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<Había cometido un grave error en llamar a la policía. ¿Cómo fui tan idiota de pensar que YoonGi podría ser un loco? Tiene semblante, pero no va al caso.>

El pelinegro se encontraba sentado en su cama analizando lo que acaba de suceder. YoonGi, le había quitado su teléfono y ahora no podría hacer más nada que esperar a que él se lo entregara. Tenía miedo de pedircelo.

—Estas mierdas solo me pasan a mí... —se frotó el rostro decepcionado. —Será mejor que tome una ducha. Quizás me distraiga un poco.

De su maleta sacó una toalla limpia y caminó hacia la puerta. La abrió y asomó la cabeza mirando por el pasillo y lo vio solitario. Salió corriendo y llegó a la puerta del baño, la abrió y entró cerrando la puerta detrás de él. Soltó un suspiro ya estando dentro y se quedó boquiabierto al ver el lujoso baño en el que tomaría duchas todos los días.

—¿Qué es este hombre? ¿Segundo hijo perdido de Obama o qué? —murmuró y llegó al lavamanos.

Miró su reflejo y se empezó  a desnudar dejando la ropa a un lado para luego tomarla y salir del baño una vez que terminara. Caminó hacia la ducha y abrió la puerta de vidrio para entrar y con mucho cuidado la cerró. Abrió la llave del agua y se metió bajo el chorro de esta, cerrando los ojos.

Apoyó sus manos en la pared y dejó que el agua lo sumergiera en un delicioso encanto de paz. Sucesos de hace unos minutos atrás invadieron su cabeza e hicieron que este alejara todo rastro de tranquilidad de su cuerpo. De igual manera, aún desconfiaba mucho del lugar en donde estaba y más de YoonGi.

Al cabo de unos minutos, cerró la llave del agua y salió de la ducha totalmente mojado. Se acercó a al lavamanos y agarró la toalla para secarse, pero esta se cayó al suelo. JiMin, soltó un quejido y se agachó a recogerla, pero en ese momento la puerta fue abierta de golpe.

—Oye, JiMin. Necesito que.... —era YoonGi quien había entrado sin tocar.

JiMin, abrió los ojos escandalizado y recogió la toalla con rapide, cubriéndose todo el cuerpo desnudo. Con sus mejillas sonrojadas miró a YoonGi quien  seguía de pie en el marco  de la puerta.

—Perdón por eso, creo que debí tocar. —se rascó la nuca con una sonrisa pícara en sus labios. Le había gustado lo que había visto.

—¿Qué necesita?

—Ya deja las formalidades. Entremos en confianza, ¿Si?

<Me está pidiendo mucho. Aún no descubro lo que oculta. Porque sí oculta algo. ¿Quién en su sano juicio tiene un congelador con carne solo de animal? Es extraño.>

—Lo siento, aún no estoy listo. —dijo JiMin.

YoonGi, asintió y se mordió el labio inferior sin quitarle la mirada de encima al pelinegro semidesnudo. JiMin, se sintió incómodo y carraspeó.

—¿Qué querías decirme? —cuestionó y tragó saliva.

—Ah, cierto. —sonrió y apoyó su espalda en el marco de la puerta. —Necesito que bajes lo más pronto a la cocina. HoSeok y yo haremos la comida y necesitamos una mano más. —JiMin, se quedó helado. —También te debo una disculpa por no aclararte el suceso conmigo. Estábamos en pleno siglo 21, hay mucho loco suelto y créeme que eso asustaría a cualquiera. Una gran disculpa.

Y JiMin sintió su cuerpo relajarse. ¿Era lo que esperaba? ¿Una simple justificación? Al parecer sí. Su tensión había disminuido y más con solo observar el semblante amable de YoonGi. ¿En serio era inocente? ¿Era normal tener grandes de trozos de carne en una casa? Bueno, aunque cuando el  rico tiene dinero, se da sus lujos. ¿Por qué YoonGi no puede ser uno de ellos?

El pelinegro vaciló unos segundos antes de hablar.

—No hace falta que me des alguna explicación. Fui yo quien se dejó llevar por la paranoia. Hubieron muchas cosas que apuntaron hacia ese pensamiento y que yo haya llamado a la policía. Había entrado en pánico.

YoonGi se puso serio.

—¿Tenias miedo, JiMin? —y su voz agradable desapareció.

—No puedo mentirte, estaba muerto del miedo.

—¿En serio? —levantó una ceja el rubio y sonrió lujuriosamente. —¿De qué? ¿De ser descuartizado? O ¿De ser molido? O ¿De ser extirpado? O ¿Qué un cuchillo atraviese tu cabeza?

JiMin, sintió la piel erizarse y su corazón golpear sus costillas. ¿Por qué le preguntaba eso?

Los dos se quedaron mirando unos segundos en silencio y YoonGi rompió un carcajadas.

—Tu cara es un poema. —se burló. —Eres muy miedoso, JiMin. Relájate, estás en confianza. —le guiñó el ojo y dio un paso hacia atrás saliendo  del baño.

JiMin, sintió un nudo en la garganta y lo vio irse, pero cuando creyó que estaba solo, este volvió a asomar su cabeza con una sonrisa.

—No te pasará nada, JiMin. —el pelinegro, apretó la toalla a su cuerpo. —Nada que no quieras que pase. —este pestañeó inocente. —¡Te veo abajo! —y desapareció.

Había dejado de respirar por el susto que el rubio le había provocado que sintió como el alma le volvía al cuerpo cuando empezó a respirar. Agitado, enrolló la toalla a la cadera, cogió su ropa y salió del baño, encerrándose en su habitación.

YoonGi, llegaba a la cocina para encontrar a HoSeok devorando un trozo  de pudin de chocolate. Ya estaba consciente y hambriento también.

—¿En serio? No hace 5 minutos te acabas de desmayar y estás comiendo. —le dijo YoonGi, llevándose las manos a la cadera.

—La comida es vida, hermano. Te hace falta a ti, estás demasiado delgado. —le dijo HoSeok desde la mesa. —¿Qué te dijo JiMin? ¿Bajará?

El rubio sonrió de oreja a oreja al recordar la magnífica escena de JiMin desnudo en el baño.

—Sí, bajará.

—¿Por qué la sonrisa?

—Por nada..., solo que creo que aprenderé a perdonar a las personas... —caminó hacía el refrigerador. —Y más si tienen el culo de Park. —susurró lo bastante bajo para que HoSeok no  escuchara.

—¿Qué? —arrugó el ceño HoSeok.

—¡Nada!

—Estás más loco de lo que pensé. —se lamió la salsa de chocolate de sus dedos. —Bueno, de verdad que estás fuera de tus cabales. Deberías estar en un manicomio.

—Lindo halago. —respondió el rubio regañadientes.

—Para eso sirvo, señor Min. —los dos se burlaron y YoonGi empezó a sacar lo que iban a comer esa noche.








El YoonGi, sabe como  asustar a JiMin, jeje

Si llegaron hasta aquí responde la pregunta; ¿Leche o Pan?

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