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「 ᴛᴏᴅᴏs ʟᴏ ʜᴀᴄᴇᴍᴏs 」


—¿Funciona bien, Tommy? —Newt me pregunta al ver que le doy golpecitos a la linterna que se niega a encenderse. ¿Cómo me podía dejar en ridículo aquella cosa delante de mis amigos?

Unos segundos después finalmente se prende y no puedo evitar sonreír gustoso. Chuck me da una palmada en el hombro diciéndome que ya era hora. Le regalo una mirada amarga y asustado se pone al lado de Newt. Ambos nos reímos de su expresión nerviosa y comenzamos nuestro camino. Alec sigue en mi cabeza y me ayuda a centrarme en lo que hago.

Hace rato que Newt ha soltado a Luna de sus brazos y se anda dando vueltas a nuestro alrededor, con un gutural y oscuro gruñido. Me da un poco de miedo saber que hay algo malo esperándonos, pero decidido, sigo a Newt que lidera nuestro camino.

—No tengo la menor idea de a dónde vamos, pero no os separéis y procurad no hacer mucho ruido, ¿está bien? —Chuck va en el medio de nosotros y asentimos al unísono.

Y sin decir nada más, nos encaminamos a ese pasillo oscuro que nos depara sorpresas y misterios.



El silencio se mantiene en nosotros un buen rato en el que solo nos encontramos con un camino austero y en el que realmente no hay ninguna salida. La situación es extraña en si, y no estoy seguro de si estamos a salvo. Aun así, decido mantener la calma y evitar ponerme más nervioso.

Newt sigue al frente de nosotros y su espalda está encorvada, atento a cualquier amenaza que atente nuestras vidas, pero yo veo más allá que eso..., Y sus manos presentan un pequeño temblor y le entiendo perfectamente. Todos estamos cansados y la incertidumbre de no saber cuándo se terminarán este suplicio de juegos, es muy agotador. Estoy a punto de decirle que intercambiemos puestos, cuándo veo que su linterna apunta rápidamente hacia un fondo a la derecha y se agacha repentinamente. Chuck y yo le imitamos sin pensarlo.

Me pongo a pensar en que su destreza en combate, o ya sea en lo que respecta a la hora de moverse en silencio y detectar ruidos inhumanos, es todo gracias a su amigo Minho. Aun no logro comprender cómo acabaron siendo amigos, pero..., Me alegra pensar que cuándo Newt vuelva a casa, tendrá a alguien más con quién compartir sus aventuras y miedos producidos de esta aterradora experiencia. Realmente no me pongo a pensar mucho en cómo sucederá ni en cuándo mi muerte, pero estoy seguro que haré todo lo que esté en mi mano para garantizar su victoria. Miro de reojo a Chuck, y me duele saber en el fondo que tendré que incumplir mi promesa con él.

Newt sigue en agachado en el suelo y solo veo su puño alzado que nos mantiene quietos como estatuas. Luna sigue gruñendo, pero sorpresivamente en bajo. 

Entonces, poniendo más atención a mi alrededor, lo oigo; es como una especie de chirrido agudo que proviene del fondo, y mil cosas provienen en mi mente. No quiero pensar en qué estamos a punto de vivir otra experiencia horrible y deseo con todas mis fuerzas que no se trate de nada malo. Lo que logra sacarme de mis aterradores pensamientos es la mirada decidida de Newt y la señal de su mano derecha que nos indica mantenernos en el suelo. 

«¿Qué piensa hacer?», me pregunto extrañado y con miedo. Quiero levantarme cuándo veo que se incorpora con lentitud, pero me vuelve a taladrar con su mirada y está es amenazante. Así que, rendido, regreso a mi puesto junto con Chuck. Alec comienza a aletear con inquietud, pero sigue en mi cabello. Aquello solo me trae malas sensaciones.

Los dos vemos que Newt se aleja de nuestro lado a paso rápido pero silencioso, y caviló en lo que dijo hace unos momentos de permanecer juntos. ¿Dónde quedó eso?

Distingo que la bestia lobuna se le adelanta y cómo él intenta mantenerle dócil a su lado, pero es obvio que no lo consigue, así que no tarda en aligerar el paso para seguirle; entonces, Newt desaparece por la esquina del fondo y nuestras linternas alumbran a un vacío que nos pone la piel de gallina.

—¿Crees que esté bien? —La pregunta del niño que me acompaña me saca de mis cavilaciones y veo cómo sus ojos están llenos de miedo y duda. Así que, echándole ganas, suspiro imperceptiblemente y mantengo una sonrisa seca en mis labios.

—Nada puede con él, Chuck. De eso debes estar seguro —digo, para recuperar el silencio de antes.

Sin poder evitarlo, comienzo a estresarme cuando no vuelve. Las manos me sudan y aun así trato de esconderle eso al niño; más que nada porque veo que esta sudando la gota gorda y sería buscarnos más problemas. Me parece que lo único que me mantiene paciente es la presencia de Alec, si este no se va de mi lado y no canta esa melodía de la que me advirtió Newt, entonces... De pronto escuchamos grandes y sonoras zarpadas, y ambos nos incorporamos del suelo de inmediato.

Me pongo delante de mi amigo, ya que lo primero que se me pasa por la mente es que si sucede algo, seguiré protegiéndole hasta donde no pueda más. Trato de mantener la luz atenta al sonido que se avecina, pero me tiemblan las manos y solo quiero que regrese Newt..., Entonces se escucha un aullido sonoro y cuándo de la esquina salta Luna más emocionado que nunca, se me relaja todo el cuerpo. Creo que no me caigo al suelo de milagro por la ayuda de Chuck que me sujeta antes de hacerlo; Luna se acerca con rapidez y trae algo en la boca. Pronto arriba a nuestro lado y lo deja caer en el suelo.

—¿Qué es? —pregunta Chuck, muy interesado.

Doblándome un poco me fijo en esa figura destruida y antes de poder identificarlo, a mis oídos llega su tersa voz: —Una miertera rata, eso es lo que nos perturbaba el oído antes.

Cuándo alzo la vista, importándome poco el animal asqueroso y fallecido a mis pies, le veo enfrente de nosotros con una sonrisa petulante y con uno de sus brazos detrás de su cuello..., Se ve relajado y eso consigue sacarme una expresión llena de alivio.

—¿Cómo es posible que la escucharas desde tan lejos? —Dejo que caiga en el aire la pregunta mientras miro al lobo que se la zampa hambriento—. Entiendo a Luna, por supuesto, pero tu... —Me da un golpe en el brazo, y siento calor en el lugar en dónde me ha tocado.

—No estoy seguro, pero... Creo que me he quedado con bastante cosas de mis aventuras en los bosques. —Acaricia el lomo de su lobo, y vuelve a mirarnos con esa seriedad que me encanta—. Vamos, no hay que detenerse. En el camino no hemos encontrado nada relevante, así que por ahora es seguro..., Pero no debemos confiarnos —termina por decir, para retomar el camino, esta vez con más rapidez que antes.

Con un ambiente menos tenso, le seguimos en compañía de los dos mutos que se mantienen peleando por los restos de la rata. Es su constante ruido lo único que llena nuestra continua reserva, pero es suficiente. Veo cómo el niño que nos acompaña se adelanta para acercarse a Newt y preguntarle algo que soy incapaz de oír. Aquello me permite distinguir sus figuras, con más atención que antes y me doy cuenta de lo mucho que desearía haberles conocido en otras circunstancias, porque... No me puedo imaginar perderles y mucho menos verles matándose entre ellos para sobrevivir. 

Así que, mientras aprieto mis manos con fuerza, me prometo a cumplir mis deseos egoístas y a hacer algo bien por mi mismo; no quiero más arrepentimientos y más dolor.

—No te quedes atrás, Tommy. —Ambos me esperan y me acerco con paso ligero.

Estoy decidido a hacer todo lo que esté en mis manos para asegurarles un buen futuro, y si para ello debo pagar con mi vida, sé por seguro que lo haré.



Es posible que haya pasado una hora tras emprender esta pequeña y nueva travesía, pero aun así mantenemos el mismo ritmo del comienzo y bebiendo, de vez en cuando, varias cantidades racionales de agua de nuestras mochilas. Además, estoy orgulloso del comportamiento tan maduro de Chuck, ya que sigue siendo un niño y me sorprende que tenga tanta resistencia; se lo he dicho un par de veces en el camino y eso sin duda le ayuda a motivarse.

—¿Cuánto crees que falte, Newt? —Un tema distinto es Thomas; más de cinco veces me ha preguntado lo mismo, y las mismas cinco veces le he respondido igual.

—Solo sigue caminando, Tommy. —Este se dedica a recuperar su expresión ansiosa y trato de ignorarle para no entrar en estrés también. No es bueno para mi corazón, después de todo.

Por mi mente se pasan las pocas memorias que me quedan de las visiones de antes, y aun intento que no me perturben demasiado. No quiero pensar en lo que quiso decir Ava con qué Minho y mi querida Lizzy comparten mi destino, ya que solo me destroza el solo fantasearlo.

Luna ya ha retomado su usual comportamiento apaciguado y ahora Alec, con su hermoso pelaje negro que parece relucir entre las sombras, reposa en la cabeza de Chuck, quién intenta no alterarse por su presencia. Vuelvo a mirar el largo camino que nos precede, y siento que unas manos sostienen mis hombros aplicándome más presencia de la necesaria. No quiero admitir el miedo que tengo, porque soy el que lidera, el que protege y cuida a este grupo. Y si yo caigo, ¿qué sucederá con los demás? Tengo que ocuparme de todo esto solo, y si tengo que sacrificar mi vida por ellos, estoy seguro de que lo haré, aun si destruyo mi promesa con mi hermana.

Al principio solo me importaba el deseo de regresar y permanecer a su lado, como siempre, pero ahora... Mientras miro sus expresiones perdidas y añorantes, supongo que me doy cuenta de lo que he encontrado ahora y de lo mal que me sentiría al perderlo. También está Brenda, y la promesa que le hice de regresarla junto a su padre... ¿Podría hacerlo, salvando la vida de ellos dos al mismo tiempo? La duda se instala en mi corazón y la apuñala con fiereza.

Nuestra suerte es efímera, y a pesar de que hemos podido disfrutar de este corto tiempo a salvo y en familia..., No creo que nos dure mucho. Si es cierto que tenemos la vigilancia misma de los dos presidentes, no creo que puedan ser indulgentes con nosotros.

Sin embargo, no me detengo a pesar de que tengo la sensación de que en algún momento voy a caer al suelo, derrotado del cansancio y del agotamiento mental y físico. Pienso entonces en lo mucho que me gustaría cerrar los ojos y abrirlos de nuevo en mi hogar, pero sería cómo pedir un milagro. Además, el hecho de ingresar a los Juegos, me ha permitido despertar del letargo en el que me consumía y darme cuenta del desastroso y oscuro futuro que nos depara a todos.

No creo saber qué puedo hacer con estas pequeñas demostraciones de rebeldía en los Juegos, pero mantengo la esperanza de que alguien haya afuera sea capaz de vernos y de inspirarse por nuestros actos; me conformaría con saber que alguien tome la valentía resguardada de su corazón y que consiga hacer algo más significativo que yo.

—Newt, ¿estás bien? —Presenciar la voz de Thomas tan de cerca hace que salte nervioso, y más al ver cómo pretende sostener nuestras manos con delicadeza.

¿Qué se creía? ¿Qué por haberme encontrado antes en un momento de debilidad, ahora nos convertiríamos en los mejores amigos del mundo? Frunzo mis labios, liberándome de ese agarre que solo consigue hacer que la sangre se me hiele.

—Estoy bien, en serio, es solo que..., Espero que encontremos una salida pronto, o voy a enloquecer contigo, Tommy. —Mentí rápidamente, haciendo una clara referencia a sus molestas preguntas de antes.

Este se dedica a mirarme como suele hacerlo, de una forma intensa, y cuándo abre sus finos labios, le interrumpe la voz aniñada de Chuck. Nos toma por sorpresa a ambos cuándo vemos que está más adelante nuestra y qué señala una puerta de metal que da por finalizado el camino. Me apresuro a reunirme con él, a pesar de sentir el ligero roce de Thomas por mantenernos juntos. Mientras camino en la dirección del crío, pienso en que no puedo dejar que esto pase de nuevo. No voy a permitir que mis extraños sentimientos y que su rara amabilidad invadan mi corazón y lo hagan trizas. Recupero mi rostro indiferente y pronto estoy delante de la puerta.

La ilumino con cuidado y alumbrando la parte superior, descubro algo escrito: "A8 ; Chuck Griffin". Entonces, miro con dedicación a mi pequeño amigo y él alza los hombros dándonos a entender que no tiene la menor idea de lo que ocurre.

—Creo que este es tu momento, amigo —le comenta con gracia Thomas, y este le golpea el torso. Aun así, me doy cuenta de que tiene toda la razón.

Posiciono una de mis manos bajo la barbilla, pensativo.

—Chuck, ¿recuerdas que antes Thomas se ha encargado de lo de sacar la llave y yo de abrir la puerta que nos ha llevado hasta aquí? —Asiente a mis palabras, para iluminarme con la linterna.

—¿A dónde quieres llegar? —Le aparto un poco esta, porque me ciega la vista.

—Creo que este es tu momento, como dice Tommy. Por alguna razón debe de poner tu nombre ahí, ¿no? —Vuelve a darme la razón, y a continuación decido sacar la daga de Minho por si acaso. Thomas está detrás de mi, acompañado de Luna.

Veo que Chuck, aun temblando cómo un flan y con Alec en la cabeza, se dirige a la puerta de metal. No quiero pensar en que siguen jugando con nuestras jóvenes e inexpertas mentes, y trato de verlo todo como la última partida, aquella que nos llevará a nuestro destino final.

—No tengas miedo, ¿vale? Estaremos contigo todo el tiempo —le asegura Tommy, y vemos como el mencionado suelta todo su aire con un deje que muestra toda la presión que de repente tiene encima.

Me siento algo mal por el, pero sin decir nada más, ambos esperamos a que se decida a abrirla.

Cuándo lo hace, al principio su interior se baña en una completa oscuridad, pero nada más este da un paso a su interior, todo se enciende como si alguien le diera a un interruptor al mismo tiempo. Entonces, vemos que adentro no hay más que una especie de enorme y moderno laboratorio.

Chuck nos guía ahora, y decidimos seguirle sin más demora. Luna es el último en entrar a la habitación antes de que se cierre la puerta tras de nosotros con una fuerza magnética; intento abrirla con rapidez, pero no consigo nada más que hacerme daño en los dedos. Rendido ante esta nueva situación, decidimos apagar las linternas al ya no sernos de utilidad.

—¿Dónde estamos? —Thomas le dice que se parece a uno de los muchos laboratorios de investigación de su distrito, y nos dedicamos a conocer algo mejor nuestro entorno.

Aparentemente se encontraban en una inmensa cámara subterránea. El lugar estaba repleto de todo tipo de maquinaria, cables, conductos y ordenadores de último modelo. En un lado de la sala —hacia su izquierda— descubre una hilera de unas veinte cápsulas blancas parecidas a los ataúdes de su distrito. Aparta la vista sin dudarlo al traerle malos recuerdos con solo compararlos. Y mientras se retuerce las manos por el frío que de repente ha invadido la extensa sala, se fija en la existencia de varias puertas que se sitúan en los laterales de la habitación. Tienen un diseño parecido al de la puerta de la que entraron, y teme que salga algo de ellas y que de nuevo sea una especie de trampa. Lo único que las diferencia son unos números que se encuentran encima de ellas; en total son unas cinco, incluyendo la suya.

Realmente no tiene ganas de matarse la cabeza buscando sus enigmáticos significados, así que se devuelve sobre sus pasos y ve que sus amigos, ambos, están observando una pantalla de ordenador muy interesados. Se acerca por detrás, queriendo sorprenderles al verles tan absortos con su propio descubrimiento. Simplemente les da un golpe en la coronilla y cree escuchar que el grito más aniñado sale de Thomas. Se carcajea ante sus rostros enfadados y molestos; un poco de diversión no les viene mal de vez en cuando.

—¿Qué? Estaban muy serios, así que no me pude resistir, lo siento. —Thomas observa mi sonrisa y no tarda en contagiarse por ella. 

Este es uno de ésos momentos en los que quiero que nada lo interrumpa; ni siquiera las estúpidas cámaras del Capitolio. Chuck se dedica a observarnos y niega levemente con la cabeza, sin querer decir qué se le pasa cuándo le pregunto. Su misterio me confunde y hace que carraspee, recuperando mi estado anterior. Bajar la guardia tanto tiempo no es de mi estilo.

—Te perdono lo que has hecho solo porque estoy de buen humor —me dice Thomas, para colocar una de sus manos en mi brazo y tirarme más cerca de ellos—. Mira esto, Newt, es un vídeo. ¿Crees que deberíamos darle? 

Coloco una de mis manos en mi cintura, pensando en lo que podría contener.

—¿Y si al hacerlo causamos que algo venga, como si fuera una especie de alarma? —Chuck suplica que no sea eso, y Thomas hunde sus hombros.

—No lo sabremos si no le damos, Newt. —Tiene razón en eso; así que rezando a quién sea que tenga un ojo visor sobre nosotros, veo que el niño le da al play.

Al principio lo único que se nos muestra es una pantalla en negro, después es cuándo la imagen va tomando forma y se vuelve nítida, en ella aparece la presidenta que se ha encargado de hacerme estos últimos días un verdadero infierno. Todavía lleva el cabello recogido en un moño y sonríe a la cámara con sus dientes blancos impolutos.

—Parece que habéis llegado a la recta final, así que os doy mi enhorabuena, mis queridos tributos. —El ambiente alegre que había disfrutado desapareció de golpe; al verla lo único que consigue es ponerme los pelos de punta. Las venas me arden y el calor sube por mis mejillas.

De pronto y lo que evita que haga una locura, es Thomas, quién coloca una de sus manos en mi hombro, y entiendo lo que busca: que escuchemos en calma, a pesar de la rabia que me dé el hecho de solo verla. Entonces recuerdo que no soy el único que la odia, y me abstengo de cometer algún error del que pueda arrepentirme.

—Los Juegos del Hambre están llegando a su final, por ese motivo debéis de superar la última prueba de valor en la que solo los verdaderos sentimientos que os invaden saldrán a relucir. —Mantiene esa sonrisa estática en su rostro rígido—. Que la suerte esté siempre de vuestra parte. —Eso es lo último que dice antes de que termine el video y la pantalla se apague de golpe.

Nos quedamos viéndola como tontos, y entonces cómo para despertarnos de aquella ensoñación que solo nos ha conseguido destruir nuestras esperanzas de salir victoriosos juntos, vemos que esta explota ante nuestros ojos. Rápidamente, agarro a Chuck de las solapas de su camisa y saltamos hacia atrás. En el suelo vemos que está arde en llamas y cómo la alarma antiincendios salta para apagar el fuego. Nos empapa en el proceso, pero mojados y con las ilusiones esfumándose, no sabemos qué hacer a continuación.

Thomas está de pie a mi lado, y me ayuda a levantarme cuándo la alarma antiincendios se apaga finalmente; después se dirige a Chuck y vemos que mira a sus pies, con expresión derrotada. Muerdo mi labio inferior sin poder evitarlo. Los nervios me atacan y mi corazón comienza a agitarse con rapidez. Me pregunto si me va a dar un infarto, pero no obtengo la respuesta que quiero. Lo único que siento es un frío increíble en mi piel y no quiero hacerme a la idea de lo siguiente que tenemos que hacer. Los Juegos de verdad nos han destruido por completo y dudo mucho que podamos volver a ser las personas que alguna vez fuimos.

—Uhm, quizás... Quizás se refería a otra cosa, a lo mejor... —Apretando mis puños, no puedo evitar hartarme de esta maldita situación y de la ansiedad que me corroe. No puedo prevenir tampoco gritarle a Chuck.

—¡Está muy claro su mensaje, Chuck! ¡Solo uno de nosotros va a salir de aquí vivo, no hay que entender nada más! —Me arrepiento de mis fuertes palabras al ver sus ojos con miedo y llenos de lágrimas. Vuelvo a morderme el labio inferior y siento el característico sabor a metálico en la boca. 

Thomas se acerca en mi dirección y echándome el cabello hacia atrás con un suspiro frustrado, me alejo de su lado. Necesito pensar y de solo hacerme a la idea de que tenemos que elegir quién se queda con vida de los tres, hace que mi corazón se lamente. Entonces cuándo estoy lo suficientemente alejado de ellos, me detengo en seco y pienso en las palabras de la presidenta. ¿Eso quería decir que... que los demás habían...?

—¡Newt! —De pronto la sala comienza a estremecerse y una extraña luz roja la ilumina.

Me fijo de inmediato en los números de las puertas y descubro que están brillando y echando la cuenta atrás. Lo sabía, me dije mentalmente sabiendo que se trataba de otra prueba. Mirando a mi espalda, veo que Thomas permanece al lado del niño que está temblando y llorando nervioso; la sala sigue vibrando fuertemente, y me doy cuenta de que la puerta que tengo enfrente tiene su número en el cero. ¿Eso significaba que...?

Oigo de nuevo la voz de Thomas llamarme y veo que todas las puertas tienen el mismo número, pero no puedo distinguirlas más, o preguntarme con detenimiento qué demonios está ocurriendo, porque la que tengo enfrente de mi, se abre de golpe. De ella sale la chica del 2 y se lanza sobre mí. Me toma por sorpresa y mi daga al estar guardada me es inservible, así que, sí, estoy desarmado.

—¡Por tu culpa mi compañero está muerto, maldita sea! ¡Debes de pagar con tu vida! —Eso es lo que me grita con su espada en mi yugular.

Entonces me da a entender que su compañero murió, pero no entendí por qué hasta el momento no había oído ningún cañón ni por qué no lo habían anunciado holográficamente cómo solían hacerlo desde el principio. Luego se me cruza el pensamiento de que pudieron hacerlo en las muchas noches que estuve inconsciente; de todas formas, es un problema menos y no puedo evitar sentirme algo aliviado por ello.

Está apretando su agarre sobre mí y si no fuera por mis buenos reflejos, habría sido incapaz de haberla detenido y ya estaría muerto. Es cierto que es doloroso agarrar el filo de su espada con las manos desnudas, pero no voy a dejar que me atraviese con ella.

El rostro de la chica está compungido y repleto de sentimientos que puedo anexionar con la rabia y la cólera; tiene fuerza, incluso aun cuándo su contextura es quizás menor desde que empezaron los juegos. Puedo sentir la espada contra mi garganta y cómo corta, y estoy seguro de que un hilillo pequeño de sangre comienza a salir. Observo sus ojos cegados por tal horrible sentimiento, y veo el claro dolor y traición en ellos; siendo así, solo una pregunta surca por mi mente. ¿Era necesario todo esto?

—No tienes porqué hacerlo, Emily. —Se detiene abrupta al identificar su nombre en mis labios, y agradezco haberlo recordado gracias a la recolecta de grabaciones de la cosecha.

Nos quedamos respirando agitadamente, estáticos y sin hacer ningún otro movimiento; entonces, de improvisto se me ocurre la posibilidad de unirnos y evitar más muertes sin sentido, sin embargo, vuelve a fruncir su ceño y me responde con un tono de voz alto y claro:

—Tu no tienes ni idea de lo que conseguiría con tu muerte, Newt. —Aprieta más su agarre y un quejido sale de mis labios; realmente no encuentro las fuerzas para defenderme, y no estoy seguro de querer llevarme la victoria en esta ocasión—. ¡Todo este estúpido Juego es por tu culpa, y con tu muerte por fin se acabaría...! —La sangre se me hiela cuándo veo una sombra encima nuestra, y ella se interrumpe al ver lo mismo.

Ambos miramos hacia arriba y vemos al chico del distrito 3 con un ordenador en las manos. Thomas la golpea con fuerza y veo cómo su cuerpo cae a mi lado, inconsciente. Menudo golpe, pienso agradeciendo la mano del chico de cabellos castaños que me tiende, y me levanto algo aturdido. Al momento sus manos se dirigen a mi cuello, y al sentirlo tan de cerca me pongo nervioso. Noto con rapidez que están calientes.

—Te has tardado, ¿eh? —Me mira con sarcasmo y sigue acariciándome el cuello.

Cuándo le aseguro que estoy bien, este se dedica a mirarme y a no apartar sus manos de mi garganta con sangre ya seca. Nuestros ojos se conectan, y me doy cuenta de la poca distancia que nos separa. Sus finos y sonrosados labios se abren y veo cómo aclara su garganta.

—Newt, yo... —Nos separamos de inmediato al presenciar otra sacudida en la sala, y al escuchar el grito de guerra de Chuck.

Dándonos la vuelta sin pensarlo ni un segundo, vemos que este posee en sus manos la espada con la que me había amenazado antes Emily. La sostiene en alto y sin dedicarnos ni una sola mirada, atraviesa con ella su corazón. Entonces, la chica convulsiona un par de veces y después ya no se mueve más. Un cañón resuena por todo lo alto y este suelta el arma, que repiquetea con un sonido estremecedor cuándo acaba en el suelo. Pronto el cuerpo del crío comienza estremecerse, y sé que está comenzando a darse cuenta de lo que ha hecho.

La luz roja sigue invadiendo la habitación, y aun no me hago a la idea de que Chuck acaba de matar a alguien. Por supuesto, esta claro que ha sido por causa del miedo, pero aun así... Thomas no deja de abrir la boca sin soltar palabra, y su rostro expresa una total culpabilidad. Yo aparto la mirada, pensando en lo horrible que son los juegos y en los monstruos en los que nos convierte.

—Lo... lo siento, pero... ¡Tenía que hacerlo! ¡No podía permitir que os hiciera daño! —Entonces se revuelve el cabello entrando en completa histeria—. ¡Dios mío! ¡¿Qué he hecho?!

Thomas no lo piensa dos veces cuándo se dirige a paso rápido hacia él, y lo estrecha entre sus brazos. Mientras les veo, Chuck le sostiene con fuerza, y pienso en lo mucho que parecen compartir una relación fraternal. Con un suspiro leve, e incomodándome un poco la luz incesante, me acerco a la chica y con una expresión lastimera, acabo por cerrarle los ojos.

—Lo lamento, Emily. —Quiero pensar que todo ha acabado, pero de repente las puertas número dos y tres hacen el típico click de abrirse, y acaban por hacerlo.

Aun no entiendo porque solo se abrió la de la chica (que era la número cinco), y no lo hicieron todas a la vez. Pero poniéndome alerta, sostengo mi daga con fuerza esta vez sacándola de su resguardo a tiempo, y me pongo con mi equipo que se encuentran detrás de mi, a la espera de cualquier cosa. Nuestra puerta, por cierto, era la número uno y estaba apagada señalando el cero desde que entramos a la sala.

La tensión es palpable cuándo veo cómo de ellas ingresan varias personas de sopetón; sin embargo, bajo el arma sin poder creer lo que veo al distinguir que de ellas salen Heather, Ethan, Teresa y Brenda. Lágrimas se aglomeran en mis ojos, aunque me niego a dejarlas caer. Es mi equipo, ¡están vivos!, pienso recordando nuestra promesa de encontrarnos de nuevo.

Thomas es el primero en reaccionar y menciona el nombre de su compañera, todavía abrazando a Chuck, quién se acerca corriendo hasta su compañero. Me fijo en su brazo derecho que esta vendado y en sus ropajes desaliñados; ahora si me da la sensación de que ha estado en los juegos, y no cómo la última vez que la vi que estaba impoluta. Mi amigo la recibe en sus brazos, soltando por el momento al niño de cabellos rizados. Aunque este expresa felicidad al ver que estamos en familia y a salvo.

Guardo de nuevo la daga entre los pliegues de mis pantalones, y mis ojos solo ven a Brenda, a aquella chica que está siendo recibida por Luna y que aparentemente está ilesa. Mis piernas se mueven lentamente, y por fin se da cuenta de mi presencia. No sé exactamente la razón, pero verla conmigo, con aquella viveza peligrosa en sus irises oscuros, me devuelven el aliento de vida que juraba haber perdido. Me digo que aún tengo oportunidad de cumplir mi pacto para con ella, y solo soy consciente de llamarla, y cuando nos reencontramos, inconscientemente la alzo en el aire repleto de una felicidad inmensa.

—¡No puedo creer que sigas con vida, Brenda! ¡No tienes ni idea de lo mucho que me alegra verte! —Le doy un par de vueltas, y finalmente la devuelvo al suelo para estrecharla con fuerza.

Ella me acaricia el cabello, aliviada, y cuándo nos separamos, mantiene sus manos en mis mejillas.

—Dios mío, Newt... Estás hecho todo un maldito cuadro. —Haciendo una referencia claramente a mis heridas y mis ropas sucias y hechas polvo.

Una carcajada sale de mis labios al recordar su humor negro, y siento muy lejano nuestra estadía juntos en el Distrito 12, como si hubiera pasado hace mucho tiempo. Sacudiendo la cabeza ligeramente, trato de regresar a mi realidad y darme cuenta de que está conmigo, viva y tan perfecta como siempre.

—Tu no estás mejor que digamos. —Ella sonríe cansada, y sin decir nada más, volvemos a abrazarnos.

Momentos después cuándo nos separamos, Luna salta de nuevo a sus brazos y ella lo acoge con una alegría palpable. Entonces, satisfecho con nuestro reencuentro, me doy cuenta de que dos personas más están en la sala y que esperan impacientes para hablar conmigo. Me acerco a ellos recuperando la seriedad que he solido mantener en los últimos días, mientras noto que las manos me tiemblan de la emoción. No voy a mentir, me alegra muchísimo verles con vida.

Están en condiciones parecidas a las nuestras, lo único que les diferencia es que están bañados en sangre y en que Heather tiene una venda en la pierna y Ethan en la oreja. Por lo demás, parecen estar bien. Cuándo estoy enfrente de ellos, la primera en recibirme es la chica de cabellos oscuros. Nos miramos sin decir palabra, y es ella quién me recibe en sus brazos con un pequeño saltito. Vale, esto no me lo esperaba.

Ethan nos observa con una ceja alzada, y temo sacar sus celos a colar. Aun así, meto mi cabeza en el hueco de su cuello, y me alivia enormemente saber que siguen siendo parte de mi equipo.

—Me alegra saber que no te has rendido, Newt.

—Sabes que eso no va conmigo —le respondo, acomodándole el cabello tras la oreja para fijarme en una pequeña herida bajo de ella—. ¿Qué os ha pasado?

Tras estrecharle la mano a Ethan, ambos me contestan: —Lluvia ácida.

Después se ríen al ver que lo han dicho a la vez, y comparto su minúscula alegría. 

—Eso lo explica todo —me limito a decir para ver que asienten a mis palabras escuetos. Supongo que los traumas de cada uno se quedarán pervivas en silencio.

Unos momentos más tarde, presentamos a Chuck y nos colocamos en un círculo en el que Heather se sienta en una silla porque comenta que su pierna no resiste más. Me preocupa el hecho de que pueda perderla, y rezo a los dioses porque no sea así. Ethan no deja de mirarla preocupado como siempre por su bienestar, y entonces el silencio se instala en nosotros.

Teresa sigue al lado de Thomas, quién no ha soltado a Chuck. Nadie ha preguntado por el cuerpo de la chica que está en el suelo frío, y espero realmente que siga siendo así.

—¿Y ahora qué sigue? —pregunta Brenda, que sigue acariciando a Luna, y Thomas y yo decidimos contarles lo del vídeo.

Tras ello, el silencio vuelve a dar de su presencia, y solo Teresa es capaz de romperlo. Está frunciendo el ceño mientras acaricia su brazo roto con expresión perdida.

—Supongo que lo que sigue es que solo quede uno de nosotros con vida, ¿no es cierto? —Todos al momento la miramos escépticos, y no podemos creer con el tono insípido y neutral con el que lo ha dicho.

Thomas la mira con seriedad y simplemente le dice: —¿Podrías tomar esa elección a la ligera después de haber formado lazos con todos? 

Ella cierra sus ojos y se limita a decirnos que solo expone los hechos y que no pretende hacer nada más. Miro a todos mis compañeros y observo la espada filosa de las manos de Ethan y temo que realice una completa locura. Sé por seguro que solo uno de nosotros tiene que quedar con vida, y aun así..., La luz del cuarto se vuelve blanca y todos miramos a nuestro alrededor, confusos por aquella acción. ¿No que el escenario debería revelar ante el público impaciente algo sangriento y merecedor de su atención?

Dando una vista a nuestro alrededor, alerta, descubro que todas las puertas utilizadas tienen el número apagado menos la que podría identificar cómo la cuarta. Frunzo mis cejas, buscando una respuesta ante aquello... pero me es imposible encontrarla. Así que, rendido, vuelvo a centrarme en mis amigos y me duele saber qué tengo que despedirme de ellos y que, probablemente, nunca los volveré a ver. 

Cuándo me preparo a sacar la daga de mis pantalones, no lo sé, a lo mejor para darme fuerzas internas..., El mismo silbido que identifiqué el día de la Cornucopia me invade y de inmediato miro a Heather que niega levemente, entonces y solo entonces, un carraspeo nos pone a todos de pie y escuchamos una voz grave sonar en los altavoces de la habitación, que hasta ese momento había ignorado de que existían.

Thomas me mira asustado y tengo el deseo repentino de ir a su lado y agarrarle de la mano, pero no lo hago. Me mantengo en mi sitio y trato de contener la respiración cuándo la voz pausada del presidente Snow retumba por toda la sala.

—Saludos, finalistas de los Quincuagésimos Quintos Juegos del Hambre. Me da gusto anunciarles que la norma tradicional de un solo vencedor en los juegos... ha sido revocada. —Todos nos miramos sin entender y realmente perdidos ante lo que dice—. Después de revisar con mucho detenimiento todos vuestros esfuerzos por regresar a casa, se ha llegado a la conclusión de que, aunque suene algo imposible de creer, en estos juegos se permita la supervivencia de seis vencedores. Buena suerte y que esta esté siempre de vuestra parte. 

Un pequeño estallido de estática y se acabó. Los presentes nos quedamos mirando con rostros llenos de incredulidad y sorpresa hasta que asimilamos la verdad que hay tras sus palabras. Todos saltan emocionados y se abrazan felices por haber ganado y haberse asegurado un billete de vuelta a casa, pero yo llevo la cuenta de los que somos en total, y me doy cuenta finalmente de la crueldad del Capitolio; soy el único en hacerlo. Thomas se me acerca con expresión vivaz y con la intención de abrazarme, pero solo se encuentra con mi cuerpo esquivo y no tarda en preguntarme con una clara ofuscación por mis acciones.

—¿No te has dado cuenta aun? —Lo miro con una tristeza palpable y bajando sus brazos entiende por fin a dónde quiero llegar.

Las voces se acallan tras de mí, y solo soy capaz de mantener mis ojos en la daga brillante y dorada que se encuentra en mis manos. Entonces, mientras los miro a todos, digo con voz solemne: —Uno de nosotros sobra. 



Nadie dice nada a partir de ese horrible momento; todos se quedan callados y supongo que el peso de la muerte aun descansa sobre nuestros hombros. Thomas lleva dando vueltas incesantes pensando en alguna posibilidad que no conlleve la muerte de nadie del grupo, pero Teresa no deja de decirle que no hay ninguna otra opción; supongo que Heather se ha hartado de ella, porque se levanta con esfuerzo y le grita.

—¿Entonces estás dispuesta a matar a uno de nosotros, o prefieres sacrificarte por la causa? —Ella abre sus ojos ofendida ante la pregunta y se acerca con gran velocidad en su dirección; se ve detenida por Ethan que se interpone entre ambas.

—Te aconsejo que no des ni un paso más. —La amenaza y entonces ella se limita a darse la vuelta y a sentarse en una mesa cercana con expresión molesta.

Observo a todos los tributos que quedan con vida, y es como si el tiempo se detuviera ante mí llevándose a rastras el aprecio y la confianza que hemos mantenido unos con otros. Me parece increíble que cuando parecía que realmente habíamos sido bendecidos con un milagro, ocurre esto. 

Cierro mis ojos, viendo a Brenda morderse las uñas, nerviosa, y a Chuck acariciar el lomo de Luna temblando como un flan. Supongo que teme ser el elegido; entonces cuando veo cómo Ethan sostiene el rostro de Heather, veo una profunda tristeza en el. Sé lo que le va a decir aun sin siquiera haber abierto la boca.

—Mátame, Heather. Mi único deseo es que regreses a casa, con nuestras familias y te permitas una oportunidad de una mejor vida. Sabes que siempre me ha dado igual lo que pase conmigo. 

Lo siguiente es inevitable, y la cachetada de ella sobre su mejilla es predecible. El chico se limita a morderse los labios, y no dice nada más.

—¡No vuelvas a decirme una tontería como esa nunca más, idiota! ¡No hay lugar para mí si no es contigo! —Ambos se miran con anhelo y amor, y sé lo que tengo que hacer.

Realmente lo sabía desde el principio, que no sería capaz de cumplir mi promesa con Brenda y mucho menos con Minho y mi querida Lizzy. Sé por seguro que sus corazones se partirán por mi partida, pero prefiero eso que verme obligado a observar la muerte de otra persona. No pienso quedarme de brazos cruzados, así que mientras doy vueltas a la daga entre mis finos dedos, me incorporo de la mesa en la que estoy apoyado. Trato de recordar sus rostros alegres y felices de hace unos momentos, porque no quiero ponerme más triste de lo que ya estoy.

A mi mente llegan las fantasías de las manos de Lizzy jugando con mi cabello, pretendiendo peinarme; después me invaden los miles de abrazos de Minho, quién siempre me regalaba su apoyo sin pedirme nada a cambio. Las sonrisas de mis padres dan aliento a mi corazón, y recuerdo las muchas veces que trataban de ocultar su cansancio solo para hacernos sentir mejor. Sae La Grasienta también está en aquellas fantasías y me salva el pellejo con su agradable calidez de siempre. 

Después Haymitch aparece de golpe, y todas las ocasiones en las que me ha protegido también me invaden; la amable mirada azulada de Alby traspasa mis recuerdos y me doy cuenta de lo brillantes que son. El olor característico de Bellamy y que me suele recordar a las azucenas me consume, y siento que está maquillándome con sus ágiles manos y sus comentarios dulces; me llegan también las imágenes ilusorias en la que su equipo nos acompaña y me alaban por mi valentía. Brenda, Chuck, Heather y Ethan también están allí.

Finalmente, siento que todos ellos se apoyan en mí y me dicen que estoy tomando la decisión correcta. Me decepciono al no ver en aquellas imágenes borrosas a Thomas, animándome como suele hacerlo, pero aun así, tomo distancia con todos los presentes, y pasándome la lengua por mis labios resecos, les digo con una voz tenue: —Ha sido un verdadero placer compartir esta aventura con todos vosotros, chicos. Desearía que hubiera otra manera de permanecer juntos, o que a lo mejor hubiéramos tenido la oportunidad de conocernos de otra forma... Pero esto es lo que hay. Perdonadme, y gracias por todo.

Cuándo estoy llevando la daga hasta mi yugular, todos al instante (incluso Teresa, lo cual me sorprende), gritan al unísono un "no" rotundo y tratan de detenerme; solo una persona lo consigue y es Thomas quién, en no sé qué momento, me ha alcanzado y agarra mi mano con una fuerza inconmensurable. Aparta esta de mi garganta y la mantiene con fuerza abajo, cerca de su corazón; un gruñido sale de mis labios y el ver cómo Luna me agarra de la tela de la ropa, deteniéndome de la misma forma; eso solo consigue enfurecerme. Alec también lanza un graznido nervioso y los demás presentes se han detenido al ver que no he cumplido con mi propósito.

—No lo hagas, no puedes, Newt —me implora con los ojos llorosos. 

Trato de soltarme de su agarre, pero no lo consigo. Eso solo hace que una extraña cólera me invada y se vea reflejada en mis palabras.

—¿Por qué no? ¡Esta es única manera de aseguraros vuestro regreso, no hay que decidir nada más! ¡Estoy preparado para morir! —Este niega con la cabeza, mientras no cede en su agarre.

Su resistencia me cansa y mis hombros se hunden, temblando violentamente. No puedo soportar esta situación, menos cuando me he hecho a la idea de garantizarles una salida y ver que la rechazan como si nada, me destroza por dentro. Entonces lo miro anhelante y me acerco tanto hasta él que nuestros rostros están demasiado cerca. Soy capaz de escuchar su respiración agitada y revuelta. 

Aprieto el agarre en la daga, y consigo finalmente arrebatársela de las manos. Pretende cogerla, pero no se lo permito, y solo un pensamiento surge por mi mente al ver que he perdido todas las fuerzas que había conseguido reunir momentos antes. Siento que algo me aprisiona la garganta, y que si sigue apretando, voy a cometer una locura de la que seguro me arrepentiré; por eso, se lo pido antes de poder hacerlo.

—¡Mátame! Por favor, Tommy. Por favor.

Las palabras que salen de mi boca no tienen control alguno, y se nota la desesperación en ellas. Le tendí la daga a prisas, con el propósito de que le echase valor.

—No me pidas que haga esto, Newt. No puedo hacerlo. —Se negó a coger el arma que le brindaba.

Aquello solo consiguió que lágrimas llenas de rabia salieran sin poder retenerlas más, y que me hundiera en mi propia miseria. Solo soy capaz de sentir cómo sus brazos me rodean e inconscientemente, le sostengo con fuerza del cuello aun con la daga en mano. Me niego a soltarla y a cometer una locura como antes; el miedo me aboca y no quiero ver que alguien a quién aprecio muera por mi culpa por no haber sido valiente y haberme negado a tomar la responsabilidad que me correspondía.

Nos quedamos juntos, abrazados, y unos segundos parece haberse calmado todo; sin embargo, aquel mismo estallido de antes resuena en la sala y nos hace separarnos de golpe. Es de nuevo el presidente; probablemente esté a punto de quejarse de lo lento que nos estamos tomando la decisión de matar al que sobra.

—Mis queridos tributos, comprendo que la decisión sea más complicada de lo esperado, pero el público está harto de esperar. Por ese motivo —al mismo tiempo que sus palabras, la sala vuelve a sacudirse como antes y la puerta número cuatro comienza a dar la cuenta atrás. Sabía que no debía de confiarme—, hemos tomado la elección de hacer las cosas más fáciles para vosotros.

Con los nervios a flor de piel, los presentes observamos la puerta que llega al cero, y lo único que se escucha son las armas que sacan mis compañeros para defenderse. Mi corazón sigue latiendo como loco, y la daga de mis manos parece pesar demasiado. 

Thomas se mantiene a mi lado, y recibe con gusto a Chuck que corre hasta nosotros. ¿Qué sorpresa nos traerá ahora el Capitolio? Entonces, distinguimos que la puerta hace el mismo click que todas las demás hicieron antes, y de ella sale la persona menos esperada. Realmente estoy sudando la gota gorda cuando le veo, porque tenía la esperanza de que hubiera muerto a causa de un Penitente, o por alguna otra razón. 

—Debes de estar jodiéndome. —Es lo único que digo al verle salir con una sola arma en sus manos; tiene una puñetera daga metálica.

Me di cuenta de que sus ojos estaban llorosos, y de que mis piernas querían doblarse por el miedo que me daba tenerlo con nosotros. Era Gally, la persona menos indicada para aparecer en estos momentos. Pensé de nuevo en los crueles que eran los del Capitolio y en el miedo que me daba saber que aquel chico no moriría sin llevarse a alguien de por medio.

Por el rabillo del ojo, vi que Thomas parpadeaba y se frotaba los ojos, dándome cuenta de que la sorpresa y la indignación le abrumaban.

—¡¿Qué demonios estás haciendo aquí? —gritó mi amigo, dejándose llevar por la ira.

—Gally, ¿qué te ha ocurrido? —pregunté, observando su deplorable aspecto.

El chico de cabello rubios me miró, y descubrí una pizca de reconocimiento en su mirada, pero nada más. No entendía qué era lo que le había pasado para estar tan ido, pero no auguraba nada bueno. Le di una vista rápida a su cuerpo y examiné su repentino temblor y la palidez enfermiza que destacaba por todas partes; sus ojos estaban enrojecidos como manchas de sangre en un papel. Sus manos se apretaban en la daga que nos apuntaba, mejor dicho, que me apuntaba, y parecía hacer un enorme esfuerzo por no lanzármela todavía. ¿Tanto me odiaba?

—Todo es por tu culpa, desde el principio supe que tendría que haber acabado contigo antes de hacerles caso. No entiendo porqué me dejé engatusar por sus palabras, no debería haberte perdonado la vida..., Tu existencia misma ha causado todo esto, pero si mueres, todo el mundo... me lo agradecerá. —Cada palabra era como un graznido, y me sorprendía enterarme de aquella revelación por segunda vez; la chica del 2 me había comentado algo parecido y temía que hubiera algo que no supiera, algo que se estuviera moviendo ante mis ojos y que no fuera capaz de darme cuenta. ¿Qué demonios estaba pasando a mis espaldas?

Antes de poder terminar esa reflexión, escuché su voz llena de rabia hacia mí.

—¡Tu muerte nos salvará a todos! —Eso es lo que me gritó antes de que todo se saliera de control. Pasó demasiado rápido, que incluso dudé de haberlo visto todo.

Gally llevó la mano hacia atrás y con una velocidad inusitada, se estiró y lanzó el cuchillo. En ese momento, todo pareció congelarse a mi alrededor; escuché un grito a mi derecha y noté movimientos en mi dirección. La hoja giró con un montón de vueltas, y alcancé a ver cada una de ellas en el aire. Quiso moverse, pero sus piernas no le respondían. Un grito ahogado se quedó atorado en su garganta y solo cerró los ojos.

Luego, cuándo no sintió dolor alguno, se permitió abrir los ojos de nuevo y vio cómo Thomas estaba ahí, arrojándose delante de él. Observó aquello con una mueca de terror absoluto, ya que él no quería que eso sucediese. Entonces, un pequeño borrón se sobrepuso por Thomas, y era Chuck quién acababa por recibir la daga finalmente. Esta le golpeó el pecho con un ruido húmedo y desagradable, enterrándose hasta el fondo. Su cuerpo se desplomó en el suelo con pequeñas sacudidas, y Thomas gritó su nombre mientras se arrodillaba a sostenerle entre sus brazos. Newt sintió que el universo entero se derrumbaba a su alrededor y que le aplastaba el corazón con todo su peso.

Había estado a punto de ver morir a Thomas si no hubiera sido por el crío; pero eso no mejoraba las cosas. Distinguió un movimiento a su izquierda, y vio cómo con una rabia sin precedentes, Heather apuntaba a Gally con su lanza larga y afilada. Esta le dio en el hombro y solo observó, del mismo modo que antes, cómo caía al suelo de rodillas y una mancha roja aparecía en la herida. Su cuerpo cayó en un ruido sordo, y se quejaba con alaridos estruendosos. Pero nadie acudió en su ayuda; todos se acercaron a Chuck que convalecía.

Sin esperarlo, me arrojé junto a Thomas, Teresa y Brenda que rodeaban el cuerpo del crío que se quejaba en silencio. El suelo se teñía de un oscuro color rojo y perturbaba la vista.

—¡Chuck, resiste! ¡Chuck! —le grité, con dolencias en el corazón. Mi voz salía rasgada y las lágrimas me acompañaban con cada palabra. Sentía un enorme nudo en la garganta al verle estremecerse con las convulsiones.

Los ojos se le salían de las órbitas y había sangre por todas partes.

—¡Maldita sea, Chuck! ¿Por qué lo has hecho? —le preguntó Thomas, con voz ácida y agarrándole las manos con fuerza. Era consciente de lo mucho que estaría repitiendo en la cabeza su promesa con él.

—No podía... dejar que murierais. —Aquella maldita frase hizo que la culpa se instalara en mi pecho.

De pronto dejó de moverse y sus ojos volvieron a su posición normal y se posaron en nosotros, y cómo aferrándose a la vida y resistiéndose a desfallecer todavía, murmuró unas palabras que por seguro acabarán por atormentarnos eternamente:

—Decirle a mi madre que la a-amo... Sed fuertes, y volved a casa. —Una tos seca brotó de sus labios, seguido de un enorme chorro de sangre—. Por favor...

Sus ojos se cerraron finalmente, el cuerpo se aflojó y respiró una última vez. Ambos se quedaron miraron la figura inerte de su amigo, de aquel al que le habían hecho promesas y el cuál no habían podido proteger. Luna rasgó el aire con un aullido lastimero, y reposó su hocico en su vientre. Alec cantaba una melodía triste y solo conseguía que su corazón se hundiera más todavía. Todos los demás tributos, a excepción de Gally que se seguía retorciendo por el dolor, lloraban por la muerte del crío y sinceramente, el más roto era Thomas.

Su espalda se hundía derrotada, y su cabeza se hundía en el pecho de su amigo. Quería abrazarle, darle fuerzas porque sabía que las necesitaba más que el mismo, pero... fue incapaz. No sabía cuáles eran las palabras que le ayudarían a calmarle, y temía dañarlo todo. Observó cómo Teresa apoyaba una mano en su hombro y cómo este se la sacudía de un golpe.

—¡Yo se lo prometí! —aulló, con una tristeza infinita—. ¡Le prometí que lo devolvería a su casa con su madre! ¡Le prometí que lo salvaría!

Vio cómo este apretaba entonces el cuerpo del crío contra su pecho lo más fuerte que pudo, cómo si así pudiera devolverle todo lo que le había dado en vida. Newt vio cómo se echaba a llorar como nunca antes lo había hecho, y cómo sus sollozos angustiantes alimentaron su rabia y resonaron por toda la sala expresando su impotencia.

Quizás eso fue lo que consiguió despertarle; el hecho de escuchar tan roto a su amigo le hizo levantarse entre sus propias lágrimas y mirar al causante de todo aquello. Al chico que se intentaba sacar del hombro la lanza que lo mantenía clavado en la pared, así que, sosteniendo con fuerza su daga brillante, le llamó por su nombre.

Este le miró asustado, pero rápidamente la escondió tras una petulante sonrisa y alzó sus cejas curioso al verle tan imponente. El chico solo sabía que la cólera le cegaba y que lo único que quería era empalar su cabeza; todos le dejaron paso, sobre todo Thomas quién seguía absorto en su dolor. Dio una vuelta a su daga entre sus dedos y cuándo estuvo con él, agarró su cabello con fuerza. Sus ojos destilaban odio hacia su persona, y cuándo vio cómo la sonrisa se le borraba del rostro, supo que por fin se había dado cuenta de que este era su final.

—No tenías por qué haberlo hecho, Gally. —Alcé la daga ante sus ojos, con el propósito de clavarla en su yugular. Su voz me distrajo en hacerlo.

—Pertenecemos al Laberinto, Newt. Todos lo hacemos. —Parecía querer continuar, pero se detuvo abruptamente al escuchar el estallido de sonido de nuevo.

Todo se congeló en un segundo, y escuché con atención las nuevas palabras del presidente que resonaron por la sala junto con unas estúpidas trompetas.

—¡Detente, tributo del 12! —Mi mano tiembla y si no es por Brenda que me sostiene la mano con fuerza, por seguro que ya se la habría empalado—. Quiero comunicarles con un verdadero placer que hemos tomado la decisión final de revocar nuestra última norma, y permitir la supervivencia de siete vencedores en este año. Por tal motivo, el asesinato de cualquiera de los tributos presentes se convalecerá con la muerte. —Se me hiela la sangre al entender sus palabras.

Me suelto del agarre de Brenda y caigo de culo contra el suelo, incapaz de creer lo que dice el presidente; incapaz de hacerme a la idea de que podríamos haber salvado a Chuck e ir a casa con él. Las manos me tiemblan y la daga de Minho cae al suelo, repiqueteando con un sonoro y triste sonido.

—Damas y Caballeros, me llena de orgullo presentarles a los vencedores de los Quincuagésimos Quintos Juegos del Hambre: Galliard Wood, Thomas Stephen Williams, Teresa Agnes, Heather Jackson, Ethan Blake, Brenda Brown y Newton Grey. ¡Estos son los tributos vencedores!

Lo siguiente que oímos es el rugido de la multitud que vitorean por el resultado final y que sale en directo por los altavoces.



Hace unas horas atrás que el aerodeslizador acabó por recogernos, incluidos a los cuerpos fallecidos de Emily y Chuck que llevaron en otro distinto al nuestro; Thomas se vio obligado a separarse del cuerpo de su amigo y le dolió ver como se destruía lentamente ante la pérdida.

Gally fue separado de nuestro grupo, más que nada por su seguridad. Nadie le echó de menos, y lo último que vimos fue que nos regalaba una mirada llena de rencor. Qué ganas tuve de reventarle la cara en ese momento; pero los médicos vestidos de batas blancas, con máscaras y guantes blancos esterilizados nos detuvieron para darnos nuestras merecidas revisiones y atenciones, al igual que curarnos todas las heridas causadas por los juegos.

De repente, algunos de los guardias al distinguirme en compañía de Luna y Alec quisieron matarles y arrancármelos de las manos, pero me interpuse y me negué a dejar a mi lobito y a mi cuervo muto, y sorpresivamente, no opusieron resistencia ante mi petición de quedármelos, aunque si recibía varias miradas negativas ante aquello. Lo mismo sucedió con mi daga; tras despojarnos de nuestras armas y mochilas, pretendieron arrebatarme la daga de mi mejor amigo, pero después de recibir una llamada telefónica, lo dejaron estar. Brenda me miró extrañada, pero decidí dejar de pensar en ello y disfrutar del gusto de aun tenerla en mi poder.

Con tiempo para pensar en lo sucedido, todavía no puedo creer que todos estemos con vida, y de que hubo una milésima oportunidad de que Chuck volviera también. Con un suspiro derrotado y con lágrimas secas en mis mejillas, permito que mi médico personal me termine de sanar el brazo y de eliminar con una máquina la cicatriz que quedó por ello. Aun me sorprende las tecnologías que producen y que son capaces de utilizar.

A través de uno de los cristales de la habitación en la que me mantienen, soy capaz de ver a Heather que está siendo tratada por su pierna. Hay un montón de médicos con expresiones serias y mustias; espero realmente que puedan curarla. Ethan hace rato que salió de sus operaciones y resulta que no perdió la oreja por la explosión que nos separó a todos; se la pudieron reconstruir a tiempo, lo cuál es una verdadera alegría.

Lo último que vi desde aquellas alturas fue el enorme Laberinto en el que habíamos estado durante casi dos semanas. Dándole una última mirada, me despedí con una mueca seria. Me alegraba haber salido de aquella tortura de juego.



Lo siguiente que sé es que hemos aterrizado después de un largo viaje en el tejado del Centro de Entrenamiento, en el que nos reciben varios Vigilantes del Capitolio y me extraño por su presencia. De todas formas, esperan a qué estemos todos predispuestos y sanados para sacarnos del lugar y arrastrarnos a través de calles en coches separados por parejas, en la que comparto con Brenda, Luna y Alec, y nos dirigen a un tren que nos espera con cámaras alrededor.

Mi mirada se une con la chica de piel morena, sin entender nada de lo que ocurre. Se supone que, como en todos los juegos, primero deben de ser las entrevistas y demás antes de regresar a casa; pero sinceramente, todo me importa un comino ahora mismo. Si volvemos a nuestras casas pronto, será lo mejor. Mientras avanzamos en el coche, siento lástima al no poder haberme despedido de los demás, pero supongo que nos veremos pronto. Luna se revuelve entre mis brazos y le regalo varios besos en el lomo, lo que logra apaciguarle.

Normalmente pasan unos días entre el final de la competición y la presentación del vencedor, de modo que puedan volver a convertir a un tributo muerto de hambre, herido y destrozado en una persona de nuevo. Todos estarán haciendo los preparativos para los distintos vencedores, al igual que en nuestros distritos lo que se espera por los próximos días son, a pesar de las muertes y dolencias, semanas de festejo y felicidad. Aunque no creo poder compartirlas.

De repente, pienso en lo cerca que estoy de casa y de... ¡Minho y Lizzy! ¡De mis padres! ¡Pronto estaré en casa de nuevo! ¡Podré devolverle la daga a mi mejor amigo! La idea consigue aliviarme enormemente, y hacer que los ánimos de encontrarme con ellos crezca con más fuerza que nunca. Las calles finalmente llegan a su fin y nos detenemos enfrente de aquel vehículo que nos devolverá a nuestros hogares.

Los Vigilantes nos obligan a bajar deprisa, y siento un ambiente extraño a nuestro alrededor; consigue ponerme los pelos de punta. No obstante, la situación se vuelve más complicada cuándo veo que los coches en los que iban los demás arriban cerca nuestro, algo oscuro se instala en mi pecho. ¿Qué demonios...? ¿No tendríamos que habernos separado?

Un Vigilante me agarra del brazo con fuerza y tira de mí hasta entrar en el tren; los demás tributos me siguen por detrás y comparto una mirada complaciente con Thomas. Esta de la misma forma que yo, confundido, aunque todavía distingo vestigios de dolor en su mirada.

—¿Pueden explicarnos que está sucediendo? —Trato de hablar con uno de los guardias, pero solo recibo un apretón de este y lo siguiente que hace es lanzarme al interior del tren, con todos los demás.

Las puertas se cierran tras nuestra entrada, y sospecho que esto tiene algo que ver con...

—Bienvenidos, vencedores. —Esa voz consigue que abra los ojos inquieto y al darme la vuelta, veo al hombre que me recuerda una rata.

—¡Janson! —exclama Brenda, sorprendida.

Galliard no está con nosotros, y pienso en qué siguen haciéndolo para que no le reviente la cara. Mi estilista nos dirige al interior del vehículo, llevándonos hasta el comedor mientras nos anuncia que han preferido que compartamos el mismo tren todos los vencedores para regresar cada uno a su distrito. Nadie dice nada ante sus palabras, pero sé que todos estamos extrañados ante ello, ya que da la sensación de que es algún tipo de mentira.

En el comedor, nos reciben distintos avox, en los que con sorpresa descubro que entre ellos se encuentra mi querido amigo Alby. Cuándo me ve con sus hermosos ojos azules, me regala una sonrisa imperceptible. Sé que no podemos acercarnos con confianza, menos con tanta gente delante, pero le devuelvo la sonrisa al mismo tiempo que tomamos hueco en la mesa.

Janson no dice nada de los animales que traigo conmigo, y probablemente pienso en qué se ha visto coaccionado por algún poderoso de arriba. ¿Me habría ganado el gusto de alguien con interés político para los presidentes, y por ello accedían a mis peticiones? Sin embargo, lo agradecía porque había temido la posibilidad de que fueran a ser capturados ante mi llegada.

Pronto nos traen un montón de manjares, y observo a todos mis amigos que comen hambrientos y con una alegría nostálgica. Entiendo ese sentimiento; cuándo veo a Thomas, este mantiene su mirada conmigo y me señala hacia un lado. Cuándo le sigo, descubro que Janson esta detrás de mi, mirándonos a todos con una atención que me resulta un tanto incómoda.

De pronto, en el momento en el que me dispongo a preguntar qué carajos está sucediendo realmente, la puerta de la entrada se abre y por ella entran dos personas que reconocería en cualquier parte. Dos personas que consiguen calmar mi corazón y devolverme a la realidad.

No puedo evitar levantarme de la mesa de golpe.

—¡Haymitch, Effie! —Siento la mano de Janson en mi hombro y me da mala espina.

Me parece que mi equipo se da cuenta de ello y lo toman como una agresión, porque todos dejan de comer y observan a mi estilista con miradas que realmente dan miedo. ¿Qué han hecho los Juegos con nosotros? Haymitch se apresura a tranquilizar las aguas, y toma asiento con Effie en un lateral de la enorme mesa. El lobo de pelaje blanco y deslumbrante, junto al cuervo muto poseedor de unos oscuros irises rubíes, recorren la sala después de haber sido alimentados con una buena ración de carne fresca.

—Muchachos, calmaos. Es hora de disfrutar de la comida y relajarse. No tenéis que luchar más, ya no estáis en los Juegos. —Aquello hace que todos reaccionen y prosigan alimentándose, pero yo comparto una mirada con mi mentor y a pesar de las ganas que tengo de estrecharle entre mis brazos, me abstengo y recupero mi puesto.

Me libero del agarre de Janson, y trato de no dejarme influenciar por el mal ambiente. Observo a mis amigos y a mis allegados, y me nace el deseo de quedarme así para siempre. Effie toma una taza de café mientras nos sonríe, a Brenda y a mí, y por primera vez veo que en sus manos se encuentra un vaso de agua... ¿Desde cuándo ha dejado la bebida? Aquello hace miles de pensamientos surjan por mi mente y la revuelvan sin clemencia. Trato de centrarme en cortar bien el bistec de mi plato, pero..., Pienso de repente en qué nada perdura eternamente.



Janson después del postre, que se trató de un pastel de chocolate para todos, se marchó por la puerta corrediza tras recibir una llamada de urgencia, esquivando a mi lobo con cuidado. Nadie le echó de menos, aunque aun me resultaba extraña su presencia con nosotros como la de mi mentor y mi consejera. Effie optó por marcharse a acompañar a las chicas a sus respectivos aposentos para descansar y airearse; y sorpresivamente, Haymitch se llevó a Ethan que deseaba lo mismo. Antes de desaparecer por la misma puerta, compartimos una última mirada y su cara amargada me dio mala espina.

Los avox restantes acabaron por abandonar la sala y solo quedamos Thomas y yo que decidimos irnos a la sala de estar, en la que a parte de unos pocos muebles solo habitaba una televisión de plasma. Luna y Alec nos seguían por detrás, y se dedicaron a dar vueltas por todo el lugar, curiosos ante todo aquello nuevo que encontraban. Fue gracioso ver que algunos de los avox que pasaban por allí, ya sea llevando artilugios de limpieza u otras cosas, se asustaban al verles; no se quedaban mucho tiempo después de ello.

Thomas y yo nos juntamos en una vidriera de cristal en la que podíamos observar todo nuestro entorno con detenimiento; sin embargo, debido a la rapidez del vehículo, solo éramos capaces de distinguir algunas motas borrosas y de color verde que anexionábamos con lo que serían los árboles. No dijimos nada al principio, pero con el transcurso de los minutos, el suspiro grave que provino de sus labios hizo que pusiera toda mi atención en su persona.

Su rostro está perlado por el sudor, y sus ojos muestran dolencias que creo ser incapaz de aliviar, ni siquiera con el paso del tiempo pienso que podría borrar las marcas de este pasado y aquel hecho me atormenta. No quiero ni imaginarme de las muchas pesadillas que nos perseguirán al dormir tras esto.

—¿Crees que todo ha acabado, Newt? —Su tono hizo que un escalofrío me recorriera entero, y cerré los ojos por un momento, dejando que por mi mente se pasaran todos los recuerdos horribles y desastrosos producidos por los juegos.

Muchas de las personas que han muerto por mi causa me invaden la mente y es por seguro que me causarán arrepentimientos por el resto de mi vida, pero por el momento... Mantengo una serenidad producida por el hecho de recordar que ya estoy muy cerca de mi casa, y de mi familia. Thomas sigue manteniendo ese rostro lleno de lamentos y quiero que lo borre, pero de nuevo, no hay palabra alguna que pueda quitarle las penas.

—Nunca dejaremos de formar parte de estos Juegos, Tommy. —Aquello hace que compartamos una larga mirada, y aprecio su semblante tembloroso. Sus labios se fruncen y tengo el deseo de hacer que se detengan.

Así que le digo lo mejor que se me ocurre, mientras trato de fingir que nada de lo que nos espera me preocupa.

—Vamos a casa, Tommy. —Intenté que mi tono de voz expresase un poco de alevosía—. Creo que nos merecemos una pequeña alegría.

—¿A costa de qué? —Aquello solo consigue que me muerda los labios cómo suelo hacer últimamente y mis cejas se frunzan por su respuesta.

No decimos nada por un rato, y después siento que su mano derecha pretende rozar una de las mías. Siento la fibra de sus dedos, caliente y suave, y no la aparto. Entonces cómo si hubiera recibido un pase, acabamos sostenidos de las manos y mi corazón consigue retraerse del dolor y encontrar una paz momentánea. ¿Era por causa suya? Al ver que me mira con la misma dedicación de siempre, sé lo que se esconde tras ella: un eterno agradecimiento hacia mi persona. Le devuelvo la mirada buscando que lea lo mismo a través de la mía, porque mi agradecimiento hacia é es completamente sincero; me ha salvado la vida muchas veces, y si no fuera por su ayuda, quizás no tendría la oportunidad de volver a ver a mi familia y a las personas que quiero.

—Tommy, creo que es pronto para decirlo, pero..., Ellos te seguirán a donde sea, ¿sabes? —Haciendo una referencia clara a los demás tributos que nos acompañan.

Y lo digo en serio; Thomas también en esta aventura ha demostrado valerse de liderazgo para sacarnos adelante, y si en algún momento hubiera tenido que confiarle la vida de los demás y la mía misma, lo hubiera hecho sin dudarlo.

Mi amigo aprieta nuestro agarre de manos, mientras me mira intensamente con aquellos ojos castaños brillosos y esperanzados de nuevo. Me alegra verlos así, porque parecen estar cómo antes. Siento que a pesar del duelo que nos lleve superar a todos los que hemos perdido, si estamos juntos, podremos con lo sea.

—Te seguirán a ti también. —Se relame los labios, dedicando una vista a nuestras manos entrelazadas que muestran un sentimiento que identifico con algo parecido al cariño; después vuelve a unir nuestros mirares y veo solo sinceridad en ellos—. Yo te seguiré hasta el final de mis días, Newt.

(...)

N/A → ¡Mis queridos ángeles, espero que les haya gustado este camino que he creado con mis manos! La verdad es que me siento algo triste pero emocionada de ver que finalmente y por primera vez, he podido acabar mi primer libro. Y sí, cómo pueden sospechar, hemos llegado al final. ¡Pero no se preocupen, aun me queda subir un extra y otra noticia más!

¡Así que no desesperen, por favor! Aparte de eso, decirles que ha sido una verdadera alegría ver cómo la historia crecía por momentos y cómo he recibido tanto apoyo con el paso de los meses.

Espero que se den cuenta de las muchas referencias que saco de los libros, películas y del tráiler que hice al principio. Sé que es largo el capítulo, pero lo he hecho con todo mi amor para todos ustedes. ¡Los amo demasiado, y nos veremos pronto! ;3

Se despide xElsyLight.

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