te han dejado sorda?—acaricie mi brazo izquierdo, oyéndolo.—Grita demasiado. A veces quisiera arrancarle la garganta...

—Capitán.—le llame, interrumpiéndolo, para ver cómo se giró frente a mi.

—¿Qué? ¿Eso no funcionaría? Posiblemente pueda arrojarla a un titán alguna vez, así no tendré que ver su estúpido rostro.—decía hostil, pero realmente se oía la burla y el sarcasmo a través de sus palabras, a él le importaba su camarada.

—¿Puede ayudarme? Quiero salir.—dije, para así ver cómo él sin decir nada, se acercó a mi.

Fue sutil y sumiso. El capitán Levi no dudó ni un poco en levantarme de la cama. Podía caminar, pero aún así él hizo que me sostuviera de su brazo para caminar junto a él. No me miro. Continuó con su semblante inexpresivo, aquel que carecía de expresiones y también emociones, solo con un tono sarcástico y bufón que intimidaba a cualquiera que le oyera. Sonreí cabizbaja. No pude evitar hacerlo por la cercanía de aquel hombre ante mi. Me sentía agradecida de que estuviera de pie, de que pudiera hacerme decidir volver aquí, porque el capitán Levi era más que un hombre el cual admiraba por sus determinaciones y fortalezas, era alguien a quien veía de manera estimada e incluso de una manera paterna que no había sentido con nadie. Su manera de protegerme me hacía arrastrar hasta detrás de él para que me diera seguridad, era un vínculo, una conexión tan fuerte que me prohibía alejarme de él sin que me doliera o afectara. Juntos caminamos por esos pasillos del cuartel, había mucho silencio, solo en los aires las aves se oían.

Observe el patio. Los árboles se removían hasta darme una brisa fresca que elevó mi cabello suelto. Me sostenía del capitán Levi para ver el cielo azulado y blancuzco. Lo miré de reojo, pero él tan solo continuó mirando adelante sin más. Sabía que le inquietaba, que también le dolía el hecho de haber perdido a buenos camaradas. Se lo importante que es para él mantenerlos con vida, deducía que su vida había sido una miseria para que no pudiera sonreír por un nuevo día, pero en eso nos entendíamos, hemos perdido tanto que nuestra humanidad se fue con las hojas que cayeron de los árboles que alguna ves vimos con esperanza. Detenida con él, visualicé en los murales a Jean y Sasha. Ellos yacían ahí, sin el uniforme, tan solo sentados y hablando entre sí. Una parte de mi se alivió cuando los vi con vida, como si así lo deseara y lo mismo debieron sentir cuando me vieron, porque Sasha sonrió ampliamente y Jean no tardó en acercarse hasta nosotros con recelo. Me examino en su andar, aunque el capitán Levi bufo por notar que se acercaba, no se alejó de mi vida.

—Gianna, que alegría verte. ¿Cómo está tu brazo?—me preguntó, en alegría.

—Supongo que mejor.—expresé, mirándolo.—Veo que tú estás bien.—musité ante examinarlo.

—Bueno, algo preocupado por los demás, pero ahora que estaremos en tu escuadrón, ansioso.—levante una ceja, notando como rasco su nuca pasmado, mire al capitán Levi de reojo.

—Lastimosamente a Erwin no le importa mi opinión, pero deducir que estos mocosos estarían bien con nosotros en el escuadrón de operaciones especiales.—comentó el capitán Levi sin gracia.

—Bueno, eso no es algo tan malo, ¿o si capitán?—pregunto Jean, algo nervioso.

—Lo es cuando son un montón de mocosos inmaduros e impulsivos que solo lloran.—respondió, haciendo que Jean abriera sus ojos.—Añadiendo que hurgan en la cocina para robar la comida. Eso es desagradable.—masculló para hacer que Sasha, quien yacía masticando algo soltara una bocanada de aire.

—¿Ese es Armin?—me preguntó al mirarlo aislado de todos, sentado en un banco mientras nos daba la espalda.

—Si.—respondió Jean.—Ha perdido a alguien importante. Lleva así todo el día. Oí que era el capitán de las tropas de guarnición.—contó para hacerme desprenderme del capitán Levi.

—¿Qué haces mocosa?—pidió, pero continué caminando descalza por el césped para dirigirme a Armin y así girar, viendo como el capitán Levi se cruzaba de brazos para poner todo su peso en el mural.

—¿Armin?—lo llame, él se giró de reojo para verme y parecía llorar, pues limpio sus lágrimas.

—Cuando el muro María cayó, solo tenia a mi abuelo. Él nos cuidaba, tanto a Eren como a Mikasa y a mi.—expresó, por lo cual me senté a su lado, observando el lago frente a nosotros.—Luego de que nos refugiaran en la muralla Rose, mi abuelo tuvo que partir al muro María nuevamente debido a la escasez de suministros y así como partió, jamás regresó.—detalló cabizbajo, haciéndome mirar al cielo.—Creíamos que estábamos solos, pero Hannes se encargó de cuidarnos. A su modo, pero lo hizo y aún así, no fui capaz de al menos protegerlo. Fui un inútil.—afirmó con sus manos temblorosas.

—Armin, estoy segura que eres más valiente de lo que todos somos aquí.—indique, llevando mi mano hasta su espalda, notando como levantó la cabeza para mirarme.—La única manera de honrar a los que perdimos, es seguir adelante.—expresé mirando sus azulados ojos humedecidos.—Decide. ¿Te rendirás, o continuarás?—le pregunté.

—Gianna, de verdad eres muy buena persona.—esbozó limpiando sus lágrimas para así abrazarme tan fuerte, que una bocanada de aire se me escapo, y aunque no pude devolverle el abrazo, acepté que se expresara de tal modo.—Casi lo olvido. Esto te pertenece.—musitó aislándose de mi, extendiendo su mano la cual adentro a su bolsillo y mostrar aquella cinta azulada.

—Te lo agradezco.—dije, en un tono sutil para así aceptar la cinta en mis manos.—Pero, supongo que llegará el día en donde deba también decidir qué apara mi futuro.—indique.—Dime Armin, ¿Eren se encuentra bien? No sé como deba acercarme a él. ¿Debo preguntarle si está bien?—me pregunté algo entristecida.

—Bueno, Eren apreciaba demasiado a Hannes, más de lo que quizás yo lo había hecho. Además de estar herido, Eren se siente muy impotente por no haber podido evitar muchas cosas.—me contaba pensativo.—Pero, él apreciará que estés a su lado. Te lo aseguro.—afirmó sonriendo, palmeando mi espalda.

Pase la mayor parte del medio día conociendo a Armin ese día. Era alguien bastante genuino, su compañía me alivió del pesar que había en mi. Era diferente a los demás. Armin no hablaba solo por hablar, él hablaba porque realmente conocía lo que argumentaba. Su mente era muy curiosa, pero si había algo que me pareció aún más curioso, era su temor por vivir la vida más allá de lo que desconocía, porque aún desconociendo, Armin parecía continuar viviendo mediante al descubrimiento. Respire hondo en este mismo banco, a diferencia, estaba sola mientras las aves continuaban su canto y el atardecer llegaba, mis manos sostenían aquella cinta azulada. Reiner y Berthold no debían estar muy lejos, eso lo sabía como cada soldado del cuerpo de exploración. Lo único que me preguntaba era algo que ni siquiera podía expresar, porque si lo hacía, entonces sabrían lo que sucedería y a este punto, ni siquiera yo estaba segura de lo que hacía. No había decidido aún, por eso mi cabeza me dolía y no podía evitar pensar, ¿decidía o desistía? Apretaba la cinta para suspirar en medio de la frustración que me nacía por la estaca en mi corazón.

—Porco, no importa lo que pase, debo volver contigo... —murmuré para así ver una sombra en el suelo, girándome en medio del sobresalto observe al comandante Erwin.

—¿Quién es Porco?—me preguntó, pero yo tan solo observe la ausencia de su brazo derecho.

—Comandante Erwin, ¿no debe estar en reposo?—le cuestione asombrada, levantándome del banco para quedar frente a él; Erwin era un hombre bastante alto, debía levantar la cabeza para verlo directamente a los ojos.

—Debería preguntarte lo mismo, Gianna.—musitó.—Pero supongo que como yo, odias estar recostada sin hacer nada.—afirmó, mirándome para así mantener silencio.—Dime, ¿ese es el nombre de tu hermano fenecido?—pregunto.

—No.—denegué, mirando el listón azulado.—Es mi hermano mellizo. Nací primero que él, así que es el menor y está muy lejos de aquí.—detalle.—Como yo, él tiene un listón azul, es como un amuleto que nos mantiene cerca aunque no estemos juntos. Mi madre nos lo hizo para que no nos olvidaremos del camino a casa.—expresaba.

—Desearía que mi padre me hubiera dejado algo así antes de partir, pero solo cargo con sus pecados.—el argumento hizo que le mirara, desconcertada intente analizar lo que seguía.—Es por eso que no podemos dejarlos ir hasta que entendemos.—artículo, apretando mi hombro para girarse e irse, sin decir nada solo vi como ampliamente me mostraba una visualización de Eren acercándose a mi.—Descansen.—nos pidió luego de pase por el lado de Eren quien lo examino aún más aturdido que yo; la ausencia de su brazo nos perturbaba pero a la vez, nos hacía admirarlo y respetarlo más.

—Luces bien.—artículo Eren, quedando frente a mi, sonreí notando el vendaje en muchas partes de su cuerpo, incluso en la cabeza.

—No puedo decir lo mismo sobre ti, novato.—comente, él bajo la cabeza sonriendo, aunque podía destellar la tristeza en sus ojos, Eren me miró como si no hubiera visto a nadie más.

—Me alegra que al menos te haya podido traer devuelta.—dijo, una sensación me recorrió por todo mi cuerpo hasta llegar a mi estomago, sintiendo el calentón en mis mejillas.

—Bueno, era eso o tener que perseguir a ese par hasta volver a verte.—musité, en medio del sol que bajaba sobre nosotros, acercándome a Eren.

—¿Estás diciendo que no podrías estar sin mi?—me preguntó, se veía nervioso por la cercanía, pero no era una que no hayamos tomado antes.

—Estoy diciendo que decidí por ti, y no quiero tener que desistir de eso.—esclarecí para tomar su mano.

—Te lo dije, te dije que te volverías loca por mi.—expreso para abalanzarse sobre mi con sus labios, aquellos que me brindaron un bullicio con las mariposas en mi interior.

Fue la primera vez en mucho tiempo que sentí paz. La brisa nos sostuvo como nuestros brazos, en un fuerte abrazo donde reflejamos un par de sentimientos que creí escasos en mi. Amor, compasión e ilusión. Era eso lo que Eren me estaba haciendo sentir, con un beso y con una sola mirada afirme un fuerte sentimiento que podía destruirme como también salvarme, pero sea ahora o después que llegue el momento, quería estar con Eren, como si mi alma perteneciera a la suya, como si realmente fuéramos solamente una persona en dos. Abrace a Eren toda esa tarde, porque no solo expió su amor ante mi, Eren detonó su tristeza e impotencia por las personas que amaba y había perdido. No podía mentir en decir que no me afecto, porque cuando llegase el día donde supiera que fui parte de esto, que nada ha acabado aun, destruiría el ego del niño que solo buscaba la libertad y con eso, toda la ilusión que alguna ves vivimos cuando nos dimos cuenta que éramos un par de enamorados. Fui yo la culpable de lo que Eren se convirtió después, porque todo lo que hizo aparte de este día, no solo era por sus camaradas, era porque quería salvar a la primera persona que amo en este mundo cruel.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro