𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐨𝐜𝐡𝐨

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Una gran amenaza.

El amanecer decaía sobre nosotros. El cielo se mantenía de un azulado bastante suave, uno en donde aún se esclarecía los tonos morados de la noche fría que atravesamos. Esta era la razón por la cual no había algún tipo de avistamiento sobre titanes, pero pronto, serían visibles en estas tierras, porque eran suyas y veníamos a recuperarla. Mi vista estaba detenida en aquellas grandes murallas. Podía verlo. Desde este punto, podía ver claramente aquel muro el cual creímos perdido en un abismo del olvido. Apretaba las cuerdas de mi caballo, se levantaba la brumosa tierra en cada pisados de estos, porque íbamos con la visión de una restauración, una gran restauración después de la huida hace cinco años. La marcha me hacía sentir la gran energía que los soldados aún tenían. Los veteranos, los permanentes y hasta los más nuevos, todos estaban concentrados en una detallada meta. Habían dos entradas al muro María, la interna y la externa. La primera que Eren debía sellar, era la del exterior, que quedaba al otro extremo de donde estábamos. Era así la manera más rápida en evitar de que los titanes continuaran infligiendo en los terrenos, era la ventaja que necesitábamos, detener a los titanes. Mantenía mi cabeza tapada, si, aquella verdosa capucha haría que las personas a las que le daba la espalda no subieran que yo los guiaba, pero era así como decía ser. Era una de las maneras en las que podíamos proteger no sólo nuestra identidad, si no, la de Eren Jeager.

Y aunque éramos un total de cien soldados con la capucha establecida, no había una seguridad de que no pudieran encontrar a Eren, teníamos que jugar vivos y apostar a una muerte segura, o al menos, eso creía yo. Seguíamos avanzando entre las sombras, pero era aquí este momento, ese que espero la humanidad hace cinco años. Jamás habíamos estado tan cerca como hoy, jamás.-¡Todos estén alerta, pueden haber titanes ocultos! ¡En este instante comienza la operación!-exclamaba Erwin más adelante, a quien podía ver con su brazo izquierdo levantado, dando la señal de continuidad.-¡Soldados, cambien al equipo de maniobras tridimensionales!-pidió. Todos empezaban a levantarse de sus caballos, se impulsarían al suelo de aquel muro, y yo, no podía ser de los últimos en ver lo que fue aquel distrito. Me eleve, con un balance perfecto sobre mi caballo. Lleve mis dos manos a las hojas, agarrándolas desde el mango para sobresalir con ellas. La seguridad, era principal fundamento de una operación, y en este territorio ajeno a los nuestros, no podíamos confiar de que éramos los únicos rodeando la zona. Me impulsé con el gas, haciéndome elevarme a una gran altitud. Tanto, que podía observar las abandonadas casas que aún rodeaban el exterior del muro María. Todo se veía tedioso, muy sombrío e oscuro. Así era como lucía el abandono. Me agache, cayendo limpiamente en el suelo de aquel muro, como todos los demás que observaban fijamente lo que fue este lugar, pero no era momento de examinar, si no de avanzar.

-¡No te detengas, ve rápido a la puerta exterior!-le pedí a Eren en cuanto vi su inmóvil postura en cuanto llegó al suelo del muro, le di la espalda y continué corriendo, mirando de reojo como él parecía avanzar, pero la mano de su hermana en aquella corrida atrás de mi, temblaba.-¡Adeline, no te desenfoques!-le pedí, en cuanto veía como apretaba sus dientes, estaba tan tensa que no corría con la formalidad que ella suele hacerlo.

Ella continuó mirando más allá, sus ojos parecían estar cautivados por lo que veía, pero este horrendo lugar, no podría cautivar a nadie que no haya vivido aquí, era por eso, que no entendía el sentimiento de agobio que Adeline estaba sintiendo al volver a estar aquí, luego de cinco años. Ella continuaba tan tensa, mucha que decaía incluso en su mirada. Porque miraba todo con tanto detenimiento, como si pudiera reconocer cualquier mínimo detalle de estas estructuras. Tanto ella, como Eren, parecían estar perdidos en ese gran campo abajo de estas murallas. La miré, la miré detenidamente, pero ella ni siquiera me miraba, así que lleve mi mirada adelante. No podía combatir en este momento con lo que no podía entender o consolar, porque estando en mi posición, solo me hacía ser un espectador de lo que ellos sentían. Después de todo, aquí perdieron todo. Lo único que quedaba, era dejar nuestra esperanza en las manos de Eren. Éramos líneas separadas, los soldados tenían especificaciones diferentes para estar centrados en que la misión saliera a la perfección, al menos, la mitad de un por ciento era asegurarnos que todo marchara correctamente. Tanto los soldados que se mantendrían en suelo protegiendo los caballos, como Erwin en la línea central siendo el campo visual, y nosotros, dirigiendo a Eren a la puerta exterior, donde utilizaría su cristalización para sellar el muro por completo. Pero ante el lento avance de este, decidí utilizar más gas, centrándome en llegar junto a los demás, quienes nos esperaban para retomar la continuidad del plan.

-No hay titanes.-afirme ante llegar aún lado de Hange, quien me miró desconcertada y confundida.-Ni uno solo.-volví añadir, observando cómo Eren era escoltado por Mikasa y Adeline, quienes avanzaban a su alrededor, ya él se acercaba, sólo faltaba una señal.

-No puede ser, que extraño. ¿Por qué no hay un solo titán aquí?-se preguntó ella a mi lado, observando todo con esa misma mirada desconcertada que me había lanzado hace unos segundos, pero no podía cuestionar, yo también me preguntaba lo mismo.

-Igual debemos continuar.-musité fríamente, viendo las próximas bengalas verdosas en cada estrecho de las murallas, la misión debía continuar.

-Si, no hay razón para retirarnos.-indicó Hange, levantando su brazo, para disparar la verdosa bengala, que le daría acceso a que Eren pudiera avanzar en su transformación.

-Ahí viene.-le esclarecí a Hange, observando cómo Eren se elevaba al cielo con mucha altitud, la mujer a mi lado lo miraba con ese brillo en sus ojos, creía en él.-Vamos, Eren... -murmure, viendo las tonalidades del cielo cambiar, absorbiéndose en su piel, aquella que decayó en grandes músculos sobre la abertura del muro.

-¿Lo hará?-se preguntaban los soldados, mientras que empezábamos a ver claramente ese azulado cristalino adherirse en sus músculos.

-Lo ha hecho.-afirme, observando su cuerpo sobresalir, ese mocoso fue sostenido rápidamente por Mikasa Ackerman, quien lo elevó hasta nosotros en el muro.

-¡No bajen la guardia, sigan vigilando! ¡Estén alerta!-pidió Hange a sus soldados, quienes observaban alrededor, pero nada parecía extraño.

-¿Como está tu equipo de maniobras?-le preguntó Mikasa a este, observándolo con detenimiento, pero no parecía abastecido, a pesar de que las marcas de transformación en sus ojos estuvieran muy rojizas e hinchadas.

-Está bien, pero creo que perdí la capa al momento de saltar.-musitó Eren, hasta que vi como la chica a su lado, quitó su capa para ponerla encima de sus hombros, todo de una manera delicada que Eren agradeció, mirándola a los ojos.

-¿¡Y la abertura!?-me incliné, para así observar a la mayoría de los soldados, pero me enfoqué en objetivar a Adeline, quien observaba todo con detenimiento.

-¡Fue un éxito, bien hecho Eren!-exclamo Adeline, levantando su brazo para el lanzamiento de una verdosa bengala, indicando el éxito.

-¡Lo logramos! ¿Eren, cómo estás?-Hange se acercó a él, examinándolo, mientras que al muro, los soldados empezaban a subir nuevamente.

-Me siento bien sargento.-afirmó Eren, seguro de lo que decía, dirigiendo la mirada a Hange quien mantenía su cercanía, para asegurarse de que no estuviera lesionado.

-Dame la mano, alteza.-me incliné, estrechando mi mano para que Adeline subiera con mi ayuda, ella rodeó los ojos, colocando sus pies firmes en el suelo aún lado de mi.

-¿Estás gracioso hoy?-me preguntó, pero tan solo dirigí mi mirada adelante, observando a los demás.

-Puedo sellar la otra puerta.-miré a Eren, su voz deterioraba la seguridad de sus palabras y entusiasmo por seguir avanzando.

-¡Bien, vamos a la puerta interior! ¡Todos, cúbranse el rostro así evitaremos que nos ataquen!-ordenó Hange, alentándonos a correr sobre el muro para poder llegar a la línea central donde Erwin debía estar esperándonos.

-¿En serio cerré la abertura, así de fácil?-se preguntaba Eren, quien corría más adelante de mi, sin la credibilidad de lo que había hecho.

-Lo conseguiste Eren, debes confiar más en ti mismo.-le pidió Mikasa, a quien sobrepase, ellos no entendían las limitaciones de sus emociones.

-¡No te confíes! Mientras ellos estén vivos, derribaran la muralla cada que la arregles.-indique, mirándole, sabiendo que aún no habíamos esclarecido nuestra mayor amenaza.-Hasta que Reiner, Berthold y todos nuestros enemigos no mueran, la muralla María jamás va estar a salvo.-le detalle a Eren, viéndolo asentir.

-¡Claro! ¡Entiendo capitán!-me indicó, corriendo a mi lado, enfocándose nuevamente en su único juicio, avanzar.

-Pero, ¿donde pueden estar esos dos?-se preguntó Adeline, en cuanto todos continuamos corriendo en la misma línea.-Aún no hay avistamiento de un solo titán, hay algo que no está bien.-opinaba esta, dirigiendo su mirada a Hange, quien confirmaba estar de acuerdo.

-Si. Algo no está bien... -murmuraba la mujer de anteojos adelante de nosotros, procesando nuestros pensares, para así desviarnos con nuestro equipo de maniobras tridimensionales.

-¡Una bengala roja!-aviso un soldado, haciéndonos detenernos en seco sobre la pared de la muralla, observando el cielo deteriorar la pólvora rojiza.

-¿La señal de abortar la misión?-se preguntó Eren confundido, pero todos estábamos igual de desconcertados por lo que se presentaba.

-¡Atención, dispérsense y esperen sobre la muralla!-pidió Hange, haciendo que nos separáramos para avanzar con mucha más facilidad sobre los equipos de maniobras tridimensionales.

-Algo está pasando.-decía Adeline, desplegándose, haciéndola gastar mucho gas.

-Ey, no te abrumes. Aún no sabemos qué sucede.-le comenté, intentando de alcanzarla, pero ambos a la par, pudimos llegar a la línea central, observando los soldados alrededor de los muros, enganchados en las paredes, parecía ser una formación.

-Erwin, ¿qué está ocurriendo?-pregunte, observando al alto hombre delante de mi, quien con su serena mirada me observó.

-Armin encontró residuos de un campamento sobre la muralla. Creemos que se inmovilizaron mucho antes de que lleváramos, lo cual llegamos a la conclusión de qué hay más de dos personas en este distrito. Desconocemos su paradero, pero Armin cree que podrían estar en alguna abertura dentro del muro.-detallaba él, haciéndome mirar con detenimiento a los soldados que rebuscaban.-Hemos desplegados soldados para que rebusquen la mínima suelta estructura, quizás, eso revele el paradero de Reiner y Berthold.-decía, haciéndome estar en silencio.

-Adeline, espera.-levante mi mirada, escuchando el sonido de las hojas raspar sus estuches, viendo como Eren sostenía el brazo de su hermana, quien miraba el borde de la muralla.

-No vine aquí para ser la reina que deben proteger, vine para ser un soldado.-esbozo ella.

-No seas imprudente.-le pedí, pero en ese momento, ella se abalanzó sobre la pared.-Ya que... -murmure con el ceño fruncido, observándola.

