7. end game

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CAPÍTULO 7

▬▬( ❝ EL JUEGO FINAL ❞  )▬▬




















Beynac-et-cazenac, Francia






Si había algo que una mujer detestaba era esperar, esperar un mensaje, una llamada, esperar era la señal de que debías dejar pensar en ello y hacer algo más, Sylvie movió su pie impaciente en el suelo mientras se asomaba y esperaba.
Había llegado al pueblo de Beynac hace algunas horas, entonces acercò su limonada a sus labios y tomo un sorbo disfrutando de aquel líquido frío deslizandose por su garganta.

Era la segunda parada qué hacía en el día, generalmente le costaba a Demetri segundos aparecer a su lado con su mejor camisa y un lindo ramo de flores frescas que él mismo se había encargado de seleccionar para ella, pero Demetri no apareció.

Sylvie no quería preocuparse por él, era un vampiro de más de 2000 años que podía cuidarse solo, ¿cierto? Bueno la verdad era que Demetri si podía cuidarse solo, no por algo pertenecía al clan de vampiros más peligrosos de la tierra.

Al anochecer cuando Sylvie abandonaba el castillo de Beynac se dio cuenta que Demetri no llegaría aquella noche, entonces se dirigió a su habitación esperando que al despertar el vampiro estuviera afuera esperando con un café en mano y su más linda sonrisa, ella podía esperar.

Cinco días después, mientras sobrepensaba en la habitación del hotel se dio cuenta de que Demetri no llegaría, ¿se habría cansado de sus juegos?, ¿fue algo que ella dijo o hizo?, entonces dio un fuerte golpe al piso con su pie y tiró de su cabello intentando mantener la calma, entonces tomó su teléfono, ¿a quién iba a llamar? Demetri jamás se molestó en darle un número de teléfono fijo, decidió entonces sentarse en la cama.

Fue así que supo que Demetri no aparecería por la puerta esta vez, lo peor de todo es que ella estaba dispuesta a esperar un poco más, y se molestó por eso, ¿Por qué debía ser ella quien esperara? Sylvie suspiró y se puso de pie.

Quizás este era su juego final.

[...]

Y mientras Sylvie volvía al frío y lluvioso Forks, se dio cuenta de algo —lo mucho que extrabaña el sol en su piel en un perfecto día en la toscana, la joven bruja suspiró mientras el taxi avanzaba por el bosque hasta la casa de sus padres. A lo lejos pudo ver los altos techos y la complejidad arquitectónica de su hogar, al estar enfrente solo pudo pagar el taxi y salir de el sin más que decir un pequeño gracias.

Nunca pensó que el volver a casa le deprimiera tanto, volvería al nido de las parejas enamoradas y entonces solo quiso vomitar.

"MAMÁ?", llamó ella abriendo la puerta. "PAPÁ? ¿MOSQUITOS?", llamó nuevamente, no hubo respuesta alguna y entonces supuso que quizás habían ido a cazar algo.

Sylvie subió las escaleras hasta su habitación, había arrastrado su maleta de viaje por el piso pulido de la casa hasta llegar a aquella habitación qué se había quedado igual, —quizás Alice no cambió nada por que sabía que ella terminaría regresando. Por supuesto que algo así jamás terminaría bien.

Comenzó a desempacar, ¿Porqué demonios había traído a casa los vestidos que Demetri había comprado para ella?

"En serio soy patética..." murmuró dejando la fina pieza de tela en la cama.

"De verdad que si..." señaló otra voz a sus espaldas.

Cuando Sylvie se dio la vuelta se dio cuenta que Rosalie estaba ahí en el marco de la puerta, recargada con una espléndida sonrisa en rostro. La vampiro se acercó y Sylvie no dudo en encontrarla a medio camino para darle un abrazo.

"¿Por qué no nos dijiste que volverías?", preguntó Rosalie separándose pues se había percatado de algo. "¿Qué fue lo que hizo?"

"Lo esperé por días para decirle que dejaría de huir y esconderme de él", señaló ella encogíendose de hombros. "Supongo que fue él quien terminó el juego, jamás apareció".

Rosalie la miró con tristeza, la vampiro rubia siempre había mostrado su desagrado hacía Demetri Volturi, sobre todo cuando supo que estaba detrás de su hermana, pero Sylvie no quería escuchar las palabras crudas y reales de Rosalie pues prefería escuchar las soñadoras palabras de Alice.

"Supongo que a su eternidad le aburrió mi vida mortal", espetó ella sacando más ropa del viaje junto con algunas cosas más.

Rosalie frunció el ceño y tomo asiento en la cama mientras doblaba perfectamente cada prenda en lugar de solo hacerla bola en la cama como Sylvie lo hacía.

"¿No te llamó? ¿Nada?", preguntó la vampiresa.

"Nope"

"Debio de haberte dado alguna respuesta..."

"El silencio es una respuesta, Rosalie".

La vampiro rubia no podía evitar sentir tristeza por su hermana, Sylvie parecía no querer hablar al respecto, y sin embargo solo quería desahogarse con alguien y ser escuchada.

"Iré a dar un paseo", espeto la bruja abriendo su armario.

"Quizás no deberías de ir más allá de Forks. Hay neofitos por todas partes", explicó ella poniéndose de pie. "Han habido muchos asesinatos en la zona, y cada vez el número crece".

"Volveré pronto, lo prometo", señaló ella acercándose al cajón donde guardaba las llaves de su auto.

Rosalie no pudo hacer nada más.

[...]

En Seattle, Demetri Volturi miraba la luna y solo podía pensar en ignorar aquello en su pecho que le pedía que fuera tras ella, ¿era su don? ¿O solo aquel misterioso hilo que los había unido desde mucho antes de que ambos llegarán a este mundo?

"Basta de tu mirada de cachorro perdido Demetri", ordenó Jane a su lado mientras el grupo de guardias miraba desde el tejado de un edificio como el grupo de neofitos se descontrolaba al ocultarse el sol.

"Si tanto te molesta, volteate a otra parte", señaló el guardia entre dientes, estos días lejos de Sylvie lo habían puesto demasiado sensible y ahora su humor era terrible. Ni si quiera las amenazas de Jane para usar su don en él lo hacían cambiar de actitud y era una suerte que Félix y Alec estuvieran ahí para evitar que Demetri le arrancara la cabeza a Jane.

"Vaya viejo, en serio te pone mal no ver a tu chica", se burló Félix.

Pero lo que más sentía Demetri era culpa, había desaparecido sin dejar una nota o explicar la situación. Simplemente esa noche cuando se disponía a seguirla a Francia, fue interceptado por sus compañeros de la guardia de los Volturi —los reyes estaban molestos por su falta hacía su labor como guardia y el vampiro ni tuvo más remedio que seguirlos hasta Seattle para librarse de un clan de neofitos.

"Hmmm parece que vamos a presenciar la hora de la cena", señaló Alec intentando evitar que las cosas se complicaran aún más.

Escucharon los tacones resonar en el pavimento, entonces los cuatro neofitos se ocultaron en las sombras, la mujer se detuvo, Demetri dio un paso al frente.

"Se los advierto, ni siquiera lo piensen", espetó ella con firmeza, era Sylvie, Demetri estaba listo para saltar.

La bruja siguió su paso cuando los cuatro vampiros neofitos la rodearon.

"Que conste, se los advertí", espetó ella. "Menedek qual suurentaa!", dijo ella levantando los brazos a sus costados.

Se escucharon cuatro cuellos romperse, las cabezas de los vampiros se desprendieron de sus cuerpos y cayeron al suelo.

"Escogieron un mal día amigos..." señaló ella con una sonrisa. "Incendia..."

Los Volturi vieron como los cuatro cuerpos comenzaban a arder mientras Sylvie se alejaba dándole un sorbo a su café, pronto se perdió entre las sombras de la ciudad y Demetri tuvo que contener las ganas de seguirla.

"Creo que los amos no son los únicos que están molestos contigo eh.."

Demetri miró a Félix de la peor forma posible antes de darse la vuelta y mirar por el camino donde Sylvie se había marchado, ahora tenía un problema mucho más grande del que creía.

[...]



En casa todos la recibieron con abrazos, Esme era la más feliz de tenerla en casa nuevamente y Sylvie quizás ahora se sentía mal por haber sentido tristeza de volver a casa.

"¿Qué me trajiste?!", exclamó Emmett dejando a su hermana en el suelo. "Déjame adivinar! Oh, ¿un deportivo?"

"Una playera qué dice 'alguien que me quiere mucho me trajo esta playera de Italia", espetó ella y Emmett fingió sonrojarse al cubrir sus pálidas mejillas con su mano.

"Ay no debiste haberte molestado!"

Sylvie puso los ojos en blanco.

"No pudiste volver en mejor hora"

"Edward no me molestes"

El castaño la vio sentarse en la sala con las bolsas de frituras a su lado.

"Estuviste en Seattle"

"Si vuelves a leer mi mente te daré el peor aneurisma que le haya dado a alguien que incluso desearas que te arranquen la cabeza", advirtió ella amargamente mientras prendía la televisión.

Era común que Edward y Sylvie discutieran, él decía algo que la hacía enojar y ella respondía con ataques físicos, era una relación de amor y odio entre hermanos, pero por la mirada de Rosalie, supo entonces que era mejor no molestarla el día de hoy —o los siguientes meses.

A Sylvie no parecía importarle lo que sucediera en Forks con los neofitos, su mente estaba en otro lado como para molestarse en ofrecer su ayuda, y todos lo entendían, fue incluso Carlisle quien se atrevió a pedirle a Edward que no se molestara en hacer que Sylvie ayudara, pues lo único que lograría hacer sería disgustarla aún más.

Él único que podía intervenir en ese caso sería Jasper, él único que sabía exactamente como se sentía — podía percibir tristeza, enojo y quizás frustración. Era una semana en la que Demetri decidió alejarse de su vida después de haberle dado los mejores momentos de su vida, era la primera vez que sentía algo así, y decidió enamorarse de un casanova.

"Si piensas lanzarte conozco lugares más altos", bromeó el vampiro sureño apareciendo entre las ramas de los árboles, Sylvie había subido a la copa más alta de un pino frente a su ventana.

"Hmmm. Aunque lo intente se que alguno de ustedes aparecera y evitara que mi cuerpo quede como huevo estrellado en el fango", espetó ella sonriendo a su hermano.

"En eso tienes razón", dijo él tomando asiento en la rama más cercana.

Entonces ambos se quedaron en silencio.

"Se lo que piensas, no es justo que creas eso",

Ella lo mirò.

"Según recuerdo el hermano invasivo lector de mentes es Edward", señaló ella.

"No necesito leerte la mente para saber que piensas que fue algo que tu causaste", señaló él. "No fue tu culpa que él decidiera irse".

"¿Entonces?"

"¿Has pensado que quizás tiene problemas?"

"Es un vampiro de 2000 años, por supuesto que tiene problemas".

Jasper asiente y ríe cortamente.

"Me siento como una estúpida, esperando cosas que jamás llegaran", espetó ella mirándolo. "Quizás, no lo sé, pedí demasiado..."

"O quizas sólo es un idiota".

"Oh si, también eso", afirmó ella y ambos rieron. "Es solo que, nunca antes había llegado a sentir por alguien, después de meses de muestras de cariño y detalles solamente desaparece, ¿Cómo es justo eso?"

Jasper la miró.

Sylvie no entendía, ¿Por qué demostrar amor si simplemente te alejarías después de unos días? ¿Había necesidad de ilusionar a alguien así? La respuesta era no.

"Quizás Demetri necesitaba algo que lo hiciera salirse de su zona de confort en su aburrida y fastidiosa inmortalidad. Y cuando lo tuvo también le aburrió y eligió irse en silencio".

Jasper se quedó en silencio.

"¿Acaso todos los hombres son así de imbéciles?"

El vampiro frunció el ceño

"Tu no cuentas, eres mi hermano".

"Vaya que consuelo", señaló él con una ceja arqueda.

Ambos se volvieron a quedar en silencio.

"Algún día llegará el indicado..."

"Pues cuando lo haga dile que no estoy".

[...]


La mañana siguiente fue lo peor, Sylvie se había quedado en su cama hasta tarde, podía ver el sol colandose entre las copas de los árboles y el cielo claro y despejado.

Fue cuando la puerta se abrió, Esme había entrado con una bandeja con su comida favorita, jugo fresco y algunas frutas para acompañar.

"Buenos días cielo", saludó ella con voz maternal, Sylvie sonríe y se incorpora en la cama.

"Hola..." saluda ella frotando sus ojos. La bandeja de comida se colocó en su regazo.

"Anda, debes de comer algo saludable después de toda la chatarra que comiste por la noche".

"Es culpa de papá, ¿Para que me da una tarjeta si sabe que no tengo control?"

"Hablando de, quiere hablar sobre los cargos a la tarjeta..." señaló ella con una ceja arqueada.

"Te juro que solo la utilicé para emergencias".

"Un hotel de cinco estrellas en cada lugar que visitaste no es una emergencia".

"¿Según quien?"

Esme niega con la cabeza.

"¿Por qué estás usando ropa deportiva? Tú jamás usas ropa deportiva", señaló la bruja con el ceño fruncido.

"Jasper nos entrenará para pelear con los neofitos", le recordó ella poniéndose de pie para abrir las cortinas y las ventanas a su paso. "¿Quieres venir?"

"¿Y ver como Jasper patea todos sus traseros? Por supuesto!"

En cuanto Sylvie bajo las escaleras todos se dieron cuenta que ahora estaba de mejor humor, entonces decidieron —para el bien común, que era mejor mantener esa felicidad por un buen rato, el nombre de Demetri Volturi estaba prohibido ese día.

Sylvie no participaría en el entrenamiento de hoy, solo observaria a la distancia —desde un tronco en el suelo, como Jasper le daba una paliza a Emmett y lo hacía caer al suelo una vez más.

"Otra vez!", exclamó Emmett poniéndose de pie rápidamente y dirigiéndose una vez más hacía el rubio.

"JASPER 6, EMMETT 0, marcó Sylvie en el marcador improvisado en la tierra con una varita de madera." Hay que comer más osos hermano, debes ejercitarte más".

Emmett la volteo a ver burlón.

" Te dejo hablarme así, solo porque estas triste", advirtió él con diversión.

"Aw...punto por ser un buen hermano!", espeto ella, ese fue el primer y único punto que Emmett tendría a lo largo del día.

En ese instante el Jeep plateado de Emmett apareció, Bella y Edward salieron de este y se dirigieron al grupo, entonces los enormes lobos de la manada de Sam emergieron entre la espesura del bosque.

Sylvie nunca había visto lobos tan enormes, casi cae del tronco en cuanto los lobos se acercaron más.

"No tienen la confianza para mostrarse", espeto Edward.

"Vinieron, es lo que importa", le dijo Carlisle dando un paso al frente para dirigirse a los lobos. "¿Puedes traducir?"

Carlisle se acerco hasta estar completamente delante de la manada.

"Bienvenidos. Jasper tiene experiencia con neofitos", dijo él señalando al vampiro a su lado. "Nos dirá como vencerlos".

Entonces Edward habló.

"¿Quieren saber porqué son diferentes los neofitos", dijo el cobrizo.

"Son mucho más fuertes que nosotros", respondió Carlisle. "Porque aún hay sangre humana en sus tejidos, los nuestros siempre serán más poderosos en los primeros meses de vida", señaló él dándose la vuelta y mirando a Jasper para que continuara.

Sylvie podía percibir el nerviosismo de Jasper, estaba más tenso de lo normal.

"Carlisle tiene razón. Por eso son creados, un ejército de neofitos no necesita tantos como un ejército humano y no hay ejército humano que pueda contra ellos", señaló con firmeza mirando a los lobos. "Las dos cosas más importantes para recordar son..", hablò él alzando la voz, Sylvie sintió que de verdad se volvía a sentir en el ejército. "Primero, no permitan que los rodeen con sus brazos", señaló comenzando a caminar de extremo a extremo. "los aplastaran. Segundo, no vayan a intentar las maniobras conocidas, las estarán esperando y ustedes perderán", dijo él antes de darse la vuelta. "EMMETT!"

Sylvie volvió a tomar asiento en su tronco con su varita en mano en espera de anotar el siguiente punto—para Jasper.

Emmett intentó derribar a Jasper al correr hacía el y taclearlo, lo hizo retroceder bastante logrando que sus tenis se derraparan por la tierra. Con fuerza lo hizo volar en el aire, pero Jasper fue bastante rápido para ponerse de pie y correr contra Emmett, él lanzó un golpe que Jasper esquivo y después sin esfuerzo alguno lo hizo caer de espaldas.

"No pierdas tu concentración", señaló 3l rubio con burla.

Sylvie marcó otro punto en el marcador de tierra.

Los siguientes en pelear fueron Edward y Carlisle. Ambos se llevaban en fuerza, Sylvie por supuesto apostaba por su padre —era él el de la tarjeta. Entonces Edward logró derribarlo.

"Una cosa más..." señaló Jasper pasando junto a ellos. En ese momento Carlisle aprovechó la distracción de Edward para hacerlo caer. "No le des la espalda a tu enemigo".

Jasper había hecho que todos en la familia tuvieran un combate con él, él había ganado cada encuentro, era imposible ganarle a alguien que tenía toda una vida de experiencia en pelea cuerpo a cuerpo.

"Sylvie!", llamó el vampiro.

"Me encantaria, pero me hice las uñas esta mañana", señaló ella —era mentira, Sylvie mantenía la misma manicura desde hace días.

Sylvie suspiró y se puso de pie avanzando hasta el medio del campo, miró a su hermano con una ceja alzada.

Sylvie perdió el momento en el que Jasper compartió mirada con Emmett, Carlisle y Edward, pues de un instante a otro los cuatro vampiros corrieron hacía ella, la joven bruja levantó ambos brazos en el aire a sus costados y los cuatro vampiros fueron expulsados del campo hacia diferentes direcciones donde chocaron contra árboles.

"Eso si que me subió el ánimo!"

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