𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

༄˚⊹ 𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗳𝗼𝘂𝗿; ENCUENTRO INESPERADO.


TRABAJAR EN LOS JARDINES me gustaba. Puede que sonara raro, pero me relajaba pasar tiempo con las plantas. Zart estaba tratando de darme siempre tema de conversación y no me molestaba, de hecho me agradaban sus charlas y su persona. Newt, en cambio, no me había dirigido la palabra desde que llegué, aunque eso no significaba que no lo hubiera pillado varias veces mirándome fijamente. Yo también le había echado algún que otro vistazo, no lo negaré.

-¿Y habéis probado a escalar los muros? -le pregunté a Zart mientras recogía los tomates ya maduros que veía por ahí. Estaba dándoles ideas sobre cómo salir de este lugar.

-Sí, pero son demasiado altos y las enredaderas no llegan hasta ahí -me contestó el rubio ayudándome en mi tarea, sin quitar la vista de ésta.

-¿Y a meteros en la Caja y esperar a que baje?

-También lo intentamos.

-¿Y no se os ha ocurrido lo de...?

-Ya lo hemos probado todo. -Alcé la mirada rápidamente al escuchar por fin la voz de Newt. Estaba a unos metros de distancia, apoyado en el mango de una pala clavada en el suelo, marcando las venas de sus brazos-. Todas las ideas que tengas para salir de aquí ya las hemos probado. Así que no le des más vueltas.

Bufé, se notaba que seguía enfadado conmigo. Me estresaba que, en vez de intentar hablarlo, se callara y solo hablara para reprocharme cosas y/o hablarme borde.

-Anda, ve a buscar estiércol y deja de preguntar -me dijo en broma Zart y cogí ejecutando algunos malabares el cubo que me lanzó.

Puse los ojos en blanco y empecé a caminar hacia los oscuros árboles que conformaban el bosque, alejándome de esos dos.

-"Haz esto, haz lo otro", "eso ya lo intentamos", "deja de hacer preguntas"... -hablé para mí misma imitando las palabras que me dijo antes Newt-. Joder, tampoco te pongas así. Si no me lo explicas, ¿cómo esperas que no pregunte?

Seguí insultándolo por lo bajo mientras daba un paseo por allí. A decir verdad, era tranquilo. Me gustaba el silencio y el olor a naturaleza.

Mientras susurraba cosas sabiendo que nadie me escuchaba, me tropecé con algo y caí al suelo. Solté una maldición y miré el objeto que me había causado esa torpe caída, pero me callé enseguida al ver lo que era: un cráneo humano.

Espera, ¡¿un cráneo humano?!

Me detuve a observar alrededor y me tranquilicé un poco al ver que a unos pasos de mí había una tumba hecha con palos, y varios huesos del cuerpo sobresalían de la tierra fértil. Agucé la vista para mirar los detalles, y me fijé en el nombre tallado en la madera colgada de los palos: George.

Un momento... Ese nombre me sonaba de algo.

Rebusqué en lo más profundo de los pocos recuerdos que me quedaban y acabé acordándome: George era uno de los nombres que vi tachados en la piedra del muro en el que Alby me había dicho que escribiera el mío.

Así que allí estaba su tumba... ¿Cuál habría sido el motivo de su muerte?

Entonces me di cuenta de que ya no me sentía tan segura en el bosque. Una extraña sensación recorría mi cuerpo. No me daba buenas vibras aquel lugar. Tragué saliva con los nervios a flor de piel y miré hacia los lados. De pronto, empecé a sospechar que no me encontraba sola. Podía sentir los ojos de alguien o algo sobre mí.

¿Pero qué estaba diciendo? No era posible.

Quería pensar eso, que me estaba volviendo loca, pero algo me decía que no era así.

Me levanté con dificultad dando vueltas sobre mí misma por si acaso mis instintos no se equivocaban del todo y pillaba cualquier tipo de movimiento, pero nada.

Suspiré y me reí, menuda tontería toda aquella situación, menos mal que nadie me había visto.

Recogí el cubo y fui a dar un paso para seguir buscando estiércol con una sonrisa de burla en mi rostro, pero ésta se borró en cuanto escuché un ruido de una rama partiéndose detrás de mí.

Mi corazón empezó a bombear sangre con más rapidez, lo sentía a punto de salírseme del pecho. Lentamente giré mi cabeza para ver lo que había causado el sonido; me esperaba cualquier cosa.

Cualquier cosa... menos esa.

Ahogué un grito al ver a una especie de araña robot gigante a apenas unos metros de distancia de mí. Me quedé paralizada. Literalmente. Intentaba con todas mis fuerzas mandarle a mi cerebro órdenes para que comenzara a pensar en lo que hacer, pero parecía que se había quedado tieso.

El bicho era una criatura amorfa del tamaño de una vaca. De su cuerpo sobresalían unos siniestros miembros a modo de brazos, que tenían aparejos en los extremos como una cuchilla de sierra, una colección de tijeras y varillas largas. Era una mezcla grotesca de animal y máquina.

Aquello no parecía haber reparado todavía en mi presencia, así que, cuando por fin me vi lista, di un paso largo pero silencioso para alejarme de allí. Luego di otro y otro y otro más, pero, la cuarta vez que puse un pie sobre el suelo, pisé algo que hizo un ruido casi inaudible, y teniendo en cuenta de que reinaba el silencio, se escuchó demasiado bien.

Parecía que la suerte se puso de mi lado en ese momento, ya que justo cuando la criatura se giró bruscamente, yo conseguí esconderme tras un grueso tronco que me taparía por completo siempre y cuando no me moviera.

Me puse una mano en la boca para callar mi respiración acelerada y traté de retener las lágrimas que amenazaban con salir. Algunas me resbalaron por las mejillas debido al estrés que me producía toda esa situación de vida o muerte, porque tenía claro que esa cosa no era lo que se decía "amigable".

Podía oír como sus brazos de metal que se clavaban en la tierra iban acercándose cada vez más a donde me encontraba. Unos segundos más y ya me podía dar por muerta.

Entonces, vi por el rabillo del ojo una pata justo a mi lado. Daba otro paso y lo tendría a centímetros de mí.

No sé si fue Dios quien me escuchó rezar cincuenta Padrenuestros o simplemente se trató de un milagro, pero no le vi la cara a esa araña robot, ya que se quedó parada y el siguiente paso que dio fue para retroceder.

Esperé un poco más mientras oía cómo se iba por donde había venido, y cuando el sonido de sus patas contra el suelo casi ni se escuchaba, asomé media cara. Veía al bicho, pero mucho más lejos que la primera vez que reparé en él.

Quizá debería haber esperado un segundo más o tal vez unos minutos, pero la adrenalina que corría por mis venas en aquellos momentos no podía esperar más para salir de ese bosque.

Corrí lo más rápido que las piernas me permitieron. Sinceramente, no recordaba haber hecho un camino tan largo de ida (a lo mejor me había perdido), pero igualmente no me detuve ni miré atrás en ningún momento, así que tampoco sabía si el monstruo me estaba persiguiendo. Cuando ya llevaba un par de minutos corriendo literalmente por mi vida, grité:

-¡AYUDA!

Unos segundos después empecé a ver árboles más dispersos y... luz. Allí estaba el Claro, al fin.

-¡AYUDA! -volví a chillar para que me escucharan. Quería que se enteraran de que estaba ahí por si acaso el monstruo me había seguido y estuvieran listos para matarlo si lo veían.

Estaba ya llegando cuando me tropecé con una rama y me caí por una cuesta, pero afortunadamente, cuando dejé de rodar, vi a un montón de clarianos corriendo hacia donde me encontraba tirada.

Respiré por la boca varias veces, exhausta por la gran carrera, mientras apoyaba solo las rodillas y las manos en el suelo.

-¡Maggie! -exclamó entonces Newt, apartando a empujones a algunos clarianos que se interponían en su camino. Luego se tiró al suelo de rodillas, sin importar el daño que se podría haber hecho al caer tan bruscamente, y cogió mi rostro entre sus manos. Enseguida mis ojos cansados conectaron con los suyos asustados-. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

Traté de articular palabra, pero nada salía de mi boca, solo jadeos del cansancio y algún que otro sollozo. Newt, al ver que no servía de nada preguntarme si no me calmaba antes, se acercó a mí y me dio un beso en la frente. Después soltó sus manos de mi cara y las colocó sobre mi espalda, atrayéndome hacia él y envolviéndome en un cálido y reconfortante abrazo.

Tardé un poco en rodear su cuello con mis brazos debido al shock, pero al final lo conseguí.

-Ya estás a salvo, Maggie -murmuró en mi oído-. No dejaré que nadie te haga daño mientras estés conmigo, ¿entendido?

Tragué saliva y dije que sí con la cabeza. Él me acarició el pelo para tranquilizarme mientras me susurraba cosas bonitas, y, tras tantos minutos de sufrimiento, me sentí segura entre sus brazos.









-Entonces vi como por fin se iba y empecé a correr -continué explicándoles mi historia a Alby, Newt y Minho, quienes se encontraban delante de mí, de pie, los tres de brazos cruzados y con una mirada seria-. Conseguí llegar aquí y... bueno, ya sabéis lo demás. Por suerte, no me ha seguido, o eso creo.

Bebí otro sorbo de agua del vaso que me había dado antes Jeff. Estaba sentada de piernas cruzadas en una camilla de la enfermería porque tenía varios raspones y heridas debido a las caídas que sufrí escapando de ese bicho.

-¿Es lo que creo que estoy pensando? -dijo Minho mirando a los otros dos varones a su lado.

-Es imposible, nunca salen de día -se negó Alby rotundamente.

Fruncí el ceño.

-Mmmm... ¿de qué estáis hablando? -pregunté, atrayendo la atención de todos enseguida.

Alby y Newt se dirigieron unas miradas que no logré descifrar lo que querían decir.

-Laceradores -habló Newt y Alby le pegó un codazo. Parecía que no quería que yo lo escuchara-. ¿Qué, Alby? Está asustada y merece saber lo que ha visto.

-Esperad -los frené y tragué saliva antes de seguir hablando-. ¿Me estáis diciendo que lo que había en el bosque era... un lacerador?

-Sí -contestó Newt.

-No -dijo Alby a la par que el rubio.

-No estamos seguros -me aclaró Minho tras la breve discusión mediante miradas y gestos de los dos líderes del Claro.

Alcé una ceja.

-¿Que no estáis seguros?

-Sí -me respondió el asiático-. Nadie nunca ha visto uno y vivido para contarlo, así que no podemos asegurar que aquello fuera un lacerador al cien por cien.

-Era un lacerador -lo interrumpió Newt con la mirada perdida y una mano frotándose el mentón-. ¿Qué otro tipo de monstruos hay en este lugar? Ninguno.

-Te equivocas, Newt. No sabemos si hay más aparte de los laceradores, pero si tienes dudas, ¿por qué no se lo preguntas a los cabrones que nos metieron aquí? -comentó sarcásticamente Minho, y el rubio se dedicó a observarlo lo peor que pudo.

-Ya basta, chicos -ordenó Alby y ambos se callaron de inmediato-. Fuera lo que fuese eso, lo importante es que no te ha hecho nada, Margot. -Me miró ahora a mí-. A partir de ahora, al bosque se entrará en grupos de tres o más personas, por si acaso se vuelve a tener un encuentro con alguno de esas cosas.

Todos asentimos con la cabeza, de acuerdo con su propuesta. El de piel morena también nos dijo que se diseñarían más tipos de armas y elementos de defensa por si acaso ese monstruo u otro que pudiera haber por ahí escondido decidía aparecer por el Claro.

Después de esa pequeña charla, nos avisó de que habría una pequeña asamblea para contarles a los demás clarianos lo sucedido y las nuevas medidas, y nos mandó a los tres a trabajar o a terminar lo que tuviéramos que hacer.

Estuve otro rato más en los Jardines con Newt y Zart, ahora más cómoda por no seguir enfrentada con el de acento británico pero también más insegura y nerviosa por lo que había vivido hacía unas horas.

Ya era de noche cuando, saliendo del comedor con la barriga llena tras la asamblea que tuvimos (esa que nos mencionó Alby), alguien me cogió de la mano y tiró de mí. Enseguida me calmé al ver que solo se trataba de Minho.

-Te recomiendo que te vayas a acostar pronto, verducha. Mañana te despertaré muy pronto para empezar -me susurró en el oído causando que un escalofrío me recorriera la columna vertebral, pero ignoré esa sensación y me centré en lo importante: la noticia que acababa de darme.

Me giré rápidamente para quedar frente a él, también teniendo que mirar hacia arriba, cómo no, porque me sacaba algo más de una cabeza.

-¡¿Podré hacer las pruebas?! -pregunté en un susurro inaudible pero en el que podía divisarse mi emoción.

El asiático asintió con la cabeza con una pequeña sonrisa y lo abracé por instinto, casi sin darme cuenta de lo que acababa de hacer. De todos modos, Minho me lo correspondió, aunque segundos después, ya que seguro que le había pillado desprevenido.

-Hay algo en ti que me ha convencido -me confesó tras separarnos-. No sé, te veo con potencial.

-Es que tengo potencial -dije egocéntricamente de broma y luego solté una risa, contagiándosela al moreno.

-Nos vemos -se despidió de mí-. No me decepciones.

Le hice el típico gesto de la mano en la cabeza como los saludos que hacen los militares y ambos nos fuimos por caminos distintos.

-Maggie -escuché entonces decir a alguien; aunque por el apodo ya sabía quién era.

Me volteé para ahora encontrarme con Newt. Él sonreía levemente y sus ojos tenían un brillo especial.

-Ven, quiero enseñarte algo.

Cogió mi mano y me guió hacia un sitio. Caminamos unos minutos hasta que llegamos a un lugar donde había unas cuantas escaleras para subir a una plataforma de madera arriba del todo.

-Espero que no tengas vértigo -dijo Newt en un tono burlón.

-No recuerdo nada, así que no sé si antes de llegar aquí tenía miedo a las alturas o a alguna otra cosa -bromeé y el rubio rio, dándome la razón.

Me ofreció su mano para ayudarme a subir primero y lo halagué exageradamente diciendo que menudo caballero estaba hecho. Newt me pegó un golpe amistoso en el brazo y me metió prisa para subir.

Cuando llegué arriba tuve que empujar una puertecita de madera y atravesarla. Tras hacerlo, observé a mi alrededor.

Aquel sitio no era muy grande, pero seguramente cabrían por lo menos cinco personas de pie. Tenía una pequeña barandilla para evitar las caídas y desde allí se podía ver absolutamente todo el Claro. Era impresionante y muy bonito, a decir verdad.

-¿Te gusta? -Me sobresalté al oír la voz de Newt detrás de mí, me había quedado tan embobada que no me acordaba de que no estaba sola.

-Sí -articulé sin siquiera girarme a verlo, solo apreciando la belleza del paisaje que me rodeaba.

Debo admitir que lo que hizo Newt a continuación era lo último que me esperaba. El chico posó sus grandes manos sobre mi cintura y segundos después la rodeó con sus brazos, mi espalda chocando contra su pecho.

Mis músculos se habían tensado en ese instante y mi corazón bombeaba fuertemente contra mi pecho. Esperaba que Newt no notara las pulsaciones aceleradas, porque si no, qué vergüenza.

-Siempre que me siento estresado vengo aquí. Me gusta la tranquilidad -susurró, su voz rozándome la coronilla de la cabeza y provocándome escalofríos.

No sé cuánto tiempo pasó que nos quedamos en esa posición, sin hablar, solo compartiendo aquel momento, disfrutando del calor que nos proporcionaba el cuerpo del otro.

Luego de un rato, ambos nos encontrábamos sentados en el suelo de aquella plataforma, con las piernas colgando al vacío y mi cabeza apoyada en el hombro de Newt. Él tenía la suya posada sobre la mía.

-Newt -dije muy bajito, porque con el silencio que reinaba el Claro se oía perfectamente cualquier tipo de sonido. Él no movió la cabeza, pero sabía perfectamente que me estaba escuchando con atención-. ¿Por qué no quieres que sea corredora?

El rubio se dedicó a suspirar. Podía ver como su cuerpo se había tensado ante mi pregunta. Pasaron unos segundos eternos hasta que su voz entró por mis oídos.

-Es muy peligroso, Maggie. Si hoy lo he pasado mal cuando te he visto llegar del bosque tan agotada, asustada y herida, no podría soportar tener que vivir el miedo diario de que un día no vuelvas del Laberinto.

-Newt, sé cuidar de mí misma.

-Lo sé -me interrumpió-. Pero aun así, es imposible para mí no pensar en que te puede pasar algo malo. No puedo perderte, Margot.

Sé que no lo dijo de ninguna forma especial, pero no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Fue algo muy raro, pero me gustó la sensación. Con Newt estaba cómoda, segura. Me agradaba su presencia.

-No me vas a perder -le prometí. Recordé entonces la conversación que había tenido antes con Minho-. Minho me ha propuesto hacer las pruebas mañana por la mañana, dice que me ve con potencial. En principio le dije que sí, pero si quieres, puedo cancelarlo y trabajar en otra cosa.

Newt incorporó su cabeza rápidamente y yo me vi obligada a hacerlo también. El rubio me miraba fijamente. Debió de notar la decepción en mi voz, porque su expresión se suavizó.

-No voy a prohibirte lo que hacer. -Mis ojos se iluminaron-. Esta mañana me dijiste tú misma que era tu vida y tú tomabas tus propias decisiones, así que, adelante, te concedo tu deseo -bromeó con una sonrisa sincera.

-¿En serio? -pregunté, emocionada-. ¿Estás seguro?

El muchacho asintió, y decidí hacer lo mismo que con Minho hacía una hora o dos: lo abracé. Él pasó sus brazos por mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo.

-Gracias -murmuré tras separarnos segundos después.

-No me las des. Me comporté como un capullo, lo siento.

Me carcajeé con él y le di la razón. Cuando nuestras risas cesaron, me di cuenta de que su brazo seguía sobre mi cintura y mis manos, en su cuello. También me percaté de la poca distancia que había entre nosotros.

Su expresión ahora ya era más seria. Entonces, volví a ver ese brillo extraño en sus ojos, uno que todavía no lograba descifrar lo que significaba, pero ya lo conseguiría. Mi mirada bajó instintivamente hacia sus labios cuando vi que se pasaba la lengua por éstos para remojarlos ya que los tenía secos. Tragué saliva. Esos labios... Se veían tan rosados, tan finos, tan... besables.

Aparté ese pensamiento de mi mente enseguida. ¿Qué estaba diciendo? El sueño me comenzaba a afectar de mala manera?

Rompí la conexión de nuestras miradas y volví a mirar el cielo, nerviosa. Escuché carraspear a Newt a mi lado mientras me soltaba y se colocaba a una distancia prudente de mí.

Tratando de olvidar ese pequeño momento confuso e íntimo, me tumbé boca arriba en la madera, con las piernas todavía colgando. Newt no tardó mucho en hacer lo mismo que yo.

-¿Nunca te has parado a pensar en las estrellas? -dije sin apartar la mirada de éstas-. Tan cerca las unas de las otras pero tan lejos al mismo tiempo. ¿Te imaginas lo que habrá en cada una? Un mundo completamente desconocido ante nuestros ojos, probablemente. ¿No te da curiosidad?

El rubio no me contestó, al menos no inmediatamente. Solo se quedó con la mirada fija en aquellos diminutos puntos blancos.

-La verdad es que nunca lo había pensado de esa manera, pero es interesante -me confesó, y noté sus ojos clavados en mi perfil de repente.

-¿Te imaginas estar allí?

-Estaría bien cambiar de aires. -Ambos soltamos una risita.

Y así, entre conversaciones sobre la astronomía, cerré los ojos un momento y me dormí profundamente.














⦇ 𝟮𝟱.𝟬𝟳.𝟮𝟯 ⦈
𝘄𝗿𝗶𝘁𝘁𝗲𝗻 𝗯𝘆 -𝘅𝗹𝘂𝘂𝘃𝗶𝗯𝗲𝘀.














𝐋𝐔'𝐒 𝐍𝐎𝐓𝐄.


¡hola hola gente wattpadina! nuevo capítulo<3 ¿cómo estáis?

estoy actualizando rapidísimo pero es que tengo muchísimas ideas y me siento genial escribiendo jsksjkssj<3.

¿qué tal el capítulo de hoy? me he quedado con ganas de beso, pero he dicho: no, muy rápido. así que nada 😭.

siempre lo digo, pero lo vuelvo a repetir, así que si tenéis alguna idea o sugerencia o lo que sea, escribidme :).

no os olvidéis de votar y comentar<3

sin nada más que decir, ¡me despido!

༄˚⊹ 𝗹𝘂𝘂.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro