𝐒𝐡𝐚𝐭𝐭𝐞𝐫𝐝𝐨𝐦𝐞

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China, Hong Kong.

Año 12 de la guerra Kaiju [2025].

Lo recordaba con mucha nostalgia.

Su tranquila mirada café oscura, se posó sobre el portarretratos, donde estaba una pareja joven sosteniendo en brazos a un niño pequeño sonriente, detrás de ellos estaba una villa repleta de frondosos árboles y un campo floreado amarillo con moteadas lilas. Vagamente la recordaba. Le gustaba estar horas bajo la luz del sol hasta que su piel lechosa se tostaba lo suficiente y al día siguiente tenía un salpullido horrible, sin embargo, él reiría como loco por estar en aquellas praderas. Le gustaría volver a esa dulce infancia, cuando todo estaba pintado de vívidos colores y sus ojos se maravillaban incluso estando a oscuras, descubriendo formas en la oscuridad junto a sus progenitores.

Entonces, el cáncer de su padre los hizo mudarse a Tokio para tomar el mejor tratamiento y darle una segunda oportunidad. HyungWon era un mestizo de italiano con coreano, pero sus rasgos lo delataron como un extranjero. Todos lo miraban como si fuera el bicho raro y cohibieron al infante, costándole un buen tiempo para poder hablar sin que se sintiera juzgado y otro poco más para hacer un amigo en la escuela. Entonces, en su cumpleaños fue el día en que recordaría a pulso incluso en sueños.

Escuchó los toques a la gruesa y pesada puerta de metal.

Llegó hasta el timón de titanio, con sus dos manos lo giró a la derecha una media vuelta y jaló hacia adentro. Ante el umbral, estaba el hombre de piel tostada y porte recto.

―Mariscal Pentecost ―el pelinegro se alejó de la puerta e hizo un saludo militar, el hombre le indicó que descansara, su postura fue relajada y demostraba respeto al rango del hombre―. Estaba por llevarle los reportes para la activación de Gipsy, la primera lista de candidatos para copilotos junto con la cantidad de enlaces realizados en el simulador, además, derivé una gráfica donde podrá ver su rendimiento y posible compatibilidad con el Jäger Lee.

―Me impresiona tu eficiencia, HyungWon ―hizo una inclinación leve de la cabeza, pero en su gesto había algo que denotaba un terrible abatimiento.

― ¿Pasa algo Marshall? ―se aventuró a indagar.

―El Consejo ha decidido no seguir apoyando el programa de los Jägers ―anunció, para esas alturas, la mayoría de los presenten en el complejo estarían recibiendo la cruda noticia―. Creen que el muro de la vida es mucho mejor opción.

―Si me lo permite, Mariscal, es su opción más barata ―su tono era afilado, claro que estaba molesto por esa decisión e indignado porque los rangos más altos menospreciaran el duro trabajo de todo en la bahía de los poderosos guerreros de metal.

―Por supuesto ―concedió―. Son mis hombres los que mueren en cada enfrentamiento.

―A ellos sólo les importa los títulos, el traje que uses y cuanto tienes en la bolsa de valores ―replicó, con ese tono mordaz que desarrolló después de criarse entre muchos soldados, el mayor rio por su respuesta.

―Suena exactamente a lo que diría el Ranger Hensen ―soltó un suspiro―. Prepara tus cosas, nos iremos en cinco horas a Hong Kong.

― ¿A Shatterdome, Señor?

―Sí, empaca ligero, esta será la última vez que te mudes.

HyungWon se sonrojó. No sabía que su tutor legal estaba al tanto de lo mucho que odiaba no tener un lugar fijo en donde crecer, el hombre le dedicó por una fracción de segundo una mirada enternecida antes de volver su porte serio.

―Señor, no pretendía ofenderlo, después de todo, es mi trabajo en la guerra.

El hombre de la misma estatura que el joven, se sentó en la orilla del camastro de metal con un fino colchón al que HyungWon se acostumbró. No podían darse tantos lujos en esa guerra y el sueño, a veces pagaba la cuenta. Viendo de nuevo al chico, se sentía un poco culpable por ponerlo bajo la sombra de un régimen bastante duro, él era un chico dulce que sacrificó gran parte de sí mismo en esa guerra. Y no quería recordarse que era la guerra o un orfanato los únicos caminos de HyungWon a carecer de familia cercana viva o lejana.

―Creo que nunca pensé en enviarte a un internado, lejos de todo esto ―miró al escritorio, donde la fotografía de sus padres descasaba.

―No diga eso Mariscal, estoy muy agradecido que me haya tomado como su protegido ―el chico le dirigió la mirada un poco molesto―. No podría vivir conmigo en un lugar tranquilo con los Kaijū en nuestro mundo, debemos acabarlos.

El Mariscal soltó un suspiro entre aliviado y culpable. Le gustaba mucho esa chispa optimista del chico, algo que nunca perdió a pesar de haber visto morir a sus padres frente a sus ojos o enfrentarse a la muerte por un monstruo cien veces más grande que él. Algo que ha servido para alentar al chico. Y se trasformó de alguien enfermizo, tímido y cerrado a otras personas, en un hombre dedicado, comprometido y realmente leal a la causa de la guerra.

―Iré a Anchorage por nuestro piloto ―se levantó del camastro y tomó los informes entregados por el chico―. Con respecto a tu enlistamiento como Ranger.

― ¿Señor?

―Puede que al apruebe pronto.

HyungWon terminó por arreglar su saco y su camisa por debajo del abrigo grueso, se veía impecable, le gustaba mucho su aspecto. No quería causar una mala impresión después de todo. Salió de su complejo con una carpeta ligera y dos paraguas. En el camino se encontró con SiWon.

―Hola HyungWon ―su saludo siempre era alegre, le agradaba mucho cuando lo veía de buenas, porque era contagioso―. ¿Vas para arriba?

Ambos se encaminaron hacia el pasillo con acceso directo a uno de los elevadores que dirigían hacia la zona de los helipuertos y con vista al punto donde la gran parte de embarcaciones militares e incluso las puertas principales por donde ingresaban los Jägers.

―Sí, voy a recibir al Marshall Pentecost y al ex-Ranger Lee.

― ¿Alguna expectativa hasta ahora?

―No lo sé, tengo un poco de admiración por sus proezas en la guerra y al mismo tiempo, me cuesta vislumbrar su efectividad en esta clase de misión―se rascó la nuca distraídamente y luego miró al hombre―. Tú lo conociste, ¿de verdad lo dejarías al frente?

―Bueno, no quiero arruinar la sorpresa y dejaré que lo descubras ―apretó el botón, a los pocos segundos, las pesadas puertas de metal se abrieron y el muchacho de cabello negro y pulcro entró―. Trata de no enamorarte de este hombre, con lo mucho que te gustan los mayores.

― ¿Qué? Yo no... ―no le dio tiempo de responder cuando el elevador comenzó su trayecto a la superficie.

Una de las desventajas de haber vivido en un complejo militar con la mayoría del personal siguiendo tus pasos, es que notaban ciertas partes de su vida. Y es que cuando había hecho su investigación sobre el ex-Ranger Lee HoSeok, tuvo una continuación de su antiguo crush. Lee HoSeok era muy famoso en la academia y sólo en dos ocasiones se toparon. Siendo en una de esas ocasiones donde intercambiaron palabras y quedó un poco interesado por el chico.

HoSeok y otro par de personas captaron su atención, sólo que su voluntad para ser un Ranger, pilotar un Jäger y dar caza a los Kaijū eran por el momento lo único en lo que podía concentrarse.

Soltó un suspiro cansado.

Miró por su pulsera de metal por el que la superficie de cristal se activó con el reconocimiento de retina, mostrándole la hora y alguna que otra lectura sobre sus signos vitales, dándose cuenta de su ritmo anormal. Comenzó a respirar profundo, inhalando una gran cantidad de aire y lo expulsaba con suavidad de sus labios, quería ocultar el extraño retumbar de su corazón y el tic nervioso en su pierna izquierda; estaba a tan sólo unos minutos de poder ver con sus propios ojos al hombre que todavía llamaba su atención en muchos sentidos.

Agarró firmemente el mango del paraguas y lo abrió en el momento justo en el que las pesadas puertas del hangar le dieran el paso libre al exterior lluvioso de enero, en las costas de Hong Kong. Abrió el paraguas y refugiarse del clima mientras avanzaba por el puerto. Pasó a un lado de un par de trabajadores que transportaban varios cilindros de considerable altura con restos de Kaijū en su interior e incluso saludó con un gesto de la cabeza a los científicos. Vociferaban órdenes hacia los militares que trasportaban material Kaijū.

Divisó el helicóptero donde venían su superior y el ex-soldado. Cuando la puerta del vehículo se abrió, inmediatamente se acercó para tenderles un paraguas a cada uno. Al momento de conectar sus ojos con los de HoSeok, sintió un pequeño ataque de pánico que supo ocultar bien bajo ese semblante sereno desarrollado a lo largo de su vida.

―Señor Lee, le presento al señor Chae HyungWon ―ambos adultos se miraron tratando de obtener lo más que podían de información antes de entablar una palabra―. Él dirige el programa de restauración del Mark III y reclutó a cada uno de los candidatos para ser su copiloto.

El hombre de cabellera rubia hizo una pequeña reverencia al chico.

―Lo recordaba más alto ―dijo HyungWon hacia el Marshall, hablando en chino, su superior lo miró divertido.

―Vaya, al menos no me dijiste que soy un vagabundo ―HoSeok lo sorprendió hablando en el mismo idioma.

HyungWon había leído su expediente, es cierto que tenía familia con raíces coreanas, le sorprendió ver que manejaba otro idioma aparte de ese. Sus orejas se pusieron ligeramente rojas, vaya impresión.

―Cuanto lo siento, señor Lee ―inclinó un poco la cabeza―. Es sólo que no esperaba verlo un poco diferente a su expediente.

―Bueno, Alaska nunca ha sido amable con las personas, ni la guerra para que un chico de tu edad esté en este lugar ―la sonrisa que le dirigió fue amable, indicándole que el incidente de su altura, no era nada.

―Bien, sígame soldado, el señor Chae se encargará de mostrarle las instalaciones ―el mayor caminó por el hangar―. Espero que se lleve bien con sus antiguos compañeros.

―Sí señor ―fingió muy bien para no mostrar que se sentía un poco asfixiado al volver al ambiente de la guerra y cruzó miradas con la del joven.

HyungWon le dio una última mirada llena de agradecimiento y algo más que HoSeok no supo definir, pero le pareció muy interesante el chico. Al entrar al elevador, un par de contenedores de unos tres metros con restos de un Kaijū suspendidos en una sustancia amarilla transparente fueron puestos al fondo. Los científicos que previamente HyungWon saludó, pidieron a gritos que detuvieran el elevador. Al lugar, ingresaron un hombre y una mujer de edades similares, cubiertos por gruesas chamarras empapadas por la lluvia. La primera en hablar fue la mujer y a la que todos en el complejo solían llamarla como la loca de los Kaijū: Kim YooBin.

―Manos fuera, es recurso valioso ―advirtió la joven mujer en cuanto el ascensor comenzó a descender, que se quitó la chamarra y la colocó en uno de los cilindros, uno de los tentáculos del órgano alienígena se pegó al vidrio haciendo sentir incómodo a HyungWon―. No en todas partes consigues especímenes frescos de Kaijū ¿verdad Monnie?

El hombre con un bastón en su mano derecha gruñó y se quitó la capucha, mirando con desaprobación a su pariente.

― ¿Cuantas veces tengo que decirte que dejes de llamarme de esa forma? ―gruñó y sacó de un bolsillo de su gabardina―. No estudié más de diez años para que me trates sin el respeto que me merezco.

―Sí, sí, en fin, el doctor Kim se pone gruñoncito, ignórenlo por un rato ―soltó una pequeña risita que parecía haber sido un poco escandalosa.

HoSeok intentó dar una sonrisa amable, sólo que ver lo que estaba en los enormes cilindros lo ponía de mal humor. La joven doctora captó el interés del ranger retirado.

― ¿Interesado soldado? ―YooBin sacó su portafolio de un bolso colgado de su hombro, pero éste se atoró en su manga y rompió el botón, revelando un exagerado tatuaje de un Kaijū familiar para HoSeok.

― ¿Ese es Yamarashi? ―HoSeok le parecía que no compaginaría con ella, no podía creer que estaba con un fan de los Kaijū y si estaba equivocado, esperaba que sólo fueran un mal chiste o una apuesta perdida.

―Oh, este ¿fortachón? ―la doctora Kim se arremangó aún más la camisa y orgullosa, mostró sus brazos tatuados―. Mierda, espero un día ver uno en carne y hueso, uno vivo, de cerca, muy cerca.

―Créeme ―HoSeok movió su lengua dentro de su mejilla y le dirigió una mirada de advertencia que hizo temblar a la científica―. No quieres eso.

Las piernas de la doctora YooBin temblaron ante lo amenazador y encantador que era ese soldado, tanta fue su impresión que por un momento pensó que había sido un poco ridícula con su idea de conocer un Kaijū, incluso se abanicó en cuanto el Mariscal, su asistente y HoSeok salieron del elevador para que no pensaran que le había afectado.

―Eso sí es un hombre.

HoSeok podría pensar que no extrañaba nada de su vida como soldado después de lo que pasó. Y en cierta parte, lo hacía. El sonido de los pequeños autos que trasportaban cualquier cosa que necesitara más que la fuerza bruta, el olor de las armas y del personal cuando pasaban a su lado, el color amarillento de los hangares y por sobre todo, la enormes bestias de metales. Y el enorme...

―El reloj de guerra ―mencionó su superior, se giró sobre sus talones para seguir la marcha hacia el interior del hangar―. Se reinicia con cada aparición de Kaijū, y nuestros expertos esperan un siguiente evento dentro de una semana, si tenemos suerte.

―Entonces los ataques aumenta en frecuencia ―notó HoSeok

―Precisamente ―HoSeok tuvo que aumentar el ritmo de sus pasos hasta llegar a lado de Pentecost―. Este hangar podía albergar hasta 30 Jägers, ahora somos cuatro.

―No sabía que todo se puso difícil.

―Lo sé, pero tenemos que seguir adelante.

A la vista podía ver a Generación IV Crimson Typhoon. Un Jäger puesto en funciones en 2018 diseñado por científicos chinos construido con un núcleo completo de titanio y cincuenta motores diésel por grupo muscular. Lo curioso de esta máquina, fue el diseño personalizado para los trillizos. Se crearon tres brazos lo suficientemente anchos para poder hacer un ataque veloz y escudo cuando se necesite. Y hablando de los pilotos, estaban jugando una pequeña partida de basquetbol.

―Los hermanos Wei Tang, pilotan a Crimson Typhoon ―el Mariscal paseaba al frente de la formación―. China, el mejor de todos, protegió el puerto de Hong Kong siete veces.

―Los conocí en mi estancia en Hong Kong ―HoSeok fingió no sentirse un poco celoso por ver a un grupo de hermanos ahí―. La técnica de tres brazos, es efectiva.

―Veo que aún recuerda a su compañeros ―el Mariscal señaló hacia otro Jäger―. Cherno Alpha.

HoSeok había escuchado de ese monstruo de Generación I, nunca coincidió con ellos en sus días de Ranger y ver a ese titán pudo sorprenderlo. Es uno de los Jägers más pesados, antiguos y mejor blindados. Fue diseñado y modelado para parecerse a los tanques rusos. Su armadura pesada lo convierte en uno de los Jägers más lentos jamás construidos y vulnerable al ataque de enemigos más rápidos. Los brazos están equipados con un arma de cilindros que Cherno Alpha puede usar para aumentar el poder de sus golpes.

―Pilotado por Sasha and Aleksis Kaidonovsky.

El Jäger y sus pilotos apenas regresaban de una misión de patrullaje al Abismo, la pareja era todo lo más rudo que podía recordar. Un matrimonio con ceños de hielo y confiados de sus propias capacidades. Sabía que mantuvieron el periodo más largo de todos en patrullaje en el muro siberiano con una guardia impenetrable por seis años.

Lo malo de sólo contar con pocos Jägers es el tener que toparse con cierto ranger al cual, HoSeok consideraba que necesitaba una lección de humildad. Lo podía notar en su mirada, la manera en la que lo quería retratar como una peste que nadie se atrevería a mirar porque no valía la pena. Lidió con muchos de ellos y Ken Hensen no era la excepción. Su primera táctica era simplemente escuchar a su superior y las conversaciones un poco informales que compartía con Jackson Hensen. Incluso HoSeok se alegró de ver a ese viejo conocido. Jackson y él combatieron un Kaijū en una unidad de dos Jägers en Manila, cuando su hermana aún vivía.

Recordarla siempre lo ponía un poco sensible y con los años, aprendió a dejar de llorar cada que alguien le recordaba a BoMi después de unas dos semanas después de haber regresado a los hangares. También recordaba que Jackson Hensen solía decirle palabras cortas, llenas de apoyo. Casi nunca ayudaban, pero apreciaba mucho el esfuerzo teniendo en cuenta que fueron juntos a la academia para formarse como soldados y él sabe lo difícil que es perder un compañero, pues ya ha pasado por una muerte de un piloto que fue tu compañero.

―HoSeok ―saludó Jackson con un apretón firme en su mano en el hombro, WonHo sintió y mostró una sonrisa aliviada de ver una cara conocida―. Ha pasado mucho tiempo.

―Sólo unos pocos años desde BoMi.

―Aún lamento la pérdida HoSeok.

―Lo sé ―ambos hombres se lanzaron una mirada de empatía, sabía lo complicado que era vivir después de que tu compañero muere―. Oí que ahora volvió a ser piloto, señor ―no era mayor que él, pero su cargo y el respeto que tenía por Jackson era real y lo demostraba cada vez que podía.

―Striker Eureka ―señaló con su mano hacia el enorme Jäger que estaban transportando a una estación de mantenimiento para las enormes máquinas.

―El más veloz de los Mark V ―puntualizó el Mariscal―. Por suerte estábamos cerca antes de que el gobierno lo decomisara.

―Espere, señor ―HoSeok avanzó hasta su superior―. Aún no me han dicho por qué estoy aquí exactamente si combatir a Kaijū con los Jägers no funciona.

―Iremos a la Brecha, señor Lee ―respondió―. Pondremos un misil termonuclear a la espalda de Striker, haremos explotar lo equivalente a 1.2 millones de toneladas de TNT. Usted, Crimson Typhoon y Cherno cuidarán las espaldas de los hermanos Hensen mientras hacen volar la Brecha.

― ¿De dónde sacaron esa cosa?

―Los rusos, nos consiguen lo que sea ―el Mariscal explicó como si estuviera exponiendo un simple plan de batalla en lugar de hablar de un arma de destrucción masiva―. Hensen.

Jackson le dio una amistosa palmadita al hombro y declaró con una mirada que estaba feliz de ver un rostro conocido.

―Le mostraré su Jäger ―HyungWon extendió su brazo para mostrarle el camino, sin embargo, HoSeok seguía sin entender el plan, era imposible.

―Espero un segundo, joven Chae ―le pidió con un dedo por unos minutos, a lo que él asintió―. Pero Mariscal, no funciona, ya lo intentamos. ¿Qué cambió?

―Tengo un plan y te necesito preparado, es todo, soldado.

Era exactamente esa mirada firme, de hierro, lo que lo sacaba de quicio. Ese hombre era todo un misterio, nadie sabía de su pasado. Si tenía esposa, hijos, familiares. Nada. Han Pentecost era una página en blanco que tenía el poder para crear y destruir ejércitos su antojo y eso le asustaba a HoSeok.

Tardaron unos cuantos minutos en llegar hasta la bahía de reparaciones. Lo supo por el olor a quemado mezclado con el aceite, las chispas salían de los instrumentos para pulir, lijar o perfeccionar aleaciones de acero. Su corazón se aceleró hasta tal punto que le picaban de la ansiedad.

Y ahí estaba: su amada Gipsy Danger.

―Parece nueva.

―Mejor que nueva ―HyungWon sonrió por las chispas de emoción en los ojos de HoSeok, algo que, sin querer, aceleró su corazón―. Tiene un reactor atómico de doble núcleo y ahora es único.

HoSeok soltó una risa soñadora. Ver a su antigua compañera de metal le calentaba el corazón. Después del incidente con el maldito monstruo, logró ver el estado final de Gipsy Danger y quedó devastado, no sólo porque el hueco en el casco le recordaba que fue parte de su culpa el haber perdido a su hermana, confiando de sus batallas, también porque esa máquina funcionaba como una especie de tercer amigo que complementaba el círculo. Ese Jäger era poder y también era un escudo, le dio un propósito por años y de repente todo se desmoronó por su arrogancia.

―Gipsy siempre fue única ―es lo único que atinó a decir y le dirigió una pequeña mirada a HyungWon, quien le sonrió para darle un poco de apoyo.

El joven secretario llevó al ranger a las estancias donde dormía la mayoría del personal militar. Un pasillo de concreto iluminado por focos en tonos amarillentos, tubería por la cual pasaban importantes sistemas de electricidad o agua en el techo del pasillo, incluso varias ventilaciones se encontraban a lo largo del lugar. Las puertas eran pesadas de metal con timones de acero en el medio para poder acceder a los cuartos. Donde sólo había un camastro de metal sin ropa o colchones, un espejo en una de las paredes y un baño del lado izquierdo del cuarto, que sólo consiste en un lavamanos de metal y una regadera simple.

―Así que ¿sólo restauras Jägers y los muestras a vejestorios como yo? ―HoSeok dejó su bolso con su equipaje en el camastro y comenzó a ponerse cómodo―. Con tu edad, ya podrías ser piloto.

HyungWon estaba al pie de la puerta un poco nervioso por no saber cómo actuar con este hombre que era como su especie de crush y presencia que deseaba evitar.

―No, todavía no lo soy ―el chico no podía evitar sonreír ante la idea de que pronto podría subirse a un robot gigante―. Pero espero serlo pronto.

― ¿Cuántos enlaces has hecho en el simulador?

―51 entradas, 51 vencidas ―un pequeño rubor se instaló en sus orejas, por suerte su rostro no lo traiciono en sus mejillas, pues no quería parecer alguien patético enfrente de este antiguo ranger.

―Con esa experiencia me parece que serás un candidato difícil de vencer.

―No, yo no estoy en lista ―por su extrañeza aclaró ese punto―. El Mariscal tiene sus razones.

―Espero me perdones, pero no aparentas ser alguien débil como para que él no te considere un candidato ―de su bolso sacó un montón de fotografías realizadas con una cámara Polaroid, que siempre llevaba a donde fuera―. En fin, él siempre tiene razones, aunque espero que sean buenas si tus 51 pruebas fueron exitosas como para no estar mañana compitiendo por estar a mi lado ―le lanzó un guiño coqueto para nada esperado por parte de HyungWon, siendo que ahora sus mejillas se calentaron y para la satisfacción de HoSeok, le pareció divertido ver la reacción.

―E-es... ―carraspeó ara recomponerse del pequeño momento―. Espero que mis opciones le sean de agrado. Estudié muy bien sus técnicas de combate, incluyendo el incidente de Alaska.

― ¿Algún diagnóstico hasta el momento?

―Es un poco complicado, señor Lee ―soltó un suspiro―. Impredecible, a tal punto que parece no querer obedecer las técnicas de combate estánderes, toma riesgos que ponen en peligro a su equipo y a sí mismo.

―No crees que sea el indicado ―complementó HoSeok.

HyungWon se arrepintió a pesar de que no lo dijo directamente y le pareció interesante saber si había sido muy obvio al expresar sus puntos o tal vez...

―Pero cuando estás en batallas reales, tomas decisiones ―logró ver entre las fotos a su hermana, y eran bastantes―. Y tienes que vivir con las consecuencias, eso hago yo, cada día, desde que entré a la guerra.

―Lo siento ―HyungWon de inmediato quiso arreglar las cosas, pues no quería sonar tan desalmado―. Yo debí hablar con más tacto.

―No soy un niño, joven HyungWon ―HoSeok le interesó conocer la reacción arrepentida del chico―. Agradezco tu sinceridad y espero que algún día siendo piloto, puedas comprender mis decisiones.

Se levantó más temprano de lo normal, se esmeró mucho más en parecer presentable a pesar de llevar un mono de entrenamiento negro y camisas azul oscuro. Con sus nervios, revisaba en su carpeta electrónica sobre los candidatos. Pero aún estaba un poco molesto, pues había ido a ver a Mariscal hace tan sólo unos minutos antes con la esperanza de hacerlo cambiar de opinión sobre ponerlo en la lista. Su rotundo no lo hizo querer estropear su compostura, aun así, tomó unas bocanadas de aire antes de irse al comedor con la esperanza de que un poco de comida le calmara su malestar y nervios.

El comedor siempre estaba lleno antes de que fueran las 9 de la mañana, hora en la que la mayoría del personal tomaba sus alimentos. Tomó una charola, la llenó y buscó un lugar que estuviera libre y no causara molestias. Muchas de las personas tenían un círculo y él, rara vez encajaba con ellos, pues no solía comer fuera de su camarote debido al compromiso que tenía con su trabajo.

Se quedó parado por unos minutos tratando de encontrar un lugar y cuando comenzó a pensar que su mejor opción sería regresar a su cuarto, Ken Hensen se levantó a un lado suyo y pasó de largo junto a su perro bulldog Max. El joven Ranger tenía una expresión que claramente se veía irritada por lo que sea que haya pasado y le dirigió una mirada peor que hastiada, que lo hizo sentirse pequeño, a pesar de sacarle una buena ventaja en altura.

― ¿Vas a algún lado? ―la voz electrizante de HoSeok le erizó los bellos de la nuca y se giró―. ¿Aún no has desayunado verdad? ¿Quieres sentarte junto a nosotros? Ken se fue junto con su encantadora compañía.

―Yo no diría eso ―Jackson Hensen se veía aburrido y molesto, por culpa de Ken.

HyungWon sin oponer más resistencia, se sentó justo al lado de HoSeok y comenzó a comer en silencio mientras esos dos hombres retomaban su conversación.

―Dios, mi copiloto es un idiota, pero es familia ―Jackson devoró unos pedazos de tocino en un pequeño emparedado de papilla con la carne y el pan―. Lo crié solo desde que mis padres murieron y a veces no sé si abrazarlo o darle un puñetazo.

―Ken Hensen es veloz, rápido de pensamiento y eficaz en la guerra ―HyungWon quiso aliviar la carga de Jackson, se veía a leguas que necesitaba un poco de consuelo.

―Con todo respeto señor, le diré cuál necesita.

Jackson se sintió muy agradecido del intento del par por hacerlo sentir menos molesto con la actitud arrogante de su hermano menor. En ese instante, HyungWon dejó de mostrarse rígido en cuanto la carcajada de Jackson se asomó por su rostro, ese momento, los hizo compaginar un poco mejor y disfrutó de su desayuno estando en compañía.

Incluso le pareció agradable que HoSeok y él llegaran juntos a reunirse con los candidatos. En esos minutos a solas, HyungWon entendió gran parte de la personalidad de HoSeok, pues se mostró como un libro abierto a sus dudas y compartieron anécdotas. Ese encantó se esfumo en cuanto las pruebas comenzaron.

Notó que los primeros dos candidatos, los mejores, su esfuerzo parecía un chiste en cuanto los puntos de compatibilidad física se iban por el caño cuando HoSeok parecía querer terminar los combates antes de tiempo o se extendía de más para fastidiar a su rival. Demostró su descontento con su gesto irritado y voz cansada. Por otra parte, HoSeok, en todo momento y cuando terminaba con un soldado, miraba hacia HyungWon y su cara lo hacía enfadar un poco, pues se estaba esforzando por terminar con todo esto. Y en parte, quería que alguien viera que no se sentía cómodo con esos extraños, a pesar de que debería sentirse esa sincronización de movimientos.

― ¿Y ahora qué? ―preguntó, tomando por sorpresa tanto al Mariscal, quien fue a ver la elección, como a HyungWon―. ¿No te gustan? ¿No los escogistes personalmente?

― ¿Perdona?

―Después de cada ronda, haces ese... ―con su rostro imitó sus facciones molestas―. Gesto, como si criticaras su rendimiento.

―No es el de ellos, es el tuyo ranger Lee ―le respondió con un rostro sereno y los demás atrás hicieron un poco de complicidad porque él le dijera que estaba equivocado―. Tu técnica es tan exagerada que podría haberlos derrotado con dos movimientos de anticipación al promedio de tus tres últimos combates y de eso estoy muy seguro.

― ¿De verdad? ―enarcó la ceja, un poco satisfecho por haberlo escuchado―. Haremos algo, ¿por qué no le damos una oportunidad?

HyungWon casi salta en su lugar, en lugar de eso, sus ojos parecían haber tenido brillo propio y miró a Han Pentecost.

―No ―ni siquiera se giró a verlo―. Continuaremos con los candidatos en la lista que tiene la compatibilidad en el Enlace.

―Que he probado tener, Mariscal ―insistió el joven cadete.

―Chae, no es sólo una simple pelea, se trata de conexiones neuronales, también es una compatibilidad física al momento de...

― ¿Por qué rechazarlo? ―HoSeok interfirió en la charla, satisfecho de que podría cumplir con su cometido―. ¿Qué pasa? ¿No cree que su niño genio no puede conmigo, un ranger oxidado?

Han Pentecost lo reconocía, ese ranger lo tenía contra las cuerdas y no quería animarse a perder más autoridad o ganarse más rencor de parte de HyungWon. Extendió la mano y le dio el permiso para poder ir al frente. Esperaba muy en el fondo que HyungWon abriera los ojos y se diera cuenta de que ser un piloto no era tan sencillo. Era un chico excepcional, pero a veces creía que su ingenuidad lo harían caer de una altura muy grande y no quería que él probara la realidad así, pero es decisión del propio HyungWon caer.

Aunque fue una enorme sorpresa en el momento en el que HyungWon ingresó al pequeño ring de combate armado con sólo un báculo de madera y que en el momento en que ambos cruzaron miradas, hubo una complicidad que HoSeok no había vuelto a sentir en mucho tiempo. Se sintió feliz de ver que en HyungWon también había una reacción similar.

―Es una conversación, no una pelea real ―avanzaron hasta quedar de lados contrarios del ring―. Pero no voy a limitar mis movimientos.

―Que divertido señor Lee ―HyungWon le dirigió una sonrisa confiada y divertida―. Tampoco lo haré.

En batalla, los dos eran impresionantes: precisos y hasta provocadores el uno con el otro. No de una manera sexual, si no de tal forma que sus acciones incitaban el accionar del otro. Se querían leer para adivinar el siguiente ataque y en su mayoría funcionaba, pero había momentos en los que podían sorprenderse mutuamente. HoSeok era un peleador que usaba en su favor su tamaño y fuerza, además de que a pesar de que no era el más astuto, utilizaba fallos en los pasos del enemigo para poder asestar el báculo. HyungWon en cambio era cauto y calculador, analizaba de manera rápida sus ataques y entramaba contramedidas aún más rápido.

HyungWon y HoSeok eran opuestos, pero se complementaban tan bien que le sorprendió al Mariscal.

Con ataques y maniobras que dejaban al otro pensando en atacar sin que fallaran en el intento. Cuando estaban a un punto para ganar, tanto HyungWon como HoSeok realizaron su último paso para poder quedaren una especie de empate, con ambos hombres poniendo los báculos debajo de la barbilla del otro y se miraban con tanta intensidad que hizo temblar el alma de cada uno.

―He visto lo suficiente ―declaró el Mariscal, los dos bajaron el arma y le dieron la cara a Han Pentecost.

―Igual yo ―uso la mano en el hombro de HyungWon y el chico sintió su piel erizarse―. Es mi copiloto.

―No ―su rotunda respuesta dejó a ambos atónitos y el corazón roto a uno de ellos―. Repórtese en Shatterdome y le diré quién es su copiloto. Eso es todo.

HyungWon con el corazón roto lo disfrazó con un gesto sin emociones y fue a arreglar sus cosas. HoSeok, muy a su contraria, estaba estupefacto de la decisión y no estaba para nada en favor de la injusticia que les hacían a ambos. Podía verlo en sus acciones discretas y en sus ojos cristalizados, era un ave a la que enjaularon por mucho tiempo, él quería ser un piloto más que nadie en todo el mundo, sólo que le fue negada por alguna extraña razón. HoSeok fue alcanzarlo hasta el pasillo de los dormitorios.

―HyungWon espera ―lo tomó del brazo justo cuando pensaba subir las pequeñas escaleras hacia su cuarto, el joven se giró extrañado por su acción―. Lo sentiste ¿verdad?

―HoSeok no creo que...

―Somos compatibles y lo sabes mejor que nadie ―interrumpió al ver que el chico se alejó de su lado, pero él no podía permitirlo―. Nuestros pasos, me entendías estando en batalla, yo igual, HyungWon sé que lo deseas.

―HoSeok, aprecio que quieras defenderme, pero el Mariscal fue claro ―su intento de sonrisa terminó por ser una mueca de dolor, como si alguien le hubiera clavado una cuchilla en el estómago―. Perdona por ese show.

―No ―insistió―. Vale lo pena que luches por esto, no pierdas tus sueños, no necesitas obedecer.

―No es obediencia, Shin HoSeok ―quitó sus manos de sus brazos con delicadez y logró ocultar su tristeza con una sonrisa amable―. Es respeto.

―HyungWon...

―No lo hagas más difícil ―pudo ver que sus ojos volvían a cristalizarse, ya sea rabia o coraje, no le gustó para nada que él llorara, era como recordar el momento en el que él se sentía débil e impotente cuando murió su madre―. ¿Podrías dejarme sólo?

―HyungWon...

―Estaré bien, lo prometo ―no quiso esperar una respuesta por parte del ranger y se soltó con éxito de su agarre y refugiarse en su cuarto.

Sólo en la seguridad de esos cuatro muros de concreto soltó las primeras lágrimas de frustración y quiso golpear cualquier cosa que le fuese puesta enfrente, pero en su lugar sólo soltó un bufido y comenzó a respirar llevando un conteo. A pesar de su negativa a llorar, de vez cuando las lágrimas se resbalaban por sus mejillas y se recargó en la puerta, respirando hasta que la frustración, el enojo y la tristeza se desvanecieron, dejando sólo el sentimiento de vacío.

Unos golpes resonando contra el metal lo sacaron de su trance, se levantó de manera automática y por un segundo, pensó que era HoSeok. Él de cierta forma, le gustaba mucho su actitud rebelde y anti reglas, porque era él era todo lo que HyungWon no era y lo que más temía al mismo tiempo. Se quedó sorprendido de ver a Han Pentecost, su sorpresa no fue pasada por alto y el Mariscal sólo sonrió.

―Supongo que esperabas alguien más.

―No, en realidad no ―la última parte de esa oración flaqueó, aun así, dejó pasar al hombre a su cuarto.

―Hace mucho tiempo, te prometí algo ―HyungWon nunca se dio cuenta de que llevaba un bulto envuelto en tela blanca, lo desenvolvió y descubrió un pequeño peluche de tortuga roja―. Prepárate.

No tenía palabras y sólo asintió y le dirigió un saludo de respeto antes de salir a su nuevo lugar en esa guerra. Por fin podría hacer algo bueno además de haberse quedado paralizado y lleno de miedo, no, ya no era ese pequeño niño. Era un hombre, uno que estaba por pisar la mayor máquina de matar del mundo.

Mientras que, en el hangar, los ingenieros, los mecánicos e incluso los analistas estaban por empezar la fase de resurrección de la antigua Mark III. HoSeok tenía cara de querer matar a medio mundo por no saber entender las decisiones del Mariscal al negarle a alguien que obviamente tenía talento para poder ser su copiloto, es inteligente, amable, guapo... Sacudió su cabeza, por Dios.

No debería pensar de esa forma, ni siquiera supo si realmente era atracción, es decir, HyungWon era un chico guapo para ser alguien que creció en el ejército, pues la belleza que abundaba ahí era un poco tosca, ruda y más madura. HyungWon por otra parte, era bastante atractivo, fresco y vivaz. No buscaba enredarse con nadie y por un segundo pensó en lo afortunado que era al no tenerlo de copiloto. Le daría una enorme vergüenza si hubieran compartido pensamientos.

La puerta del hangar se abrió e ingresó al puente que conectaba a la estructura metálica alrededor de Gipsy a casco donde el nuevo sistema de sinapsis le impresionó bastante. Evaluó los nuevos comandos en su casco y analizó el sistema de seguro en su arnés para mantenerlo fijo a la máquina. Al empezar a tocar los controles, podía sentir esa sensación de familiaridad a pesar de que incluían ajustes nuevos.

―Ajuste del arnés, completo ―anunció en la cabina y el centro de mando recibió la noticia―. Esperando al segundo piloto.

Y no fue bastante tiempo, pues la voz mecánica del asistente de inteligencia artificial anunció la llegada del nuevo compañero de HoSeok. Rodó los ojos y pensó en no culpar al nuevo chico o chica, no era su culpa que un viejo cuarentón no tuviera los sesos como para admitir que su mejor soldado no podía ir a la guerra por alguna especie de delirio.

―Si no te molesta, voy a tomar el lado derecho ―se distrajo ajustando los controles de oxígeno en su máscara―. Mi lado izquierdo es una mierda.

―De acuerdo ―la voz gruesa y masculina de HyungWon lo dejó en shock y tardó en mirarlo a su lado―. ¿Qué? ¿Te gusta lo que ves?

―No necesito responder ―HoSeok se repuso por completo e intentó llevar el mismo tono juguetón del más alto―. En unos minutos estarás en mi cabeza.

― ¿Tanto te hizo saber que soy tu copiloto?

―Estoy feliz de verte, HyungWon.

Soltó una pequeña risita, le gustó conocer que HoSeok estaba feliz y nervioso en partes iguales. Siguió lo que recordaba de cómo enlazarse al simulador, aunque era un poco diferente ahora que por fin serían dos pilotos en el cuerpo del Jäger.

«Enlace Neuronal Completo.»

El entrar a ese espacio donde sus mentes se conectaban era similar a ser empujado de espaldas hacia un cristal duro y frío, luego la sensación es similar a entrar a un espacio río y con destellos azulados, donde lo más cercano a la realidad es al caer de súbito a una piscina fría. Lo crees que son tus huesos, se sienten pesados como el plomo y casi de inmediato, tu mente trae a la vida recuerdos, a veces cotidianos, otros trascendentales que crearon tu persona.

Un campo rodeado de viñedos y él corriendo.

Una pequeña escuela y él siendo golpeado por niños más grandes.

Él llevando la silla de montar y aprendiendo a domar un garañón gris.

Su madre arropándolo y mostrándole su nueva consola de videojuegos tratando de hacerlo feliz después de que su pare no llegara a su cumpleaños.

El camino a la casa de su abuelo siempre le daba miedo cuando era de noche, porque las ramas parecían garras de monstruos huesudos.

La bandera de Estados Unidos sobre el cofre de su padre y una cama de flores sobre la suya.

El edificio tambaleó y el monstruo derribó la pared detrás de él.

El estremecimiento sacudió ambos cuerpos antes de que abrieran los ojos. Sus respiraciones, pensamientos y movimientos, quedaron en completa sincronización. Los músculos blandos y los de acero demostraron que su compatibilidad no era chiste, era real y ambos hombres, se encontraban unidos de una manera más allá del físico.

HoSeok volteó hacia HyungWon y se quedó helado cuando vio por un segundo el cadáver destrozado y putrefacto de BoMi en brazos del arnés. HoSeok se echó para atrás luego de escuchar el grito desgarrador de su hermana y cómo era arrancada de su lado. Cerró los ojos y respiró con dificultad.

―HoSeok, el hemisferio izquierdo salió de control ―la voz de SiWon resonó por su casco, respiró más profundo y se dobló para recargarse sobre sus rodillas.

―Estoy bien, todo bajo control.

―HyungWon no responde, está perdiéndose en la memoria.

―Está bien ―decidió seguir ignorando a sus superiores, ya había pasado por esto cuando fue su primer enlace con BoMi―. HyungWon, no sigas la memoria ―al abrir los ojos, se giró y el chico tenía los ojos en blanco―. HyungWon, escúchame, es un recuerdo, no es real, no lo sigas, quédate conmigo.

El lugar a su alrededor se tornó demasiado frío, el olor a humo, sangre y muerte regresaban a sus fosas nasales. Sus botas pesadas dejaban huellas profundas entre la arenisca del concreto destruido y las cenizas después del caos. Las calles a su alrededor devoraron casi todo sonido, excepto el del llanto del niño que sólo tenía una calceta destrozada, un abrigo manchado de suciedad y sangre y sólo su tortuga roja sin la punta de su aleta derecha.

No tenía dónde ir, no después de que la habitación del hospital donde sus padres estaban, fuera aplastada por escombros de un edificio más grande mientras él estaba en el otro edificio ayudando a otro pequeño que se perdió. No los vio morir, pero sentía la desolación total, aun así, quiso sobrevivir, por eso se encontraba en una de las avenidas principales de la ciudad. Buscando ayuda de quien sea.

El estridente sonido de las sirenas en cada rincón del lugar anunció un inminente ataque y el niño corrió más rápido en cuando una gran humareda se cernió detrás de él junto al gruñido de una bestia de miles de metros de alto. En su búsqueda por un refugio intentando abrir una puerta atascado por escombros, tres aviones pasaron por la calle y soltaron una lluvia de balas y misiles hacia la nube de humo.

Sus brazos temblaban aún más, así que sin posibilidades de que cediera, él corrió por la calle sin escuchar una voz que le pedía que dejar ir el recuerdo. HoSeok veía desde una posición similar a la de un lector omnisciente cómo es que el pequeño HyungWon intentaba escapar de las garras del caos.

Después de un rato corriendo, HyungWon no se fijó muy bien y pisa cristales rotos y sus pies resultan heridos, cayendo de bruces en el proceso. Soltó unos chillidos muy dolorosos que hicieron temblar a HoSeok, a pesar de estar en suelo, él jamás soltó la tortuga y ese último regalo de su madre fue lo que le ayudó a levantarse a pesar de sentir la presencia del monstruo detrás de él. Otra explosión de misiles lo obligó a quedarse en el suelo y cubrirse los oídos, pues ahora sonaban terriblemente cerca; se giró y vio la humareda ser atravesada por una enorme pinza gris.

Onibaba era un Kaijū de categoría II que sólo había visto en las noticias, pero verlo a través de esta extraña perspectiva y compartiendo los sentimientos de HyungWon era una experiencia horrible. La bestia era más grande que el edificio de quince pisos y con un parecido a un crustáceo con esas cuatro patas grandes, las descomunales pinzas y unos horribles brazos extra en la parte del torso del monstruo. La cresta le aumentaba altura y hacía sentir a ambos peor que una hormiga ante el zapato de una persona.

Y lo estaba mirando.

Lo iba a matar.

El niño corrió y HoSeok intentó atraparlo para sacarlo de su memoria.

― ¡HyungWon alto! ―se interpuso en el camino, pero él sólo quería sobrevivir, por lo que lo evitó y corrió por la principal avenida―. ¡HyungWon, es una memoria, no es real!

Él iba cojeando y se escondió en un callejón con dirección al metro. Pensaba que era una salida y cuando apenas bajó unos escalones, el metro se encontraba en ruinas y sin paso. Chilló de frustración, cuando las calles dejaron de sacudirse él tembló sin control. El monstruo lo encontró a pesar de ser un simple humano que podía ignorar. Vio su sombra al final del callejón, una de sus patas resquebrajó el concreto y la pinza se introdujo por el espacio para darle alcance, HyungWon se apegó a los escombros gritando de miedo.

Al alzar la mano, su cuerpo y el vínculo con Gipsy Danger hizo que el cañón de plasma comenzara a cargar, HoSeok sabía que tenía poco tiempo para evitar que se disparara.

―HyungWon, escúchame ―el mayor se acercó hasta el niño e intentó tocarlo, pero la misma memoria de su compañero es quien evita que llegue a él―. Por favor, eres más que el miedo a se bastardo, no vas a morir.

El niño se tapó los oídos y se encogió hasta gritar con más fuerza, así quizás el monstruo se iría, quería creer que sólo era una pesadilla, que sus padres estarían en la habitación de hospital en la espera de la operación para su padre. Sí, era debía de ser.

Sólo era una pesadilla, una que HyungWon no quería volver a vivir y, aun así, el monstruo desaparecía. En su primer arranque de coraje, le gritó a Onibaba y la bestia arremetió al destruir aún más el callejón. Él no quería morir y tomó una roca a su lado, sólo cayó unos metros lejos de él, HyungWon no paró de lanzar rocas justo cuando los helicópteros sonaron detrás de ellos. Un enorme Jäger quedó sobre el tablero, uno el que el niño se ocultó, rogando que los golpes de carne y metal se detuvieran pronto.

Sólo hasta que parecieron siglos de terror, el silencio en el ambiente lo animó a salir. HoSeok lo siguió por detrás, observando cómo es que el día tan gris poco a poco se fue llenando del color del atardecer, bañando al enorme soldado de hierro, viendo que por ella salía un hombre bastante conocido.

―No me jodas ―pensó en su propia mente.

El enlace terminó y fue cuando HoSeok pudo liberarse con rapidez para poder atrapar al cuerpo debilitado de HyungWon entre sus brazos, le quitó el casco para que pudiera respirar. Sus pupilas estaban dilatas, su pecho subía y bajaba de manera anormal.

―Tranquilo, estás bien ―le dijo mientras quitaba mechones de su cabello húmedo de su frente―. Estás bien, no fue real, sólo una memoria ―le susurró tan gentil que el mismo Shin se sintió que podría quebrarse por sus propias palabras―. Por favor HyungWon, háblame ―el chico apenas comenzaba a responder por los efectos del enlace tan fuerte que tuvieron por primera vez―. Ya no eres ese niño, ahora tienes el poder de cambiar las cosas, tampoco estás solo, y estoy aquí.

Poco a poco, recobraba su cordura, escuchando sus palabras.

―HoSeok ―su voz apenas se escuchó, pero sus músculos le permitieron tocar la mano de HoSeok posada en su frente―. Lo siento.

―No, no lo hagas ―soltó un intento de sonrisa, pero sus lágrimas rodaron, apretujó más al chico―. Somos un equipo, si tú fallas, yo fallo. Si ganas, yo también. Hoy perdimos, pero mañana todo será mejor.

―Ahora eres un orador motivacional ―HyungWon se conmovió, no había llorado en un largo tiempo―. Gracias, por no quererme muerto después de esto.

―Nunca lo haría, sé que hice bien en escogerte como copiloto y jamás me arrepentiré de regresar si lo volviera a vivir, porque sé que estás aquí.

Su corazón latió de dolor, en parte buena y la otra le partía la cabeza.

HoSeok... ¿Qué es lo que le hizo a este hombre para sentirse afortunado y desolado a su lado?











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Holi.

¿No les ha pasado que el maldito Wttd les pega su escrito sin espacios?

Ya me ha pasdo muchas veces y me harto cuando sé que teng que subir de emergencia.

De por sí, sólo he actualziado de manera espontánea porque he decidido entrar en los Winter Awards organizado por  monbebes y wenee de TD_Editorial 

No es mi mejor trabajo, pero espero al menos vivir la experiencia. 

Bueno, ahorita publico la últim parte, que también estaré editando por errores de ortografía. [Tenía prisa de terminarlo por que hoy 7 de noviembre se cerraban las inscripciones, y ya saben, yo me dejé juntar todo al último]

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𝗣𝘂𝗯𝗹𝗶𝗰𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻: 𝟬𝟳/𝗡𝗼𝘃/𝟮𝟬𝟮𝟮

𝗘𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻: 𝟵/𝗡𝗼𝘃/𝟮𝟬𝟮𝟮​

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