𝐭𝐫𝐞𝐬

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❛Los voluntarios de Marley.❜
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Año 851.
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Levantaba con pesadez aquel barco que abrumaba a cada uno de los hombres que yacían en las aguas, escapando de mi monstruosidad. Eran demasiados y como habíamos presentido, vinieron hasta la Isla. Los músculos de mi titán estaban pegados en mis mejillas, desde la altura podía ver las señales de mi comandante. El capitán Levi les recibía desde aquí con anticipación, de una manera fría y amarga que podría intimidar a cualquiera que intentara desafiarlo. En esta costa, creamos una base de campamento en los últimos tres días, con la intención de retener a varios soldados provenientes de Marley. Habíamos hecho esto desde la noche anterior, así que habían varios hombres, pero ninguno quería cooperar. Ni siquiera el cocinero a quien la comandante tenía como rehén, era necio y muy fiel a sus creencias, algo que desde aquí admiraba. El hecho de no doblegarse ante cualquiera era más que admirable, unas virtudes que pocas personas tendrían y si era fiel a eso, podía entender las actitudes tan firmes que tuvo Annie. Prefirió rodearse de un frío endurecimiento que hablar. Entre el gruñido, dejé fríamente el barco en la costa, sin movilidad alguna, aterrorizando a los soldados.

—¡Ah, hola amigos de Marley! ¡Bienvenido a la Isla Paradis, es un placer me llamo Hange! ¡Y estoy aquí para saludar a todos nuestros visitantes que llegaron del otro lado del mar! ¡Adelante! ¿¡No gustan tomar una taza de café!?—fue lo que oí desde aquí provenir de la comandante Hange, quien mantenía un semblante amigable ante estas personas.—Ah por cierto, si se estaban preocupando por los invitados que llegaron antes de ustedes. ¡Ay no se preocupen, ahora somos buenos amigos! ¿Verdad que si, querido Niccolo?—le preguntó ella, abalanzándose sobre aquel joven con un rostro tembloroso y sudoroso.

—¡¡Capitán por favor olvídese de mi y solo dispárele a estos demonios!!—pedia con desespero, gritando fuertemente mientras la comanda te intentaba de inmovilizarlo, el capitán Levi los veía con vagues y cansancio.—¡¡Capitán!!—grito, aún más tembloroso.

—Lo qué pasa es que ya se canso de seguir tu juego estúpido.—musitó el capitán Levi desde aquí, su voz fue casi inaudible, pero pude oírlo.

—¡Niccolo!—exclamó aquel soldado de Marley, levantándose del suelo para levantar consigo su arma, apuntando a mis superiores.—¡¡Escuchen malditos demonios, Marley nunca va obedecer a unos sangre sucia como ustedes!! ¡¡Mejor vayan absorber meados de cerdos con sus asquerosos amigos!!—indico, vilmente ante ellos.

—¿¡Están seguros!? ¿¡En serio van hacer tan groseros!? ¿!Por qué mejor no ven al titán que está detrás de ustedes!?—se preguntó ella en un tono burlón, haciendo que cada uno de ellos me mirara boquiabierto.

—¡Nunca nos doblegaremos ante ustedes demonios! ¡Este saludo es de parte de Marley!—grito él, hasta que todo su cuerpo cayó cuando una mano se levantó con un arma, disparándole; lo había matado y su sangre empachó el suelo.

—¿Qué diablos haces Yelena?—se preguntó un hombre, apuntando a lo que sería una mujer.

—¡Arrojen sus armas!—pidió ella, para así varios soldados apuntar a los demás, era insubordinación y eso, me desconcertaba.—Hola Hange, agradezco su invitación, es un honor. ¡Ahora, bebamos café!—expresó ella, quitándose su casco para mostrar un pegado cabello rubio y así girarse, para mirarme detenidamente desde su altura.—Ansiaba conocerte, Eren.—mencionó, dejándome anonadado.

Me quede inmóvil. Miraba detenidamente a esa mujer, la cual jamás había visto, ni siquiera en las imágenes que me mostraron aquel día. Al comandante me pitaba, una firme señal de que me retirara, mientras que nuestros soldados se encargaban de inmovilizar incluso a los que parecían doblegar ante nosotros. Se había acabado, al menos por esta larga noche. La bruma de vapor sobresalió de la nuca en cuanto decidí salir del titán. Estaba exhausto y las energías que utilizaba era un abuso para la transformación tan vaga que había recreado con el fin de inmovilizar a cada uno de los soldados. Mis piernas se encharcaron del agua salada, mientras oía el bullicio de los soldados y sus insultos hacia nosotros, el capitán Levi señaló la colina donde yacían mis compañeros esperando. Los vi, miraban con confusión como nuestros soldados revisaban a los soldados de Marley que parecían tranquilos, pero mi mirada solo se detuvo en la alta mujer que había hecho un alto. Camine, dirigiéndome a mis compañeros, los cuales montaban una guardia con armas. A excepción de Sasha, quien estaba dormida encima de varias rocas que habían ahí.

—Eren ven, siéntate.—me pidió Mikasa, cubriendo mis hombros con la capa verdosa.

—Estoy bien Mikasa.—afirme en un tono frío, evitando que se acercara a mí para notar como ella asintió de manera lenta, la ofendí.

—Esa mujer gigante, le disparó a uno de sus camaradas. Me preguntó cuál es su objetivo.—comentó Connie, mientras que Jean yacía frente a él cruzado de brazos, veía como la alta mujer se dirigía al interior de una carpa con el capitán Levi y la comandante Hange.

—Quien sabe. Sea una aliada o enemiga no podemos confiar en esa mujer.—comentó Jean.

—Sasha no te duermas.—le pidió Mikasa a Sasha, levantándola bruscamente por el cabello, pero aún así Sasha continuó durmiendo, estaba exhausta como cada uno de nosotros.

—Sin embargo, sería excelente si pudiéramos hablar con ellos y obtener información, supongo que tendríamos mucha suerte.—opinó Armin cabizbajo, con una sonrisa genuina en él.

—Si.—afirme fríamente, llamando su atención.—Incluso más de lo que esperaba. Por casualidad pudimos detener esa flota enemiga, si Marley hiciera un ataque en serio, estaría en otro nivel y sería nuestro fin.—añadí, ellos me miraron.

—Con todo lo que sabían cuando Reiner y Gianna lograron escapar, ya debieron habernos atacado.—expresó Jean, mirándome, pero ante el nombramiento reacio de Gianna, me levante.

—Eren amigo, ¿a donde vas?—me preguntó Armin cuando pase por su lado.—Eres el mayor objetivo de nuestros enemigos, quédate aquí.—pidió, pero tan solo lo ignoré y procedí en irme.

—Déjalo Armin. Cada día está mas insoportable.—comentó Jean, pero solo lo ignoré, realmente no tenía tiempo para pelear, ya no lo tenía.

Baje un poco la colina montañosa, para así caminar el estrecho largo que me hacía ver el mar. No tarde en sentarme en la orilla, donde si estiraba mis piernas se remojarían con las olas frías de la noche. Podía ver los pequeños peces y como los cangrejos se escondían en sus pequeñas cuevas cuando mi presencia les abrumó. Eran pequeños e indefensos, no los dañaría, realmente era yo quien interrumpió en su hábitat. Me quede sentado, viendo mis piernas humedecerse nuevamente con el oleaje que llegaba hasta mi, chocando con las piedras y haciendo salpicones. Ya no era divertido desde algún tiempo estar aquí, solo me traía amargos recuerdos de las mismas pesadillas que me acompañaban hasta el insomnio. Restregué mis ojos, evitando el cansancio, aún nada acabaría hasta que supiéramos que quería esa mujer. Oí unos pasos arrastrarse, así que levante la mirada para ver cómo Mikasa se detuvo en seco cuando noto que capture su presencia. Mire fijamente la cicatriz en su mejilla, a pesar de haber pasado un año aún era visible. Su cabello se empezaba a estirar, igual que el mío se alargaría si no lo picábamos pronto.

—¿Puedo sentarme?—me preguntó ella, asentí, viendo cómo Mikasa dejó su arma aún lado.

—Dime, ¿qué crees que quiera esa mujer?—le preguntó en cuanto se sentó, para recibir el oleaje en sus piernas, humedeciéndolas.

—Espero que nada que pueda perjudicarte, Eren.—respondió con sinceridad, mirando el oleaje.

—¿Seguirás preocupándote por ti?—le pregunté, en un tono frío, pero no con intención de herirla.

—En unos años morirás. Tú y Armin.—dijo ella aún lado de mi, cabizbaja.—Perderé todo lo que quiero. Me quedaré sola y no hay manera de que pueda evitarlo, los perderé.—recito con tristeza.

—Lo lamento Mikasa.—dije al notar lo expresiva que estaba siendo.—No me había sentando a pensar como te sentías. Pero, no quiero que pienses en cómo te sentirás luego de eso. Quiero que pienses en lo que harás después de nosotros. Te quedará una vida por delante. ¿No es así?—le pregunté, acariciando su cabello.

—Si, así es.—afirmó, intentando de consolarse por lo que le decía, no quería verla sufrir.

—Ven aquí.—le pedí, sintiendo su calidez cuando se acercó a mi, pase mi brazo por su hombro y noté como ella colocó su cabeza en mi hombro.—Te está creciendo el cabello. Recuerdo cuando eras niña y solías llevarlo suelto todo el tiempo.—comente, recordándola en esos tiempos.

—Se que estás sufriendo Eren. No quiero que sufras.—interfirió en un tono bajo, pero tan solo miré al cielo estrellado, mientras la sostenía.

—No hay manera de que puedas evitarlo Mikasa. No fuiste tú quien rompió mi corazón.—musité, mientras oíamos las olas; era relajante para mi.

—Dime algo Eren.—pidió ella, dando una pausa.—¿Tú la amabas?—me preguntó en un hilo.

—Yo... —me quede en silencio un momento, analizando una imagen donde veía a Gianna sentada con su cabello suelto, ella comía mientras que yo admiraba todo lo que tenía.—Aún la amo.—afirme entumecido de dolor, yéndome a la imagen donde Gianna saltó el muro, yéndose de la Isla.—Pero eso no significaba que la pueda perdonar.—detalle.

—Chicos, levántense.—Mikasa y yo nos giramos rápidamente, para ver a Armin llegar hasta nosotros.—Iremos al cuartel supremo en la mañana, emitirán una propuesta que ha traído la gente de Marley para nosotros.—confundido me levante junto a Mikasa, para ver a Armin.

—¿De que hablas Armin?—le preguntó Mikasa, notándolo emocionado y a gusto con lo que decía.

—Ya lo oyeron, muévanse. Hay que irnos.—baje mi mirada hacia el suelo verdosos, viendo al capitán Levi postrado con varios guardias.

—Capitán, ¿eso es cierto?—le pregunté yo algo desconcertado, sin credibilidad de lo que decían.

—Al parecer mocoso, la gente de Marley vino aquí bajo el mando del maldito titán bestia.—respondió, haciendo que abriera mis ojos.—Enhorabuena Eren, tú barbudo hermano quiere devolverte la pleitesía que tu padre no les dio.—comentó con un tono frío y sarcástico.

Me quede mirando al capitán Levi, la frialdad en sus palabras se veían al desconsuelo de la última vez que vio al titán bestia. Entendía su expresión, la manera tan reacia en la que lo decía era más que entendible cuando el titán bestia trajo la muerte de varios dignos soldados que se lanzaron al infierno junto a nuestro ex comandante. Ni siquiera el día en que leímos los libros de mi padre y entendimos su trágica vida fue suficiente para que perdonáramos tal aberraciones contra él, muchos menos hacia el hijo que dejó en Marley. El amanecer había caído sobre nosotros en un parpadeo, y de manera exhausta me mantenía bajo la sombra de un árbol frente al cuartel general del comandante supremo. Sentado en aquel banco veía con detenimiento el retrato que mis manos sostenían. Yacía mi padre con su familia, en su regazo se veía el pequeño que daba por mi hermano, del que nunca oí hablar. Era una extraña sensación de repudio hacia mi padre por el desconocimiento de su ser, se sentía que lo que conocí de aquel hombre, fue solo un abismo que nos hizo ver a mi y a mi querida madre. Lo más doloroso era tener que acostumbrarme a ver en la imagen a la mujer que se convirtió en un titán escalofriante.

Fue guiada hasta el interior del muro María, llegó hasta el interior del muro María, siendo ella la misma que masticara los huesos crujientes de mi madre. Mis manos temblaron y mis dientes chocaron, el escalofrío recorrió mi espalda cuando en un leve parpadeo me hizo ver la imagen tenebrosa de un punto de vista diferente. Deje caer el retrato, mi cuerpo se electrocutó en cuanto mi cuerpo pareció transportarse a otro, todo en una extraña sensación que me hizo ver ShingaShina desde otros ojos y más cuando visualicé como el titán colosal se desvanecía. Solté una bocanada de aire, girándome para llegar mi mano hasta el tronco del árbol cuando me levante del banco. Nadie me veía, nadie notaba mi distorsión y como mi cuerpo se desplazaba por múltiples momentos que ya habían pasado, pero eso no era lo peor, la peor parte era asimilar que ni siquiera eran mis momentos. Desde aquel día mi mente se quebró y las imágenes se desplazaban al azar en cada momento de mi día, abrumándome en una trampa peligrosa de la que no podía escaparme.

—Vamos.—me giré para ver al capitán Levi, quien me esperaba.—Rápido. No tengo todo el día, estoy de muy mal humor.—comentó, pero no era de asombro verlo así.

—Lo lamento, capitán Levi.—expresé cabizbajo, mientras que él abría la puerta del cuartel.

—La policía militar está aquí.—afirmó cuando vio varios hombres adentrarse a la sala.

—¿Cree que estarán de acuerdo?—le pregunté curioso, para verlo bufar de lado.

—Eren, esos cerdos nunca están complacidos. Si por mi fuera, hubiese alimentado a los titanes con sus brutos cerebros.—masculló, fríamente.—Vamos, entra.—incitó, empujándome con brusquedad al interior de la sala donde todos nos miraron, había un gran silencio.

—Levi, ¿por qué tardaron tanto?—se preguntó la comandante, murándonos fulminante.

—El baño de hombres está asqueroso. No iba a lavar mis manos ahí.—comentó, en un quejido.

—¿Fuiste hasta tu casa para limpiarte sólo las manos?—le preguntó ella, entre dientes.

—Y iré a mi casa a buscar mi hoja para atravesártela por la garganta si no te callas.—me senté cabizbajo ante oír eso, aún lado de Mikasa quien veía al capitán Levi.

—Buenos días a todos.—levantamos la mirada, viendo al comandante supremo adentrarse junto a Historia, a quien mire detenidamente desde aquí; todos nos inclinamos en su referencia.—La primera palabra la toma Hange, comandante del cuerpo de exploración.—indicó él, sentándose.

—Buenos días. Agradezco la presencia de la reina Historia y el comandante supremo. Para nosotros es muy importante que todos, incluyendo la reunión de las dos ajenas élites esté aquí para oír esta petición proveniente de Zeke Jaeger.—indicó la comandante, levantándose de su asiento para así tomar la carta en sus manos.—Principalmente queremos anunciar que aún estamos analizando la oferta para nuestro beneficio, así que la traemos aquí en busca de una aceptación.—añadía, mirando al comandante supremo, quien la veía.—Zeke Jaeger ha pedido la residencia de los voluntarios anti marleyanos en la Isla Paradis, con el fin de que puedan ayudarnos a un desarrollo tecnológico en armamento e incluso terrestre. Nos estarían ofreciendo herramientas, suministros de alta calidad que nos harán evolucionar al punto de estar en similitud del enemigo. Así concluyen las demandas de Zeke Jeager, con el fin de asegurar la supervivencia al pueblo Eldiano quien se encuentra...

—¿¡Como pueden creer semejante estupidez!?—exclamó un hombre de la policía militar con sumo disgusto.

—¡Estamos hablando del titán bestia, él transformó a los habitantes de Ragako! ¡Provocó el pánico dentro de las murallas, y por poco aniquila a toda la legión de exploración!—declaro otro, aún lado de él.

—El principal y único objetivo de Zeke Jaeger, es la recuperación del titán fundador. Como no lo consiguió por la fuerza, ahora intenta hacerlo de una forma más diplomática.—opinaba el comandante supremo, mirando a la comandante.

—El enemigo también debe tenerlo en claro, antes que nada deberíamos escuchar las palabras de ese hombre.—expresaba Pixis.

—De acuerdo con Zeke, existe un plan secreto capaz de resolver todos los problemas de los Eldianos. Y las únicas condiciones que se requieren para llevarlo a cabo, son tener al titán fundador, y otro de sangre real. Con ambos titanes, el mundo podría restaurarse. Sin embargo, Zeke va relevar su plan cuando tengamos esas condiciones que está pidiendo.—continuaba la comandante, para así hacerme quedar estremecido cuando recordé el leve contacto que tuve con un titán de sangre real; era cierto.

—Que pérdida de tiempo.—exclamó nuevamente aquel policía militar, pero no pude evitarlo y me levante bruscamente de la mesa, con la cabeza baja.

—Eren.—me llamo Armin en un tono suave, las imágenes en mi cabeza me golpeaban.

—Todo lo que dijo es verdad. Ya pude recordarlo, lo hice solo una vez, en aquella ocasión active el poder del titán fundador, y fue en el instante en el que tuve contacto con un titán de sangre real.—empecé a decir, creando un silencio en la sala.—Ese titán, fue la primera esposa de mi padre, sin duda se trató de Dina Fritz. Por lo tanto Zeke, el hijo de Dina debió descubrir algo. Él logró encontrar la forma de evadir el pacto de renuncia a la batalla. Esa es nuestra última esperanza. Despertará a los titanes de las murallas y con ellos hará retumbar la tierra. Así arrasarán con todo a su paso.—añadí, culminando con mi comentario.

—Idiota, ¿por qué carajos te guardaste esa información hasta ahora?—dirigí mi mirada al capitán Levi, quien amargamente me miró en un semblante hostil.

—Porque quería mantener a Historia a salvo. No iba permitir que la transformaran, solo por darles información incierta. Decide no arriesgarla. Admito que lo que hice, fue imprudente de mi parte.—esbocé sereno.

—Después hablaremos del tema.—me dijo el capitán Levi, girándose en la silla para dejar de mirarme con ese semblante.

—No obstante, si lo que acababas de decir es verdad. El plan secreto de Zeke tiene sentido.—opinaba Hange frente de mi, pensativa.

—¿Están locos? ¿Entonces van a confiar en ellos?—se preguntaba un soldado.

—Lo mejor sería acabar con ellos.—continuaban diciendo, en afirmación.

—No. No podemos hacer eso.—interfirió Hange.—Si queremos proteger a la isla de los buques del imperio marleyano, necesitamos la ayuda de esos voluntarios. Y también de sus comunicaciones por radio.—indicaba ella, intentando de persuadir.

—He tomado una decisión.—exclamó el comandante supremo, creando un silencio.—La legión de exploración se encargará de los voluntarios y los próximos, intentemos retenerlos con los poderes titánicos que tenemos. Si realmente Zeke Jaeger quiere ayudarnos, que su gente lo demuestre.—musitaba, mirando a la comandante.—La primera falla que se vea de su parte, serán ejecutados por la policía militar, sin excepciones.—añadía, mirándonos.

—¡Pero, comandante...

—La decisión está tomada.—interfirió el comandante ante el bullicio de la policía militar.—Sin la ayuda de los voluntarios, no podremos ser capaces de enfrentar una guerra contra Marley, necesitamos alianzas y con eso, podemos impedir que nuestra Isla sea cenizas.—decía, levantándose.—Lo dejó en las manos del cuerpo de exploración.—indicó, dándonos la espalda.

—Erwin no hubiera aceptado esta desfachatez.—añadió otro, levantándose de su silla, para así ver cómo la comandante bajo la cabeza, muy apenada.

Me levante de la silla sin decir más, todos me miraron, pero por alguna razón mi pecho quería salirse. Camine por los pasillos con vagues, llevando mis manos hasta mi rostro, cubriendo mis ojos. Abrí la puerta con brusquedad e impotencia. Era esto lo que no entendía, esta parte de mi que por un momento estaba serena y luego, angustiada y con tristeza. Quería gruñir, quería apretar los dientes, pero no hice nada. Desde el momento en que me levante intentaba de olvidar el sentimiento vacío que había en mi, vine hasta aquí creyendo que podría saber algo, pero no oía nada de ella desde que llegaron los voluntarios y eso me estaba acabando por dentro. A cada lugar que iba en este maldito lugar me recordaba a ella, y a cada una de las cosas que vivimos estando juntos en la legión de exploración. Vi los caballos, así que solo me acerqué para sentarme en esa vago banco donde había estado anteriormente, esperando a que el capitán Levi volviera de su casa. Al sentarme, entrelace mis manos mientras que mi pierna se removía temblorosa. ¿Me estaba volviendo loco? Desde un tiempo empecé a darme cuenta que no me entendía, tenía miedo de mí mismo, de lo que pensaba y de lo que mis sueños me mostraban.

—Estás empezando a preocuparme, idiota.—oí al capitán Levi detrás de mi, pero me quede inmóvil.—Primero nos ocultas información valiosa y luego actúas como todo un lunático. ¿Qué carajos te está pasando?—me preguntó.

—No lo sé.—respondí con frialdad para ver su sombra, él estaba atrás de mi.—Es su culpa.—musité, dándome por vencido ante todo.

—Solo es una fase Eren. La superarás.—indicó él, como si fuera tan fácil, y es que no era fácil para mi, así que solo miré la cinta azulada en mi mano.

—Le dijeron algo sobre ella. ¿No es así?—pregunte.—Ha intentado de ocultarlo, sabe que estoy inquieto por oír noticias y por eso me pide que lo supere, ni siquiera usted puede ocultar su angustia.—esbocé al girarme, para ver sus grisáceos ojos mirarme con frialdad.

—Gianna fue encarcelada por insubordinación.—contó, en un hilo frío de su reacia voz.—La han estado torturando por un año. Es lo único que nos dijo el maldito poste de mujer que llegó en aquella flota.—comentó, por lo cual dejé de mirarlo y así, bajar la mirada mientras él se acercaba, recostándose del tronco con sus brazos cruzados.—¿Eso te hace sentir mejor?—pregunto.

—No.—respondí, mirando mis zapatos con pena a mirar al capitán Levi.

—Entonces ahora puedes entender porque no te he dicho nada acerca de ella.—afirmó, con esa sabiduría que nos hacía confiar en él sin importar cuánto dudáramos en hacerlo; nos protegía.

—¿La extraña?—le pregunté con curiosidad, intentando de ver algo en su semblante, pero sabía ocultar su sentir, no había mucho ahí.

—La extrañe toda mi vida. Creo que puedo extrañarla otra, pero me va costar un poco.—respondió sereno, arqueando su espalda.

—¿Por qué la dejó ir?—le pregunté, cabizbajo sin poder mirarlo, solo oí un suspiro de su parte.

—Es lo qué haces cuando amas a alguien.—respondió, haciendo que pudiera mirarlo.

—No lo entiendo.—musité con mis ojos humedecidos y es que, después de tanto tiempo podía sentirme libre para expresar mi dolor.

—Lo entenderás cuando sea el momento, Eren.—respondió el capitán Levi, para despegarse del tronco y caminar hacia mi, palmeando mi espalda y dejándome en soledad con el recuerdo amargo de Gianna.

—No puedo dejarla ir.—fue lo único que musité, mirando su cinta azulada en mi mano.

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