Habían varios soldados, al menos veinte en cada extremo de esa pared en la que estábamos parados. Ella se enganchó con prudencia, queriendo llegar al ritmo de los soldados que la miraron por su espontánea aparición. Adeline yacía en la externa, al igual que Armin, a quien observe tocar delicadamente las paredes, pero no parecía hallar nada al igual que Grace a su lado. Estaban concentrados, todos los soldados lo estaban, pero en caso de acertar a esa vaga conclusión, no podíamos dudar en que las vidas de aquellos dos a los que buscábamos, eran valiosas o perdonables. Era por eso, que sostenía con fuerza mis hojas bajo mi capucha, esperando el tenso momento en que debería actuar, porque nadie más tendría el mismo pulso que yo en matar fríamente, y sin dudar en hacerlo. Quizás, si hubiera estado aquel día donde sus revelaciones se esclarecieron, no tendríamos que preocuparnos por su presencia aquí, porque me hubiera asegurado de despedazar sus extremosidades hasta que pudieran misericordia. Ser un soldado era un acto de lealtad y honra. Lo que ellos habían cometido, fue imperdonable y estaba ansioso por ver sus rostros de sufrimiento delante de mi, exclamando piedad, la misma que la gente de este distrito pidió hace cinco años cuando destrozar ambas puertas, dejándolos sin salida. Era por eso que Adeline estaba ahí, era por eso que rebuscaba, porque ella sentía coraje y se que, tendría el mismo pulso que yo en enganchar su espada sobre sus corazones, dejándolos desangrarse y morir en agonía. Así como su madre cuando un titán se la comió frente a ella y a Eren, solo ellos dos eran los únicos que podían enfrentar estos acontecimientos.

Él también estaba enfocado, manteniéndose aún lado de Mikasa, Eren miraba con detenimiento cómo rebuscaban entre las paredes algún hueco, lo mínimo que llevará incluso a un pasadizo. Las espadas chocaban con la pared, creando un ruido, pero ninguno era hueco. Lleve mi mirada a Leandra, ella estaba eventualmente a céntimos de Adeline en su lado derecho. Ambas no se miraban, pero la chica de azulados ojos estaba igual de concentrada que la de los ojos color avellana. Pero, todo se colocó tan le tocó en ese instante que el brazo de Leandra se elevó para lanzar la bengala en un avistamiento. Ella no dijo nada, fueron segundos de silencio que agobiaron a todos los que yacían ahí, pero yo, una persona tan observadora pudo encajar todo en una sola visualización. El rostro de Leandra se tenso, inclusive pude ver como pareció querer rebuscar sus espadas, fue en ese momento que empecé a caminar al borde, pero mi movimiento se esclareció cuando Adeline se impulsó con sus gases para patear con fuerza el cuerpo de Leandra, moviéndola del hueco que había encontrado, y así, mis ojos abrirse grandemente cuando la sangre desbordó en ese lado de la pared. Me moví, porque nadie tuvo la sensatez de hacerlo en ese instante que Adeline gimió cuando la espada de Reiner pareció traspasarla. Pero no tuve mi objetivo en rescatarla cuando sus ganchos se soltaron, no tuve que hacerlo cuando la misma joven a quien empujó, la socorrió.

-¡Reiner!-fue lo que grito Armin ante su avistamiento, pero ese hombre quien salió de ese hueco estrechó donde se escondía, me miró con el temor en sus ojos cuando me lance como un rayo hacia él.

Fue en un solo parpadeo en que me lance, nadie pudo ni siquiera observar con detalle el movimiento que hice para abalanzarme hacia el abismo junto a ese maldito demonio al que quería acabar, justo aquí, justo ahora. Escuché como gimió cuando mi hoja traspasó su cuello sin ningún tipo de piedad. Haciéndome retomar la fuerza en los talones de mis pies para correr sobre la pared, mientras que todo el soporte estaba en el cuerpo inmóvil de Reiner. Con esa misma fuerza y rapidez que utilice para abalanzarme a él, gruñí, gruñí con enfado y rabia por lo que acababa de haber hecho. El solo lastimar a la mujer que amo, me volvía loco. No había nadie que pudiera tocarla, me hervía la sangre ver que corría en peligro, la mente me obligaba a pelear, no solo era una amenaza para todos, era porque el hecho de que Adeline corriera peligro me obligaba a hacer estás acciones. Aunque haya sido un traspase, un roce en su brazo, me enojaba con la misma magnitud que un fuerte impacto. Incrusté mi otra hoja en su pecho, viéndome rugir de dolor ante mis ojos, pero Reiner con sus ojos rodeados en blanco, parecía resistir por completo mis ataques. Él estaba consiente, y pude ver como sus ojos me miraron con detenimiento. Mis movimientos no habían sido los adecuados para enfrentarlos, así que en un jadeo lo solté con brusquedad, viendo la sangre brotar para estamparme en la pared, observándolo.

-¡Maldita sea! ¿Acaso tiene otro poder de titán?-me pregunté, mirando como se retorcía en el suelo, mientras que las heridas que provoqué no se regeneraban.

-¡Capitán!-me llamo Armin, preocupado por mis bruscos movimientos.

-¡No lo mate, el golpe fallo por milímetros!-exprese, con enfado en cuanto vi cómo la transformación ocurrió en un parpadeo, Reiner había logrado transformarse ante nosotros.

-¡Soldados, todos en guardia!-exclamaba Erwin desde arriba del muro, mientras que yo miraba detenidamente a Reiner.-¡Busquen a los demás enemigos y... -un gran silencio se esbozó en cuanto todos esos tonos amarillentos abrumaron nuestra vista.

-¿Qué carajos... -me quede desconcertado, observando la gran línea de titanes frente a nosotros, pero entre ellos, en el medio de todos ellos, yacía uno más grande, más espeluznante.-¿Un mono?-me pregunté, observándolo con detenimiento.

-Capitán, ¿qué está ocurriendo?-me preguntó Armin a mi lado, pero, lo mejor era que avanzáramos a subir, y más cuando aquel titán se levantó de sus rodillas.

-¡Arriba, Armin!-le pedí, observando cómo su mano se inclinaba para atrás, haría un lanzamiento.-¡Cuidado!-me impulsé hacia Armin, sosteniéndolo para evitar el fragmento de piedras que se dirigían a nosotros.

-¡Aquí viene un proyectil! ¡Todos abajo!-pidió Erwin desde arriba, pero cubrí a Armin con mi cuerpo, escuchando el estruendo que se formó entre la bruma del polvo, no podía esclarecer mi vista, solo escuché el relincho de los caballos.

-Obstruyó la entrada para los caballos.-me distancié de Armin, observando cómo la puntería perfecta de aquel móvil titán, había hecho tal cosa.

-Vamos, subamos.-le pedí, impulsándolo para que utilizara sus equipos de maniobras tridimensionales al igual que yo, para subir.

-¡Adeline!-subí rápidamente, observando cómo Armin se inclinó hacia aquella chica, quien yacía cabizbaja mientras que Grace tapaba su brazo con un vendaje, apretándolo con fuerza.

-Le dio en el brazo.-me indicó Erwin, a quien dejé atrás para acercarme a Adeline, observando a Leandra mirarnos, no tarde en asentirle, agradecido.

-Eso fue muy imprudente de tu parte, ¿no crees?-le pregunté, viendo como ella bufaba, pero es que si no lo hubiera hecho, Leandra fuera la que no estaría aquí, y viceversa.-¿Estás bien?-le pregunté, viendo a Grace ajustar el vendaje, Adeline hizo una mueca.

-Bueno, quizás la tercera es la vencida, y estaré al par de Erwin.-sonrió, pero Erwin se mantuvo serio ante su expresión, observando adelante al gran campo visual donde yacían titanes.

-Oye, si no vives, no puedo hacerte la petición que quiero. ¿De qué valdría?-le pregunté, viendo como me miró fijamente, pero luego de darle un toque a su hombro, me distancié de ella.-Erwin, el acorazado va subir.-le avise a este, acercándome a él, viendo la serenidad en su rostro.

-¡Soldados, todos eviten el enfrentamiento con el titán acorazado! ¡Que nadie se acerque a él!-pidió él, mientras que la muralla se removía ante la precisión del titán acorazado por subir.-Ese titán cuádruple de ahí transporta algo sobre su espalda. Por lo que veo, no es de los que se acaba de transformar. En ese caso, se trata de otro infiltrado. Debió percatarse de que nos acercábamos, y se lo comunico a Reiner. Por lo tanto, el cuádruple junto al titán bestia, es otro titán inteligente.-decía Erwin, me subí la capucha para observar fijamente al otro titán aún lado de aquel otro gran titán.-No, debe haber más como ellos.-decía con seguridad, observándolos.

-¡Se están acercando! ¡Son varios titanes, de dos y tres metros!-avisaba Hange, pero Erwin no se removía, no decía nada a pesar de que aquel titán con un movimiento pareció movilizar a los titanes, lo cual había sido más extraño e insensato.

-¡Comandante, el acorazado está subiendo, pero seguimos sin saber el paradero de Berthold!-avisaba Armin, mirándolo y esperando a que esté nos diera una orden adecuada para actuar, pero nada pasaba y empezaba a inquietarme.

-Erwin, voy a empezar a desesperarme si no empiezas hablar.-le musito Grace, atrás suyo.

-Si, estoy consiente.-indicó, tomando el habla, pero su tenso cuerpo pareció volver a relejarse en cuanto levantó la cabeza.

-¿Qué? ¿Por fin te vas a dignar en decirnos algo? Mejor hubiera desayunado en lo que esperaba.-dije con sarcasmo, detonando nuevamente su silencio por mis palabras.

-Adeline no está en condiciones para eso.-murmuró Grace, en un tono bajo que pude escuchar, el cual me hizo levantar una ceja.

-Grace, me encantaría ser tu padrino de bodas, pero si un titán se como a la novia, no tendría caso.-dije, en un tono amenazante, viendo como esbozo su sonrisa para colocarse seria.

-¡Atención! ¡Los escuadrones de Dick y Marlén, deberán proteger a los caballos junto al escuadrón de Claus!-ordenaba Erwin en un tono alto, dando sus mandamientos.-¡Escuadrón de Levi, ustedes, Grace y Hange, pelearán contra el acorazado! ¡Si lo consideran necesario usen los lanza relámpagos! ¡Cumplan con su misión, cueste lo que cueste!-pidió, lo cual todo mi escuadrón de una manera disciplinada, asintió.-¡En este momento, toda la humanidad depende del resultado en esta batalla! ¡Se los pido una ves más, consagren sus corazones!-pedia, mientras que la primera línea de Dick, Marlén y Claus se lanzó al vacío para la protección de los caballos en un gran bullicio, por lo cual me giré junto a los demás para seguir a mi escuadrón.-¡Esperen, Levi, Armin, Grace y Adeline!-me detuve en seco junto a los nombrados, observando a Erwin.-A diferencia de su escuadrón, tienen que quedarse aquí, Adeline y Levi.-indicó, dejándome confundido.

-¿Quieres que protejamos a los caballos en ves de a Eren?-le pregunté, desconcertado y serio.

-Así es.-afirmó, mirándome.-Y si tienes la oportunidad, quiero que Adeline te ayude para que lo mates a él, el titán bestia. Solo tú puedes hacerte cargo.-dirigí mi mirada a donde su hoja señaló, observando a la bestia inmóvil.

-Bien comandante, ya que no pude acabar con el estúpido titán acorazado. Me redimiré trayendo la cabeza de esa bestia, pero, no creo que sea necesario la ayuda de Adeline.-le dije, observando cómo Adeline fruncía el ceño.

-¿Me estás subestimando?-me preguntó, seriamente y con una mala actitud.

-Te estoy protegiendo.-afirme, sabiendo que lo que Erwin pedía, era innecesario.

-Adeline tiene solo un brazo herido, pero tiene la fuerza para pelear. Consagró su corazón, como tú. Así que, aunque ella sea una reina se acatarán a mis órdenes. Usen su fuerza, se que juntos lo pueden lograr.-pedia, y no me quedo más remedio que asentir, después de todo, ellos eran los superiores que me guiaban.

-Vamos, su alteza.-estreche mi mano, para abalanzarme con Adeline, pero me detuve en el borde del muro, observando a Erwin y como este nos miraba, me asintió, dándome la seguridad que continuara.-Hay que confiar en él.-le musité a Adeline, tomando su mano para lanzarme junto a ella, sin saber que ese día, ese día todo cambiaría.

───

Próximo capítulo: Abandona un sueño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro